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Análisis

357 Publicaciones
  • Análisis

Activación conductual para la depresión adolescente: Un abordaje basado en la evidencia

  • Gabriel Genise
  • 05/08/2019

La depresión es un trastorno del estado del ánimo caracterizado por el persistente sentimiento de tristeza, desesperanza y pérdida de interés en actividades que antes la persona disfrutaba. Se caracteriza por un aumento de sensación de cansancio y disminución de la capacidad de concentración. El trastorno depresivo puede ser duradero, como así también recurrente perjudicando sustancialmente las capacidades del individuo para funcionar con normalidad en la vida cotidiana. En los casos de mayor severidad la depresión puede llevar al suicidio de la persona que la padece (Organization, 2017). Tal como mencionan Genise, Genise y Crocamo (2019) es una condición discapacitante y compleja que afecta todos los aspectos de la vida y perjudica las relaciones personales, familiares, laborales y la salud en general. El trastorno depresivo mayor representa una de las principales causas de morbilidad y discapacidad mundial. Se calcula que el total de personas que viven con depresión en el mundos es de 322 millones. Según la OMS, entre el 2005 y el 2015 se registró un incremento del 18,4% (Organization, 2017).

El TDM es un trastorno altamente recurrente. Se estima que aproximadamente el 80% de las personas que padecieron un episodio depresivo mayor, experimentarán al menos una recurrencia (Shapero et al., 2019).

En la adolescencia la depresión unipolar es un problema común de salud mental con una prevalencia estimada entre el 4 y 5%

La adolescencia se caracteriza por ser una etapa del desarrollo en donde se construyen relaciones interpersonales, se exploran los intereses de uno mismo, se desarrollan habilidades que resultan importantes para la vida y en última instancia es una transición hacia un nivel de educación superior o el comienzo de la etapa laboral de una persona. Experimentar en esta etapa depresión puede ocasionar una disrupción en este proceso, lo cual podría ocasionar un deterioro en las relaciones amorosas, interpersonales, económica, etc.

En la adolescencia la depresión unipolar es un problema común de salud mental, con una prevalencia estimada entre el 4 y 5%. El riesgo mayor de la depresión en la adolescencia es el suicidio, siendo la segunda causa de muerte en esta franja etaria. La prevalencia en la infancia es baja (\<1% en la mayoría de los estudios) sin diferencia de sexo y luego aumenta significativamente a lo largo de la adolescencia. Existen muchos factores que podrían explicar este aumento representativo de episodios depresivos a partir de la pubertad: El indicador más relevante es la maduración del cerebro y la cognición. Esto hace referencia a una mejor comprensión social y autoconciencia, cambios en los circuitos cerebrales involucrados en las respuestas a la recompensa y el peligro, y mayores niveles de estrés reportados, especialmente en las mujeres. La mediana de la estimación de prevalencia de 12 meses entre la adolescencia media y tardía es más o menos similar a la observada en la edad adulta con una probabilidad de aumento del 5% al inicio de la adolescencia al 20% hacia el final de esta etapa. Por otro lado un dato robusto es la distribución de la depresión existiendo una preponderancia en el sexo femenino (cerca de 2:1) (Thapar, Collishaw, Pine, & Thapar, 2012).

Presentación clínica

En la depresión se utilizan criterios diagnósticos idénticos para definirla en adultos, adolescentes y niños. La única excepción que marca el DSM V (Association, 2013) es la posibilidad de un estado de ánimo irritable como síntoma del estado de ánimo principal en niños y adolescentes. El uso de los mismos criterios diagnósticos para las distintas etapas vitales implica que la presentación del trastorno es independiente de la edad, aunque el cuadro clínico en la adolescencia presenta una marcada diferencia con la presentación en los adultos. En esta etapa del ciclo vital el TDM se caracteriza por síntomas heterogéneos y cambiantes (Nardi, Francesconi, Catena – Dellósso, & Bellantuono, 2013). Por otro lado resulta interesante lo que mencionan Genise, Genise y Crócamo (2019) en relación a un estudio familiar llevado a cabo por Rice y colegas (2019) quienes encontraron evidencia en la presentación del TDM y los síntomas depresivos en la adolescencia. En esta población la pérdida de energía (97%), la alteración del sueño (insomnio particularmente, 87%) y la alteración del apetito/peso (87%) fueron más comunes en adolescentes que en adultos (con cifran que rondan el 71%, 63% y 59%). Los niveles de mal humor y sentimiento de inferioridad fueron similares tanto en adolescentes como en adultos. Un dato por demás interesante se relaciona a la irritabilidad que, si bien es un indicador diagnóstico según el DSM, los autores obtuvieron falta de evidencia de que fuera más común en adolescentes que en adultos. De acuerdo a un metaanálisis sobre depresión adolescente Clayborne, Varin y Colman (2019) encontraron que la depresión adolescente se encuentra asociada con dificultades en completar la escuela secundaria, desempleo y embarazo adolescente.

Generalmente la depresión en los jóvenes es poco reconocida y, a menudo, no recibe asistencia clínica

Un porcentaje elevado de adolescentes presentan síntomas depresivos por debajo del umbral diagnóstico, sin embargo estos síntomas podrían tener implicaciones clínicas y sociales a largo plazo predisponiendo al desarrollo del trastorno en un futuro (Nardi et al., 2013). Generalmente la depresión en los jóvenes es poco reconocida y, a menudo, no recibe asistencia clínica. Sólo entre el 25% y el 40% de los niños y adolescentes que cumplen con los criterios diagnósticos de un trastorno depresivo reciben algún tipo de atención profesional.

Por lo anteriormente citado resulta de suma importancia poder contar con procedimientos efectivos que sean adaptados a la población adolescente para hacer frente a la problemática depresiva. A continuación realizaremos un recorrido sobre la activación conductual y cómo se implementa en la población adolescente.

¿Qué es la activación conductual?

La activación conductual es un tratamiento estandarizado para la depresión. Posee sus semillas en los primeros escritos de Skinner. El enfoque conductual radical de Skinner centró tanto a los científicos como a los clínicos en los factores ambientales de la depresión y en cómo las personas son sensibles y responden a su entorno. Al comienzo de la década del 70´ algunos terapeutas conductuales entrenados por Skinner, como Ferster y Lewinsohn, trabajaron sobre algunos escritos y desarrollaron un modelo conductual de la depresión. Esta teoría inicial enfatizaba la premisa conductual básica: “los humanos responden a los refuerzos, y cuando una fuente estable de reforzamiento positivo se pierde, aparece como consecuencia la depresión”. Lewinsohn propuso, que si una persona pierde su mayor fuente de refuerzo positivo, el tratamiento debería enfocarse en restablecer el contacto con el refuerzo positivo (agenda de actividades) y enseñar las habilidades necesarias para obtener y mantener un contacto estable con las fuentes de refuerzo positivo (entrenamiento en habilidades sociales) (Kanter, Busch, & Rusch, 2009).

Los autores no encontraron evidencia de que el paquete completo de la terapia cognitiva producía mejores resultados que la restructuración cognitiva o la activación conductual

A mediados de los años 80´ las intervenciones conductuales fueron incorporadas a la terapia cognitiva conductual perdiéndose la teoría conductual en las cuáles fueron basadas las intervenciones. En 1996 Jacobson y colegas publicaron un análisis de componentes de la terapia cognitiva examinando la terapia propuesta por Beck en 1979. Los autores dividieron el tratamiento en tres componentes: (1) programación de actividades (el cuál fue denominado activación conductual), (2) reestructuración cognitiva, la cuál incluía la planificación de actividades y la reestructuración de los pensamientos automáticos, y (3) el tratamiento completo de terapia cognitiva, que incluía la planificación de actividades, reestructuración cognitiva y modificación de creencias nucleares. Los resultados obtenidos fueron bastante llamativos ya que los autores no encontraron evidencia de que el paquete completo de la terapia cognitiva producía mejores resultados que la reestructuración cognitiva o la activación conductual (Jacobson et al., 1996). A partir de estas conclusiones Jacobson refiere que los resultados podrían ser tomados como evidencia de que la teoría cognitiva y sus intervenciones podrían ser innecesarias en el tratamiento de la depresión (Kanter et al., 2009).

La estructura básica de la AC se basa fundamentalmente en la importancia de la activación y también se enfoca en procesos que la inhiben, como conductas de escape y evitación (MX, 2019). Su estructura se centra en embarcarse en la acción independientemente de cómo se sientan los clientes por dentro y en anticipar que la motivación vendrá después y no al contrario. El modelo de AC está organizado en 10 principios fundamentales. En la Tabla 1 se observan los principios de la AC.

Lejuez, Hopko, LePage, Hopko, and McNeil (2001) desarrollaron un tratamiento breve para la activación conductual (BATD) el cual implementa la programación de actividades y otras técnicas conductuales dentro de un marco de comprensión de la depresión. Desde este punto de vista, la depresión funciona tanto por el incremento del reforzamiento de conductas depresivas (por ejemplo: quedarse en la cama, llorar, etc) y la disminución del reforzamiento de conductas saludables o no depresivas. BATD promueve el cambio de este ratio a favor de un aumento de conductas no depresivas a través de un protocolo estructurado que incorpora tanto el monitoreo de actividades como la evaluación en valores, la programación de actividades y otros procedimientos de manejo de contingencias. Para una comparación teórica entre BATD y BA ver Hopko, Lejuez, LePage, Hopko, and McNeil (2003).

La activación conductual como un tratamiento eficaz en la adolescencia

La activación conductual podría representar un enfoque promisorio para la atención de adolescentes deprimidos. La AC apunta al trabajo de posibles reforzadores en el ambiente del adolescente lo cuál podría ser una estrategia para mejorar los resultados. El foco de la AC es altamente compatible con las necesidades del desarrollo del adolescente y sus habilidades. La AC es ideográfica, se centra en: (1) aumentar la probabilidad de exposición a experiencias reforzantes naturales, (2) identificación y reducción de barreras a la activación y (3) reconocimiento de los patrones de evitación junto con la creación de estrategias de afrontamiento alternativas que potencien la experiencia del refuerzo (McCauley, Schloredt, Gudmundsen, Martell, & Dimidjian, 2016). Por otro lado el programa de AC resulta relativamente fácil de aprender y administrar correctamente. La dificultad en la implementación de tratamientos ha resultado ser una traba en la utilización de tratamientos basados en la evidencia en la consulta clínica (Garland et al., 2010). La preocupación actual es que la TCC puede resultar compleja de enseñar y administrar con fidelidad.

La depresión funciona tanto por el incremento del reforzamiento de conductas depresivas (por ejemplo: quedarse en la cama, llorar, etc.) como por la disminución del reforzamiento de conductas saludables o no depresivas

Los estudios iniciales de AC con adolescentes resultaron alentadores. Ritschel y cols (citados en McCauley, Schloredt, Gudmundsen, Martell, & Dimidjian, 2016) llevaron a cabo un estudio de eficacia de la AC con adolescentes y encontraron una mejora significativa en los síntomas depresivos, tales como que la mayoría de los participantes luego de atravesar por el tratamiento no registraron sintomatología depresiva. McCauley, Schloredt, Gudmundsen, Martell, and Dimidjian (2015) demostraron mejorías significativas tanto clínica como estadísticamente en pre y post tratamiento.

Una mirada general sobre el protocolo de A – BAP

El programa consiste en una serie de 5 módulo que pueden ser llevados a cabo en 12–14 sesiones o separados como componentes. Existen ocho sesiones que incluyen componentes didácticos estructurados y una serie de sesiones menos estructuradas que pueden ser utilizados de acuerdo a la necesidad de la situación clínica. Se espera que el terapeuta trabaje colaborativamente con el adolescente y su familia. El programa fue diseñado para trabajar con adolescentes de 12 a 18 años de edad. Las sesiones tienen una duración de 50–60 minutos y posee la flexibilidad de ser adaptada la estructura de acuerdo a las necesidades de cada consultante. En la mayoría de las sesiones se dedica a trabajar un tiempo a solas con el adolescentes seguido de una pequeña intervención con los cuidadores.

El primer módulo se denomina “poniéndonos en marcha” y típicamente incluye dos sesiones. Aquí se trabaja la estructura general de tratamiento y se lo utiliza también para generar un vínculo con el adolescente y sus familiares. Se introduce también el concepto de actividades entre sesiones y se le explica al consultante en qué consisten. El módulo dos se llama “poniéndonos activos” y aquí nos detendremos dos sesiones. Trabajaremos los principios de la activación y la idea de conductas orientadas a metas vs. conductas orientadas a ánimo . En el tercer módulo trabajaremos sobre la construcción de habilidades sociales, habilidades de resolución de problemas, etc. En el cuarto módulo se espera poder poner en práctica y consolidar lo aprendido en los módulos anteriores para finalmente llegar al último módulo en el cual se trabajará lo logrado en el tratamiento, las metas y la prevención de recaídas.

A modo de conclusión podemos decir que si bien la activación conductual ha resultado ser un tratamiento eficiente y eficaz para el tratamiento de la depresión en población adulta, es necesario seguir estudiando cómo implementar y los resultados en la población adolescente. Es necesario también ahondar en estos estudios ya que las tasas de prevalencia de la depresión adolescente es tan preocupante como en población adulta por lo que se requiere una masa importante de terapeutas que estén entrenados y con las habilidades suficientes para poder hacer frente a esta problemática.

Referencias bibliográficas:

  • Association, A. P. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). Arlington, VA: Psychiatric Publishing.
  • Clayborne, Z., Varin, M., & Colman, I. (2019). Systematic Review and Meta-Analysis: Adolescent Depression and Long Term Psychosocial Outcomes. Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry, 58(1), 72 – 79.
  • Garland, A., Brookman – Frazee, L., Hurlburt, M., Accurso, E., Zoffness, R., Haine- Schlagel, R., & al., e. (2010). Mental health care for children with disruptive behavior problems: a view inside therapists´offices. Psychiatric Services, 61(8), 788 – 795.
  • Genise, G., Crocamo, L., & Genise, N. (2019). Manual de psicoterapia y pacopatología infantojuvenil. Buenos Aires: Akadia.
  • Hopko, D., Lejuez, C., LePage, J., Hopko, S., & McNeil, D. (2003). A brief behavioral activation treatment for depression: A randomized pilor trial within an inpatient psychiatric hospital. Behavior modification, 27, 458 – 469.
  • Jacobson, N., Dobson, K., Truax, P., Addis, M., Koerner, K., Gollan, J., & al., e. (1996). A component analysis of cognitive behavioral treatment for depression. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 64, 295 – 304.
  • Kanter, J., Busch, A., & Rusch, L. (2009). Behavioral Activation: Distinctive Features. London: Routledge.
  • Lejuez, C., Hopko, D., LePage, J., Hopko, S., & McNeil, D. (2001). A brief behavioral activation treatment for depression. Cognitive and Behavioral Practice, 8, 164 – 175.
  • McCauley, E., Schloredt, K., Gudmundsen, G., Martell, C., & Dimidjian, S. (2015). The adolescent behavioral activation program: adapting behavioral activation as a treatment for depression in adolescence. Journal of Cllinical child and adolescent psychology. doi:http://dx.doi.org//10.1080/15374416.2014.979933
  • McCauley, E., Schloredt, K., Gudmundsen, G., Martell, C., & Dimidjian, S. (2016). Behavioral Activation with Adolescents. A Clinician´s Guide. New York: The Guilford Press.
  • MX, T. C. (2019). Los principios fundamentales de la activación conductual. Retrieved from https://www.terapia-cognitiva.mx/pdf_files/2Semestre/modificacion-conductual/recursos/Principios de la Activacion Conductual.pdf
  • Nardi, B., Francesconi, G., Catena – Dellósso, M., & Bellantuono, C. (2013). Adolescent depression: clinical features and therapeutic strategies. Eur Rev Med Pharmacol Sci, 17(11), 1546 – 1551.
  • Organization, W., H. (2017). Depression and other common mental disorders: global health estimates. .
  • Rice, F., & Warne, N. (2019). Pediatric Depression Neurobiology of Depression (pp. 415 – 424): Elsevier.
  • Shapero, B., Chai, X., Vangel, M., Biederman, J., Hoover, C., Whitfield – Gabrieli, S., & Hirshfeld – Becker, D. (2019). Neural Markers of Depression Risk Predict the Onset of Depression. Psychiatry Research: Neuroimaging. doi:https://doi.org/10.1016/j.pscychresns.2019.01.006
  • Thapar, A., Collishaw, S., Pine, D., & Thapar, A. (2012). Depression in adolescence Lancet, 17(379), 1056 – 1067. doi:doi:10.1016/S0140-6736(11)60871-4.
  • Análisis

Aprender haciendo: Qué es el entrenamiento en habilidades conductuales

  • Mauro Colombo
  • 01/08/2019

Comenzamos a trabajar en un centro educativo terapéutico y aunque tenemos experiencia con la población que allí asiste, debemos perfeccionar nuestra habilidad en el análisis funcional del comportamiento.

Roberto está al borde del burnout. En su trabajo es muy eficiente, lo que ha generado que con el tiempo muchas tareas nuevas recaigan sobre él. Si bien es una persona con buenas habilidades sociales, se le dificulta decir no a compañeros y jefes en dicho ámbito.

Brenda es una adolescente de 15 años. En el último tiempo presentó dificultades en el colegio y su casa por su conducta agresiva. La evaluación de la psicóloga indica que esto podría cambiar incrementando su repertorio de habilidades sociales.

Los padres de Lucrecia ya no saben que hacer para que los problemas de conducta y berrinches de la niña disminuyan. Ellos se sienten incapaces de criar a su hija.

Mateo, de 5 años, es un niño muy confiado con respecto a los desconocidos y sus padres temen que algún adulto pueda aprovecharse de esto.

¿Qué tienen en común los ejemplos anteriores? Ya sea que estemos hablando de mejorar aspectos de la comunicación, de análisis funcional o la crianza de los hijos, en todos los casos se está haciendo referencia a habilidades concretas, las cuales pueden aprenderse y en los cuales el desempeño puede mejorar atendiendo a ciertas variables.

¿Qué es el entrenamiento en habilidades conductuales?

El entrenamiento en habilidades conductuales (EHC) es un tipo de procedimiento utilizado para enseñar o mejorar la competencia en áreas de muy diversa índole, por ejemplo comunicación, procedimientos de enseñanza específicos, como responder ante ciertos eventos (emergencias, intentos de secuestro, incendios, etc), habilidades sociales, destrezas terapéuticas, etc. El elemento que no puede faltar para aplicar el EHC es que la habilidad objetivo debe ser capaz de ser simulada en role-play (Miltenberger, 2013).

Este procedimiento tiene otras particularidades en comparación con las formas tradicionales de enseñanza. Una de ellas es minimizar las instrucciones verbales. Las capacitaciones en general suelen tener un contenido teórico más o menos variable, pero extenso, para luego pasar a algún tipo de evaluación (Luiselli, Russo, Christian y Wilczynski, 2008) que puede ser escrita, oral, multiple choice, etc.

Sucede con frecuencia que los resultados de este tipo de capacitaciones son buenos en cuanto a demostrar los conocimientos adquiridos por medio de las mencionadas evaluaciones, pero frente a las situaciones reales en las que se espera se apliquen, no siempre tienen el mismo nivel de eficacia. Así por ejemplo, una persona puede responder correctamente por escrito los elementos que componen al reforzamiento diferencial, pero puede mostrar un desempeño inferior en la práctica, que aquellos que pasaron por un entrenamiento en habilidades conductuales.

Derivado del análisis de la conducta, este entrenamiento es versátil en cuanto a las áreas de aplicación y las formas que puede adquirir, con la condición de que conserve sus cuatro elementos principales, que son:

  • Instrucciones
  • Modelado
  • Role-play 
  • Retroalimentación

Vamos a analizarlos uno por uno.

Instrucciones

Las instrucciones deben describir el o los comportamientos que se esperan del aprendiz. Una característica importante de este modelo es que esta fase debe reducirse al mínimo. No estamos hablando de una hora de instrucciones, sino lo justo y necesario para conseguir los objetivos buscados. Miltenberger (2013) destaca algunos elementos para tener en cuenta durante esta etapa:

Las instrucciones deben presentarse de forma que sean claras para el alumno. Si son muy complejas, no podrán llevar a cabo lo requerido. Por el contrario, si son demasiado simples, las personas podrían sentirse ofendidas. Deben darse por alguien que tenga cierto grado de credibilidad para el alumno. Si pueden emparejarse las instrucciones con modelado cada vez que se dan, potenciará el efecto de las primeras.

La extensión de las instrucciones debería ser tan breve como fuera posible, teniendo una duración que oscile entre los 2 y los 5 minutos

Sturmey (2008, citado en Luiselli, Russo, Christian y Wilczynski, 2008) señala que la extensión de las instrucciones debería ser tan breve como fuera posible, teniendo una duración que oscile entre los 2 y los 5 minutos. Las mismas pueden presentarse tanto de forma oral como por escrito, siempre con la condición de que sean claramente comprendidas. Explicar la importancia de la habilidad que se enseña es otro aspecto importante y por supuesto, responder todas las dudas que surjan, aunque de manera breve.

Modelado

Luego de las instrucciones, se pasa a esta fase donde lo que se hace es presentar la habilidad que está siendo enseñada. El modelado es un procedimiento de enseñanza en el cual se presenta una muestra de un comportamiento determinado, con la finalidad de que los observadores lleven a cabo la misma conducta (Martin y Pear, 2008). Es decir, el instructor hace algo que luego deberán reproducir los alumnos.

El modelado puede realizarse en vivo cuando la persona ejecuta el comportamiento delante de los demás. También puede ser simbólico. En esta variante el modelo a copiar puede ser presentado en video, por medio de audios, utilizando películas o incluso dibujos animados; teniendo siempre en cuenta la población a la que irá dirigida la enseñanza.

Cada modalidad (en vivo y simbólica) tiene sus pro y contras. En vivo pueden participar alumnos (si la habilidad a enseñar así lo requiriese) para resaltar aspectos relevantes de la ejecución. Si por ejemplo se están enseñando respuestas asertivas frente a un jefe que demanda demasiadas tareas, un buen colaborador (actuando de jefe) aportará mucha riqueza a la demostración. A su vez, si este colaborador es más hábil que el resto de sus compañeros en comunicación podrá presentar distintos modelos de demandas, que implicarán diferentes modelos de respuestas por parte del modelo (a quien deberán copiar los aprendices luego), lo que favorecerá la generalización de conductas.
No obstante, en vivo es más complicado presentar todos los aspectos relevantes de una situación o habilidad, lo que si puede favorecer la utilización de videos, por ejemplo.

Existen una serie de factores importantes a tener en cuenta para este proceso:
La conducta modelada debe tener una complejidad que permita a los aprendices reproducirla. Si es demasiado compleja, todo el entrenamiento en habilidades conductuales puede ser inefectivo. Si por el contrario es muy sencilla, no se prestará la suficiente atención y se le restará importancia.

Cada modalidad (en vivo y simbólica) tiene sus pro y contras

De ser posible, la conducta modelada debería ocurrir en el contexto donde luego deberá darse, o el ambiente de práctica debería tener alguna semejanza con éste. La idea es que los parecidos entre ambos escenarios ayuden a emitir los comportamientos deseados.

Debería repetirse el modelo las veces que sean necesarias hasta que se logre una imitación adecuada. Con el fin de buscar generalización, debería ser modelada de diferentes maneras durante el proceso de enseñanza. Los aprendices deberían tener la posibilidad de ensayar (imitar) el modelo lo más rápido posible.

Role- play o ensayo conductual

Durante el ensayo conductual, quienes están en capacitación realizan las conductas luego de haber recibido las instrucciones y el modelado. Es un momento crítico de todo el procedimiento porque: permite al instructor corroborar en forma práctica que aquello que está enseñando efectivamente se aprenda; proporciona una oportunidad para reforzar los ensayos de los practicantes de manera total o parcial; y permite corregir los errores que puedan presentarse de manera inmediata. Esto último evita que posibles fallas del proceso de aprendizaje (que se reflejarán en la ejecución en situaciones reales posteriormente) se perpetúen en el tiempo.

Los siguientes factores tienen incidencia en la eficacia del role-play:

Es aconsejable que la conducta se ensaye en el contexto en la cual luego habrá de producirse de manera natural, o al menos que tenga parecidos con aquella. Esto favorece la posterior generalización.

Los ensayos deben estar programados para tener éxito. Si estamos hablando de comportamientos que tienen diversos grados de dificultad, conviene comenzar con aquellos más sencillos, para luego avanzar hacia los más complejos. Esto minimiza errores y genera un ambiente más reforzante para el aprendiz, de manera que continúa con ganas de seguir aprendiendo.

Es aconsejable que la conducta se ensaye en el contexto en la cual luego habrá de producirse de manera natural

Siempre luego de un ensayo debería darse algún tipo de reforzamiento, al menos, si no realizó nada bien, por haberlo intentado.

Debe darse reforzamiento diferencial frente a aquellos ensayos parcialmente correctos. Es decir, reforzar verbalmente aquellos aspectos correctos y dar feedback de los incorrectos.

Los tiempos de los ensayos no deben ser muy extensos y si bien la cantidad de las repeticiones es variable, debe continuarse con el entrenamiento hasta que se produzca la ejecución deseada. Puede intercalarse entre repetición y repetición modelado de parte del instructor de aquellos aspectos erróneos.

Retroalimentación

Este es el momento en que el aprendiz recibe la devolución del instructor. Lo aconsejable es que sea inmediato al role- play, aunque puede haber variantes en las que sea demorada. En general se realiza de manera verbal, pero también puede ser por escrito, incluso utilizando algún sistema de puntos. Todo el procedimiento es variable, lo importante es saber adaptarlo a las necesidades de formación de los destinatarios.

Los elogios deberían ser descriptivos de aquellos aspectos de la habilidad correctos

En esta fase habría que tener en cuenta:

En los casos donde la ejecución no sea completamente correcta, comenzar y terminar siempre con comentarios positivos. Incluso si no hubiese realizado nada bien, hay que elogiar el hecho de haberlo intentado. Usar comentarios sarcásticos, burlones o ser agresivo, solo producirá que la persona no quiera volver a intentarlo.

Los elogios deberían ser descriptivos de aquellos aspectos de la habilidad correctos. Es decir, explicar que cosas hizo bien y porque las hizo bien.
En los casos donde haya varios comportamientos que se realizaron con errores, dar feedback correctivo de uno solo a la vez. Elegir a su vez aquellos más sencillos, cuestión que sea más factible que en veces siguientes lo realice bien y se lo pueda felicitar por ello.

¿Para qué tipo de habilidades sirve el EHC?

Como se mencionó al inicio del artículo, una condición que debe tener esta herramienta de enseñanza es que aquello que desee enseñarse, sea factible de ensayar por medio de role-play. Se ha utilizado este procedimiento para habilidades tan diversas como prevención de abuso sexual a mujeres con retrasos en el desarrollo (Miltenberger, Roberts et al., 1999), programas de prevención de secuestro a personas con retrasos cognitivos (Haseltine y Miltenberger, 1990), habilidades sociales para reducir conducta agresiva en personas con diversos trastornos psiquiátricos y discapacidades (Elder, Edelstein y Narick, 1979, Starke, 1987).

Este entrenamiento también es eficaz para enseñar a terapeutas y maestros como llevar adelante análisis funcionales del comportamiento

También es un procedimiento que ha mostrado buenos resultados para enseñar a personas sin discapacidad. Por ejemplo, Forehand y colaboradores (1979) encontraron eficaz este procedimiento para enseñar a padres estrategias para el manejo de conducta de niños. Engelman, Altus, Mosier y Mathews (2003) utilizaron EHC para enseñar a asistentes de enfermería pautas para promover la autonomía de adultos mayores con demencia. Terapeutas de personas con discapacidad han aprendido por medio de este procedimiento también a realizar ensayos discretos (Sarokof y Sturmey, 2004) y evaluaciones de preferencias (Lavie y Sturmey, 2002).

Este entrenamiento también es eficaz para enseñar a terapeutas y maestros como llevar adelante análisis funcionales del comportamiento, para luego intervenir sobre conductas problemáticas (Iwata et al. 2000; Moore et al. 2002).

Resumiendo

La lista de estudios y competencias es mucho más amplia que las mencionadas en el apartado anterior, pero hacer una revisión exhaustiva excede la finalidad del artículo. El propósito del mismo fue presentar un modelo de enseñanza eficaz que presenta algunas particularidades con respecto a los métodos de enseñanza tradicionales:

Se centra en el desempeño, en lugar de la comprobación de los aprendizajes por medio de evaluaciones, monografías o trabajos prácticos.
Minimiza la instrucción teórica, aporta lo mínimo e indispensable para aprender y luego pasa a fases prácticas.

Contiene 4 elementos que pueden variar en cuanto a presentación, formas o repeticiones, pero que deben estar presentes.

Por último y probablemente lo más importante, está basado en los principios del aprendizaje. Esto hace que no se pierda de vista cuales son las adecuaciones que cada caso requiera hacer, que tenga presente a lo largo de todo el procedimiento de que manera potenciar la enseñanza a partir de análisis de tareas, niveles de ejecución progresivamente más complejos y el reconocimiento constante de los esfuerzos por parte de los aprendices.

Referencias bibliográficas:

  • Elder, J., Edelstein, B. & Narick, M. (1979). Adolescent psychiatric patients: Modifying aggressive behavior with social skills training. Behavior Modification, 3 (2), 161-178.
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  • Forehand, R., Sturgis, E., McMahon, R. y Aguar, D. (1979). Parent Behavioral Training to Modify Child NoncomplianceTreatment Generalization Across Time and from Home to School. Behavior Modification. 3 (1), 3-25.
  • Haseltine, B. y Miltenberger, R. (1990). Teaching self-protection skills to persons with mental retardation. American Journal of Mental Retardation. 95 (2), 188-97.
  • Iwata, B.A. Wallace, M.D., Kahng, S. Lindberg, J.S., Roscoe, E.M., Conners, J., Hanley, G.P., Thompson, R.H., and Worsdell, A.S. (2000). Skill acquisition in the implementation of functional analysis methodology. Journal of Applied Behavior Analysis, 33, 181–194.
  • Lavie, T. y Sturmey, P. (2002). Training staff to conduct a paired-stimulus preference assessment. Journal of Applied Behavior Analysis. 35 (2), 209-211.
  • Luiselli, j., Russo, D., Christian, W. and Wilczynski, S. (2008). Effective Practices for Children with Autism. Oxford University Press.
  • Martin, G. y Pear, J. (2008). Modificación de conducta. Que es y como aplicarla. Pearson Educación, S.A. Madrid.
  • Miltenberger, R., Roberts, JA., Ellingson, S. y Galensky, T. (1999). Training and generalization of sexual abuse prevention skills for women with mental retardation. Journal of Applied Behavior Analysis. 32 (3), 385-8.
  • Miltenberger, R. (2013). Modificación de conducta. Principios y procedimientos. Ediciones Pirámide.
  • Moore, J.W., Edwards, R.P., Sterling-Turner, H.E., Riley, J., DuBard, M., and Mc-George, A. (2002). Teacher acquisition of functional analysis methodology. Journal of Applied Behavior Analysis, 35, 73–77.
  • Starke, M. (1987). Enhancing Social Skills and Self-Perceptions of Physically Disabled Young Adults: Assertiveness Training Versus Discussion Groups. Behavior Modification. 11 (1), 3-16.
  • Sarokof, R. y Sturmey, P. (2004). The effects of behavioral skills training on staff implementation of discrete-trial teaching. Journal of Applied Behavior Analysis. 37 (4), 535-538.
  • Análisis
  • Artículos de opinión (Op-ed)

La humildad de la ciencia

  • Sergio Lotauro
  • 22/07/2019

Los científicos tenemos fama de ser soberbios e inflexibles. Y aquellos que específicamente nos dedicamos a estudiar el cerebro, somos los peores: Fríos, algo desquiciados y un poquito maquiavélicos. La culpa la tiene el doctor Viktor Frankenstein, Hannibal Lecter, y Mr. Freeze (si, el archienemigo de Batman) entre otros personajes remotamente emparentados con la ciencia y que no nos rinden honor, precisamente. 

En parte, esta mala reputación tiene que ver con los estereotipos, esa vieja y remanida estrategia cognitiva que los seres humanos utilizamos para clasificar a las personas. 

La construcción de categorías mentales en donde poner a la gente a partir de unos pocos datos como la profesión, la nacionalidad o el signo del zodíaco es una de las falacias más extendidas en el mundo entero, pero que tiene la enorme ventaja de ayudarnos a simplificar lo complejo, a no tener que pensar, evitando que tengamos que partir desde cero cada vez que conocemos a alguien. Cuando nos presentan a Fulano, con solo saber dónde nació, y si es de “tauro” o “libra” ya alcanza: Sabemos automáticamente como es esa persona, o creemos saberlo. Nos ahorramos el arduo trabajo de tener que conocerla en profundidad para poder llegar a alguna que otra modesta conclusión. Los estereotipos nos facilitan la vida, es cierto, pero lo que obtenemos a cambio es una verdad de perogrullo. 

Los argentinos somos pasionales y dramáticos, los gallegos son duros de entendederas (este creo que corresponde exclusivamente a mi país), los alemanes son estrictos y disciplinados, y los asiáticos son genios en matemáticas. Todos sabemos eso, ¿o no?

Pero ahí no termina la cosa. Quiero contarles algo que me pasó hace apenas unos días: Un amigo muy dado a las terapias alternativas me dio a entender, con cierta sutileza mal concebida, que por mi condición de científico, soy un tanto necio, ya que a priori mi visión “acotada del mundo” no me permite aceptar la posibilidad de que haya otras realidades, como la presencia de entes espirituales y fantasmas, los meridianos que atraviesan el cuerpo, y la existencia de vidas pasadas. Finalmente también me invitó a no cerrarme a cualquier disciplina alternativa por el solo hecho de que no se ajuste a “mi estrictísimo” método científico. 

La verdad es que escucharlo hablar me llevó a pensar si en realidad me estaba describiendo a mí, o se estaba describiendo él mismo.

Me explico. 

Si bien es cierto que hay muchos científicos arrogantes, estos no deben ser confundidos con la ciencia como ente abstracto. Hay gente pedante de bata blanca en los laboratorios y hospitales, pero esto no es exclusivo de los científicos, también hay gente así en el resto de las disciplinas, incluidos los actores, barrenderos, pilotos de aviación y fumigadores de cucarachas. 

Otro punto a tener en cuenta es que la ciencia como tal se encuentra permanentemente revisando sus postulados, buscando la refutación de sus propias hipótesis, considerando el error en todas y cada una de sus premisas como una posibilidad muy real. 

La ciencia es vulnerable, plausible de fallar, y cualquier verdad que acepte como tal será  considerada una verdad transitoria, solo válida mientras no aparezca una nueva verdad complementaria o contraria, ya sea que integre a la anterior o la desplace. 

Sí, damas y caballeros. Contrariamente a lo que mi prejuicioso amigo cree, la ciencia es humilde, no soberbia. No se aferra al conocimiento que genera de manera rígida e inamovible; algo que, por ejemplo, si ocurre en la astrología o en la armonización de los chakras, por citar algunos ejemplos de pseudociencias muy en boga en estos tiempos. 

la ciencia como tal se encuentra permanentemente revisando sus postulados, buscando la refutación de sus propias hipótesis

La ciencia también acepta la multicausalidad. Entiende que el comportamiento de una persona, es la consecuencia de su carga genética, sobre la que además influye la crianza que esa persona recibió de sus padres cuando era niña, el colegio al que asistió, y muchos etcéteras que están en danza en la lotería de la vida. Para la astrología (que desde la concepción de mi amigo se presume mucho más receptiva que la ciencia) la conducta de una persona está determinada por el mes en el que nació: Hecho insignificante al cual llaman “virgo” o “acuario”, y se resiste a cotejar sus propios conocimientos con los generados en otras disciplinas, como la medicina o la psicología.

No fue precisamente Galileo Galilei quien quiso prender fuego a aquellos que descreían que la tierra giraba alrededor del sol, y no el sol alrededor de la tierra. Pero si fue la iglesia católica y sus seguidores los que quisieron quemar vivo a Galileo por poner en tela de juicio la afirmación bíblica que sostiene que nuestro planeta es el centro del universo.

Galigelo Galilei antes de la inquisición ©Bianchetti/Leemage

Entonces, cabe preguntarse: ¿Quién en verdad es el necio e inflexible? ¿Quién realmente se encuentra ciego a explicaciones disímiles? ¿Quién es más fundamentalista: El científico o el pseudocientífico?

El amigo Galileo, con gran humildad, consideró la posibilidad de que el hombre no fuera, después de todo, tan importante y grandioso como los mismos hombres pensaban. También cuestionó lo evidente, aquello que los ojos muy claramente nos muestran con solo mirar al cielo u observando cualquier atardecer: ¡Que el sol se mueve!  

Los postulados de Galileo cayeron muy mal no solo porque contradecían la palabra divina, sino porque además ponían de relieve que, no éramos tan especiales como pensábamos y que al universo (y al mismísimo dios, en última instancia) le importamos un comino.

En sintonía con lo anterior, tampoco hay que olvidar que en psicología existe algo que se conoce como el efecto Dunning Kruger. Simplificando un poco la cosa, este postulado sostiene que cuanto más ignorante es alguien, más tenderá a considerar sus escasos conocimientos como la verdad absoluta. Esto ocurre por una simple razón: Es su propia estupidez, ni más ni menos, la que le impide contemplar e integrar a su acervo aquellos conocimientos que no termina de comprender; ergo se queda con lo simple, lo sencillo, eso que ya conoce, y se cierra al resto. 

Wayne Dyer no es santo de mi devoción, pero le doy la razón cuando dijo: “El grado más alto de ignorancia es cuando rechazas algo que ni siquiera conoces”.

La persona inteligente y bien formada, por el contrario, tiene mayor conciencia de lo poco que sabe y de lo mucho que le queda por aprender. Acepta también que hay cuestiones que por el momento no se pueden explicar, y otras que tal vez no se vayan a explicar nunca, y no trata de rellenar esos huecos de conocimiento inventando un dios, o apelando a la supuesta  presencia de extraterrestres o la mística de la numerología.

Este mayor grado de conciencia hace que se sienta pequeño y dubitativo, lo que a su vez, paradójicamente puede traducirse en un mayor grado de inseguridad y vacilación en la vida. 

Recuerdo una vieja sentencia del Chavo del 8 (el clásico personaje de Chespirito): “Solo los tontos están seguros”. La otra cara de la misma moneda diría: “Solo los inteligentes dudan”.

El efecto Dunning Kruger define perfectamente al pseudocientífico, no al hombre de ciencia. La soberbia define perfectamente al pseudocientífico, no al hombre de ciencia. 

“No quiero saber, quiero creer” dijo Carl Sagan. Y te queremos por eso, Carl.

  • Análisis

¿Qué influye en la frecuencia de las relaciones sexuales dentro de una pareja heterosexual?

  • Maria Fernanda Alonso
  • 17/07/2019

¿Qué influye en la regularidad o frecuencia de las relaciones sexuales dentro de una pareja? Seguramente podamos hipotetizar muchísimas respuestas, y quizás algunas coincidan con los resultados de una investigación que encontró que, en las relaciones heterosexuales, solo la actitud de la mujer hacia el sexo casual afecta la frecuencia de las relaciones sexuales (Grøntvedt, Kennair, & Bendixen, 2019).

“Nuestro objetivo fue reclutar parejas para investigar cómo la dinámica de la personalidad sexual, la duración de la relación y las cualidades de la relación influyen en la frecuencia de las relaciones sexuales «, dijo el autor del estudio Trond Viggo Grøntvedt, de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología.

Participaron 92 parejas heterosexuales de 19 a 30 años. Se encontró que las parejas tenían relaciones sexuales de dos a tres veces por semana, en promedio. Cuanto más tiempo de duración tenía la relación, menos a menudo las parejas tenían relaciones sexuales. Otro estudio (Schmiedeberg & Schröder, 2016) sugiere que la pasión por el otro simplemente disminuye con el crecimiento de la relación, pero que hay otros factores complejos adicionales que pueden jugar un rol en todo esto.

Los investigadores noruegos también encontraron que las calificaciones de pasión en la relación tanto de hombres como de mujeres estaban fuertemente asociadas con la frecuencia en que mantenían relaciones sexuales. Este fue el principal predictor de la frecuencia de las relaciones sexuales, incluso cuando se controlaron otras cualidades de la relación, como la felicidad, la confianza, la intimidad, el amor y el compromiso, dijo Grøntvedt.

Y el dato más llamativo fue que aquellas parejas en las que las mujeres reportaron actitudes menos restringidas hacia el sexo casual reportaron mayor frecuencia en las relaciones sexuales. Y si bien siempre hay algunas excepciones, en general, las actitudes de los hombres no tuvieron un impacto significativo. En este punto es interesante señalar que hablar sobre sexualidad en la pareja puede ser más importante de lo que algunos creen.

Los investigadores no encontraron ninguna asociación entre los otros aspectos y la frecuencia con que las personas tienen relaciones sexuales. «Sólo la personalidad sexual de las mujeres predijo la frecuencia de las relaciones sexuales dentro de la pareja», dijo Grøntvedt.

Pero el estudio, como toda investigación, incluye algunas limitaciones. Y en este caso, el autor señala una cuestión de gran relevancia: “solo estudiamos esto en Noruega, una población altamente igualitaria de género, y por lo tanto no sabemos si los resultados podrían replicarse en sociedades menos igualitarias. Además, las asociaciones no arrojan luz sobre la causalidad.”

Referencias de los estudios:

Grøntvedt, T. V., Kennair, L. E. O., & Bendixen, M. (2019). How intercourse frequency is affected by relationship length, relationship quality, and sexual strategies using couple data. Evolutionary Behavioral Sciences. https://doi.org/10.1037/ebs0000173

Schmiedeberg, C., & Schröder, J. (2016). Does Sexual Satisfaction Change With Relationship Duration? Archives of sexual behavior, 45(1), 99-107. https://doi.org/10.1007/s10508-015-0587-0

Fuente: PsyPost

 

  • Análisis
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La salud mental en Venezuela

  • Alejandro Becerra
  • 08/07/2019

Venezuela atraviesa la crisis político-económica más difícil de su historia contemporánea. El Fondo Monetario Internacional (FMI), en su informe de perspectivas económicas globales para 2018-19, prevé que este país tendrá en 2019 una inflación de 10.000.000 % y proyecta que su economía caerá este año un 18 % y su PIB se reducirá el año que viene un 5 %. Según datos brindados en marzo por la Asamblea Nacional Venezolana, los precios de los productos se incrementaron en un 53.7 por ciento durante febrero, una disminución frente al 191.6 por ciento acumulado durante el mes anterior.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), incluyó a Venezuela dentro de los países en alto riesgo de seguridad alimentaria en su informe trimestral en abril de 2019 sobre seguridad alimentaria, donde asegura que en los meses venideros no se espera que la situación de seguridad alimentaria mejore. Además de Venezuela, los demás países en alto riesgo según este análisis son: Yemen, Sudán del Sur, Sudán, Zimbabue, Camerún, Burkina Faso, Afganistán, Nigeria y Haití.

Para la Fundación Bengoa y el Observatorio Venezolano de la Salud (OVS), según su reporte nacional publicado en diciembre de 2018, Venezuela pasa por una Emergencia Humanitaria Compleja desde el 2015 que compromete severamente el derecho humano a la alimentación de sus 31.8 millones de habitantes y especialmente de las poblaciones y comunidades en extrema pobreza por los efectos del hambre y la desnutrición. Asimismo la comisión de Desarrollo Social de la Asamblea Nacional Venezolana indica que existe una escasez de medicamentos del 88 %.

Según todos estos datos, se puede deducir que las personas con alguna psicopatología se ven directamente afectadas por la escasez de medicamentos, llevándolas a un curso tórpido de su padecimiento. Ahora ¿qué ocurre con el venezolano que no presenta ningún problema de salud mental?, para responder esta interrogante y debido a que hasta el momento no existían datos de algún estudio sobre el tema, se realizará un análisis desde paradigmas de distintos enfoques con relación a varias corrientes psicoterapéuticas, para esto es necesario conocer qué es la salud mental o salud comportamental.

Salud mental o salud comportamental

Tener un definición concreta o unificada sobre la salud mental o comportamental ha sido difícil desde la utilización del término, ya que en la psicología aplicada suele utilizarse el de salud comportamental, además existe el hecho de llevar algo tan subjetivo y complejo como lo es la conducta, pensamientos, sistemas de creencias y cultura, a algo objetivo y concreto como lo es una definición. Durkheim escribió: «Si damos con un criterio objetivo, inherente a los hechos mismos, que nos permita distinguir científicamente la salud de la enfermedad en los diversos órdenes de fenómenos sociales, la ciencia se encontrará en condiciones de iluminar la práctica sin traicionar su método propio». El autor advierte sobre la complejidad de la tarea y de ahí el debate que existe por tener una definición unificada, donde es necesaria una profundización epistemológica.

La definición  de salud mental por lo tanto no es una impostura pseudocientífica que se limite a consagrar valores y prejuicios sociales. Sin embargo no es una definición libre de valores y es además una construcción, imprescindible en la psicología, que pudiera confundirse a un término exclusivo de un enfoque desde la perspectiva de la psicología básica. Por eso se propone no sólo un concepto acerca de ésta, sino varios conceptos que permitan dar cabida a datos, categorías y principios ampliamente admitidos hoy en psicología. Pero su presentación aquí es de propuesta conceptual y teórica desde los paradigmas, derivada, en sí, de hallazgos empíricos.

Algunos tratados de psicopatología empiezan por dedicar algunas páginas a delimitar y describir el trastorno mental en su generalidad, donde se puede entender la salud mental como ausencia de enfermedad mental. Ahora bien la salud mental es mucho más compleja. Maher señala, como indicadores psicopatológicos, la expresión por parte del sujeto de «sentimientos de angustia o de infelicidad, su propensión a una conducta incapacitante que le coarta en la ejecución de sus obligaciones diarias y la falta de contacto con la realidad».

Skinner indica que la enfermedad mental se relaciona con «ciertas formas de comportamiento perturbadoras o peligrosas para el individuo o para los demás» y también que «provoca ciertas molestias» al individuo. Un doble criterio  de molestias frente a bienestar y de perturbación o no, sirve en ese análisis.

Jahoda mencionaba tres rasgos típicos de la persona con salud mental: 1) desplegar un ajuste activo, tratando de alcanzar algún control de su entorno; 2) una percepción realista de sí misma y de su mundo; 3) una cierta unidad e integración estable personal. Los rasgos o criterios pueden ser más numerosos, añadiendo casi siempre el bienestar o el sufrimiento psíquico como característico de la salud o del trastorno.

Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud mental como un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.

Existe en Venezuela una variable etiológica importante para la alteración de la salud mental o comportamental: el medio ambiente hostil

Según la Asociación Americana de Psicología (APA), la salud mental se concibe como la forma en la que nuestros pensamientos, sentimientos y conductas afectan a nuestra vida. Una buena salud mental nos lleva a tener una imagen positiva de nosotros mismos y, a la vez, fomenta las relaciones satisfactorias con amigos y otras personas.

Asimismo Bergeret afirma que «un ser humano se halla en un estado normal, sean cuales sean sus problemas personales profundos, cuando consigue manejarlos y adaptarse a sí mismo y a los demás, sin paralizarse interiormente». También sobre el polo de salud, y no sólo el de trastorno, se pronuncian Freedman y Kaplan de modo muy conciso: «estado de salud emocional en el que la persona es capaz de funcionar cómodamente dentro de la sociedad».

Etiología

Luego de haber descrito diferentes definiciones sobre salud mental, se debe estudiar la etiología de enfermedad mental,  entendemos a etiología como la rama de la ciencia que se encarga del estudio y análisis de la causa o génesis de las cosas, fenómenos o situaciones. En psicología la etiología busca las causas de que un individuo posea diferentes cogniciones o creencias, realice o no una conducta concreta o bien de los factores que provocan un trastorno mental. En este ámbito el estudio de las causas es relativamente más complejo, dado que los fenómenos mentales no resultan directamente observables. Es necesario extrapolar la información a partir de las relaciones establecidas entre diferentes variables.

Variables Etiológica:

  • Atributos hereditarios: antecedentes de familiares con alteración mental.

  • Medio ambiente: exposición a un medio estresante u hostil.

  • Orgánico: por una alteración, trastornos metabólicos, trastornos hormonales, tumores, traumas físicos, etc.

Entiendo que Venezuela atraviesa una de las crisis más difíciles de su historia contemporánea con la mayor inflación a nivel mundial, escasez de alimentos y medicamentos, lo que convierte en un medio ambiente hostil lo cual representa una variable etiológica para alterar la salud mental del venezolano. Además de la vulnerabilidad que pueden tener quienes presentan antecedentes de familia con alteración mental o quienes sufren de una enfermedad orgánica.

Ahora bien, se puede entender que la salud mental del venezolano es alterada por al menos la variable etiológica del medio ambiente, pero saber las consecuencias y la cantidad de personas que se ven afectadas se hace muy difícil sin la existencia de un estudio, aunque en mi experiencia empírica perciba que una cantidad importante de personas manifiesten, como señala Maher, sentimientos de angustia, de infelicidad y una conducta incapacitante en la ejecución de sus obligaciones diarias debido al medio ambiente hostil.

Así mismo es importante tomar en consideración que cada ser humano responde de manera distinta ante cualquier situación o estímulo, en donde la respuesta dependerá de su aprendizaje y sistema de creencia, como lo expresa Bergeret, quien indica la existencia de salud mental cuando una persona «cuáles sean sus problemas personales profundos, cuando consigue manejarlos y adaptarse a sí mismo y a los demás, sin paralizarse interiormente». A pesar de la existencia de un medio ambiente hostil, siendo un factor importante para alterar la salud mental, no todos los venezolanos tienen una alteración en su salud mental, que nos lleva a la pregunta crítica: ¿si al resolver los conflictos generados por la crisis, la persona ha aceptado significativamente o no su capacidad de adaptarse al medio ambiente hostil, manteniendo al mismo tiempo su capacidad de placer?

Conclusión

Luego de analizar algunos aspectos importantes de la crisis en Venezuela, así como  aproximarnos en la definición de salud mental o comportamental y una descripción  etiológica de enfermedad mental se puede concluir que:

  • Existe en Venezuela una variable etiológica importante para la alteración de la salud mental o comportamental: el medio ambiente hostil. Necesitamos investigaciones para conocer el impacto de dicha variable en la salud mental de ésta población.
  • Dependiendo de la respuesta de la persona y sus herramientas para poder enfrentar al medio ambiente hostil, se verá alterada la salud mental o comportamental. Es sin duda un ambiente perfecto para estudiar temas como la resiliencia y los factores que contribuyen a desarrollarla.

Referencias bibliográficas:

  • APA (2019) Cambie de Opinión Acerca de la Salud Mental, American Psychological Association Sitio web: https://www.apa.org/centrodeapoyo/cambie
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  • Bergeret, J. (2008) La Personalidad Normal Y Patológica Gedisa Editorial, United States

  • Casado, E. (2001). Pensamiento y creatividad. En Hacia una psicología de investigación (43-70). Caracas: Universidad Central de Venezuela.

  • Delgado, M. (2019). La inflación de Venezuela se desacelera pero sigue exorbitantemente alta. Marzo 29,2019, del Nuevo Herald Sitio web: https://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/america-latina/venezuela-es/article227740674.html

  • Durkheim, E. (1978). Las reglas del método sociológico, Madrid, Morata.

  • Fierro, A. (2000). Salud (Comporta)Mental: Un Modelo Conceptual. Revista de Psicología general y aplicada, 53, 147-164

  • Freedman, A. Kaplan, H. & Sadock, B. (1982). Tratado de psiquiatría 2a. Edición

  • Herrera, F. (2007). Las personalidades psicopaticas. Zulia: Ediciones Alfaguaras.

  • Jahoda, M. (1955). Toward a social psychology of mental health. Nueva York, Norton.

  • Maher, B. A. (1979). Principios de Psicopatología. Méjico, McGraw-Hill.

  • Martines, F.. (2019). FMI prevé inflación de 10.000.000 % en Venezuela para 2019. Marzo 29. 2019, de Diario Las Americas Sitio web: https://www.diariolasamericas.com/america-latina/fmi-preve-inflacion-10000000-venezuela-2019-n4164044

  • OMS. (2013). Salud Mental. Marzo 27,2019, de Organización Mundial de la Salud Sitio web: https://www.who.int/features/factfiles/mental_health/es/_

  • Ordoñez, A. (2011). Personalidad normal y patológica. En Fisiopatológico de la personalidad (37-63). Mérida: Universidad de los Andes.

  • Prada, C. (2018). Salud mental: definición según la psicología. Marzo 27, 2019, de Psicología-Online Sitio web: https://www.psicologia-online.com/salud-mental-definicion-segun-la-psicologia-4196.html

  • Redacción. (2019). Venezuela en “alto riesgo” según informe de seguridad alimentaria de la FAO. Marzo 29, 2019, de Voa Noticias Sitio web: https://www.voanoticias.com/a/venezuela-en-alto-riesgo-segun-informe-de-seguridad-alimentaria-de-la-fao-/4885137.html

  • Skinner, B. F. (1969). Ciencia y conducta humana. Barcelona, Fontanella.

  • Análisis
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Inteligencia emocional: un constructo viral y controversial para la comunidad científica

  • Diego H. Gonzalez
  • 18/06/2019

La inteligencia es un concepto que data desde la antigüedad. Según Platón (citado por Woolfolk, 2010), involucra al menos lo siguiente:

  1. la capacidad de aprender.
  2. los conocimientos totales que una persona ha adquirido.
  3. la capacidad para adaptarse con éxito a situaciones nuevas y al ambiente en general.

Si bien no existe consenso sobre el origen de la misma, en 1986, en un simposio sobre la inteligencia, 24 psicólogos ofrecieron 24 perspectivas diferentes acerca de la naturaleza de la inteligencia (Neisser et al., 1996; Sternberg y Detterman, 1986).

Una persona puede ser muy inteligente y, sin embargo, muy irracional

Cerca de la mitad de estos expertos mencionaron que se trata de una serie de procesos de pensamiento de nivel superior — entre ellos el razonamiento abstracto, la resolución de problemas y la toma de decisiones — (Gustafsson y Undheim, 1996). El concepto de inteligencia se refiere a la capacidad para formar y comprender conceptos, especialmente los de nivel superior o conceptos más abstractos. Se ha observado que algunas personas pueden «hacer uso» de estas habilidades de diferentes modos; algunos, por ejemplo, son capaces de hacer conexiones, razonar deductiva e inductivamente, comprender la complejidad y el significado de ideas, etc., mejor que otras personas (Locke, 2005).

La inteligencia debe distinguirse de la racionalidad, pues la primera se refiere a la capacidad de realizar abstracciones, inferencias, etc., en cambio la segunda, hace alusión a cómo uno realmente usa esas capacidades. Un individuo racional toma los hechos con seriedad y usa el pensamiento y la lógica para llegar a conclusiones. Una persona puede ser muy inteligente y, sin embargo, muy irracional (Ghate y Locke, 2003).

Inteligencia: ¿Una o muchas capacidades? El factor g de la inteligencia

Algunos autores consideran que la inteligencia es una capacidad básica que afecta el desempeño en todas las tareas cognitivas, desde la resolución de problemas matemáticos hasta el análisis de una poesía o la resolución de exámenes de historia. Spearman (1927) sugirió que existe un atributo mental, al que llamó g o inteligencia general. La misma se utiliza para realizar cualquier prueba mental.

Investigaciones recientes asocian este factor con la memoria de trabajo (Waterhouse, 2006). Sin embargo, existen otras capacidades más específicas que no son contempladas en este factor. Para ello, la teoría de Cattell y Horn (1998) sobre la inteligencia fluida y cristalizada, nos permite comprender un poco más a profundidad esta cuestión.

Inteligencia fluida e inteligencia cristalizada

La inteligencia fluida se asocia a los términos de eficiencia mental y capacidad de razonamiento. “Las bases neurofisiológicas de esta inteligencia se relacionan con cambios en el volumen del cerebro, la mielinización (el proceso de revestimiento de las fibras neurales que permite un procesamiento más rápido), la densidad de receptores de dopamina, o las capacidades de procesamiento en el lóbulo prefrontal del cerebro, como la atención selectiva y la memoria de trabajo” (Woolfolk, 2010, p.114). Este aspecto de la inteligencia se incrementa hasta alrededor de los 22 años, para luego declinar de manera gradual con la edad; es la más sensible a las lesiones y a las enfermedades.

la inteligencia es una capacidad básica que afecta el desempeño en todas las tareas cognitivas

Por otro lado, se encuentra la inteligencia cristalizada, que es la capacidad para aplicar métodos de resolución de problemas apropiados para el contexto cultural. Esta aumenta a lo largo de la vida e incluye tanto las habilidades aprendidas y los conocimientos, como leer, conocimiento de hechos, etc. Al utilizar la inteligencia fluida en la resolución de problemas, se desarrolla la inteligencia cristalizada; no obstante, muchas tareas cotidianas que requieren, por ejemplo, el razonamiento matemático, dependen de ambas (Finkel, Reynolds, McArdle, Gatz y Pederson, 2003).

Actualmente se comprende que la inteligencia tiene diversas facetas que se representan como una jerarquía de capacidades: en la cima se encuentra una capacidad general y otras más específicas en los niveles inferiores (Carroll, 1997; Sternberg, 2000). Carroll (1997) identifica una capacidad general, como así también algunas capacidades extensas (como las capacidades fluidas y cristalizadas, el aprendizaje y la memoria, la percepción visual y auditiva, la velocidad de procesamiento) y, al menos, 70 capacidades específicas como el desarrollo del lenguaje, la capacidad de memoria y el tiempo de reacción simple. La capacidad general podría relacionarse con la maduración y el funcionamiento del lóbulo frontal, y las capacidades específicas podrían estar interconectadas con otras partes del cerebro (Byrnes y Fox, 1998).

Medida de la inteligencia

Un hecho histórico que marcó en cierta manera el inicio de la medida de la inteligencia fue lo acontecido en 1904, en París, cuando el Ministro de Instrucción Pública le planteó a Alfred Binet si podría existir la posibilidad de identificar de forma temprana a los estudiantes que necesiten enseñanza especial y ayuda adicional, antes de que fracasen en la educación regular. Binet consideraba que al tener una medida objetiva de las capacidades de aprendizaje, podría proteger a las personas de posibles frustraciones futuras, discriminaciones, etc. Es así que buscó no sólo medir el rendimiento académico, sino capacidades intelectuales que podrían indicar un éxito escolar, sentando las bases de lo que sería la medición de la inteligencia.

Esta prueba permitía identificar la edad mental del individuo. El término de cociente intelectual (CI) se empezó a utilizar luego de que esta prueba llegue a Estados Unidos (Woolfolk, 2010).

Actualmente, la medida de CI permite hacer sólo una estimación del rendimiento académico y se complementa con otras evaluaciones (como de conducta adaptativa, entre otras consideraciones).

La inteligencia como proceso

Los trabajos en los últimos años en el campo de la psicología cognitiva consideran que el procesamiento de la información es común a todos los seres humanos. Uno de los autores representantes de este enfoque es Sternberg (2004), quien propone un modelo de funcionamiento cognoscitivo. El mismo es considerado útil para entender a la inteligencia (o inteligencia exitosa en términos del autor). En ella, se enfatiza que la inteligencia es más de lo que se evalúa en pruebas estandarizadas. Por ello, expresa que la misma “se refiere al éxito que se tiene en la vida a partir de la propia definición de éxito en el contexto cultural” (Sterberng, citado por Woolfolk et al., 2010, p.117-118).

Sternberg (2004) propone una teoría triárquica de la inteligencia, que incluye una parte analítica, integrada por procesos mentales que conducen a una conducta más o menos inteligente. Algunos procesos son específicos y son necesarios para un tipo de tarea, como en el caso de la resolución de analogías. Otros, en cambio, como el monitoreo del progreso, la posibilidad de proponer cambios de estrategias, son muy generales y podrían ser necesarias para casi todas las tareas cognitivas. Esta parte de la inteligencia es la que más se relaciona a las pruebas estandarizadas.

Otro componente de esta teoría triárquica es la creatividad, que permite enfrentar nuevas experiencias de forma efectiva al encontrar soluciones a las situaciones problemáticas y a las novedades (a partir del llamado insight). También, este componente incluye a la automatización, entendida por tal a la capacidad de integrar las nuevas soluciones al repertorio de habilidades cognitivas (ligadas al aprendizaje).

La tercera parte de la teoría de Sternberg se denomina inteligencia práctica, que se relaciona con aspectos pragmáticos, como ser la elección de carrera o las habilidades sociales. Por medio de ella, se puede elegir un entorno en el que sea posible lograr el éxito, adaptarse al mismo y rediseñarlo cuando sea necesario (Woolfolk, 2010).

Inteligencia emocional

Para iniciar el presente apartado, se considera útil definir en un primer momento qué se entiende por emociones. Las mismas se refieren al conjunto de percepciones, interpretaciones y respuestas fisiológicas a una situación dada (sea ésta real o imaginada). Es el espacio donde se sintetiza expresiones del individuo bio-psico-social (Locke, 2005).

Daniel Goleman, periodista estadounidense que popularizó el concepto de inteligencia emocional.

El término de inteligencia emocional fue planteado por Salovey y Mayer (1990) y popularizado con Goleman.

De acuerdo a lo propuesto por estos autores, se entiende por inteligencia emocional a “la capacidad de monitorear los sentimientos y emociones propias y ajenas, discriminarlas y utilizar esta información para guiar el pensamiento y la acción” (Salovey y Mayer, 1990).

La capacidad de controlar las propias emociones no requiere ningún grado especial o tipo de inteligencia

Locke (2005), expresa que hay varios problemas con esta definición. Primero, que la capacidad de controlar las propias emociones no requiere ningún grado especial o tipo de inteligencia. Controlar las mismas implica básicamente elegir enfocar la atención hacia uno mismo o bien hacia el exterior, proponiendo una serie de estrategias para la regulación emocional, en los contenidos y procesos de la propia conciencia. Esta afirmación, implica que las personas tienen control volitivo sobre qué focalizan en sus mentes. Del mismo modo, la capacidad de leer las emociones de los demás no es necesariamente un problema de inteligencia, si no que podría estar asociado a no prestar atención a los demás y ser consciente de las propias emociones para así empatizar con ellos. Por ejemplo, si uno no es consciente, debido a la actitud defensiva, que puede sentir miedo, no será capaz de empatizar con el miedo en los demás. Cuando estas capacidades no están desarrolladas, podrían generar una serie de afectaciones personales e interpersonales.

Como segundo punto, este autor plantea que la habilidad de identificar, diferenciar y discriminar las emociones son capacidades que se aprenden. Una persona altamente inteligente puede ser más capaz de hacer distinciones muy sutiles entre emociones similares (por ejemplo, los celos y la envidia).

En tercer lugar, si uno no utiliza su conocimiento en la acción cotidiana no es un problema de inteligencia per se. Muchos factores pueden entrar en juego aquí. Entre ellos están la racionalidad vs. emocionalidad, propósitos, focalización, etc.

En resumen, la definición de inteligencia emocional indica que en realidad se trata de una combinación de hábitos y habilidades, más que una inteligencia en sí. Es simplemente arbitrario adjuntar la palabra «inteligencia» a una variedad de hábitos o habilidades, como Gardner y los defensores de la inteligencia emocional y las inteligencias múltiples lo hacen.

la definición de inteligencia emocional indica que en realidad se trata de una combinación de hábitos y habilidades

Solana (2015), expresa que las bases teóricas de la inteligencia emocional surgen de la superposición de ideas rogerianas y del pensamiento budista, que llegaron al Occidente a finales de los años 70. Las mismas proponían desarrollar diferentes grupos de capacidades que incluían motivación, perseverancia, tolerancia a las frustraciones y control de impulsos, como así también la postergación de gratificaciones, empatía y confianza en los demás, entre otros.

Las publicaciones ligadas a la inteligencia emocional contienen un conjunto de proposiciones poco claras y de corte moral que se presentan de forma acrítica y sin contexto. Se observa que, en la mayoría de los libros ligados a la inteligencia emocional, existen metáforas irracionales o vacías de contenido. Se tratan de afirmaciones metafóricas y publicitarias (Solana, 2015).

Estas teorías no están soportadas por ninguna evidencia empírica firme y consistente que las valide

Eysenck (2000), expresa que Goleman tiene una tendencia a considerar cualquier habilidad como una inteligencia. Este autor expresa que existen habilidades que conforman las inteligencias múltiples, y se contradice al expresar que pueden estar o no correlacionadas. De este modo, no se puede tener una medida objetiva, demostrando que toda la teoría se construye sobre arena movediza: no hay ninguna base científica sólida.

Otra autora que ha expresado su crítica tanto al constructo de inteligencia emocional como el de inteligencias múltiples fue Waterhouse (2006), quien afirma que “dado que no están soportadas por ninguna evidencia empírica firme y consistente que las valide, y ya que las mismas no respetan las restricciones previstas por la evidencia acumulada de investigación de la neurociencia cognitiva, no deben ser enseñadas”.

Esta autora expresa algo muy importante: muchas teorías dan explicaciones reduccionistas y simplificadoras de los aportes de las neurociencias cognitivas, para ser aplicadas como recetas en estrategias de neuroeducación, neuromarketing, entre otros, lo cual, como propuso Solana (2005), persiguen por sobre todo objetivos publicitarios asociados al marketing. Esto no quiere decir que no se reconozcan los aportes valiosos de las neurociencias a estos (u otros) ámbitos de aplicación, sino habilitar la posibilidad de considerar que los mismos deben ser analizados críticamente, indagando incluso, a los que los promueven.

En el plano psicológico existe un afán de realizar afirmaciones que no pueden sustentarse con rigor científico. Se suele proponer una serie de aportes que, en ocasiones, podrían tener una explicación aparentemente clara, pero a la hora de la verdad no pueden corroborarse.

Con respecto a lo mencionado anteriormente, Degen (2001) expresa su preocupación, compartida por muchos, y expone: “es lamentable, pero la psicología se caracteriza por un largo desfile de ‘teorías’ que con el tiempo han ido revelándose como pasajeras y cayendo sucesivamente en el olvido, dada su inutilidad para explicar la realidad. … Lejos de echar una mano en el esforzado combate de la ciencia contra la ignorancia, los terapeutas, los psicólogos y otros ´expertos´ descargan sobre la humanidad más y más mitos y falacias psicológicas”. Tal es el caso que sucede con los términos de inteligencia emocional, inteligencias múltiples, relaciones tóxicas, entre otros.

La cognición social: la cognición puesto al servicio de sí mismo y los demás

El término cognición social se refiere al conjunto de procesos cognitivos que se ponen en juego cuando intervienen otros. Se define como la capacidad de construir representaciones de los estados mentales de los otros, permitiendo reconocer, manipular y responder a la información social relevante, creando representaciones de las relaciones de sí mismo con otros que, posteriormente, son usadas para guiar el comportamiento social (Adolphs, 2001). La cognición social incluye teoría de la mente, juicio moral, empatía, toma de decisiones, reconocimiento de emociones, entre otros. Existen variados instrumentos que permiten tener medidas de estos componentes (Manes, Gleichgerrcht y Torralva, 2009).

Decir que existe una inteligencia emocional, como así también, inteligencias múltiples, sería afirmar conceptualizaciones erróneas que, como se ha sostenido a lo largo del trabajo, no tienen solidez al no presentar pruebas concretas de las mismas

Diferentes estudios por neuroimágenes han demostrado que este grupo de habilidades que forman parte de la cognición social tienen sus propios neurocircuitos, que si bien se encuentran diferenciados, en ellos intervienen estructuras neuroanatómicas que se solapan junto con otras funciones. A continuación se presentan algunos significativos:

Fuente: Adolphs (citado por Manes, Gleichgerrcht y Torralva, 2009)

  • Cortex prefrontal ventromedial (verde): toma de decisiones, teoría de la mente
  • Amígdala (rojo): emociones
  • Cortex somatosensorial derecho (azul): simulación
  • Ínsula (purpura): signos del cuerpo, disgusto
  • Área fusiforme (verde): rostro
  • Corteza cingulada (amarillo): recompensa error; respuestas autonómicas, estímulos emocionales
  • Adicional: Cortezas asociación; regulación tálamo, tallo, cerebelo, etc.

Conclusiones

A lo largo de este artículo hemos expuesto diferentes conceptualizaciones en torno al concepto polisémico de inteligencia. Hemos comentado cómo actualmente, si bien no existe un consenso sobre su naturaleza y definición, sabemos que involucra una serie de capacidades generales y otras más específicas.

Hemos comentado las bases introductorias de la inteligencia emocional, como así también principales críticas que han despertado sus afirmaciones.

Como cierre, podemos decir que la inteligencia emocional puede entenderse como una metáfora para un grupo de habilidades que involucran aspectos tanto intrapersonales como interpersonales. Se ha expuesto cómo las mismas quedan cubiertas con aportes de diferentes autores, incluyendo además la noción de cognición social.

Decir que existe una inteligencia emocional, como así también, inteligencias múltiples, sería afirmar conceptualizaciones erróneas que, como se ha sostenido a lo largo del trabajo, no tienen solidez al no presentar pruebas concretas de las mismas, siendo incapaces de exponer instrumentos con bases teóricas sólidas, sin discrepancias significativas, que permitan las mediciones de las mismas. El grupo de capacidades que hacen alusión estas inteligencias, quedan claramente descriptas por teorías que han demostrado tener solidez y apoyo por la comunidad científica.

Referencias bibliográficas:

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  • Análisis

Los jóvenes LGBTQ+ prefieren recibir ayuda a través de medios digitales

  • David Aparicio
  • 13/06/2019

The Trevor Project, es una organización internacional que ofrece apoyo en la intervención en crisis y prevención del suicidio de las personas LGBTQ. El año pasado llevaron a cabo una encuesta online en Estados Unidos en la que participaron más de 34,000 jóvenes LGBTQ+, que demuestra el alto nivel de riesgo de suicidio, exposición a las terapias de conversión, discriminación y victimización, y los medios que prefieren para recibir ayuda. He traducido los resultados para que tengan una visión clara de la alta vulnerabilidad de la población LGBTQ+ a causa del estigma y prejuicio en contra de ellos:

Efectos de la terapia de conversión e intentos de cambiar su identidad de género

  • Dos tercios de los jóvenes LGBTQ+ informan que alguien intentó convencerlos de cambiar su identidad de género u orientación sexual.
  • El 57% de los jóvenes transgénero y no binarios que se han sometido a una terapia de conversión informaron un intento de suicidio en los últimos doce meses.
  • El 32% de los jóvenes LGBTQ+ que han experimentado la terapia de conversión informaron un intento de suicidio en el último año.

Discriminación y victimización

  • El 71% de los jóvenes LGBTQ+ informaron ser discriminados debido a su orientación sexual o identidad de género y el 20% reportó haber sido amenazado o abusado físicamente. Esos mismos jóvenes LGBTQ+ informaron más del doble de la tasa de intentos de suicidio.
  • El 23% de los jóvenes que sufrieron discriminación debido a su orientación sexual informaron un intento de suicidio en el último año, en comparación con el 11% que lo hizo, y el 33% de los jóvenes transgéneros y no binarios que sufrieron discriminación debido a su identidad de género reportada un intento de suicidio en el último año, comparado con el 17% que no lo hizo.
  • El 47% de los jóvenes transgénero y no binarios que fueron físicamente amenazados o maltratados en el último año debido a su orientación sexual o identidad de género informaron un intento de suicidio en los últimos 12 meses, en comparación con el 20% que no lo hicieron. Para los jóvenes LGBTQ+, la tasa fue del 27% entre los que sufrieron amenazas físicas o abuso, en comparación con el 11% de los que no lo eran.
  • El 58% de los jóvenes transgéneros y no binarios informaron que se les había desaconsejado el uso de un baño que se corresponda con su identidad de género.
  • Más de uno de cada tres jóvenes transgéneros y no binarios a quienes se les impidió usar un baño que corresponde a su identidad de género reportó un intento de suicidio en el último año, en comparación con uno de cada cinco que no sufrió este tipo de discriminación.

Divulgación y aceptación

  • Los jóvenes LGBTQ+ comparten su orientación sexual 1 más a menudo que su identidad de género 2. Tanto la orientación sexual cómo la identidad de género se divulgan con mayor frecuencia con sus compañeros, especialmente con amigos LGBTQ+.
  • Los jóvenes LGBTQ revelaron su estatus de orientación sexual e identidad de género a sus amigos en las tasas más altas, pero también se están revelando a los adultos en sus vidas, incluidos los padres, maestros y médicos.
  • Sin embargo, menos de la mitad de los encuestados LGBTQ+ estaban con un adulto en la escuela, y los jóvenes tienen menos probabilidades de revelar su identidad de género que la orientación sexual.
  • Los jóvenes LGBTQ están encontrando la aceptación más de sus amigos, pero la aceptación general es más baja para la identidad de género que para la orientación sexual.

Preferencias de los jóvenes LGBTQ+ al buscar ayuda

La encuesta también ofreció información sobre cómo los jóvenes LGBTQ+ prefieren recibir ayuda durante los momentos de crisis y demuestra la necesidad de que mejorar el apoyo psicológico a través de los medios digitales:

  • El 76% prefiere los medios digitales para acceder a la ayuda, y dicen que es muy probable que se pongan en contacto con un grupo de intervención durante una crisis si ese grupo ofreciera una forma de ponerse en contacto digitalmente, por texto, chat o mensajería instantánea.
  • Una abrumadora mayoría de los jóvenes encuestados, el 81%, también señaló que tener un espacio seguro de redes sociales en línea es extremadamente valioso para ellos.

Descarga el informe completo realizado por The Trevor Project.

Fuente: Wired; The Trevor Project

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Es decir, una persona puede sentir una identidad de género distinta de sus características fisiológicas innatas.

En otras palabras, la persona puede sentirse mujer aunque haya nacido con el sexo masculino, o puede sentirse hombre, aunque haya nacido con el sexo femenino.


  1. La orientación sexual se refiere al sexo hacia el que una persona se siente atraída en el plano emotivo, romántico, sexual y afectivo. ↩
  2. El término identidad de género se refiere a la conciencia de una persona de sentir pertenencia al sexo masculino o femenino. ↩
  • Análisis
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

¿Qué es la autopsia psicológica?

  • Javier Menéndez
  • 31/05/2019

En un contexto en el cual los peritos psicólogos cobran creciente relevancia ante las incógnitas judiciales, las técnicas implementadas y su sofisticación resultan aspectos fundamentales a tener en cuenta. En los últimos años, interrogantes vinculados al daño psicológico, síndrome burnout, emoción violenta, entre otros, son materia de consulta de los jueces para con los expertos en el ámbito de la psicología.

A diferencia de las pericias médicas, que cuentan con diversas técnicas para determinar las causas de la muerte de un sujeto, los psicólogos nos encontramos con una enorme desventaja: ¿cómo abordar un objeto de estudio que no permanece post-mortem?

El concepto de autopsia psicológica suele resultar un tanto desconcertante. La representación mental inmediata es la del psicólogo interrogando de manera poco exitosa a un cuerpo inerte dentro de la morgue. Sin embargo, el verdadero procedimiento implica la reconstrucción retrospectiva e indirecta de la personalidad y vida del sujeto, procurando un análisis detallado de la psique sin contar con su presencia. En definitiva, constituye un proceso de investigación que, complementado con otras herramientas, puede contribuir a esclarecer circunstancias de muerte dudosas. Se servirá principalmente de entrevistas a sujetos cercanos a la víctima, el estudio de la escena del crimen y la recopilación de huellas psíquicas (escritos, objetos personales, documentos, libros leídos, entre otros).

El verdadero procedimiento implica la reconstrucción retrospectiva e indirecta de la personalidad y vida del sujeto

Existen discrepancias en cuanto a los orígenes de este procedimiento. Algunos autores lo sitúan en los años ́30, como intento por dar respuesta a la oleada de suicidios producida en Nueva York luego de la crisis del ́29. No obstante, estrictamente, el término es mencionado por primera vez en los años ́50 por Shneidman y Farberow, investigadores del Centro de prevención de suicidios de Los Ángeles. Es en ese contexto que comienza a gestarse un considerable interés por resolver interrogantes relacionados a muertes dudosas y suicidios en personal militar.

Usos de la autopsia psicológica

Puede determinarse una doble utilidad del mismo: como herramienta de investigación criminal y como instrumento epidemiológico. En el primer caso, interviene en aquellos escenarios en los que la autopsia médico-legal resulta insuficiente para determinar la etiología de una muerte. Su objetivo principal estaría ligado a la posibilidad de aplicar el código NASH, el cual determina si el fallecimiento se debió a causas Naturales, Accidentales, Suicidio u Homicidio.

Por otra parte, su función como instrumento epidemiológico procura recopilar las regularidades existentes en las muertes por suicidio, logrando así establecer factores de riesgo que permitan diseñar programas de prevención. No obstante, también pueden establecerse (aunque menos difundidos) otros posibles usos y aplicaciones, a saber: precisar el estado de salud mental de una persona al momento de su muerte; determinar la validez de acciones legales previas al deceso (evaluando si se contaba con una adecuada capacidad cognitiva al momento de firmar herencias, contratos maritales u otros); evidenciar posibles mala praxis (ante casos de suicidio de personas que se encontraban bajo tratamiento con un profesional de la salud mental) y desarrollar perfiles de asesinos seriales (conociendo las características de personalidad del occiso para determinar los target del homicida).

Protocolos de autopsia psicológica

Actualmente, si bien no existe un único protocolo estandarizado para la realización de la autopsia psicológica, los autores coinciden en que resulta indispensable la inclusión de los antecedentes demográficos, categorización psicológica y evaluación de señales pre-suicidas del occiso.

En el contexto latinoamericano, el protocolo más difundido es el modelo de autopsia psicológica integrado (MAPI), diseñado en los años ́90 por la Dra. Teresita García Pérez. El mismo es altamente valorado dada su notable rigurosidad y estandarización. Cuenta con una entrevista estructurada que evalúa 60 dimensiones diferentes y procura reducir al mínimo los sesgos subjetivos de evaluación. En este protocolo se destacan cuatro áreas a reconstruir sobre la vida del fallecido: interpersonal, emocional, psicosocial y mental. Para ello se determinan aspectos indispensables como un examen psiquiátrico retrospectivo hasta un mes antes de la muerte, el diagnóstico nosológico, las áreas de conflicto existente, las señales relevantes emitidas hasta dos años antes del suceso y los detalles sobre el lugar de los hechos.

El MAPI se desarrolla en tres etapas: el trabajo en el lugar de los hechos, con el objeto de recopilar huellas psicológicas; la realización de al menos tres entrevistas estructuradas a allegados de la víctima que procuren reconstruir de la manera más detallada posible su perfil psicológico; y, finalmente, la discusión colectiva con los profesionales intervinientes.

El final del proceso derivará en un informe pericial de índole probabilística que, en consideración con otras pruebas, puede ayudar a esclarecer las posibilidades de que una persona con determinadas características se haya suicidado, haya sido asesinada o haya tenido un accidente.

Otro procedimiento bastante novedoso es el Protocolo de sociometría conductual aplicada a la realización de autopsias psicológicas (PSCAAP). El mismo concibe que todos nos encontramos inmersos en redes de interacción social que pueden ser analizadas. Así, su estudio permitiría inferir el rol del elemento faltante (a saber, los rasgos de personalidad y conducta del occiso). Dicha evaluación retrospectiva se basaría en análisis funcional de la conducta, procurando inferir las respuestas de un sujeto basándose en su historia general de reacciones a estímulos similares. Este modelo apunta al desarrollo de bases de datos que puedan estudiarse desde la estadística, permitiendo así delimitar objetivamente las probabilidades de que un sujeto haya realizado determinadas acciones.

Controversias de la autopsia psicológica

El ámbito de las pericias psicológicas resulta un campo de grandes debates, dada la falta de validación de las técnicas que muchos profesionales deciden aplicar. Teniendo en cuenta esto, podemos asegurar que la cuestión se vuelve sumamente más compleja cuando esas técnicas procuran aplicarse para un análisis retrospectivo e indirecto que apunta a la reconstrucción de emociones, cogniciones y conductas de alguien que no se encuentra presente.

Otras limitaciones importantes son la imposibilidad de replicar resultados en idénticas condiciones, la subjetividad existente en la interpretación de sus datos, la ambigüedad del proceso, la ausencia de metodología rigurosa, la falta de control de las variables intervinientes, el bajo nivel de eficiencia (considerando que se trata de un procedimiento que requiere de una gran inversión de tiempo) y, la imposibilidad de realizar afirmaciones concluyentes dado su carácter de evaluación indirecta.

El ámbito de las pericias psicológicas resulta un campo de grandes debates, dada la falta de validación de las técnicas que muchos profesionales deciden aplicar

A su vez, también es cuestionada la falta de validez y confiabilidad del procedimiento por la ambigüedad de ciertos conceptos (falta de operacionalización de términos como huella psíquica, por ejemplo), la calidad de la fuente (entrevistas en las que podrían existir diversos conflictos de intereses, dado que se desarrollan en el marco de un proceso judicial), las correlaciones ilusorias (debido al análisis retrospectivo e indirecto) y la falta de precisión para establecer la probabilidad de algún tipo de muerte en particular.

A pesar de las críticas anteriormente mencionadas, debe destacarse que la autopsia psicológica surge como intento de dar respuesta a ciertos interrogantes judiciales ante los cuales aún no existen herramientas que puedan brindar soluciones claras y satisfactorias. Son múltiples los casos mediáticos en nuestro país que presentan muertes dudosas sin esclarecimiento alguno. Los enigmáticos casos de Alberto Nisman y Solange Grabenheimer son un ejemplo de aquellos en los que la autopsia psicológica se aplicó procurando esclarecer las circunstancias de sus muertes.

El panorama hispano resulta alentador, dado que la mayoría de las publicaciones en los últimos años han sido de autores latinos. Probablemente el siguiente paso para una mayor sofisticación sea el diseño de un protocolo local que alcance gran rigurosidad y eficiencia. El contexto nos demuestra que, aún los procedimientos con altos niveles de objetividad como la autopsia médico-legal se ven limitados en algunos casos. Es por ello que, la investigación en evaluaciones periciales
psicológicas puede realizar grandes aportes.

El estudio científico de la autopsia psicológica brindará una mayor rigurosidad al esclarecimiento de muertes dudosas, logrando reconstruir las características psicológicas de un sujeto ausente al servicio del poder judicial.

  • Análisis
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Leonardo da Vinci: ¿un genio con TDAH?

  • Equipo de Redacción
  • 27/05/2019

Han pasado quinientos años desde la muerte de Leonardo da Vinci, y se ha escrito mucho sobre él. Leonardo, el artista, el científico, el arquitecto, el inventor, cuyo genio ha sido percibido como el encanto de un enigma insondable. Pero algunas de las palabras escritas sobre Leonardo después de su muerte en Clos-Lucé en Francia el 2 de mayo de 1519, apuntan a un hombre muy diferente al que muchos de nosotros sabemos. Según su primer biógrafo Giorgio Vasari, Leonardo murió lamentándose «de haber ofendido a Dios y a la humanidad por no haber trabajado en su arte como debería haberlo hecho» (Vasari, 1996; Nicholl, 2004; Vecce, 2006).

La historia de da Vinci es una de una paradoja: una gran mente que ha recorrido las maravillas de la anatomía, la filosofía natural y el arte, pero que tampoco logró completar tantos proyectos (Freud, 1922; Kemp, 2006). El excesivo tiempo dedicado a la planificación de ideas y la falta de perseverancia parecen haber sido particularmente perjudiciales para finalizar las tareas que al principio habían atraído su entusiasmo. La lucha crónica de Leonardo para convertir su extraordinaria creatividad en resultados concretos y cumplir compromisos fue proverbial en su vida y presente desde la primera infancia:

“… en el aprendizaje y en los rudimentos de las cartas, habría tenido una gran competencia si no hubiera sido tan variable e inestable, porque se dispuso a aprender muchas cosas y luego, después de haberlas comenzado, las abandonó” (Vasari, 1996)

Leonardo murió lamentándose «de haber ofendido a Dios y a la humanidad por no haber trabajado en su arte como debería haberlo hecho»

Sus dificultades para concentrarse se hicieron aún más evidentes más tarde en la adolescencia, cuando se mudó de la pequeña aldea de Vinci a Florencia en el taller de Andrea Verrocchio. Verrocchio, un verdadero hombre del Renacimiento, compartió la amplia gama de intereses y el talento ecléctico de Leonardo. Pero Leonardo carecía del rápido poder de ejecución de su maestro y sus habilidades organizativas. Las primeras obras encargadas importantes de Leonardo, algunas obtenidas a través de las conexiones de su padre, se prepararon extensamente pero se abandonaron rápidamente. Otras obras programadas nunca fueron iniciadas. La lucha de Leonardo para trabajar de forma independiente como artista también podría explicar su prolongada estadía en el taller de Verrocchio, que duró hasta los 26 años, cuando probablemente logró establecer su propio estudio independiente en Florencia. El 10 de enero de 1478 recibió su primer encargo registrado como pintor independiente, un gran retablo para colgar en la Capilla de San Bernardo. Para esta prestigiosa comisión obtuvo un anticipo en efectivo de 25 florines, pero nunca entregó el trabajo (Nicholl, 2004). Probablemente, dada su poca fiabilidad para terminar los proyectos encargados, no obtuvo mucho éxito como pintor independiente y, a diferencia de otros artistas del taller de Verrocchio que fueron trasladados a trabajar en la Roma papal, fue enviado por Lorenzo de ‘Medici a Milán como Un músico (Kemp, 2006). No sabemos en qué estado de ánimo Leonardo se fue de Florencia, pero es posible que sintiera «una sensación de fracaso y frustración: sus pinturas sin terminar, su estilo de vida controvertido, su reputación una mezcla de brillantez y dificultad» (Nicholl, 2004). A modo de comparación, a la misma edad, Rafael ya había realizado más de 80 pinturas, incluidos grandes frescos en el Vaticano.

Feto en el útero. Cortesía de Apic / Contributor / Hulton Archive / Getty Images.

En la corte de Ludovico il Moro, el futuro duque de Milán, asombró a sus clientes con las ideas y proyectos más ambiciosos, pero no logró ganar su confianza en su capacidad para cumplir a tiempo. Incluso cuando a Leonardo finalmente se le encargó el importante proyecto de construir una estatua de bronce del padre de Ludovico, el futuro Duque le preguntó a su aliado Lorenzo il Magnifico si podía indicar un artista florentino más apto para el proyecto porque dudaba de la capacidad de Leonardo para llevarlo a cabo. finalización ‘(Vecce, 2006).

El novelista Matteo Bandello, un contemporáneo que observó a Leonardo trabajando en la Última Cena (Fig. 1), identificó claramente su inestabilidad de temperamento y sus caóticas habilidades organizativas:

«También lo he visto, mientras se lo llevaba el capricho o el capricho, partió al mediodía, … desde el Corte Vecchio, donde estaba trabajando en el modelo de arcilla del gran caballo, y fue directo al Grazie y allí monte en el andamio y levante su pincel y dé uno o dos toques a una de las figuras y de pronto se rinda y se vaya otra vez «(Nicholl, 2004; Vecce, 2006).

Tres de las obras maestras de Leonardo.Top: La última cena fue completada por Leonardo en 3 años, pero el uso de una técnica de frescos incorrecta llevó al rápido deterioro de la obra. Abajo a la izquierda: Leonardo trabajó intermitentemente en Mona Lisa durante casi 16 años. Abajo a la derecha: la pintura inacabada de San Jerónimo en el desierto.
Tres de las obras maestras de Leonardo.Top: La última cena fue completada por Leonardo en 3 años, pero el uso de una técnica de frescos incorrecta llevó al rápido deterioro de la obra. Abajo a la izquierda: Leonardo trabajó intermitentemente en Mona Lisa durante casi 16 años. Abajo a la derecha: la pintura inacabada de San Jerónimo en el desierto.

 

Leonardo fue capaz de contemplar o estudiar de forma sostenida, pero esto a menudo lo hizo a costa de perder la pista de la progresión general del proyecto, una implacable postergación. Su falta de fiabilidad era tan conocida que el duque de Milán deseaba que Leonardo firmara un contrato que lo obligara a terminar una obra «dentro del período estipulado» (Kemp, 2006). Cuando el duque capituló en 1499 y se separó de Da Vinci después de casi 20 años de servicio, Leonardo admitió en su diario que “para él ninguno de sus proyectos se había terminado» (Vecce, 2006).

Quizás el lado más perturbador de su mente fue una curiosidad voraz, que impulsó su creatividad y lo distrajo de mantener un camino firme hasta el final. Consciente de sus límites, Leonardo trató de trabajar alrededor de ellos, a menudo con consecuencias desafortunadas. Su renuencia a trabajar en pintura al fresco, por ejemplo, que requiere una ejecución rápida antes de que se seque el yeso, lo llevó a experimentos arriesgados en la búsqueda de nuevos pigmentos de aceite y técnicas de barniz que pusieron en peligro la Última Cena y finalmente destruyeron la Battaglia de Anghiari en Florencia. Tal era el capricho de Leonardo que a menudo se pedía a otros artistas que trabajaran en pinturas que se le encargaron por primera vez.

Quizás el lado más perturbador de su mente fue una curiosidad voraz, que impulsó su creatividad y lo distrajo de mantener un camino firme hasta el final

Dejando de lado su propia inventiva, Leonardo trató de asociarse con otros que podrían ayudarlo. En el invierno de 1510–11, trabajó con Marcantonio Della Torre, profesor de la Universidad de Pavía, para crear un tratado sobre anatomía. Juntos estudiaron el cuerpo humano y realizaron disecciones que Leonardo describió bellamente. Este fue el único período en su carrera anatómica durante el cual Leonardo «logró un equilibrio entre el detalle y la cobertura». Fue como «si el anatomista profesional que estaba parado en su hombro pudiera salvar a Leonardo de su costumbre de profundizar aún más en los detalles de un escenario físico» (Clayton y Philo, 2012). Pero en cuestión de meses, Della Torre murió de peste. Solo, Leonardo nunca logró organizar su gran número de dibujos anatómicos en material coherente para su publicación. En sus cuadernos, anotó de manera desalentadora: «Es más fácil resistirse al principio que al final».

El hombre de vitruvio. Cortesía de Universal History Archive / Contributor / Universal Images Group / Getty Images.

 

Leonardo usó su ingenio para enmascarar sus defectos y hablar para salir de los problemas o la vergüenza causados ​​por su comportamiento. Mientras trabajaba en la Última Cena, por ejemplo, fue sometido a las continuas molestias del superintendente anterior a Santa Maria delle Grazie, quien finalmente solicitó la intervención del duque de Milán. Invocado por el duque, Leonardo rápidamente justificó su retraso con la dificultad de encontrar los modelos de los dos últimos personajes, Jesús y Judas. Para Judas, explicó, había buscado en vano las cárceles de Milán en busca del sinvergüenza perfecto. No se pudo encontrar nada y admitió que, al final, si no podía encontrar un modelo mejor para el apóstol cruel que traicionó a nuestro Señor, tendría que usar la cara del anterior importunado y sin tacto. El duque se echó a reír y Leonardo volvió a trabajar en su tiempo libre.

Otros perdonaban menos su comportamiento. El Papa Leone X empleó a Leonardo en 1514, pero la frustración se apoderó del corazón del Papa cuando notó la incapacidad de Leonardo para cumplir con sus deberes. En su desesperación, Leone X exclamó: «¡Ay! este hombre nunca hará nada, porque comienza pensando en el final del trabajo, antes del comienzo «(Vasari, 1996). La presencia de Leonardo en el Vaticano duró menos de 3 años. A diferencia de Miguel Ángel y Rafael, no dejó rastro de su pasaje en Roma. Con 64 años y sin lugar a donde ir, Leonardo debe haberse sentido aliviado al recibir una oferta del rey de Francia. Se llevó consigo todos sus dibujos y una pintura inacabada, Mona Lisa (Fig. 1), que continuó ajustando hasta que la muerte finalmente separó al maestro de su obra maestra.

¿Falta de disciplina, temperamento artístico o trastorno por déficit de atención?

Las excepcionales habilidades artísticas de Leonardo da Vinci fueron indiscutibles incluso por sus detractores. Sin embargo, sería históricamente incorrecto aceptar el relato biográfico elaborado por los autores románticos de Leonardo como un genio solitario que no fue apreciado por sus contemporáneos debido a que sus ideas estaban demasiado avanzadas para su época. Sus biógrafos más atentos siempre habían indicado que Leonardo se esforzaba por complacer a los clientes que inevitablemente se quedaban con la decepción de que se les negara la posesión de una expresión concreta de su talento. Sus contemporáneos nunca podrían entender o perdonar su falta de disciplina, no su mente visionaria. En su ensayo psicoanalítico sobre Leonardo, Freud vio lo que definió como la «esterilidad artística» de Leonardo como una represión sexual infantil causada por «su nacimiento ilegítimo y el mimo de su madre» (Freud, 1922). Pero la neuropsiquiatría moderna podría tener una explicación diferente.

Disecciones de brazos y cara. Cortesía de Print Collector / Contributor / Hulton Fine Art Collection / Getty Images.

 

¿Pudo Leonardo haber tenido un trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH)? El TDAH es un trastorno del comportamiento de la infancia altamente hereditario caracterizado por la procrastinación continua, la incapacidad para completar las tareas, la confusión mental y la inquietud del cuerpo y la mente (Demontis et al., 2018). En los tiempos modernos, un diagnóstico de ADHD prescribe el nivel de habilidad intelectual y es cada vez más reconocido entre los estudiantes universitarios y adultos con carreras exitosas (Palmini, 2008). Podría decirse que, si se canalizan positivamente, algunas características del TDAH pueden tener una ventaja: vagar por la mente puede alimentar la creatividad y la originalidad; La inquietud puede pasar a buscar la novedad y la acción por el cambio.

Sugerimos que la documentación histórica respalda las dificultades de Leonardo con la dilación y el manejo del tiempo como características del TDAH, una condición que podría explicar los aspectos de su temperamento y la extraña forma de su genio disipativo. Las dificultades de Leonardo fueron generalizadas desde la infancia, lo cual es una característica fundamental de la condición. También hay evidencia incuestionable de que Leonardo estaba constantemente en movimiento, manteniéndose ocupado con hacer algo pero a menudo saltando de tarea en tarea. Como muchos de los que sufren de TDAH, dormía muy poco y trabajaba continuamente día y noche alternando ciclos rápidos de siestas cortas y despertando.

La documentación histórica respalda las dificultades de Leonardo con la dilación y el manejo del tiempo como características del TDAH, una condición que podría explicar los aspectos de su temperamento y la extraña forma de su genio disipativo

A perpetual motion machine using a water screw. Courtesy of DEA/VENERANDA BIBLIOTECA AMBROSIANA/Da Vinci Codex Atlanticus/Getty Images.
Una máquina voladora, probable para el teatro. Cortesía de Claudio Divizia / Hemera / Getty Images Plus.

 

En la neurociencia moderna, se piensa que los problemas con las funciones ejecutivas subyacen la postergación y la concentración disminuida. Los estudios de neuroimagen en niños y adolescentes con TDAH indican diferencias en las regiones del lóbulo frontal y los ganglios basales responsables de las funciones ejecutivas y el control de los impulsos. Aproximadamente dos tercios de los niños con TDAH continúan teniendo dificultades de comportamiento en la edad adulta, que pueden mejorarse con la terapia (Palmini, 2008). Hay suficiente evidencia indirecta para argumentar que el cerebro y las funciones cognitivas de Leonardo se organizaron de manera diferente en comparación con la mayoría de la población. Era zurdo y tenía 65 años, sufrió un grave derrame cerebral en el hemisferio izquierdo, que dejó intactas sus habilidades lingüísticas. Estas observaciones clínicas indican claramente un predominio inverso del hemisferio derecho para el lenguaje en el cerebro de Leonardo, que se encuentra en \<5% de la población general. Además, sus cuadernos muestran errores de escritura y escritura ortográfica que se han considerado sugerentes de dislexia. El predominio hemisférico atípico, el zurdo y la dislexia son más frecuentes en niños con afecciones del desarrollo neurológico, incluido el TDAH. > Sus cuadernos muestran errores de escritura y escritura ortográfica que se han considerado sugerentes de dislexia

¿Y cuál es el posible vínculo entre zurdos, dislexia, TDAH y habilidades artísticas? Algunos estudios epidemiológicos indican que los estudiantes zurdos son más propensos a estudiar música y artes visuales, mientras que los disléxicos a menudo tienen un desempeño superior en tareas de discriminación visuoespacial y memoria visual (Swanson, 1984). Además, no solo la dislexia es más frecuente entre los estudiantes de arte que en otras áreas, sino que los estudiantes de arte con dislexia tienen imágenes mentales superiores y visualización mental en 3D de objetos que los estudiantes de arte sin dislexia (Winner y Casey, 1993). Las habilidades en la rotación mental en 3D son una habilidad importante en aquellos con pareidolia, una capacidad para reconocer figuras en el entorno circundante, un método que Leonardo utilizó para aumentar su inspiración visual: contemplaría durante horas la forma cambiante de las nubes. En las etapas iniciales del proceso creativo, las personas con TDAH pueden verse facilitadas por la perturbación de la mente y la impulsividad. Sin embargo, los mismos rasgos pueden dificultar la progresión una vez que la novedad del proyecto se desvanece y el interés cambia a otra cosa. La mayoría de los adultos con TDAH se ven afectados negativamente por sus síntomas, incluso si están dotados de gran talento.

Su comportamiento afectó negativamente su carrera y sus relaciones hasta el punto de que es difícil encontrar entre sus contemporáneos a alguien que no haya comentado sobre su falta de fiabilidad

Un gran metanálisis reciente muestra que el TDAH tiene una fuerte base hereditaria (Demontis et al., 2018). El hallazgo de la misma asociación genética en quienes en la población general muestran rasgos de TDAH y comportamiento de riesgo sin un diagnóstico sugiere que el TDAH se encuentra en el extremo de una serie de síntomas. Dentro de este continuo, la línea entre aquellos con y sin diagnóstico clínico a menudo se marca de acuerdo con el impacto de los síntomas en la calidad de vida y el bienestar mental de los afectados. La falta de indicadores biológicos objetivos del TDAH a menudo dificulta el trazado de esa línea, ya que su impacto negativo depende también de una serie de circunstancias personales, familiares, profesionales y sociales, que a menudo tienen un efecto protector o perjudicial. Hay evidencia de que Leonardo a menudo carecía de dinero y pagaba mucho menos que otros artistas de su calibre. Su comportamiento afectó negativamente su carrera y sus relaciones hasta el punto de que es difícil encontrar entre sus contemporáneos a alguien que no haya comentado sobre su falta de fiabilidad. Fue empleado a menudo en roles modestos, como el organizador del partido, y muchas de sus ideas de arquitectura e ingeniería fueron desestimadas por ser demasiado poco realistas y poco prácticas.

Sin lugar a dudas, Leonardo logró más de lo que cualquier otro ser humano podría soñar en una vida, pero uno se pregunta cuál habría sido el impacto de su trabajo en la historia si hubiera logrado aplicarse más consistentemente a su arte y diseminar efectivamente sus intuiciones y descubrimientos.

Además de la belleza de su arte y el poder fascinante de sus observaciones, en el 500 aniversario de su muerte, Leonardo da Vinci también debe ser recordado por su capacidad de recuperación. Las dificultades relacionadas con su extraordinaria mente errante le causaron un profundo pesar, pero no le impidieron aprender y explorar las maravillas de la vida y la naturaleza humanas.

Artículo publicado en Brain, Journal of Neurology por Marco Catani y Paolo Mazzarello y cedido para su publicación en Psyciencia.com

Referencia del artículo completo: Marco Catani, Paolo Mazzarello, Leonardo da Vinci: a genius driven to distraction, Brain, , awz131, https://doi.org/10.1093/brain/awz131

  • Análisis

Análisis conductual: Una alternativa a la clasificación diagnóstica

  • Fabián Maero
  • 22/05/2019

Una asociación persistente que varias veces hemos intentado corregir aquí (como por ejemplo, en esta publicación) es la asociación entre el conductismo (en tanto corriente psicológica), y los sistemas de clasificación psiquiátricos como el DSM (siglas en inglés del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) o el CIE (Clasificación Internacional de Enfermedades) en sus diversas iteraciones.

La forma de funcionamiento de esos sistemas es basarse en la identificación de conjuntos de síntomas para diagnosticar un trastorno psicológico, lo que se denomina un abordaje sindrómico. Así, por ejemplo, en el DSM-V, si una persona manifiesta:

  • Insatisfacción con la calidad o cantidad de sueño, ya sea:
  • conciliando el sueño
  • manteniendo el sueño sin despertarse a la noche
  • despertarse temprano a la mañana sin poder volver a dormir

Si esto sucede 3 veces por semana, se sostiene durante tres meses, y genera malestar o perturbaciones en el funcionamiento, corresponde entonces el diagnóstico de Trastorno de Insomnio del DSM.

Hay varias objeciones que se le pueden realizar a estos sistemas. En primer lugar, se postulan como “ateóricos” (el DSM afirmó esto explícitamente en su tercera edición), es decir, no corresponden a ninguna teoría psicológica o psiquiátrica particular, pero esto implica también que no describen una etiología, es decir, las causas o procesos vinculados a un determinado diagnóstico. El DSM no se expide sobre las causas o procesos vinculados al Insomnio, por ejemplo, tan solo pretende identificar síntomas y asignar al paciente a su clasificación (aunque no es difícil postular que en realidad sí hay una teoría detrás, véase por ejemplo Castiglioni & Laudisa, 2015), por lo cual se le ha criticado que su utilidad clínica es baja ya que sin las causas o procesos vinculados al insomnio, el tratamiento procede a ciegas. Esto ha llevado a críticas con respecto a los tratamientos farmacológicos vinculados al DSM, que a menudo proceden sin una teoría con respecto a las causas, sino sólo a los efectos que la medicación tuviere (véase un excelente comentario al respecto aquí). También se ha criticado su naturaleza sindrómica y categorial, es decir, considerar que los trastornos representan síndromes discretos y separados, y considerarlos como categorías en lugar de dimensiones psicológicas (para una revisión más completa véase Hayes, Wilson, Gifford, Follette, & Strosahl, 1996).

Estas características han hecho que desde el inicio, este tipo de sistemas sean rechazados por el conductismo, que ha propuesto formas alternativas de abordar los problemas psicológicos. Lo que les traemos hoy es un artículo que se ha publicado hace más de medio siglo ya, escrito por autores conductuales apenas unos años después de la publicación del primer DSM. Se trata de un texto interesante por los argumentos que desarrolla en contra de este tipo de sistema de clasificación de problemas psicológicos, aun cuando la solución propuesta haya sido adoptada sólo parcialmente.

Los autores proponen un abordaje que en lugar de asignar al paciente a una categoría diagnóstica convencional, realice un análisis de las condiciones biológicas, sociales, y conductuales para los problemas de un paciente. Se trata del tradicional énfasis del conductismo: no se puede comprender ninguna conducta sin un análisis de su contexto y las relaciones entre ambos. Si quieren leer con más detalle la forma de elegir blancos de tratamiento propuesta por Kanfer, pueden consultar a Kanfer & Grimm (1977).

Lo hemos traducido (aunque en esto debería hablar en singular, todas las torpezas de la traducción son sólo mías) tratando de mantenernos tan fieles como sea posible al texto original, para que puedan leerlo y sacar sus propias conclusiones. Está en pdf para que puedan descargarlo, imprimirlo, y construir así potentes avioncitos de papel con los cuales molestar en clase.

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Durante la última década los ataques a los diagnósticos psiquiátricos convencionales han sido tan generalizados que muchos clínicos ahora usan etiquetas diagnósticas con moderación y en tono de disculpa. La adherencia sostenida a los términos nosológicos del esquema clasificatorio tradicional sugiere alguna utilidad de la presente clasificación de los trastornos de la conducta, a pesar de su aparente baja fiabilidad su valor pronóstico limitado y sus múltiples debilidades respecto a sus asunciones de soporte. En un estudio reciente de este problema, se compararon los patrones de síntomas de esquizofrénicos paranoides cuidadosamente diagnosticados. Katz et al (1964), encontraron una considerable divergencia entre los pacientes con el mismo diagnóstico y concluyeron que “los sistemas de diagnóstico más circunscriptos en su intención, como por ejemplo, los basados en el comportamiento manifiesto por sí solo, en lugar de los sistemas que tratan de comprender la etiología, patrones de síntomas y el pronóstico, puede más directamente aplicables a los problemas actuales de la investigación en psiquiatría “(p202).

Nos proponemos aquí examinar algunas fuentes de insatisfacción con el actual enfoque de diagnóstico, para describir un marco para un análisis del comportamiento de los pacientes individuales que implica tanto sugerencias para el tratamiento como criterios de resultados para el caso individual, y para indicar las condiciones de recogida de los datos para un análisis de este tipo.

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I. Problemas en los sistemas de diagnóstico actuales

Numerosas críticas se ocupan de la consistencia interna, la explicitación, la precisión y la fiabilidad de las clasificaciones psiquiátricas. Nos parece que la falla más importante radica en nuestra falta de conocimientos suficientes para categorizar el comportamiento a lo largo de las dimensiones pertinentes que permitan la predicción de las respuestas al estrés social, crisis vitales, o el tratamiento psiquiátrico. Esta limitación evita cualquier cosa menos una aproximación cruda y tentativa a una taxonomía de los comportamientos individuales eficaces.

Zigler y Phillips (1961), discutiendo la necesidad de un adecuado sistema de clasificación, sugieren que un sistema cerrado de diagnóstico orientado etiológicamente es prematuro. En cambio, creen que es necesario un ataque empírico, utilizando ” síntomas, ampliamente definidos como conductas significativas y discernibles, como la base del sistema de clasificación ” (p 616).

Pero los síntomas como una clase de respuestas se definen, después de todo, sólo por su valor de molestia para el entorno social del paciente o para sí mismo como un ser social. También son notoriamente muy poco confiables para predecir la historia etiológica particular del paciente o su respuesta al tratamiento. Un enfoque alternativo yace en el intento de identificar clases de variables dependientes en el comportamiento humano que permitan inferencias sobre los factores de control particulares, los estímulos sociales, los estímulos fisiológicos , y los estímulos de refuerzo, de las cuales son función. En el presente estado del arte de pronóstico psicológico, parece más razonable desarrollar un programa de análisis que esté estrechamente relacionado con el tratamiento posterior. Un esquema de clasificación que implique un programa para el cambio de comportamiento es uno que ofrecería no sólo utilidad sino también potencial para la validación experimental.

Por tanto, la tarea de la evaluación y el pronóstico puede ser reducida a los esfuerzos por responder a las siguientes tres preguntas : (a) qué patrones de comportamiento requieren un cambio, ya sea en su frecuencia de ocurrencia , su intensidad, su duración o en las condiciones en que se producen, (b) ¿cuáles son los mejores medios prácticos que pueden producir los cambios deseados en este individuo (manipulación del medio ambiente, de la conducta, o las actitudes de sí mismo del paciente ), y (c) qué factores los están manteniendo en la actualidad y cuáles fueron las condiciones bajo las cuales se adquirió este comportamiento. La investigación de la historia de la conducta problemática sería sólo principalmente de interés académico, excepto porque aporta información acerca de la eficacia probable de un método de tratamiento específico.

Expectativas de los sistemas de diagnóstico actuales

En la medicina tradicional, la emisión de un diagnóstico sobre un paciente a menudo se ha visto como un requisito previo esencial para el tratamiento, debido a un diagnóstico sugiere que el médico tiene algún conocimiento sobre el origen y el curso futuro de la enfermedad. Más aún, el diagnóstico en la medicina con frecuencia une el conocimiento acumulado sobre el proceso patológico que conduce a la manifestación de los síntomas, y las experiencias que otros han tenido en el pasado tratando pacientes con tal enfermedad. La medicina moderna reconoce que cualquier enfermedad en particular no necesita tener una sola causa o siquiera un pequeño número de condiciones antecedentes. Sin embargo, la etiqueta de diagnóstico trata de definir al menos las condiciones necesarias que son más relevantes en la consideración de un programa de tratamiento. Algunos sistemas de clasificación diagnóstica también tienen un valor incalculable como base de muchas decisiones sociales que involucran a poblaciones enteras. Por ejemplo, la planificación de instalaciones de tratamiento, los esfuerzos de investigación y los programas educativos consideran las frecuencias de distribución de síndromes específicos en la población general.

Ledley y Lusted (1959) dan una excelente concepción del modelo tradicional en la medicina a través de un análisis del razonamiento subyacente. Los autores diferencian entre un complejo de enfermedad y un complejo de síntomas. Mientras que el primero describe procesos patológicos conocidos y sus señales correlacionadas, el último representa signos particulares presentes en un paciente en particular. El puente entre los complejos de enfermedad y de síntomas es proporcionado por el conocimiento médico disponible y el diagnóstico final es equivalente a identificar el complejo de enfermedad. Sin embargo, las brechas existentes en el conocimiento médico requieren el uso de enunciados de probabilidad al relacionar la enfermedad y los síntomas, admitiendo que hay alguna posibilidad de error en el diagnóstico. Una vez establecido el diagnóstico, las decisiones sobre el tratamiento todavía dependen de muchos otros factores, como las condiciones sociales, morales y económicas. Ledley y Lusted (1959) por lo tanto, separan el diagnóstico clínico en un proceso de dos pasos. Un procedimiento estadístico es sugerido para facilitar el primario, o proceso de etiquetado diagnóstico. Sin embargo, la elección del tratamiento depende no sólo de un diagnóstico apropiado. Las decisiones de tratamiento también son influenciadas por las condiciones morales, éticas, sociales y económicas de cada paciente, su familia y la sociedad en la que vive. La asignación adecuada del peso que debe darse a cada uno de estos valores debe, en el último análisis, dejarse a criterio del médico ( Ledley y Lusted 1959 ).

El modelo de Ledley y Lusted (1959) asume métodos disponibles para la observación de la conducta relevante (el complejo de síntomas), y algún conocimiento científico que lo relacione a los antecedentes o correlatos conocidos (el proceso de enfermedad). Las teorías contemporáneas de la conducta patológica todavía no proporcionan directivas adecuadas para el observador que sugieran lo que ha de ser observado. De hecho, Szasz (1960) ha expresado la opinión de que el modelo médico podría ser totalmente inadecuado porque la psiquiatría debería ocuparse de los problemas de la vida y no de enfermedades del cerebro o de otros órganos biológicos. Szasz sostiene que ” la enfermedad mental es un mito, cuya función es disfrazar y así hacer más digerible la amarga píldora del conflicto moral en las relaciones humanas ” (p 118). El ataque contra el uso del modelo médico en psiquiatría proviene de muchas frentes. Scheflen, describe un modelo de psiquiatría somática que es muy similar al modelo médico tradicional de la enfermedad. Un proceso patológico resulta en la aparición de una enfermedad; los síntomas están relacionados con un estado patológico y representan nuestra evidencia de “enfermedad mental”. El tratamiento consiste en la eliminación del patógeno, y el estado de salud es así restaurado. Scheflen (1958) sugiere que este modelo médico tradicional se utiliza en la psiquiatría no sobre la base de su adecuación sino debido a su atractivo emocional.

Las limitaciones del modelo somático se han discutido incluso en algunas áreas de la medicina en las cuales el modelo parecería más apropiado. Por ejemplo, en la nomenclatura para el diagnóstico de las enfermedades del corazón y los vasos sanguíneos, el comité de criterios de la New York Heart Association sugiere el uso de múltiples criterios para las enfermedades cardiovasculares, incluyendo una declaración de la capacidad funcional del paciente. El comité sugiere que la capacidad funcional se “… estime evaluando la capacidad del paciente para realizar actividad física ” (p 80), y decidida en gran parte por inferencia a partir de su historia. Además, “… no debería estar influenciada por el carácter de la lesión estructural o por una opinión en cuanto al tratamiento o pronóstico ” (p 81). Este enfoque, deja claro que una evaluación completa de un paciente, independientemente de la enfermedad física que sufre, también debe tener en cuenta su eficacia social y las formas particulares en que los factores fisiológicos, anatómicos y psicológicos interactúan para producir un patrón de comportamiento en particular en un paciente individual.

Diagnóstico múltiple

Una solución práctica ampliamente utilizada como elusión de la dificultad inherente a la aplicación del modelo médico a un diagnóstico psiquiátrico es ofrecida por Noyes y Kolb (1963) Ellos sugieren que el clínico construya una formulación diagnóstica que conste de tres partes: (1) Un diagnóstico genético que incorpora los factores constitucionales,somáticos y factores históricotraumáticos que representan las fuentes principales o determinantes de la enfermedad mental; (2 )Un diagnóstico dinámico que describe los mecanismos y técnicas inconscientemente utilizados por el individuo para manejar la ansiedad, mejorar la autoestima, es decir, que trace los procesos psicopatológicos; y (3) un diagnóstico clínico que transmita connotaciones útiles acerca del síndrome de reacción, la evolución probable de la enfermedad, y los métodos de tratamiento que muy probablemente resultarían beneficiosos.

Los múltiples criterios de Noyes y Kolb (1963)se pueden organizar en tres dimensiones más simples de diagnóstico que podrían tener algún valor práctico para el clínico: (1) etiológica, (2) conductual, y (3) predictiva. El tipo de información que transmite cada tipo de etiqueta diagnóstica es algo diferente y adaptado específicamente para el propósito para el cual se utiliza el diagnóstico. El enfoque de triple etiqueta intenta contrarrestar las críticas dirigidas a la utilización de cualquier sistema de clasificación único. La confusión en un sistema único se debe en parte al hecho de que una formulación diannóstica destinada a describir el comportamiento actual, por ejemplo, puede resultar inútil para predecir la respuesta a un tratamiento específico, o para predecir retrospectivamente la historia y el desarrollo personal del paciente, o para permitir la recogida de datos de frecuencia en poblaciones hospitalarias.

Clasificación por etiología

El sistema kraepeliniano y algunos fragmentos de la clasificación 1952 de la APA enfatizan factores etiológicos. Ellos comparten la hipótesis de que factores etiológicos comunes conducen a síntomas similares y responden a un tratamiento similar. Esta dimensión del diagnóstico es mucho más fructífera cuando se trata de trastornos de la conducta que se encuentran principalmente bajo el control de alguna condición biológica. Cuando se conoce que un paciente padece de una ingesta excesiva de alcohol, su comportamiento alucinatorio, falta de coordinación motora, juicio pobre, y otra evidencia de desorganización comportamiento a menudo puede ser relacionada directamente a una condición antecedente tal como el efecto tóxico del alcohol sobre el sistema nervioso central, hígado, etc. En estos casos, la clasificación según la etiología también tiene algunas implicaciones para el pronóstico y el tratamiento. Las alucinaciones agudas y otros comportamientos desorganizados debido al alcohol suelen desaparecer cuando el nivel de alcohol en la sangre baja. Ejemplos similares se pueden extraer de cualquier clase de trastornos conductuales en la que un cambio en el comportamiento se asocia principal o exclusivamente con un solo factor antecedente particular. En estas condiciones, este factor puede ser llamado un patógeno y la situación se aproxima estrechamente a la condición descrita por el modelo médico tradicional.

La utilización de esta dimensión como una base para el diagnóstico psiquiátrico, sin embargo, tiene muchos problemas, al margen de lo infrecuente que es que una condición especifica tenga una relación demostrada directa y “causal” con un patógeno. Entre las áreas actuales de la ignorancia en el campo de la psicología y la psiquiatría, la etiología de la mayoría de los trastornos comunes probablemente ocupe el primer lugar. No se ha hallado que ningún entorno familiar específico, ninguna experiencia traumática dramática ni anormalidad constitucional conocida se traduzcan en un mismo patrón de conducta desordenada. Si bien los esfuerzos de investigación actuales se han orientado a la investigación de los patrones familiares de los pacientes esquizofrénicos y varios estudios sugieren una relación entre el comportamiento de la madre y un proceso esquizofrénico en el niño, 10 no es del todo claro por qué la presencia de estos mismos factores en otras familias no arroja una incidencia similar de esquizofrenia. Más aún, los pacientes pueden mostrar un comportamiento diagnosticado como esquizofrénico cuando no hay evidencia de la relación madrehijo postulada.

En un artículo reciente Meehl (1962) postula la esquizofrenia como una enfermedad neurológica, con contenidos aprendidos y una base de disposición . Con este conjunto de factores etiológicos interactivas, es evidente que la dimensión etiológica como clasificación resultaría en el mejor de los casos en un sistema extremadamente engorroso, y en el peor en un uno inútil.

Clasificación por síntomas

Un diagnóstico clínico a menudo es un enunciado que resume la forma en que una persona se comporta. En el supuesto de que una variedad de comportamientos están correlacionados y son consistentes en cualquier individuo dado, se hace más económico asignar al individuo a una clase de personas que enumerar y clasificar todos sus comportamientos. La utilidad de un sistema de este tipo se basa en gran medida en la disponibilidad de evidencia empírica relativa a las correlaciones entre los diversos comportamientos (relaciones respuestarespuesta), y el supuesto, además, que la frecuencia de ocurrencia de tales comportamientos es relativamente independiente de las condiciones de estímulo y refuerzo específicas.

Hay dos limitaciones importantes para un sistema de este tipo. La primera es que el diagnóstico por síntomas, como hemos indicado en una sección anterior, muchas veces es engañoso porque implica factores etiológicos comunes. Freedman da un excelente ejemplo de las diferencias tanto en los factores antecedentes probables y la respuesta al tratamiento posterior en tres casos diagnosticados como esquizofrénicos. Los pacientes de Freedman fueron diagnosticados por al menos dos psiquiatras, y uno esperaría que el enfoque tradicional debiera resultar en el tratamiento de la esquizofrenia que sea que se practique en el lugar en donde se ven los pacientes. El primer paciente con el tiempo mostró creciente evidencia de una endocrinopatía, y cuando esto se reconoció y fue tratado, los síntomas psicóticos entraron en remisión. El segundo caso tenía una historia sólida de crisis epilépticas y una medicación anticonvulsiva adecuada fue eficaz en el alivio de sus síntomas. En el tercer caso, el tratamiento dirigido a un análisis descubierto de las técnicas de adaptación del paciente resultó en una mejora considerable en la conducta del paciente y el subsiguiente alivio de episodios psicóticos. Freedman sugiere que la esquizofrenia no es una enfermedad en el sentido de que tiene una etiología única, patogenia, etc., sino que representa la evocación de una vía final común en el mismo sentido que el dolor de cabeza, epilepsia, dolor de garganta, o de hecho cualquier otro complejo de síntomas. Más aún, se sugiere que el término ” esquizofrenia ha dejado de ser útil y debe ser desechado ” (p.5).

El diagnóstico por síntomas, como hemos indicado en una sección anterior, muchas veces es engañoso porque implica factores etiológicos comunes.

Opler (1957) ha puesto de manifiesto la importancia de los factores culturales en la divergencia de los síntomas observados en pacientes colectivamente etiquetados como esquizofrénicos. La clasificación descriptiva no siempre es tan engañosa, sin embargo. La evaluación del rendimiento intelectual a veces da lugar a una declaración de diagnóstico que tiene valor predictivo para la conducta del paciente en la escuela o en un trabajo. Hasta la fecha, parece que hay muy pocas afirmaciones generales sobre las características individuales, que tengan tanta utilidad predictiva como el coeficiente intelectual.

Una segunda limitación es que el enfoque actual para el diagnóstico por síntomas tiende a centrarse en un grupo de comportamientos que a menudo es irrelevante con respecto al patrón total de la vida del paciente. Estos comportamientos pueden ser de interés sólo porque son popularmente asociados con la desviación y el desorden. Por ejemplo, delirios leves ocasiona les interfieren poco o nada en absoluto con la eficacia social o laboral de muchos pacientes ambulatorios. Sin embargo, la admisión de su aparición es a menudo suficiente para un diagnóstico de la psicosis. Pareciera posible el refinamiento de este enfoque más allá del uso actual, como se muestra por ejemplo en Lorr et al (1963) , pero esto no remueve las limitaciones anteriores.

La utilización de un enfoque descriptivo de síntomas centra con frecuencia la atención sobre los subproductos de patrones de comportamiento más amplios, y resulta en intento de tratamiento de conductas (síntomas) que pueden ser simples consecuencias de otros aspectos importantes de la vida del paciente. El énfasis en las quejas subjetivas, estados de ánimo y los sentimientos del paciente tiende a fomentar el uso de una clasificación basada en síndromes. También desemboca frecuentemente en esfuerzos para cambiar los sentimientos , ansiedades y estados de ánimo (o , al menos, el informe del paciente acerca de ellos) , en lugar de investigar las condiciones de vida , las reacciones interpersonales y factores ambientales que producen y mantienen estos patrones de respuesta habituales.

Clasificación por pronóstico. Hasta la fecha, el menor de los esfuerzos se ha dedicado a la construcción de un sistema de clasificación que asigna a los pacientes a una misma categoría sobre la base de su respuesta a tratamientos específicos similares. La pregunta apropiada que se plantea para un sistema de clasificación de este tipo consiste en la manera en que un paciente va a reaccionar a un tratamiento, independientemente de su comportamiento actual o de su historia pasada. Los numerosos estudios que tratan de establecer signos pronósticos en tests proyectivos de la personalidad o tests somáticos representan esfuerzos para categorizar a los pacientes en esta dimensión.
Windle (1952) ha llamado la atención sobre el bajo grado de previsibilidad ofrecida por los test de personalidad (proyectivos), y ha señalado las dificultades encontradas al evaluar la investigación en esta área debido a la descripción inadecuada de la población muestreada y los requisitos de mejoría. En una revisión posterior Fulkerson y Barry (1961) llegaron a la misma conclusión que el rendimiento en tests psicológicos es un pobre predictor de resultados en enfermedad mental. Ellos sugieren que las variables demográficas, tales como la gravedad, duración, gravedad inicial, grado de estrés inicial, etc., parecen tener relaciones más fuertes con el resultado que los datos de los tests psicológicos. La falta de relaciones fiables entre las categorías diagnósticas, datos de tests, variables demográficas, u otras mediciones sobre el paciente, por una parte, y la duración de la enfermedad, la respuesta a un tratamiento específico o el grado de recuperación, por otra parte, excluyen la construcción de un marco empírico simple para un sistema de clasificación de diagnósticopronóstico basado sólo en una serie de síntomas.

El enfoque actual para el diagnóstico por síntomas tiende a centrarse en un grupo de comportamientos que a menudo es irrelevante con respecto al patrón total de la vida del paciente.

Ninguna de las dimensiones que se utilizan actualmente para el diagnóstico está directamente relacionada con métodos de modificación de la conducta, actitudes, patrones de respuesta, y acciones interpersonales de un paciente. Dado que el modelo etiológico subraya claramente factores causales, es mucho más compatible con una teoría de la personalidad que hace especial hincapié en factores genéticos y de desarrollo. La clasificación por síntomas facilita las decisiones socioadministrativas sobre los pacientes, proporcionando una base para juzgar el grado de desviación de las normas sociales y éticas. Tal clasificación es compatible con una teoría de la personalidad basada en la hipótesis de la curva normal y se ocupa de la caracterización por medio de la comparación con un promedio ficticio. El enfoque de pronóstico predictivo parece tener la aplicabilidad práctica más directa . Si la investigación sostenida apoyara ciertos hallazgos iniciales, sería en verdad reconfortante poder predecir el resultado de la enfermedad mental según el puntaje de competencia social premórbido de un paciente (Zigler, 1961) o según la puntuación del paciente en una escala de fortaleza del yo, o de muchos de los otros signos y variables individuales que han demostrado tener algunos poderes de predicción. Es lamentable que estos poderes de predicción se disipen frecuentemente al realizar una validación cruzada. Como Fulkerson y Barry (1961) han indicado, los predictores únicos no han mostrado mucho éxito.

II. Un enfoque funcional (analítico conductual)

La creciente literatura sobre los procedimientos de modificación de conducta derivados de la teoría del aprendizaje sugiere que un procedimiento de diagnóstico eficaz sería aquel en el que los métodos terapéuticos eventuales pudieran estar directamente relacionados con la información obtenida a partir de una evaluación continua de los comportamientos actuales del paciente y los estímulos que la controlan. Ferster (1965) ha dicho “… un análisis funcional de la conducta tiene la ventaja de que especifica las causas de la conducta en forma de eventos ambientales explícitos que se pueden identificar con objetividad y que son potencialmente manipulables” (p.3). Una propuesta tal de diagnóstico asume que una descripción de la conducta problemática, sus factores de control, y los medios por los que se pueden cambiar son las “explicaciones” más adecuadas.

Más aún, asume que una evaluación diagnóstica nunca está completa. Esto implica que la información adicional sobre las circunstancias del patrón de vida del paciente, las relaciones entre sus comportamientos y estímulos que controlan en su entorno social y su experiencia privada se obtiene sostenidamente hasta que se demuestra suficiente para efectuar un cambio notable en el comportamiento del paciente, resolviendo así “el problema” . En un enfoque funcional es necesario continuar la evaluación del patrón de vida del paciente y los factores que lo controlan, a la vez que simultáneamente se intenta la manipulación de estas variables a través del refuerzo, la intervención directa, u otros medios hasta que el cambio resultante en el comportamiento del paciente permite la restauración experiencias vitales más eficientes.

El presente enfoque comparte con algunas teorías psicológicas la presunción de que la psicoterapia no es un esfuerzo dirigido a la remoción de conflictos intrapsíquicos, ni hacia el cambio en la estructura de personalidad por medio de interacciones de naturaleza intensamente noverbal (eg., transferencia, autoactualización, etc.). Adoptamos la postura de que el trabajo del tratamiento psicológico involucra la utilización de una variedad de métodos para diseñar un programa que controle el ambiente del paciente y las consecuencias de su conducta de manera tal que el problema presentado sea resuelto. Hipotetizamos que los ingredientes esenciales de una tarea terapéutica usualmente involucran dos etapas separadas: (1) un cambio en las discriminaciones perceptuales de un paciente, esto es, en su abordaje a percibir, clasificar y organizar eventos sensoriales, incluyendo la percepción de sí mismo, y (2), cambios en los patrones de respuesta que ha establecido hacia los objetos sociales y hacia sí mismo a lo largo de los años (Kanfer, 1965). Además, la tarea del clínico puede involucrar a intervención directa en las circunstancias ambientales del paciente, la modificación de la conducta de otras personas significativas en su vida, y el control de estímulos reforzantes que están disponibles a través de autoadministración, o contingentes a la conducta de otros. Estos últimos procedimientos complementan las interacciones verbales de la psicoterapia tradicional. Requieren que el clínico, invitado por el paciente o su familia, participe más plenamente en la planificación del patrón de vida del paciente fuera del consultorio.

La psicoterapia no es un esfuerzo dirigido a la remoción de conflictos intrapsíquicos, ni hacia el cambio en la estructura de personalidad por medio de interacciones de naturaleza intensamente noverbal

Es necesario indicar qué cosas el presente modelo teórico no sostiene, a fin de comprender olas diferencias con otros procedimientos. No asume que (a), el insight es un sine qua non de la psicoterapia, (b) los cambios en pensamientos o idea llevan inevitablemente a cambios últimos en las acciones, (c) las sesiones terapéuticas verbales sirven como símiles o equivalentes de situaciones vitales actuales y (d) un síntoma puede ser removido sólo desenterrando su causa u origen. En ausencia de tales asunciones se vuelve innecesario conceptualizar el trastorno conductual en términos etiológicos, en términos psicodinámicos o en términos de un proceso de enfermedad especificable. Mientras que la psicoterapia por medios verbales puede ser suficiente en algunas instancias, la combinación de modificación conductual en situaciones vitales y las interacciones verbales sirven para extender el arsenal del terapeuta. Por tanto, la psicoterapia verbal es vista como un adjunto a la implementación de cambios terapéuticos en el patrón total de la vida del paciente, no como un fin en sí mismo, ni como el único vehículo para aumentar la efectividad psicológica.

Al adoptar esta perspectiva de la modificación de conducta, hay un compromiso más allá, a un interjuego constante entre estrategias de evaluación y terapéuticas. Una formulación diagnóstica inicial busca determinar las principales variables que pueden ser directamente controladas o modificadas durante el tratamiento. Durante las sucesivas etapas de tratamiento se recoge información adicional sobre el repertorio del paciente, su historia de refuerzo, los estímulos controladores pertinentes en su ambiente social y físico, y las limitaciones sociológicas dentro de las cuales operan tanto el paciente como el terapeuta. Por tanto, la formulación inicial siempre será expandida o modificada, resultando ya sea en confirmación o en el cambio de la estrategia terapéutica previa.

Una guía para el análisis funcional de la conducta individual

Con el fin de ayudar al clínico en la recolección y organización de la información para un análisis conductual, hemos construido un esquema que pretende proveer un modelo útil de la conducta del paciente con un nivel de abstracción relativamente bajo. Una serie de preguntas son así organizadas para arrojar implicaciones inmediatas para el tratamiento. Este esquema ha resultado útil tanto en la práctica clínica como en enseñanza. A continuación hay un breve resumen de las categorías del esquema1:

El análisis de la situación problema: Las principales quejas del paciente se clasifican en clases según excesos y déficits conductuales. Para cada exceso o déficit se describen las dimensiones de frecuencia, la intensidad, la duración, la idoneidad de la forma, y las condiciones de estímulo. En el contenido, las clases de respuesta representan los principales objetivos de la intervención terapéutica. Como una característica indispensable adicional, los recursos útiles de comportamiento del paciente se enumeran para su utilización en un programa de terapia.

Clarificación de la situación problema: Aquí consideramos las personas y las circunstancias que tienden a mantener los problemas de conducta, y las consecuencias de estas conductas para el paciente y para otros en su entorno. Se presta atención también a las consecuencias de los cambios en estas conductas que pudieran resultar de la intervención psiquiátrica.

Análisis de motivación: Dado que los estímulos reforzantes son idiosincráticos y dependen para su efecto de una serie de parámetros únicos para cada persona, una jerarquía de personas particulares, eventos y objetos que sirven como reforzadores se establece para cada paciente. Se incluyen en esta jerarquía todos aquellos eventos reforzantes que facilitan comportamientos de aproximación, así como aquellos que, debido a su aversividad, disparan respuestas de evitación. Esta información tiene como objetivo realizar planes para la utilización de los distintos refuerzos en la prescripción de un programa de terapia conductual específica para el paciente, y para permitir la utilización de las conductas de refuerzo apropiadas por el conducta como excesivamente agresiva, para ser reducida por constricciones, claramente difiere de considerar esa misma conducta como un déficit en auto control, sujeto a incrementos por medio de entrenamientos y tratamientos.terapeuta y otras personas importantes en el entorno social del paciente.

Los estímulos reforzantes son idiosincráticos y dependen para su efecto de una serie de parámetros únicos para cada persona, una jerarquía de personas particulares, eventos y objetos que sirven como reforzadores se establece para cada paciente.

Análisis del desarrollo: Se hacen preguntas sobre el bagaje biológico del paciente, sus experiencias socioculturales, y su desarrollo conductual característico. Están formuladas en una forma tal que (a) evoquen descripciones de su comportamiento habitual en diversas etapas cronológicas de su vida, (b) relacionen nuevas condiciones específicas de estímulo con cambios notables en su comportamiento habitual, y (c) relacionen ese comportamiento modificado y otros residuos de eventos biológicos y socioculturales al problema presente.

Análisis de auto control: En esta sección se examinan tanto los métodos y el grado de autocontrol ejercido por el paciente en su vida diaria. Las personas, eventos o instituciones que han reforzado con éxito conductas de autocontrol son consideradas. Los déficits o excesos de autocontrol son evaluados en función de su importancia como blancos terapéuticos y para su utilización en un programa terapéutico.

Análisis de las relaciones sociales: El examen de la red social del paciente se lleva a cabo para evaluar la importancia de las personas en el entorno del paciente que tienen cierta influencia sobre los comportamientos problemáticos, o que a su vez son influenciados por el paciente para sus propias satisfacciones. Estas relaciones interpersonales son revisadas con el fin de planificar la posible participación de otras personas importantes en el programa de tratamiento, basada en los principios de la modificación de la conducta. El examen también ayuda al terapeuta a considerar la gama de relaciones sociales reales en las que el paciente necesita funcionar.

Análisis del entorno social, cultural y físico: En esta sección se añade al anterior análisis del comportamiento del paciente como un individuo, la consideración de las normas en su entorno natural. Los acuerdos y discrepancias entre los patrones de vida idiosincrásicos del paciente y las normas de su entorno se definen de manera que la importancia de estos factores pueda ser decidida en la formulación de objetivos de tratamiento que incluyan explícitamente las necesidades del paciente y las presiones de su entorno social.

El esquema anterior tiene como propósito lograr la definición del problema de un paciente de una manera que sugiera operaciones de tratamiento específicas, o que ninguna es feasible, y comportamientos específicos como objetivos para la modificación. Por lo tanto, la formulación está orientada a la acción. Puede ser utilizada como una guía para la recogida inicial de la información, como un dispositivo para organizar los datos disponibles, o como un diseño para el tratamiento.

La formulación de un plan de tratamiento es consecuencia de este tipo de análisis, porque el conocimiento de las condiciones de refuerzo sugiere los controles de motivación que están a disposición del clínico para la modificación de la conducta del paciente. El análisis de los problemas de comportamiento específicos también ofrece una serie de metas para la psicoterapia u otro tratamiento, y para la evaluación del progreso del tratamiento. El conocimiento de las condiciones biológicas, sociales y culturales del paciente, podría ayudar a determinar qué recursos pueden ser utilizados, y qué limitaciones deben ser consideradas en un plan de tratamiento.

Uno debe tener cuidado de no “explicar” procesos verbales en términos de mecanismos internos postulados sin evidencia de apoyo adecuada, ni deben hacerse inferencias acerca de los procesos no observados o eventos sin pruebas que los corroboren.

Las diversas categorías intentan llamar la atención sobre las variables importantes que afectan el comportamiento _actual_del paciente. Por lo tanto , su objetivo es obtener descripciones de abstracción de bajo nivel. Las respuestas a estas preguntas específicas se formulan mejor mediante la descripción de clases de eventos informados por el paciente, observados por otros, o por incidentes críticos descritos por un informante. El análisis no excluye la descripción de los comportamientos verbales simbólicos habituales del paciente. Sin embargo, al utilizar comportamientos verbales como base de este análisis, uno debe tener cuidado de no “explicar” procesos verbales en términos de mecanismos internos postulados sin evidencia de apoyo adecuada, ni deben hacerse inferencias acerca de los procesos no observados o eventos sin pruebas que los corroboren. El análisis incluye muchos elementos que no son conocidos o son no aplicables para un paciente determinado. La falta de información sobre algunos temas no indica necesariamente que el análisis esté incompleto. Estas carencias deben ser señaladas, sin embargo, debido a que a menudo contribuyen a una mejor comprensión de lo que el paciente tiene que aprender para ser una persona autónoma. Igual de importante es un inventario de su repertorio de conducta socialmente eficaz existente que se puede poner al servicio de cualquier procedimiento de tratamiento.

Este análisis es consistente con nuestras formulaciones anteriores de los principios de la medicina integral (Guze et al., 1953 y Saslow, 1952), que hizo hincapié en la acción conjunta de los factores biológicos, sociales y psicológicos en los trastornos psiquiátricos. El lenguaje y la orientación del enfoque propuesto se basan en la teoría del aprendizaje contemporáneo. El marco conceptual está en consonancia con la opinión de que la evolución de los trastornos psiquiátricos se puede modificar mediante la aplicación sistemática de los principios científicos en los campos de la psicología y la medicina al modo habitual del paciente de vivir.

Este enfoque no es un sustituto para la asignación de los pacientes a las categorías tradicionales de diagnóstico. Este etiquetado puede ser deseable con fines estadísticos , administrativos o de investigación. Pero el análisis actual está destinado a sustituir otras formulaciones de diagnóstico que tienen por objeto servir de base para la toma de decisiones acerca de las intervenciones terapéuticas específicas.

III. Los métodos de recopilación de datos para un análisis funcional

Los abordajes diagnósticos tradicionales han utilizado como principales fuentes de información el informe verbal del paciente, su comportamiento no verbal durante una entrevista, y su rendimiento en las pruebas psicológicas. Estas observaciones son suficientes si uno considera que los problemas de conducta son sólo una propiedad del patrón particular de asociaciones del paciente o de su estructura de personalidad. Se esperaría que un trastorno mental se revelara por las características estilísticas en el repertorio conductual del paciente. Sin embargo, si uno ve los trastornos de conducta como conjuntos de patrones de respuesta que se aprenden bajo condiciones particulares y son mantenidos por los estímulos ambientales e internos definibles, una evaluación de la conducta del paciente es insuficiente a menos que también se describan las condiciones en que se produce. Este punto de vista requiere una expansión de las fuentes de observación del clínico, de modo de incluir los campos de estimulación en la que el paciente vive, y las variaciones de comportamiento del paciente como una función de la exposición a estas diversas variables estimulares. Por lo tanto, el clínico con recursos no necesita limitarse a los resultados de los tests, las observaciones de la entrevista en el consultorio, o historias de referencia al formular el caso concreto. Tampoco es necesario que considerarse irremediablemente perjudicado cuando el paciente tiene poca habilidad observacional o comunicativa para reconstruir verbalmente sus experiencias de vida para el clínico. Independientemente de las habilidades comunicativas del paciente, los datos deben consistir en una descripción de la conducta del paciente en relación a las diversas condiciones ambientales.

Un análisis del comportamiento no excluye ningún dato relativo a experiencias pasadas o presentes como irrelevantes. Sin embargo, el mérito relativo de cualquier información (como, por ejemplo, al crecer en un hogar roto o haber tenido experiencias homosexuales) radica en su relación con las variables independientes que se pueden identificar como controlando la conducta problemática actual. La observación de que un paciente ha alucinado en ocasiones puede ser importante sólo si tienen repercusiones en su actual problema. Considerado aisladamente, un reporte de alucinaciones puede ser engañoso, resultando en un énfasis en la clasificación en lugar de en el tratamiento.

En la entrevista psiquiátrica un enfoque analítico-conductual se opone a la aceptación del contenido del autorreporte verbal como equivalente a los acontecimientos o experiencias reales. Sin embargo , los informes verbales proporcionan información relativa a la construcción verbal del paciente de su entorno y de su persona, su recuerdo de experiencias pasadas, y sus fantasías sobre ellos. Si bien estas autodescripciones no representan datos sobre los sucesos que efectivamente se produjeron internamente, representan comportamientos actuales del paciente e indican las cadenas verbales y repertorios que el paciente ha acumulado. Por lo tanto, el comportamiento verbal puede ser útil para la descripción de los procesos de pensamiento de un paciente. Para sacar el máximo provecho de este enfoque, las variaciones en los procedimientos tradicionales de la entrevista se pueden obtener mediante técnicas tales como juegos de rol, debates, la interpretación de los acontecimientos actuales de la vida, o la libre asociación controlada. Dado que hay poca evidencia experimental de las relaciones específicas entre las declaraciones verbales del paciente y sus actos no verbales de conducta, el informe verbal por sí solo resulta insuficiente para un análisis completo y para la predicción de su comportamiento diario. Además, es bien sabido que una persona responde a condiciones ambientales y señales internas que no puede describir adecuadamente. Por lo tanto, cualquier informe verbal puede pasar por alto o disimular los aspectos más importantes de un análisis de comportamiento, es decir, la descripción de la relación entre condiciones antecedentes y la conducta posterior.

Además de la utilización de la propia persona del clínico como un objeto de estímulo controlado en situaciones de entrevistas, las observaciones de la interacción con otros significativos se pueden utilizar para el análisis de las variaciones en la frecuencia de distintos comportamientos en función de la persona con la que el paciente interactúa. Por ejemplo, el uso de las funciones estándar prescritas para las enfermeras y asistentes, la utilización de los miembros de la familia del paciente o de sus amigos, se puede utilizar para obtener datos pertinentes al patrón de respuesta interpersonal habitual del paciente. Estas observaciones son especialmente útiles si en una entrevista posterior se le pide al paciente describir y discutir las sesiones observadas. Los enfrentamientos con las grabaciones para las comparaciones entre el informe de la paciente y la sesión actual como da fe el observador pueden proporcionar informaciónsobre la percepción del paciente de sí mismo y los demás, así como su conducta habitual hacia sus pares, figuras de autoridad, y otras personas importantes en su vida.

Excepto en el trabajo con niños o unidades familiares, se ha hecho un uso insuficiente del material obtenido a partir de otros informantes en las entrevistas sobre el paciente. Estos informes pueden ayudar al observador a reconocer los dominios de comportamiento en el que el informe del paciente se desvía de o está de acuerdo con las descripciones proporcionadas por los demás. Esta información también es útil para contrastar los informes del paciente sobre sus efectos presuntivos sobre otra persona con los efectos efectivos sobre persona. Si los problemas interpersonales del paciente se extienden a las áreas en las que los contactos sociales no están claramente definidos, las contribuciones de otros informantes son esenciales.

Debe tenerse en cuenta que los informes verbales de otros informantes pueden no ser más congruente con los hechos reales que los propios informes del paciente y deben ser igualmente relacionados a la propia credibilidad del informante. Si las figuras cruciales, tales como padres, cónyuges, empleadores pueden ser entrevistados, también proporcionarán al clínico un poco de información acerca de las personas con las que el paciente tiene interacciones repetidas y con las que los problemas interpersonales pueden haberse desarrollado.

La observación del comportamiento diario del paciente en el trabajo representa una excelente fuente de información, si se puede acceder a ella. Las observaciones del paciente por el clínico o su personal pueden ser preferibles a las descripciones de los compañeros o supervisores. Las observaciones del trabajo son especialmente importantes para los pacientes cuyas quejas incluyen dificultades en su actividad laboral diaria o que describen situaciones de trabajo como factores que contribuyen a su problema. Aunque un uso más libre de esta técnica puede verse obstaculizada por las actitudes culturales hacia el tratamiento psiquiátrico, tales observaciones pueden ser de libre acceso en situaciones de hospital o en situaciones de trabajo protegido. Con el uso de escalas de medición de la conducta u otros dispositivos de medición sencillos, breves muestras de los comportamientos de los pacientes en situaciones de trabajo pueden ser obtenidos por observadores mínimamente entrenados.

Al propio paciente se le puede pedir proporcionar muestras de su propia conducta mediante el uso de grabadoras de cinta para la grabación de los segmentos de las interacciones en su familia, en el trabajo, o en otras situaciones en su vida cotidiana. Un sistema de monitoreo de televisión para la conducta del paciente es una técnica excelente desde un punto de vista teórico , pero es muy engorroso y costoso. El uso de grabaciones para fines diagnósticos y terapéuticos ha sido reportado por algunos investigadores (Bach et al, 1963, Cameron, et al 1964 y Slack, 1960) La reproducción de las grabaciones y la grabación de las reacciones del paciente a la reproducción pueden utilizarse en las entrevistas para aclarar el comportamiento del paciente hacia los demás y su reacción a sí mismo como un estímulo social.

Los tests psicológicos representan problemas a resolver en condiciones de interacción específicas. Entre las pruebas de inteligencia altamente estandarizadas y las pruebas proyectivas ambiguas y no estructuradas yace una dimensión de la estructura a lo largo de la cual más y más la responsabilidad de proporcionar respuestas adecuadas recae en el paciente. En comparación con los procedimientos de la entrevista, la mayoría de las pruebas psicológicas proporcionan una relativamente alta estandarización de las condiciones de estímulo. Pero, además de las respuestas específicas dadas en las pruebas de inteligencia o proyectivas, estos tests también proporcionan una muestra conductual de la reacción del paciente a una situación problema en un entorno interpersonal relativamente estresante. Por lo tanto, las pruebas psicológicas pueden proporcionar no solamente en los resultados cuantitativos, sino que también pueden ser tratados como una experiencia de vida en miniatura, dando información sobre el comportamiento interpersonal del paciente y las variaciones de su comportamiento en función de la naturaleza de las condiciones de estímulo.

En esta sección hemos mencionado sólo algunas de las numerosas situaciones vitales que pueden ser evaluadas con el fin de proporcionar información sobre el paciente. Los criterios para su uso yacen en la economía, la accesibilidad para el clínico, y la relevancia para el problema del paciente. Mientras que es más conveniente para recoger los datos de un paciente en un consultorio, puede ser necesario que el clínico obtenga información de primera mano acerca de las condiciones reales en las que las el paciente vive y trabaja. Esa familiaridad se puede obtener ya sea mediante la utilización de informantes o por la entrada del médico en el hogar, la situación laboral o el entorno social en el que vive el paciente. Bajo todas estas condiciones, el médico es eficaz sólo si es posible para él mantener un rol no participante, objetivo y observante sin consecuencias adversas para el paciente o la relación terapéutica.

Los métodos de recogida de datos para un análisis funcional descritos aquí difieren de los enfoques psiquiátricos tradicionales sólo en que requieren la inclusión del campo de estímulo físico y social en el que el paciente funciona en realidad. Sólo una evaluación completa de las condiciones de vida y de trabajo del paciente y su estilo de vida permite una descripción de los problemas reales que el paciente enfrenta y la especificación de los pasos que deben tomar para alterar la situación problemática.

Resumen

La clasificación psiquiátrica actual falla en proporcionar una base satisfactoria para la comprensión y el tratamiento de la conducta desadaptativa. Los esquemas de diagnóstico que se utilizan actualmente se basan en la etiología, la descripción de los síntomas, o el pronóstico. Aunque cada uno de estos enfoques tiene una utilidad limitada, no hay ningún esquema unificado disponible que permita la predicción de respuesta al tratamiento o el futuro curso de la enfermedad a partir de la asignación de los pacientes a una categoría específica.

En este artículo se propone un enfoque analítico conductual que se basa en la teoría del aprendizaje contemporáneo, como alternativa a la asignación del paciente a una categoría diagnóstica convencional. Incluye el resumen de un esquema que puede servir como una guía para la recopilación de información y la formulación del problema, incluyendo las condiciones biológicas , sociales y de comportamiento que están determinando el comportamiento del paciente . Su objeto es la integración de la información sobre un paciente para la formulación de un plan de acción que pudiera modificar la conducta problemática del paciente. Se hace hincapié en las variables particulares que afectan al paciente individual en lugar de la determinación de la similitud de la historia del paciente o de sus síntomas con grupos patológicos conocidos. La última sección del documento se ocupa de métodos útiles para la recopilación de la información necesaria para completar un análisis de comportamiento de este tipo.

Este documento ha sido elaborado junto con la subvención de Investigación MH 0692103 de los Institutos Nacionales de Salud Mental, Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos.

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