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Infantojuvenil

45 Publicaciones
  • Artículos de opinión (Op-ed)

Perspectiva de género en discapacidad

  • 16/03/2021
  • Geraldine Panelli

El 4 de octubre de 2006 se sancionó en Argentina la ley de Educación Sexual Integral (ESI) la cual dispone que todos tienen derecho a recibir educación sexual integral en establecimientos educativos del territorio argentino. Esta ley entiende a la ESI como “la que articula aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos” por lo que no va a centrarse solo en lo sexual y reproductivo sino que abarca mucho más. 

Si se preguntan por qué la escuela tiene que ocupar este rol y no el seno familiar, pueden encontrar algunas respuestas en el artículo El lugar de la educación sexual es la escuela ¡Sí o sí!. Buscando en la red es muy fácil acceder a material sobre ESI, manuales para docentes, actividades para el aula, etc; pero hay un grupo de personas que, en la práctica, queda fuera de estas intervenciones. Me refiero a las personas con discapacidad, principalmente con discapacidades intelectuales. El que no estemos preparados para abordar la sexualidad en personas con discapacidad tiene que ver con mitos, prejuicios y sobre todo desconocimiento. 

¿Qué entendemos por discapacidad?

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2016), se puede definir de la siguiente forma: 

“Discapacidad es un término general que abarca las deficiencias, las limitaciones de la actividad y las restricciones de la participación. Las deficiencias son problemas que afectan a una estructura o función corporal; las limitaciones de la actividad son dificultades para ejecutar acciones o tareas, y las restricciones de la participación son problemas para participar en situaciones vitales. Por consiguiente, la discapacidad es un fenómeno complejo que refleja una interacción entre las características del organismo humano y las características de la sociedad en la que vive.”

Si seguimos esta definición, podríamos entonces afirmar que una persona con discapacidad no puede hacer una participación plena si el ambiente en el que vive no se lo permite. Esto nos lleva a pensar que si la participación y el vínculo depende del ambiente, entonces lo que presenta discapacidad es el ambiente invalidante, no la persona. Por ejemplo, imaginemos a una persona que se traslada cotidianamente con su silla de ruedas, ya aprendió a usarla a la perfección y no presenta dificultades al respecto en su hogar, que está perfectamente preparado para darle autonomía e independencia. Esta persona sale a la calle y en la primera avenida que debe cruzar se encuentra con que la rampa de la esquina está obstruida. Tenemos ahí dos opciones, por un lado seguir sosteniendo que es una persona con discapacidad motora y que por esto se ve afectada su participación plena; o podríamos pensar que el ambiente es el que no está preparado para brindarle plena participación, por lo cual es el mismo ambiente el que presenta discapacidad. 

Al contrario de lo que en general se supone, este grupo de personas se encuentra atravesado por la sexualidad de la misma manera que el resto de la población. Sienten deseo sexual y tienen necesidad de expresarlo. No dar lugar a la escucha de estos deseos, es limitar a la persona, privandola de sus propios derechos. Debemos destacar uno de los errores que en general se comete en el vínculo: infantilizar a todos los sujetos y, por esto mismo, suponer que no sienten deseo. Adicionalmente, tener alguna condición o discapacidad es un factor de vulnerabilidad para ser expuesto a situaciones de violencia y abuso, es por esto que es crucial la información. 

Estadísticas de abuso en población con discapacidad

Dentro de la información recabada de organizaciones de renombre como la OMS (Mitchell, s.f.) y las Naciones Unidas podemos concluir las siguientes afirmaciones:

  • Los niños y niñas con discapacidad son víctimas de alguna forma de violencia con una frecuencia 3,7 veces mayor que las personas sin discapacidad. Particularmente de abuso sexual (2,9 veces mayor). 
  • Las personas con discapacidad tienen más probabilidades de ser víctimas de la violencia o abuso y menos probabilidades de obtener la intervención de la policía, protección jurídica o cuidados preventivos.

Romper la hegemonía como modelo

Un punto importante para hablar de relaciones sexuales en la diversidad es cuestionar el modelo de las mismas. Se califican como normales determinadas relaciones sexuales y se espera que todes les sujetos las reproduzcan homogeneamente. Contrariamente a lo que se espera, cada relación sexual es única y diferente, por lo que lo necesario es brindar modelos e información para que cada sujeto pueda experimentar sus deseos y gustos de forma placentera sin importar su condición y la vinculación de la misma con el ambiente. 

Más allá de los estándares de belleza hegemónicos impuestos por la sociedad, debemos destacar que cada persona siente, desea y le interesa vincularse de una forma única. Es nuestra tarea deconstruir estos estándares para romper con el mito de la perfección que se necesita para ser atractive. Podemos hacerlo desde los modelos que brindamos en cuentos, títeres, películas, etc., que muestren los vínculos sexo-afectivos también en personas con discapacidad. 

Por último, y siguiendo la línea de los modelos hegemónicos preestablecidos, debemos hacer mención al concepto de pareja entendida como dos personas atraídas sexualmente, bajo lineamiento del amor romántico y el mandato de crear familia y ser monógamos. 

Debemos tener en cuenta que existen diversas formas de parejas, que se modifican constantemente dado que la construcción es cultural y que cada quien puede elegir la forma en la que quiere relacionarse. Por ejemplo, podría pensarse en una pareja integrada por dos amigxs, que tienen relaciones sexuales en los momentos en los que surgen esas ganas, o en parejas sexuales esporádicas y casuales; o por el contrario, en vínculos amororos donde no median encuentros sexuales.

También debemos recordar que el placer no es territorio único y exclusivo de una relación sexual entendida como una relación en la que prime la penetración, sino que cada persona puede experimentar placer de diferentes maneras. La penetración no es una condición necesaria para que se llegue a ese momento, para que se pueda encontrar el disfrute. Las caricias, los abrazos, las palabras, las miradas y el compartir también son espacios de placer, de disfrute y que hacen al vínculo con le otre.

Negar el acceso a la ESI a las personas con discapacidad es coartar sus derechos

Otro error en el que se suele caer es en la presunción de la heterosexualidad de las personas con discapacidad. Damos por supuesto, debido a los modelos tan arraigados socialmente, que las personas de este colectivo no sienten atracción por otras o, si la sienten, es de manera heterosexual y bajo modelos heteronormados. Esto también está relacionado con lo que se nombró anteriormente acerca de la infantilización de estas personas.

Negar el acceso a la ESI a las personas con discapacidad es coartar sus derechos, es negar una parte fundamental que atraviesa de manera transversal sus vidas, es limitar la capacidad de disfrute y goce y, por sobre todo, es negar información valiosa que podría permitirles no solo aumentar su calidad de vida, sino brindarle las herramientas para que puedan dilucidar qué situaciones son seguras y correctas, cuáles implican algún peligro, qué cuestiones están permitidas y cómo acceder a prácticas seguras. Como ejemplos concretos podemos mencionar: que la persona tenga las herramientas para entender de qué se trata el consentimiento, cuándo una situación es de abuso, métodos de anticoncepción, etc. 

Si brindamos esta información de una forma que además contemple las necesidades de cada persona y brindando las ayudas adecuadas, podremos garantizar lo necesario para detectar y transmitir las situaciones y las cuestiones necesarias.

Entendiendo también a su vez que brindar esta información no aumenta el deseo sexual de las personas, sino que visibiliza y dejan de catalogarse como tabú temas que por más que no se hablen, están presentes en todes. 

Acompañada de esta falta de información y situaciones en que no se habla de sexualidad en niños, niñas y adolescentes con discapacidad, aparece la idea de que la sexualidad en algunas condiciones es incontrolable, promiscua, compulsiva y llena de prejuicios. Es un miedo de parte de padres y madres, incluso es el discurso de algunes profesionales. La realidad es que el peligro y la promiscuidad vienen de la mano de la desinformación y de ambientes que no promueven espacios seguros. 

Pensando en el espectro genital de la sexualidad solamente, los deseos y la exploración a determinada edad aparecen y es saludable que esto suceda; es parte de nuestro desarrollo como humanidad. Parte de nuestra tarea como terapeutas es acompañar este proceso  para que fluya naturalmente fuera de peligros. La energía sexual, el deseo y la necesidad biológica de aliviar el mismo debe drenar por algún lado, y si no se posibilita el mismo en contextos seguros, lógicamente va a desarrollarse en lugares inseguros.

En las personas con discapacidad, la sexualidad vista de forma integral es igual de importante que en cualquier otra persona. Es válido para las mismas tener relaciones sexo – afectivas solo por placer sexual o para elegir un vinculo amoroso, bajo las condiciones que ambas partes decidan. En este punto, si pensamos la sexualidad con un fin meramente reproductivo, debemos de entender que no todas las discapacidades tienen carga genética y esto debe ser informado para la planificación familiar. Pero nuestra mirada debe ser más abierta entendiendo la relación sexual satisfactoria en sí misma sin un deseo de procrear. La elección del objeto sexual es individual y de ninguna forma debería ser cuestionado. Por último, es importante saber que la ESI en discapacidad puede promover vinculos sexo – afectivos  saludables, cuidados, informados y prevenir asi situaciones de abuso tan frecuentes en esta población. 

¿Qué podemos hacer en la práctica?  

Nos centraremos en los textos Es parte de la vida de Meresman, S. (2011) y Dibujando la sexualidad de las personas con discapacidad intelectual y/o del desarrollo de Valenciana, F. C. (2015) para pensar algunas intervenciones que podemos realizar desde nuestra práctica profesional.

  • Mostrarnos abierta/os: mantener una actitud sin juicio ni prejuicio que permita un diálogo fluido, generando confianza y dando espacio a dudas, consultas y preguntas que a veces son difíciles de realizar. 
  • Proporcionar información clara y adaptada: para cada condición la forma de recibir información y entenderla puede ser distinta; pensar cuál es la forma adecuada para nuestros pacientes (pictogramas, historias sociales, video modelado, braille, etc). La información debe ser científica y adaptada a la edad y nivel cognitivo de las personas con quienes trabajamos. 
  • Informar sobre las prácticas sexuales que se pueden realizar en privado: no negar, ni castigar conductas auto exploratorias y placenteras; sino brindar información y herramientas para que las mismas se desarrollen en relaciones seguras (por ejemplo, en el ámbito privado, con buena higiene y cuidados). Reforzar cuando estas conductas se dan en contextos saludables. 
  • Enseñar la diferencia entre contacto adecuado e inadecuado: es necesario enseñar sobre buenas prácticas, identificando situaciones seguras, incorporando el consentimiento en cada vínculo que se genere y conociendo sobre planificación familiar, ETS, etc. Todo esto deberá brindarse de manera acorde a la edad de nuestros pacientes, a su nivel cognitivo y con las adaptaciones necesarias.
  • Enseñar a decir que no: Resulta muy importante poder brindar las herramientas necesarias para que las personas con las que trabajamos comprendan que existen situaciones en las que podrán no querer / no sentir ganas / estar presionados a determinadas situaciones. En estos casos es imprescindible el trabajo de role play y modelado específico, de forma clara y explícita.  
  • Motivar a expresar preferencias y gustos: más alla de las personas con discapacidad es algo a trabajar en las relaciones sexo afectivas; incorporar los deseos de ambas personas que participan y poder conversarlo con confianza y sin prejuicios. 
  • Coherencia en los mensajes: aunar criterios con los contextos intervinientes en la educación y acompañamiento de los infantes y adolescentes; en cuanto a brindar información científica y clara. Acompañar a las familias en la búsqueda de información para que la misma esté libre de creencias subjetivas, muchas veces erróneas, que perpetúan mitos y cortan libertades. Este punto es importante, dado que es la información del boca en boca la que genera versiones diferentes e incluso contrapuestas a los que es saludable. 
  • Enseñar habilidades sociales que sirvan en situaciones sexo afectivas: en infantes con las habilidades sociales disminuidas es necesario brindar información y realizar actividades que incrementen las mismas y le den la posibilidad de tener experiencias agradables en este aspecto. 
  • Trabajar las posibilidades reales: no generar falsas expectativas, brindar información y herramientas para vivir una sexualidad libre, pero entender que el contexto cultural en el que vivimos puede representar una limitación. 
  • Respetar la privacidad: les terapeutas somos modelos de cómo es nuestro vínculo con el infante y el adolescente para el resto de los adultos que nos ven interviniendo; con lo cual es necesario dar el ejemplo de sostener la privacidad desde el secreto profesional de lo que sucede en el consultorio o espacio terapéutico, hasta situaciones de pedir permiso para abrazar, ayudar en el baño o en cuestiones de vestimenta. 
  • Dar espacio de consulta a profesionales especializados en sexualidad: hay cuestiones que pueden excedernos y/ o que los propios pacientes no se animan a preguntar a personas más cercanas y puede ser necesaria una figura de especialista que brinde un tiempo de consulta sobre estos temas. 

Para concluir, les invito a reflexionar sobre nuestras prácticas, nuestros propios prejuicios y la desinformación que tenemos. Mostrarnos vulnerables, darnos cuenta de que tenemos un montón de cosas que aprender y trabajar para acompañar a las personas a vivir su sexualidad de la forma más libre, segura y respetada posible. 

Es parte de la vida. Material de apoyo sobre educación sexual y discapacidad para compartir en familia.Descarga

Autoras:

  • Antonella Havela, Lic. en psicología, especialista en terapia cognitiva conductual en niños y adolescentes con perspectiva de género. Cofundadora de CETEIN.
  • Geraldine Panelli, Lic. en Psicología, Especialista en Terapia Cognitiva Conductual en niños y adolescentes. Cofundadora de CETEIN.

Referencias bibliográficas:

  • OMS | Discapacidades. (2016). https://www.who.int/topics/disabilities/es/
  • Mitchell, C. (n.d.). OPS/OMS. Retrieved March 11, 2021, from https://www.paho.org/hq/index.php?option=com_content&view=article&id=6998:2012-children-disabilities-more-likely-experience-violence&Itemid=135&lang=es
  • Meresman, S. (2011). Es parte de la vida. Material de apoyo sobre educación sexual y discapacidad para compartir en familia.
  • Parra, N., Canarias, M. O. F., de la Cruz, P. D. C., & Rubio, N. (2015). Sexualidades diversas. Manual para la atención de la diversidad sexual en las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo. Canarias: FEAPS.
  • Valenciana, F. C. (2015). Dibujando la sexualidad de las personas con discapacidad intelectual y/o del desarrollo: una cuestión de derechos. Recuperado de http://www. codajic. org/node/3539.
  • Análisis

Aportes de las terapias de tercera generación a la orientación a padres de niños con conductas disruptivas

  • 11/03/2021
  • Javier Mandil

Entre tantas, hay dos tipos de justificaciones para que las llamadas terapias de tercera generación hayan acrecentado su diseminación en los últimos años, incluso en áreas especializadas como la clínica infantojuvenil: las buenas razones y las excelentes razones.

Las buenas razones están dadas por la notable circunstancia de que, aun ante la relativa juventud de estos enfoques se haya recopilado evidencia suficientemente competitiva para que numerosos profesionales elijan estos abordajes de acuerdo a las características que contextualizan los motivos de consulta, la idiosincrasia de sus consultantes y sus propias preferencias.

Las excelentes razones están dadas por su promisoria implementación, ya sea en manera aislada o combinada con otros enfoques para el tratamiento de problemáticas insuficientemente abordadas y/o en relación a las cuales los modelos tradicionales han presentado dificultades (Levin, Krafft y Twohig, 2020).

Dado el impacto de las conductas disruptivas de los niños para los propios consultantes, sus familias y los entornos educativos, en este artículo nos vamos a enfocar en las excelentes razones para la implementación de enfoques derivados de diferentes modelos contextuales y de tercera generación, en manera complementaria a la orientación a padres de niños de 6 a 12 años que presentan conductas disruptivas.

A pesar de la eficacia ampliamente corroborada de los programas de orientación a padres basados en la psicoeducación y en las técnicas de modificación comportamental, sabido es que no todas las familias parecen beneficiarse de estos abordajes al presentar ciertas complejidades (por ejemplo la presencia de psicopatología parental, o de conflicto crónico familiar y demás vulnerabilidades en los entornos de referencia) y que en numerosos casos se registran dificultades para la generalización y la manutención de las mejorías logradas en los tratamientos (Ollendick y King, 2012). Estas últimas circunstancias suelen deberse a que frecuentemente las familias atraviesan periodos de crisis, reorganizaciones y modificaciones en las prioridades que dificultan la puesta en práctica de las competencias efectivas. En este sentido, lidiar con las vulnerabilidades propias y con el impacto de configuraciones contextuales complejas, que parecen habituales en épocas contemporáneas, parecen ser los desafíos adicionales que enfrentan los padres para el abordaje de las conductas disruptivas que afectan a sus hijos (Whittingham y Coyne, 2019).

Ya desde las más tempranas revisiones, desarrolladas entre otros por Hayes y Greco (2008), los especialistas han definido a los abordajes de tercera generación en la clínica infantojuvenil especialmente en relación con dos características: la promoción por parte de los grupos familiares de la aceptación y de la toma de perspectiva en relación a las experiencias psicológicas dolorosas.

Tomando en cuenta que, ya sea por el propio impacto de los problemas de conducta graves y/o crónicos y/o por las vulnerabilidades psicológicas personales y/o propias de las redes de apoyo, las figuras parentales podrían enfrentar barreras cognitivas y emocionales para la incorporación de competencias orientadas a la crianza efectiva, es lógico que los componentes aditivos aportados por enfoques como el mindful parenting, ACT y DBT estén mostrando resultados prometedores (Coyne et al., 2011; Whittingham y Coyne, 2019). En sintonía con estas perspectivas, procederemos a hacer una breve revisión de algunas de sus principales contribuciones a continuación.

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Mindful parenting: Hacia una parentalidad consciente

El mindfulness es la adaptación occidental, aplicada a la psicoterapia, la promoción y la prevención en salud mental, de prácticas derivadas de la meditación vipassana y otras tradiciones budistas. Consiste en una forma particular de orientar la atención, en manera abierta, prescindiendo de juicios y de valoraciones a la experiencia presente. La misma implica a los fenómenos del entorno así como a los eventos psicológicos, incluyendo los pensamientos, emociones y sensaciones dolorosas que adquieren un valor informativo respecto a la relación de la persona con su experiencia integral en contexto (Kabat-Zinn, 1991).

De acuerdo a Bishop et al. (2004), el mindfulness puede definirse a partir de un modelo de dos componentes que involucra:

  1. La auto regulación de la atención, descripta como el contacto con el momento presente, percibiendo en manera consciente a los eventos psicológicos y a nuestro entorno inmediato.
  2. Una orientación particular hacia la experiencia presente, advirtiendo lo que pensamos y sentimos sin intentar cambiarlo, sino simplemente observándolo con curiosidad y aceptación.

La base conceptual para la utilización de estas prácticas es que nuestra tendencia a involucrarnos en manera automática en múltiples tareas y procesos de resolución de problemas, suele llevarnos inadvertidamente a la valoración y comparación de los eventos con la experiencia pasada o al desarrollo de múltiples escenarios posibles en relación al futuro. En este sentido, la propensión a la rumia y a la preocupación incrementa el impacto psicofísico del estrés y afecta nuestro desempeño interpersonal en diferentes situaciones.

Una de las implementaciones más tempranas del mindfulness en el ámbito de la salud mental ha sido la parentalidad consciente o mindful parenting, que consiste en la práctica de la atención consciente por parte de las figuras parentales en la crianza. De acuerdo a Kabat-Zinn y Kabat-Zinn (1998), la parentalidad consciente tiene efectos beneficiosos para los niños y sus cuidadores en situaciones diversas. La exposición a situaciones estresantes cotidianas, crisis familiares y sociales y/o al impacto de problemas psicológicos crónicos suele incrementar el estrés, la auto y heterocrítica y la desregulación emocional en los padres, dificultando su contacto con la experiencia presente, la adopción de la perspectiva de los niños y el ejercicio efectivo de las competencias parentales.

En contrapartida, considerable evidencia sugiere que el mindfulness puede asistir a las figuras parentales en la elección de prioridades, la focalización en el momento presente, en un incremento del “darse cuenta” de su participación en las interacciones con sus hijos, en el desarrollo de la empatía y en el incremento de la presencia emocional en la vida familiar (Fuller y Fitter, 2020).

Por estos motivos se han investigado los efectos positivos de adaptaciones de programas de entrenamiento en atención plena, implementados junto a las figuras parentales de niños con desordenes psicológicos y discapacidades (Singh et al., 2006) y particularmente en manera combinada con protocolos de orientación a padres para el manejo de la conducta oposicionista (Whaller, Rowinsky y Williams, 2008).

Los programas de orientación a padres para el manejo de las conductas disruptivas en niños, acreditan diferentes versiones con solido soporte empírico. Sus componentes esenciales incluyen el brindar información a los padres sobre las dificultades enfrentadas por los hijos, sobre el desarrollo de un vínculo de apego saludable, sobre la implementación de la atención positiva y el manejo de las consecuencias conductuales (Ollendick y King, 2012).

Algunas prácticas típicas de atención plena, posibles de ser integradas a los programas de gestión comportamental, podrían incluir redirigir la atención hacia situaciones neutrales en el presente, el llamado mindful S.T.O.P. —acrónimo ingles de “parar, respirar, observar que ocurre con relación a la experiencia presente y luego actuar con consciencia plena”–(Phang, Keng y Chiang, 2014), así como el “surfear las urgencias”. En este marco, el término “urgencia” se utiliza para identificar las sensaciones asociadas a los actos impulsivos, cuya observación atenta incrementa la capacidad de las figuras parentales para decidir en manera consciente diversos cursos de acción constructivos ante los conflictos y las crisis (Singh et al., 2019; Fuller y Fitter, 2020).

De acuerdo a investigadores en el área, si al entrenamiento en habilidades para la crianza se le adicionan los efectos beneficiosos del mindfulness orientados a la transformación de la relación de las figuras parentales con sus experiencias psicológicas y con el entorno, es razonable que diversos estudios muestren resultados superiores a los tratamientos tradicionales, tanto referentes a mejorías en los repertorios conductuales de los niños como en indicadores relativos a la salud mental y a la calidad de vida de sus cuidadores (Blackledge y Hayes, 2006; Fuller y Fitter, 2020).

ACT y el desarrollo de la flexibilidad psicológica y vincular

La terapia de aceptación y compromiso (ACT), define al sufrimiento psicológico como una paradoja intrínseca al ser humano: Dada nuestra capacidad de utilizar al lenguaje para el desarrollo de categorías, clasificaciones, formas de organización y de predicción, tendemos a fusionarnos con los juicios y valoraciones que adjudicamos a la experiencia. Así mismo, dado que en nuestra particular relación con los eventos privados, solemos tratar a los pensamientos, emociones y sensaciones dolorosas como problemas a resolver, tendemos a intentar evitarlos, prolongando e intensificando a mediano plazo el sufrimiento (Hayes, Strosahl y Wilson, 1999).

En coherencia con estas perspectivas, ACT focaliza el abordaje de los motivos de consulta con relación a procesos transdiagnósticos centrales involucrados en el sufrimiento psicológico. En este sentido, Coyne et al. (2011) explican que, en los problemas relacionados con conductas disruptivas poco respondedores a los tratamientos tradicionales, es posible observar una tendencia a la fusión cognitiva por parte de las figuras parentales con las experiencias psicológicas dolorosas evocadas por las situaciones conflictivas (como por ejemplo las autocríticas, sobre exigencias, juicios y valoraciones de la identidad del niño) y la recurrencia de repertorios de acciones orientados por la evitación experiencial. Entre estos últimos, es frecuente observar en la clínica un abanico diverso de reacciones, que abarcan la inconsistencia en la implementación de las habilidades de crianza, el distanciamiento físico y/o psicológico respecto al niño, la multiplicación de repertorios destructivos asociados al enojo secundario, entre otras.

Por estos motivos podemos ubicar, en desarrollos como los de Coyne y Murrell (2009), Backen Jones et al. (2016) y Whittingham y Coyne (2019), ciertos principios nodales basados en la Terapia de Aceptación y Compromiso, que operan sobre estos procesos en manera combinada con los programas de orientación a padres:

  • Procedimientos basados en la integración de la teoría del apego y la teoría del aprendizaje: Aunque por razones históricas de filiación escolástica y poca comunicación entre paradigmas, la teoría del apego y la teoría del aprendizaje han ofrecido propuestas aparentemente contradictorias acerca del desarrollo evolutivo y respecto a las recomendaciones para el abordaje de las conductas disruptivas, hoy suelen reconsiderarse sus aportes en manera interactiva. Desde esta perspectiva, se conceptualiza al apego como un vínculo promotor del desarrollo socio-emocional organizado a partir de un sistema de intercambio de señales entre niños y cuidadores, que tiende a estabilizarse a partir de aprendizajes sucesivos. Esto tiene consecuencias de importancia para la clínica: el enriquecimiento de los vínculos que promueven la conexión filial a la vez que la exploración graduada, posibilita el desarrollo de la perspectiva interpersonal, la regulación de las emociones y la ejercitación de repertorios parentales sensibles y efectivos; por ejemplo, el retiro de reforzadores orientado a favorecer la extinción de las conductas problemáticas, llevado a cabo en manera compasiva por parte de los cuidadores, así como la sintonía y la atención plena al reforzar los repertorios constructivos.
  • Desarrollo interactivo de competencias psicológicas y vínculos flexibles:La base conceptual de estos aportes, sustentada en el contextualismo funcional y en la teoría del apego, favorece la descripción de correlaciones fluidas entre el desarrollo de la flexibilidad psicológica parental, la sensibilidad y sintonía en el vínculo filial y la progresiva promoción de la flexibilidad psicológica en los niños. Vale decir, al conceptualizar desde ACT a la interacción entre padres e hijos, podemos entender a la flexibilidad psicológica como una propiedad emergente del contexto familiar.

Con este criterio es posible considerar que, al desarrollar esa apertura curiosa a las experiencias privadas dolorosas que es la aceptación por parte de los padres, aumentan las probabilidades de que se favorezca a su vez la aceptación de las experiencias dolorosas interpersonales y del niño en sí mismo. Una vez más, será de suma importancia señalar en este contexto que aceptación no significa sumisión, pasividad ni resignación. Consiste en cambio en la toma de contacto abierta con las experiencias, como paso previo para el accionar consciente y comprometido.

Así mismo, al promover defusión se flexibiliza la relación de los padres con sus pensamientos, emociones y sensaciones dolorosas, reduciendo el impacto de las mismas sobre el ejercicio de las competencias parentales, favoreciendo de esta forma el seguimiento flexible de las reglas lingüísticas y el desarrollo de la sensibilidad contextual por parte de los niños.

En coincidencia con las propuestas de la teoría del apego, el contacto con el presente por parte de las figuras parentales, favorece la sensibilidad al repertorio de señales intercambiado en el vínculo, la regulación de la emoción expresada en el entorno familiar, así como el progresivo desarrollo de habilidades de autorregulación por parte del niño.

Finalmente, el desarrollo del yo contexto, al promover un sentido de identidad como contexto estable de observación y participación, da lugar al ejercicio de perspectivas flexibles sobre los participantes, la diada y el vínculo filial. La capacidad de los padres para ponerse en el lugar de los hijos, a su vez incide en la regulación de las emociones y en el desarrollo progresivo de la perspectiva interpersonal por parte de los jóvenes.

  • Desarrollo de competencias parentales orientadas por valores:Es usual en los casos crónicos que las sucesivas crisis y altibajos dificulten una toma de contacto temprana por parte de los padres con situaciones reforzantes a raíz del proceso terapéutico. Más aún, en numerosas oportunidades el ejercicio de las competencias parentales flexibles suele ocasionar inicialmente picos de extinción y posibles explosiones emocionales, que los padres necesitan atravesar en vistas a alcanzar logros generales y estables. Es en este sentido que la elucidación de valores, dirigida a orientar el accionar parental efectivo y a favorecer la toma de contacto con metas graduales, adquiere una importancia primordial para el desarrollo de la motivación y la adherencia al tratamiento. Ejercicios del tipo: “Imagina un día en el futuro de tu hijo. En él lo ves haciendo cosas que te ponen orgullosa, ya que demuestran cualidades que han logrado desarrollar a partir del vínculo filial. ¿Qué cualidades serian? ¿Cuál sería un primer paso, de aquí a un mes que te haría sentir que avanzamos en esa dirección? ¿Qué competencias de las que estuvimos practicando crees que te servirían para tales fines?”, tenderían a favorecer la implementación sostenida de las habilidades de crianza a partir de acciones comprometidas. Se desarrollaría de esta forma, un contexto para el aprendizaje familiar en el que se promovería el seguimiento flexible de reglas, así como la progresiva toma de contacto por parte de los niños con sus preferencias personales, sus protovalores y finalmente con sus propios valores, que orientarían el desarrollo de accionares y vínculos comprometidos, en ese laboratorio natural para el desarrollo de la identidad y las relaciones interpersonales que llamamos adolescencia.

Al día de la fecha, un número progresivo de estudios de caso y estudios piloto parecen augurar buenas expectativas respecto a los efectos aditivos de ACT a los programas de orientación a padres en casos refractarios a los tratamientos tradicionales, a la par que estudios controlados con muestras más amplias se encuentran en desarrollo (Backen Jones et al., 2016; Whittingham y Coyne, 2019).

DBT: Transitando las dialécticas parentales

Los enfoques basados en la terapia dialéctica conductual (DBT) ubican predominantemente como objeto de estudio e intervención, a las vulnerabilidades de los niños que no han sido beneficiados por los tratamientos tradicionales. Basándose en la teoría biosocial, Harvey y Penzo (2009) identifican a un grupo de consultantes jóvenes que registran un patrón de alta reactividad, alta intensidad en la expresión de las emociones y un retorno lento a la calma. La intensidad de las experiencias emocionales de estos consultantes estaría determinada por la interacción entre posibles sensibilidades de base neurobiológica y el desarrollo de la crianza en ambientes invalidantes (es decir entornos en los que tiende a no reconocerse, a minimizarse y/o tergiversarse el valor de las experiencias psicológicas e inclusive, en manera integral a las personas en sí mismas).

En manera análoga a la constitución frecuentemente interactiva, entre consultantes y familiares de los ambientes invalidantes, se entiende que la desregulación emocional de los jóvenes, suele interrelacionarse con la posible desregulación emocional y otras vulnerabilidades psicológicas de las figuras parentales (Ben-Porath, 2010). Es por eso que, de acuerdo a Perepletchikova (2018) la intervención directa sobre el comportamiento del consultante joven tiene una relevancia relativa, hasta tanto los padres no adquieran competencias orientadas a la auto y heteroregulación emocional y al análisis y la modificación de las conductas problemáticas.

En este sentido la autora, destaca la vulnerabilidad de estos niños nominándolos “supersensibles” y al complejo rol de los padres como el de “superbomberos”, que asisten en la resolución de las crisis y como consultores o coterapeutas del niño, en tanto modelan la resolución de problemas y las estrategias efectivas para la regulación de las emociones.

En sintonía con estas propuestas, autores como Harvey y Penzo (2009) señalan como ejes principales del abordaje al análisis funcional de las conductas-problema, la incorporación de las dialécticas parentales que orientan la crianza efectiva, la comprensión de las vulnerabilidades y necesidades de los niños y el interjuego entre la validación y la modificación conductual desarrollado por los adultos responsables.

Para alcanzar estos propósitos, la parentalidad efectiva con relación a los niños con desregulación emocional, requerirá de los adultos responsables la práctica de competencias como la identificación de prioridades y la definición de metas, la participación en las interacciones a partir de la atención plena y el desarrollo de acciones efectivas orientadas a partir de esa forma de equilibrio entre la lógica racional y la información provista por la experiencia emocional que el modelo denomina “mente sabia” (Linehan, 1993).

Tal como destaca Ben-Porath (2010), el trabajo con la propia desregulación emocional de los adultos involucra especialmente la práctica de habilidades de conciencia, habilidades para el reconocimiento y el etiquetado emocional y finalmente el aprendizaje de repertorios enmarcados en la denominada “acción opuesta”. De acuerdo a Linehan (1993), estos últimos consisten en el desarrollo de patrones de respuesta que no retroalimentan la expresión emocional destructiva, favoreciendo por el contrario su paulatina regulación. Algunos ejemplos típicos, correspondientes al abordaje parental de las situaciones de conflicto podrían ser responder en manera asertiva al experimentar tristeza, exponerse gradualmente ante la experimentación de ansiedad, contactar con las vulnerabilidades personales cuando podría ser efectivo ante situaciones asociadas con el enojo, entre otros.

De acuerdo a Perepletchikova (2018), los progresos en el desarrollo de habilidades, tanto para los niños afectados como para sus cuidadores, podrían darse de dos maneras:

  • En “modo real”, es decir implementando las habilidades parentales en las situaciones problemáticas, promoviendo a partir de las mismas el desarrollo de competencias para la regulación emocional por parte de los niños.
  • En “modo como si”, ya sea procesando reacciones problemáticas y repasando repertorios alternativos, realizando la práctica de habilidades a partir de role playing y/o anticipando situaciones de crisis decidiendo planes de acción efectivos.

Por último y quizás como aspecto central de los abordajes DBT para la desregulación emocional en niños y en figuras parentales, es importante destacar que dado el carácter intenso de las situaciones de conflicto y las crisis afrontadas por estos grupos familiares, se promueve la superación de las perspectivas y reacciones extremas a partir del desarrollo de síntesis dialécticas más efectivas (Harvey y Penzo, 2009):

  • Aceptación del niño y de las dificultades, a la vez que se mantiene la esperanza en los cambios
  • Establecimiento de un contexto de apoyo para los niños, a la vez que se promueve en manera gradual su independencia
  • Establecimiento de límites útiles para la convivencia, a la vez que se promueve un margen evolutivamente adecuado para las elecciones personales.
  • Identificación de prioridades y actuación en relación con las mismas, a la vez que se dejan ir las situaciones de conflicto accesorias.
  • Comprender que, tanto los niños como sus figuras parentales hacen lo mejor posible. Y que sería bueno que lo hagan, cuando es necesario y en la medida de lo posible, cada vez mejor.

Conclusiones y desarrollos pendientes

Más allá de que los enfoques reseñados presentan diferencias de importancia en sus bases teóricas y particularidades metodológicas que les adjudican una identidad especifica, su sustento común en el análisis funcional de las conductas, el contacto abierto respecto a la experiencia presente y el desarrollo de la toma de perspectiva cognitiva, nos permite señalar procesos de cambio centrales, que parecen potenciar el aprendizaje de competencias parentales efectivas ante situaciones complejas (Hayes y Greco, 2008). Aunque los reportes sobre la eficacia adicional provista por estos enfoques, al día de la fecha son incipientes, podríamos augurar a partir de los mismos perspectivas prometedoras. Ciertos desarrollos pendientes, concernientes a la importancia de los contextos compasivos promotores de la sensibilidad y el soporte social ante las vulnerabilidades de los niños y sus cuidadores, probablemente sean aspectos clave para la promoción de una crianza con mayores oportunidades (Whittingham y Coyne, 2019; Luoma y LeJeune, 2020). Por lo pronto, el impacto psicosocial reciente por la pandemia COVID-19, parece dejarnos junto a sus saldos más amargos la experiencia de que la toma de contacto abierta con el sufrimiento, los esfuerzos y las necesidades comunes, contribuyen al desarrollo de la resiliencia personal, familiar y comunitaria (Coyne et al., 2020). Es de esperar entonces, que subsiguientes avances sociales, científicos y culturales aporten al progreso de la psicoterapia con los niños y sus familias.

Referencias bibliográficas:

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  • Linehan, M. (1993). Cognitive Behavioral Treatment of Borderline Personality Disorder. New York: The Guilford Press.
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  • Whittingham, K. y Coyne, L. (2019). Acceptance and Commitment Therapy: The Clinician`s Guide for Supporting Parents.Cambridge: Elsevier Academic Press.
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La OMS recomienda a ACT para el tratamiento de dolor crónico en niños

  • 14/02/2021
  • David Aparicio

La terapia de aceptación y compromiso (ACT) cuenta con más 400 ensayos aleatorios que respaldan su efectividad para el abordaje de múltiples problemas psicológicos, incluido el dolor crónico. Este importante cuerpo de investigación ha permitido que la OMS evaluara su efectividad y que la incluyera en la Guía para el manejo del dolor crónico en niños, que fue publicada en enero de este año.

La inclusión de ACT se encuentra en el apartado de los tratamientos no farmacológicos:

  • En niños con dolor crónico, manejo psicológico a través de la terapia cognitiva conductual e intervenciones relacionadas como la terapia de aceptación y compromiso y la terapia de relajación (recomendación condicional, nivel de evidencia moderado).
  • La terapia psicológica se puede administrar de manera presencial o remota, o utilizando un enfoque combinado (recomendación condicional, nivel de evidencia moderado).

A simple vista pareciera que la recomendación de los tratamientos psicológicos es débil, pero como explica en un tuit Steven Hayes, cocreador de ACT, las psicoterapias igualaron a las recomendaciones más fuertes incluidas en la guía e incluso sobrepasaron a la medicación que alcanzó un nivel de evidencia bajo.

¿En qué se basó la OMS?

Para decidir qué tratamientos incluir, los investigadores de la OMS llevaron a cabo una revisión sistemática de 63 ensayos aleatorios controlados que valoraron la efectividad de la terapia cognitiva conductual, entrenamiento en relajación, terapia conductual, hipnosis, terapia de resolución de problemas y la terapia de aceptación y compromiso versus las listas de espera y el tratamiento habitual. Entre los tipos de dolor crónico se incluyó la migraña, el dolor de cabeza tensional, entre otros.

Los resultados reportaron que la terapia cognitiva conductual, la terapia de aceptación y compromiso, la terapia de conducta y el entrenamiento en relajación, evaluadas como grupo, lograban una reducción del 50% del dolor y discapacidad; mejoraban la calidad de de sueño; estado de ánimo; calidad de vida; comunicación familiar y reducían la ansiedad.

No es cualquier tipo de terapia la que pasa por una revisión sistemática, especialmente para el abordaje de una condición tan complicada como el dolor crónico en niños. Y que la OMS, la máxima institución de salud en el mundo la incluya en su guía, es un logro muy importante para los miles de investigadores que han llevado esta terapia al laboratorio y la han evaluado durante 34 años.

  • Salud Mental y Tratamientos

La depresión juvenil ligada a un mayor riesgo de 66 enfermedades y muerte prematura

  • 11/12/2020
  • David Arturo López

Por medio de un estudio observacional bastante grande, publicado en la revista JAMA Psychiatry, un grupo de investigadores del Karolinska Institutet en Suecia examinaron si la depresión a una edad temprana podría estar asociada con un amplio espectro de enfermedades diagnosticadas en la vida posterior.

Los investigadores siguieron a casi 1,5 millones de niñas y niños suecos, de los cuales más de 37,000 fueron diagnosticados con depresión al menos una vez entre las edades de 5 y 19. Cuando la investigación concluyó, tenían entre 17 y 31 años.

Se encontró que los niños y los adolescentes con depresión tienen un riesgo más alto de ser diagnosticado con 66 de las 69 condiciones médicas examinadas, incluyendo desórdenes del sueño, diabetes tipo 2, hepatitis viral y enfermedades de los riñones y del hígado. También tenían mayores riesgos de sufrir lesiones, especialmente aquellas autoinfligidas y casi 6 veces más riesgos de muerte prematura.

Los niños adolescentes diagnosticados con depresión tienen un riesgo significativamente más alto de muerte prematura, de auto lesiones y de sufrir de un amplio rango de enfermedades en su vida posterior, afirma Sara E. Bergen, investigadora principal del Department of Medical Epidemiology and Biostatistics, Karolinska Institutet, autora del estudio. «Subraya lo importante que es que estos niños y adolescentes reciban la ayuda que necesitan y que el personal médico supervise las enfermedades psiquiátricas y somáticas posteriores».

La depresión raramente es diagnosticada en niños pequeños, pero aumenta en prevalencia a través del periodo de la adolescencia. Estudios previos ya han ligado la depresión en adolescentes con el aumento de riesgos de sufrir condiciones adversas incluyendo arteriosclerosis, enfermedades cardiovasculares y muerte prematura. Otras condiciones psiquiátricas como la ansiedad y el uso abuso de sustancias también se encuentran relacionadas.

En este estudio también se observaron diferencias entre sexos. Por ejemplo, las mujeres con aparición temprana de la depresión son más propensas a sufrir lesiones, así como infecciones urinarias respiratorias y gastrointestinales. Los hombres, por otro lado, fueron más propensos a la obesidad, problemas en la glándula tiroides, enfermedad celíaca, desórdenes del tejido conectivo y eczema.

Parte de esta relación puede ser explicada por otras condiciones psiquiátricas, especialmente desórdenes en el uso de sustancias, y la ansiedad, la cual ya ha sido asociada a riesgos de aparición de condiciones médicas. Como estas condiciones suelen aparecer en el mismo paciente, se requieren de más investigaciones para estudiar el efecto específico de cada una de ellas, dicen los autores del estudio.

Referencia del bibliográfica: Marica Leone, Ralf Kuja-Halkola, Amy Leval, Brian M. D’Onofrio, Henrik Larsson, Paul Lichtenstein, Sarah E. Bergen. Association of youth depression with subsequent somatic diseases and premature death. JAMA Psychiatry, 2020 DOI: 10.1001/jamapsychiatry.2020.3786

Fuente: ScienceDaily

  • Salud Mental y Tratamientos

Videos de la Jornada clínica infantojuvenil (TCM Cognitiva, ETCI y CETEIN)

  • 15/11/2020
  • David Aparicio

La Fundación ETCI, TCM Cognitiva y CETEIN, organizaron el día de ayer la Jornada clínica infantojuvenil, un evento online que reunió a 13 terapeutas para que compartieran, en presentaciones de 30 minutos, su experiencia y conocimiento clínico en el trabajo psicoterapéutico con niños y adolescentes. Todas las presentaciones fueron grabadas y están disponibles en dos partes. La primera parte fue moderada por Mauro Colombo (CETEIN) y  tiene siete presentaciones. La segunda parte fue moderada por Javier Mandil y tiene 6 presentaciones, en la que presente el tema de habilidades de validación para padres.

Estas conferencias online ofrecen la oportunidad de no solo mantenerse al tanto de los programas de tratamiento más utilizados y con mejor evidencia científica disponible al momento, sino también de aprender de la experiencia de terapeutas que trabajan todos los días con esta población.

Primera parte

  1. Francisco Musich (Argentina): Algoritmos de diagnóstico diferencial en la clínica infantojuvenil
  2. Jorge Alberto Díaz Dávila (México): Estilos de crianza y su impacto en el desarrollo infantojuvenil
  3. Jon Fridman (Argentina): Diagnóstico diferencial en trastornos externalizadores
  4. Nerea Vargas (Argentina): Mujeres en el espectro: conceptualizando el autismo femenino
  5. Romina Kosovsky (Argentina): La importancia de incluir educación emocional y perspectiva de género en los programas de orientación a mapadres
  6. Mariano Scandar: Intervenciones basadas en la evidencia para adolescentes con TDAH
  7. Mauro Colombo (Argentina): El análisis funcional como herramienta esencial en la clínica con niños y adolescentes

Segunda parte

  1. Geraldine Panelli (Argentina): Ética en la comunicación. Relación entre terapeuta y paciente con TEA
  2. David Aparicio (Panamá): Habilidades de validación para familiares de niños con problemas de regulación emocional
  3. Nicolás Genise (Argentina): Abordaje transdiagnóstico de trastornos depresivos en adolescentes
  4. Gabriel Genise (Argentina): Intervenciones en trastornos depresivos en adolescentes
  5. Javier Mandil (Argentina): ACT y orientación a padres de niños con conductas disruptivas
  6. Mariana Gomez Darriba (Argentina): Intervenciones desde el mindful-eating en trastornos de conducta alimentaria en adolescentes

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Aprendizaje virtual, caos real: claves para adaptarnos

  • 10/11/2020
  • Gretel Martinez

El aprendizaje escolar desde plataformas virtuales implica un desafío que pone a prueba nuestras funciones ejecutivas, esos procesos mentales de alto nivel que nos permiten asociar ideas, movimientos y acciones simples para llevar a cabo tareas más complejas (Norman y Shallice, 1986). Se trata de aprender a no ceder a las distracciones del hogar, mantener una atención sostenida, planificar el orden de las actividades, pensar los pasos para realizarlas, mantener la noción del tiempo, flexibilidad mental y memoria de trabajo, diferenciando lo importante de lo irrelevante, de los detalles.

La ciencia psicológica proporciona información valiosa sobre cómo pensamos y aprendemos, por eso es bueno comenzar por cuestiones relacionadas al aprendizaje. Sabemos que las creencias o percepciones de quienes estudian acerca de su inteligencia y capacidad afectan su funcionamiento cognitivo. Cuando creen que la inteligencia es maleable y no fija, es más probable que desarrollen una mentalidad de crecimiento (Ng, B., 2018). Una mentalidad de crecimiento se asocia con mayor conciencia y atención a los errores. (Moser et. al, 2011). Quienes lo hacen tienen más probabilidades de centrarse en los objetivos de aprendizaje y están más dispuestos a asumir tareas desafiantes para evaluar y ampliar sus conocimientos que los estudiantes que sostienen que la inteligencia es fija (APA, 2020). 

El aprendizaje se basa en el contexto, por lo que generalizar el aprendizaje a nuevos contextos no es espontáneo, sino que necesita ser facilitado (APA, 2020). La adquisición de conocimientos y habilidades a largo plazo depende en gran medida de la práctica (APA, 2020). Como padres y cuidadores podemos fomentar las creencias de nuestros hijos de que el esfuerzo y las experiencias pueden desarrollar su inteligencia y habilidad manteniendo un optimismo realista. Generar condiciones óptimas vuelve más probable que se asocie el momento de aprendizaje a una situación positiva y que aumente esa conducta (Catania, A., 1999). Algunas sugerencias para que los padres ayudemos a generar esas condiciones que facilitan el aprendizaje son:

Planificar una rutina juntos

Armar una rutina diaria que funcione como organizador y considerar cierta flexibilidad. Pensar de antemano los tiempos de trabajo escolar y los de juego también, siempre es mejor hacerlo en conjunto con tus hijas e hijos. Puede ser que en algunos momentos se precise más movimiento corporal, una pausa para esto es de importancia (UNICEF, 2020). Las tareas domésticas son una alternativa para el aprendizaje de actividades, compartir un momento y fortalecer la coordinación motriz (UNICEF, 2O20).

Tener conversaciones abiertas

Proponer espacios de conversación, dando lugar a preguntas. Mostrando interés y tomando lo que expresen nuestros hijos (UNICEF, 2020). Es fundamental no minimizar las preocupaciones que existan. El entorno invalidante se define como aquel en el que la comunicación de las emociones se encuentra con respuestas del cuidador que son inconsistentes, inapropiadas para la emoción expresada, y/o que minimizan la importancia de la emoción. Como resultado, el niño o niña (especialmente aquellos que ya son propensos/as a reacciones emocionales fuertes) no genera habilidades adecuadas de regulación de las emociones como oportunidades para la corregulación y la enseñanza de estrategias de afrontamiento más constructivas se pierden ( Adrian, Berk, Korslund, Whitlock, Mccauley, & Linehan, 2018).

Tomarse tiempo

Usar el tiempo como aliado para lograr los objetivos. Hacer que los momentos de tareas escolares aumenten progresivamente. Si se comienza con espacios de media hora, luego extenderlos a 40 minutos ( un “atracón” de tareas puede generar un malestar que además de afectar el vínculo, puede generar una resistencia que se verá en las próximas oportunidades de hacer tareas). Considerar en ese tiempo de tareas el intercalado en las formas de acceder a la información, un momento con actividades en línea, otro con ejercicios que no sean en línea y breves recreos para descanso o juego (UNICEF, 2020). Puedes probar también la técnica de pomodoro.

Proteger a los niños en internet

Internet es de suma utilidad ya que nos brinda mucha información y nos permite mantenernos comunicados. De igual modo, como todo recurso poderoso, presenta ciertos riesgos de los cuales es importante ser conscientes y enseñarles a las niñas y niños a tener ciertas precauciones, por ejemplo UNICEF (2020) recomienda:

  • Ser claros acerca de cuándo y cómo se puede usar internet en la casa. 
  • Configurar un control parental para evitar el acceso a sitios inapropiados para la edad o que puedan ser grandes distractores que interfieran en las necesidades diarias.
  • Explicar que existen noticias falsas y enseñar a discriminarlas de las de fuentes confiables.
  • Identifiquen herramientas recreativas en línea juntos.
  • Averigua los procedimientos de las escuelas y otros organismos en caso de ciberbullying.

Buena comunicación y resolución de problemas

Una comunicación fluida con el colegio permite compartir inquietudes y resolver las situaciones que se presenten de la mejor manera. Delegar, en caso de que haga falta, o solicitar recursos. Conoce las diferentes formas de comunicarte con los docentes que provee el colegio (UNICEF, 2020). Ser modelo de una comunicación saludable, donde las diferencias se traducen en algo a mejorar facilita que las hijas e hijos aprendan de forma implícita.

Mantener la motivación y atención

Enfocarse en que se mantenga la motivación y atención, tratando de que nuestros hijos e hijas estén involucrados en sus tareas. Cuando la resolución de problemas es colaborativa, efectivamente se reduce la resistencia al cambio de comportamiento, mejorando la motivación. Los objetivos particulares de desempeño o aprendizaje que persiguen los niños en las tareas cognitivas moldean sus reacciones al éxito y al fracaso e influyen en la calidad de su desempeño cognitivo  (Dweck, C. S., 1986).

Es importante el momento y lugar

Disponer de un espacio con la menor cantidad de distracciones posibles, donde no se inicien actividades de mucho interés para la niña o niño y que deban terminarse repentinamente para comenzar actividades de estudio. Este control de antecedentes (Kazdin y Rotella, 2014), o lo que se hace antes de estudiar, es clave en la predisposición para empezar las tareas de concentración.

Acompañar de manera constante el desempeño en las tareas y favorecer momentos de recreación luego de haber completado mínimamente algunas tareas. La creación de listas de actividades pendientes que luego serán jerarquizadas y agendadas contribuye al ordenamiento y gestión del tiempo. La calendarización es elemental para poder asignarle un momento a cada actividad (Brown, 2017). 

Ofrecer asistencia para establecer objetivos diarios de trabajo

Que sean un pequeño desafío, lo suficiente como para tener un logro alcanzable (y no tan grande como para sumar una frustración). Dividir las tareas en pequeñas partes es de gran utilidad como así también empoderar al estudiante para que sea responsable de su propio aprendizaje, jerarquizando actividades por hacer y ayudándoles a identificar sus metas para que después las alcancen  (Wells, H., & Jones, A., 2016).

Evitar la microagresión

Podrían ser respuestas que damos cuando nos sobrepasa la emoción. Esas que a veces cuesta manejar a tiempo y que después tanto lamentamos. Las microagresiones pueden tener un efecto acumulativo a lo largo del tiempo, lo que impacta la salud mental (Lilienfeld, 2017). Es apenas visible, no siempre se hace intencionalmente y ocurre en las relaciones de desequilibrio de poder (Sue, 2007).

Un ejemplo es el supuesto de inteligencia menor: “¿no pensás?” “¿cuántas veces tengo que repetirlo?” “¿ sos o te hacés?” “¿no entendés o hacés que no entendés?”, “¡sos una inútil!”etc.

Según la teoría biosocial (Linehan, 1993), la dificultad severa y persistente para regular las emociones se consideran el factor principal que contribuye a la autolesión. Se cree que la emoción se desarrolla en la infancia a partir de la transacción entre una predisposición a la reactividad emocional por parte del niño y una invalidación del entorno interpersonal.

Como padres podemos contribuir con estas recomendaciones de estudio prestando especial atención a cómo nos relacionamos con nuestros hijos e hijas. Priorizar el bienestar emocional es una forma de acercar a nuestros niños y niñas al aprendizaje para que las tareas escolares no sean un estresor más que pueda derivar en ansiedad o malestar y marquen una experiencia negativa. 

Imagina que sos el conductor de un colectivo que se dirige a un destino muy anhelado. Sin embargo, unos pasajeros particularmente molestos se suben, son pensamientos, sentimientos, estados corporales, recuerdos, todos los que realmente no querés experimentar. Podés hacer un trato diciéndoles que si se sientan en silencio vas a llevarlos. El problema es que gritan tanto que les hacés caso en los cambios de ruta que piden con tal de que dejen de hacer ruido. Esto te desvía cada vez más de tu destino original. Intentando evitar ese ruido es que alterás el rumbo, pero son solamente molestos, no pueden lastimarte u obligarte a hacer cosas. La mayoría son solo palabras. 

Es probable que el lugar al que tenés pensado llegar, haga surgir los pensamientos y sentimientos que son esos molestos pasajeros. El viaje consiste en las acciones comprometidas que vayamos haciendo. La pregunta es: «¿Estás dispuesto a hacer lo que funcionaría para mejorar tu vida y no hacer caso a pensamientos, emociones intensas o recuerdos que surgen mientras lo haces?» (Biglan, Hayes y Pistorello, 2008).

Tenemos la posibilidad de estar más presentes, acompañando de una forma diferente el aprendizaje de nuestras hijas e hijos, de manera más respetuosa y eficaz. Que esta experiencia nos acerque cada vez más a ser las mamás y los papás que nos gustaría ser. 

Referencias bibliográficas:

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  • Salud Mental y Tratamientos

(PDF) Guía clínica para psiquiatras: Trastorno obsesivo compulsivo en niños y adolescentes

  • 10/11/2020
  • David Aparicio

La presente guía clínica esta dirigida a psiquiatras, paidopsiquiatras, psicólogos, personal de enfermería y trabajo social que atienden a los niños y adolescentes con trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Su objetivo general es la elaboración de recomendaciones para el diagnostico y tratamiento de estos pacientes, apoyando al profesional en la toma de decisiones. En forma especifica se espera:

  • Agilizar el proceso diagnostico e inicio de tratamiento.
  • Establecer algoritmos de tratamiento costo-efectivos para los pacientes-
  • Desarrollar modelos de atención multidisciplinaria que describan la participación de los profesionales incluidos en cada uno de los niveles de atención.
  • Prevenir los efectos deletéreos del TOC en el desarrollo y funcionamiento global de los pacientes a través de la implementación de sistemas para su diagnostico y tratamiento oportuno.

La información incluida en esta guía fue seleccionada siguiendo los lineamientos de la medicina basada en la evidencia, considerando en primer lugar los resultados de estudios clínicos aleatorios, controlados y la información del meta-análisis.  También se tomaron en cuenta las opiniones y necesidades de los pacientes y sus padres respecto a la atención que reciben.

Descarga la guía completa en formato PDF.

Autores: Rosa Elena Ulloa Flores, José Manuel Avila Avilés, Fiacro Jiménez Ponce, Pablo Andrade Montemayor, Inés Nogales Imaca, Tizbé Sauer Vera y Astrid de Yta Martínez.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La anatomía de un berrinche

  • 04/11/2020
  • David Aparicio

Ashley Abramson, de The New York Times, entrevistó a varios neurocientíficos para que explicaran qué es lo que ocurre en el cerebro de los niños cuando tienen una rabieta:

Según R. Douglas Fields, neurocientífico y autor de Why We Snap: Understanding the Rage Circuit in Your Brain, una rabieta involucra a dos partes del cerebro. La amígdala procesa emociones como el temor o la ira, mientras que el hipotálamo, entre otras cosas, controla funciones inconscientes como el ritmo cardiaco o la temperatura. Piensa en la amígdala como la alarma de incendios del cerebro y el hipotálamo como alguien que está decidiendo si debe echarle agua o gasolina al fuego, pero con hormonas como la adrenalina y el cortisol.

Cuando tu hija de repente comienza a gritar porque tiene que dormir sola en su cuarto durante la noche, es probable que no quiera hacerse la difícil de manera consciente: su amígdala detectó una amenaza y su hipotálamo le detonó la corajina.

Durante la reacción de estrés, tu hijo podría presentar un ritmo cardíaco acelerado, sudoración en las palmas y músculos tensos (o simplemente unas ganas incontrolables de golpearte). Por mucho que quieras razonar con tu hijo enloquecido, no esperes que te escuche. Para empezar, la reacción de estrés puede ofuscar la capacidad de por sí limitada de un niño para autocontrolarse, una función que suele asociarse con la corteza prefrontal, o CPF.

Si bien estas explicaciones no son suficientes para explicar por qué sucedió la rabieta o cómo intervenir efectivamente, si ofrece argumentos útiles y fáciles de explicar a los padres y cuidadores.

Lee el artículo completo en The New York Times en español.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Los niños de barrios pobres muestran una activación anormal de los neurocircuitos motivacionales

  • 08/10/2020
  • Maria Fernanda Alonso

La desigualdad económica, la inseguridad laboral y la austeridad han sido asociadas constantemente por investigaciones con problemas de salud mental. Incluso se sostiene que la justicia social es más importante para la salud mental que la terapia y la medicación. Investigadores han resaltado que vivir en un ambiente coercitivo, violento y de desigualdad puede dejar marcas en la salud mental de los niños a largo plazo. De modo concordante, se encontró que independientemente de los factores genéticos, el entorno y el ambiente socioeconómico afectan la capacidad cognitiva y el desarrollo del cerebro durante la adolescencia.

Si bien este vínculo entre las desventajas socioeconómicas y la psicopatología ha sido estudiado y documentado ampliamente, ¿sabemos qué mecanismos del neurodesarrollo impulsan tal asociación?

Un equipo de investigadores planteó la siguiente hipótesis: los niños que crecen en áreas desfavorecidas tienen menos acceso a las recompensas y hay evidencia que sugiere que estos niños muestran anomalías en áreas del cerebro que se relacionan con la motivación de recompensa.  

¿Por qué es importante?

El comportamiento deteriorado motivado por la recompensa y los problemas de atención pueden tener consecuencias devastadoras a medida que los niños avanzan en la adolescencia y la edad adulta, tales como la criminalidad, o el abuso de sustancias, señalan los investigadores. Comprender los mecanismos que impulsan esta reacción es fundamental para el diseño y aplicación de tratamientos basados en la evidencia.

Metodología

Para explorar esta posibilidad, los investigadores analizaron datos de un estudio extenso sobre el desarrollo del cerebro, llamado “Desarrollo Cognitivo Cerebral Adolescente”, que incluyó una muestra representativa de niños estadounidenses.

Esta investigación cuenta con numerosas evaluaciones demográficas y clínicas, incluida la neuroimagen funcional. El estudio actual se centró en niños que habían completado una tarea de resonancia magnética funcional (IRMf) con retraso de incentivo monetario, una tarea que requiere reaccionar rápidamente a un estímulo para ganar o evitar perder una recompensa. Además, los investigadores analizaron los datos relacionados con la psicopatología (utilizando la lista de verificación de comportamiento infantil) y las privaciones del vecindario (utilizando datos del censo). La muestra final incluyó a 6.396 niños de entre 9 y 10 años.

Hallazgos

Los autores encontraron que las niñas y niños de barrios desfavorecidos tenían mayores problemas psicológicos internalizantes y externalizantes (Mullins et al., 2020).

Después de analizar la actividad de la resonancia magnética funcional durante la tarea con retraso del incentivo monetario, hallaron una asociación entre las privaciones del vecindario y la disminución de la activación en ciertas estructuras subcorticales del cerebro. Específicamente, los niños de áreas desfavorecidas mostraron una disminución de la activación del estriado ventral, la activación del estriado dorsal y la activación del pálido. Estas diferencias se observaron durante el segmento de anticipación de recompensas de la tarea.

Los autores interpretan que mayores privaciones en el vecindario predicen reacciones embotadas o de menor intensidad en los neurocircuitos emocionales (particularmente en el hemisferio derecho) durante la anticipación de la recompensa en comparación con las pruebas neutrales.

Siguiendo con el análisis, los investigadores señalan que sus resultados sugieren una asociación entre el reclutamiento del cuerpo estriado dorsal durante la anticipación de la recompensa y las puntuaciones de atención de los niños en la lista de verificación de comportamiento infantil. 

En muchas partes del mundo, atender las cuestiones de salud mental no es prioridad, a pesar de su alta prevalencia. Las niñas, niños y adolescentes suelen ser los más relegados, aún cuando se estima que 1 de cada 5 menores de 18 años padece un trastorno mental. Por lo tanto, es esencial detectar estas condiciones de manera oportuna y precisa, y garantizar el acceso a servicios de salud mental, a tratamientos basados en la evidencia, y a un seguimiento realizado por un profesional de la salud mental.

Referencia bibliográfica: Mullins, T. S., Campbell, E. M., & Hogeveen, J. (2020). Neighborhood Deprivation Shapes Motivational-Neurocircuit Recruitment in Children. Psychological Science, 31(7), 881-889. https://doi.org/10.1177/0956797620929299

Fuente: Psypost

  • Recursos para Profesionales de la Psicología

Instrumentos diagnósticos para niños y adolescentes: gratuitos y al alcance de todos

  • 07/10/2020
  • Martín Gomar

Artículo escrito por Facundo Torres y Martín Gomar.

Cuando hablamos del acceso a la salud mental, su cuidado y atención nos encontramos frente a todo un desafío en estos tiempos de pandemia y aislamiento. Por eso es necesario contar con la mayor cantidad de herramientas para facilitar el trabajo de evaluación sin perder la rigurosidad científica que se necesita para responder correctamente con las demandas de los pacientes. Ante esto se busca brindar un resumen del artículo de Becker-Haimes, Tabachnick, Last, Stewart, Hasan-Granier y Beidas(2020) en el cual se expresan las mejores escalas para el trabajo de evaluación en salud mental que no solamente tienen un excelente nivel aceptación y rigurosidad científica, sino que además son gratuitas y de accesibilidad universal.

Las evaluaciones basadas en la evidencia (EBE) constituyen una piedra angular de las prácticas de salud mental empíricamente validadas (Jensen-Doss, 2011; Youngstrom et al., 2017). Estas cumplen dos funciones claves en la clínica:

  1. Durante las primeras entrevistas, las EBE son esenciales para guiar la conceptualización del caso, identificar los objetivos del tratamiento y guiar a los clínicos en la selección de tratamientos y estrategias basadas en la evidencia (Youngstrom et al., 2015).
  2. Luego de la evaluación inicial, las EBE permiten monitorear los progresos del tratamiento e informar sobre las modificaciones que se requieren para personalizar y optimizar los resultados del tratamiento (Ng & Weisz, 2016).

La utilización de EBE tanto al inicio como en el curso del tratamiento se ha asociado con una mejoría tanto en la adherencia (Klein et al., 2010; Pogge et al., 2001) como en la respuesta al tratamiento por parte de los jóvenes (Bickman et al., 2011; Eisen et al., 2000; Jensen-Doss & Weisz, 2008).

A pesar de las potenciales que brindan las EBE en el tratamiento de jóvenes, su uso es bajo (Jensen-Doss et al., 2018; Jensen-Doss & Hawley, 2010; Lyon et al., 2015). Si bien existen múltiples barreras para el uso de las EBE (Boswell et al., 2015), estudios realizados con clínicos demuestran que el tiempo y el costo que implica acceder a ellas y utilizarlas son los aspectos más prohibitivos (Kotte et al., 2016; Whiteside et al., 2016).

Por ese motivo resulta extremadamente valiosa la revisión sistemática de EBE breves, gratuitas y accesibles para el uso en tratamientos de salud mental con jóvenes recientemente llevada a cabo por Becker-Haimes et al. (2020). Los autores establecieron cuatro criterios para que los instrumentos diagnósticos sean elegibles: (a) que sean breves (tener un máximo de 50 ítems), (b) que sean gratuitos, (c) que sean accesibles (que se puedan obtener en internet) y (d) que dispongan de información sobre sus propiedades psicométricas.

Propiedades psicométricas

Siguiendo las recomendaciones de De Los Reyes y Langer (2018) cada escala fue revisada y clasificada como excelente, buena o adecuada, de acuerdo a sus propiedades psicométricas.

Se detallan a continuación las escalas que contaron con propiedades psicométricas excelentes, junto con sus enlaces de descarga gratuita. Si bien todas fueron desarrolladas y validadas originalmente en inglés, en algunos casos es posible acceder a versiones en español.

Salud mental general

Se identificaron 90 escalas que cumplian con los criterios de inclusión, y solo cuatro cuyas propiedades psicométricas mostraron ser excelentes: Young Person´ s Clinical Outcomes in Routine Evaluation (Twigg et al., 2009), el Inventario de Síntomas Pediátricos (Jellinek et al., 1988), el Cuestionario de Fortalezas y Debilidades (Goodman & Goodman, 2009) y las Escalas Ohio (Ogles et al., 2001).

Escalas de salud mental general disponibles para descargar:

  • Young Parson`s Clinical Outcomes in Routine Evaluation (Twigg et al, 2009). Descargar.
  • Pediatric Symptom Checklist (Jellinek et al., 1988). Descargar
  • Strength and Difficulties Questionnaire (Goodman and Goodman 2009). Descargar
  • Ohio Youth Problems, Functioning and Satisfaction Scales (Ogles et al., 2001). Descarga versión para padres. Descargar versión para jóvenes

Ansiedad

Once escalas cumplieron con los criterios de inclusión, y se hallaron propiedades psicométricas “excelentes” en tres de ellas: la Escala de Ansiedad Infantil de Spence (Spence, 1998), el reporte para desórdenes relacionados con la ansiedad en la infancia (Birmaher et al., 1999) y la Escala Revisada de Ansiedad y Depresión Infantil (Chorpita et al., 2005).

Escalas de ansiedad disponibles para descargar:

  • Spence Children’s Anxiety Scale (Spence 1998). Descargar
  • Screen for Child Anxiety-Related Emotional Disorders (Birmaher et al., 1999). Descargar versión para padres. Descargar versión para niños
  • Revised Child Anxiety and Depression Scale (Chorpita et al., 2005). Descargar versión para padres; Descargar versión para niños

Depresión

Trece escalas cumplieron con los criterios de inclusión, y se hallaron propiedades psicométricas “excelentes” en cuatro de ellas: el Cuestionario de Humor y Sentimientos (Ancold & Stephen, 1995) el Cuestionario de Salud del Paciente-9 (Johnson et al., 2002), la Escala de Afectos Positivos y Negativos para Niños (Laurent et al., 1999) y el RCADS (Chorpita et al., 2005).

Escalas de depresión disponibles para descargar:

  • Mood and Feelings Questionnaire (Angold et al., 1995). Descargar versión para padres;Descarga versión para jóvenes
  • Patient Health Questionnaire-9 (PHQ-9; Johnson, Harris, Spitzer, & Williams, 2002). Descargar
  • Positive and Negative Affect Scale for Children (Laurent et al., 1999). Descargar
  • Revised Child Anxiety and Depression Scale ( Chorpita et al., 2005). Descarga versión para padres; Descarga versión para niños

Comportamiento disruptivo

Doce escalas cumplieron con los criterios de inclusión, y se hallaron propiedades psicométricas “excelentes” en cuatro de ellas: la Escala IOWA de Conners (LONEY & P, 1982) , la Escala de Fortalezas y Debilidades de los Síntomas de TDAH (J. M. Swanson et al., 2012), la Escala de Swanson, Nolan y Pelham (Grañana et al., 2011; J. Swanson et al., 2001) y la versión para Maestros de la Escala Diagnóstica de TDAH de Vandervilt (VADTRS; Wolraich et al. 2003).

Escalas de comportamiento disruptivo disponibles para descargar:

  • IOWA Conners (Loney & Milich, 1982). Descargar
  • Swanson, Nolan, and Pelham Rating Scale (Swanson et al., 2001) Descargar
  • Vanderbilt ADHD Diagnostic Teacher Rating Scale ( Wolraich et al., 2003). Descargar

Situaciones traumáticas

Siete escalas cumplieron con los criterios de inclusión, y se hallaron propiedades psicométricas “excelentes” en solo una: el Inventario de Cogniciones Postraumáticas del Niño (Meiser-Stedman et al., 2009).

Escalas de situaciones traumáticas disponibles para descargar:

  • Child Post-Traumatic Cognitions Inventory ( Meiser-Stedman et al., 2009). Descargar (Inglés).

Trastornos alimentarios

Doce escalas cumplieron con los criterios de inclusión, y se hallaron propiedades psicométricas “excelentes” en dos de ellas: la Escala Diagnóstica de Trastornos Alimentarios (Henderson & Freeman, 1987).

Riesgo suicida

Seis escalas cumplieron con los criterios de inclusión, y se hallaron propiedades psicométricas “excelentes” en solo una: la Escala de Impulsos de Auto Injuria de Alexian Brothers (Washburn et al., 2010).

Escala de riesgo suicida disponibles para descargar:

  • Alexian Brothers Urge to Self- Injure Scale (Washburn et al., 2010). Descargar

Bipolaridad/manía

Seis escalas cumplieron con los criterios de inclusión, y se hallaron propiedades psicométricas “excelentes” en una: la Escala de Manía Infantil -Versión para Padres (CMRS-P; Pavuluri et al. 2006).

Escala de bipolaridad/mania disponible para descargar

  • Child Mania Rating Scale-Parent Version (Pavuluri et al., 2006). Descargar

Psicosis

Tres escalas cumplieron con los criterios de inclusión. En ninguna de ellas se hallaron propiedades psicométricas “excelentes”. Solo una obtuvo propiedades psicométricas “Buenas”: el Cuestionario Breve de Síntomas Prodrómicos (Loewy et al. 2011).

Escala de psicosis disponible para descargar:

  • Prodromal Questionnaire Brief (Loewy et al.,, 2011). Descargar (inglés)

Abuso de sustancias

Trece escalas cumplieron con los criterios de inclusión, y se hallaron propiedades psicométricas “excelentes” en una sola: la Lista de Verificación de Enganche a la Nicotina – The Hooked on Nicotine Checklist– (HONC; DiFranza et al. 2002).

Escala de abuso de sustancias disponible para descargar:

  • The Hooked on Nicotine Checklist (HONC; DiFranza et al. 2002). Descargar

Conclusión

La variabilidad de cuadros alcanzados por estas escalas, su universalidad y gratuidad hacen que sean un excelente recurso para la clínica diaria de los profesionales, si bien en muchos casos faltan baremos o validaciones en español, su utilización de manera cualitativa puede contribuir al diagnóstico y conceptualización de los casos, sabiendo que se están aplicando escalas estudiadas y con excelente validez empírica.

Lista de referencias:

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