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Diversas investigaciones han encontrado una notable conexión entre los factores de riesgo de las enfermedades cardíacas y el deterioro cognitivo; específicamente, se descubrió que aquellos con pobre circulación y que tenían más riesgo de sufrir de enfermedades del corazón también mostraban mayores signos de problemas cognitivos y demencia, comparados con individuos sin problemas cardíacos.
El último estudio sobre este tema, realizado por el Instituto de Salud Nacional Francés y publicado en la revista Neurology, encontró que las pruebas de enfermedades del corazón funcionan mejor como predictores de los problemas de la memoria que aquellas que evalúan la demencia.
La investigación contó con una muestra de 7.830 hombre y mujeres que tenían en promedio 55 años de edad. A todos se les evaluó el riesgo de sufrir de enfermedades del corazón y demencia por medio de tres pruebas distintas.
Dos pruebas evaluaron el riesgo de sufrir enfermedades del corazón y el riesgos de accidentes cerebrovasculares (ACV), así como también los niveles de HDL, LDL y colesterol total, el consumo de cigarrillo, la diabetes y la presencia de un ritmo cardíaco irregular. El riesgo de sufrir demencia se evaluó por medio del Cardiovascular Risk Factors, Aging and Dementia (CAIDE), que incluyó los siguientes datos: edad, educación, presión sanguínea, IMC, colesterol total, cuánto se ejercitaban los pacientes y si tenían genes asociados con la demencia. En un plazo de 10 años los científicos evaluaron tres veces las habilidades cognitivas de los voluntarios, es decir, su razonamiento, memoria, fluidez verbal, vocabulario y cognición global.
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Como resultado se encontró que un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y/o un ACV, se asociaron con un mayor deterioro cognitivo en todas las pruebas, excepto las que evaluaban la memoria. Además, un mayor riesgo de demencia se asoció con un declive más importante en el razonamiento, el vocabulario y las puntuaciones cognitivas globales. En comparación con la puntuación de riesgo de demencia, las escalas de riesgo cardiovascular y de ACV mostraron asociaciones ligeramente más fuertes pasados 10 años, estas diferencias fueron estadísticamente significativas para las puntuaciones cognitivas de fluidez semántica y global.
Esto sugiere que las pruebas para detectar el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares, las cuales miden la circulación sanguínea y el envejecimiento del cerebro, tal vez podrían ser mejores marcadores de la función cognitiva que los tests de demencia, que tienen en cuenta la educación y posibles reservas cognitivas que podrían compensar el declive de la función cerebral.
Los investigadores explican que una circulación adecuada puede desempeñar un papel importante en el mantenimiento de la función cerebral a partir de la mediana edad. Esto se debe a que la sangre aporta nutrientes y otros componentes que las neuronas necesitan para prosperar. Otros factores que se sabe que pueden aumentar el riesgo de sufrir enfermedades del corazón como el colesterol alto, la acumulación de placa en los vasos sanguíneos y una alta presión sanguínea, también podrían afectar adversamente las funciones cognitivas.
De estos hallazgos se desprenden tres importantes implicaciones en la prevención del declive de las habilidades cognitivas en la vejez: (1) Un corazón más saludable podría preservar las funciones cerebrales durante la vejez; (2) si el riesgo de las enfermedades cardíacas es detectado tempranamente, entonces es posible que el declive cognitivo pueda ser identificado en sus etapas iniciales y así ser tratado; (3) y por último, las intervenciones para tratar las enfermedades cardíacas podrían mejorar la memoria y las habilidades cognitivas.
Fuente: Healthland