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Publicaciones por mes

junio 2020

56 Publicaciones
  • Artículos de opinión (Op-ed)

El precio de la felicidad

  • 19/06/2020
  • Buenaventura del Charco Olea

La felicidad parece que ha dejado de ser un estado asociado a los grandes temas existenciales como el sentido de la vida, la lealtad y la honestidad con uno mismo o qué es realmente importante para cada uno de nosotros en ésta para convertirse en un producto de consumo. Se nos venden una serie de recetas universales, totalmente alejadas de estas cuestiones previas, aparentemente basadas a veces en investigaciones científicas.

Tener experiencias: Se confunde la felicidad con la alegría. Resumiéndolo mucho, la felicidad es un estado de paz interior, mientras que la alegría es un momento de subidón. Tener experiencias enriquecedoras o agradables como ligar o viajar nos proporcionan alegría, no felicidad. Por eso, aunque hoy en día tengamos más experiencias que las que tenían nuestros padres, no somos más felices. Hemos ganado en experiencias sí, pero a costa de estabilidad a casi todos los niveles (económicos, laborales, pareja…) que es mucho más importante para estar en paz.

Tener cosas: Aunque en declive desde que apareció el tema de las experiencias y se fomentó más el tema de poseer ciertas cualidades, aún queda cierta idea de que la felicidad está ligada a tener ciertas cosas. Un auto, un outfit de impresión, unos Manolos… La industria del marketing vincula constantemente la felicidad con tener ciertas cosas, asociándola muchas veces a otras variables psicológicas que deseamos las personas, como la seguridad o gustar a otros.



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Realizar determinado tipo de hábitos: Probablemente la parte que más ha vendido una psicología que peca mucho de reduccionismo y que se queda en lo evidente por ser lo observable. No digo que toda la psicología sea así, pero hay una fuerte corriente que a veces comete este error. Así se postula que el mindfulness, hacer deporte o una dieta equilibrada nos harán felices. Pueden ser prácticas saludables (y no tengo nada en su contra, es más, las recomiendo) que nos ayuden a incrementar nuestro bienestar, pero de ahí a que den la felicidad, hay un trecho.

Tener ciertas cualidades: Estar cañón y tener un físico espectacular, ser carismático, ingenioso y gracioso, destacar sobremanera en alguna habilidad (deporte, trabajo, liderazgo, música…) Esto viene de que se fomenta una autoestima basada en el logro (tanto sabes hacer = tanto a vales) y que juega con el miedo que tienen las personas a no ser suficientes, a no ser dignas de ser amadas y sentir rechazo.

Como resumen, si se analizan estas cuatro supuestas “llaves a la felicidad” encontramos una serie de hilos conductores: son cosas que te hacen “más cool” y que contemplan la felicidad como algo agradable y momentáneo, cuando como he dicho antes, eso es una alegría y un buen rato, no la felicidad, ya que puedo estar destrozado porque lo he dejado con mi pareja y ligarme a una tía espectacular por Tinder. Eso no me hará feliz ni quitará mi pena, aunque a nadie le amargue un dulce. El otro factor común es una felicidad aséptica e indolora, en la que sólo tienes que conseguir cosas sin tener que enfrentar los miedos que todos tenemos.

¿Qué hacer entonces para ser felices? Pues va sonar irónico si he dicho que no hay hábitos que la den, pero esto es más bien un principio, o un compromiso personal: ser honesto con uno mismo.

Entendiendo por honestidad ser congruente con aquello que sentimos, mirando nuestra realidad emocional, dándole espacio y actuando en consecuencia a nuestra verdad interna y expresándola de la forma que consideremos adecuada, sea agradable o desagradable. Ejemplos concretos habituales de esto que suelo ver en consulta serían: poder estar tristes y llorar si nos sentimos así sin miedo, enfadarnos con alguien y protegernos aunque también le queramos, esté “muy feo” o eso nos lleve al conflicto, alejarnos o darnos permiso para romper con algo que nos hace daño aunque otros sufran o sea “lo correcto”, no responsabilizarnos de otras personas si no queremos hacerlo realmente, atrevernos a hacer y experimentar lo que realmente nos hace felices…

Básicamente, la honestidad es ser congruente con lo que sentimos y con aquello que nos hace vibrar por dentro, que solemos saber de “tripas” y de forma intuitiva (suena raro pero es la parte emocional de tu cerebro, que con esa sensación de certeza interna te marca el camino) y buscar luego la forma de hacerlo congruente con tus valores y tus otros sentimientos. Y es que, por ejemplo, puedo sentir que tengo defenderme de las exigencias de mi madre, pero no quiero dejar de tener relación con ella, así que tendré que ser firme en ponerle límites. A veces a costa de broncas o desplantes.

Esa honestidad y congruencia no es algo conceptual, sino que es algo que se ejecuta a diario: Elegir libremente aquello que deseamos hacer y que nos hace felices, aunque muchas veces sea “reprobabale” por lo que dice la sociedad o lo que piensan otras personas, y eso puede hacer que nos rechacen o nos ataquen. Enfrentar cosas que deseamos hacer pero que nos da miedo, como hablarle a esa persona que te gusta o intentar iniciar ese proyecto que es tan probable que fracase. Sentirnos libres para poder acabar con algo que nos hace daño, como una relación en la que te sientes atrapado y no rompes por no hacer daño a otras personas a las que quieres (aunque pueden no hacerte felices).

Como decía el gran psicoterapeuta Fritz Perls, “el ser humano renuncia a su potencial y a su capacidad natural de ser feliz por la fobia al dolor”. El miedo al dolor de todas estas situaciones porque nos rechacen, porque nos sentimos incompetentes al hacerlas, porque nos sintamos culpables o por fracasar son lo que hacen que no seamos congruentes y honestos con nosotros mismos, LIBRES, en definitiva y con mayúscula. De ese modo nos tiramos la vida en una guerra interna entre la parte de nosotros que quiere serlo y la que no se atreve. Y no se puede estar feliz si estás siempre en guerra contigo mismo.

Dificilmente podrás ser feliz por muy espectacular que sea tu aspecto o mucho que medites si sientes que vives encadenado a algo que no quieres realmente o siempre estás reprimiendo una parte de ti. Sé que acojona y cuesta mucho, que es un compromiso costoso, pero lo que está en juego es tu felicidad, y quizás tu mayor responsabilidad en la vida es ser feliz.

Te mereces vivir de forma plena y en paz contigo mismo, acojona y tiene un alto coste, pero merece la pena.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

¿Puede la maternidad verse afectada por el trauma infantil?

  • 19/06/2020
  • Maria Fernanda Alonso

Durante la Segunda Guerra Mundial muchas personas formaron parte de organizaciones paramilitares, como voluntarias. Algunas de ellas incluso fueron expuestas al trauma resultante del evento bélico. Robert Lynch, investigador de la Universidad de Turku, utilizó una gran cantidad de datos recopilados sobre los voluntarios de la organización ‘Lotta Svärd’ de Finlandia, para estudiar los efectos del trauma infantil en los adultos.

El trauma que experimentan los niños al vivir en zonas de guerra, los desastres naturales o tal vez incluso las epidemias, puede tener efectos inesperados que resurgen más adelante en sus vidas.

El estudio de Lynch encontró que las niñas y mujeres jóvenes que sirvieron en la guerra se convirtieron en madres antes y tuvieron más hijos en comparación con mujeres de la misma edad que no participaron en el esfuerzo de guerra (Lynch et al., 2020).



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«Si podemos medir los efectos del trauma en cosas básicas como el momento de la maternidad, es casi seguro que tiene efectos importantes en muchos de nuestros otros comportamientos importantes, como la aversión general al riesgo, la socialidad o el ritmo del desarrollo sexual,» explicó el autor..

«El extenso conjunto de datos nos permitió comparar a las mujeres antes y después de la guerra y también tener en cuenta los antecedentes familiares al comparar hermanas. Esta es una fuerte evidencia en apoyo de la idea de que el trauma afecta los horarios reproductivos,” agregó John Loehr (investigador principal) de la Universidad de Helsinki.

¿Por qué es importante este estudio? Hay millones de niños y adultos en todo el mundo que sufren traumas en contexto de las guerras. Esta relevancia probablemente también se extiende a otras fuentes de trauma, como los desastres naturales o incluso la actual pandemia de COVID-19.

Según la teoría evolutiva, las personas que experimentan un ambiente inestable con alta mortalidad se reproducen antes para evitar el riesgo de no tener la oportunidad más tarde.

«Parece que hay una ventana de sensibilidad que se extiende desde la infancia hasta la edad adulta temprana, donde el comportamiento se ajusta para adaptarse a las circunstancias experimentadas. Las consecuencias pueden ser de gran alcance incluso después de que la situación se estabilice. Un trauma infantil puede influir en la vida adulta de las personas de la forma en que son desconocidos, como el momento de su maternidad,» explicó finalmente la profesora Virpi Lummaa.

Referencia bibliográfica:

Lynch, R., Lummaa, V., Briga, M., Chapman, S. N., & Loehr, J. (2020). Child volunteers in a women’s paramilitary organization in World War II have accelerated reproductive schedules. En Nature Communications (Vol. 11, Número 1). https://doi.org/10.1038/s41467-020-15703-0


Fuente: Science Daily

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El sueño interrumpido causaría inflamación y consecuentemente mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares

  • 19/06/2020
  • Maria Fernanda Alonso

Descansar lo suficiente mediante el sueño, en la medida en que cada uno lo necesita, no debe ser subestimado. Investigaciones tras investigaciones dan cuenta de las implicancias del sueño pobre, insuficiente o perturbador. Un nuevo aporte científico encontró que el sueño fragmentado exacerba la aterosclerosis y puede aumentar el riesgo de accidente cerebrovascular a través de un efecto sobre las vías inflamatorias (Vallat et al., 2020). La aterosclerosis es entendida como la acumulación de grasas, colesterol y otras sustancias dentro y sobre las paredes de las arterias (placa), capaz de restringir el flujo sanguíneo, y consecuentemente provocar muchos problemas a nivel físico.

Para probar si el efecto puede deberse en parte al aumento de la señalización inflamatoria, el equipo de investigación midió la interrupción del sueño a través de una polisomnografía en laboratorio del sueño y un detector de movimiento simple usado en la muñeca durante varias noches (actigrafía). Utilizaron recuentos de células sanguíneas estándar para medir los niveles de neutrófilos y monocitos, dos tipos de glóbulos blancos responsables de impulsar las vías inflamatorias.

¿Qué encontraron? La fragmentación del sueño, medida por la actigrafía, predijo tanto un recuento más alto de neutrófilos (pero no monocitos) como mayor calcio en las arterias coronarias, una medida de la patología de aterosclerosis.



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Usando un método estadístico conocido como análisis de mediación, el equipo de investigación mostró que la influencia de la fragmentación del sueño en el calcio de las arterias coronarias estaba mediada por el aumento de neutrófilos; en otras palabras, la falta de sueño condujo a un aumento de los neutrófilos, lo que a su vez condujo a un aumento de la aterosclerosis. La influencia de la interrupción del sueño sobre los neutrófilos y la aterosclerosis se mantuvo significativa después de tener en cuenta los múltiples contribuyentes conocidos a la enfermedad arterial, incluidos la edad, el sexo, el origen étnico, el índice de masa corporal, el tabaquismo, la presión arterial, entre otros factores.

Se encontró una asociación similar para la interrupción del sueño medida por la polisomnografía, aunque no fue tan robusta, se mantuvo significativa después de corregir algunos pero no todos los contribuyentes, una diferencia que los autores sugieren puede deberse a la menor duración de la polisomnografía (una sola noche) versus actigrafía (una semana). No se encontró asociación para la falta de sueño informada subjetivamente, en la que se les pidió a los participantes que recordaran la calidad de su sueño, un hallazgo que sugiere que preguntar a los pacientes sobre el sueño puede no ser una herramienta útil para evaluar su riesgo de enfermedad cardíaca relacionado con el sueño.

Referencia bibliográfica:

Vallat, R., Shah, V. D., Redline, S., Attia, P., & Walker, M. P. (2020). Broken sleep predicts hardened blood vessels. PLoS Biology, 18(6), e3000726. https://doi.org/10.1371/journal.pbio.3000726

Fuente: Science Daily

  • Artículos Recomendados de la Web

La sistematicidad y el rigor por sí solos no hacen que algo sea científico

  • 19/06/2020
  • David Aparicio

Antonio Diéguez escribió un buen artículo para El Confidencial en el que explica por qué no existe el método científico sino varios métodos científicos y porqué la sistematizad y rigor no hacen que algo sea científico:

Podría replicarse que, aunque se empleen en la vida cotidiana, en la ciencia se usan con mucha mayor sistematicidad y rigor, y ciertamente habría que estar de acuerdo en eso. ¿Diríamos entonces que lo que caracteriza a la ciencia es la sistematicidad y el rigor en el uso de procedimientos que también son empleados fuera de la ciencia? Bueno, podría hacerse, mientras que no se considere como algo definitorio de la ciencia. No hay que olvidar que sistematicidad y rigor también puede haber fuera de ella (por ejemplo, en la filosofía o en la jurisprudencia), ni que la sistematicidad y el rigor por sí solos no hacen que algo sea científico. Mario Bunge lo mostró con un bonito ejemplo: elaboró una pequeña teoría axiomática sobre los fantasmas para hacer ver que, si alguien se empeña, puede darle apariencia de cientificidad a casi cualquier cosa.

Sino existe el método científico, entonces cómo diferenciamos ciencia de las pseudociencias:



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En la actualidad, lo que se asume es que en las ciencias se emplean todas estas formas de inferencia, la deducción, la inducción, las inferencias hipotético-deductivas y la abducción, que son empleadas también fuera de la ciencia. Por tanto, ninguna de ellas por sí sola constituye El Método Científico. Pero eso no significa que no haya separación entre las ciencias y las pseudociencias o las no-ciencias. No es necesario tener una serie de reglas fijas y universales exclusivas de la ciencia para formar una idea clara de lo que es la ciencia.

En efecto, el fracaso de los criterios de demarcación entre ciencia y no ciencia propuestos a lo largo del siglo XX no llevó a los filósofos a concluir que no había diferencia alguna entre ambas cosas, sino a comprender que cualquier caracterización de la ciencia tenía que ser plural. Estamos más bien ante una cuestión contextual en la que es imposible trazar una frontera definida, pero en la que pueden determinarse una serie de rasgos o de criterios que, sin ser condiciones imprescindibles, ayudan a cualificar como más o menos científica a una teoría. Entre estos rasgos característicos algunos de los más significativos serían el realizar predicciones arriesgadas, el rigor conceptual, la exactitud, el apoyo en los hechos, la intersubjetividad, la contrastabilidad y revisabilidad, la coherencia con otras teorías científicas aceptadas y la capacidad de progreso.

Lee el artículo completo en El Confidencial.

  • Recursos para Profesionales de la Psicología

Podcast: Libre albedrío ¿tan solo una ilusión?

  • 18/06/2020
  • David Aparicio

Nuevo episodio del podcast Psicología para escépticos de Mariano Scandar:

En los últimos 40 años numerosos estudios han ido mostrando que las decisiones que consideramos conscientes, no lo son… es posible anticipar por estudios por imágenes, antes que una persona “sepa” que va a hacer algo, que efectivamente lo hará…

Esto a llevado a los filósofos a replantearse un poco el libre albedrío… Si decidimos en función a antecedentes, como los genes y las experiencias previas y adicionalmente lo hacemos antes de saber que lo estamos haciendo ¿Qué clase de libertad tenemos?. Existen tres tipos de posturas al respecto… los libertarios dicen que la libertad de elegir trasciende la materia, los deterministas dicen que la libertad es una ilusión y, finalmente, los compatibilistas dicen que a pesar de que los experimentos son ciertos, a pesar de todo hay libertad…

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  • Salud Mental y Tratamientos

¿ Ahora todos tenemos TOC y somos adictos a la tecnología?

  • 18/06/2020
  • Equipo de Redacción

Una de las características del trastorno obsesivo compulsivo son los temores de contaminación y el lavado excesivo de manos. Hace años, un paciente con TOC grave vino a mi oficina con guantes y una máscara y se negó a sentarse en cualquiera de las sillas «contaminadas». Ahora, estos mismos comportamientos son aceptados e incluso alentados a mantener a todos saludables.

Esta nueva normalidad ante una pandemia mortal ha permeado nuestra cultura y continuará influyéndola. Muchas tiendas ahora publican reglas prominentes que exigen el uso de máscaras faciales y desinfectantes para manos, y limitan el número de clientes permitidos en el interior al mismo tiempo. Caminantes y corredores cruzan cortésmente la calle para evitar la proximidad entre ellos.

Hace solo unos meses, este tipo de comportamiento habría sido considerado excesivo, irracional, incluso patológico, y ciertamente no saludable.



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Entonces, ¿dónde trazan los psicólogos y psiquiatras la línea divisoria entre la vigilancia para evitar infectarse con el coronavirus y el trastorno obsesivo compulsivo que puede ser dañino?

¿Adaptación o adicción a internet?

Desde el comienzo de la pandemia, se ha vuelto más difícil evaluar comportamientos que alguna vez se consideraron excesivos. Muchos comportamientos que antes se consideraban patológicos ahora se consideran esenciales para proteger la salud humana y son aplaudidos como adaptativos e ingeniosos.

Antes de COVID-19, las preocupaciones sobre el uso compulsivo de internet o la adicción a internet, caracterizadas por el uso excesivo y la dependencia excesiva de los dispositivos digitales, estaban creciendo.

Sin embargo, durante la pandemia, la sociedad ha adaptado rápidamente las oportunidades en línea. Siempre que sea posible, las personas trabajan desde casa, asisten a la escuela en línea y socializan a través de clubes de libros en línea. Incluso ciertas necesidades de atención médica se satisfacen cada vez más de forma remota a través de la telesalud y la telemedicina.

Durante la noche, las conexiones digitales se han convertido en algo común, y muchos de nosotros nos sentimos afortunados de tener este acceso. Al igual que los temores de contaminación, algunos comportamientos digitales que alguna vez fueron cuestionados se han convertido en comportamientos adaptativos que nos mantienen saludables, pero no todos.

¿Soy obsesivo-compulsivo o detallista?

Si bien los comportamientos en la era COVID-19 pueden parecer un TOC clínico, existen distinciones clave entre los comportamientos protectores ante un peligro claro y presente como una pandemia y un diagnóstico clínico de TOC.

Los pensamientos, las ideas y los comportamientos rituales y repetitivos que se observan en el TOC clínico requieren mucho tiempo para las personas que los tratan, e interfieren significativamente con varias áreas importantes de la vida de la persona, incluidas las interacciones laborales, escolares y sociales.

Algunas personas tienen rasgos obsesivo-compulsivos que son menos severos. Estos rasgos a menudo se observan en personas de alto rendimiento y no son clínicamente debilitantes. Tales comportamientos de “enfocados en los detalles” se reconocen en casi el 20% de la población. Un chef talentoso que está muy atento a los detalles puede ser denominado «obsesivo-compulsivo». Lo mismo puede hacer un ingeniero orientado a los detalles que construya un puente o un contador que haga impuestos al examinar los archivos desde muchos ángulos diferentes.

La diferencia crítica es que los pensamientos, ideas y comportamientos persistentes, repetitivos y rituales que se ven en aquellos que padecen TOC clínico a menudo se apoderan de la vida de la persona.

Cuando la mayoría de nosotros revisamos la puerta una o dos veces para asegurarnos de que esté cerrada o nos lavemos las manos o usemos desinfectante después de ir al supermercado o usar el baño, nuestros cerebros nos envían la señal de “es seguro” y nos dicen que es seguro para pasar a otras cosas.

Una persona con TOC nunca recibe la señal de “es seguro”. No es raro que una persona con TOC pase varias horas al día lavándose las manos hasta el punto de que su piel se agrieta y sangra. Algunas personas con TOC tienen rituales de control que les impiden salir de su hogar.

Los desencadenantes del TOC se han vuelto más difíciles de evitar

Los mismos principios que se aplican a los comportamientos compulsivos de lavado de manos también se aplican al uso compulsivo de Internet y dispositivos electrónicos. El uso excesivo puede interferir con el trabajo y la escuela y dañar el funcionamiento psicológico y social. Además de los problemas sociales y familiares, esos comportamientos pueden provocar problemas médicos, como dolor de espalda y cuello, obesidad y fatiga visual.

La Asociación Americana de Pediatría recomienda que los adolescentes no pasen más de dos horas por día usando Internet o dispositivos electrónicos. Algunos adolescentes con adicción a Internet pasan de 80 a 100 horas por semana en Internet, negándose a hacer cualquier otra cosa, incluyendo su trabajo escolar, actividades externas e interactuando con sus familias. El mundo digital se convierte en un agujero negro que es cada vez más difícil para ellos escapar.

Para aquellos que luchan con el uso compulsivo de Internet y las redes sociales, la nueva y creciente demanda de usar plataformas digitales para el trabajo, la escuela, las compras de comestibles y las actividades extracurriculares puede abrir aún más el agujero negro.

Las personas con miedo a la contaminación pre-pandémica, o que anteriormente no podían regular su uso de la tecnología, encuentran situaciones desencadenantes que antes eran evitables y ahora se han vuelto aún más ubicuas.

Mantener la respuesta a la amenaza bajo control

A medida que evolucionan las nuevas normas de comportamiento debido a las condiciones sociales cambiantes, también puede evolucionar la forma en que se identifican y describen ciertos comportamientos. Las expresiones como ser «tan TOC» o «adicto a Internet» pueden tener diferentes significados a medida que el lavado frecuente de manos y la comunicación en línea se vuelven comunes.

Para aquellos de nosotros que nos adaptamos a nuestra nueva normalidad, es importante reconocer que es saludable seguir nuevas pautas para el distanciamiento social, lavarse las manos y usar máscaras, y que está bien pasar más tiempo en Internet u otras redes sociales con Los nuevos límites en las interacciones personales. Sin embargo, si el uso de Internet o el lavado de manos se vuelve incontrolable o «compulsivo», o si los pensamientos intrusivos «obsesivos» sobre la limpieza y la infección se vuelven problemáticos, es hora de buscar ayuda de un profesional de la salud mental.

Autor: David Rosenberg, profesor de psiquiatría y neurociencias en Wayne State University

Artículo publicado en The Conversation y cedido para su republicación en Psyciencia.com

  • Artículos Recomendados de la Web

El confinamiento reduce los suicidios en Japón a un mínimo histórico

  • 18/06/2020
  • David Aparicio

Jaime Santirso escribe para El País:

El virus que tomó al mundo de improviso también deja efectos inesperados. En Japón ha contribuido a aliviar un mal endémico: su tasa de suicidios. En abril esta se redujo un 20%, su mayor caída en cinco años, incluso a pesar de que muchos de los programas de asistencia han estado suspendidos o cortos de personal a causa del confinamiento y en un contexto de alto estrés. Un positivo resultado que invita a experimentar con nuevas formas de hacer frente a un mal social que preocupa a las autoridades niponas.

Cuando el Gobierno decretó el estado de emergencia a principios de abril, las autoridades esperaban que las cifras fueran a peor. Ha resultado ser al revés: durante este mes, 1.455 personas se quitaron la vida, 359 menos que en el mismo periodo del año anterior. Ahora, los expertos intentan analizar qué aspectos del confinamiento, ya finiquitado, ha tenido un impacto positivo. Muchos apuntan al teletrabajo y a una mayor cantidad de tiempo en compañía de los seres queridos. La serie histórica, por su parte, refleja que ante los desastres naturales los suicidios son menos frecuentes, como ilustra la bajada experimentada durante el tsunami y la posterior catástrofe nuclear de Fukushima en 2011.

Los factores económicos, no obstante, son críticos. Durante la crisis financiera asiática de 1997, la tasa de muertes autoinfligidas experimentó una subida sin precedentes del 35%, por lo que las autoridades temen el impacto que pueda tener la actual recesión. “Hay muchas teorías”, expone Tanaka, “aunque hay un aspecto particularmente llamativo: gran parte de la asistencia ha pasado de ser presencia a ser online. Intuyo que esta nueva forma de interacción puede ser más efectiva. Es un interesante camino por explorar”.


Desde que inició el confinamiento el argumento principal es que nos íbamos a encontrar con una ola imparable de suicidios y que nos preparáramos para lo peor. Pero van apareciendo datos que nos recuerdan que los psicólogos tenemos que ser precavidos y no polarizar nuestras opiniones ante fenómenos complejos. No podemos argumentar que habrá un sólo resultado y que será negativo. Japón es un buen ejemplo de ello. Desde hace años vienen lidiando con una de las tasas más altas de suicidio en el mundo y sus datos contradicen, por ahora, las predicciones más generalizadas.



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Es cierto que para muchas personas, especialmente aquellas sin soporte económico, la cuarentena ha sido extremadamente difícil y eso también incrementa el riesgo de suicido. Pero para los que tienen las necesidades básicas suplidas (casa, comida, trabajo), la cuarentena ha traído un alivio al ritmo acelerado y deshumanízate que nos exigía producir sin parar (aquí hay un buen artículo para reflexionar), y quizás para estas personas la cuarentena se ha transformado en un factor protector.

Lee el artículo completo en El País.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La severidad del autismo puede cambiar significativamente en la infancia temprana

  • 18/06/2020
  • Alejandra Alonso

Los síntomas de los trastornos del espectro autista pueden cambiar significativamente durante la infancia temprana, según un estudio. Los científicos encontraron que el 28.8% de los niños tenían síntomas menos severos a la edad de 6 años, comparados a cuando tenían 3 años.

Por qué es importante

Estudios previos habían obtenido resultados inconsistentes en relación a cambios en la severidad del autismo durante la infancia. Se creía que la severidad del autismo duraría toda la vida.

Metodología

Se evaluó la severidad de los síntomas de 125 niños (n = 89) y niñas (n = 36) diagnosticados con trastorno del espectro autista (TEA). Se les evaluó a aproximadamente los 3 y 6 años con respecto a la severidad de los síntomas, el CI y el funcionamiento adaptativo.



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La evaluación completa fue exhaustiva, incluyendo información biológica, conductual, médica y neuropsicológica.

Entre los instrumentos utilizados se nombran al ADOS-2, Escalas de Aprendizaje Temprano de Mullen (MSEL), Escala de Habilidades Diferenciales (DAS-II) y las Escalas Vineland de Conducta Adaptativa (VABS II).

Resultados

Al comparar cambios en la severidad en los pacientes analizando las diferencias entre los puntajes de su ADOS CSS a la edad de 3 y 6 años, se consideraba significativo un cambio de 2 o más puntos.

Los científicos clasificaron a los sujetos basados en el puntaje de cambio de severidad en:

  1. Grupo donde hubo disminución en la severidad (28%)
  2. Grupo donde la severidad se mantuvo igual (54.4%)
  3. Grupo donde severidad aumentó (16.8%)

Ellos encontraron que en el primer grupo la severidad era mucho menor y algunos sujetos habían incluso perdido el diagnóstico (n = 7). Aunque también es cierto que otros niños parecieron empeorar. Los autores comentan que, desafortunadamente, no es posible todavía predecir quien tendrá mayor o menor nivel de severidad para ajustar las intervenciones.

Los niños y niñas que mostraron una reducción en la severidad exhibían mejores habilidades adaptativas en múltiples áreas.

Adicionalmente se encontró que las niñas con TEA eran más propensas que los niños a mostrar una disminución de la severidad; también el aumento en la severidad suele ser menor para ellas. Los autores creen que la explicación podría encontrarse en la habilidad de las niñas para camuflar los síntomas.

Otra asociación encontrada fue que un mayor CI aumentaba la probabilidad de que los síntomas disminuyeran.

Limitaciones

El grupo de investigadores enumera ciertos factores limitantes:

  1. El tamaño de la muestra es modesto comparado a otros reportes. Sin embargo las evaluaciones fueron rigurosas y había una amplia variedad en cuanto a severidad y niveles cognitivos y de funcionamiento.
  2. Se basa en solo dos puntos de la infancia temprana. Esperan poder recoger información longitudinal para extender los resultados en el tiempo.
  3. Los cambios en la severidad se hicieron únicamente en base a puntaje calibrado de severidad del ADOS. Podría ser valioso emplear otras medidas objetivas.

Referencia del estudio: Waizbard-Bartov, E., Ferrer, E., Young, G.S. et al. Trajectories of Autism Symptom Severity Change During Early Childhood. J Autism Dev Disord (2020). https://doi.org/10.1007/s10803-020-04526-z

Fuente: Psych Central

  • Salud Mental y Tratamientos

Combinando entrenamiento a padres y madres y ACT

  • 17/06/2020
  • Daiana López Cross

A menudo llegan a consultar padres y madres que demandan un tratamiento psicológico dirigido a su hija o hijo bajo lo que he denominado el efecto varita mágica, solicitando una modificación de conducta e intervención directa hacia sus pequeños, de modo inmediato. Puesto que los problemas de comportamiento son los motivos más comunes por los que se atiende a niños pequeños en clínica de salud mental (Banger, Coxe et.al 2015).

Desde mi experiencia clínica he recibido y recibo padres, madres y referentes afectivos severamente preocupados por conductas que despliegan los pequeños tanto en el contexto familiar como en el escolar. Este tipo de problema agrupa dificultades de desobediencia, trastorno negativista desafiante, trastorno de conducta, explosivo intermitente y del espectro autista entre otros; y todos ellos pueden derivar de la inadaptación al contexto familiar y/o escolar (Ferrero García, Ascanio Velasco, 2014).

Luego de hacer una evaluación pertinente y sociabilizar con ellos el plan de tratamiento, comparto el modelo, marco teórico desde el cual trabajaré; y sobre todo, manifiesto la importancia de incorporar en el tratamiento a la familia. En esa instancia, los primeros intercambios que recibo generalmente dan cuenta de respuestas tales como: 



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  • “Yo necesito que lo veas, no puede ser que se comporte así, apenas tiene 5 años a los 15 no sé qué puede llegar a hacer.”
  • “No entendemos por qué tenemos que hacer registros nosotros, la que se porta mal es ella.”
  • “Preferimos que trabajes con él, creemos que es más importante antes que vernos a nosotros.”

El abordaje contextual: contexto-ambiente

¿Qué lugar ocupa el contexto en la modificación de la conducta?

¿Por qué es importante el trabajo con los padres, madres y referentes afectivos en la terapia infanto-juvenil?

Sabemos la importancia del rol de padres en el manejo de conductas problema de sus hijos, potenciales agentes de cambio con técnicas precisas que la terapeuta o el terapeuta puede enseñar. De esta forma, el entrenamiento en habilidades permitiría tratar los problemas infantiles de modo directo, dando lugar a la intervención terapeuta-padres; terapeuta-niño y padres-niños, aplicando habilidades que la terapeuta enseña a las niñas, niños y adolescentes. 

Lo cierto es que las conductas problemas, desadaptativas o los trastornos psicológicos responden a los mismos criterios de aprendizaje que las conductas normales, adaptativas y sobre todo funcionales. Por ende, la modificación de las primeras apuntará a trabajar con los mismos procedimientos que en el caso de las segundas.

Al respecto, necesitamos introducirnos en los principios de la psicología del aprendizaje, es decir, el condicionamiento clásico-respondiente (Pavlov) y condicionamiento operante (Skinner). Estas dos líneas de intervención podrían responder a diversos perfiles, abocándose el primero a neurotípicos y el segundo a problemas del neurodesarrollo o síntomas psicóticos. 

Muchos padres, madres y referentes afectivos acuden a las consultas clínicas, en busca de una intervención precisa que permita modificar la conducta disruptiva de  niñas, niños y adolescentes. El análisis funcional de la conducta, derivado del conductismo, permite implementar técnicas de modificación de conducta basadas en el modelo A-B-C, o bien modificar el estímulo (antecedente) o bien manejar las contingencias (consecuencias).

Por tanto, la conducta problema que desempeña un niño/niña es el resultado de un patrón aprendido, reforzado y mantenido en un contexto determinado, la cual es necesaria desarmar cuan eslabones de una cadena, para volver a unir con aprendizajes saludables y adaptativos, en el seno del contexto familiar. Sería ineficaz e insuficiente trabajar solamente con el paciente si no se interviene en el ambiente de aprendizaje natural.

¿Por qué una conducta se mantiene?

En ocasiones la conducta problemática es reforzada lo que implica que aparezca, se fortalezca y mantenga, el fortalecimiento de una conducta se expresa en términos cuantitativos – frecuencia, intensidad, duración, velocidad, precisión, latencia – puede ser positivo o negativo. En cuanto al primero supone un logro, la obtención de algo “apetecible” “deseable”, en cuanto al segundo hablamos de evitar, deshacerse de un estímulo aversivo, no deseable.

Ejemplo: J comienza tratamiento a pedido de sus padres, el motivo de consulta refiere a no tolerar los límites, gritar y hacer berrinches ante órdenes simples. Una primera aproximación al caso nos permite advertir que esas conductas disruptivas estaban reforzadas, dado que inmediatamente la madre prestaba atención al niño ante el primer grito, justificaba el pedido y utilizaba excesivamente el recurso del habla. Al incurrir el menor en llanto, la madre rápidamente acudía y atendía a su hijo.

 ¿Puede la atención ser un reforzador? 

Claro que sí, la atención es un reforzador por excelencia. Muchas veces tanto padres y madres desean fuertemente eliminar una conducta en casa puesto que no coinciden con sus valores como padres y madres, con sus metas y objetivos y con su estilo de crianza; y sin embargo, la atención puesta en ella se lleva gran parte de la aparición posterior en casa. La atención social es una de las consecuencias más deseables por los humanos, con independencia de su edad (Ortigosa Quiles, Méndez Carrillo, Marín, 2014). Caemos de esta forma en la trampa del alivio momentánea que calma la aversión en los padres, el malestar (refuerzo negativo), y posteriormente el sentimiento de bienestar o satisfacción al evidenciar que su niño eleva una sonrisa (refuerzo positivo), en términos de terapias de tercera generación, ACT, evitación experiencial.

Ejemplo: T es muy selectivo a la hora de elegir sus alimentos, sólo ingiere comida crujiente, preferentemente, milanesas o patitas de pollo. En ocasiones se ha orientado a la madre para que le ofrezca y de a probar otros alimentos, incluso T trajo a sesión otros alimentos para incorporar a su dieta. Sin embargo, a la hora de darle a probar en casa al acercarse la cuchara con otra comida que no fuera milanesa o patitas de pollo, T golpeaba fuertemente la cuchara sobre la mesa. Inmediatamente la madre dejaba de insistir, de esta forma el paciente evitaba ese estímulo no deseado, en este caso banana. 

Ejemplo: N muestra mucha resistencia al cumplimiento de órdenes simples. A menudo cuando su padre le pide que guarde sus juguetes, que apague la luz, que acomode su mochila en el perchero, N responde con refunfuñeo, enojo excesivo y hasta gritos. Ahora bien, se ha orientado al padre hacia la selección de conductas adaptativas de la niña en casa durante dos semanas y se lo ha entrenado fuertemente para el refuerzo inmediato positivo de esa obediencia. Cuando el padre de N observaba una conducta deseada hacía uso de refuerzos sociales elogios y hasta refuerzos primarios, sus galletitas preferidas (véase inventario de refuerzos).

Los reforzadores suelen agruparse por categorías, aunque muchas veces se solapan unos con otros, hablamos de primarios, secundarios, sociales, privilegios, alimentos, automático, entre otros. Con fines ilustrativos solo mencionaré técnicas conductuales tales como la extinción, el moldeamiento, el modelado, la ayuda masiva, y el desvanecimiento de ayudas. 

¿Alcanza la intervención terapéutica para la modificación de esa conducta disruptiva?

Si pensamos en una intervención sostenemos que es la acción terapéutica que debería estar orientada a generar nuevos aprendizajes sociales que puedan promover habilidades cognitivas, incrementar el desarrollo de habilidades académicas, laborales, intervenir en los factores ambientales-contexto y mejorar la calidad de vida.

Estudios muestran mejoras gracias al trabajo con familias (Grañana,2014. p95). La familia es parte fundamental en el tratamiento de los niños, niñas y adolescentes puesto que no basta con las prácticas en consultorio, es necesario que esos aprendizajes y habilidades se generalicen a contextos cotidianos.

La generalización es objetivo importante en la terapia conductual, con miras a intervenciones de análisis de conducta aplicado, modificación de conducta. Para ello es necesario que la práctica se lleve a cabo en distintos ambientes, con distintas personas y materiales. 

Ejemplo: Volviendo al caso de T, ¿cómo podríamos moldear la conducta deseada que es que pruebe otros alimentos? ¿cómo podríamos eliminar la conducta de golpear la cuchara? En este caso unas pocas técnicas en el consultorio en presencia de la madre, con incorporación de ésta en sesión bastarían para lograr esa conducta deseada.

Por otra parte, sabemos que las interacciones en el ámbito familiar pueden fomentar, generar y mantener muchos problemas de conducta, en la infancia y en la adolescencia, con importantes repercusiones en la adaptación, calidad de vida y salud de los niños (Ortigosa Quiles, Méndez Carrillo, Marín, 2014.  p 38)

Todo lo relacionado con el entrenamiento y orientación familiar para el trabajo y colaboración en el sostenimiento y aplicación de técnicas en la intervención psicológica en casa, aún sigue constituyendo una verdadera fuente de investigación para quienes trabajamos en clínica infanto juvenil.

Lo cierto es que el entrenamiento a padres como posibles coterapeutas surge en la década de los sesenta, en el marco del modelo conductual, en 1959 Williams propuso la adquisición de una competencia general para padres en lo que respecta al manejo de contingencias operantes para dar respuesta a problemas conductuales de sus hijos. Surge a partir del trabajo científico el programa de entrenamiento específico como alternativa a los modelos tradicionales de terapia infantil, que ubicaban a los adultos en una posición pasiva/observadora, por el contrario, se fomenta y entrena en ellos una implicación y responsabilidad en el proceso de promoción de salud de sus hijos y prevención y/o tratamiento de posibles problemas conductuales.

Sin embargo, no es tan simple como parece intervenir en el contexto-ambiente, en el lugar donde transcurre la vida de la persona, del paciente donde rigen valores, creencias y normas específicas. Inacabadamente los padres y madres muestran resistencia e imposibilidad al cambio, por lo que nos encontramos con diversas conductas obstáculo que les impiden desarrollar una crianza en función a sus valores y metas, una verdadera promoción de salud y una aplicada modificación de conducta. 

El abordaje contextual: contexto relativo a la persona

¿Puede la orientación familiar ser una evitación experiemental en sí misma?

  • Del berrinche hacia la conducta deseada
  • De la queja a la acción comprometida bajo los valores de una crianza saludable

Como se ha mencionado anteriormente, resulta complejo el cambio conductual que llevase a los padres y madres hacia la modificación de conductas disruptivas de sus pequeños en casa, mayormente lo que refiere a disrupciones o conductas no deseadas. Muchos padres y madres se muestran resistentes a aplicar intervenciones disciplinarias en casa y ser consistentes con la implementación de técnicas. Un factor recurrente en muchas familias es la evitación experiencial como barrera para aplicar técnicas aprendidas y practicadas en el espacio de entrenamiento y orientación familiar.

Una gran aproximación a las terapias contextuales (terapias de tercera ola, o tercera generación) nos permitirá situar y recuperar la perspectiva contextual tanto en los problemas psicológicos como en su posible solución, puesto que consideran que éstos últimos se generan en un contexto biográfico, interpersonal, social y cultural (Pérez Álvarez, 2014). Por su parte, Carmen Luciano (2002) advierte que las causas de los actos psicológicos, públicos o privados están en contexto personal histórico que es constantemente actualizado.

 En cuanto a la combinación de una de las terapias de la tercera generación, terapia de aceptación y compromiso (ACT) con entrenamiento u orientación a padres evidenciamos basto material y herramientas para iniciar un trabajo hacia la modificación de conducta, o al menos la aproximación a la evitación experimental a menudo observada en padres y madres. 

La evitación experiencial es el intento de cambiar experiencias privadas (signadas así históricamente) como pensamientos, sensaciones corporales, recuerdos, emociones, aun cuando hacerlo es inefectivo, costoso o innecesario. La gente ha aprendido a evitar, quitar eventos displacenteros que generan malestar, como lo harían con un estímulo aversivo externo. Se entiende que la evitación es perjudicial cuando el proceso de  evitación  deliberado necesariamente contradice el resultado «deseado», (Kelly, G; Luciano, 2002. p75), es decir se opone a los valores de crianza que la familia sostiene.

Será pertinente en el caso de adultos realizar un análisis funcional del caso, identificando qué factores hacen que se evite esa experiencia dolorosa o displacentera, y por consiguiente que los aleja de lo que ellos valoran en la vida.

La experiencia clínica me ha permitido observar que la evitación en padres y madres refiere a escapar al dolor que les provoca ver a sus hijos padecer sufrimiento. Sin embargo, una persona atrapada en este patrón recurrente de evitación estaría inmersa en un círculo vicioso en el que, ante la presencia de malestar o angustia o cualquier otra función verbal aversiva, se produce la necesidad de aplacar tal función, para lo  cual hará lo que considera correcto de acuerdo con su historia (por ejemplo, intentar controlar sus eventos privados). 

 Se estaría incurriendo en el verdadero problema: un patrón de  vida que incluye huir deliberadamente del malestar, del sufrimiento y de la ansiedad y que sólo consigue su expansión y la limitación de la vida (Kelly, G; Luciano, 2002. p73)

La construcción del sufrimiento en tanto tal es mucho más amplia y deriva de relaciones verbales, socio-culturales, donde sentirse bien, motivado, se asocia con la  normalidad, devienen como sinónimos; por tanto el sufrimiento, la angustia, se asocian a anormalidad. Una vida indolora pasa por ser el objetivo prioritario de los seres humanos, de forma que si preguntamos por lo  que se  «espera de  la vida»,  una parte común de la respuesta es muy probable que incluya el deseo de sentirse bien y ser feliz evitando cualquier tipo de sufrimiento e incomodidad. Lo cual resulta imposible dado que estaríamos descentralizado al sufrimiento, otorgando valor negativo a los eventos privados displacenteros e incurriendo en excesivo control.

Continuamente padres y madres acuden a consulta “colapsados” por las conductas disruptivas de sus pequeños. A pesar de ello, a la hora de analizar y trabajar con ellos en las primeras sesiones se observan un arsenal evitaciones experienciales cognitivas (pensamientos y emociones) conductuales (verbales y no verbales) evitativas que impiden que vivan una vida centrada en valores propios de la crianza que desean llevar adelante. Así, al plantearse intervenciones precisas, diversos pensamientos automáticos y creencias disfuncionales se gatillan haciendo barrera a la vida que quieren llevar en casa, a los padres que desean ser. 

Siguiendo la muestra clínica, al sugerir y diseñar junto con el padre de N una economía de fichas (técnica basada en el refuerzo positivo de conductas deseadas en casa), él inmediatamente acotaba no querer adiestrar a su niña como un perro, desear que esas conductas nazcan de ella. Creyendo y sintiendo que era un padre autoritario. 

Por su parte la madre de T se negaba a implementar time out  (técnica conductual destinada a eliminar conductas disruptivas mediante la retirada de estímulos positivos) ya que consideraba que era una pésima madre y castigadora al hacerlo. A su vez, ella  empleaba excesivas explicaciones y justificaciones verbales que rompían la estrategia de extinción cuando así se lo sugería. Hiperreflexiones y excesiva rumia presentaba después de cada evento o situación evaluada con su hijo.

A partir de estos ejemplos clínicos la intervención estará orientada a identificar mediante registros simples qué emociones, pensamientos y conductas ejecutan los padres ante situaciones vinculares con sus hijos, y por tanto los limita para adherirse y sostener un tratamiento;  McCurry (2009) muestra y enseña a los padres como hacer un análisis funcional de las propias conductas y la de sus hijos, incorpora al análisis tradicional A-B-C, A-B-C-D-E, donde A es la situación, B la conducta del niño, C los eventos privados de los padres producto de la conducta del niño, D la conducta consecuente de los padres, E el escape o la evitación de lo que su hijo y ellos mismos están sintiendo. De esta forma primero se define con los padres objetivos y valores, para luego identificar, aumentar la consciencia hacia el patrón de conductas que los padres tienen, entrenar en habilidades sociales y diversas técnicas, validar al niño y aprender estrategias para el manejo de contingencias. Todo ello en vías a un camino, hacia la construcción de los padres que desean ser.

Asimismo, una vez identificado el pensamiento, emoción, sensaciones que provocan el encuentro con los hijos o hijas se propone lo que llamamos defusión y flexibilidad psicológica, es decir tomar distancia de esos pensamientos, emociones y sensaciones para encontrarse con atención plena con sus hijos.

Como terapeuta infanto juvenil, trabajando con distintas familias, una de las primeras sugerencias que doy, al estilo de tarea, es dedicar entre 5 y 15 minutos al día de tiempo especial con sus niños, con atención plena al momento (parenting mindfully). Este paso inicial será simplemente disfrutar de sus hijos, elogiando, escuchando, observando y jugando con ellos. Posteriormente, avanzado en tiempo especial se solicita a los padres que puedan arribar a una acción comprometida y aceptación. Lo cual consiste en comenzar a entrenar en habilidades y obediencia a los menores en momentos de juego compartido.

Es recurrente para ello utilizar una serie de metáforas propias del modelo ACT.  Una de las actividades que propongo a tal fin es trabajar con la metáfora del funeral, ésta consiste en imaginar que el padre o la madre se encuentran en su funeral y ven y oyen a su hijo hablar de ellos mismos, hasta pueden situarse como su hijo, ¿Qué estaría diciendo él de usted? ¿Qué características mencionaría? Entonces, ¿usted se encuentra en su vida camino a esos valores? ¿Qué obstaculiza el recorrido?

Otra actividad que me agrada es “mí silueta”, donde se invita al padre o a la madre, incluso a ambos a dibujar su silueta e incorporar en ella a modo de recorte las características, valores y cualidades que desean tener como padres.

 Componentes como las estrategias basadas en clarificación de valores, desesperanza creativa, aceptación de eventos privados, flexibilidad cognitiva, son ejes en esta combinación terapéutica. 

El abordaje contextual: contexto de la relación terapéutica

En términos de tercera ola diremos que la relación terapéutica es un marco verbal determinante en terapia; es un contexto en el que dos personas trabajan siguiendo unos principios bajo la guía de los valores del paciente y su familia. La relación terapéutica en ACT  se asienta en validar los problemas y el sufrimiento del paciente, por lo que tienen de valor respecto de lo que quiere en su vida.

Como terapeuta familiar, tomo prestado para mi vida en general y sobre todo para mi trabajo el concepto de empatía y amor incondicional, amor terapéutico. En familias tan afectadas a nivel conducta y funcionalidad por lo general este amor inicial padres/hijo está ausente, por tanto, es una habilidad que debe la terapeuta ofrecer, modelando y enseñando. Esto es una práctica guiada por el cariño, la benevolencia, el interés genuino, auténtico y la compasión por el paciente y la familia, de esta forma se reforzarán naturalmente consecuencias posteriores. 

Para poder entrenar a alguien es imprescindible saber nombrar lo que se siente, y poder nombrar lo que sienten los demás, ponerse en lugar del otro en referencia a ese sentimiento. Pues bien, podremos entrenar la empatía, de forma preventiva a través de los marcos relacionales yo-tú (marcos interpersonales), aquí- allí (espaciales), ahora- antes (temporales). Véase teoría de los marcos relacionales (Hayes, Barnes, Holmes, y Roche, 2001).

En lo que respecta a la reducción de estrés basada en mindfulness, desarrollada por Jon Kabat Zinn, se evidencia por parte de agentes de salud la utilización cada vez más amplia de técnicas de meditación. Como cualidades centrales de esta práctica se destaca el amor incondicional por Sharon Salzberg (1995:1997:2005), que porta en sí misma un potencial de sanación. Aquella familia que toca la puerta del consultorio, que se acerca con su caudal de sufrimiento, hizo y está haciendo lo mejor que pude, por tanto trabajar con  amabilidad, compasión y aprecio  evitando el juicio de valor, será el horizonte y camino que deseamos transitar.


Por todo lo expuesto anteriormente sostengo la importancia y necesidad del trabajo con padres y madres en clínica infanto juvenil contemplando los tres sentidos de contexto: ambiente, persona, terapia. Entendiendo la primera acepción como el medio-ambiente en que se desenvuelve el niño en cuestión el cual refuerza dichas conductas problema. Comprendiendo la segunda acepción como el contexto relativo al paciente/consultante y su familia, persona como sujetos socio-verbal que ha aprendido valoraciones y formas de control-evitación de eventos privados sentimientos pensamientos y demás eventos psicológicos. Finalmente, el contexto como relación terapéutica, el contexto propio de terapia permitiría corregir y generalizar nuevos aprendizajes.

 El espacio de orientación y entrenamiento sistematizado, con ciertas características del terapeuta resulta imprescindible para navegar los mares familiares. 

Referencias bibliográficas:

  • Barkley. R.A, Murphy C R , Bauermeister JJ (1998) Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, Un Manual de Trabajo Clínico, Editorial The Guilford Press. New York London.
  • Ferro García, Ascanio Velasco : Terapia de Interacción Padres e hijos. Madrid:Síntesis.
  • Grañana, N Comp. (2014).Manual de Intervención para Trastornos del Neurodesarrollo en el Espectro Autista. Buenos Aires: Paidos.
  • Hayes, S (2013). Sal de tu mente, entra en tu vida. La nueva terapia de aceptación y compromiso. Bilbao: DDH.( Original del 2006)
  • Kelly, G;  Luciano Soriano (2002). Terapia de Aceptación y Compromiso. Un Tratamiento Conductual Orientado a los  Valores. Madrid:Pirámide.
  • Linehan, M (2003): Manual de Tratamiento de los Trastornos de Personalidad Límite. Paidos. Bs As
  • Ortigosa Quiles, Méndez Carrillo, Marín(2014). Procedimientos Terapéuticos en  niños y Adolescentes.Madrid: Pirámide
  • Pérez Álvarez  (2014). Las terapias de Tercera Generación como terapias contextuales. Madrid: Síntesis.
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La nicotina promovería la metástasis del cancer al cerebro

  • 17/06/2020
  • Maria Fernanda Alonso

Hasta el 40% de las personas que tienen el tipo más común de cáncer de pulmón desarrolla tumores cerebrales metastásicos, con un tiempo de supervivencia promedio de menos de seis meses. ¿Por qué sucede esto? Podría deberse a la nicotina (un tipo de químico no cancerígeno que se encuentra en el tabaco, según las investigaciones). Científicos han encontrado que esta sustancia promueve la propagación o metástasis de las células de cancerígenas de pulmón al cerebro (Wu et al., 2020).

Los productos de reemplazo de nicotina no son la forma más segura para dejar de fumar para aquellas personas que tienen cáncer de pulmón, señala el Dr. Kounosuke Watabe, autor principal del estudio.

Para el estudio, el equipo examinó a 281 pacientes con cáncer de pulmón y descubrió que los fumadores de cigarrillos presentaban una incidencia significativamente mayor de cáncer cerebral.



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Luego, usando un modelo ratón, los investigadores descubrieron que la nicotina aumentaba la metástasis cerebral al cruzar la barrera hematoencefálica para cambiar la microglia (un tipo de célula inmune en el cerebro), que pasaba de ser protectora contra el cáncer, a ser una ayuda para el crecimiento del tumor.

Watabe y sus colegas buscaron drogas que pudieran revertir los efectos de la nicotina e identificaron la partenolida, una sustancia natural en la hierba medicinal matricaria, que bloqueó la metástasis cerebral inducida por la nicotina en los ratones.

Debido a que la matricaria se ha usado durante años y se considera segura, Watabe cree que la partenolida puede proporcionar un nuevo enfoque para combatir la metástasis cerebral, particularmente para los pacientes que han fumado o aún fuman.»

Actualmente, el único tratamiento para esta enfermedad devastadora es la radioterapia,» dijo Watabe. «Los medicamentos de quimioterapia tradicionales no pueden atravesar la barrera hematoencefálica, pero la partenolida puede, y por lo tanto es prometedora como tratamiento o incluso como una forma de prevenir la metástasis cerebral,» concluyó el autor.

Referencia bibliográfica:

Wu, S.-Y., Xing, F., Sharma, S., Wu, K., Tyagi, A., Liu, Y., Zhao, D., Deshpande, R. P., Shiozawa, Y., Ahmed, T., Zhang, W., Chan, M., Ruiz, J., Lycan, T. W., Dothard, A., & Watabe, K. (2020). Nicotine promotes brain metastasis by polarizing microglia and suppressing innate immune function. The Journal of Experimental Medicine, 217(8). https://doi.org/10.1084/jem.20191131

Fuente: Science Daily

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