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  • Recursos para Profesionales de la Psicología

Tu mente es como el algoritmo de Tik Tok

  • David Aparicio
  • 27/01/2023

Increíble ilustración de Hábitus Psicólogos que explica muy fácilmente porque nuestra mente se queda atascada (fusión cognitiva) en los pensamientos dolorosos y cómo podemos dar el primer paso a distanciarnos de los pensamientos y observarlos como lo que son: pensamientos.

Artículo relacionado: Qué es la defusión cognitiva.

El ejemplo del algoritmo de Tik Tok es más actual y tiene un efecto quizás más potente para las personas que usan la red social que el ejemplo de que la mente es como una radio. Seguramente es un recurso que usaré con mis pacientes.

Puedes seguir a Hábitus Psicólogos en Instagram y en Facebook.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El uso excesivo del celular puede empeorar tus migrañas

  • Equipo de Redacción
  • 27/01/2023

Las migrañas son un trastorno neurológico generalizado que se asocia con dolores de cabeza; pueden ser debilitantes y perjudiciales para el funcionamiento de quien las padece. Existen factores capaces de empeorar esta condición, dentro de los cuales podría estar incluida una herramienta de la actualidad: el smartphone. Un estudio reciente indica que el uso frecuente del teléfono celular podría empeorar el dolor asociado con las migrañas, disminuir el sueño y reducir la efectividad de los tratamientos (Butt et al., 2022).

Qué metodología usaron

La muestra del estudio estuvo compuesta por 400 usuarios adultos de smartphones. Los participantes fueron reclutados entre agosto de 2021 y enero de 2022 de dos clínicas de neurología en hospitales privados en Pakistán. Dentro de los criterios de inclusión se requería que la persona usara su teléfono inteligente durante más de 30 minutos por día. Los criterios de exclusión incluyeron otros trastornos neurológicos, vasculares o psiquiátricos.

Los participantes completaron medidas sobre información demográfica, uso problemático del teléfono, intensidad del dolor, discapacidad debido a la migraña, calidad de vida, somnolencia y calidad del sueño. A su vez, fueron separados en un grupo de alto uso de teléfonos móviles y un grupo de bajo uso de teléfonos móviles según las medidas mencionadas anteriormente.

migrañas por el uso excesivo del celular

Qué encontraron

Entre los participantes incluidos en el grupo de alto uso del celular, la gravedad del dolor de migraña fue significativamente mayor que para los participantes en el grupo de bajo uso de teléfonos inteligentes. La frecuencia de las migrañas no difirió significativamente entre los grupos, pero fue ligeramente más alta entre el grupo de bajo uso de teléfonos inteligentes.

Los participantes en el grupo de bajo uso de teléfonos inteligentes informaron que la medicación les ayudó a aliviar la intensidad del dolor, más que los participantes que usaban sus celulares con más frecuencia. El grupo de bajo uso del teléfono informó niveles más altos de discapacidad, mientras que el grupo de alto uso informó peor calidad del sueño y más molestias físicas.

Este estudio tomó medidas para comprender mejor la relación entre las migrañas y el uso de smartphones. Como toda investigación, presenta algunas limitaciones: en primer lugar, este estudio es transversal, lo que no permite extraer una conclusión causal. Además, utilizó todas las medidas de autoinforme, que son particularmente vulnerables al sesgo y los problemas de memoria. Por último, hay muchos factores que pueden influir en las migrañas, que no pudieron ser controlados o incluso identificados para este estudio.

Referencia bibliográfica: Mehwish Butt, Yeny Chavarria, Jesse Ninmol, Aabiya Arif, Sameer Saleem Tebha, Muhammad Daniyal, Umesa Mazhar Siddiqui, Syeda Samia Shams, Qubra Sarfaraz, Syeda Fatima Haider, Mohammad Yasir Essar (2022). Association of increased pain intensity, daytime sleepiness, poor sleep quality, and quality of life with mobile phone overuse in patients with migraine: A multicenter, cross-sectional comparative study. Brain and Behavior https://doi.org/10.1002/brb3.2760

Fuente: Psypost

  • Salud Mental y Tratamientos

En qué consiste la evaluación en análisis conductual aplicado (ABA): Segunda parte

  • Alejandra Alonso
  • 26/01/2023
bored boy holding colored pencils

Cuando los analistas conductuales van a elegir las conductas objetivo, aquellas a las que irán dirigidas las intervenciones, la pregunta clave es: ¿En qué medida la propuesta de cambio conductual mejorará la vida de la persona?

Para responder a dicha pregunta, se ha sugerido que la relevancia potencial de un cambio conductual debería considerarse en relación a la habilitación. En análisis conductual aplicado, este concepto hace referencia al grado en que el repertorio conductual de un sujeto maximiza acceso a reforzadores a corto y largo plazo y minimiza castigos a corto y largo plazo (Hawkins, 1986, citado en Cooper, Heron & Heward, 2019). 

No hay manera de saber de antemano si determinado cambio conductual será útil o funcional. Pero los analistas conductuales siguen una serie de preguntas que les ayudan a tener más seguridad de que un cambio conductual será beneficioso:

  1. ¿La conducta producirá reforzamiento en el ambiente natural del cliente luego de terminado el tratamiento?
  2. ¿Es la conducta un prerrequisito necesario para una habilidad útil?
  3. ¿Esta conducta aumentará el acceso del cliente a ambientes donde pueda adquirir y usar otras conductas importantes?
  4. ¿Cambiar esta conducta impulsará a otros a tratarle de forma más apropiada y cooperativa?
  5. ¿Se trata de una conducta pivote o una cúspide conductual?
    1. Cúspide conductual: Se refiere a un comportamiento que, al ser aprendido, desbloquea el acceso a nuevas contingencias (reforzadores, castigos). Algunos ejemplos que suelen darse son aprender a leer o gatear.
    2.  Conducta pivote: Se refiere a comportamientos que, una vez aprendidos, producen variaciones adaptativas en ambientes en los que no fueron entrenados. Por ejemplo, el entrenamiento en comunicación funcional o la habilidad de tomar decisiones.
  6. ¿Es una conducta apropiada para la edad?
  7. Si la conducta objetivo se debe reducir o eliminar, ¿se ha elegido ya una respuesta adaptativa y funcional de reemplazo?
  8. ¿La conducta representa al objetivo principal o solo se relacionan de forma indirecta?
  9. ¿Es el comportamiento de interés realmente?
  10. Si el objetivo no es una conducta específica (por ejemplo, bajar 10 kilos), ¿esta conducta ayudará a lograrlo?

Cuando los analistas conductuales tienen las conductas objetivo ¿por cuál empiezan?

Artículo relacionado: ABA en el tratamiento del autismo

Para jerarquizar las conductas elegidas cuidadosamente, los analistas conductuales utilizan 9 preguntas:

  1. ¿Supone la conducta algún peligro para el cliente u otras personas? La seguridad personal y la salud son prioridad.
  2. ¿Con qué frecuencia ocurre el problema de conducta? o ¿cuántas oportunidades tendrá la persona de utilizar la conducta nueva?
  3. ¿Hace cuánto existe este problema de conducta o déficit de habilidades? Una conducta crónica debe tener prioridad sobre otra que ocurre esporádicamente.
  4. Cambiar determinada conducta ¿producirá mayores tasas de reforzamiento para la persona? Si todas las otras preguntas están igual, se debe priorizar la conducta que de mayores niveles de reforzamiento.
  5. ¿Qué importancia relativa tiene esta conducta objetivo para el desarrollo de habilidades y el funcionamiento independiente? 
  6. ¿Cambiar esta conducta va a reducir la atención no deseada de otras personas? Algunas conductas pueden causar problemas al cliente porque son muy peculiares y restringen el acceso a ambientes de aprendizaje importantes. 
  7. La nueva conducta ¿producirá reforzadores para las personas significativas? Aunque rara vez una conducta debe cambiar simplemente para conveniencia de otros, no debemos pasar por alto el impacto que un cambio conductual tiene en las personas cercanas al cliente, quienes ven más de cerca las necesidades de éste.
  8. ¿Qué probabilidad de éxito tenemos?
    1. Qué dice la literatura sobre los intentos de cambiar conductas similares.
    2. Experiencia del analista de conducta.
    3. Hasta qué punto pueden ser controladas las variables ambientales importantes.
    4. ¿Se cuenta con recursos para implementar y mantener la intervención a un nivel de fidelidad e intensidad suficientes para lograr la meta?
  9. ¿Cuánto costará cambiar esta conducta? No solo en términos materiales sino también en relación al tiempo que toma para el cliente y que le resta al aprendizaje de otras conductas.

En segundo lugar, asignarle un número a cada posible conducta objetivo da como resultado un ranking de prioridades. Puede suceder que los analistas conductuales, los padres, el cliente y otras personas significativas, tengan diferencias en cuanto a las conductas objetivos. Incluir la participación de estas personas al momento de determinar los objetivos puede ser una forma de minimizar conflictos. La evaluación de cada conducta utilizando una matrix como la que aparece en el ejemplo de abajo puede ayudar a recabar información importante y también a resolver conflictos y clarificar metas.

0=Nunca   
1=Rara vez  
2=A veces/Tal vez   
3=Probablemente/Usualmente   
4=Sí/Siempre

Conducta AConducta BConducta CConducta D
¿Supone la conducta algún peligro para el
cliente u otras personas?

0  1  2  3  4

0  1  2  3  4

0  1  2  3  4

0  1  2  3  4
¿Con qué frecuencia ocurre el problema
de conducta? o ¿cuántas oportunidades
tendrá la persona de utilizar la conducta nueva?

0  1  2  3  4

0  1  2  3  4

0  1  2  3  4

0  1  2  3  4
¿Hace cuánto existe este problema
de conducta o déficit de habilidades?

0  1  2  3  4

0  1  2  3  4

0  1  2  3  4

0  1  2  3  4
ETC.
0  1  2  3  4

0  1  2  3  4

0  1  2  3  4

0  1  2  3  4

Cómo definen los analistas conductuales las conductas objetivo

conductas objetivo en aba

Los analistas conductuales deben definir los comportamientos a analizar de una forma clara, objetiva y concisa. Para ello, se consideran tanto los aspectos funcionales como topográficos de los comportamientos. 

Definiciones basadas en la función de la conducta

Esta clase de definiciones incluye a las respuestas en una clase de respuesta solamente por su efecto en común sobre el ambiente. Las ventajas para los analistas conductuales de optar por definir los comportamientos basándose en su función son:

  1. Incluye todas las formas relevantes de respuesta de una clase. Si fueran definidos topográficamente se podrían omitir algunos miembros relevantes de la clase de respuestas y/o incluir respuestas topográficas irrelevantes.
  2. El resultado o función de un comportamiento es más importante incluso cuando lo que se quiere modificar es la forma de la conducta para que sea socialmente más aceptable (ya que su importancia reside en el efecto que tiene en otros).
  3. Suelen ser más simples y concisas que las definiciones topográficas, lo que se traduce en medidas más confiables y precisas.

Definiciones basadas en la topografía

Esta forma de definir las conductas se enfoca en la forma de éstas. Los analistas conductuales la utilizan cuando:

  1. No se cuenta con acceso directo, confiable o fácil al resultado funcional de la conducta objetivo y/o;
  2. No se puede confiar en la función de la conducta porque cada instancia de la conducta objetivo no produce el resultado relevante en el ambiente natural o porque el resultado podría ser producido por otros eventos.

Entonces ¿cómo las defino?

Una buena definición de la conducta objetivo tiene 3 características (Howkins & Dobes, 1977 citados en Cooper, Heron & Heward, 2019):

  1. Objetivo: Debe referirse solo a características observables del comportamiento y el ambiente. El uso de términos inferenciales (por ejemplo, “ser amistoso”, “es disruptivo”) debe ser traducido a términos más objetivos. Esto facilita que la observación, registro y evaluación de efectividad sean confiables. 
  2. Claro: Se evitan ambigüedades, permitiendo que otros puedan replicar con precisión los procedimientos.
  3. Completo: Se especifica qué es y qué no es considerado parte de la conducta objetivo. Esto ayuda a disminuir tanto como se pueda el juicio del observador.

Según Morris (1985, citado en Cooper, Heron & Heward, 2019) podemos poner a prueba la definición que hemos redactado utilizando la siguiente guía:

  1. Deberías poder contar el número de veces que ocurre una conducta en un período de 15 minutos, 1 hora o 1 día. O contar el número de minutos que toma desempeñar una conducta.
  2. Una persona extraña debería poder saber exactamente qué buscar cuando le dices cuál es la conducta objetivo que planeas modificar. Debería poder ver la conducta.
  3. No deberías poder dividir la conducta objetivo en componentes conductuales más pequeños, específicos y observables que la conducta objetivo original.

¿Cuánto debe cambiar una conducta para hacer una diferencia significativa?

Especificar las metas del tratamiento antes de comenzar la intervención nos da una guía que indicará cuando es preciso continuar o terminar un tratamiento. Cada conducta tiene un nivel de desempeño considerado adaptativo (si sucede en menor o mayor medida, puede representar un problema). 

Se han mencionado dos formas de estimar el nivel de desempeño óptimo (Van Houten, 1979 citado en Cooper, Heron & Heward, 2019):

  1. Evaluar el desempeño de una persona que sea altamente competente en la conducta.
  2. Manipulación experimental de diferentes niveles de desempeño para determinar cuál produce mejores resultados.

Otra ventaja del establecimiento de metas es que ayuda a evitar o disminuir desacuerdos o sesgos entre las personas que evalúan la efectividad de un programa conductual.

Puedes leer Evaluación en ABA (primera parte) aquí.

Fuente: Cooper, J. O., Heron, T. E., & Heward, W. L. (2019). Applied Behavior Analysis (3rd Edition).

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Insomnio: cómo el aceite de cannabis podría ser una solución

  • Equipo de Redacción
  • 26/01/2023

Los trastornos del sueño pueden ser altamente incapacitantes. El insomnio en particular se vuelve cada vez más común en la edad adulta. La escasez de descanso o su mala calidad puede afectar la memoria y la concentración. El insomnio crónico aumenta el riesgo de tener presión arterial alta, cardiopatía isquémica, diabetes y cáncer. Recientemente, investigadores han indagado sobre el uso de aceite medicinal de cannabis para el tratamiento del insomnio en adultos, y encontraron que una composición determinada de la sustancia, utilizada por el término de dos semanas, mejoró el tiempo de sueño en comparación con un grupo que recibió tratamiento placebo. Los niveles de melatonina, una hormona producida por el cerebro que ayuda a regular el reloj interno y el sueño, también fueron más altos en el grupo que consumió el aceite (Ried et al., 2022).

Los estudios han demostrado que el delta-9-tetrahidrocannabinol (o THC) tiene un efecto sedante y lo mismo ocurre con dosis más altas de cannabidiol (o CBD). Tanto el THC como el CBD son compuestos producidos por la planta de cannabis. Un posible problema con el uso de THC es que las dosis más altas tienen efectos psicoactivos, por lo que se recomiendan proporciones más altas de CBD a THC como posibles tratamientos para el insomnio.

Qué metodología usaron

El presente fue un estudio experimental realizado con el objetivo de evaluar la tolerabilidad del aceite de cannabis medicinal y si tomarlo durante 2 semanas tiene efectos sobre el sueño en adultos con insomnio. Los participantes fueron 29 adultos entre 25 y 75 años. Se les exigió que no trabajaran por turnos y que no usaran antidepresivos. Los candidatos con una serie de enfermedades graves también fueron excluidos de la participación.

Los participantes fueron divididos aleatoriamente en dos grupos. Durante dos semanas, se les instruyó que tomaran el aceite que se les entregaba con la comida por la noche. Comenzaron con una dosis de 0,2 ml y se suponía que debían aumentarla en 0,1 ml cada día, hasta una dosis de 1,5 ml. La diferencia fue que uno de los grupos recibió aceite de cannabis con 10 mg/ml de THC y 15 mg/ml de CBD formulados con triglicéridos de cadena media y cantidades menores de otros cannabinoides y terpenos naturales y sabor a menta. El aceite que recibió el otro grupo consistía únicamente en el portador de triglicéridos de cadena media con sabor a menta añadido y envasado en la misma botella.

No se les dijo qué aceite estaban recibiendo y los investigadores descubrieron que los participantes no podían saber qué tipo de aceite estaban tomando durante la primera fase de tratamiento de dos semanas. Se pidió a los participantes que mantuvieran un diario en el que registraran la dosis de aceite tomada y los efectos secundarios. Estos efectos también se evaluaron después de una semana desde el final de la intervención y al final del estudio. Los aumentos diarios en la dosis de aceite se detenían si los participantes reportaban efectos secundarios mayores que los beneficios.

El período de tratamiento de dos semanas fue seguido por un período de “lavado” de 1 semana, durante el cual los participantes no tomaron el aceite suministrado. A esto le siguió otro período de tratamiento de dos semanas en el que los tratamientos grupales cambiaron: el grupo que había estado recibiendo aceite de cannabis durante el primer período de dos semanas recibió aceite de placebo (el que no tenía THC ni CBD) y el grupo que estaba tomando placebo se le dio aceite de cannabis. En esta segunda fase, el 80% de los participantes sabían en qué grupo de estudio se encontraban.

Los investigadores utilizaron los niveles de melatonina en la saliva a medianoche como medida principal de la eficacia del tratamiento. Se indicó a los participantes que recolectaran su saliva alrededor de la medianoche, antes de quedarse dormidos en 4 puntos durante el período de estudio y que la enviaran a un laboratorio externo según las instrucciones. Los investigadores utilizaron el “Sleep Profile Saliva Kit” de NutriPATH (Australia) para evaluar los niveles de melatonina y cortisol en la saliva. A su vez, los participantes llevaron un rastreador de actividad/sueño de muñeca (Fitbit) continuamente durante el período de estudio de 6 semanas.

Antes y después de cada intervención, los participantes completaron evaluaciones de síntomas de insomnio, calidad del sueño (Índice de calidad del sueño de Pittsburgh), somnolencia durante el día (Escala de somnolencia de Stanford), nivel de fatiga y su interferencia con las actividades diarias (Inventario breve de fatiga), y estado de ánimo (escala de estado de ánimo Bond-Lader).

Qué encontraron

aceite de cvd para dormir mejor

Durante la dosificación de aceite de cannabis, cuatro (14%) participantes no tuvieron efectos secundarios y 24 (83%) informaron efectos secundarios no graves posiblemente relacionados con el medicamento activo, como sequedad de boca (52%), diarrea (27%), náuseas (24%) y vértigo (17%). Los investigadores destacan que todos los efectos secundarios no graves, además de la boca seca, fueron transitorios y se experimentaron solo en 1 o 2 días no consecutivos.

Aproximadamente la mitad de los participantes en el grupo de aceite de cannabis llegó a la dosis máxima de 1,5 ml durante el período de 2 semanas, mientras que la otra mitad dejó de aumentar la dosis de 0,4 a 0,6 ml debido a los efectos secundarios. En el grupo de placebo, el 33% notificó efectos secundarios no graves, incluidos boca seca (10%), diarrea (5%), náuseas (7%), hormigueo en la lengua y los labios (7%) y dolor de cabeza (3%).

Los resultados mostraron que los niveles medios de melatonina a la medianoche aumentaron un 30% en el grupo de aceite de cannabis, pero disminuyeron un 20% en el grupo de placebo. Los niveles más altos de melatonina están asociados con un mejor sueño. Los síntomas de insomnio mejoraron significativamente en el grupo de aceite de cannabis en comparación con el grupo de placebo durante el período de tratamiento de 2 semanas. Este grupo pudo conciliar el sueño antes, dormir más tiempo y despertarse con menos frecuencia durante la noche.

El rastreador de muñeca también mostró que el grupo de aceite de cannabis durmió 30 minutos más en promedio después de dos semanas de intervención en comparación con el comienzo del estudio. Comparativamente, el grupo de placebo durmió en promedio 9 minutos más después de 2 semanas de tratamiento en comparación con el comienzo. No se encontraron diferencias entre los grupos en la somnolencia diurna, la fatiga, la calidad del sueño y el estado de ánimo evaluados mediante cuestionarios. Tampoco hubo diferencias entre los grupos en los niveles de cortisol.

El estudio arroja luz sobre la eficacia potencial del aceite de cannabis en el tratamiento del insomnio. Sin embargo, se debe tener en cuenta que la muestra del estudio fue pequeña y que el período del estudio coincidió con la aplicación de medidas de confinamiento anti-COVID muy restrictivas en Melbourne, Australia, donde se llevó a cabo. Esto podría haber afectado los resultados.

Referencia bibliográfica: Ried, K., Tamanna, T., Matthews, S., & Sali, A. (2022). Medicinal cannabis improves sleep in adults with insomnia: a randomised double-blind placebo-controlled crossover study. Journal of Sleep Research, e13793. https://doi.org/10.1111/jsr.13793

Fuente: Psypost

  • Recursos para Profesionales de la Psicología

Psicoflix, episodio 190: El suicidio desde un punto de vista contextual-existencial con Susana Al-Halabí

  • David Aparicio
  • 25/01/2023
person standing near lake

Después de un largo hiato retomé mi rutina de escuchar podcast de psicología cuando voy rumbo a la clínica. Me gusta mucho escuchar estos podcasts, y en especial Psicoflix, porque siempre aprendo algo nuevo y preparo mi mente (no me critiquen por el término) para el largo día de trabajo.

En este episodio entrevistaron a Susana Al-Halabí para que nos explique el suicidio desde el punto de vista contextual-existencial.

¿Quién es Suana Al-Halabí?

Susana Al-Halabí es Doctora en Psicología, profesora en la Universidad de Oviedo, especialista en Terapias de Tercera Generación, investigadora en el Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental y profesora visitante de la Universidad de Columbia y del National Suicide Research Foundation de Cork. Ha recibido una beca Fullbright y es autora de varios artículos y libros en su campo.

¿En qué consiste el abordaje contextual – existencial de la conducta suicida?

El abordaje de la conducta suicida desde un punto de vista contextual-existencial implica tener en cuenta que esta conducta no está aislada de otras cuestiones culturales y sociales. Que está estrechamente relacionada con valores y significados individuales. Es necesario adoptar una visión global y fenomenológica-existencial del fenómeno. Se debe considerar la importancia de la sociología, la antropología, la política, el arte, la religión, entre otros aspectos, además de la psicología. Esta conceptualización es crucial para el abordaje clínico, la evaluación y la prevención del suicidio, tanto en la población en general como en grupos específicos.

  • Análisis

Curar, cuidar, y el tiempo

  • Fabián Maero
  • 25/01/2023

Hace unos días acompañe a un viejo y querido amigo, enfermero él, a hacer unos trámites en la escuela de enfermería en donde da clases, y en el transcurso del tiempo burocrático nos pusimos a conversar con la gente de la dirección de la carrera. La enfermería es una profesión fascinante y frecuentemente infravalorada (hasta hace poco, en la Ciudad de Buenos Aires ni siquiera se la consideraba como una profesión de la salud sino como administrativa), y durante la conversación me señalaron una distinción que es bastante popular en el ámbito: si la medicina es el arte de curar, en cambio la enfermería es el arte de cuidar.

Esto es, si la primera se ocupa principalmente de llevar a cabo acciones al servicio de la resolución de enfermedades y dolencias, la segunda se ocupa más bien de atender a las necesidades y la calidad de vida en general de la persona. Por supuesto, la división no es tajante ni excluyente –curar involucra en cierto grado cuidar y viceversa. No son conceptos excluyentes sino meramente distintos, que sirven para identificar –no para oponer– los centros gravitatorios específicos de cada una de esas profesiones. El curar señala una dimensión más bien instrumental, de despliegue de técnicas y recursos al servicio de restablecer la salud, mientras que el cuidar tiene que ver con una dimensión más vinculada con la atención a la calidad y condiciones de vida en general de la persona que está en un sistema de salud, más allá del tratamiento de la dolencia específica que se presentare.

El cuidado involucra una dimensión ética particular, diferente de la ética más instrumental que asociaríamos más a las acciones del curar. En palabras de Irene Comins Mingol en su excelente Filosofía del cuidar (Icaria, 2009): “la ética del cuidado nos recuerda la obligación moral de no abandonar, de no girar la cabeza ante las necesidades de los demás” (p.52). Mientras que la ética de curar pertenece a una dimensión más bien objetiva, instrumental, la del cuidado “es radicalmente intersubjetiva, toma como punto de partida las necesidades de los otros, su interpelación, aunque esta sea silenciosa (…) Para cuidarnos unos a otros debemos conocernos y así saber qué necesitamos” (p.22).

Comins Mingol utiliza una analogía que podemos parafrasear para ilustrar la relación entre curar y cuidar: “la ética del cuidado (…) trata de darle un contenido, darle color al dibujo. Si es la línea del dibujo; el cuidado, el amor y la ternura dan color a ese dibujo. Y eso no le quita ni pizca de importancia ya que muchas veces es el color el que nos deja percibir el dibujo mientras las líneas en blanco y negro nos confunden y lo esconden” (p.53).

Curar y cuidar pueden ubicarse a lo largo de la misma línea conceptual que distingue razón y emoción, objetivo y subjetivo, universal y particular, etc. –dicotomías gastadas y completamente inútiles si se utilizan para separar y excluir, pero que pueden provechosamente utilizarse para identificar ámbitos vitales que involucran competencias y fines distintos aunque complementarios y tender puentes entre ellos.

Ahora bien, probablemente se estén preguntando por qué demonios estoy yo escribiendo sobre estos temas en este lugar. La respuesta es que creo que esa distinción entre curar y cuidar puede servir para arrojar algo de luz sobre algunas cuestiones de la psicología clínica. Para esto tenemos que tomar ambos términos en su sentido más amplio, a lo largo de esa línea de demarcación que acabo de señalar –especialmente con el concepto de curar, que tiene en psicología su propia historia. Pero si distendemos un poco la precisión del término, hay algunas intelecciones interesantes que hacer.

Si hacemos eso, podemos notar algo interesante en la relación que esos conceptos tienen con nuestra disciplina. La medicina tiene su eje en el curar, la enfermería en el cuidar, pero con la psicología pasa algo curioso.

Por un lado, la psicología clínica claramente se ocupa del curar, es decir, del despliegue instrumental de técnicas y recursos para el tratamiento de los problemas psicológicos. La mayoría de los modelos en psicología se ocupan ante todo del abordaje y resolución de varias formas de sufrimiento psicológico (como sea que se las defina), por distintos caminos conceptuales y procedimentales. Pero por otro lado, también se ocupa del cuidar, de las acciones que no se enfocan tanto en resolver sino más bien en brindar acompañamiento y apoyo a la persona que sufre. Claro está, no es el mismo tipo de cuidados que brinda la enfermería, pero sí hay acciones clínicas que no están dirigidas directamente a resolver sino más bien a acompañar, acciones que se salen del estricto resolver.

Cabe aquí una aclaración: podríamos pensar que curar y cuidar coinciden con cambio y aceptación o cambio y validación, tal como se las cataloga en ACT, DBT o terapias similares, pero creo que hay una sutil pero importante diferencia: si bien hay un paralelo entre curar y el cambio conductual, aceptación y validación son también en buena medida acciones instrumentales, que en última instancia se despliegan para favorecer algún tipo de cambio –por eso se trata de herramientas técnicas que ocupan un lugar definido dentro de los tratamientos. Cuidar, por su parte, sigue una lógica no instrumental, del cuidado como forma fundamental de relación con otro ser humano que sufre.

Ambos aspectos son inseparables, pero una terapia psicológica puede en cada momento determinado hacer hincapié en uno u otro según las circunstancias específicas que se estén atravesando. En el tratamiento de una fobia simple sin otras complicaciones, por ejemplo, quizá cobre preminencia el aspecto de curar, el despliegue instrumental de técnicas y procedimientos al servicio de un cambio conductual determinado. En el caso de un paciente atravesando un duelo, en cambio, probablemente ocupe un lugar destacado el cuidar, el acompañamiento empático en una situación que no se resuelve sino que más bien se transita, por decirlo de alguna manera.

Pero repito, es meramente una cuestión de énfasis variable, ya que ambos aspectos son inseparables y complementarios. El curar involucra atender a la calidad de vida de la persona, y el cuidar se ve potenciado por consideraciones técnicas precisas, no es meramente un “les traigo amor” –también a cuidar se aprende.

Mi punto hoy es que con que con frecuencia los tratamientos descuidan uno u otro aspecto, y eso se trata de algo problemático, aunque con implicaciones diferentes según el aspecto descuidado. Permítanme elaborar, si no tienen nada mejor que hacer.

Curar sin cuidar, cuidar sin curar

No es raro encontrarse con tratamientos que se ocupan solo de los aspectos instrumentales y técnicos del tratamiento, dejando de lado la atención global a las circunstancias y calidad de vida de la persona.

Si me permiten un ejemplo personal, hace varios años empecé una terapia para lidiar con una situación personal difícil, y cuando en una ocasión, luego de un par de meses de sesiones, le pedí a mi terapeuta algo de contención y apoyo adicional durante una crisis puntual que estaba atravesando, el doctor me respondió que aún no había decidido si me iba a tomar como paciente. Por supuesto, decidí que no lo iba a tomar como terapeuta.

El asunto es que técnicamente el terapeuta no estaba haciendo algo incorrecto: estaba siguiendo lo que su marco teórico le indicaba como apropiado (que el marco teórico valiese dos pesos o no, es algo que no viene al caso aquí). Es decir, se ocupó exclusivamente del curar, de los aspectos técnicos instrumentales del tratamiento relacionados con el motivo de consulta. Lo que faltó fue la dimensión del cuidar, de la atención a las circunstancias y calidad de vida de la persona que está enfrente.

Dicho de otra forma, curar sin cuidar nos lleva a ocuparnos sólo de los aspectos directamente relacionados con el trastorno o problema psicológico en cuestión, dejando de lado a la persona y su contexto vital general. Esto nos puede llevar a la situación que describe el viejo chiste: “la operación fue un éxito, pero el paciente murió”.

Por otro lado están los tratamientos en los cuales el énfasis está puesto casi exclusivamente sobre el aspecto del cuidado, del sostén y acompañamiento emocional general, pero sin ocuparse de manera directa de llevar a cabo acciones para resolver trastorno o problema psicológico que la paciente trajera a consulta. Creo que no es necesario explayarse demasiado sobre las consecuencias negativas de esto. Cuando una terapia sólo brinda cuidados y sostén emocional, habiendo formas efectivas de abordar el motivo de consulta, se producen varias consecuencias indeseables.

En primer lugar está el perjuicio directo que ocasiona el problema en cuestión que permanece sin resolverse. Por ejemplo, una persona con agorafobia que recibe un tratamiento psicológico que no se ocupa de resolver la situación continuará teniendo una vida severamente limitada, e incluso pueden aparecer nuevas complicaciones derivadas de la persistencia de la situación –depresión, pérdida de contacto social, desempleo, etc.

En segundo lugar, cuando un tratamiento no funciona para aquello para lo cual es requerido, es de esperar que las personas comiencen a buscar otras opciones que pueden ser inefectivas o acarrear efectos secundarios indeseables: medicación, remedios caseros, terapias alternativas, etc. No parece descabellado conjeturar que el desmesurado consumo de psicofármacos que se verifica actualmente sería menor si las personas dispusieran de un fácil acceso a tratamientos psicológicos efectivos. Pero si ir a terapia no cambia aquello que las personas quieren cambiar, el resto de las opciones serán más atractivas.

Se le hace un flaco favor a la profesión cuando se populariza que ir a terapia es sólo ir a hablar y recibir alguna frase ingeniosa o explicación efectista, sin que involucre el aprendizaje de nuevas habilidades y formas de abordar los problemas concretos que movilizan la consulta. Un tratamiento psicológico involucra una inversión de tiempo, energía, y dinero, que merece ser honrada de la mejor manera posible.

Quisiera señalar que no creo que estos desbalances de curar y cuidar, en una u otra de sus variedades, sea algo ligado exclusivamente a los modelos teóricos particulares que guían la terapia –aunque por supuesto, juegan un papel destacado. Algunas terapias enfatizan un poco más el resolver, otras el acompañar. No creo que esto sea un problema, en tanto haya disposición y flexibilidad para enfocarse en uno u otro aspecto según sea necesario. Creo que el problema surge cuando, por el motivo que fuese, una terapia se queda estancada en uno de ellos. Más concretamente creo que los modelos teóricos no determinan sino que influencian uno u otro énfasis, junto con la participación del contexto social, económico, y cultural en que transcurre la terapia.

A continuación querría ocuparme de explorar algunas implicaciones de estas ideas en el campo de las terapias basadas en evidencias.

Cuidar y el tiempo

curar y cuidar en psicoterapia

En las últimas décadas –hablo aquí de Argentina en particular– ha sido posible apreciar un interés creciente en terapias efectivas. Uso esta expresión en sentido amplio, denominando aquellos procederes clínicos que se ocupan un poco más deliberada y metódicamente de resolver aquello que lleva a las personas a consulta, y que usualmente cuentan con algún tipo de evidencia controlada como respaldo.

Cada vez hay más terapeutas que trabajan con este tipo de intervenciones, cada vez hay más estudiantes de psicología que demandan actualizaciones en los planes de estudio para incluirlas, y cada vez hay más personas que acuden a consulta pidiendo específicamente intervenciones de este tipo. El proceso no carece de altibajos y dificultades a resolver, pero la tendencia es bastante clara, señalando un cambio de aires en la psicoterapia.

Una idea estrechamente asociada a esta tendencia es la de la brevedad. Se solicitan y ofrecen intervenciones que sean efectivas en lapsos de tiempo que resulten accesibles para los pacientes –meses o años, ya no lustros, décadas o simplemente un tiempo indeterminado. Intervenciones breves, protocolos de tiempo previamente estipulado, resultados rápidos, se han convertido en parte corriente del intercambio clínico.

Frente a esta idea es fácil adoptar una actitud desdeñosa y criticar la prisa capitalista, el acento en los resultados, el frenesí del mundo de hoy. Efectivamente es fácil y tentador, en tanto no sea uno quien está pagando los honorarios –no he escuchado jamás a ningún paciente quejarse de que su terapia le haya funcionado en un lapso de tiempo demasiado breve. La verdad es que cuando una persona acude a consulta por un problema psicológico concreto –no hablemos de exploración personal, sino de problemas que suponen riesgo de vida o limitaciones severas a la persona que las padece– tiene el derecho a recibir una atención que se ocupe de ello de la manera más efectiva y duradera posible según lo que indica el estado del arte en la disciplina. Es posible que una intervención cuya efectividad no ha sido rigurosamente evaluada funcione eventualmente, pero eso es apostar con dinero ajeno, y es cosa de mal criollo.

De manera que, por mi parte, apoyo la tendencia de que las terapias sean tan breves y efectivas como sea posible, y que se ocupen de los problemas psicológicos particulares que las personas llevan a consulta.

Pero (por supuesto que se venía un pero).

Es fácil que el anhelo por la brevedad y efectividad se transformen en una exigencia respecto a dichas cualidades. En clases y supervisiones, he escuchado colegas jóvenes preocupados por un tratamiento que no parece avanzar después de cinco o seis sesiones, o por síntomas que están llevando demasiado tiempo. Esto muchas veces goza de respaldo institucional: conozco varias instituciones que imponen a sus terapeutas un límite arbitrario y uniforme de sesiones de trabajo, sin importar el motivo de consulta de que se tratare.

Mi punto es que con frecuencia esa prisa está solamente del lado de los terapeutas. Las terapias deben ser tan breves como sea posible, pero no más. No más de lo que los pacientes piden y necesitan. Y aquí podemos volver a los conceptos de curar y cuidar. La presión instrumental por los resultados, por el curar, no debe arrollar y pasar por alto el cuidar (podría hacer un juego de palabras con “des-cuidar”, pero si en algún momento sustituyo los argumentos por esos recursos, tienen mi permiso para pegarme un martillazo en las rodillas).

Cuando nos enfocamos sólo en el curar perdemos una parte importante de nuestra profesión, el cuidar, el acompañar, el ocuparnos por la calidad de vida y las circunstancias particulares de la persona que tenemos enfrente. El cuidado es contextual, situado, ya que mientras un trastorno o problema psicológico puede tener características generales, las necesidades de la persona son particulares, atadas inextricablemente a las circunstancias específicas que la persona está atravesando.

El cuidar requiere de un tiempo que no puede ser acelerado. Comins Mingol apunta: “El tiempo es necesario para nuestra capacidad comunicativa, detener la velocidad y dedicar todo el tiempo necesario es la base del diálogo (…) Pero no sólo para dialogar, también para escuchar. Escuchar con el interés de comprender al otro y ponerse en su lugar. Fuente del auténtico diálogo, no es amigo de prisas ni estrés. Cuando dialogamos con prisas tratamos al otro como un medio, no escuchamos sus palabras, sólo nos interesan las nuestras (…) El tiempo es la clave fundamental que garantiza una escucha de calidad, sincera, volcada en el otro y no sólo en sí mismo. Es de hecho la primera destreza que requiere la capacidad de la escucha” (op.cit., p. 166).

Por supuesto, no estoy proponiendo aquí abandonar intervenciones efectivas, prender un sahumerio y encomendarnos a los astros. Estoy intentando señalar que nuestra disciplina es un bote de dos remos, y olvidar cualquiera de ellos puede impedirnos avanzar.

Sé que las limitaciones y exigencias son reales, determinadas por los sistemas de salud y por las posibilidades de cada caso. Pero creo que hay que tener cuidado de no apresurarse más allá de lo necesario. Como mencioné, muchas veces nuestras prisas ni siquiera son compartidas por los propios pacientes, que preferirían en cierto grado hacer espacio a otros aspectos que van más allá del motivo de consulta. Y el punto es que escuchar y ocuparnos de ello no es irresponsable, sino que es parte de nuestra profesión. Curar y cuidar.

La buena noticia es que en los últimos años cada vez más los modelos de psicoterapia se ocupan del contexto vital ampliado de las personas que consultan. En lugar de enfocarse exclusivamente en diagnósticos y trastornos, vemos terapias que se enfocan en valores, en los procesos relacionados calidad de vida, y desde allí se abordan los fenómenos que la deterioran. Cada vez más las terapias, sin perder el foco en los problemas específicos y su abordaje, incorporan los procesos interpersonales de conexión, la calidez. En cierto modo, incorporan una dimensión de cuidado, y diría incluso de ternura –palabra que puede sonar un poco discordante en ámbitos académicos, pero que creo que viene haciendo bastante falta en nuestras interacciones sociales. Incluso el foco creciente en el consentimiento informado es parte central de ello, ya que implica tratar al otro como un interlocutor válido que es partícipe activo en la psicoterapia, con sus posibilidades y necesidades, en lugar de un componente pasivo que acata indicaciones sin explicaciones ni permisos.

En la medida en que podamos ser efectivos sin perder la dimensión humana estaremos realmente en el ámbito propio de nuestra profesión. Curar y cuidar. Ser efectivos y precisos en el curar, y ejercitar paciencia y ternura en el cuidar. Nos hemos deslizado problemáticamente en una u otra dirección. Viene siendo tiempo de recordarnos de usar ambas manos al trabajar.

Artículo publicado en Grupo ACT y cedido para su republicación en Psyciencia.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El prejuicio contra los cristianos en la ciencia

  • David Aparicio
  • 24/01/2023
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Cristiano, ateo o no religioso, nadie se salva de los prejuicios y estereotipos. Una investigación reciente de la revista Public Understanding of Science encontró que las personas que se denominan no religiosas suelen percibir a los cristianos como incompetentes, menos inteligentes e incompatibles con la ciencia.

Los autores desarrollaron la investigación con dos objetivos específicos:

  1. Explorar las consecuencias de la creencia “conflicto religión – ciencia” en las personas no religiosas y su actitud hacía los cristianos.
  2. Evaluar si es posible cambiar los estereotipos negativos de las personas no religiosas sobre los cristianos en la ciencia.

El estudio se desarrolló de la siguiente manera:

El estudio

Los investigadores reclutaron a 365 adultos, 151 eran cristianos y 214 se identificaron como no religiosos. Luego se les aplicó una escala de 7 puntos que evaluó las creencias personales entorno a la compatibilidad o incompatibilidad entre la ciencia y el cristianismo.

Para evaluar las percepciones implícitas sobre la inteligencia de las personas, se les pidió que leyeran la siguiente descripción: “Kevin es inteligente, estudia en una universidad prestigiosa y usa sus habilidades para responder a las preguntas más difíciles del mundo”. A los cristianos se les pidió que evaluaran que tan probable era que Kevin obtuviera un doctorado (PhD) y qué tan probable fuera cristiano o ateo.

Luego se les pidió a los participantes que calificaran en una escala de 0 a 100 diferentes atributos como inteligencia, interés en la ciencia, competencia científica y capacidad científica a diferentes grupos de personas como ateos, agnósticos, individuos “espirituales pero no religiosos”, cristianos, judíos y musulmanes.

Resultados

  • Los participantes cristianos tenían más probabilidades de creer que la ciencia era compatible con el cristianismo que los participantes no religiosos.
  • Los participantes cristianos consideraban que era más probable que Kevin tuvieran un PhD y que fuera cristiano, mientras los no religiosos consideraban también tuviera un PhD, pero que fuera ateo. De la misma manera, los cristianos percibían a los cristianos como más inteligentes que los participantes no religiosos, mientras que los no religiosos percibían a los ateos como más inteligentes que los cristianos. Y además, los participantes cristianos percibían a los cristianos como más científicos que los no religiosos, mientras que los no religiosos percibían a los ateos como más científicos que los cristianos.

Parecería que el primer resultado es muy obvio, pero en realidad los cristianos también pueden considerar explícitamente que la ciencia no es compatible.

close up shot of a person praying while holding a rosary
Photo by Karolina Grabowska on Pexels.com

¿Qué quieren decir estos resultados?

En una entrevista con Psypost, el director de la investigación Cameron Mackey explicó que percibir un conflicto entre la religión y la ciencia puede afectar negativamente no solo a los cristianos y su interés por el desarrollo científico, sino también sino que también afecta a los no religiosos porque aumenta los prejuicios y estereotipos y mantiene la creencia de que los cristianos son incompetentes en el ámbito científico.

La investigación no termina aquí

Para entender la relación causal entre los estereotipos y la creencia religiosa, los investigadores hicieron otro experimento con 799 participantes reclutados por medio de Amazon’s Mechanical Turk, una plataforma para encontrar personas dispuestas a trabajar en diferentes tipos de tareas virtuales. Del total de participantes 520 se identificaron como cristianos y 279 como no religiosos. Luego fueron asignados al azar para leer uno de dos artículos. El primero exponía al cristianismo y a la ciencia como compatibles y en otro lo describía como incompatibles.

Los participantes completaron las mismas pruebas que se aplicaron al inicio del estudio. Aquellos que leyeron el artículo que sostenía que el cristianismo y la ciencia son compatibles, percibían a los cristianos como más inteligentes y científicos. En cambio, las personas que leyeron el segundo artículo consideraban que eran incompatibles.

Es interesante como un texto breve que argumenta que el cristianismo y la ciencia pueden coexistir fue suficiente para potenciar las percepciones positivas sobre los cristianos en la ciencia. En números concretos pasó de 38.63 de 100 (cuando leían que no era compatible) a 53.35 en aquellos que leyeron el texto que decía que el cristianismo y la ciencia puede coexistir.

¿Qué significa esto?

Los autores consideran que si se les recuerda a las personas cómo el cristianismo y la ciencia pueden potencialmente coexistir, la percepción de los cristianos en el campo científico puede ser más positiva. Esto, según los autores, es muy valioso ya que facilitaría una mayor representación y colaboración de los cristianos en distintos dominios de la ciencia.

Limitaciones

La investigación se desarrolló en Estados Unidos, donde los estereotipo de que los cristianos no pueden ser científicos es muy común. Pero puede haber otros países donde otras religiones se perciban como incompatibles, por ejemplo el islam en el Reino Unido. Por lo tanto es necesario será necesario que esta investigación también se pueda desarrollar en otros contextos culturales.

Por otro lado los autores admiten que la manipulación de la percepción de los participantes fue directa (el artículo decía si eran o no capaces) y consideran que quizás podrían haber otros métodos para cambiar las percepciones de los participantes no religiosos.

Referencia: Mackey, C. D., Rios, K., & Cheng, Z. H. (2023). Christianity-science compatibility beliefs increase nonreligious individuals’ perceptions of Christians’ intelligence and scientific ability. Public Understanding of Science, 32(1), 71–87. https://doi.org/10.1177/09636625221097022

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

¿Cómo puede la alimentación mejorar nuestro estado de ánimo ?

  • Equipo de Redacción
  • 24/01/2023

¿En qué consiste una dieta mediterránea?

En gran parte, lo que comemos es determinante para nuestra salud física. La actividad física y el sueño son fundamentales para mejorar la salud integral y a estos pilares se suma la alimentación. Recientemente se ha encontrado que una dieta antiinflamatoria puede aparejar beneficios específicos para la salud mental, y el estado de ánimo en particular.

Una alimentación donde se incluyan frutas, nueces y semillas, legumbres y frijoles; verduras de hojas verdes y amarillas; cereales integrales; generosas cantidades de aceite de oliva; aguacates; pescado, proteínas de origen vegetal, huevos, pechuga de pollo sin piel; especias antiinflamatorias (p. ej., ajo, cúrcuma, jengibre, canela); té verde y agua como principal bebida diaria.
Contrariamente, la dieta occidental (compuesta por comida chatarra o comida rapida; carne roja y mantequilla; carbohidratos refinados (pan blanco, postres azucarados); azúcares añadidos como los de los refrescos, jugos endulzados; carnes procesadas (por ejemplo, fiambres, salchichas, tocino)), es altamente inflamatoria.

Los alimentos antiinflamatorios y el estado de ánimo

  • Un estudio (Zhao et al., 2023) analizó a 30.627 personas que participaron en la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición. Fueron entrevistados sobre sus dietas, se les dio una puntuación de inflamación alimentaria y también fueron evaludos por depresión. El descubrimiento clave fue que, en un punto determinado, la cantidad de ingesta inflamatoria parecía exceder la capacidad del cuerpo y luego comenzó a correlacionarse con un riesgo significativamente mayor de depresión. Los investigadores concluyeron que sus hallazgos tienen «implicaciones importantes para la práctica clínica y la salud pública».
  • En otra investigación, cuya muestra fue de 1.701 personas del Framingham Heart Study, los participantes se definieron como no frágiles al comienzo del estudio, y la fragilidad se definió como la inclusión de características tales como fuerza de agarre débil, marcha lenta y agotamiento. Los investigadores siguieron a sus sujetos durante 13 años y encontraron que una asociación entre la depresión y una puntuación alta de inflamación en la dieta estaba relacionada con mayores probabilidades de fragilidad al final del período de estudio (Millar et al., 2022).
  • Por su parte, investigadores hicieron un seguimiento de 43.685 mujeres adultas durante 12 años. Señalaron que al comienzo del estudio todas estaban libres de depresión y sus patrones de dieta fueron calificados en función de cuán inflamatorios eran. Al final del estudio, los investigadores encontraron que las personas con dietas proinflamatorias tenían más probabilidades de desarrollar depresión (Lucas et al., 2014). 

Estos tipos de estudios prospectivos son especialmente convincentes ya que observan un desarrollo naturalista y longitudinal de los síntomas, que puede ser más parecido a lo que nos sucede en la vida real, con el tiempo.

Hay muchos otros estudios que relacionan la alimentación proinflamatoria no solo con un mayor riesgo de depresión, sino también con otros diagnósticos como el trastorno bipolar, la esquizofrenia y la demencia (Bauer & Teixeira, 2019). 

Por el contrario, otros investigadores han encontrado correlaciones entre la dieta mediterránea y la disminución del riesgo y las tasas de depresión (Rienks et al., 2013).

Madre e hija preparado comida.
Imagen: Pixels

Se sigue dilucidando el mecanismo que conecta los alimentos inflamatorios con la salud de nuestro cerebro, pero sabemos que los biomarcadores inflamatorios pueden ingresar al cerebro y afectar los neurotransmisores y las vías neuronales involucradas en la depresión. También se ha encontrado que los pacientes deprimidos tienen niveles elevados de biomarcadores inflamatorios tanto en muestras de sangre como de líquido cefalorraquídeo. Y los estudios han demostrado que los pacientes que reciben tratamiento con medicamentos antiinflamatorios para enfermedades como la psoriasis muestran una mejora significativa en los síntomas depresivos, ya sea que la psoriasis responda o no a los medicamentos (Miller et al., 2009).

Esto nos lleva a concluir que, además de ser buena para la salud mental, una dieta mediterránea puede ayudar a prevenir afecciones médicas crónicas como hipertensión, enfermedades cardiovasculares y diabetes. Esta dieta no es en realidad un conjunto específico de reglas, sino un estilo de vida alimentario general. 

Referencias blibliográficas:

  • Bauer, M. E., & Teixeira, A. L. (2019). Inflammation in psychiatric disorders: what comes first? Annals of the New York Academy of Sciences, 1437(1), 57-67. https://doi.org/10.1111/nyas.13712
  • Lucas, M., Chocano-Bedoya, P., Shulze, M. B., Mirzaei, F., O’Reilly, É. J., Okereke, O. I., Hu, F. B., Willett, W. C., & Ascherio, A. (2014). Inflammatory dietary pattern and risk of depression among women. En Brain, Behavior, and Immunity (Vol. 36, pp. 46-53). https://doi.org/10.1016/j.bbi.2013.09.014
  • Millar, C. L., Dufour, A. B., Hebert, J. R., Shivappa, N., Okereke, O. I., Kiel, D. P., Hannan, M. T., & Sahni, S. (2022). Association of pro-inflammatory diet with frailty onset among adults with and without depressive symptoms: results from the Framingham Offspring Study. The Journals of Gerontology. Series A, Biological Sciences and Medical Sciences. https://doi.org/10.1093/gerona/glac140
  • Miller, A. H., Maletic, V., & Raison, C. L. (2009). Inflammation and its discontents: the role of cytokines in the pathophysiology of major depression. Biological Psychiatry, 65(9), 732-741. https://doi.org/10.1016/j.biopsych.2008.11.029
  • Rienks, J., Dobson, A. J., & Mishra, G. D. (2013). Mediterranean dietary pattern and prevalence and incidence of depressive symptoms in mid-aged women: results from a large community-based prospective study. European Journal of Clinical Nutrition, 67(1), 75-82. https://doi.org/10.1038/ejcn.2012.193
  • Zhao, L., Sun, Y., Liu, Y., Yan, Z., & Peng, W. (2023). A J-shaped association between Dietary Inflammatory Index (DII) and depression: A cross-sectional study from NHANES 2007–2018. En Journal of Affective Disorders (Vol. 323, pp. 257-263). https://doi.org/10.1016/j.jad.2022.11.052

Fuente: Psychology Today

  • Recursos para Profesionales de la Psicología

Conducta suicida en adolescentes a revisión: creando esperanza a través de la acción

  • David Aparicio
  • 24/01/2023
thoughtful young ethic guy touching lips and looking away

Resumen:

La conducta suicida es un problema socio-sanitario de primer orden. El objetivo general de este trabajo es realizar una revisión narrativa de la conducta suicida en adolescentes. Básicamente, se trata de introducir este tópico a los profesionales de la Psicología y a la sociedad en su conjunto de cara a su formación, información, sensibilización y concienciación.

Con este fin, en primer lugar, se realiza una delimitación conceptual de la conducta suicida. A continuación, se abordan cuestiones epidemiológicas. En tercer lugar, se introducen los modelos psicológicos más relevantes. En cuarto lugar, se abordan los factores de riesgo y protección de la conducta suicida en adolescentes. Seguidamente, se explican algunas de las herramientas de evaluación disponibles en español para este sector de la población. Posteriormente, se comentan los principales modelos de prevención focalizando el discurso en la importancia de los entornos educativos. También se introducen los tratamientos psicológicos empíricamente apoyados para el abordaje de la conducta suicida en adolescentes. Finalmente, se comentan líneas de investigación futuras y se realiza una breve recapitulación a modo de conclusión.

Descarga el artículo completo en formato PDF.

Autores: Eduardo Fonseca Pedrero, Alicia Pérez-Albéniz y Susana Al-Halabí

Fuente: Papeles del psicólogo

Relacionado: Suicidio y trastorno mental: una crítica necesaria

  • Exclusivo para miembros de Psyciencia Pro

No todo es psicología (19): Efecto enero

  • David Aparicio
  • 23/01/2023

No todo es psicología, es el boletín informal de Psyciencia con recomendaciones de libros, artículos y comentarios de la web, escrito por David Aparicio.

Personal

  • Me tomé un mes de vacaciones. Un mes para pausar, usar menos internet, trotar más, comer rico y visitar la Patagonia Argentina. Hicimos una caminata de 25 km (ida y vuelta) para conocer la Laguna de Los Tres en el Fitz Roy, conocimos el glaciar perito Moreno y hasta hicimos un mini trekking por el glaciar. Fue una experiencia increíble. Si estás pensando visitar Argentina te recomiendo incluirlo en tus planes.
  • Teníamos planeado regresar el lunes a Panamá, pero la aerolínea sobrevendió el vuelo y me negaron el embarque. Lo bueno de todo es que nos ofrecieron ascendernos a clase ejecutiva en el vuelo del día siguiente, nos pagaron el hotel, las comidas y dos vouchers de 400 dólares a cada uno. Nada mal. Así que ya saben. Si les pasa algo parecido, exijan sus derechos y beneficios.
  • Hace una semana regresé a atender y parece que enero está haciendo su efecto. Ya tengo la agenda llena y hay muchos pacientes nuevos buscando ayuda. Por un momento pasó por mi mente abrir más espacios, pero inmediatamente metí el freno de emergencia mental. No puedo empezar enero desbordado. Tengo que ser cuidadoso a la hora de repetir patrones viejos.
  • En diciembre tenía el plan de trotar 100 km. Estuve cerca, pero no pude lograrlo. En enero he probado una técnica diferente que se llama MAF, que consiste en trotar muy lento para mantener una base en el ritmo cardiaco y que supuestamente a la larga ayudaría a ser más rápido, desarrollar más resistencia. Ya estoy viendo los resultados y estoy trotando 8-10 km sin quemarme y sin lesiones. En enero recorrí 82.3 km y seguramente alcanzaré los 100. Es muy increíble como poco a poco el cuerpo va desarrollando resistencia y mayor capacidad.
  • Terminé la trilogía de El señor de los anillos y me llamó la atención que la adaptación de Peter Jackson para la pantalla fue bastante precisa con la excepción de la historia y muerte de Saruman y el recibimiento de los hobbits en la comarca. Entiendo que eso habría tomado otra hora de película, pero son datos muy interesantes. El Señor de los Anillos es una obra maestra y si tienes la oportunidad de leerla, la súper recomiendo.

Libro recomendado

Estoy releyendo el libro Diez Drogas: sustancias que cambiaron nuestras vidas (cómpralo aquí), para preparar una síntesis del libro para los miembros de Psyciencia. La obra es muy interesante y está llena de datos sobre las plantas y los fármacos que cambiaron el rumbo de nuestra historia. Lo leí muy rápido la primera vez. Tengo una idea general de los datos, pero quiero aprenderlos mejor así que es una muy buena oportunidad para refrescarlos.

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