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Publicaciones por mes

diciembre 2019

49 Publicaciones
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Rasgos de personalidad y administración financiera de los jubilados

  • 12/12/2019
  • Maria Fernanda Alonso

Cuando nos referimos a la rapidez con que una persona gasta sus ingresos jubilatorios, la personalidad puede tener tanto o más que ver con su personalidad que las deudas o el deseo de dejar una herencia (Asebedo & Browning, 2019).

Los hallazgos muestran que las personas que son más agradables o más abiertas a nuevas experiencias, o aquellas que son más neuróticas o negativas, podrían gastar sus ahorros a un ritmo más rápido que aquellos que son más extrovertidos o tienen una actitud positiva.

«El propósito de este estudio fue investigar cómo los rasgos de personalidad están relacionados con las decisiones de retiro de cartera de los jubilados,» dijo la Dra. Sarah Asebedo, autora principal del estudio.

Los investigadores analizaron la personalidad y los datos psicológicos de más de 3.600 personas en los Estados Unidos, de 50 años o más (la edad promedio fue de 70), del Estudio de Salud y Jubilación en los años 2012 y 2014.

La información se combinó con los datos fiscales de los mismos participantes para dar cuenta de los retiros de cuentas de jubilación individuales. Los investigadores solo utilizaron participantes que hicieron retiros de sus cuentas de jubilación y otras cuentas de ahorro.

Los participantes fueron calificados según los rasgos de personalidad de los «Cinco Grandes»: apertura a la experiencia (es decir, creativos, imaginativos, aventureros y curiosos), conciencia (es decir, organizados, minuciosos, trabajadores y cautelosos), extroversión, agradable (es decir, comprensivos, cariñosos, cálidos y serviciales) y neuroticismo (es decir, nerviosos, tendientes a preocuparse, malhumorados e intranquilos).

Los investigadores también analizaron datos sobre la cantidad de control que los participantes percibieron que tenían sobre su situación financiera y en qué medida sintieron una variedad de emociones positivas y negativas durante los últimos 30 días.

«Descubrimos que aquellos con mayor conciencia, extroversión, emociones positivas y sentimientos de control sobre sus finanzas hicieron retiros de sus carteras de jubilación a un ritmo más bajo que aquellos con mayor apertura, amabilidad, neuroticismo y emociones negativas,» dijo Asebedo.

Los resultados se mantuvieron incluso después de que los investigadores tomaron en cuenta las decisiones de retiro de cartera, como la expectativa de dejar una herencia, edad, estado civil y deuda hipotecaria.

Los hallazgos sugieren que los profesionales financieros deberían tener en cuenta los rasgos de personalidad de sus clientes al desarrollar estrategias de jubilación en lugar de centrarse por completo en sus situaciones financieras.

Advirtió que una tasa de retiro más alta no es necesariamente algo malo ni una tasa de retiro más baja siempre es buena. La primera no sería buena si el individuo corre riesgo de quedarse sin dinero demasiado pronto. Por otro lado, “si el individuo gasta poco y renuncia a experiencias que disfrutaría debido a un hábito de ahorro que no puede romper, entonces la baja tasa de retiro es una oportunidad perdida para maximizar las experiencias vida para las que se ha ahorrado.»

Referencia bibliográfica:

Asebedo, S. D., & Browning, C. M. (2019). The psychology of portfolio withdrawal rates. Psychology and Aging. https://doi.org/10.1037/pag0000424

Fuente: Psychcentral

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La inflamación estaría vinculada con la «neblina mental»

  • 12/12/2019
  • Maria Fernanda Alonso

Quienes lidian con ciertas enfermedades, principalmente las crónicas, reportan fatiga mental severa que a menudo describen como «niebla/neblina cerebral» o «lentitud.» Esta condición puede ser tan debilitante como la enfermedad misma. Una nueva investigación encontró que la inflamación puede ser responsable de la lentitud mental que a menudo acompaña a la enfermedad (Balter et al., 2019).

Para el estudio, un equipo de investigación del Centro de Salud del Cerebro Humano de la Universidad de Birmingham, examinó el vínculo entre esta niebla mental y la inflamación, la respuesta del cuerpo a la enfermedad. Descubrieron que la inflamación parece tener un efecto negativo específico en la preparación del cerebro para alcanzar y mantener un estado de alerta.

«Los científicos han sospechado durante mucho tiempo un vínculo entre la inflamación y la cognición, pero es muy difícil ser claro sobre la causa y el efecto,» dijo el Dr. Ali Mazaheri, autor principal del estudio.

Por ejemplo, las personas que viven con una afección médica o tienen mucho sobrepeso podrían quejarse de un deterioro cognitivo, pero es difícil saber si eso se debe a la inflamación asociada con estas afecciones o si hay otras razones.

«Nuestra investigación ha identificado un proceso crítico específico dentro del cerebro que se ve claramente afectado cuando hay inflamación presente.»

Los investigadores se centraron específicamente en un área del cerebro vinculada a la atención visual. Un grupo de 20 jóvenes voluntarios participaron y recibieron una vacuna contra la fiebre tifoidea de salmonella que causa inflamación temporal pero tiene pocos efectos secundarios adicionales.

Los participantes fueron evaluados para las respuestas cognitivas a imágenes simples en una pantalla de computadora unas horas después de la inyección para poder medir su capacidad de controlar la atención. La actividad cerebral se midió mientras realizaban las pruebas de atención.

En un día diferente, antes o después, recibieron una inyección con agua (un placebo) y completaron las mismas pruebas de atención. En cada día de prueba no sabían qué inyección habían recibido. Su estado de inflamación se midió analizando la sangre extraída cada día.

Las pruebas utilizadas en el estudio evaluaron tres procesos de atención separados, cada uno de los cuales involucra distintas partes del cerebro. Estos procesos son: «alerta» que implica alcanzar y mantener un estado de alerta; «orientación» que implica seleccionar y priorizar información sensorial útil; y el «control ejecutivo» usado para resolver a qué prestar atención cuando la información disponible es conflictiva.

Los resultados muestran que la inflamación afectó específicamente la actividad cerebral relacionada con mantenerse alerta, mientras que los otros procesos de atención no se vieron afectados por la inflamación.

«Estos resultados muestran claramente que hay una parte muy específica de la red cerebral que se ve afectada por la inflamación», dice Mazaheri. «Esto podría explicar la» niebla cerebral «».

«Este hallazgo de investigación es gran paso adelante en la comprensión de los vínculos entre la salud física, cognitiva y mental y nos dice que incluso las enfermedades más leves pueden reducir el estado de alerta, «dijo la profesora Jane Raymond, autora principal del estudio.

El siguiente paso para el equipo será evaluar los efectos de la inflamación en otras áreas de la función cerebral, como la memoria.

«Obtener una mejor comprensión de las relaciones entre la inflamación y la función cerebral nos ayudará a investigar otras formas de tratar algunas de estas afecciones. Por ejemplo, investigaciones adicionales podrían mostrar que los pacientes con afecciones asociadas con inflamación crónica, como obesidad, enfermedad renal o Alzheimer, podrían beneficiarse de tomar medicamentos antiinflamatorios para ayudar a preservar o mejorar la función cognitiva,» dijo la Dra. Leonie Balter, primera autora del estudio. «Además, los cambios sutiles en la función cerebral pueden usarse como un marcador temprano de deterioro cognitivo en pacientes con enfermedades inflamatorias.»

Referencia bibliográfica:

Balter, L. J., Bosch, J. A., Aldred, S., Drayson, M. T., Veldhuijzen van Zanten, J. J., Higgs, S., … Mazaheri, A. (2019). Selective effects of acute low-grade inflammation on human visual attention. NeuroImage, 202, 116098. https://doi.org/10.1016/j.neuroimage.2019.116098

Fuente: Psychcentral

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Las benzodiazepinas triplicarían el riesgo de muerte por sobredosis para dependientes de opioides

  • 12/12/2019
  • Maria Fernanda Alonso

Los pacientes dependientes de opioides que están siendo tratados con metadona o buprenorfina no deben recibir benzodiacepinas debido a la triplicación del riesgo de muerte por sobredosis, según los hallazgos de un nuevo estudio (Macleod et al., 2019).

Este aumento en el riesgo de muerte por sobredosis también se observó en pacientes que habían abandonado recientemente el tratamiento con opioides. Esto se debe probablemente a que estas personas continuaron usando drogas opioides después de abandonar el tratamiento.

Las benzodiazepinas, como Xanax y Valium, son sedantes que a menudo se recetan a personas que dependen de opioides a pesar de desalentarse esta práctica.

Los médicos pueden estar ignorando esta guía, en parte porque hay evidencia de que los pacientes que reciben ambos medicamentos juntos permanecen en tratamiento por más tiempo y porque los pacientes dependientes de opioides tienen altos niveles de ansiedad, cuestión que las benzodiazepinas pueden ayudar a aliviar.

El estudio sugiere que, a pesar de los beneficios de una mayor duración del tratamiento, la combinación de benzodiacepinas con terapia sustitutiva con opioides, también conocida como tratamiento con agonistas opioides (TAO), conlleva un mayor riesgo de muerte por sobredosis que para quienes reciben solo TAO

Este patrón no se vio tan claramente para los otros sedantes recetados conjuntamente en el estudio, los medicamentos Z (zaleplon, zolpidem y zopicolone) y los gabapentinoides.

«Las muertes en personas dependientes de opioides están aumentando a pesar del hecho de que muchas reciben tratamiento con agonistas opioides, que se sabe que reduce el riesgo general de muerte en comparación con tratamiento,» dijo el Dr. John Macleod, autor principal y profesor de atención primaria en la Universidad Centro de Atención Primaria Académica de Bristol.

“La clara asociación entre la co-prescripción de benzodiazepinas en pacientes que reciben TAO, o que han dejado recientemente TAO, y un mayor riesgo de muerte por sobredosis sugiere que los médicos deben considerar cambiar su práctica de prescripción. Puede haber circunstancias inusuales en las que la prescripción conjunta esté clínicamente justificada, pero estas deberían ser la excepción y no la regla.»

Este fue un estudio observacional que involucró el análisis de datos de más de 12.000 pacientes, de entre 15 y 64 años, a quienes se les recetó TAO entre 1998 y 2014.

Se encontraron causas de muerte para más de 7.000 de estos pacientes mediante la vinculación de registros con datos de defunciones de la Oficina de Estadísticas Nacionales del Reino Unido.

«Las pautas generalmente aconsejan no recetar sedantes con sustitutos de opioides, ya que pueden aumentar el riesgo de muerte por sobredosis,» dijo el profesor Matthew Hickman, coautor y codirector de la Unidad de Investigación de Protección de la Salud de NIHR en Evaluación de Intervenciones de la Universidad de Bristol.

«Sabemos que esta prescripción persiste, lo que creemos que puede deberse a la incertidumbre sobre la fuerza de la evidencia,» dijo Hickman.

«Aunque es posible que el efecto que se muestra en este estudio se deba a otras causas, por ejemplo, a las características de aquellos a quienes se les recetaron benzodiacepinas en lugar del medicamento en sí mismo, nuestra recomendación es evitar o pensar con mucho cuidado la prescripción conjunta de benzodiacepinas para este grupo de pacientes. El desafío ahora es encontrar alternativas a la prescripción de benzodiacepinas.»

Referencia bibliográfica:

Macleod, J., Steer, C., Tilling, K., Cornish, R., Marsden, J., Millar, T., … Hickman, M. (2019). Prescription of benzodiazepines, z-drugs, and gabapentinoids and mortality risk in people receiving opioid agonist treatment: Observational study based on the UK Clinical Practice Research Datalink and Office for National Statistics death records. PLoS Medicine, 16(11), e1002965. https://doi.org/10.1371/journal.pmed.1002965

Fuente: Psychcentral

  • Artículos de opinión (Op-ed)

Los mejores juegos didácticos para niños

  • 12/12/2019
  • Laura Fuster

Se acercan las navidades y con ellas las dudas sobre qué regalar a los niños para papa noel o los reyes magos. Los papás y mamás que vienen a nuestra consulta de psicología en Valencia, se quejan de que en los últimos tiempos parece imposible despegar a los más pequeños de las pantallas y las nuevas tecnologías. Por ello, una buena alternativa  en los regalos de navidad son los juegos educativos.

La regla de los cuatro regalos

Una duda muy frecuente es el número de regalos que hacer a los más pequeños. Estas cuatro reglas podrán ayudarte:

1.Regalo práctico
Un obsequio que el niño pueda utilizar o le venga bien tener,  como una prenda de ropa.

2.Regalo necesario

Algo que el niño deba tener para su día a día. Por ejemplo cosas que necesite para el colegio como colores, un estuche, etc.

3.Regalo deseado

Uno de los regalos que el niño quiere. Si tu hijo a pedido tres o cuatro cosas a los reyes magos o papa noel, selecciona la más apropiada para su edad y la que pienses que puede hacerle más ilusión.

4.Regalo educativo

Regalos como libros, excursiones educativas o juegos didácticos como los que te presento a continuación.

Ventajas de los juegos educativos

Mejoran la atención

En todos los juegos didácticos que te voy a sugerir es muy importante que el peque esté centrado en el desarrollo de la partida y no se despiste ni un segundo. Desviar su atención puede hacer que se vea con un montón de cartas más y muy lejos de ser el vencedor.

Mejoran la memoria

En estos juegos educativos la memoria es una arma muy útil que puede llevar al niño/a a ganar la partida. Puede ser que tenga que memorizar sus cartas o las de sus compañeros para tener una respuesta más rápida o recordar personajes anteriormente descritos.

Entrenan las habilidades sociales

Todos estos juegos de mesa se juegan con más personas, por lo que los niños tendrán que comunicarse, iniciar y mantener conversaciones, hacer peticiones, hacer críticas, manejar la frustración, etc.

Aumentan la paciencia

En estos juegos deberán respetar los turnos. Además, que no se anticipen puede ser crucial para ganar. Por lo tanto, los niños deberán frenar su impulsividad y cargarse de paciencia.

Mejoran la autoestima

Cuando, a través de la práctica, a un niño se le acaba dando bien un juego, esto le trasmite emociones positivas. Los juegos didácticos pueden mejorar el concepto que tiene de sí mismo y aprender que los errores se pueden subsanar y no son negativos ni definitivos.

Los mejores juegos educativos y didácticos

Dixit

 

Para mí, más que un juego, una obra de arte. Te podrá parecer exagerado pero sus ilustraciones son preciosas y sorprende la manera en la que consiguen evocar historias. Precisamente, de eso trata e juego, de plantear historias, películas, canciones, frases o incluso sonidos que tengan que ver con una de tus cartas.

En tu turno, como narrador, elige una carta de tu mano y da una pista sobre ella (palabras, frases, canciones, etc.). Por ejemplo: “Viaje”.

Todos los jugadores eligen de entre sus cartas, la que mejor se adapte a la pista. Baraja y revela todas las cartas elegidas. Todos, en secreto, intentan adivinar tu carta, utilizando las fichas de voto. Una vez que todos hayan votado, comienza la ronda de puntuación.

Por lo tanto, la dificultad del juego radica en dar pistas de dificultad equilibrada, para evitar que todos o ninguno la adivinen. El resto de jugadores obtienen puntos si aciertan la carta del narrador o si otro jugador ha votado por su carta. Lo puedes encontrar aquí. A partir de cuatro jugadores. A partir de los ocho años.

Dobble

Dobble es un juego de cartas con ocho símbolos en cada una de ellas y en las que sólo uno se repite. Admite cinco dinámicas de juego. Por lo tanto, son muchos juegos en uno.
Debes coger dos cartas al azar y ponerlas boca arriba sobre la mesa a la vista de todos los jugadores. Buscad el símbolo idéntico en las dos cartas (misma forma y mismo color, sólo el tamaño puede variar). El primer jugador que encuentre este símbolo, lo nombra y roba dos nuevas cartas que pondrá sobre la mesa.

No hay que olvidar que para ser el más veloz debes mantener la concentración, si te despistas, te ganarán. Sólo si tus reflejos son los más rápidos, vencerás.

Como comentaba,  Dobble contiene varios mini-juegos, cada cual más divertido, aunque el objetivo siempre es el mismo: ser el más rápido, ya que todos los jugadores juegan a la vez. Puedes conseguirlo aquí. De dos a ocho jugadores. A partir de los seis años.

Jungle speed

El juego consiste en unas cartas con dibujos variados que los jugadores van sacando por turnos y el objetivo es quedarse sin cartas. Si el dibujo de dos jugadores coincide, deben coger el tótem, un palo de madera incluido en el juego, que se encontrará en el centro de la mesa. El más rápido le dará su mazo de cartas jugadas al jugador más lento y para complicarlo un poco, también encontraremos una serie de cartas especiales que crearán situaciones que harán variar las reglas.

Por tanto, los jugdores tienen que encontrar las cartas con el mismo símbolo que la suya y atrapar el totem.

El primer jugador en quedarse sin cartas, ganará la  partida. En este juego es importante estar muy concentrado y ser rápido. Pero, a su vez, si te anticipas y te equivocas das una gran ventaja a tus contrincantes, ya que te llevas todas las cartas descubiertas por el resto de las manos durante la partida.  Se requiere mucha concentración ya que algunos de los símbolos «tribales» son muy parecidos y llevan a confusión.
Lo puedes comprar aquí. De dos a diez jugadores. A partir de siete años.

Times UpEn este juego debemos adivinar personajes descritos por nuestro compañero de equipo. Consta de tres rondas, en la primera se describe, en la segunda se dice sólo una palabra y en la tercera… ¡silencio! solo mímica. El objetivo del juego es adivinar más personajes que el equipo rival.

Este juego es para niños un poco más mayores (sobre doce años), ya que los personajes que debemos adivinar pueden ser difíciles para jugadores más pequeños. Podrán entrenar la capacidad lingüística ya que tendrán que hacerse entender para que su compañero adivine. Además, con la parte de mímica tendrán que «perder la vergüenza» y hacer uso de su expresión corporal. Puedes compara este regalo aquí. De cuatro a doce jugadores. A partir de doce años.

El mejor regalo es tu tiempo

Lo más importante de los juegos educativos que te he sugerido es que son para más de dos jugadores. Si de verdad quieres hacer a tus hijos un regalo fantástico para estas navidades, juega con ellos.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Las razas humanas no existen

  • 11/12/2019
  • Equipo de Redacción

Al decir de alguien que es blanco o negro, es posible que pensemos que pertenece a una categoría biológica definida por su color. Mucha gente cree que la pigmentación de la piel refleja la pertenencia a una raza, “cada uno de los grupos en que se subdividen algunas especies biológicas y cuyos caracteres diferenciales se perpetúan por herencia”, según la RAE. Esa noción, en el caso de nuestra especie, carece de sentido. Desde un punto de vista biológico, las razas humanas no existen.

En la piel hay melanocitos, células que producen y contienen pigmentos. Hay dos tipos de pigmentos, llamados melanina: uno es marrón parduzco (eumelanina) y el otro, rojo amarillento (feomelanina). El color de la piel depende de la cantidad y la proporción de ambos. Esto depende de diferentes genes: unos inciden en la cantidad de pigmento en los melanocitos y otros sobre la proporción entre los dos tipos de melanina. Por lo tanto, colores muy similares pueden ser el resultado de diferentes combinaciones y obedecer a configuraciones genéticas diferentes.

Los africanos, en general, son de piel oscura. Los dinka, de África oriental, la tienen muy oscura; los san, del sur del continente, más clara. Los nativos del sur de la India, Nueva Guinea y Australia también son de piel oscura. En el centro de Asia y extremo oriente, así como en Europa, las pieles son, en general, claras. Los nativos americanos las tienen de diferente color, aunque no tan oscuras como los africanos.

Si nos atenemos al color de la piel escondida bajo el grueso pelaje de los chimpancés, lo más probable es que nuestros antepasados homininos la tuviesen clara. Hace unos dos millones de años los miembros de nuestro linaje vieron reducido el grosor y consistencia del pelaje, que se convirtió en una tenue capa de vello. Esa transformación expuso la piel a la radiación solar ultravioleta, que puede causar cáncer y, además, eliminar una sustancia de gran importancia fisiológica, el ácido fólico. Seguramente por esa razón se seleccionaron variantes genéticas que oscurecían la piel, porque la melanina la protege de dichos daños.

Los seres humanos hemos llegado a casi todas las latitudes. Nuestra piel se ha visto expuesta a diferentes condiciones de radiación. Al igual que un exceso de rayos ultravioleta puede ser muy dañino, su defecto también lo es. Sin esa radiación no se puede sintetizar vitamina D, cuyo déficit provoca raquitismo y otros problemas de salud. Por esa razón, sin descartar otras posibles como la selección sexual a favor de las pieles más claras, la piel humana se ha ido aclarando en algunas zonas geográficas por selección natural.

Además, los movimientos de población han propiciado la mezcla de linajes, cada uno con sus rasgos genéticos y características pigmentarias, para dar lugar a múltiples configuraciones. El color de los seres humanos actuales es el resultado de una compleja secuencia de eventos biológicos y demográficos. No es posible delimitar biológicamente unos grupos y otros con arreglo a ese rasgo.

La diversidad genética existe

Lo anterior no pretende negar la diversidad genética en la especie humana. Existe diversidad, por supuesto.

Hay poblaciones con numerosas copias del gen de la α-amilasa y otras en las que hay muy pocas.

Los inuits toleran el frío mejor que otros seres humanos y cuentan con unas desaturasas que les permiten alimentarse con una dieta exclusivamente carnívora sin que ello les cause los problemas que provocaría a otros seres humanos.

Los pigmeos africanos presentan variantes genéticas relacionadas con el sistema inmunitario. Una mutación en el gen PDE10A –que codifica una fosfodiestearasa- permite a los bajau laut (los llamados “nómadas del mar”) permanecer sumergidos en apnea hasta trece minutos.

La mayor parte de europeos y descendientes de europeos, así como los miembros de otros grupos humanos en África, la península Arábiga y el subcontinente Indio retienen en la edad adulta la capacidad para digerir la lactosa de la leche.

Los tibetanos tienen menor concentración sanguínea de hemoglobina y una mayor densidad de capilares. Ambos rasgos parecen tener base genética.

En los pueblos de África occidental que hablan lenguas kwa la anemia falciforme es mucho más prevalente que en otros africanos.

Estos rasgos que caracterizan las poblaciones humanas no tienen correspondencia con el color de la piel. Ni las diferencias en el color de la piel se corresponden con muchos otros rasgos que también varían según otros patrones y por efecto de diversas presiones selectivas.

¿Un concepto útil?

Hay quienes sostienen que la categoría “raza” es útil en nuestra especie a efectos sociosanitarios. Se ha observado, por ejemplo, que los norteamericanos de origen africano (llamados habitualmente “afroamericanos”) tienen mayor propensión a padecer ciertas enfermedades. Por eso defienden el uso del término “raza” para diferenciar a negros de blancos. Un ejemplo es el de la mayor propensión -de base genética- de los afroamericanos a padecer cáncer de próstata. La mayor parte de ellos descienden de personas esclavizadas procedentes de pueblos de África Occidental en los que es muy frecuente la variante genética responsable. Cuando el gen en cuestión tiene, en esas mismas personas, ascendencia europea, la frecuencia de esa variante es muy inferior. Y todos ellos tienen la piel oscura.

Las categorías biológicas son problemáticas. En el mundo animal se diferencian, no sin dificultades, distintos linajes y grupos de linajes. Clasificamos a los animales en filos, clases, órdenes, familias, géneros, especies y, en algunos casos, subespecies. También pueden definirse categorías intermedias. Pero no tenemos razas. Por debajo de la especie o la subespecie, hay poblaciones.

En los animales domésticos sí se suele hablar de razas, pero ese es un caso muy especial, pues se han obtenido por selección artificial de determinados atributos. Se trata, por ello, de una categoría no trasladable al resto.

Claro que hay diversidad genética en la especie humana. Se ha producido, como en los demás animales, a causa de mutaciones al azar y por efecto de la selección natural sobre la frecuencia de las variantes genéticas en cada población, del flujo génico provocado por migraciones y cruzamientos entre individuos de diferentes poblaciones, y de la deriva genética. Pero no hay conjuntos homogéneos de variantes que permitan definir grandes grupos humanos a los que podamos denominar razas.

No hay, pues, fundamento para invocar su existencia. Como tampoco lo hay para justificar, sobre bases inexistentes, otras diferencias.

Autor: Juan Ignacio Pérez Iglesias – Catedrático de Fisiología, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea

Artículo publicado en The Conversation y cedido para su publicación en Psyciencia.

The Conversation

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Cuidado con decirle muchas mentiras a tus hijos

  • 11/12/2019
  • David Aparicio

A veces los padres utilizan las mentiras blancas para conseguir que su hijo se porte bien, siga indicaciones o se quede tranquilo. Nadie puede juzgarlos. Ser padres es una de las tareas más difíciles y estresantes que una persona puede afrontar.

Pero cuidado con usarlas en exceso. Un estudio del Journal of Experimental Child Psychology presentó datos que sugieren que decirle muchas mentiras a los niños puede ser contraproducente y extensas de lo que los padres pueden imaginar.

En ese estudio realizado por la Universidad Tecnológica de Singapore colaboraron 379 adultos que fueron encuestados para conocer si recordaban cuan a menudo sus padres le decían mentiras durante su infancia. La encuesta estaba conformada por 16 items que cubrían las mentiras que más frecuente (comida, mala conducta, dinero, etc. ) dicen los padres para lograr la obediencia de sus hijos.

Luego se les aplicó otra encuesta pero esta vez estaba destinada a conocer con qué frecuencia ellos les mentían a sus padres y las categorías que se incluyeron fueron: mentiras sobre sus actividades, amistades, y exageraciones sobre distintos eventos.

Y por último, se les aplicaron dos tests: un cuestionario psicométrico que evaluaba la disfunción social, problemas de atención, agresión y dificultad para seguir las reglas., y el test Levenson de psicopatía, el cual examina los rasgos de personalidad como impulsividad y mezquindad.

Con todos estos datos, se encontró que aquellos que reportaron tener padres que mentían más a menudo eran más propensos de mentirles también a sus propios padres, y los hijos empezaron a creer que ser deshonesto era moralmente aceptable cuando las condiciones lo exigían. La deshonestidad de los padres también erosionó la confianza en la familia y los hijos dejaron de confiar en sus padres, y por lo tanto se sentían menos obligados a decirles la verdad cuando sus padres se lo exigían. Otro dato interesante fue que los participantes a los que se les mintió con mayor frecuencia tenían más problemas de ajuste durante su adultez y tenían mayores problemas de externalización.

El estudio tiene dos limitaciones importantes que caben mencionar. Primero: se basó en una medida que no es muy confiable: la memoria de los participantes sobre la frecuencia y tipo de mentiras que recibían de sus padres. Segundo: Este tipo de estudio no puede establecer una inferencia causal, porque aun cuando los padres dijeran muchas mentiras, sus hijos también prodrían tener problemas clínicos que no fueron evaluados o controlados y que afectarían también su comportamiento y adaptación en la adultez. Como estas variables no fueron controladas en el estudio, entonces tampoco podemos decir con completa certeza que decirle mentiras a los niños ocasionará indudablemente problemas más adelante. Pero lo que si podemos decir es que si los padres desean enseñar el valor de la honestidad en sus hijos entonces deben modelar esta conducta y enseñarla con el ejemplo y no con solo palabras.

Referencia del estudio original: Setoh, P., Zhao, S., Santos, R., Heyman, G. D., & Lee, K. (2020). Parenting by lying in childhood is associated with negative developmental outcomes in adulthood. Journal of Experimental Child Psychology, 189, 104680. https://doi.org/10.1016/j.jecp.2019.104680

Fuente: BPS


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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Detox de las redes sociales no mejora tu bienestar, según nuevo estudio

  • 11/12/2019
  • David Aparicio

La moda del detox ha llegado con fuerza. Ya no solo hay que tomar batidos verdes y tés para desintoxicarnos de toda la supuesta inmundicia que consumimos, sino que también hay que abstenerse de las redes sociales porque supuestamente nos hacen más infelices, depresivos, solitarios y ansiosos.

Eso lo que nos dicen todos los dias en los medios, charlas y conferencias. El problema con la idea del detox tecnológico – y con el de los batidos también pero es tema para otro artículo – es que está basada en un cuerpo de evidencia contradictoria. Por un lado tenemos un grupo de estudios, en su mayoría correlacionales y retrospectivos, que han encontrado una débil relación, relación entre el uso de las redes sociales y efectos negativos, y otro grupo de investigaciones que no han encontrado tales efectos negativos.

¿Qué efectos podemos encontrar si elegimos activamente apartarnos de las redes sociales para mejorar nuestra salud?

Una nueva investigación de la Universidad de Kansas llevó esta pregunta al laboratorio y estudió directamente qué sucede cuando las personas deciden activamente evitar las redes sociales. Para ello reclutaron a un grupo de adultos y los agruparon en cinco grupos: un grupo que usaba las redes sociales (Facebook, Twitter, Snapchat e Instagram) como lo hacían normalmente (grupo control), otros cuatro grupos que se abstuvieron de utilizarlas por 1, 2, 3 y 4 semanas respectivamente. Para controlar que los participaran cumplieran con la abstinencia, los investigadores crearon cuentas epara chequear la actividad que tenían los participantes en las redes.

Todos los investigadores completaron diariamente un diario que registraba la cantidad de tiempo que pasaban haciendo diversas actividades durante el día: comer, trabajar, ver televisión, hablar con amigos, etc. También completaron una serie de cuestionarios psicométricos para evaluar el bienestar, calidad de vida y soledad. Al final se excluyeron a todos los participantes que no pudieron abstenerse de usar las redes por el tiempo acordado y la muestra final quedó reducida a 130 participantes.

Los autores revisaron los datos y buscaron algún tipo de relación entre la evitación de las redes sociales y un posible incremento en el bienestar de las personas, pero los datos no mostraron ningún efecto significativamente positivo, ni cuando se abstuvieron de usar las redes por 1 o 4 semanas.

Los resultados refuerzan el argumento de que la evidencia de los efectos nocivos de las redes sociales es contradictoria, que no tenemos datos rigurosos para culpabilizar a las redes sociales como causa de los problemas de salud mental y que tenemos que interpretar con mayor escrutinio las investigaciones correlacionales que reportan la influencia negativa de las redes sociales y debemos ser muy cuidados a la hora de decir tajantemente que el uso de redes sociales se relaciona con depresión, síntomas negativos, etc, porque la evidencia presentada a este momento es insuficiente.

Referencia del estudio original:Jeffrey A. Hall, Chong Xing, Elaina M. Ross & Rebecca M. Johnson (2019) Experimentally manipulating social media abstinence: results of a four-week diary study, Media Psychology, DOI: 10.1080/15213269.2019.1688171

Fuente: BPS

  • Análisis

Música para robots

  • 10/12/2019
  • Fabián Maero

Uno de los epítetos que con mayor frecuencia he visto esgrimir en contra de conductistas es que son “robots”. Alguna vez hemos notado que este epíteto suele venir en dos sabores; el primero es la acusación de que los conductistas tratan a las personas como si fueran robots; el segundo sabor es que los conductistas mismos son robots.  Esta vez, en lugar de inútilmente defendernos del epíteto, veremos si podemos apropiarnos de él para darle un uso un poco más interesante.

¿Qué pasa cuando un conductista se interesa por los robots?

Parece el principio de un chiste, así que mejor aclaremos: no, no estamos hablando de qué es lo que pasa cuando un conductista se enamora de un robot (debe haber algún caso de la Regla 34 que involucre a Skinner y robots), sino de qué es lo que pasa cuando la disciplina se interesa por los robots, inteligencia artificial, y temas vinculados. Dicho de otro modo: ¿es posible utilizar los principios conductuales para tratar de comprender no sólo la conducta de los organismos biológicos, sino de lo que podríamos llamar organismos no biológicos (ONB, para usar un término que englobe tanto robots como software, inteligencia artificial, etc.)?

Resulta que no estamos planteando nada novedoso, ya que la respuesta a esa pregunta, sobre la relación entre ciencia conductual y robótica, tiene ya más de medio siglo.

Programación y libertad

La cuestión central hoy para los organismos no biológicos (ONB) no es tanto cómo construirlos. Probablemente nunca haya sido tan accesible como hoy la construcción de robots –incluso la marca de juegos infantiles Lego ofrece kits de robots para niños (lamentablemente no ofrecen kits de niños robots). La cuestión central es más bien como programarlos para que hagan lo que queremos que hagan, es decir, cómo controlar su conductas.

Especialmente un objetivo central para los ONB es dotarlos de cierta autonomía de funcionamiento. Desde una aspiradora robot hasta un asistente digital, el objetivo es que puedan desempeñar cada vez más tareas de manera autónoma, con mínima necesidad de programación.

De manera general, hay dos abordajes: programar lo que queremos que hagan, o bien programar formas de responder para que el ONB realice la tarea en cuestión.

La relación entre ciencia conductual y robótica, tiene ya más de medio siglo

Con respecto al primero, una buena parte de los ONB que existen hoy tienen sus conductas completamente programadas, sin manera de salirse de ese repertorio. Los robots que se utilizan en las líneas de montaje, por ejemplo, tienen un repertorio de movimientos que se reduce a los necesarios para su tarea. Si uno de estos robots, por ejemplo, ordena cajas, es porque alguien ha programado todos y cada uno de los pasos para hacerlo: escanear la cinta transportadora, reconocer las cajas, tomarlas, llevarlas hasta cierto lugar y depositarlas, etc.

Para tareas simples en entornos estables este abordaje suele ser suficiente. Sin embargo, a medida que se complejiza lo que les pedimos, o cuando el entorno es variable, ese abordaje no resulta práctico ni flexible. Programar cada contingencia posible en circunstancias cambiantes o complejas puede ser abrumador o directamente imposible si las circunstancias no se pueden anticipar completamente.

Tomemos el caso de las sondas robots que la NASA ha enviado a Marte para exploración. Debido al retraso de las comunicaciones por la distancia entre la Tierra y Marte (las ondas de radio tardan unos 13 minutos en llegar de un planeta a otro), no es posible controlarlas efectivamente en tiempo real, de manera que la forma de manejar su comportamiento fue dotarlos de algunos principios de funcionamiento para que puedan funcionar de manera autónoma, adaptándose a las particularidades del terreno (de paso, tómense un momento para apreciar el hecho de que hoy Marte es un planeta habitado exclusivamente por robots).

Artículo recomendado: Sin psicólogos no hay viaje a Marte

Entonces, por un lado, tenemos robots que tienen todas sus acciones programadas. Pero en eso son muy distintos a los seres vivos. Un animal tiene muy pocas conductas “programadas”, en relación con su repertorio real de conductas. Esto es así porque un animal tiene que lidiar con un ambiente que siempre cambia más rápido de lo que los procesos evolutivos lentos pueden seguir. “Programar” evolutivamente conductas es mala idea. En cambio, la evolución ha dotado a los animales de formas rápidas de adaptarse a las particularidades de su ambiente en su período de vida. La variedad de la conducta de los animales no viene de su programación, sino de la presencia de procesos que le permiten desarrollar nuevas conductas a medida que va lidiando con su ambiente – nos referimos principalmente a los procesos del aprendizaje respondiente y operante.

Los robots, como las sondas marcianas, con un grado mayor de “libertad”, son más interesantes desde un punto de vista conductual, porque se enfrentan al mismo problema: responder a un entorno cambiante. Usando una analogía con los organismos biológicos, si las máquinas programadas parecieran actuar y exclusivamente por reflejos, estos robots se parecen más a un organismo que actúa en y con su contexto.

La variedad de la conducta de los animales no viene de su programación, sino de la presencia de procesos que le permiten desarrollar nuevas conductas a medida que va lidiando con su ambiente

Entonces, ¿qué pasa si construimos nuestros robots de manera que funcionen más como un organismo biológico? ¿Qué pasa si construimos robots que puedan responder a su ambiente, y más aún, aprender de su ambiente? Resulta que hay una disciplina que desde hace casi un siglo viene estudiando la conducta, la forma en la cual los organismos interactúan con su ambiente, y cómo las conductas complejas emergen de la interacción de procesos aparentemente simples.

Entonces: ¿qué pueden ofrecer los principios formulados por la ciencia de la conducta a la robótica, y qué, a su vez, puede aprender la ciencia conductual de ella? Para ensayar una respuesta a esta pregunta, díganle a Siri que ponga el teléfono en silencio, apaguen su aspiradora robot, y remontémonos a la época de nacimiento de la robótica moderna.

Tortugas mecánicas enamoradas

En 1950, entró en la escena de la naciente disciplina de la robótica un curioso personaje llamado William Grey Walter. Neurofisiólogo y técnico de electroencefalógrafo, fue descripto así por sus biógrafos: “su reputación popular y académica abarcaba una heterogénea serie de roles, desde pionero en robótica, experto en explosivos de seguridad doméstica, intercambiador de esposas, experto en televisión, usuario de drogas experimentales y buceador desnudo hasta anarco sindicalista, defensor de la leucotomía y terapia electroconvulsiva”(Hayward, 2001). Muchas imágenes se nos vienen a la mente con semejante descripción, pero la de un tipo aburrido no es una de ellas.

Las tortugas se movían lenta y constantemente en un patrón semicircular hasta detectar una fuente de luz gracias a su fotocelda

Walter se hizo conocido por la construcción de dos robots, a los cuales llamó Elmer y Elsie, conocidos como “tortugas mecánicas”. Se trataba de unas máquinas pequeñas con tres ruedas dispuestas como un triciclo y un caparazón plástico (de ahí el mote de tortugas), del cual emergía una suerte de periscopio. Cada tortuga tenía dos motores (uno para la rueda de dirección, y otro para las ruedas de propulsión), una fotocelda (como los sensores para luces exteriores que las encienden automáticamente al caer la noche), un sensor de tacto en el borde del caparazón, y un par de condensadores y tubos de vacío que interconectaban los componentes. Elmer y Elsie carecían de cualquier programación en el sentido usual del término. De estructura completamente analógica, no tenían chips ni transistores, sino sólo algunos tubos de vacío y condensadores que más o menos equivalían a dos neuronas. Esto es, no tenían un “cerebro” central, sino que todas sus conductas eran derivadas de la interconexión entre componentes: la activación de uno desactiva a otro, y así.

Las tortugas fueron presentadas académicamente en un artículo titulado Una imitación de la vida (Walter, 1950), porque era justamente lo que Walter estaba intentando hacer: construir máquinas que actuaran como organismos vivos, y de hecho se refiere a ellas en el texto como “criaturas”. Walter las denominó siguiendo la convención taxonómica, con el nombre científico de Machina Speculatrix, porque su movimiento daba la impresión de que estaban especulando sobre el camino a seguir. Sobre su construcción, afirmó que “el número de componentes en el aparato fue deliberadamente restringido para descubrir el grado de complejidad conductual e independencia que podía alcanzarse con el menor número de elementos conectados en un sistema proporcionando el mayor número de interconexiones posibles”.

Las tortugas se movían lenta y constantemente en un patrón semicircular hasta detectar una fuente de luz gracias a su fotocelda. Al detectarla, avanzaban más rápidamente hacia ella, y al llegar empezaban una suerte de danza alrededor de la luz. Si en su recorrido tocaban un obstáculo con el caparazón podían empujarlo o rodearlo. Eso es todo lo que habían sido construidas para hacer.

¿Qué tanta complejidad conductual se puede esperar de un mecanismo construido de manera tan sencilla? Mucha, al parecer. Las tortugas exhibieron conductas inesperadas que de ser observadas en animales se hubieran podido atribuir a organizaciones complejas. Este es el relato de Walter de lo que sucede cuando una tortuga queda frente a un espejo: “Cuando los modelos fueron construidos por primera vez, una pequeña luz fue conectada al circuito del motor de dirección para indicar cuándo el motor estaba encendido o apagado. Pronto se halló que esta luz permitía a las máquinas una nueva conducta. Cuando la fotocelda ve la luz indicadora en un espejo o reflejada en una superficie blanca, la luz del modelo titila y el modelo baila frente a su reflejo de una manera tan específica que un biólogo estaría justificado en atribuirle una capacidad de auto-reconocimiento.”

Las tortugas exhibieron conductas inesperadas que de ser observadas en animales se hubieran podido atribuir a organizaciones complejas

Y la casi poética descripción de lo que sucede cuando dos tortugas quedan cara a cara: “Cuando dos criaturas de este tipo se encuentran cara a cara son afectadas de una manera similar pero distintiva. Cada una, atraída por la luz que la otra lleva, extingue su propia fuente de atracción, de manera que los dos sistemas se involucran en una oscilación mutua que lleva finalmente a una retirada estable (…) Cuando ambas están atraídas por la misma luz, su lucha a medida que se acercan a la luz evita que cualquiera alcance su meta”

Oh, y sí, tenemos videos de las tortugas:

Al año siguiente, bajo el título “Una máquina que aprende”, Walter relató la construcción y funcionamiento de CORA, la siguiente generación de Elmer y Elsie. CORA (por las siglas en inglés de Análogo de Reflejo COndicionado) era exteriormente muy similar a Elmer y Elsie, con el añadido de un micrófono que le permitía registrar sonidos. Pero lo característico de CORA es que poseía un circuito simple que le permitía “aprender” de una manera basada explícitamente en el condicionamiento pavloviano.

CORA, si bien de diseño un poco más sofisticado que Elmer y Elsie, era de construcción completamente analógica, nada de transistores, computadoras, ni programación. Con su capacidad para condicionamiento pavloviano, CORA podía asociar por ejemplo un sonido a un obstáculo:

“He trabajado con un modelo en movimiento equipado con uno de estos dispositivos de aprendizaje. La situación que tenía que resolver era llegar a su comida y buscar alrededor de un taburete en el medio del piso. Su educación consistió simplemente en tratar de enseñarle que el sonido significaba obstáculo, que a su vez significaba problemas. El entrenamiento consistía en hacer sonar un silbato policial y patearlo. Después de haber sido silbado y pateado una docena de veces, descubrió que un silbato significaba problemas. Luego eliminamos el estímulo específico: el taburete. El silbato sonó y evitó el lugar como si hubiera un taburete allí.

Fui más ambicioso aún. En Inglaterra, un silbato de policía tiene dos notas que suenan juntas y hacen un sonido particularmente desagradable. Traté de enseñarle, por tanto, que una nota significaba obstáculo, y que la otra nota significaba comida. Traté de hacer este reflejo diferencial al tener dos circuitos sintonizados, uno de los cuales estaba asociado con la respuesta apetitiva y el otro con la respuesta de evitación. Se realizó un arreglo en el cual un lado del silbato sonaba antes de que la máquina tocara un objeto para que aprendiera a evitarlo, mientras que el otro lado del silbato sonaba antes de que supuestamente viera la luz. El efecto de dar ambas notas fue casi siempre desastroso; se fue directamente a la oscuridad en el lado derecho de la habitación y se cernió por allí durante cinco minutos en una especie de mal humor. Dejó de responder a la estimulación y corrió en círculos.”(Inhelder & Tanner, 1956).

Esta última experiencia es particularmente intrigante, porque resulta notablemente similar a un conocido experimento en condicionamiento clásico. Pavlov tenía un perro, llamado Vampiro, que “había sido entrenado, a través de experimentos de salivación, para reaccionar de manera diferente a dos imágenes: una elipse y un círculo. Una forma sería reforzada, la otra suprimida. A medida que las elipses se volvían cada vez más redondeadas y menos ovaladas, la tarea se hizo más difícil hasta que finalmente el vampiro no pudo distinguir las dos formas. Y entonces el pobre perro se quebró. Originalmente tranquilo por naturaleza, comenzó a gritar y correr en círculos, habitualmente ladrando sin razón aparente y babeando copiosamente.”(Johnson, 2014)

La similitud entre las reacciones de CORA y de Vampiro nos hacen sospechar que quizá no se trate de fenómenos enteramente diferentes entre sí.

Pensar, con todo el cuerpo

¿Siguen aquí? Pensé que ya se habrían espantado, este artículo está superando incluso mis niveles normales de nerdismo. Sigamos un poco más entonces.

¿Por qué las tortugas mecánicas de Walter son relevantes? Porque proporcionan una demostración contundente de que conductas complejas pueden surgir no por haber sido programadas, sino como propiedades emergentes a partir de procesos aparentemente simples que no dependen de un núcleo o cerebro central, sino del organismo todo interactuando con el ambiente.

Las conductas de Elmer, Elsie y CORA dependen de todas las partes de su cuerpo, y de la interacción de estas con el ambiente; remover un tubo de vacío tiene efectos tan dramáticos como remover las ruedas de propulsión o la celda fotoeléctrica. Asimismo, las peculiaridades de su conducta (“reconocerse” en un espejo), surgen de la interacción con ciertos aspectos del ambiente.

Pasemos ahora a un ejemplo un poco más ruidoso. Como todo el mundo sabe (lo dicen todos los días en los programas de TV de la tarde), las hembras de grillos tienen una conducta de fonotaxia, es decir, se mueven hacia ciertos sonidos. Las hembras son atraídas por el canto de los grillos machos, moviéndose hacia el sonido más fuerte, pero sólo reconocen un canto específico, con cierto patrón rítmico, que es propio de cada especie.

Conductas complejas pueden surgir no por haber sido programadas, sino como propiedades emergentes a partir de procesos  aparentemente simples que no dependen de un núcleo o cerebro central, sino del organismo todo interactuando con el ambiente

¿Cómo explicar esto? Si quisiéramos usar un abordaje representacional, como el que solemos usar para analizar la cognición humana, podríamos postular que las hembras registran los sonidos del ambiente, discriminan los cantos propios de la especie comparándolo con un modelo mental, para a continuación triangular la posición y dirigirse hacia ella, etc. Podríamos especular que en el cerebro de los grillos hay un módulo específicamente dedicado a esto.

Nada más lejos de lo que realmente sucede, que es fascinante.

Los grillos poseen un sistema de audición de dos vías, que es inherentemente direccional. Poseen un tímpano ubicado en las patas, que recibe sonidos de dos maneras: a) directamente a través del aire y b) a través de un conducto interno que termina en unas aperturas en el lomo.

Como el sonido requiere de cierto tiempo para viajar en el aire, cuando un sonido llega al grillo llega en distintos momentos a cada tímpano. Esto activa un par de interneuronas conectadas a cada tímpano, que a su vez están conectadas a las patas del grillo. De esta manera, la hembra del grillo no necesita triangular la posición para orientarse: basta con que gire en la dirección de la interneurona que se activó primero. La regla es muy simple: girar en la dirección de la interneurona que se active primero.

El canto del grillo macho es rítmico, empieza y termina a intervalos regulares. Esto se debe a que una vez activadas las interneuronas necesitan unos momentos para volver al estado de reposo, por lo cual si el sonido fuese continuo o demasiado rápido ambas se activarían a la vez y no se podría distinguir qué interneurona se activó primero, por lo cual la hembra se perdería. Si por el contrario, el canto fuera demasiado lento, con sonidos muy espaciados, la hembra perdería el rumbo, como si usara un GPS que actualizara la información cada media hora.

Tampoco la hembra necesita “filtrar” deliberadamente los sonidos del ambiente: sucede que el conducto interno no transmite bien los sonidos difusos del ambiente sino sólo los sonidos de cierta frecuencia –la frecuencia del canto de los grillos machos. Solo sonidos de esa frecuencia llegan por el conducto hasta el tímpano y activan las interneuronas. Por eso mismo se orientan hacia los cantos de mayor volumen (que suelen ser también los más cercanos), porque son los que más activan las interneuronas. Y de esta manera también se pueden sortear obstáculos, siguiendo el sonido del lado que se active primero. El “análisis” del sonido es de esta manera hecho no por el cerebro sino por el cuerpo.

En base a esto, una investigadora llamada Barbara Webb, junto con su equipo, diseñó unos robots para investigar la fonotaxia. Estos grillos robots fueron construidos a semejanza a los grillos reales, con micrófonos en lugar de tímpanos y ruedas en lugar de patas, pero con una conexión similar entre los micrófonos y las ruedas. Los experimentos consistieron entonces en ubicar un par de parlantes para observar la respuesta de los grillos robots. Estas fuentes de sonido reprodujeron sonidos rítmicos a una frecuencia determinada para ver si podrían “atraer” a los grillos robots.

Música para robots. Y estos robots, que no tenían otra programación más que “moverse en la dirección del micrófono que se activa primero” -Webb señala que sólo usaron 100 líneas de código- efectivamente se movieron hacia los parlantes de una manera similar a la de los grillos (Webb, 1996). Y sí, también hay videos de los grillos robot:

Nuevamente: procesos simples que en la interacción con el ambiente dan lugar a conductas complejas, sin necesidad de cerebros complejos. Las tortugas mecánicas y los grillos robots nos invitan a pensar que hay otras formas de pensar las conductas complejas y que no todo gira en torno al cerebro. Nuestro hábito de pensar a la cognición como algo vinculado exclusivamente al cerebro quizá termine siendo un obstáculo a la hora de comprenderla.

Barrett lo dice así “Tenemos que considerar a la cognición de manera más amplia –como la forma en la cual los animales conocen y se involucran con sus ambientes, y no simplemente como una cuestión de tener “procesos de pensamiento” internos que sean más o menos similares a los nuestros ”(Barrett, 2011)

Skinnerbots

Las tortugas de Walter y los grillos nos permiten observar procesos sencillos de interacción con el ambiente, pero a medida que la tecnología fue mejorando, fue posible construir máquinas más sofisticadas, capaces de desplegar fenómenos conductuales más complejos. En 1997 dos investigadores, Touretzky y Saksida, presentaron un artículo describiendo el condicionamiento de lo que ellos llamaron un Skinnerbot: “robots autónomos con aprendizaje que emplean estrategias y exhiben efectos conductuales característicos del aprendizaje instrumental” (Touretzky & Saksida, 1996, 1997).

Un Skinnerbot es un robot dotado con un programa que puede aprender en base a recompensas que quien investiga puede administrar con un control remoto (un clicker, digamos), que es el equivalente a una recompensa. Touretzky y Saksida desarrollaron un robot, al que llamaron Amelia, que podía aprender en base a recompensas y emitir sonidos que informaban de su estado. Los investigadores pudieron moldear conductas en Amelia en base a reforzamiento simple.

Como lo describe un reportero: “Por ejemplo, un experimento es enseñarle a Amelia a recoger perros de juguete, colocando juguetes rosas en una caja y colocando juguetes verdes en otra. Al principio, Amelia sólo sabe de manera innata que puede recoger juguetes y ponerlos en cajas. Ella hace esto al azar, emitiendo sonidos que indican que no sabe lo que se espera de ella. Cuando por azar pone un juguete verde en una caja designada para juguetes verdes, Saksida presiona el control remoto. El cerebro electrónico de Amelia nota que algo bueno ha sucedido y Amelia emite un alegre pitido electrónico. Cuando el experimento continúa, Amelia descubre que colocar un juguete rosa en la caja de juguetes verdes no le da ningún resultado. Ella registra desilusión por no haber recibido el premio que esperaba. Eventualmente, ella aprende que puede ser recompensa por colocar el juguete rosado en la caja de juguetes rosados.”

En otro experimento el entrenador recompensó a Amelia cada vez que se acercase a él, lo cual resultó en Amelia siguiendo al entrenador por todo el laboratorio. Si alguna vez han leído al respecto o si han intentado entrenar un animal con un clicker, notarán que el proceso es notablemente similar.

En las últimas décadas, se han propuesto y desarrollado un buen número de robots e inteligencias artificiales basadas en los principios de aprendizaje clásico y operante. Estos principios han tenido variadas aplicaciones, tales como ayudar a que los robots aprendan a  mantener el equilibrio (Zhang, Ruan, Xiao, & Huang, 2017), navegar laberintos sin ayuda (Dumesnil, Beaulieu, & Boukadoum, 2016), mejorar las respuestas de robots sociales (Dominguez, Zalama, García-Bermejo, & Pulido, 2006), simulaciones de computadora para estudiar conducta verbal (Hutchison, 1998), entre otros.

Análisis conductual y robótica: ¿para qué?

Podemos preguntarnos, llegados a este punto, cuál es la utilidad del diálogo entre análisis conductual y la disciplina de la robótica en sentido amplio (incluyendo desde robots hasta inteligencia artificial y simulaciones). William Hutchinson, en un artículo titulado El papel central del análisis conductual en la robótica moderna, y viceversa, enumera tres impactos principales que este cruce puede tener.

En primer lugar, nos sirve para aprender. Por ejemplo, se han utilizado simulaciones de computadora para investigación. En una simulación es posible especificar para un organismo digital las contingencias, las relaciones funcionales a investigar, y analizar la conducta resultante. De hecho, varias investigaciones han utilizado simulaciones de computadora para investigar cuestiones conductuales (Catania, 2005; Epstein, 1986; Kemp & Eckerman, 2001).

En segundo lugar, nos sirve para probar que es posible generar conductas complejas a partir de procesos simples. La construcción de un robot o de un software con principios operantes que puede realizar conductas complejas es una demostración que los principios conductuales pueden ser suficientes para generar los fenómenos analizados. “Un organismo computarizado operante puede tener exactamente las propiedades que especificamos y ninguna otra (…) Podemos también controlar y registrar cada detalle de la historia del organismo computarizado mientras creamos historias ambientales que aíslan relaciones causales (…) Cuando un organismo operante diseñado por nosotros adquiere conducta verbal en un ambiente bajo nuestro completo control, aún no habremos probado que esta es la forma en la cual los humanos adquieren conducta verbal, pero habremos probado que el aprendizaje operante es suficiente para producir esa conducta.”(Hutchison, 1998)

En tercer lugar, y esto más desde el lado de la robótica, el uso de principios conductuales permite resolver una cuestión crucial: la creación de ONB autónomos, que puedan aprender de la experiencia y que tengan cierto grado de autonomía, es decir, que no requieran ser programados para cada actividad. “Dotar a los robots de un sistema operante completo, incluyendo sus propios valores primarios tales como energía eléctrica (…) tiene un gran valor práctico al permitir a los robots aprender de su propia experiencia en lugar de necesitar la constante provisión de consecuencias de parte de un instructor humano” (Hutchinson, 2012)

Finalmente Hutchinson(2012) resume de esta manera el papel que el análisis conductual puede jugar en esto: “Los analistas de comportamiento son los más adecuados para liderar el desarrollo de inteligencia en estos robots emergentes, y hacerlo sería valioso para nosotros. La tecnología nos brinda mejores formas de expresar y probar nuestras formulaciones científicas, nos permite demostrar a personas ajenas a la disciplina la suficiencia de nuestras formulaciones y nos brinda roles valiosos en una industria importante, en la que podemos proporcionar una experiencia extremadamente relevante de la cual aquellos ajenos al análisis de la conducta son en gran parte ignorantes”

Cerrando

Creo que más allá de las aplicaciones específicas, el diálogo entre robótica y ciencia conductual nos permite pensar algunos aspectos amplios con respecto a la psicología humana, y en particular con respecto a la forma en la cual teorizamos. Si consideramos los robots que hemos descripto aquí podemos hacer algunas observaciones.

En primer lugar, estos robots señalan que el cerebrocentrismo, la tendencia a explicar todo a partir de cerebro, puede alejarnos de las respuestas correctas, especialmente cuando nos lleva a ignorar la forma en la cual la conducta surge como interacción entre el organismo completo y el ambiente. Por este motivo es que el análisis conductual siempre ha tenido una perspectiva holística y opuesta al reduccionismo.

En segundo lugar diría que estos ejemplos sugieren que es posible comprender conductas complejas a través de la interacción de procesos simples. La psicología tiende favorecer las explicaciones complejas y especulativas, y quizá no siempre sea la mejor idea. Los principios conductuales más conocidos, como los de reforzamiento, castigo, discriminación, respuestas relacionales, etc., son procesos relativamente simples, pero su combinación e interacción permite dar cuenta de fenómenos enormemente complejos. Como ejemplo podemos tomar la demostración de Skinner de que las conductas supersticiosas pueden ser explicadas a partir de la sola aplicación ciertos programas de reforzamiento, sin necesidad de apelar a fenómenos más complejos (Skinner, 1992).

Volviendo a citar a Barrett (cuyo libro, Beyond the Brain, recomiendo calurosamente): “la complejidad de la conducta del animal no es puramente un producto de su complejidad interna. La “parábola de la hormiga” de Herbert Simons ilustra vívidamente este punto. Imaginen una hormiga caminando en una playa, e imaginen la trayectoria que traza al moverse. La trayectoria mostraría un montón de giros y desvíos, y sería muy irregular y complicada. Uno podría suponer entonces que la hormiga tiene habilidades internas de navegación igualmente complicadas, y trataría de descubrirlas analizando la trayectoria para inferir las reglas y mecanismos que podrían producir un camino tan complejo. La complejidad de la trayectoria, sin embargo ‘es realmente una complejidad en la superficie de la playa, no una complejidad de la hormiga’. De hecho, la hormiga puede estar usando un conjunto de reglas muy simples: es la interacción de estas reglas con el ambiente lo que efectivamente produce una trayectoria compleja, no la hormiga en sí misma”(Barrett, 2011, p.42)

En tercer lugar, creo, estos ejemplos muestran que es peligroso hacer inferencias de intencionalidad o procesos internos a partir de la conducta observada. Si camufláramos un poco a las tortugas mecánicas de Walter para hacerlas pasar por un animal, un observador poco avisado podría pensar que las tortugas reconocen su propia imagen, cortejan y compiten con otras tortugas, e incluso se “angustian” ante la incertidumbre.

A medida que les pedimos a los ONB que ocupen tareas más y más complejas, nos vamos encontrando con un espejo que cada vez está más y más pulido, devolviéndonos una imagen que cada vez se parece más a nosotros. Las distopías en ciencia ficción suelen jugar con una idea aterradora: los robots van a dominar a los humanos (Matrix, Terminator, por ejemplo). Yo creo que la ciencia ofrece una idea bastante más escalofriante: la idea de que quizá, al final del camino, nos encontremos con que después de todo no somos tan diferentes.

¡Nos leemos la próxima!

Referencias bibliográficas:

  • Barrett, L. (2011). Beyond the brain: how body and environment shape animal and human minds. Princeton: Princeton University Press.
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  • Dumesnil, E., Beaulieu, P. O., & Boukadoum, M. (2016). Robotic implementation of classical and Operant Conditioning as a single STDP learning process. Proceedings of the International Joint Conference on Neural Networks, 2016–Octob, 5241–5247. https://doi.org/10.1109/IJCNN.2016.7727892
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  • Hayward, R. (2001). The Tortoise and the Love-Machine: Grey Walter and the Politics of Electroencephalography. Science in Context, 14(04), 615–641. https://doi.org/10.1017/S0269889701000278
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  • Kemp, S. M., & Eckerman, D. A. (2001). Why Simulate? Revista Brasileira de Terapia Comportamental e Cognitiva, 3(1), 25–35.
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  • Touretzky, D. S., & Saksida, L. M. (1997). Operant Conditioning in Skinnerbots. Adaptive Behavior, 5(3–4), 219–247. https://doi.org/10.1177/105971239700500302
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  • Zhang, X., Ruan, X., Xiao, Y., & Huang, J. (2017). Sensorimotor self-learning model based on operant conditioning for two-wheeled robot. Journal of Shanghai Jiaotong University (Science), 22(2), 148–155. https://doi.org/10.1007/s12204-017-1814-8
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

¿Es la familia el motivador social humano más importante en el mundo?

  • 06/12/2019
  • Maria Fernanda Alonso

Un equipo internacional de investigadores dirigido por psicólogos evolutivos y sociales de la Universidad Estatal de Arizona encuestó a más de 7000 personas de 27 países diferentes sobre lo que los motiva, y los hallazgos van en contra de 40 años de investigación, según los investigadores.

«Las personas calificaron constantemente el cuidado de los familiares y la retención de parejas como las motivaciones más importantes en sus vidas, y lo encontramos una y otra vez, en los 27 países que participaron,» dijo Ahra Ko, psicóloga de la Universidad Estatal de Arizona (ASU) y primera autora del artículo. «Los hallazgos se replicaron en regiones con culturas colectivistas, como Corea y China, y en regiones con culturas individualistas como Europa y Estados Unidos» (Ko et al., 2019).

El estudio incluyó personas de países que van desde Australia y Bulgaria hasta Tailandia y Uganda, que abarcan todos los continentes excepto la Antártida.

Los investigadores enviaron una encuesta sobre motivaciones fundamentales a los científicos en cada uno de los países participantes. Se tradujeron las preguntas al idioma nativo e hicieron modificaciones para que fueran culturalmente apropiadas.

Durante los últimos 40 años, la investigación psicológica evolutiva se ha centrado en cómo las personas encuentran parejas románticas o sexuales y cómo este deseo afecta otros comportamientos, como las decisiones de los consumidores. Pero los participantes del estudio calificaron constantemente esta motivación (llamada búsqueda de pareja) como el factor menos importante en sus vidas.

“El enfoque en la búsqueda de pareja en la psicología evolutiva es comprensible, dada la importancia de la reproducción. Otra razón para el énfasis excesivo en la atracción inicial es que los estudiantes universitarios han sido históricamente la mayoría de los participantes,» dijo la psicóloga Cari Pick, coautora del artículo. «Los estudiantes universitarios parecen estar relativamente más interesados ​​en encontrar parejas sexuales y románticas que otros grupos de personas.»

En los 27 países, los solteros priorizaron encontrar nuevas parejas más que las personas en relaciones comprometidas, y los hombres clasificaron la búsqueda de pareja más alto que las mujeres. Pero, las diferencias entre estos grupos fueron pequeñas debido a la prioridad general dada a la atención familiar.

Los psicólogos evolutivos definen el cuidado familiar como el cuidado y apoyo de los miembros de la familia, y la retención de pareja como el mantenimiento de relaciones románticas o sexuales a largo plazo. Estas dos motivaciones fueron las más importantes, incluso en grupos de personas que pensaban priorizar la búsqueda de nuevas parejas románticas y sexuales, como los adultos jóvenes y las personas que no tienen relaciones comprometidas.

«Estudiar la atracción es fácil y sexy, pero los intereses cotidianos de las personas se centran más en algo más saludable: los valores familiares,» dijo el Dr. Douglas Kenrick, autor principal del estudio. «Todo el mundo se preocupa más por su familia y sus seres queridos, lo que, sorprendentemente, no ha sido tan cuidadosamente estudiado como un motivador del comportamiento humano.»

Las motivaciones de la búsqueda de pareja y el cuidado de la familia también estaban relacionadas con el bienestar psicológico, pero de manera opuesta. Las personas que clasificaron la búsqueda de pareja como lo más importante estaban menos satisfechas con sus vidas y tenían más probabilidades de estar deprimidas o ansiosas. Según los hallazgos del estudio, las personas que clasificaron el cuidado familiar y las relaciones a largo plazo como lo más importantes calificaron sus vidas como más satisfactorias.

«Las personas pueden pensar que serán felices con numerosas parejas sexuales, pero en realidad son más felices cuidando a las personas que ya tienen,» concluyó Kenrick.

Referencia bibliográfica:

Ko, A., Pick, C. M., Kwon, J. Y., Barlev, M., Krems, J. A., Varnum, M. E. W., … Kenrick, D. T. (2019). Family Matters: Rethinking the Psychology of Human Social Motivation. Perspectives on Psychological Science: A Journal of the Association for Psychological Science, 1745691619872986. https://doi.org/10.1177/1745691619872986

Fuente: Psychcentral

  • Recursos para Profesionales de la Psicología

Psicología y cambio climático (PDF)

  • 06/12/2019
  • Equipo de Redacción

La psicología tiene un papel importante que desempeñar para ayudar a la sociedad a entender y a adaptarse al crecimiento de las amenazas del cambio climático. Las investigaciones psicológicas han explorado las percepciones de las personas y sus creencias sobre el cambio climático, desvelando algunos de los importantes factores que inhiben o promueven la consciencia.

Igualmente, los investigadores han comenzado a explorar las repercusiones actuales y potenciales del cambio climático en el bienestar social, incluyendo tanto los impactos a corto plazo de los desastres naturales como los graduales, impactos del peligro a largo plazo y del clima menos predecibles.

Adicionalmente a la amenaza de la salud mental, la evidencia pone de manifiesto que el cambio climático conllevará un incremento del suicidio y del conflicto social. La distribución de los impactos seguramente aumentará la injusticia social y la falta de equidad.

Investigaciones sobre el cambio en el comportamiento sugieren formas de afrontar adaptaciones positivas y un comportamiento más sustentable. Para maximizar la efectividad de esos estudios, los psicólogos necesitan trabajar colaborativamente con otras personas de otras profesiones.

Autora: Susan Clayton – The College of Wooster

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Fuente:Papeles del psicólogo

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