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Publicaciones por mes

junio 2018

46 Publicaciones
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Skinner, su hija y una cuna: la historia real detrás del mito

  • David Aparicio
  • 14/06/2018

B .F. Skinner (1904-1990), psicólogo, filósofo, investigador y escritor, fue sin duda uno de los psicólogos más influyentes y controversiales de nuestra era. Sus minuciosas investigaciones sobre el condicionamiento operante transformaron nuestro entendimiento sobre el poderoso efecto que tiene el ambiente sobre nuestro comportamiento y demostró que compartimos los mismos principios de aprendizaje que los animales. Este último punto fue muy difícil de digerir e inició acalorados debates y confrontaciones entre los principales referentes de la psicología de la época. Especialmente porque la evidencia que presentó contradecía contundentemente la teoría más aceptada del momento.

Lamentablemente los debates no se centraron únicamente en su teoría y conceptos, sino que se dirigieron numerosos epítetos y rumores contra Skinner y su familia, donde se lo catalogaba de fascista, controlador y retrógrado.

Pero hubo un rumor que lo persiguió durante el resto de su vida. Una leyenda que se sembró en los pasillos de la universidad1 en donde trabajaba y que se propagó hasta nuestros días en clases de psicología, libros y biografías mal documentadas.

Esta es la verdadera historia de la cuna de Skinner.

La cuna de Skinner o la cuna de aire

Todo comenzó en 1944 cuando Skinner decidió construir para su segunda hija, Deborah, una cuna especial que no sólo fuera cómoda y segura, sino que también redujera la carga de trabajo que tenía su esposa, Yvonne, en el hogar. Así que, fiel a su estilo, Skinner evaluó minuciosamente todos los elementos ineficientes de las cunas de la época y, junto con su esposa, decidieron que sólo incluirían los elementos más importantes para su cuidado.

Skinner se sentía confiado y entusiasmado con este proyecto. Años antes había diseñado y construido con sus propias manos la cámara de condicionamiento operante o caja de Skinner, un experimento que le permitió demostrar el principio del reforzamiento operante y obtener el reconocimiento mundial de la comunidad científica.

Skinner puso manos a la obra y como resultado logró una cuna poco convencional. Más parecida a una cabina enorme con un panel de vidrio en su frente que se podía subir y bajar para ingresar a su hija en la cuna. La cabina también incorporaba un filtro de aire para protegerla de las alergias y un regulador de temperatura que permitía mantener a su bebé en un ambiente agradable sin necesidad de vestirla con capas y capas de ropa para protegerla del inclemente frío de Minnessota. Esto a su vez reducía la carga de ropa, pañales y sábanas que lavar2. Disminuir la cantidad la ropa también le ofrecía a su bebé mayor libertad para moverse y jugar libremente dentro de la cuna, sin riesgos de enredarse y ahogarse con las sábanas. Skinner también pensó en un procedimiento fácil y cómodo que no requería agacharse para extraer la sabanas mojadas y que consistía en una lona en el piso unida a unos rodillos que podía deslizarse y cambiarse fácilmente con una polea.

Deborah Skinner dentro de la Cuna de Aire de Skinner.

Como cualquier padre, Skinner y su esposa Yvonne sacaban regularmente a su hija de la cuna para jugar, cambiarla y pasar tiempo con ella. Deborah la usó durante sus dos primeros años de vida, y todo indica que vivió una infancia feliz.

Skinner estaba satisfecho con el invento, y en 1945 escribió un artículo para la revista Ladies’ Home Journal donde describía las ventajas de la cuna, a la que se refería como un “aparato”. Sin embargo, la editorial decidió cambiar el título original —Baby Care Can Be Modernized (“El cuidado de los bebés se puede modernizar”)— por el mucho más provocador Baby in a Box (“Bebé en una caja”). Además, ilustraron el artículo con una imagen poco afortunada: Deborah dentro de la cuna, con las manos presionadas contra el vidrio, como si estuviera atrapada. La fotografía, lejos de ser neutral, reforzaba una lectura equivocada del invento.

Como era de esperarse, otros medios replicaron la historia seleccionando fragmentos aislados del artículo original, sin contextualizar la propuesta de Skinner ni explicar los objetivos reales de la cuna.

Imagen del artículo publicado en el Ladies Home Journal.

Aun así, la cuna de Skinner llegó a comercializarse, y se estima que más de 300 niños fueron criados en ella. Según los reportes, muchos padres consideraron que ofrecía ventajas significativas frente a los estándares de la época (Epstein, 1995).

Sin embargo, esa no fue la percepción generalizada. Algunas personas creyeron que Skinner estaba obsesionado con la eficiencia y que pretendía reemplazar el afecto y los cuidados humanos con tecnología. Otros, influidos por los rumores, asumieron que la cuna era una versión infantil de su famosa caja de condicionamiento y que la utilizaba para experimentar con su propia hija del mismo modo en que lo hacía con ratas y palomas.

El mito creció hasta alcanzar proporciones grotescas. Se llegó a afirmar que Deborah había desarrollado un trastorno psicótico, que fue internada en una institución psiquiátrica, que demandó a su padre por los supuestos experimentos a los que la había sometido, y que, incapaz de superar el trauma, terminó suicidándose.

Deborah  Skinner Buzan

Contrario a toda la maraña de rumores que se tejió alrededor de la imagen de Skinner y su familia, Deborah creció rodeada del amor y cuidado de sus padres. Al llegar a la universidad, estudió Historia del Arte, se graduó en 1967 y más adelante se trasladó a Londres para continuar desarrollando su carrera artística. Fue allí donde conoció a Barry Buzan, con quien se casó el 12 de marzo de 1973.

Skinner junto a sus hijas Julie (izquierda) y Deborah (derecha).

Deborah ha tenido una vida exitosa como pintora. Sin embargo, la leyenda sobre los supuestos experimentos de su padre la ha perseguido durante décadas. El episodio más desafortunado ocurrió en 2004, cuando una reseña negativa del libro Opening Skinner’s Box: Great Psychological Experiments of the Twentieth Century, escrito por la reconocida autora Lauren Slater, volvió a alimentar el mito de que Deborah había sido utilizada para probar las teorías conductistas de su padre (Miller, 2004). La propia Slater insinuó que Deborah era difícil de localizar y que probablemente se encontraba inestable, dejando un final ambiguo que reforzaba la narrativa ficticia.

Cansada de tantas distorsiones, Deborah respondió con una carta firme y clara publicada en el diario inglés The Guardian(Buzan, 2004), donde afirmó que su padre fue un hombre devoto y amoroso, y negó categóricamente haber sido utilizada como sujeto de experimentación.

No era la primera vez que los Skinner salían a desmentir el rumor. Años atrás, el propio Skinner intentó ponerle fin confrontando directamente al psiquiatra que había iniciado la historia. Incluso aprovechó una de sus conferencias para aclarar públicamente el malentendido. Gracias a YouTube, hoy podemos ver esa intervención de primera mano:

Skinner fue un hombre de ciencia, un inventor, pero ante todo fue un padre y esposo que quiso ofrecerle a su familia las mejores condiciones posibles. Su cuna estaba adelantada a su tiempo. Prueba de ello es que muchas de sus características hoy coinciden con las recomendaciones pediátricas: control de temperatura, buena calidad del aire y la reducción de objetos y ropa dentro de la cuna para prevenir riesgos de asfixia.

Sin embargo, su propuesta fue mal recibida y terminó siendo el combustible perfecto para alimentar un mito que aún persiste. Tal vez todo habría sido diferente si Skinner hubiera contado con el apoyo de un equipo de comunicación que le advirtiera sobre el impacto que pueden tener ciertas palabras en el público general. Términos como “aparato” o “experimento”, aunque precisos en el lenguaje científico, resultaban poco acertados para dirigirse a padres y madres preocupados por el bienestar de sus hijos.

Referencias bibliográficas:

  • Babies in Boxes. (n.d.). Retrieved from https://www.psychologytoday.com/us/articles/199511/babies-in-boxes
  • Buzan, D. S. (2004, March 12). I was not a lab rat. Retrieved from https://www.theguardian.com/education/2004/mar/12/highereducation.uk
  • Jorge, M. (2017, January 08). El bebé que vivía en una caja (o cómo una noticia falsa de los medios acabó con un proyecto científico). Retrieved from https://es.gizmodo.com/el-bebe-que-vivia-en-una-caja-o-como-una-noticia-falsa-1790840085
  • Joyce, N., & Faye, C. (n.d.). Skinner Air Crib. Retrieved from https://www.psychologicalscience.org/observer/skinner-air-crib
  • Joyce, N., & Faye, C. (n.d.). Skinner Air Crib. Retrieved from https://www.psychologicalscience.org/observer/skinner-air-crib
  • Miller, L. (2004, May 02). THE LAST WORD; Unpacking Skinner’s Box. Retrieved from https://www.nytimes.com/2004/05/02/books/the-last-word-unpacking-skinner-s-box.html
  • Skinner, B. F. (n.d.). Baby in a Box. Cumulative Record (enlarged Ed.)., 419-426. doi:10.1037/11324-032

Notas al pie de página:

  1. Skinner trabajaba en esa época en la Universidad de Minnesota (1945). ↩
  2. Los pañales desechables no fueron inventados hasta 1949 por Marion Donovan. ↩

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Teorías sobre el llanto del bebé y qué hacer cuando lo hace

  • Joan Rullan
  • 13/06/2018

Llorar es una de las primeras cosas que hacemos los seres humanos al llegar al mundo, salga de uno mismo o del golpecito del doctor/a que nos da la bienvenida. Durante los primeros meses de vida, los bebés no han desarrollado otras maneras de comunicarse que la del llanto, de manera que éste puede ser la respuesta a una gran variedad de motivos.

Por preocupante que pueda resultar el hecho de que nuestro hijo/a llore con frecuencia, lo cierto es que durante los 3-4 primeros meses de vida forma parte del desarrollo natural del recién nacido, y es habitualmente a partir de esos 4 meses de vida cuando paulatinamente la conducta empieza a reducirse.

Por parte de los padres, existe al día de hoy una gran cantidad de información sobre qué hacer y cómo educar a los hijos para brindarles un desarrollo óptimo, y lamentablemente estas indicaciones a menudo proponen direcciones distintas u opuestas entre sí, que generan confusión. Añadido a ello, el temor de si el bebé puede estar llorando por algún problema de salud importante, por eso es habitual que el llanto del bebé genere cierto nerviosismo y preocupación en los progenitores.

Partiendo de la idea de que llorar es de las pocas herramientas con la que se pueden comunicar los recién nacidos, y a menudo como forma de expresar algún malestar (tengo hambre, me pica o duele algo, necesito un cambio de pañal) parecería absurdo no atender a estas llamadas de atención. Evolutivamente, los que más lograban llamar la atención de sus progenitores durante los primeros meses, tenían más probabilidades de sobrevivir.

Ante ello, existen diferentes perspectivas sobre cómo responder al llanto de un bebé. Separados por toda una gama de grises, podemos encontrar la opinión de que es importante proporcionar cuidados y apoyo emocional constante, para que el recién nacido se sienta seguro y amado, a la vez que asocia a los padres y madres como fuente de bienestar y protección.

Llorar es de las pocas herramientas con la que se pueden comunicar los recién nacidos

Al otro lado está la postura de que el niño podría estar aprendiendo que mediante el llanto logrará siempre llamar la atención de los demás y obtener lo que quiere, además de que este apoyo emocional externo puede impedir que el recién nacido aprenda a auto-regularse por sí solo. Una crítica a esta postura es que el niño podría aprender también que los padres son un soporte débil y poco fiable ante la presencia de malestar, ya que el llanto también aparece cuando hay una necesidad o dolencia. Como se puede ver, la confusión incluso entre los profesionales, es notoria. Vamos a retomar algunos conceptos conductuales que puedan explicarlo.

Análisis conductual del llanto

B.F Skinner describió dos grandes clases de comportamiento:

Conducta respondiente: Es aquella conducta que viene determinada por su antedecente, lo que le precede. Suele ser heredado genéticamente por haber sido evolutivo para la especie, y son conductas reflejas de carácter involuntario. Ejemplos: Cerrar los ojos si se acerca algo hacia ellos a gran velocidad, sudar, salivar ante la comida, el reflejo rotuliano. En este caso, llorar sería una conducta respondiente ante el malestar.

Conducta operante: Son conductas aprendidas determinadas por las consecuencias de nuestros actos y tienen una función (conseguir o evitar algo). En este caso, llorar puede desarrollarse como una conducta para recibir atención o conseguir lo que uno quiere o necesita, por ejemplo.

El psicólogo Robert Epstein (2012) señala que cuando un bebé llora, recién nacido, estamos hablando de una conducta respondiente, refleja y filogenética. Se trataría de una respuesta automática ya que el niño no tiene otra forma de comunicarse con su entorno para expresar malestar. Sin embargo, con el tiempo puede asociar también ciertas consecuencias de llorar (“me hacen caso”, por ejemplo), en base a sus consecuencias, de modo que el llanto adquiere otras funciones siendo una conducta operante.

Cuando un bebé llora, recién nacido, estamos hablando de una conducta respondiente, refleja y filogenética

En relación con ello, Esptein señala uno de los errores más habituales por parte de los cuidadores. Si en el momento que llorar no se atiende, el recién nacido llorará más y más fuerte, lo cual tiene sentido desde un punto de vista evolutivo; cuando un comportamiento no funciona para lograr los resultados esperados, se incrementa su intensidad. Tras este pico de mayor intensidad, si no se obtienen los resultados esperados, la conducta se reducirá, dado que “no está funcionando” incluso llevándola a su máxima expresión. Si se está ignorando el llanto porque se entiende que el bebé está bien, pero al aparecer este incremento del llanto, los cuidadores se alarman y acuden a ver qué sucede, el niño está aprendiendo: Tengo que llorar más para que me hagan caso. Simplificándolo: A más llanto, menos malestar y más atención.

La propuesta de Epstein en estos casos sería la siguiente: Si se está ignorando el llanto porque es lo que se considera oportuno, aun cuando este incremente, esperar a que vuelva a bajar, para entonces intervenir, de modo que la recompensa no llega cuando se incrementa el llanto, sino cuando se reduce.

Es decir, ante el llanto dar atención, pero sin mostrarla. Es decir, observar si está bien y no ha sucedido nada problemático, pero no acudir a cogerle en brazos, mecerle, etc. Siguiendo los principios de moldeamiento, sería interesante que la aparición de los cuidadores se diera cada vez tras pausas más prolongadas, ampliando progresivamente el tiempo post-llanto antes de que aparezcan los cuidadores. De este modo, el bebé está recibiendo lo que quiere no con el llanto, sino con las conductas de auto-regulación propias con las que lo cesa y se tranquiliza.

Epstein destaca la gran diferencia entre ignorar, y estar pendientes de cuándo llora, cuándo incrementa el llanto, y cuándo decrece, para intervenir en el momento apropiado. En sus palabras, de este modo se estaría transmitiendo la idea de “te quiero, siempre estoy listo para ayudarte, y me gusta ver como te tranquilizas por ti mismo”.

Como decíamos anteriormente, existen ciertas discrepancias en sobre el qué hacer cuando un bebé llora, y un ejemplo de ello es la réplica de Whittingham (2014), quien coincide con el análisis de Epstein pero le ve algunas limitaciones.

Incorporando a los padres cuando llora el bebé

¿Qué sucede cuando oímos a nuestro bebé llorar? Probablemente aparezcan sensaciones de malestar y preocupación, y acudir a él y prestarle atención permitirá aliviar estas, además de, en la mayoría de casos, ser algo premiado por las consecuencias naturales y apetitivas del bebé.

Igual que los recién nacidos, los adultos aprendemos también constantemente y las propias consecuencias de nuestros actos en interacción con el bebé irán ampliando el repertorio de comportamientos con los que prestar atención al niño o niña. En algunos casos, la razón de estos comportamientos será el reducir el malestar, que pare de llorar. En otros, será acceder a experiencias positivas como sonrisas o miradas del neonato, o la satisfacción de estar actuando acorde a cómo quiero ser yo como padre/madre.

Estar atentos y responder no solamente ante el llanto sino también ante todo tipo de comportamiento del bebé y formas de comunicarse, de modo que se reforzarán un amplio abanico de comportamientos y maneras de comunicarse

Es posible también que, dada la saturación de información en la que se encuentren los cuidadores, los padres actúen especialmente en base a reglas. «Tengo que atenderle constantemente para que se sienta querido y desarrolle una buena autoestima», por ejemplo. Actuar de este modo, en base a reglas, suele tener la consecuencia de que se pierda contacto con lo real, con la experiencia directa. Lleva a hacer lo que se dice que se tiene que hacer y estar pendiente de eso, en lugar de atender a lo que nos dice la realidad de qué es más o menos útil, y de contactar con lo enriquecedor de la interacción con el bebé o al hecho de estar siendo el padre/madre que uno quiere ser.

Incorporando comportamientos alternativos al llanto

Dado que el aprendizaje es acumulativo y no se puede borrar lo aprendido, la mejor manera de reducir un comportamiento es promoviendo aquellos que pueden competir con el que queremos reducir. Ante estímulos que indican al organismo de que se tiene hambre, los comportamientos principales de un bebé son el llorar, pero existen otros alternativos como abrir la boca, hacer sonidos con los labios o movimientos buscando el pecho de la madre. Los bebés tienen por lo tanto diferentes herramientas para lograr satisfacer su necesidad. Si las demás son desatendidas, y el llanto es atendido, se aprenderá que ante el hambre lo que hay que hacer es llorar para saciarla.

En este sentido, Whittingham propone estar atentos y responder no solamente ante el llanto sino también ante todo tipo de comportamiento del bebé y formas de comunicarse, de modo que se reforzarán un amplio abanico de comportamientos y maneras de comunicarse. Con el tiempo, estas formas de comunicación se desarrollarán y ampliarán, siendo las precursoras del lenguaje y la interacción social.

La propuesta de Whittingham

Según el autor, es una cuestión de prioridades. Si lo más importante es reducir los llantos, al ignorarlos se pueden reducir y lograr que el bebé deje de llorar antes (habría que tenerse en cuenta también si el llorar se entiende como un problema para el bebé o para los padres).

La crítica de Whittingham al planteamiento de Epstein, en que propone dar atención cuando el menor ha empezado a relajarse, reside en el aprendizaje subyacente: antes de relacionarse e interactuar, necesita haber reducido su malestar, puede llevar también a inflexibilidad psicológica, a dejar de hacer cosas cuando uno no se siente perfectamente, para centrarse en cambiar pensamientos o emociones que no nos gustan, algo muy recurrente en problemas psicológicos de la vida adulta. A entender que soy digno de atención solamente cuando estoy sintiendo y pensando cosas agradables o comúnmente llamadas positivas.

En cambio, si los cuidadores responden a cualquier tipo de comportamiento del bebé, sea este agradable (sonrisa) o desagradable (llanto) para los padres, están demostrándole aceptación incondicional al bebé y a lo que experimenta, sean los estados o emociones que sean. Esta puede ser la semilla para que el niño desarrolle a lo largo de múltiples interacciones aceptación y compasión con uno mismo y los demás, así como flexibilidad psicológica.

De este modo, lo que se estaría transmitiendo en este caso sería en palabras de Whittingham: “Te quiero, completa e incondicionalmente. Te acepto, entero, tal cual eres. Y siempre estoy aquí para ti, no importa qué hayas hecho. No importa lo grandes que puedan ser tus emociones, yo soy más grande aún, y puedo sostenerlas todas”.

Otras aproximaciones

Una investigación canadiense, llevada a cabo por Hunziker y Barr (1986), ha sugerido que cargar al bebé y mecerlo cuando no está llorando, podría reducir la frecuencia del llanto y prevenir cólicos. Además, estudios en otras culturas sugieren que la respuesta rápida al llanto del bebé, con tono cariñoso, producía llantos de menor intensidad (5 segundos o menos), lo que a su vez probablemente elicitara una respuesta cariñosa por parte del cuidador, buscando el alivio del bebé y no el propio (Barr, Konner, Bakeman & Adamson, 1991).

Referencias bibliograficas:

Barr, R., Konner, M., Bakeman, R. & Adamson, L. (1991), Crying in ¡Kung San infants: A test of the cultural specificity hypothesis. Recuperado de: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/j.1469-8749.1991.tb14930.x

Epstein, R. (2012). Crying Babies. Journal of Contextual Behavioral Science, 1.1, 43-48.

Hunziker, U & Barr, R. (1986), Increased carrying reduces infant crying: A randomized controled trial. Recuperado de: http://pediatrics.aappublications.org/content/77/5/641?sso=1&ssoredirectcount=1&nfstatus=401&nftoken=00000000-0000-0000-0000-000000000000&nfstatusdescription=ERROR%3a+No+local+token

Whittingham, K. (2014). Parenting in context. Journal of Contextual Behavioral Science, 3.3, 212-215.

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Aprendes mejor enseñando

  • Maria Fernanda Alonso
  • 13/06/2018

El efecto de aprender enseñando ha sido demostrado en muchos estudios. ¿Será que tener la responsabilidad de impartir conocimientos es relevante? ¿O quizás enseñar es una técnica de estudio extremadamente eficiente en sí misma por demandar recordar lo que hemos estudiado previamente?

En una nueva investigación en Applied Cognitive Psychology, dirigida por Aloysius Wei Lun Koh, se puso a prueba la teoría de que enseñar mejora el aprendizaje de quien enseña porque le obliga a recordar lo que ha estudiado previamente. En otras palabras, los investigadores sostenían que los beneficios en el aprendizaje de enseñar son una manifestación del conocido “efecto de prueba”: traer a la mente lo que hemos estudiado anteriormente conduce a una adquisición de esa información más profunda y duradera, comparado con pasar más tiempo volviendo a estudiar pasivamente.

Para el estudio, reclutaron 124 estudiantes y les pidieron que pasaran 10 minutos estudiando un texto con figuras que lo acompañaban, sobre el Efecto Doppler y las ondas sonoras (un tema sobre el cual ninguno de ellos tenía conocimientos previos), teniendo en miras que deberían enseñar el material ellos mismos luego, sin contar con notas. Se les dijo que podrían tomar notas mientras estudiaban pero que no las podrían usar en la siguiente etapa.

Después de la fase de estudio, se dividió a los participantes en cuatro grupos. En un grupo los participantes pasaron cinco minutos siendo filmados solos mientras daban una clase de pie sobre el material de estudio sin notas (podían usar un rotafolios en blanco para hacer dibujos si querían). En cuanto a los otros grupos, o bien pasaron el mismo tiempo completando multiplicaciones aritméticas; o parados enseñando literalmente desde un guión establecido (que incluía hacer referencia a figuras pre dibujadas en una pizarra blanca); o escribiendo todo lo que podían recordar del texto (esto es, una forma de práctica de recuperación diseñada para inducir el efecto que se estaba probando).

Una semana más tarde todos los participantes volvieron al laboratorio para una prueba sorpresa de su conocimiento y comprensión del texto de estudio original. La prueba consistió en seis preguntas de respuesta libre que requerían que expliquen conceptos claves del material de estudio.

El hallazgo crítico es que el grupo que enseñó sin notas tuvo un mejor rendimiento que el grupo que pasó el mismo tiempo completando problemas aritméticos y el grupo que enseñó desde un guión, pero también tuvo un mejor rendimiento el grupo que pasó el mismo tiempo recordando lo que había aprendido.

Los investigadores dijeron que sus resultados sugieren que “los beneficios de la estrategia de ‘aprender enseñando’ son atribuibles a la práctica de la recuperación de los materiales enseñados.”

Los nuevos hallazgos no socavan la noción de la enseñanza como un método de aprendizaje por efecto, pero tienen implicaciones prácticas sobre cómo es aplicada la técnica de “aprender enseñando” en la educación y el entrenamiento. “Para asegurar que los estudiantes y tutores aprenden y retienen el material educacional que han preparado y presentado en clases, deberían interiorizar el material a ser presentado antes de comunicarlo a una audiencia, en lugar de confiar en notas de estudio durante el proceso de presentación,” dijeron los investigadores.

Algunas críticas a este estudio se basan en que no hubo una audiencia que aprenda en ninguno de los grupos de enseñanza y por lo tanto no hubo interacción, lo que seguramente también cumple un rol en los beneficios del aprendizaje cuando se enseña. Además, originalmente se preparó a los participantes de todos los grupos para que esperen el hecho de tener que enseñar el material, lo que puede haber tenido beneficios de aprendizaje en sí mismo. Lun Koh y sus colegas sostuvieron que en investigaciones futuras evaluarán la importancia de la práctica de la recuperación a través de una variedad de escenarios y actividades de enseñanza.

Referencia del estudio: Aloysius Wei Lun Koh, Sze Chi Lee, Stephen Wee Hun Lim. The learning benefits of teaching: A retrieval practice hypothesis. https://doi.org/10.1002/acp.3410

Fuente: The British Psychological Society

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  • Recursos para Profesionales de la Psicología

Criterios para la evaluación y la intervención con familias y menores en el ámbito de la protección infantil (PDF)

  • David Aparicio
  • 12/06/2018

El artículo revisa los manuales de actuación de algunos Servicios de Protección Infantil de nuestro país para describir el proceso de intervención de estos servicios una vez que tienen conocimiento de la existencia de un niño, niña o adolescente que puede estar siendo víctima de desprotección en su familia.

Se revisan los principios y criterios establecidos para las distintas tomas de decisión a adoptar en estos casos en los diferentes momentos del proceso de intervención, con especial atención a las decisiones relacionadas con la separación del niño, niña o adolescente de su familia. Por último se revisan la situación actual en nuestro país, los objetivos y el diseño de los programas de intervención familiar, con una breve reseña sobre sus resultados.

Descarga el artículo completo en formato PDF.

Autor: Ma Ignacia Arruabarrena Madariaga
Fuente: Papeles del psicólogo

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Más que un guiño: El impacto de los emojis en tu cerebro

  • Karemi Rodríguez Batista
  • 11/06/2018

Estaréis de acuerdo conmigo en que los emojis nunca sustituirán a las palabras, pero no cabe duda que acompañan nuestra comunicación y la enriquecen, sobre todo en entornos donde es realmente difícil poder captar la emoción del otro. Y es que, precisamente, uno de sus principales objetivos es imitar expresiones faciales y emociones para desambiguar los textos escritos que, al carecer de otros elementos contextuales, pueden ser malinterpretados. En definitiva dar tinte emocional a nuestras interacciones. Simplemente mira los historiales de tu Whatsapp, Facebook, Twitter o blogs, y date cuenta.

Por ello, éste aspecto característico de la comunicación electrónica ha llamado el interés científico desde sus inicios. Su estudio ha estado presente en todas las fases que han caracterizado la investigación y desarrollo de la comunicación mediada por ordenador (CMO) — disciplina académica que lo estudia desde el punto de vista lingüístico la comunicación digital. Observa también el fenómeno de los emojis y emojis desde la pragmalingüística, un sub-área de la lingüística que se interesa por cómo el contexto influye en la interpretación del significado (Bieswanger, 2013 cit. en Sampietro, 2016).

Empecemos haciendo una breve distinción. Los emojis (neologismo que proviene de emoción e icono) son aquellos símbolos que creamos mediante signos de puntuación tipo :-), :-( Con los emojis vamos un poco más allá, son ideogramas o pictogramas que incorporan el color y son utilizados como los emojis principalmente en conversaciones de texto a través de teléfonos inteligentes. Podríamos también definirlos como emojis textuales o gráficos (Sampietro, 2016).

Aunque parece que ya en 1881 una revista satírica americana se publicaban 4 emojis tipográficos. No es sino es hasta El 19 de septiembre de 1982, cuando el científico americano Scott Fahlman propone el uso de la secuencia de caracteres :-) en el asunto de un mensaje para indicar que el comentario contenía una broma — una carita feliz para evitar malos entendidos, elprimer emoticón. Y hasta finales de 1990 es cuando Shigetaka Kurita crea los primeros emojis para la empresa de telecomunicaciones japonesa NTT Docomo. 176 caracteres de 12×12 píxeles, basándose en símbolos ya existentes en aspectos de la cultura de Japón. Actualmente la institución que estandariza su uso es Consorcio Unicode con 1.800 emojis avalados, tratándolos de igual forma a los idiogramas o símbolos de cualquier otro idioma.

Una variable importante que explica el gran éxito de los emojis es la facilidad para reconocerles. Ejemplos de ellos: “pulgar hacia arriba”, “carita que cierra el ojo”, “carita que manda besos”, etc., Sin embargo, la interpretación siempre irá en función del contexto. El emoji que saca la lengua podría interpretarse en un tono irónico o también erótico.

De aquí nos surgiría otra pregunta, ¿que grado de universalidad puede tener un emoji? Para ello, en 2015, investigadores de la Universidad de Barcelona y de Trento realizaron un análisis de 34 millones de tuits en Estados Unidos, Reino Unido, Italia y España. Y si, hay diferencias “La mujer que baila es simplemente una mujer que baila en Estados Unidos, Reino Unido e Italia, mientras que en España está más relacionada con irse de fiesta, o el emoji del trébol de cuatro hojas en España está más relacionado con mensajes de amor, mientras que en Reino Unido se emplea como símbolo de la buena suerte” (Rodríguez, 2017).

EL IMPACTO DE LOS EMOJIS EN LAS CONVERSACIONES 2.0

Tenemos, por otro lado posturas que afirman que los emojis podrían estarnos limitando, que simplifican el mensaje, además de limitar nuestra riqueza expresiva. Pero hemos de considerar que la conversación en línea no posee moduladores como pueden ser la entonación, el lenguaje corporal y las expresiones faciales. A tal fin estos recursos ayudan a compensar y a complementar la comunicación. Vyv Evans, profesor de lingüística de la Universidad de Bangor. afirma “No son, estrictamente hablando, un idioma como el inglés o el español. Pero nos guste o no, los emojis son la forma de comunicación más global”.

Ahora bien, es importante es saber en qué contextos podemos utilizar este recurso. En situaciones formales no es aconsejable, y según en qué culturas muchísimo menos. Pero si que es cierto que las marcas ahora mismo están explotando al máximo sus bondades.

Muchas de las grandes empresas online han aprovechado para incluirlas es sus mensajes en las redes sociales, con el fin de mostrarse también cercanos y fomentar un ambiente relajado entre sus usuarios.

Emojitracker ha detectado que “la publicidad también se vale de emojis, llegando a crear una tasa de clics en sus enlaces de 9,2%, mientras que la media sin emojis es de 0,4%.”. Esto puede deberse, entre otros factores a que mediante el uso de emojis en las empresas también se logra aumentar la accesibilidad, la empatía con los usuarios, la popularidad, o suavizar las malas noticias.

No cabe duda que “el lenguaje de los emojis articula sentimientos de una manera universal, transforma una frase simple, y provoca respuestas más fuertes y más variadas en una conversación en línea”, opina, Khotulev, informático y desarrollador web, y fanático de los emojis (Baraniuk, 2014). No es vano se le llama el lenguaje del siglo XXI.

“No son, estrictamente hablando, un idioma como el inglés o el español. Pero nos guste o no, los emojis son la forma de comunicación más global”

Para Ben Agger (1952-2015), profesor de sociología de la Universidad de Texas en Arlington, Estados Unidos, y autor del libro Texting Toward Utopia, “vivimos más literario de los tiempos, los emoticones traen los matices de la comunicación cara a cara, esas sutilezas que se pierden cuando interactuamos con una pantalla de por medio, y tanto niños como jóvenes utilizan el poder expresivo que tienen los mismos para comunicarse a grandes distancias y a pesar de las presiones sociales”. La manera en que hacemos uso de estas figuritas, también pueden revelar detalles sobre cómo eres, dicen los expertos en sociología. Por ejemplo, las mujeres suelen usarlos con más frecuencia que los hombres.

Se ha demostrado, además, que estamos culturalmente condicionados para reaccionar ante estos símbolos. Y pueden sobrepasar a las palabras mismas en cuanto a la transmisión de emociones complejas y significativas. Por tanto, no nos extraña en absoluto que empresas como Facebook hayan invertido en el desarrollo de sofisticados emojis.

Y Facebook lo sabe…

Por esto el coloso de las redes sociales, no deja pasar una oportunidad así. Hace pocos años, en 2012, el profesor de psicología de la UC Berkeley, Dacher Keltner, fue invitado a convertirse en socio científico de Facebook. Ha sido su dedicación al estudio de las emociones y la interacción social uno de los principales factores de esta alianza.

“El lenguaje de los emojis articula sentimientos de una manera universal, transforma una frase simple, y provoca respuestas más fuertes y más variadas en una conversación en línea”

Para empezar se planteó cómo la investigación sobre la compasión podría ser de utilidad a la red, a fin de abordar algunos tipos de conflictos personales. Keltner pensó que al incorporar algunos de los principios del trabajo seminal de Darwin sobre la emoción, podría agregar un toque de la riqueza que sentía que carecían los emojis existentes.

Pero, ciertamente no era un reto sencillo. Tomemos como ejemplo “la simpatía” y “la vergüenza”. Respecto a la primera, puede ser difícil de conseguir en forma de emoticon tradicional, “es una emoción poco apreciada en la cultura occidental”, y respecto a la segunda, la investigación ha demostrado que el sonrojo tiene un propósito evolutivo, que enseña que las personas lamentan cualquier límite social que acaban de sobrepasar. “Cuando muestras que estás avergonzado con alguien más, es como decir ‘Lo siento’. Desencadena el perdón y la confianza”, explica Keltner (Shaunacy, 2013).

Y entonces, comienza el proceso de dar a luz un elemento más completo: los famosos stickers que aparecen en Facebook y en otras aplicaciones y redes, y que ayudarían a precisar más matices emocionales.

También hemos de considerar la más reciente aparición de los GIFs animados en la comunicación a través de estos canales. Estos elementos aportan aún más una carga emocional a la comunicación más estructurada aportando cercanía y complicidad en el canal online.

Acompañar las frases con emojis activaba los giros frontales inferiores derecho e izquierdo, implicados en el procesamiento de información verbal y no verbal

Pero, ¿hasta dónde se puede matizar y replicar? Un estudio de 2007 sobre el uso de emoticones en el chat en línea advirtió que, aunque los emojis están destinados a inyectar expresiones no verbales en conversaciones de solo texto, difieren porque debemos usarlos de forma consciente y deliberada: aunque es concebible que los emojis puedan volverse habituales y menos conscientes con el tiempo, aún no está claro cómo se interpretan en la comunicación mediada por ordenador (CMO). Son tan icónicos e inconscientes como las expresiones faciales no verbales o, como la fraseología, como elementos deliberadamente codificados de comunicación intencional (Shaunacy, 2013).

Pero surgía una cuestión más relativo al movimiento. Lisa Feldman Barrettt, profesora de psicología en Northeastern University afirma que el movimiento antes y después de la expresión proporciona un contexto que ayuda a identificar la emoción. De hecho, los estudios en percepción de las emociones, encontraron que las personas pueden identificar mejor las emociones en caras dinámicas que en caras sin movimiento. Esta cuestión se ha resuelto ya con la incorporación de los GIFs animados.

¿QUÉ NOS DICEN LAS NEUROCIENCIAS?

Nos planteamos ahora cómo procesamos esta novedad cultural. Y es que estudios de neuroimagen se han puesto en marcha para proporcionarnos datos medibles en cuanto a esto. Por ejemplo un estudio en 2006, que empleaba la técnica de resonancia magnética funcional concluyó que los emojis se perciben como expresión de emociones, aunque no fuesen reconocidos como caras. Concretamente, el giro fusiforme derecho, que normalmente se activa en respuesta a las caras no respondía a los emojis, pero el giro frontal inferior derecho, implicado en tareas de decisión con contenido emocional se activaba tanto con las caras como con los emojis (Nakamura, 1999 cit en Rosa Martínez y Martínez Rubio, 2016).

En relación a la información no verbal, un estudio más reciente, de 2011, conducido porYuasa, Saito y Mukawa, demostró que acompañar las frases con emojis activaba los giros frontales inferiores derecho e izquierdo, implicados en el procesamiento de información verbal y no verbal. No obstante, el giro fusiforme derecho, implicado en el reconocimiento de caras, no se activaba ante estos estímulos. Aún así, el uso de emojis es un recurso sencillo que mejora nuestra comunicación emocional (Yuasa, Saito y Mukawa, 2011).

Sin embargo, en 2014, un estudio llevado a cabo por Churches, Nicholls, Thiessen, Kohler y Keage, concluyó que nuestro cerebro sí que asocia los emojis a los rostros humanos, reaccionando de forma similar, lo que desencadena respuestas en las mismas áreas cerebrales localizadas en la corteza occipito-temporal. Hay que puntualizar que, en este estudio, los emojis, en su posición habitual eran reconocidos por un proceso holístico similar al de las caras, debido a su asociación con éstas. Pero cuando se presentaban invertidos, no eran capaces de activar ninguno de los procesos implicados en el reconocimiento de caras debido a la falta de familiaridad en la configuración (Rosa Martínez y Martínez Rubio, 2016).

Para concluir, es tal la potencia y efectividad de estos elementos que se han convertido en esenciales y enriquecedores para nuestra comunicación digital. Sería interesante saber más desde otros enfoques como la psicología cognitiva o incluso acercamientos más subjetivos, de cara a una comprensión integrada de la influencia de los emoticones en la comunicación humana a nivel socio-cognitivo y neuronal. No cabe duda que queda mucho por seguir investigando y desarrollando en esta línea que sin duda tiene gran camino por delante.

Referencias bibliográficas:

  • Analizamos el impacto de los emojis en la conversación de la era 2.0 (2016, Octubre 30) Recuperado el 10 de mayo de 2018. Disponible en https://www.marketingdirecto.com/digital-general/digital/analizamos-impacto-emojis-conversacion-la-2-0
  • Baraniuk, C.(2014). The surprising power of the emoticons. BBC. Recuperado el 09 de mayo de 2018. Disponible en http://www.bbc.com/future/story/20141126-surprising-power-of-emoticons
  • Boix Alarcón, E. (2016). El impacto de los emojis en las redes sociales. FED Business School. Recuperado el 10 de mayo de 2018. Disponible en https://www.foroeconomiadigital.com/blog/impacto-los-emojis-las-redes-sociales/
  • Churches, O., Nicholls, M., Thiessen, M., Kohler, M., y Keage, M. (2014). Emoticons in mind: An event-related potential study. Social Neuroscience, 9, 196-202.
  • Rodríguez, J. A. (2017). Emojis, ¿un avance o una involución del lenguaje? Recuperado el 10 de mayo de 2018. Disponible en http://www.levante-emv.com/vida-y-estilo/tecnologia/2017/03/06/idioma-emojis/1537596.html
  • Rosa Martínez, E. M. y Martínez Rubio, D. (2016). El impacto de los emojis en la actividad cerebral. Ciencia Cognitiva
    , 10:2, 53-55.
  • Sampietro. A. (2016). emojis y emojis: Análisis de su historia, difusión y uso en la comunicación digital actual (tesis doctoral). Universitat de València Facultat de Filologia, Traducció i Comunicació. Valencia.
  • Shaunacy, F. (2013). How Facebook Used Science To Design More Emotional Emoticons. Popular Science. Recuperado el 15 de mayo de 2018. Disponible en https://www.popsci.com/science/article/2013-05/how-design-more-emotional-emoticon
  • Yuasa, M., Saito, K., y Mukawa N. (2011). Brain activity when reading sentences and emoticons: An fMRI study of verbal and nonverbal communication. Electronics and Communications in Japan, 94, 17-24.

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  • Salud Mental y Tratamientos

Intervención contextual para trastornos de ansiedad (curso online)

  • David Aparicio
  • 11/06/2018

Como terapeutas, queremos lo mejor para nuestros pacientes; como alumnos, necesitamos la mejor calidad y flexibilidad en nuestra formación. Estos son los principios que nos caracterizan.

En este curso adquirirás herramientas para abordar de manera contextual los problemas de ansiedad de las personas a las que atiendas.

Las problemáticas de Ansiedad suponen un gran coste tanto para el individuo como para la sociedad, y los terapeutas debemos estar preparados para dar soluciones.

Trastorno de ansiedad generalizada, pánico con o sin agorafobia, estrés postraumático, fobia específica, trastorno obsesivo-compulsivo… el conjunto de tratamiento que se aúna como terapia cognitivo conductual ha obtenido muy buenos resultados en el abordaje de estas problemáticas, y esta eficacia es ampliada con las estrategias y conceptualización que las Terapias Contextuales proporcionan.

Adquirirás herramientas para abordar de manera contextual los problemas de ansiedad de las personas a las que atiendas.

Volviendo al uso del análisis funcional del comportamiento como base de la valoración para la persona, y dirigiendo la atención a la vida de valor antes que a los síntomas, la Terapia de Aceptación y Compromiso supone un recurso potente para flexibilizar los comportamientos de la persona y ayudarle a salir de su estado de ansiedad.

Mediante el visionado de la lección teórica, y hasta cuatro vídeos de role playing en los que podrás ver cómo se hace, conseguimos que puedas estar preparado/a al ritmo que tú necesites: en la comodidad de tu casa o despacho. Cuando acabes, recibes tu certificado de competencias. La formación que necesitas no tiene por qué ser cara, ni estar limitada por el tiempo.

Qué aprenderás

  • Conocer las características clínicas de los trastornos de ansiedad
  • Conocer los factores comunes de los trastornos de ansiedad
  • Aprender a realizar un análisis funcional de los comportamientos ansiógenos de la persona
  • Conocer estrategias de la Terapia de Aceptación y Compromiso orientadas a aumentar el contacto de la persona con sus valores
  • Obtener herramientas prácticas que podrás utilizar en consulta de manera inmediata

Dirigido a

Psicólogos
Psiquiatras
Estudiantes de psicología

Qué necesitarás

Haber realizado formación o estar realizándola en algún programa de Psicología o Psiquiatría/ Medicina, con validez legal en el país de residencia.

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Agradecemos a Terapias Contextuales, nuestro sponsor de la semana.

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Lo que los niños con malformaciones faciales saben y su hijo no

  • Equipo de Redacción
  • 07/06/2018

La película Wonder, estrenada recientemente, está basada en la historia real de Auggie, un niño que nació con una malformación facial severa. El largometraje empieza cuando Auggie, al que educaba su madre desde casa, empieza a ir a un colegio y tiene que lidiar con una variedad de opiniones, no solo de sus compañeros, sino también de sus padres y otros adultos.

Auggie nació con el síndrome de Treacher Collins, una enfermedad genética que afecta al desarrollo del cráneo, la mandíbula y los pómulos, causa deformaciones faciales y pérdida de audición. Algunas personas nacen con malformaciones en la cara y otras las pueden adquirir a través de traumas, quemaduras o tratamiento de tumores faciales.

Estas diferencias físicas pueden tener grandes consecuencias en la vida como la pérdida de extremidades o enfermedades crónicas. Normalmente, asociamos la cirugía plástica con la mejora del aspecto físico, pero va más allá, especialmente para los cirujanos que trabajan con niños, cuyo objetivo es el de recuperar la apariencia de la cara hasta el punto de que puedan llevar una vida normal.

Dejando de lado la pérdida del atractivo, una malformación facial afecta a cada aspecto de la vida diaria, porque las caras son muy importantes para nosotros como seres sociales. Y sin embargo, a pesar de los grandes retos, los niños con diferencias faciales tienden a ser mejores a la hora de valorar su propia imagen corporal que aquellos que no las tienen.

A través del estudio de cómo las personas con diferencias faciales superan sus obstáculos, no solo podremos encontrar la forma de ayudar a estos niños, sino aprender a ayudar a todas las personas jóvenes a sentirse cómodas con su aspecto y con quienes son.

La maravilla de las caras

Intente dibujar la cara de alguien. A menos que sea un gran artista, será difícil crear una imagen que realmente se parezca a esa persona. Esto se debe a que los estrechos parámetros de las características faciales —los ojos, la nariz o la boca— son tan diferenciadores que esperamos reconocer una cara en particular en una multitud, posiblemente habiéndola visto en una sola ocasión y desde un ángulo diferente. Con más de siete mil millones de personas en el mundo, es realmente extraordinario que las caras de cada uno sean únicas.

Por supuesto que no es la cara en sí lo extraordinario, sino nuestra habilidad para percibirla. Estamos programados para identificar sin esfuerzo las diferencias más sutiles entre las caras a diferencia de otras formas o partes del cuerpo.

Esta es una de las razones por las que, a pesar de los avances conseguidos en cirugía plástica durante el último siglo, desde microcirugía hasta trasplantes faciales, nuestros esfuerzos quirúrgicos para reconstruir caras a veces parecen insuficientes.

Los niños con diferencias faciales tienden a ser mejores a la hora de valorar la imagen corporal que aquellos que no las tienen

Las personas suelen tener ciertas actitudes hacia aquellas con diferencias faciales, como situarse más lejos o a un lado

Nuestra capacidad de percibir diferencias en la apariencia facial contribuye a los retos a los que las personas como Auggie se enfrentan cada día. Las caras son el principal medio a través del que nos movemos en muchos de los intercambios sociales de la vida cotidiana.

Los estudios demuestran que, en las interacciones casuales, las personas suelen tener ciertas actitudes hacia aquellas con diferencias faciales, como situarse más lejos o a un lado. Cambios sutiles, pero llenos de significado social.

Un problema aún más grave es la atención no querida en los espacios públicos, desde comentarios desagradables e intrusivos a curiosidad invasiva. En Wonder, cuando Auggie camina por el patio del colegio por primera vez, las conversaciones se paran y todas las caras se fijan en él. El psicólogo Frances MacGregor ha descrito elegantemente este particular problema al que se enfrentan las personas con diferencias visibles:

«La ‘desatención civil’ conferida entre personas extrañas y que hace posible que nos movamos de forma anónima y sin impedimentos en los espacios públicos es un derecho y un privilegio anhelado por las personas con desfiguración facial que son víctimas de intrusiones e invasiones de su privacidad contra las que tienen poca o ninguna protección».

Las diferencias faciales y la imagen corporal

Teniendo en cuenta los desafíos que supone tener un aspecto diferente y el importante papel de la cara en la identidad, se podría esperar que los adolescentes con diferencias faciales no fuesen buenos midiendo la imagen personal y el bienestar.

Sin embargo, una investigación realizada en Reino Unido ha demostrado que al dar un cuestionario estándar de imagen corporal a adolescentes con labio y paladar hendido o una afección craneoencefálica como Auggie, aquellos con diferencias faciales tuvieron puntuaciones promedio mejores que las de los adolescentes que no tienen estas diferencias.

Puede haber varios motivos para esto. Las investigaciones revelan que la gravedad de una diferencia física visible es un vaticinador pobre de su impacto psicológico. Es mucho más importante la calidad de las habilidades sociales de la persona. Aquellas con diferencias faciales a menudo desarrollan estrategias para suavizar las dificultades sociales, como formas de mencionarlo pronto durante una conversación y cambiar de tema rápidamente o usar el humor para desviar la atención.

El hecho de que obtuvieran mejores resultados al valorar su propia imagen corporal podría reflejar una mayor madurez social y mayor comodidad con su propio aspecto.

La podría reflejar una mayor madurez social y mayor comodidad con su propio aspecto

El hecho de que obtuvieran mejores resultados al considerar su imagen corporal podría reflejar una mayor madurez social y mayor comodidad con su propio aspecto, algo que los adolescentes que no han tenido que enfrentarse a esos problemas no han conseguido aún.

Por otro lado, los niños que no tienen una diferencia visible no tienen tan buenos resultados al valorar la imagen corporal que los que sí la tienen. Esta y otras muchas investigaciones indican que, en la era de las redes sociales, los selfies y la cultura del consumo, nos enfrentamos a un aumento de la insatisfacción con la imagen propia.

La peligrosa insatisfacción de los adolescentes con su cuerpo: ¿un trastorno aislado o una escala de comportamiento?

Los adolescentes australianos constantemente valoran la imagen corporal como una de sus principales preocupaciones en la vida, por encima del acoso, las drogas y otra larga lista de problemas que podríamos considerar más importantes.

La insatisfacción con el cuerpo es un factor de riesgo en los trastornos alimenticios y una de las claves en el trastorno dismórfico corporal (TDC). Las personas con esta enfermedad desarrollan preocupaciones obsesivas sobre aspectos particulares de su apariencia, incluidos algunos que otras personas perciben como normales.

Habitualmente recurren a la cirugía para corregir lo que perciben como problemas y —no es de extrañar— rara vez se sienten satisfechos con los resultados. Pueden someterse a múltiples operaciones estéticas, normalmente con diferentes médicos, hasta que les diagnostican el trastorno. De hecho, los cirujanos plásticos comentan que el número de jóvenes que quieren intervenirse ha aumentado.

Una importante pregunta que sigue sin respuesta con relación al TDC es si se trata de un trastorno aislado o un extremo dentro de un espectro de comportamiento. Este trastorno podría tener consecuencias graves en la salud mental y física de las personas jóvenes.

Los científicos ahora se centran en cómo los niños y adolescentes lidian con las diferencias faciales y de otras partes del cuerpo y cómo este conocimiento puede ser aplicado para ayudar a otras personas que lo sufran. Esto ayudará a educar mejor a la juventud para que pueda sentirse mejor con su aspecto.

Artículo publicado originalmente en inglés en The Conversation, por Anthony Penington, profesor de cirugía pediátrica plástica y maxilofacial en la Universidad de Melbourne (Australia). Puedes leer el artículo original aquí.

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

7 Preguntas esenciales sobre los antidepresivos y su acción

  • David Aparicio
  • 07/06/2018

Dr. Alberto Soler Montagud en Gestalt Valencia da respuesta a siete interrogantes comunes sobre el consumo e antidepresivos. Este es un extracto sobre el tiempo de acción:

Los antidepresivos suelen tardar entre 3 ó 4 semanas (en algunos casos puede que hasta ocho) en producir el efecto terapéutico deseado. Sin embargo, hay pacientes que empiezan a experimentar mejoría al cabo de pocos días, pues las respuestas son variables en función de las características de cada individuo. Algunos antidepresivos pueden ser mas rápidos como sucede con la acción psicoestimulante del bupropion.

Es frecuente que durante el tiempo de latencia que media entre el inicio del tratamiento y la aparición del efecto terapéutico, el médico prescriba de modo temporal otros medicamentos (con frecuencia, ansiolíticos) que ayuden sintomáticamente hasta que el antidepresivo actúe.

Lee el artículo completo en Gestalt Valencia.

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  • Biografías

Jean Piaget, un hombre de espíritu filosófico

  • Rita Arosemena P.
  • 06/06/2018

En una autobiografía publicada en 1952 por la Universidad Clark, Piaget nos habla de la importancia de entender las biografías como elementos para explicar la obra de un autor. Únicamente entonces, nos dice, puede considerarse un documento de interés científico.

La forma de ver el mundo de Jean Piaget se rigió siempre por este principio: el de garantizar una mirada crítica y científica de los acontecimientos diarios. También es válido descifrar a Piaget como un “espíritu filosófico” que buscó durante más de treinta años expresar asertivamente una idea personal, “sin conseguirlo jamás enteramente”.

Pero antes de adentrarnos en el Piaget psicólogo, es necesario conocer al Piaget humano, al hombre y sus ideales, su procedencia y sus objetivos.

Infancia y vida personal de Jean Piaget

Piaget nació en Neuchatel, Suiza, el 9 de agosto de 1896. Su padre fue un “espíritu escrupuloso y crítico”, consagrado a la literatura medieval y amante de las pláticas sustanciosas, sin temor a las polémicas que pudieran surgir por las discrepancias históricas y culturales. Piaget describe a su madre como una mujer “muy inteligente, enérgica y, en el fondo, de una verdadera bondad”; sin embargo, su temperamento era neurótico, lo que hacía de la vida familiar un aspecto difícil de manejar.

Fue la neurosis de su madre lo que motivó a Piaget a reemplazar el juego por el trabajo a una edad temprana, de este modo, sentía que imitaba a su padre y, a la vez, podía refugiarse de los conflictos familiares en un mundo privado de conocimientos y experiencias. A pesar de esto, Piaget se consideró siempre enemigo público de “toda huida de la realidad”, y puede que haya sido esto lo que dirigió su interés hacia el estudio de los problemas del psicoanálisis y la psicología patológica.

Piaget demostró desde pequeño un gran interés por el método científico y la investigación. Entre los diez u once años, descubrió una pasión particular por los pájaros y los moluscos; de hecho, siendo todavía un escolar, Piaget escribió una serie de artículos sobre los moluscos de Suiza, Saboya, Bretaña y Colombia. Muchos académicos extranjeros quisieron conocer a Piaget, sin embargo, nunca se atrevió a presentarse por considerarse aún demasiado joven e inexperto. Incluso el director de un periódico conocido por aquel entonces rechazó uno de los artículos de Piaget al darse cuenta de su edad, le hacían falta aún dos años para culminar el bachillerato, aunque ya tenía la destreza y dominio para componer piezas muy completas y valiosas.

Piaget nos habla de estos episodios como vivencias “muy útiles” para su formación científica; gracias a ellos, pudo entrever la ciencia y lo que esta representa de cara a importantes cambios de la adolescencia. “El haber tenido la experiencia precoz de estos dos tipos de problemática ha constituido”, escribe Piaget en su autobiografía, “el móvil secreto de mi actividad posterior en psicología”.

La religión fue para Piaget, al igual que para muchos académicos de la época, una cuestión delicada. Su madre, quien era una protestante convencida, insistió en que Jean asistiera a un curso instructivo de seis semanas para aprender las bases de la doctrina cristiana; su padre, en cambio, no asistía a ninguna iglesia, pero contaba con material interesante en su biblioteca personal. Fue ahí donde Piaget encontró, aproximadamente a los quince años, La filosofía de la religión fundada sobre la psicología y la historia, obra de Augusto Sabatier que aportó gran riqueza a Piaget ayudándolo a comprender los dogmas desde el simbolismo, así como la importancia de una “evolución dogmática” desde la filosofía.

Piaget describe esta etapa de su vida como un “choc emotivo” donde llegó a ver la figura de Dios como la Vida, lo cual le permitió ver en la biología “la explicación de todas las cosas y del espíritu mismo”.

Piaget, el psicólogo

La vida de Piaget se caracterizó siempre por la abundancia de preguntas irresolutas y unas ansias tremendas de comprender los misterios de la mente y la conducta humana. Así, el interés de Piaget fue dejando de estar limitado al espectro de los moluscos y la biología animal para inclinarse por el estudio de la biología y la psique del ser humano.

Piaget inició este camino leyendo a los grandes autores de la filosofía, entre ellos: Kant, Spencer, Augusto Compte, Fouillée y Guyau; y a psicólogos como W. James, Th. Ribot y Janet. Además, durante los dos años que precedieron la culminación del bachillerato, Piaget tomó lecciones de psicología, lógica y metodología científica, aunque no pudo realizar prácticas en laboratorios por la ausencia de estos; de «hecho, no había un solo psicólogo experimental en su ciudad natal, ni siquiera en la universidad.

“Lo único que podía hacer era teoría, y escribir”, recuerda Piaget en su autobiografía.

https://www.youtube.com/watch?v=NuDjscvqE08

El documental «Piaget explica a Piaget» es un gran complemento para comprender los conceptos de la psicología piagetiana de boca de su principal autor. 

El acceso de Piaget al conocimiento fue mucho más limitado que hoy en día; Piaget solo pudo encontrar escritos de la escuela francesa que no era capaz de comprender, y que no podía verificar por ausencia de herramientas para una práctica científica experimental. “Si hubiera conocido los trabajos de Wertheimer y Kóhler, me hubiera convertido en Gestaltis”, afirma Piaget.

Al culminar el bachillerato, Piaget se inscribió a la Facultad de Ciencias Naturales y profundizó en el estudio apasionado de los moluscos; no obstante, a pesar de este incansable interés, estaba también entre sus objetivos el poder vincularse a una universidad más grande que la de su ciudad natal, dotada de un laboratorio de psicología en el que pudiera realizar prácticas experimentales. Esto llevó a Piaget a movilizarse a Zurich luego de culminar sus estudios en Ciencias; en una ciudad mucho más grande, Piaget frecuentó los laboratorios de G. E. Lipps, de Wreschner y la clínica psiquiátrica de Bleuler.  

“Sentí muy pronto que estaba en el buen camino, y que aplicando a la experimentación psicológica los hábitos mentales que había adquirido en zoología, conseguiría quizás resolver los problemas de estructura de la totalidad hacia los que me había encaminado por medio de la reflexión filosófica”; comenta Piaget.

Aportes de Jean Piaget a la psicología moderna

Piaget encontró en la psicología experimental su campo de investigación. Estableció relaciones de paralelismo lógico-psicológico en sus escritos y estableció una mirada psicológico que buscaba explicar los hechos en términos de causalidad, mientras la lógica, cuando trata de proposiciones verdaderas, describe las formas en términos de equilibrio ideal.

Piaget envió su primer artículo al Journal de Psychologie y no solo fue aceptado, sino que también le sirvió para establecer una gran amistad con Meyerson, quien tenía intereses muy parecidos a los suyos. Piaget continuó enviando artículos a esta y otras revistas, y ampliando su círculo de colegas y conocidos progresivamente.

Piaget atribuye la decisión de estudiar el pensamiento infantil a su “espíritu sistemático”, sin embargo, más adelante volvería al estudio de la inteligencia durante los dos primeros años de vida. Más adelante, las conclusiones alcanzadas le llevarían a “atacar el problema del pensamiento en general, y a construir una epistemología psicológica y biológica”.

Las principales contribuciones de Piaget a la psicología comprenden, en definitiva, el terreno de los pensamientos comprensivos de los niños — que, según Piaget, se construyen a través de una serie de canales que incluyen escuchar, leer, experimentar y explorar el lugar en el que vive o el entorno en el que crece.

Los aportes de Piaget son muy importantes tomando en cuenta que, antes, la psicología infantil no recibía mucha importancia; de hecho, prácticamente no existía.

Gracias a las contribuciones de Jean Piaget, ahora sabemos los niños razonan y piensan de manera diferente durante las distintas etapas del ciclo de desarrollo. Además, Piaget creía que todos los niños pasaban por una secuencia invariable de cuatro etapas cognitivas:

  1. Sensorimotor (desde el nacimiento hasta los dos años de edad): durante esta etapa, la estructura mental del niño se enfoca principalmente hacia el dominio de los objetos concretos.
  2. Preoperacional (desde los dos años hasta los siete años): Durante esta etapa, el niño domina todos los símbolos.
  3. Concreto (de siete a once años de edad): Durante esta etapa, los niños aprenden sobre cómo razonar y dominar las clases de números y relaciones.
  4. Operación formal o pensamiento abstracto (a partir de los once años): la cuarta etapa trata del dominio del pensamiento.

Hoy en día, comprendemos esta teoría como una vía útil para develar el misterio de la menta humana, e incluso hablamos de conceptos y métodos que aún se utilizan. Todo esto hace de Jean Piaget uno de los psicólogos más trascendentales de la historia.

Referencias: Piaget, J. (1952). Boring KA history of Psychology in Autobiography. Worcester, Clark University Press. Traducción española de Montserrat Moreno

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Somos más malagradecidos de lo que pensamos

  • David Aparicio
  • 06/06/2018

Jennifer Schussler para The New York Times:

(…)los humanos agradecemos con menor frecuencia que la que nos podríamos imaginar. Un nuevo estudio sobre el uso del lenguaje cotidiano en todo el mundo descubrió que, en escenarios informales, la gente casi siempre respondía a solicitudes de ayuda o para dar un servicio. Sin embargo, rara vez recibieron muestras de agradecimiento a cambio de sus esfuerzos: de hecho, solo en una de cada veinte ocasiones.

Este podría ser un veredicto condenatorio sobre la naturaleza humana o la prueba de una pandemia mundial de falta de buenos modales. No obstante, para los investigadores, son buenas noticias.

“Nuestra actitud básica es la reciprocidad”, comentó Nick Enfield, lingüista de la Universidad de Sídney que dirigió el estudio. “Cuando les pedimos a los demás que nos ayuden, damos por hecho que lo harán”.

La investigación se concentró en situaciones e interacciones casuales y encontró que:

Los humanos agradecemos con menor frecuencia que la que nos podríamos imaginar. Un nuevo estudio sobre el uso del lenguaje cotidiano en todo el mundo descubrió que, en escenarios informales, la gente casi siempre respondía a solicitudes de ayuda o para dar un servicio. Sin embargo, rara vez recibieron muestras de agradecimiento a cambio de sus esfuerzos: de hecho, solo en una de cada veinte ocasiones.

Por favor da la gracias. No te cuesta nada y reforzarás las intenciones de las personas para ayudarte.

Lee el artículo completo en The New York Times.

Imagen: Tomi Um para The New York Times

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