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  • Psicología aplicada

¿Sufrir estrés postraumático puede provocar más agresividad?

  • Maria Fernanda Alonso
  • 23/06/2020

Experimentar estrés postraumático puede tener efectos que van mucho más allá de la angustia sufrida en el momento en que ocurre el o los eventos. Consecuentemente, por ejemplo, las personas que lo han vivido pueden presentar más agresividad.

Esto podría explicarse porque dos vías cerebrales involucradas en la emoción se ven fortalecidas tras ocurrir aquellos sucesos, y su resultado sería mayor agresividad, según surge de los hallazgos de un nuevo estudio (Nordman et al., 2020).

La amígdala es una parte del cerebro esencial en el procesamiento de la emoción, los comportamientos sociales y la agresión. Los investigadores examinaron cómo los diferentes circuitos de la amígdala cambiaron en ratones machos después del estrés traumático. Descubrieron que se fortalecieron dos conexiones: el circuito que conecta la amígdala con el hipotálamo ventromedial y el núcleo del lecho de la estría terminal. Esto resultó en más ataques contra otros ratones. El primero de los circuitos modula la frecuencia de los ataques, mientras que el segundo controla su duración.

Posteriormente, los investigadores usaron bajas frecuencias de luz para evitar que las vías se fortalecieran, bloqueando un aumento en el comportamiento agresivo. La estimulación cerebral profunda puede provocar el mismo efecto en humanos, por esta razón, los autores sostienen que el tratamiento de estimulación cerebral profunda dirigida a esas vías puede obstaculizar la agresión asociada con el trastorno de estrés postraumático.

Referencia bibliográfica:

Nordman, J. C., Ma, X., Gu, Q., Potegal, M., Li, H., Kravitz, A. V., & Li, Z. (2020). Potentiation of Divergent Medial Amygdala Pathways Drives Experience-Dependent Aggression Escalation. The Journal of Neuroscience: The Official Journal of the Society for Neuroscience, 40(25), 4858-4880. https://doi.org/10.1523/JNEUROSCI.0370-20.2020

Fuente: Science Daily

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  • Psicología aplicada

Más allá de los pulmones: la calidad del aire afecta el desarrollo temprano del cerebro

  • Maria Fernanda Alonso
  • 23/06/2020
Vivir en un ambiente sano es un derecho humano. Esto que puede sonar tan abstracto e intangible, encuentra su respaldo en más investigaciones de las que podemos recordar. Sin embargo, el hecho de que sean muchas no significa que se haya estudiado a cabalidad la situación. Muchas investigaciones han destacado su importancia respecto de la salud pulmonar y cardiovascular, pero los científicos están yendo más allá: un estudio reciente encontró un vínculo entre la contaminación del aire relacionada con el tráfico y mayor riesgo de cambios en el desarrollo del cerebro, relevantes para los trastornos del desarrollo neurológico (Patten et al., 2020). Basado en modelos de roedores, este estudio corrobora evidencia epidemiológica previa que ya mostraba esta asociación. El equipo de investigación (integrado por expertos en toxicología) desarrolló un enfoque novedoso para estudiar los impactos de la contaminación del aire relacionada con el tráfico en tiempo real. Crearon un vivero cerca de un túnel de tráfico en el norte de California para poder imitar, lo más cerca posible, la experiencia de los humanos en un modelo roedor. «Este enfoque fue una forma creativa de llegar a la pregunta de qué impacto tiene la contaminación del aire en el cerebro en ausencia de factores de confusión como las influencias socioeconómicas, la dieta, etc,» dijo Lein, coautora del estudio. «Es importante saber si vivir cerca de estas carreteras representa un riesgo significativo para el desarrollo del cerebro humano.» De ser así, advertir a personas susceptibles como embarazadas (particularmente aquellas que ya han tenido un hijo diagnosticado con un trastorno del neurodesarrollo), para que tomen las precauciones necesarias para minimizar los riesgos para la salud del cerebro de sus hijos, resulta primordial.

¿Qué sucedió con la exposición temprana en el estudio?

Al comparar los cerebros de los cachorros de rata expuestos a la contaminación del aire relacionada con el tráfico, con los de los cachorros expuestos al aire filtrado (ambas fuentes de aire fueron extraídas del túnel en tiempo real), los científicos encontraron un crecimiento anormal y un aumento de la neuroinflamación en los cerebros de los animales expuestos a la contaminación del aire. Esto sugiere que la exposición a la contaminación del aire durante los períodos críticos de desarrollo puede aumentar el riesgo de cambios en el cerebro en desarrollo que están asociados con trastornos del desarrollo neurológico. «Lo que presenciamos son cambios sutiles,» dijo Patten, coautor del estudio. «Pero estamos viendo estos efectos usando exposiciones a la contaminación del aire que caen dentro de los límites reglamentarios. Con el telón de fondo de otros factores de riesgo ambientales y genéticos en humanos, esto puede tener un efecto más pronunciado. Esta exposición también contiene partículas muy finas de materia que no están actualmente reguladas.”

Desafíos del estudio

Señalan los autores que el aspecto más desafiante del estudio sobre los efectos de la contaminación del aire en la salud puede ser replicar cómo, cuándo y a qué están expuestas las personas durante toda su vida. Hacer frente a esto requiere un pensamiento creativo y un equipo multidisciplinario de investigadores, incluidos ingenieros de exposición, científicos atmosféricos, toxicólogos, biólogos, conductistas y especialistas en cuidado de animales. “Cada vez más, este tipo de esfuerzos son necesarios para continuar avanzando en el campo, informando así a los responsables políticos y las partes interesadas sobre la mejor manera de proteger la salud humana,» señaló finalmente Bein, coautor del estudio. Referencia bibliográfica: Patten, K. T., González, E. A., Valenzuela, A., Berg, E., Wallis, C., Garbow, J. R., Silverman, J. L., Bein, K. J., Wexler, A. S., & Lein, P. J. (2020). Effects of early life exposure to traffic-related air pollution on brain development in juvenile Sprague-Dawley rats. Translational Psychiatry, 10(1), 166. https://doi.org/10.1038/s41398-020-0845-3 Fuente: Medicalxpress

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  • Psicología aplicada

¿Pueden las redes sociales normalizar el odio y contribuir a la deshumanización?

  • Maria Fernanda Alonso
  • 22/06/2020
Las redes sociales, así como el sentido de identidad, pueden ser usados para deshumanizar grupos enteros de personas, según los hallazgos de una investigación que estudió la comunicación entre los usuarios de Facebook con puntos de vista políticos opuestos (Harel et al., 2020). En el análisis del fenómeno los investigadores descubrieron que, entre grupos con puntos de vista opuesto es posible desglosar tres etapas: ver al otro grupo como una amenaza para su identidad; distorsionar o descartar cualquier información nueva del otro grupo como irrelevante; y finalmente, quedarse encerrado en tu concepción propia respecto del otro grupo. Para el estudio, la Dra. Jessica Jameson y su equipo evaluaron las conversaciones online en una página de Facebook que fue notable en Israel por propagar el discurso de odio de la derecha. Específicamente, el equipo examinó los comentarios en la página que estaban relacionados con otros judíos israelíes que los comentaristas consideraron que no eran políticamente de derecha. «Descubrimos que el lenguaje utilizado en estas interacciones de Facebook se ajustaba muy de cerca a las tres etapas que vemos en la teoría del conflicto intratable de Terrell Northrup,» dijo Jameson. «Una etapa es la amenaza, lo que significa que las personas en un grupo perciben a otro grupo como una amenaza a su identidad.» Por ejemplo, un comentario representativo que encontraron fue que «los izquierdistas son nuestro demonio, debido a su existencia, el país está siendo destruido y el ejército debilitado,” dijeron los autores. “Una segunda etapa es la distorsión. Básicamente, esto significa que el primer grupo no se involucrará con información nueva sobre el otro grupo, sino que lo distorsionará o lo descartará como irrelevante por alguna razón,” explicó Jameson y o graficó con un ejemplo: “no sé si realmente quiero saber la respuesta a la pregunta de si el pensamiento de la izquierda se debe a la estupidez infinita o la ingenuidad infinita.» «Una tercera etapa es la rigidez, en la que las personas quedan encerradas en sus posiciones, lo que hace que sea difícil o imposible cambiar sus puntos de vista sobre el otro grupo,» señaló la autora. Y aquí es donde ocurre la deshumanización, expresó. En ese estado encontramos “personas que se refieren a los de la izquierda política como «cucarachas»,»alimañas» o » perros apestosos.» Dejar de ver a los miembros de otro grupo como personas es peligroso, advierte Jameson. “Cuando un grupo de identidad usa estas plataformas para deshumanizar a otro grupo, no hay posibilidad de conversar con aquellos que tienen puntos de vista diferentes. Y las cosas pueden volverse potencialmente peligrosas. ¿Existe algún tipo de control por parte de las grandes empresas de redes sociales? No es posible asegurarlo. Concluyen los autores que dirigir esfuerzos hacia comunicaciones más saludables entre grupos resulta necesario y primordial. Referencia bibliográfica: Harel, T. O., Jameson, J. K., & Maoz, I. (2020). The Normalization of Hatred: Identity, Affective Polarization, and Dehumanization on Facebook in the Context of Intractable Political Conflict. En Social Media Society (Vol. 6, Número 2, p. 205630512091398). https://doi.org/10.1177/2056305120913983 Fuente: Psychcentral

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  • Psicología aplicada

¿Diferencias en el comportamiento visual hacia mujeres y hacia robots con forma humana?

  • Maria Fernanda Alonso
  • 22/06/2020
No es lo mismo. Y lo respalda la investigación: ver una réplica robótica de una mujer no activa los mismos mecanismos psicológicos evolutivos profundamente arraigados que se activan al ver a una mujer real. En concreto, los hombres heterosexuales no muestran el mismo comportamiento visual hacia los robots de aspecto femenino que hacia las mujeres, incluso cuando los robots tienen apariencia humana (Szczuka & Krämer, 2019). Muchos avances tecnológicos están siendo utilizados para satisfacer las necesidades sexuales, y esto hace que la investigación científica en el campo de la interacción humano-robot tome mayor importancia, explica la autora del estudio, Jessica Szczuka de la Universidad de Duisburg-Essen. En el estudio, 15 hombres heterosexuales, 12 hombres homosexuales y 18 mujeres heterosexuales vieron imágenes de robots y humanos de aspecto femenino mientras los investigadores usaban un dispositivo de seguimiento ocular para registrar sus patrones de mirada. Algunos de los robots tenían apariencia humana, lo que significa que tenían piel de silicona y detalles anatómicamente correctos. Otros robots tenían más apariencia de máquinas, construidos de plástico blanco y con una forma más abstracta. Independientemente de la orientación sexual y el género, los participantes pasaron más tiempo mirando los senos robóticos de aspecto humano en comparación con la región del cofre de los robots con forma de máquina. También pasaron más tiempo mirando cabezas humanas en comparación con las robóticas.
Robot con forma humana vs robot con forma de máquina (Foto: Sam Do/Jessica Szczuka)
Los participantes tendieron a pasar más tiempo mirando las regiones pélvicas de los robots en comparación con la región pélvica de las mujeres, y las regiones pélvicas de los robots con forma de máquina obtuvieron más atención visual que las de los humanos. Los investigadores encontraron algunos patrones de mirada específicos para los hombres heterosexuales, que pasaron significativamente más tiempo mirando la región del pecho de las mujeres en comparación con los robots de aspecto femenino. Los hombres heterosexuales también miraron significativamente más tiempo en las regiones pélvicas de los robots humanos que los hombres homosexuales y las mujeres heterosexuales. «Se puede sugerir que estas diferencias en el comportamiento de la mirada se basan en el conocimiento de que los robots son entidades no vivas, por lo que no pueden proporcionar información visual auténtica en términos de su estado biológico y psicológico (por ejemplo, la falta de autenticidad de la expresión facial). Sin embargo, los estímulos robóticos tienden a llamar la atención sobre las partes sobresalientes del cuerpo mecánico (visibles en el área pélvica de los robots tipo máquina), lo que indica que debido a la curiosidad, podría ser necesario explorar visualmente los estímulos robóticos más profundamente «, señalaron los investigadores. escribió Sorprendentemente, el comportamiento de la mirada no se asoció con las calificaciones de atractivo de los robots, las actitudes generales hacia los robots o la tendencia a antropomorfizar la tecnología. «El estudio muestra que las réplicas robóticas no evocan procesos psicológicos evolutivos profundamente arraigados de la percepción de la pareja y que las señales visuales auténticas no se pueden replicar fácilmente. El cuerpo humano muestra emociones, motivaciones, pero también información sobre fertilidad, edad o salud que son exclusivas de los humanos y, por lo tanto, de interés para nuestra especie,” dijo Szczuka. «Los estudios longitudinales serán cruciales en la investigación de la sexualidad digitalizada,» agregó. «Especialmente a medida que los humanos se acostumbran a los compañeros de interacción artificial y la comunicación mediada por computadora». Referencia bibliográfica: Szczuka, J. M., & Krämer, N. C. (2019). There’s More to Humanity Than Meets the Eye: Differences in Gaze Behavior Toward Women and Gynoid Robots. En Frontiers in Psychology (Vol. 10). https://doi.org/10.3389/fpsyg.2019.00693 Fuente: Psypost

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  • Artículos de opinión (Op-ed)

El precio de la felicidad

  • Buenaventura del Charco Olea
  • 19/06/2020

La felicidad parece que ha dejado de ser un estado asociado a los grandes temas existenciales como el sentido de la vida, la lealtad y la honestidad con uno mismo o qué es realmente importante para cada uno de nosotros en ésta para convertirse en un producto de consumo. Se nos venden una serie de recetas universales, totalmente alejadas de estas cuestiones previas, aparentemente basadas a veces en investigaciones científicas.

Tener experiencias: Se confunde la felicidad con la alegría. Resumiéndolo mucho, la felicidad es un estado de paz interior, mientras que la alegría es un momento de subidón. Tener experiencias enriquecedoras o agradables como ligar o viajar nos proporcionan alegría, no felicidad. Por eso, aunque hoy en día tengamos más experiencias que las que tenían nuestros padres, no somos más felices. Hemos ganado en experiencias sí, pero a costa de estabilidad a casi todos los niveles (económicos, laborales, pareja…) que es mucho más importante para estar en paz.

Tener cosas: Aunque en declive desde que apareció el tema de las experiencias y se fomentó más el tema de poseer ciertas cualidades, aún queda cierta idea de que la felicidad está ligada a tener ciertas cosas. Un auto, un outfit de impresión, unos Manolos… La industria del marketing vincula constantemente la felicidad con tener ciertas cosas, asociándola muchas veces a otras variables psicológicas que deseamos las personas, como la seguridad o gustar a otros.

Realizar determinado tipo de hábitos: Probablemente la parte que más ha vendido una psicología que peca mucho de reduccionismo y que se queda en lo evidente por ser lo observable. No digo que toda la psicología sea así, pero hay una fuerte corriente que a veces comete este error. Así se postula que el mindfulness, hacer deporte o una dieta equilibrada nos harán felices. Pueden ser prácticas saludables (y no tengo nada en su contra, es más, las recomiendo) que nos ayuden a incrementar nuestro bienestar, pero de ahí a que den la felicidad, hay un trecho.

Tener ciertas cualidades: Estar cañón y tener un físico espectacular, ser carismático, ingenioso y gracioso, destacar sobremanera en alguna habilidad (deporte, trabajo, liderazgo, música…) Esto viene de que se fomenta una autoestima basada en el logro (tanto sabes hacer = tanto a vales) y que juega con el miedo que tienen las personas a no ser suficientes, a no ser dignas de ser amadas y sentir rechazo.

Como resumen, si se analizan estas cuatro supuestas “llaves a la felicidad” encontramos una serie de hilos conductores: son cosas que te hacen “más cool” y que contemplan la felicidad como algo agradable y momentáneo, cuando como he dicho antes, eso es una alegría y un buen rato, no la felicidad, ya que puedo estar destrozado porque lo he dejado con mi pareja y ligarme a una tía espectacular por Tinder. Eso no me hará feliz ni quitará mi pena, aunque a nadie le amargue un dulce. El otro factor común es una felicidad aséptica e indolora, en la que sólo tienes que conseguir cosas sin tener que enfrentar los miedos que todos tenemos.

¿Qué hacer entonces para ser felices? Pues va sonar irónico si he dicho que no hay hábitos que la den, pero esto es más bien un principio, o un compromiso personal: ser honesto con uno mismo.

Entendiendo por honestidad ser congruente con aquello que sentimos, mirando nuestra realidad emocional, dándole espacio y actuando en consecuencia a nuestra verdad interna y expresándola de la forma que consideremos adecuada, sea agradable o desagradable. Ejemplos concretos habituales de esto que suelo ver en consulta serían: poder estar tristes y llorar si nos sentimos así sin miedo, enfadarnos con alguien y protegernos aunque también le queramos, esté “muy feo” o eso nos lleve al conflicto, alejarnos o darnos permiso para romper con algo que nos hace daño aunque otros sufran o sea “lo correcto”, no responsabilizarnos de otras personas si no queremos hacerlo realmente, atrevernos a hacer y experimentar lo que realmente nos hace felices…

Básicamente, la honestidad es ser congruente con lo que sentimos y con aquello que nos hace vibrar por dentro, que solemos saber de “tripas” y de forma intuitiva (suena raro pero es la parte emocional de tu cerebro, que con esa sensación de certeza interna te marca el camino) y buscar luego la forma de hacerlo congruente con tus valores y tus otros sentimientos. Y es que, por ejemplo, puedo sentir que tengo defenderme de las exigencias de mi madre, pero no quiero dejar de tener relación con ella, así que tendré que ser firme en ponerle límites. A veces a costa de broncas o desplantes.

Esa honestidad y congruencia no es algo conceptual, sino que es algo que se ejecuta a diario: Elegir libremente aquello que deseamos hacer y que nos hace felices, aunque muchas veces sea “reprobabale” por lo que dice la sociedad o lo que piensan otras personas, y eso puede hacer que nos rechacen o nos ataquen. Enfrentar cosas que deseamos hacer pero que nos da miedo, como hablarle a esa persona que te gusta o intentar iniciar ese proyecto que es tan probable que fracase. Sentirnos libres para poder acabar con algo que nos hace daño, como una relación en la que te sientes atrapado y no rompes por no hacer daño a otras personas a las que quieres (aunque pueden no hacerte felices).

Como decía el gran psicoterapeuta Fritz Perls, “el ser humano renuncia a su potencial y a su capacidad natural de ser feliz por la fobia al dolor”. El miedo al dolor de todas estas situaciones porque nos rechacen, porque nos sentimos incompetentes al hacerlas, porque nos sintamos culpables o por fracasar son lo que hacen que no seamos congruentes y honestos con nosotros mismos, LIBRES, en definitiva y con mayúscula. De ese modo nos tiramos la vida en una guerra interna entre la parte de nosotros que quiere serlo y la que no se atreve. Y no se puede estar feliz si estás siempre en guerra contigo mismo.

Dificilmente podrás ser feliz por muy espectacular que sea tu aspecto o mucho que medites si sientes que vives encadenado a algo que no quieres realmente o siempre estás reprimiendo una parte de ti. Sé que acojona y cuesta mucho, que es un compromiso costoso, pero lo que está en juego es tu felicidad, y quizás tu mayor responsabilidad en la vida es ser feliz.

Te mereces vivir de forma plena y en paz contigo mismo, acojona y tiene un alto coste, pero merece la pena.

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  • Psicología aplicada

¿Puede la maternidad verse afectada por el trauma infantil?

  • Maria Fernanda Alonso
  • 19/06/2020
Durante la Segunda Guerra Mundial muchas personas formaron parte de organizaciones paramilitares, como voluntarias. Algunas de ellas incluso fueron expuestas al trauma resultante del evento bélico. Robert Lynch, investigador de la Universidad de Turku, utilizó una gran cantidad de datos recopilados sobre los voluntarios de la organización ‘Lotta Svärd’ de Finlandia, para estudiar los efectos del trauma infantil en los adultos. El trauma que experimentan los niños al vivir en zonas de guerra, los desastres naturales o tal vez incluso las epidemias, puede tener efectos inesperados que resurgen más adelante en sus vidas. El estudio de Lynch encontró que las niñas y mujeres jóvenes que sirvieron en la guerra se convirtieron en madres antes y tuvieron más hijos en comparación con mujeres de la misma edad que no participaron en el esfuerzo de guerra (Lynch et al., 2020). «Si podemos medir los efectos del trauma en cosas básicas como el momento de la maternidad, es casi seguro que tiene efectos importantes en muchos de nuestros otros comportamientos importantes, como la aversión general al riesgo, la socialidad o el ritmo del desarrollo sexual,» explicó el autor.. «El extenso conjunto de datos nos permitió comparar a las mujeres antes y después de la guerra y también tener en cuenta los antecedentes familiares al comparar hermanas. Esta es una fuerte evidencia en apoyo de la idea de que el trauma afecta los horarios reproductivos,” agregó John Loehr (investigador principal) de la Universidad de Helsinki. ¿Por qué es importante este estudio? Hay millones de niños y adultos en todo el mundo que sufren traumas en contexto de las guerras. Esta relevancia probablemente también se extiende a otras fuentes de trauma, como los desastres naturales o incluso la actual pandemia de COVID-19. Según la teoría evolutiva, las personas que experimentan un ambiente inestable con alta mortalidad se reproducen antes para evitar el riesgo de no tener la oportunidad más tarde. «Parece que hay una ventana de sensibilidad que se extiende desde la infancia hasta la edad adulta temprana, donde el comportamiento se ajusta para adaptarse a las circunstancias experimentadas. Las consecuencias pueden ser de gran alcance incluso después de que la situación se estabilice. Un trauma infantil puede influir en la vida adulta de las personas de la forma en que son desconocidos, como el momento de su maternidad,» explicó finalmente la profesora Virpi Lummaa. Referencia bibliográfica: Lynch, R., Lummaa, V., Briga, M., Chapman, S. N., & Loehr, J. (2020). Child volunteers in a women’s paramilitary organization in World War II have accelerated reproductive schedules. En Nature Communications (Vol. 11, Número 1). https://doi.org/10.1038/s41467-020-15703-0 Fuente: Science Daily

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  • Psicología aplicada

El sueño interrumpido causaría inflamación y consecuentemente mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares

  • Maria Fernanda Alonso
  • 19/06/2020
Descansar lo suficiente mediante el sueño, en la medida en que cada uno lo necesita, no debe ser subestimado. Investigaciones tras investigaciones dan cuenta de las implicancias del sueño pobre, insuficiente o perturbador. Un nuevo aporte científico encontró que el sueño fragmentado exacerba la aterosclerosis y puede aumentar el riesgo de accidente cerebrovascular a través de un efecto sobre las vías inflamatorias (Vallat et al., 2020). La aterosclerosis es entendida como la acumulación de grasas, colesterol y otras sustancias dentro y sobre las paredes de las arterias (placa), capaz de restringir el flujo sanguíneo, y consecuentemente provocar muchos problemas a nivel físico. Para probar si el efecto puede deberse en parte al aumento de la señalización inflamatoria, el equipo de investigación midió la interrupción del sueño a través de una polisomnografía en laboratorio del sueño y un detector de movimiento simple usado en la muñeca durante varias noches (actigrafía). Utilizaron recuentos de células sanguíneas estándar para medir los niveles de neutrófilos y monocitos, dos tipos de glóbulos blancos responsables de impulsar las vías inflamatorias. ¿Qué encontraron? La fragmentación del sueño, medida por la actigrafía, predijo tanto un recuento más alto de neutrófilos (pero no monocitos) como mayor calcio en las arterias coronarias, una medida de la patología de aterosclerosis. Usando un método estadístico conocido como análisis de mediación, el equipo de investigación mostró que la influencia de la fragmentación del sueño en el calcio de las arterias coronarias estaba mediada por el aumento de neutrófilos; en otras palabras, la falta de sueño condujo a un aumento de los neutrófilos, lo que a su vez condujo a un aumento de la aterosclerosis. La influencia de la interrupción del sueño sobre los neutrófilos y la aterosclerosis se mantuvo significativa después de tener en cuenta los múltiples contribuyentes conocidos a la enfermedad arterial, incluidos la edad, el sexo, el origen étnico, el índice de masa corporal, el tabaquismo, la presión arterial, entre otros factores. Se encontró una asociación similar para la interrupción del sueño medida por la polisomnografía, aunque no fue tan robusta, se mantuvo significativa después de corregir algunos pero no todos los contribuyentes, una diferencia que los autores sugieren puede deberse a la menor duración de la polisomnografía (una sola noche) versus actigrafía (una semana). No se encontró asociación para la falta de sueño informada subjetivamente, en la que se les pidió a los participantes que recordaran la calidad de su sueño, un hallazgo que sugiere que preguntar a los pacientes sobre el sueño puede no ser una herramienta útil para evaluar su riesgo de enfermedad cardíaca relacionado con el sueño. Referencia bibliográfica: Vallat, R., Shah, V. D., Redline, S., Attia, P., & Walker, M. P. (2020). Broken sleep predicts hardened blood vessels. PLoS Biology, 18(6), e3000726. https://doi.org/10.1371/journal.pbio.3000726 Fuente: Science Daily

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  • Recomendados

La sistematicidad y el rigor por sí solos no hacen que algo sea científico

  • David Aparicio
  • 19/06/2020

Antonio Diéguez escribió un buen artículo para El Confidencial en el que explica por qué no existe el método científico sino varios métodos científicos y porqué la sistematizad y rigor no hacen que algo sea científico:

Podría replicarse que, aunque se empleen en la vida cotidiana, en la ciencia se usan con mucha mayor sistematicidad y rigor, y ciertamente habría que estar de acuerdo en eso. ¿Diríamos entonces que lo que caracteriza a la ciencia es la sistematicidad y el rigor en el uso de procedimientos que también son empleados fuera de la ciencia? Bueno, podría hacerse, mientras que no se considere como algo definitorio de la ciencia. No hay que olvidar que sistematicidad y rigor también puede haber fuera de ella (por ejemplo, en la filosofía o en la jurisprudencia), ni que la sistematicidad y el rigor por sí solos no hacen que algo sea científico. Mario Bunge lo mostró con un bonito ejemplo: elaboró una pequeña teoría axiomática sobre los fantasmas para hacer ver que, si alguien se empeña, puede darle apariencia de cientificidad a casi cualquier cosa.

Sino existe el método científico, entonces cómo diferenciamos ciencia de las pseudociencias:

En la actualidad, lo que se asume es que en las ciencias se emplean todas estas formas de inferencia, la deducción, la inducción, las inferencias hipotético-deductivas y la abducción, que son empleadas también fuera de la ciencia. Por tanto, ninguna de ellas por sí sola constituye El Método Científico. Pero eso no significa que no haya separación entre las ciencias y las pseudociencias o las no-ciencias. No es necesario tener una serie de reglas fijas y universales exclusivas de la ciencia para formar una idea clara de lo que es la ciencia.

En efecto, el fracaso de los criterios de demarcación entre ciencia y no ciencia propuestos a lo largo del siglo XX no llevó a los filósofos a concluir que no había diferencia alguna entre ambas cosas, sino a comprender que cualquier caracterización de la ciencia tenía que ser plural. Estamos más bien ante una cuestión contextual en la que es imposible trazar una frontera definida, pero en la que pueden determinarse una serie de rasgos o de criterios que, sin ser condiciones imprescindibles, ayudan a cualificar como más o menos científica a una teoría. Entre estos rasgos característicos algunos de los más significativos serían el realizar predicciones arriesgadas, el rigor conceptual, la exactitud, el apoyo en los hechos, la intersubjetividad, la contrastabilidad y revisabilidad, la coherencia con otras teorías científicas aceptadas y la capacidad de progreso.

Lee el artículo completo en El Confidencial.

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  • Guías y recursos

Podcast: Libre albedrío ¿tan solo una ilusión?

  • David Aparicio
  • 18/06/2020

Nuevo episodio del podcast Psicología para escépticos de Mariano Scandar:

En los últimos 40 años numerosos estudios han ido mostrando que las decisiones que consideramos conscientes, no lo son… es posible anticipar por estudios por imágenes, antes que una persona “sepa” que va a hacer algo, que efectivamente lo hará…

Esto a llevado a los filósofos a replantearse un poco el libre albedrío… Si decidimos en función a antecedentes, como los genes y las experiencias previas y adicionalmente lo hacemos antes de saber que lo estamos haciendo ¿Qué clase de libertad tenemos?. Existen tres tipos de posturas al respecto… los libertarios dicen que la libertad de elegir trasciende la materia, los deterministas dicen que la libertad es una ilusión y, finalmente, los compatibilistas dicen que a pesar de que los experimentos son ciertos, a pesar de todo hay libertad…

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  • Psicología clínica

¿ Ahora todos tenemos TOC y somos adictos a la tecnología?

  • Equipo de Redacción
  • 18/06/2020

Una de las características del trastorno obsesivo compulsivo son los temores de contaminación y el lavado excesivo de manos. Hace años, un paciente con TOC grave vino a mi oficina con guantes y una máscara y se negó a sentarse en cualquiera de las sillas «contaminadas». Ahora, estos mismos comportamientos son aceptados e incluso alentados a mantener a todos saludables.

Esta nueva normalidad ante una pandemia mortal ha permeado nuestra cultura y continuará influyéndola. Muchas tiendas ahora publican reglas prominentes que exigen el uso de máscaras faciales y desinfectantes para manos, y limitan el número de clientes permitidos en el interior al mismo tiempo. Caminantes y corredores cruzan cortésmente la calle para evitar la proximidad entre ellos.

Hace solo unos meses, este tipo de comportamiento habría sido considerado excesivo, irracional, incluso patológico, y ciertamente no saludable.

Entonces, ¿dónde trazan los psicólogos y psiquiatras la línea divisoria entre la vigilancia para evitar infectarse con el coronavirus y el trastorno obsesivo compulsivo que puede ser dañino?

¿Adaptación o adicción a internet?

Desde el comienzo de la pandemia, se ha vuelto más difícil evaluar comportamientos que alguna vez se consideraron excesivos. Muchos comportamientos que antes se consideraban patológicos ahora se consideran esenciales para proteger la salud humana y son aplaudidos como adaptativos e ingeniosos.

Antes de COVID-19, las preocupaciones sobre el uso compulsivo de internet o la adicción a internet, caracterizadas por el uso excesivo y la dependencia excesiva de los dispositivos digitales, estaban creciendo.

Sin embargo, durante la pandemia, la sociedad ha adaptado rápidamente las oportunidades en línea. Siempre que sea posible, las personas trabajan desde casa, asisten a la escuela en línea y socializan a través de clubes de libros en línea. Incluso ciertas necesidades de atención médica se satisfacen cada vez más de forma remota a través de la telesalud y la telemedicina.

Durante la noche, las conexiones digitales se han convertido en algo común, y muchos de nosotros nos sentimos afortunados de tener este acceso. Al igual que los temores de contaminación, algunos comportamientos digitales que alguna vez fueron cuestionados se han convertido en comportamientos adaptativos que nos mantienen saludables, pero no todos.

¿Soy obsesivo-compulsivo o detallista?

Si bien los comportamientos en la era COVID-19 pueden parecer un TOC clínico, existen distinciones clave entre los comportamientos protectores ante un peligro claro y presente como una pandemia y un diagnóstico clínico de TOC.

Los pensamientos, las ideas y los comportamientos rituales y repetitivos que se observan en el TOC clínico requieren mucho tiempo para las personas que los tratan, e interfieren significativamente con varias áreas importantes de la vida de la persona, incluidas las interacciones laborales, escolares y sociales.

Algunas personas tienen rasgos obsesivo-compulsivos que son menos severos. Estos rasgos a menudo se observan en personas de alto rendimiento y no son clínicamente debilitantes. Tales comportamientos de “enfocados en los detalles” se reconocen en casi el 20% de la población. Un chef talentoso que está muy atento a los detalles puede ser denominado «obsesivo-compulsivo». Lo mismo puede hacer un ingeniero orientado a los detalles que construya un puente o un contador que haga impuestos al examinar los archivos desde muchos ángulos diferentes.

La diferencia crítica es que los pensamientos, ideas y comportamientos persistentes, repetitivos y rituales que se ven en aquellos que padecen TOC clínico a menudo se apoderan de la vida de la persona.

Cuando la mayoría de nosotros revisamos la puerta una o dos veces para asegurarnos de que esté cerrada o nos lavemos las manos o usemos desinfectante después de ir al supermercado o usar el baño, nuestros cerebros nos envían la señal de “es seguro” y nos dicen que es seguro para pasar a otras cosas.

Una persona con TOC nunca recibe la señal de “es seguro”. No es raro que una persona con TOC pase varias horas al día lavándose las manos hasta el punto de que su piel se agrieta y sangra. Algunas personas con TOC tienen rituales de control que les impiden salir de su hogar.

Los desencadenantes del TOC se han vuelto más difíciles de evitar

Los mismos principios que se aplican a los comportamientos compulsivos de lavado de manos también se aplican al uso compulsivo de Internet y dispositivos electrónicos. El uso excesivo puede interferir con el trabajo y la escuela y dañar el funcionamiento psicológico y social. Además de los problemas sociales y familiares, esos comportamientos pueden provocar problemas médicos, como dolor de espalda y cuello, obesidad y fatiga visual.

La Asociación Americana de Pediatría recomienda que los adolescentes no pasen más de dos horas por día usando Internet o dispositivos electrónicos. Algunos adolescentes con adicción a Internet pasan de 80 a 100 horas por semana en Internet, negándose a hacer cualquier otra cosa, incluyendo su trabajo escolar, actividades externas e interactuando con sus familias. El mundo digital se convierte en un agujero negro que es cada vez más difícil para ellos escapar.

Para aquellos que luchan con el uso compulsivo de Internet y las redes sociales, la nueva y creciente demanda de usar plataformas digitales para el trabajo, la escuela, las compras de comestibles y las actividades extracurriculares puede abrir aún más el agujero negro.

Las personas con miedo a la contaminación pre-pandémica, o que anteriormente no podían regular su uso de la tecnología, encuentran situaciones desencadenantes que antes eran evitables y ahora se han vuelto aún más ubicuas.

Mantener la respuesta a la amenaza bajo control

A medida que evolucionan las nuevas normas de comportamiento debido a las condiciones sociales cambiantes, también puede evolucionar la forma en que se identifican y describen ciertos comportamientos. Las expresiones como ser «tan TOC» o «adicto a Internet» pueden tener diferentes significados a medida que el lavado frecuente de manos y la comunicación en línea se vuelven comunes.

Para aquellos de nosotros que nos adaptamos a nuestra nueva normalidad, es importante reconocer que es saludable seguir nuevas pautas para el distanciamiento social, lavarse las manos y usar máscaras, y que está bien pasar más tiempo en Internet u otras redes sociales con Los nuevos límites en las interacciones personales. Sin embargo, si el uso de Internet o el lavado de manos se vuelve incontrolable o «compulsivo», o si los pensamientos intrusivos «obsesivos» sobre la limpieza y la infección se vuelven problemáticos, es hora de buscar ayuda de un profesional de la salud mental.

Autor: David Rosenberg, profesor de psiquiatría y neurociencias en Wayne State University

Artículo publicado en The Conversation y cedido para su republicación en Psyciencia.com

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