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El maltrato infantil destruye a los niños y a nuestra sociedad

  • Geraldine Panelli
  • 16/12/2016
Maltrato infantil

Cuando comenzamos a hablar sobre maltrato infantil, seguramente en nuestras mentes nos aparecen historias conocidas de amigos, familiares y en algunos casos propias, de experiencias sobre el tema. Aparecen dudas sobre si alguna situación que vivimos pudo haber sido considerada o no maltrato infantil.

Una de las dificultades para hablar sobre maltrato infantil es el registro de datos, no sabemos realmente a cuantas personas alcanza la problemática en realidad, hay raíces culturales e históricas implicadas, opiniones diferentes sobre la propia definición de maltrato, naturalización de los hechos intrafamiliares en situaciones de violencia por castigos, etc.

La psiquiatra canadiense Nedine Burke Harris en su video “Cómo el trauma infantil afecta la salud durante toda la vida” nos invita a hacer una reflexión sobre el impacto del maltrato infantil a todos los individuos de la sociedad actual; cómo afecta de cerca a la mayoría de las personas que nos rodean, dando como resultado dos caras opuestas: la importancia de la prevención en el tema y la dificultad de reconocer la implicación que tiene, porque nos afecta a todos.

Actualmente, en una nota de la Organización Mundial de la Salud sobre la temática, los datos son alarmantes: de los adultos entrevistados, una cuarta parte manifestó haber sufrido maltrato físico en la infancia y en cuanto a abusos sexuales, una de cada cinco mujeres y uno de cada trece hombres declararon haberlo padecido en la infancia (OMS, 2016).

Sabemos que el cerebro humano se sigue desarrollando a lo largo de la vida desde la infancia hasta la adultez; es por esto que las situaciones de maltrato durante el desarrollo en la infancia pueden dejar consecuencias a nivel estructural y a nivel cognitivo. Los resultados de la exposición al estrés crónico, como consecuencia del maltrato, pueden ser cruciales para el desarrollo del cerebro humano.

Una de cada cinco mujeres y uno de cada trece hombres declararon haberlo padecido en la infancia

Para definir a qué llamamos maltrato infantil debemos realizar una categorización que incluya  la negligencia y el abandono, lesiones físicas y  maltrato psicológico (Mesa-Gresa,Moya-Albiol; 2011):

  • Maltrato físico: acciones por parte de los padres o cuidadores que provoquen daño físico o enfermedad al niño sin ser accidentalmente.
  • Abuso sexual: cualquier tipo de contacto sexual sin consentimiento. En el caso de contacto sexual con un menor, por parte de un adulto, se ve agravado por la  relación de poder y autoridad. El abuso sexual también puede darse entre dos menores de edad.
  • Maltrato emocional o psicológico: hostilidad verbal crónica por medio de insultos, críticas o amenazas que atemoricen o humillen al menor.
  • Negligencia: exponiendo como el extremo el abandono de un menor, es el maltrato por omisión que atente contra la salud, seguridad y bienestar del niño. Podemos a su vez pensar en una negligencia física en la que no se satisfagan las necesidades básicas del niño como la vestimenta, el hogar, la higiene y la seguridad; negligencia médica donde no se brindan tratamientos adecuados al menor en su salud física y mental; la negligencia emocional donde no se le brinde afecto ni  soporte; y la negligencia educacional donde no se brinde la oportunidad de una crianza adecuada, ni acceso a la escolaridad.

El maltrato en la infancia en gran cantidad de casos afecta el desarrollo típico del niño, además de las lesiones consecuentes de agresiones físicas, someter a un niño a estrés crónico provoca secuelas y consecuencias a nivel anatómico, estructural y funcional. Actualmente se asocia al maltrato infantil con alteraciones importantes en el sistema nervioso central, el sistema endocrino y el sistema inmune.

Dentro del desarrollo en el niño se ven afectados dos procesos indispensables para el buen funcionamiento del cerebro estos son: la plasticidad neuronal y la mielinización; provocando inhibición en el desarrollo satisfactorio de las funciones cognitivas, motoras y sensoriales impidiendo la integración de la información.

Someter a un niño a estrés crónico provoca secuelas y consecuencias a nivel anatómico, estructural y funcional

Dentro de los efectos que puede provocar el maltrato en los primeros años de la infancia se destaca una alta mortalidad y morbilidad, padecimiento de retraso mental o parálisis cerebral (sobre todo en casos de agresiones físicas), déficits cognitivos o del lenguaje, trastornos del aprendizaje, problemas emocionales o del comportamiento, desnutrición grave (altamente relacionada con el abandono), vulnerabilidad a padecer psicopatologías a largo y mediano plazo. Los trastornos de mayor prevalencia vinculados al maltrato infantil son: depresión, ansiedad, conducta antisocial y oposicionista, trastorno por déficit de atención/hiperactividad, trastorno de estrés post traumático, trastorno de personalidad, esquizofrenia, conductas suicidas y autolesivas (Mesa-Gresa,Moya-Albiol; 2011).

Esta alta comorbilidad con trastornos mentales y  a su vez la variación de dichos trastornos que se presentan, hacen pensar al maltrato infantil como uno de los factores de riesgos más relevantes de padecer una psicopatología; es por esto que debería de tratarse como un tema urgente en agenda de prevención y promoción, para brindar herramientas a los niños víctimas de estos maltratos y a los adultos que padecen a consecuencia de  los mismos.

Debemos tener en cuenta que no todos los menores que sufren maltrato en los primero años de vida, experimentan consecuencias graves; esto tiene que ver con el tipo de interacción entre los factores de riesgo ambientales y el tipo genético ligado a patología. En este punto es indispensable hablar de la resiliencia; la vulnerabilidad de los niños que padecen maltrato están regulados por esta. Por resiliencia entendemos la adaptación positiva y un desarrollo óptimo a pesar de haber sido expuesto crónicamente a situaciones traumáticas o estresantes durante la infancia; estas características resilientes pueden ser un rasgo de personalidad y actúa como un factor protector frente a hechos adversos.

El maltrato infantil es uno de los factores de riesgos más relevantes de padecer una psicopatología

Además de las características de personalidad que pueden servir como protección frente a la vulnerabilidad, también existen factores de riesgo del propio niño, de los padres o cuidadores, factores relacionales y factores sociales que apuntan a averiguar la causa del maltrato infantil a pesar de no estar presentes siempre en las situaciones de maltrato (OMS, 2016):

  • Las características presentes en el niño que aumentan la posibilidad de ser maltratado son: ser menor de cuatro años o ser adolescente, no haber sido un embarazo deseado o no cumplir con expectativas y metas familiares, ser discapacitado, llorar mucho o tener rasgos físicos anormales. Siempre debemos tener en cuenta que el niño se encuentra en la posición de víctima, y que de ningún modo es responsable de los hechos.
  • Los factores de riesgo que tienen que ver con los padres o cuidadores del niño son: tener dificultades para establecer un vínculo afectivo cuando el niño nace, no cuidar del niño, antecedentes propios de haber sufrido maltrato en la infancia, no tener conocimiento o tener falsas expectativas del desarrollo del infante, consumo de alcohol en exceso o de drogas, realizar actividades delictivas y tener dificultades económicas.
  • Dentro de los factores relacionales vinculados al maltrato infantil encontramos: problemas fisicos o psicologicos de algún familiar,  divorcio o violencia intrafamiliar, falta de vínculos con la comunidad y pérdida del apoyo de la familia extensa del niño.
  • Los factores sociales que se relacionan con el maltrato infantil son: las desigualdades sociales y el género, malas condiciones de vivienda, pobreza y desempleo, acceso al alcohol y a las drogas, políticas públicas insuficientes en prevención del maltrato infantil, pornografia, prostitucion y trabajo infantil; una mirada autoritaria de los padres que debilitan los derechos de los niños y habilitan culturalmente los castigos físicos y la rigidez relacionada con el rol de cada sexo; falta de políticas sociales, económicas, sanitarias y educativas para evitar el sufrimiento de los niños sobre todo en grupos de población vulnerable.

Aún existen muchas deficiencias en investigaciones en maltrato infantil, sigue siendo un tema “tabú”, aunque existen programas actuales de prevención y es importante actualizarnos en el tema y capacitar sobre el mismo, porque como ya vimos no es una temática lejana al mayor porcentaje de la población y los resultados de la promoción y prevención son un beneficio para todos.

El maltrato infantil es un fenómeno multicausal y universal; que hace daño a la víctima y también a la sociedad en general

Dentro de las estrategias que podemos utilizar para prevenir el maltrato infantil encontramos: formacion a padres sobre una crianza en positivo centrada en valores, campañas de información públicas sobre las lesiones producto de negligencia o desconocimiento (ejemplo: sacudir a un infante, un juego muy común, puede terminar en un trauma craneoencefálico), capacitaciones en escuelas sobre los derechos del niño y campañas de prevención de abuso sexual. Cuanto a más temprana edad se realicen las intervenciones los resultados serán más óptimos y rápidos, tanto para el niño como para la sociedad (OMS, 2016).

Habiendo planteado una definición de maltrato infantil, las consecuencias en la vida adulta, los factores de riesgo, los factores de protección y estrategias de promoción y prevención; es importante concluir que el maltrato infantil es un fenómeno multicausal  y universal; que hace daño a la víctima y también a la sociedad en general, dado que donde hoy vemos un niño víctima, en el futuro, podemos ver un adulto agresor repitiendo el patrón. Debemos divulgar, instruir y educar a la población en general sobre esta problemática, generar conciencia y redes que puedan llevar a cabo estrategias específicas; poner en agenda de manera primordial los derechos de los niños y hacernos cargo, ya que cada uno desde su lugar puede sumar a que no existan más formas de violencia.

Bibliografía

Mesa-Gresa, P., & Moya-Albiol, L. (2011). Neurobiología del maltrato infantil: el “ciclo de la violencia”. Revista de Neurología, 52(8), 489-503.

Organización Mundial de la Salud (2016) Nota descriptiva: “Maltrato infantil”

Santana, R., Sánchez, R., & Herrera, E. (1998). El maltrato infantil: un problema mundial. Salud pública de México, 40(1).

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  • Psicología aplicada

5 recomendaciones de crianza que todo padre debe conocer

  • Alejandra Alonso
  • 15/12/2016
Estrategias parentales
Creo que la mayoría de las personas podemos estar de acuerdo en que tener a cargo a un niño es de todo menos sencillo. Muchas veces nos vemos desarmados ante sus preguntas, requerimientos y problemas. También nos puede dar temor hacer o decir algo incorrectamente y lastimarlos. Definitivamente cada día es una aventura y no hay un libro que tenga todas las respuestas las situaciones que puedan darse, pero las estrategias parentales que conozcas y utilices puede ser claves. Primero que nada empecemos por recordar que nadie es perfecto, todos cometemos errores. En segundo lugar, no asumamos que hay que tener talentos naturales para ser padres. Las habilidades que se requieren pueden ser aprendidas. En su libro What Great Parents Do: 75 Simple Strategies for Raising Kids Who Thrive (Qué hacen los papás excelentes: 75 estrategias simples para criar niños que prosperan), la psicóloga Erica Reischer, comparte estrategias parentales efectivas, basadas en investigaciones y en su experiencia clínica. Abajo encontrarás 5 estrategias parentales que aparecen en su libro:

Cambia tu comportamiento primero

Reischer escribe: “sos el instrumento de cambio en tu relación con tu hijo (o con cualquier otra persona). Así que si querés que tus hijos cambien, cambia vos primero. Pensá en el comportamiento específico que te gustaría que tu niño cambiara. Ahora pensá en tu propio rol, preguntate: ¿Cómo estoy contribuyendo a la situación/conducta/respuesta?”
Recorda que nadie es perfecto
Por ejemplo, digamos que querés que tu hijo deje de interrumpirte. Preguntate: ¿Paro lo que estoy haciendo y me enfoco en sus cuestiones cuando me interrumpe? Porque si lo haces, prácticamente estás recompensando la conducta, por eso lo siguen haciendo. Una vez que hayas localizado tu parte en el comportamiento problema, la autora recomienda que te concentres en cambiar la forma cómo interactuas con tus niños en relación a esta cuestión.

Empatizá con tus niños

“Empatizar puede ser la herramienta más poderosa que tienen todos los padres y siempre está disponible”, escribe Reischer. Empatizar con el niño significa ponerle atención, hacerle sentir que es escuchado, visto y entendido. Además nos ayuda a crear un ambiente seguro para expresar emociones, ya que te das cuenta de sus emociones y las validas. No significa que necesitas cambiar la situación. Es decir que, por ejemplo podés empatizar con tu hijo, quien se siente frustrado por tener que limpiar su cuarto; pero eso no significa que lo vayas a hacer por el. La autora da un ejemplo específico de cómo hacer esto. Como dijimos antes, su hijo está molesto por tener que limpiar su cuarto antes de irse a la casa de su amigo Juan, usted puede decir algo así: Sé que estás molesto por tener que esperar para ir a la casa de Juan. Puedo ver por qué te sentirías frustrado (reconocemos sus sentimientos). A mi tampoco me gusta cuando tengo que esperar para hacer algo que me gusta (validamos sus sentimientos).

Tomá responsabilidad por tus errores

Como dijimos al principio de este artículo, nadie es perfecto y como padre probablemente cometas muchos errores. Así aprendemos y crecemos. De acuerdo con Reischer, es muy importante tomar responsabilidad por nuestros errores y pedir disculpas. No solamente estás mostrando respeto por tus niños, si no que también los estás moldeando, al darles ejemplo de integridad. Les estás enseñando qué hacer cuando cometan errores.
Empatizar crear un ambiente seguro para expresar emociones, ya que las reconoces y validas

Ayuda a tus niños con ensayos

La práctica es clave para el aprendizaje. Es por esto que la autora sugiere realizar ensayos para practicar conductas nuevas y reducir rabietas u otros comportamientos problemáticos. Por ejemplo, si tu hijo tira cosas cuando se enoja, practiquen qué hacer cuando está calmado. Pídale que pretenda estar enojado y no arroje cosas. Asegúrese de recompensarlo por intentar y también cuando lo ve intentarlo en una situación en que en verdad este enojado, aunque solo sea un intento parcial. La simulación puede utilizarse con otras conductas también, como ponerse el uniforme de la escuela o guardar sus juguetes cuando termina de usarlos.

Que tus acciones sean coherentes con tus valores

Probablemente hayas escuchado esto miles de veces: los niños nos observan todo el tiempo y aprenden de lo que ven. Y lo entendés muy bien, pero a veces no te das cuenta el mensaje que están enviando. Cómo cuando entre gritos y chancletas voladoras les comunicás a tus hijos que la violencia no es forma de resolver problemas. A veces sucede en formas todavía más sutiles. Reischer nos cuenta de una familia que estaba preocupada porque su hijo se comportaba como mal perdedor cuando su equipo no ganaba. Los padres estaban sorprendidos porque ellos mismos no le daban ese ejemplo, no se molestaban si el equipo perdía y siempre le decían que ganar no era importante. Pero al conversar más con la madre acerca de las actitudes familiares hacia los deportes, ella mencionó que su esposo era fan de los Yankees y que cada vez que perdían se enojaba mucho y a veces le gritaba a la TV.
Es muy importante tomar responsabilidad por nuestros errores y pedir disculpas
La autora recomienda hacer una lista de 5 o 10 valores que te gustaría enseñarles a los niños (por ejemplo, compasión, honestidad, responsabilidad). Luego, por cada valor, considerá qué decís y cómo modelas estos valores. Poné atención a las formas en que tu conducta no es coherente con el mensaje deseado. Por ejemplo, ¿les hablamos a los niños sobre la importancia del hábito de la lectura, pero miramos televisión la mayor parte de la noche? Esperamos que estas estrategias parentales les sirvan en la aventura diaria de ser padres. Recordemos que podemos aprender y ejercitar (los niños nos dan muchas oportunidades para esto) las habilidades parentales. Fuente: PsychCentral

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  • Psicología aplicada

Blanca, manipuladora y consumista navidad

  • Rita Arosemena P.
  • 14/12/2016
Que la navidad es siempre una época propicia para el consumismo desenfrenado es un fenómeno fácilmente observable incluso en la distancia, pero ¿nos hemos preguntado con suficiente énfasis y apertura a la comprensión por qué ocurre esto o, por el contrario, hemos simplemente sucumbido a la tradición de la compra compulsiva en épocas festivas? Es probable que muy pocas personas se pregunten si los obsequios que compran a sus hijos, familiares y amigos son una expresión auténtica de afecto o si se trata de una manifestación tácita de malestares internos que buscan solucionarse, o del poderoso bombardeo publicitario de los medios. Es de conocimiento común, incluso para quienes prefieren no celebrar estas fechas, que la navidad se concibe como un «tiempo para dar», lo inquietante es que esto se ha traducido directamente (y cada vez más) como «tiempo para comprar», en gran medida por el asalto publicitario que apunta a los descuentos y las promociones, pero también por la predominancia de un pensamiento materialista que concibe el dar obsequios como la única forma de demostrar amor.
La publicidad apunta al sentimiento de culpa de muchos padres que no dedican tiempo a sus hijos y que encuentran en la posibilidad de comprar obsequios la forma de compensar su ausencia
Para la psicóloga Verónica Mansonis, experta en Atención Temprana, los padres que se exceden al momento de dar regalos a sus hijos durante la navidad lo hacen a la sombra de esta creencia y bajo la necesidad de complacerles en todo. El problema es que este estilo de crianza puede hacer que los niños se frustren, que su creatividad e imaginación no se desarrolle lo suficiente o que adquieran desde una edad temprana un pensamiento igualmente materialista que les impida valorar lo que tienen, no esforzarse por alcanzar objetivos y experimentar una insatisfacción permanente. Desde luego, el accionar de los padres no ocurre en solitario: la influencia de los medios de comunicación es determinante. La publicidad ha optado por apuntar al sentimiento de culpa de muchos padres que no dedican tiempo a sus hijos por el trabajo y que encuentran en la posibilidad de comprar obsequios la forma (siempre ineficaz) de compensar su ausencia física y la carencia afectiva. Para Cathrine Jansson-Boyd, especialista en psicología del consumidor, es evidente que la publicidad que prolifera durante la época decembrina presenta una alta dosis de simbolismos y señales que buscan incitar a las personas a la compra. La industria ha desarrollado comodines psicológicos ingeniosos para «debilitar» las defensas de los consumidores de manera que se sientan impulsados a adquirir productos con base en una sensación momentánea de ternura o confort. Un ejemplo de esto, señala Jansson-Boyd, son los anuncios televisivos que utilizan animales en lugar de personas:
«La mayoría de las personas trata conscientemente de no dejarse seducir por la publicidad, por lo que el uso de animales es una gran manera de hacer que bajen las defensas de la gente, ya que simplemente ven a un lindo perro o a un petirrojo. A medida que se centran en el animal, procesan el resto del mensaje sin saberlo, asegurando que este será recordado». https://www.youtube.com/watch?v=sr6lr_VRsEo La publicidad decembrina apela a las emociones y a una vieja y perpetua ambición: la felicidad. Pero estas no son las únicas estrategias puestas en práctica para incitar a las personas a comprar y seguir comprando durante la navidad. Jansson-Boyd explica que incluso el feminismo puede y ha sido utilizado por los creativos publicitarios para «escarbar» en la mente del consumidor, como lo demuestra el anuncio de la marca M&S donde se muestra a la esposa de Santa Claus como una mujer independiente y empoderada que viaja en motonieve y en helicóptero para entregar una petición de obsequio.
«Hacer de una hermosa mujer de mediana edad el personaje clave atraerá a su base de clientes más fieles (los de M&S), que tienden a ser mujeres de mediana edad», explica Jansson-Boyd.

incluso el feminismo puede y ha sido utilizado por los creativos publicitarios para «escarbar» en la mente del consumidor.

En definitiva, la navidad se ha convertido en una temporada en la cual resulta especialmente fácil propiciar la sugestión orientada al consumo. De hecho, no todas las estrategias de ventas requieren un conocimiento demasiado profundo de la mente humana ni una planificación psicológica que incite «disimuladamente» la compra: basta con hacer referencia a los valores familiares y comunitarios.

Simplemente mostrar a una familia o a un grupo de amigos cenando alrededor de una mesa muy larga, pasando los platos entre sí, ya es una imagen poderosa que apela a la unión familiar, al perdón, al amor y al disfrute de compartir.

Quizás el mejor método para evitar caer en la ilusión consumista del «Milagro de la Navidad» sea cuestionarnos y replantearnos el significado intangible de la celebración, otorgando, por cuenta propia, una esencia que trascienda el mero acto de dar y recibir objetos materiales.

Referencias: The Conversation

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  • Psicología aplicada

El tiempo vuela cuando nos divertimos y se reduce cuando nos aburrimos

  • Rita Arosemena P.
  • 14/12/2016
Un estudio publicado por la revista Science y realizado por Sofia Soares, del Centro de Investigación de Champalimaud (Portugal), sugiere que la percepción humana del tiempo se ve determinada por juicios de carácter subjetivo y por condiciones del entorno que influyen directamente en la duración que creemos experimentar o no de cada momento vivido. Según el texto de la investigación, si bien la medida temporal es, al igual que la espacial, una dimensión fundamental que integra nuestra comprensión del universo, los organismos vivos no funcionamos exactamente como relojes perfectos, sino que el transcurso de los minutos y las horas tal y como lo percibimos varía según las circunstancias, entre ellas: si nos estamos divirtiendo o aburriéndonos. «Nuestro sentido del tiempo está lejos de ser constante. El tiempo vuela cuando nos estamos divirtiendo y se reduce a un goteo cuando estamos aburridos», explica la autora del estudio.
el transcurso de los minutos y las horas tal y como lo percibimos varía según las circunstancias, entre ellas: si nos estamos divirtiendo o aburriéndonos
«Hemos encontrado que la supresión farmacogenética de las neuronas dopaminérgicas disminuyó la sensibilidad de comportamiento al tiempo y que las neuronas de dopamina codifican información sobre la prueba y ensayo de variabilidad en las estimaciones de tiempo». También se encontró que la activación transitoria o la inhibición de las neuronas de dopamina es suficiente para disminuir o acelerar la estimación temporal, respectivamente.  Estos hallazgos son trascendentales porque suponen una clara identificación del circuito neuronal que modula el juicio del transcurso del tiempo, al menos en los ratones. La dopamina es una neurona involucrada en todas las respuestas emocionales del ser humano. Los resultados de la investigación de Soares indican que la actividad de la neurona dopamina refleja y puede controlar directamente el juicio del tiempo, o en otras palabras, que nuestro grado de disfrute influye directamente en nuestra percepción temporal. Como sugiere el dicho popular: que el tiempo vuela cuando la pasamos bien. Fuente:  Science

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  • Psicología aplicada

La inteligencia emocional: mitos, realidades y beneficios

  • Sara Laguna Bonilla
  • 14/12/2016
Hemos escuchado, e incluso hablado, muchas veces sobre el concepto de Inteligencia Emocional, ¿pero sabemos realmente lo que significa y lo que supone para nuestra salud y relaciones sociales? El presente artículo tiene como objetivo dar respuesta a esas preguntas. Antes de nada, hablemos del concepto de emoción. La Psicología –los psicólogos– rara vez se pone de acuerdo en definir de manera concreta un constructo; el concepto de emoción no iba a ser menos. A pesar de ello la literatura científica dice que una emoción es un proceso psicológico adaptativo que recluta y coordina al resto de procesos para dar una respuesta rápida y efectiva ante cualquier cambio en nuestro ambiente. Por esto, y mucho más que descubriréis a lo largo del artículo, es tan importante que conozcamos todo lo relacionado con nuestras emociones. Todos conocemos a alguien que no sabe expresar de manera correcta cómo se siente, que no sabe reconocer cómo se sienten los demás, que es ‘frío’ o ‘sin sentimientos’ o incluso que no sabe comportarse acorde con la situación –apuesto a que ahora mismo estáis pensando en esa(s) personas– . Sin ir más lejos tenemos ejemplo de ello tanto en la literatura como en la televisión: hasta el hombre más frío tiene su ‘Always’,  y qué decir de Sheldon Cooper, quién acaba sucumbiendo a los designios de la emoción al conocer a Amy.  Aquí es donde entra en juego la inteligencia emocional. Allá por la década de los 90 Mayer y Salovey lanzaron el concepto de inteligencia emocional (IE), definiéndola como “la capacidad para supervisar los sentimientos y las emociones de uno mismo y de los demás, de discriminar entre ellos y de usar esta información para la orientación de la acción y el pensamiento propios” (Salovey y Mayer, 1990, p.189).  Aunque a decir verdad no es un concepto nuevo, ya los Estoicos hablaban sobre el término emoción y en la mayor parte de las épocas por las que ha pasado la humanidad se ha hecho referencia a un término similar, la Inteligencia Social.
La Inteligencia Emocional como toda capacidad se puede entrenar
Quedémonos con los padres del concepto,  Mayer y Salovey. Ellos postulan un modelo, muy sencillo, en el que la Inteligencia Emocional es un conjunto de competencias involucradas en la percepción, el uso, la comprensión y la regulación de emociones. Estas competencias dependen sobretodo del conocimiento de los procesos emocionales y del procesamiento de los mismos, por ello –que no se preocupen los que tienen problemas en este plano– la Inteligencia Emocional como toda capacidad se puede entrenar y mejorar.   Los autores además hablan de cuatro fases en el proceso. Por un lado tendremos (1) la capacidad para percibir las emociones de forma precisa; la segunda fase será (2) la capacidad para encauzar las emociones de manera que faciliten el pensamiento; en tercer lugar encontramos (3) la capacidad para comprender las emociones, haciendo referencia sobretodo al lenguaje característico de las emociones; y por último (4) la capacidad para controlar las propias emociones y las de los demás. Cada uno de nosotros nos diferenciaremos en alguna de esas capacidades, haciendo genuino y personal el proceso emocional. ¿Pero qué significa cada fase propuesta por Mayer y Salovey?
  1. Al hablar de la primera fase estamos hablando de la capacidad fundamental de la Inteligencia Emocional, percibir las emociones. Percibirlas, en el sentido más amplio de la palabra, en expresiones faciales, voces, fotografías, textos, canciones…etc. Esta capacidad de percepción es común en todas las culturas, un ejemplo claro son las emociones básicas –universales– como por ejemplo la alegría, la tristeza, el asco, el miedo…etc. que serán comprendidas a lo largo y ancho de nuestro planeta.
  2. En cuanto al segundo componente, utilización de las emociones, los autores se refieren a la capacidad de aprovechar la información emocional recogida en la primera fase para facilitar procesos cognitivos que nos ayuden con nuestras tareas; si bien los Estoicos estaban convencidos de que las emociones no podían aportar nada de utilidad al pensamiento debido al supuesto carácter impulsivo e irracional de éstas, con esta fase se demuestra todo lo contrario, son capaces de ayudarnos en nuestra función cognitiva ¿o no habéis notado que os es más fácil realizar una tarea cuando estáis alegres?
  3. El tercer elemento, comprensión de las emociones, aparte de referirse a la capacidad de comprender la relación entre emociones, tiene otra función importante, la de ponerle nombre a esas emociones. Gracias a esta fase somos capaces de transmitir a través del lenguaje nuestro estado emocional. Una persona con buena capacidad de comprensión no solo se quedará en las diferencias entre emociones más notables, sino que irá más allá distinguiendo en una misma dimensión emocional diferentes intensidades y dándole nombre a esas intensidades.
  4. El último elemento, controlar las emociones, hace referencia a la capacidad de controlar no solo nuestras emociones sino también las de los demás. Os preguntareis como podéis controlar las de los demás, muy sencillo, pensad en cuando habéis tenido que animar a algún amigo que se encontraba triste, al cabo de un rato ya no está tan triste, ¿verdad?…¡ahí lo tenéis!
ninguna emoción es buena o mala, todas y cada una de ellas cumplen una función

Mitos vs Realidades sobre las emociones y  la inteligencia emocional

Mito: emociones buenas vs. emociones malas

Siempre que me encuentro un caso nuevo en consulta y empezamos a ver Psicoeducación Emocional le pregunto al paciente, ¿tu crees que hay emociones buenas o malas? Normalmente suele responder que la ansiedad, el miedo o la tristeza son malas mientras que la alegría es buena. Tengo que confesar que ante esa respuesta siempre me sale una sonrisilla para a continuación contestar,  ¿qué apostamos si te demuestro que eso no es del todo cierto?   Efectivamente, la sabiduría popular dictamina que emociones como el miedo o la ansiedad son malas; es normal, son emociones que nos hacen sentirnos mal a corto plazo, ¿pero y si a largo plazo resultan ser buenas?; me explico, todas –absolutamente todas– las emociones tienen función, siempre en su justa medida por supuesto. Las emociones cumplen tres funciones fundamentales: (1) Función adaptativa, (2) Función social y (3) función motivacional.
    1. Función Adaptativa: Darwin en 1872 publicó ‘La expresión de las emociones en los animales y el hombre’, donde habla sobre el valor adaptativo de las emociones, siendo éstas elementos básicos para permitir que el ser humano sobreviva a situaciones de peligro. Las emociones facilitarían la conducta apropiada en cada situación, siendo el miedo la emoción más básica. ¿Por qué Darwin planteó el miedo como la emoción más básica? Muy sencillo, gracias al miedo el ser humano como especie ha ido sobreviviendo a todas las épocas; imaginaos que vivís en la edad de piedra y en vuestro camino aparece un oso gigantesco, ¿qué hacéis? ¿huis u os enfrentáis? Yo desde luego huiría.
    2. Función Social: La expresión emocional es indudablemente uno de los factores que ayudan a consolidar relaciones interpersonales creando así redes de apoyo sociales tan importantes en nuestro día a día. Además, no solo eso, también tiene beneficios sobre nuestra salud reduciendo el nivel fisiológico que conlleva toda inhibición emocional.
    3. Función Motivacional: Las emociones pueden dirigirnos y facilitar la consecución de una meta pero también tienen la otra vertiente, pueden evitar ciertas conductas que, a priori, no nos beneficiarían.
Como hemos visto, ninguna emoción es buena o mala, todas y cada una de ellas cumplen una función, siempre con una intensidad adecuada…por lo tanto, ¡mito resuelto!
Para poder controlarlas habrá que reconocerlas, saber qué nos pasa y ponerle nombre

Mito: ¿Hay un cociente de inteligencia emocional?

Muchas personas, al ver el ‘apelativo’ inteligencia se preguntan si hay un cociente, un valor numérico que determine cuán emocionalmente inteligente es una persona…ya se sabe esa necesidad que tenemos los humanos para medir todo en números, como bien dice Antoine de Saint-Exupéry  en su obra ‘El Principito’ “Las personas grandes aman las cifras”.

“Si decís a las personas grandes: «He visto una hermosa casa de ladrillos rojos con geranios en las ventanas ya palomas en el techo…», no acertarán a imaginarse la casa. Es necesario decirles: «He visto una casa de cien mil francos.» Entonces exclaman: «¡Qué hermosa es!»”.

Antoine de Saint-Exupéry. El Principito.

La respuesta es no, no hay un cociente de inteligencia emocional como tal, no podemos decir  “esta persona tiene un cociente intelectual (CI) – emocional de 90”. A pesar de no haber un cociente si se puede evaluar para conocer en qué elemento, o elementos, se tendrá que poner el punto de mira del entrenamiento.

Mito: La inteligencia emocional no se puede entrenar

Para desmontar este mito haré referencia a las características de los sujetos emocionalmente inteligentes. Una persona emocionalmente inteligente poseerá una autoestima adecuada, entendiendo que la autoestima debemos configurarla en función de unas metas adecuadas a las posibilidades de cada uno; puesto que la autoestima se mantiene en función de recompensas, para mejorarla tendremos que buscar unos objetivos realistas que nos permitan alcanzarlos consiguiendo así ese refuerzo. Además, deberá ser una persona positiva, optimista…¿de qué sirve ver el vaso medio vacío? ¿Podemos alcanzar algún objetivo de esa manera? Por otro lado, y clave en la Inteligencia Emocional, deberá contar con una actitud generosa; aunque lo importante es que no solo servirá con saber dar, también tendrá que saber recibir. ¿Cuántos de vosotros decís “tú que me miras con buenos ojos” cada vez que os echan un piropo? Me gustaría que hicierais un ejercicio de reflexión y cada vez que os digan un piropo apropiado o que simplemente os sujeten la puerta del metro cuando vais a entrar deis las gracias a vuestro interlocutor. Otra de las características de las personas emocionalmente inteligentes es que son empáticos, es decir, son capaces de ‘ponerse en los zapatos del otro’, pero es importante que no haya un contagio emocional, ¿cómo ayudaríamos entonces a la persona que nos está contando alguna preocupación si nos involucramos tanto que perdemos la perspectiva?
Si sabemos cómo nos sentimos sabremos cómo tratarnos
Tal y como nos dicen Mayer y Salovey (1990) en una de sus cuatro fases –controlar las emociones– hay que aprender a controlar nuestras emociones y las de los demás. Quedémonos con nuestras emociones, para poder controlarlas habrá que reconocerlas, saber qué nos pasa y ponerle nombre. Para ello, en las intervenciones en las que se trabajen emociones, siempre se dispondrá de un módulo dedicado a la Psicoeducación emocional. Una de las conductas problema que más se encuentra cualquier psicólogo en consulta es el déficit en expresión emocional –ojo que casi nunca es el motivo de consulta–. A esto me pregunto, ¿por qué? ¿por qué los seres humanos tenemos miedo de expresar nuestras emociones a los demás? ¿por qué nos ponemos un escudo para que nadie sepa si estamos mal o si estamos bien, si algo nos preocupa? Creo sinceramente que la sociedad no ayuda a eso, nos enseñan que si mostramos nuestros sentimientos somos débiles, ¿pero, no nos hace más débil no tener ningún apoyo social al que decirles cómo nos sentimos? ¿no nos hace más débiles aguantar todo lo que podemos hasta que llega el punto que no podemos más? Una persona emocionalmente inteligente será capaz de expresar sus emociones de manera apropiada, ¡seamos inteligentes y mostremos nuestras emociones! Para la siguiente característica me gustaría que os imaginarais que estáis en frente de la puerta de vuestra casa, se os han olvidado las llaves dentro y no tenéis posibilidad de conseguir unas o a un cerrajero en las próximas 5 horas, ¿qué hacéis?. Os hago esta pregunta para que reflexionéis sobre vuestras estrategias de resolución ya que un índice de déficit en inteligencia emocional es tener pocas alternativas a la hora de solucionar un problema, por lo que una persona emocionalmente inteligente contestará a la pregunta con varias alternativas de solución. En España –país desde donde escribo– por desgracia tenemos muy poca tolerancia a la frustración, por norma general nos cuesta superar las dificultades y acabamos ahogados en el conformismo y en la indefensión. Una persona emocionalmente inteligente verá la oportunidad de sobreponerse en cualquier dificultad y no se dejará vencer por la frustración. Y por último, llegamos a mi característica favorita. Las personas emocionalmente inteligentes dispondrán de un equilibrio entre exigencia y tolerancia, sabrán cuando han dado todo de sí mismas para alcanzar una meta y sabrán que está bien que eso sea así. Muchas veces nos empeñamos en conseguir un objetivo, una meta, que en ese momento es inalcanzable, no propongo que nos olvidemos de ella, simplemente que la dejemos relegada a otro momento en el que sí podamos conseguirla. Todas estas características se pueden entrenar siempre ajustándolas a la realidad de cada sujeto.

Beneficios de la inteligencia emocional

Llegamos a la última parte del artículo. Después de todo lo que habéis leído estaréis pensando “vale si, todo eso es muy bonito, ¿pero qué beneficios tiene?” Un buen conocimiento emocional favorece a su vez a nuestro propio autoconocimiento, ayudándonos a aumentar la confianza en nosotros mismos. Si sabemos cómo nos sentimos sabremos cómo tratarnos. Además, mejora las relaciones interpersonales, aportando refuerzo a esa red social tan importante para nuestra especie; conocer y entender tanto nuestras emociones como las de los que nos rodea ayuda a que manejemos de manera más eficaz esos conflictos inevitables cuando tratamos con otras personas. Como hemos comentado antes, la persona emocionalmente inteligente conseguirá alcanzar sus objetivos (siendo éstos realistas) de mejor manera ya que su motivación se verá aumentada. Hace un tiempo leí una frase cargada de verdad “si te dieras cuenta de lo poderosos que son tus pensamientos, nunca tendrías pensamientos negativos”. Esos pensamientos negativos suelen ser automáticos –por eso los psicólogos los llamamos pensamientos automáticos negativos (PANS)– y realizan normalmente una evaluación distorsionada de la realidad, provocando así emociones negativas tales como ansiedad, ira y tristeza, a través de la IE se puede controlar esas emociones, dándole menos protagonismo a los pensamientos que las ocasionan. Me gustaría recordar su papel en nuestra salud. En la mayor parte de las enfermedades médicas se dan componentes psicológicos que influyen en el transcurso de las mismas. Nos encontramos habitualmente con emociones negativas, pensamientos negativos recurrentes…y en el peor de los casos una pérdida de apoyo social, gracias al entrenamiento de la IE podremos controlar todo eso, haciendo un poco menos dura e intensa la enfermedad que se padezca. Por último, cuánto daño ha hecho la frase “el tiempo todo lo cura” cuando se trata de una herida emocional…¿por qué no aplicamos primeros auxilios como si de una herida física se tratase? Como hemos visto en el artículo, las heridas emocionales tienen muchas repercusiones, por eso os invito a que tanto si sois vosotros los heridos como si es algún conocido os paréis, preguntéis si se necesita algo de vosotros, escuchéis que es lo que pasa, acompañéis en su recuperación, expreséis, dejando que esas emociones salgan a la luz, y  respetéis, no pongáis en duda ni banalicéis. Referencias bibliográficas: Darwin, C.R. (1872). The Expression of the Emotions in man and animals. Chicago: University of Chicago Press. Darwin, C.R. (1984). La expresión de las emociones en los animales y el hombre. Madrid: Alianza. Fernández-Abascal, E.G.,García Rodriguez, B., Jiménez Sánchez, M.P., Martín Díaz, M. D. y Domínguez Sánchez, F.J. (2010). Psicología de la Emoción. Madrid. Editorial universitaria Ramón Areces. UNED Goleman, D. (1998). La práctica de la inteligencia emocional. Barcelona: Kairós. Miguel-Tobal, J.J. y Casado, M.I. (1994). Emociones y trastornos psicofisiológicos. Ansiedad y Estrés, vol. 0, 1-13 Miguel-Tobal, J.J. y Casado, M.I. (1999). Ansiedad: aspectos básicos y de intervención. En E. G. Fernández-Abascal y F Palmero (coord.), Emociones y salud. Barcelona. Ariel Pérez Nieto, M.A., Fernández Abascal, E.G. y Miguel Tobal, J.J. (2009). The role of emotions in decision-making. Studia Psychologica, 51, 305-318.
 Salovey, P., & Mayer, J. D. (1990). Emotional intelligence. Imagination, Cognition, and  Personality, 9, 185-211.


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  • Psicología aplicada

Machismo y cosificación de la mujer: un flagelo social

  • Rita Arosemena P.
  • 13/12/2016
En el documento «Toward a Fuller Conception of Machismo: Development of a Traditional Machismo and Caballerismo Scale», publicado por el Journal of Counseling Psychology y escrito por académicos de la Universidad Estatal de Arizona, se brinda una aproximación al concepto de machismo que define el término como un comportamiento guiado por una «fuerza masculina» que, de una forma u otra, conduce todo tipo de conductas igualmente masculinas. El machismo ha sido entendido y definido por los estudiosos como un ethos (costumbre) conformado por comportamientos que «se espera» realicen los hombres provenientes de países latinoamericanos, especialmente en relación con características como el sexismo, el chovinismo y la hipermasculinidad. Para Mayo y Resnick (1996) citados en el documento mencionado al inicio de este artículo, el machismo involucra además la dominación de la mujer, a la cual se ve como única responsable de la crianza de los hijos y el servicio perpetuo a los hombres. El pensamiento machista se adscribe a un discurso centenario de creencias de origen cultural, premisas antropológicas que definen al hombre y la mujer como figuras con roles pre-asignados e inamovibles que justifican las oportunidades laborales de un género y las obligaciones domésticas de otro. En un ámbito psicológico y sociológico, el machismo es un fenómeno que amerita ser analizado partiendo no solo de sus características negativas sino también considerando las posibles acepciones positivas que se tienen de él en un contexto sociocultural válido, donde la conducta machista es entendida como una cuestión de orgullo y honor y adquiere, el término, un matiz vinculado a lo que se conoce popularmente como caballerismo. No obstante, este artículo no busca abordar los factores individuales, políticos, familiares e incluso religiosos que influyen en una interpretación aceptable o favorable al machismo en los países latinoamericanos; en cambio, lo que se pretende es profundizar en la consecuencia de mayor perjuicio social en la actualidad: la cosificación de la mujer.
El pensamiento machista se adscribe a premisas antropológicas que definen al hombre y la mujer como figuras con roles pre-asignados e inamovibles
Gemma Sáez, autora del estudio «¿Empoderamiento o Subyugación de la mujer? Experiencias de la Cosificación Sexual Interpersonal», publicado por la Universidad de Granada (España), define la cosificación sexual como la reducción de la mujer a su cuerpo, o a partes de su cuerpo. El acto de cosificar es, en esencia, justamente lo que indica: proceder con una metamorfosis en la que no se da voz de voto al sujeto central, sino que se le somete suprimiendo sus cualidades humanas y convirtiéndolo en una cosa, en un objeto que, en el caso de la mujer, ciertos factores culturales y la influencia mediática ponen a disposición del disfrute de otros. El rol de la influencia mediática, por ejemplo, es palpable en la publicidad y en los medios de comunicación, y responde directamente a las expectativas y tendencias culturales predominantes, como ocurre en México con las presentadoras de la sección meteorológica en los noticieros,  un tema que ha generado polémica por el modo en que se exhibe y fomenta la ideología machista y la cosificación sexual de la mujer. Para la feminista Marta Lamas, este fenómeno es simplemente un reflejo de la realidad de México, donde el machismo «forma parte de la identidad nacional» y «persiste hasta en las rancheras». https://www.youtube.com/watch?v=mPRDIAPld48 La cosificación de la mujer y el machismo se relacionan directamente: el pensamiento machista promueve la cosificación al desestimar la igualdad de derechos de la mujer en cuestiones elementales, como la libertad. El machismo entendido en la dimensión del sexismo y el despotismo de género apoya la visión de una mujer sometida a las expectativas, deseos y necesidades del hombre, entre ellas, la satisfacción sexual. Pero las consecuencias de la cosificación no solo retraen la construcción de una sociedad más igualitaria y mayores oportunidades de educación y crecimiento laboral para las mujeres, también constituyen un flagelo para la salud emocional. La cosificación de la mujer que se promueve naturalmente en los medios de comunicación, por ejemplo, influye seriamente en la percepción que las niñas y adolescentes adquieren de sí mismas, en la apreciación de su cuerpo, en el establecimiento de prioridades y en la formación de creencias que no siempre son positivas. De hecho, la cosificación sexual de la mujer que habla de medidas perfectas y de un régimen de belleza estándar (el de las modelos y famosas) se vincula con el desarrollo de trastornos como la anorexia, la bulimia, la depresión, la ideación suicida y el suicidio. https://www.youtube.com/watch?v=Rnhmh1qY9cM

la cosificación de la mujer se vincula con el desarrollo de trastornos como la anorexia, la bulimia y la depresión

El machismo definido como un conjunto de comportamientos a favor de la sumisión de la mujer trasciende, desde luego, los límites de la comunidad hispana, al igual que la cosificación de la mujer vista como un fenómeno de reducción de la humanidad a un estado de objeto útil. El Islam, por ejemplo, ha sido una religión polémica ante los ojos de la cultura occidental por permitir ampliamente el castigo físico y la subordinación de la mujer como parte de sus creencias. No obstante, entra en este caso la disputa entre la libertad de credo y la aceptación de la violencia de género, o en otras palabras: ¿es aceptable la cosificación de la mujer cuando forma parte de un conjunto de creencias? ¿Toleramos la cosificación como sociedad siempre y cuando sea religiosa? Tanto el machismo como la cosificación son fenómenos que involucran elementos de carácter religioso, político e histórico. Las sociedades patriarcales, desde luego, presentan una alta dosis de machismo en comparación con cualquier sociedad matriarcal; lo preocupante, en realidad, no es la diversidad de riqueza histórica ni el legado cultural, ni siquiera la documentación dogmática, sino la negación de la humanidad como condición inherente a todo ser humano. La cosificación es resultado de dicha negación, en tanto se considera a la mujer como sujeto inferior al hombre y se asume su existencia como argumento a favor del placer y la satisfacción del sexo masculino y no como lo que es por derecho universal: un individuo naturalmente digno y de valor por su condición de persona humana, capaz y merecedor de las mismas oportunidades. Imagen: Shutterstock

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TDAH: Modelos explicativos, mitos y recomendaciones

  • Elisabet Rodríguez
  • 13/12/2016
TDAH
Hoy en día continúa la controversia generada en los últimos años en relación al Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad. Usualmente se dan muchos tipos de información sobre las posibles causas, sobre las manifestaciones más habituales de su sintomatología o sobre qué criterios pueden ayudar a diferenciar este trastorno de otros. Algunos de estos hallazgos pueden resultar contradictorios con aquellos expuestos tradicionalmente, pero la cuestión fundamental radica en el hecho de entender que una explicación no sustituye a la otra sino que todas ellas pueden acontecer complementarias. Así, el TDAH se define como un síndrome complejo tanto en su origen como en su desarrollo. Tomando como ejemplo los datos derivados de investigaciones realizadas para determinar qué factores contribuyen a la aparición del TDAH se pueden diferenciar los tres modelos explicativos siguientes: El modelo médico considera al TDAH como un trastorno neuroevolutivo y de carácter crónico que se vincula fundamentalmente a la ocurrencia de alteraciones biológicas y a la presencia de elementos de riesgo en los periodos prenatales, perinatales y postnatales, como por ejemplo: factores neurológicos, retraso madurativo, factores genéticos u otros factores prenatales y/o perinatales ( bajo peso al nacer, prematuridad, consumo de alcohol), etc. El modelo psicopedagógico otorga una relevancia principal al comportamiento aprendido en el ambiente social en que se desarrolla el niño/a. Así, un clima familiar adverso, la presencia de psicopatología parental, un estilo educativo no democrático, una posición socioeconómica familiar desfavorable o la ocurrencia de refuerzo positivo (nivel de atención de las figuras cercanas significativas) obtenido después de efectuar una conducta hiperactiva, son los principales aspectos que correlacionan con la presencia del TDAH. – El modelo interaccionista, que considera al TDAH como resultado de la interacción de los dos factores anteriormente expuestos (los biológicos y los sociales) y que cuenta con un aparente mayor apoyo en la actualidad.

Mito 1: El TDAH no existe

La primer cuestión problemática sobre el TDAH deviene el hecho de si es acertada su categorización como entidad nosológica independiente, es decir, si realmente se puede catalogar como un trastorno psicológico o no. A lo largo de mi experiencia profesional he sido testigo de algunas de las afirmaciones siguientes, las cuales considero como una serie de concepciones erróneas que habría que reorientar: «No existen los trastornos de la atención y/o hiperactividad, no hay base teórica suficiente como para poder afirmarlo». «El TDAH sólo es una justificación para explicar las alteraciones conductuales de los niños y adolescentes de hoy en día; este sólo es un problema en la aplicación de pautas educativas laxas o de carencia de disciplina parental». Estas afirmaciones, que están más extendidas de lo que nos gustaría pensar, comprometen y perjudican seriamente la visión que las personas cercanas al niño/a con TDAH tienen de este. Expresar creencias de esta naturaleza se relaciona con otorgar una voluntariedad y una intencionalidad aversiva a los comportamientos alterados que manifiesta el niño. No se puede dejar de lado que la ciencia ha establecido unas correlaciones clínicamente significativas con factores neurobiológicos consistentes como explicaciones causales del trastorno, tal como se ha indicado anteriormente. Por otro lado, el trabajo de Russell Barkley (2005) ha puesto de manifiesto que un establecimiento de pautas educativas rígidas y autoritarias como método de intervención para corregir la conducta de un niño/a con TDAH resulta contraproducente y, en última instancia, empeora la problemática. Tal como expone el experto, en el TDAH acontece una alteración en el sistema de la autorregulación de la atención, función que depende principalmente de los centros de regulación del comportamiento motriz (hiperactividad e impulsividad) y cognitivo (inatención) ubicados en las zonas pre-frontal y frontal del cerebro: las denominadas funciones ejecutivas. Tal como su propio nombre indica, la sintomatología central del TDAH se relaciona con la alteración de la atención (e impulsividad), y puede acompañarse de manifestaciones de hiperactividad. Así las principales dificultades que un niño/a exterioriza pertenecen a una insuficiente capacidad de inhibición (manifiesta en la dificultad para esperar su turno, al demorar una respuesta o de protegerse de las interferencias mientras realiza una tarea concreta), de autocontrol (observable en la dificultad para regular los impulsos, controlar sus acciones) y del funcionamiento ejecutivo (incapacitado para dirigirse a sí mismo, seleccionando qué conducta o acción es más adaptativa en función del contexto que lo rodea). Veamos si los hallazgos obtenidos a partir del desarrollo de las técnicas de imagen cerebral aportan evidencia sobre esta cuestión: Aunque no puede determinarse la existencia de un marcador biológico concreto suficiente como para asegurar un diagnóstico claro del trastorno, en los últimos años numerosas investigaciones han puesto de manifiesto a partir de pruebas de neuroimagen (por ejemplo, la Resonancia Magnética funcional) cómo se efectúa la actividad cerebral y el comportamiento neuronal en este tipo de individuos hiperactivos. Así, entre los recientes hallazgos como los de Rubia y Brinson (2014), puede afirmarse la ocurrencia de un retraso de la actividad neuronal en las zonas frontales del cerebro, la función principal de las cuales hace referencia al control de la atención y el movimiento (impulsividad). Por otro lado, a nivel de neurotrasmisores, también ha podido observarse una descompensación en el volumen de Dopamina, presentando una mayor proporción en el hemisferio derecho en niños TDAH en comparación a sus homólogos sin tal diagnóstico. Este desequilibrio parece ser el responsable de la dificultad que presentan estos niños en la capacidad creativa y la identificación de imágenes.

Mito 2: Intervención Psicofarmacológica vs. Psicopedagógica

Otra cuestión que tradicionalmente ha contribuido a agrandar el debate sobre la intervención en niños/se con TDAH hace referencia a determinar la eficacia diferencial de los diferentes tipos de tratamientos por esta psicopatología. Tanto los defensores de la prescripción farmacológica como aquellos que se decantan por la terapia psicopedagógica disponen de argumentos sólidos como para afirmar que cada una de ellas es una parte muy relevante en la intervención en TDAH, si bien los resultados de la aplicación por separado de ambas no llega a los índices de eficacia terapéutica que ofrece la prescripción del tratamiento multi-componente. Así, tal como se expone en Pérez (2006) la modalidad que cuenta con más evidencia empírica en cuanto a eficacia es el tratamiento cognitivo-conductual combinado con fármacos psicoestimulantes como el Metilfenidato, el cual se conforma a partir del siguientes componentes: entrenamiento en autorregulación de la conducta mediante autoinstrucciones y técnicas cognitivas, técnicas de modificación de conducta operantes como la economía de fichas y el tiempo fuera, entrenamiento en técnicas de resolución de problemas y pautas educativas y comunicacionales parentales y docentes.

Cómo comunicarnos con un niño con TDAH

En referencia a las comunicaciones parentales y docentes, las siguientes orientaciones pueden ser muy útiles para evitar posibles episodios de estigmatización y deterioro de la autoestima, aspectos que suelen acompañar a la mayoría de los casos de TDAH.
  • Es positivo dar las indicaciones manteniendo el contacto visual y físico, como por ejemplo tocando un brazo.
  • Resulta muy perjudicial verbalizar comparaciones con otros niños.
  • Es recomendable avisar con una antelación suficiente de los acontecimientos y las tareas que tendrá que realizar. El establecimiento de rutinas comportamentales los ayuda a funcionar más eficazmente.
  • Conviene felicitarlo/a verbalmente por la buena conducta ofreciendo reconocimiento y afecto.
  • Las recompensas y las penalizaciones cortas e inmediatas son más efectivas. Es fundamental aplicarlas de forma consistente, coherente y de forma argumentada.
  • Las indicaciones que se les dan tienen que ser concretas, breves, claras y sencillas.
  • Es muy relevante evitar ridiculizarlo/a en público o privado.
  • Se recomienda sustituir el verbo “ser” por la forma “estar” al realizar una crítica. Es preferible hacer correcciones de conductas concretas y observables en lugar de criticar su personalidad o carácter general.
  • Es más eficaz utilizar un tono de voz suave pero firme ante la aplicación de un correctivo.
  • Es muy relevante adoptar una actitud empática y de comprensión hacia sus dificultades.
Referencias Bibliográficas Barkley, R. (2005), Modelo de autorregulación de Barkley aplicado al trastorno por déficit de atención con hiperactividad: una revisión. Pérez M., Fernández, J. R., Fernández, C., Amigo, I. Guía de Tratamientos Psicológicos Eficaces III (2006). Pirámide: Madrid. Rubia K, Alegría AA, Brinson H. Anomalías cerebrales lo trastorno miedo déficit de atención/hiper- actividad: una revisión. Rev Neurol 2014; 58 (Supl 1): S3-18.

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  • Guías y recursos

Las metáforas en la psicología cognitivo conductual (PDF)

  • David Aparicio
  • 13/12/2016
Postergación y TB
Las metáforas, asociadas más a la literatura que a la ciencia, todavía son poco utilizadas en la psicología más científica (la corriente cognitivo-conductual). Aunque infrautilizadas en esta psicología, sí que nos las podemos encontrar cómodamente instaladas en otras perspectivas psicológicas (psicoanalítica, humanista y constructivista). En los últimos años, probablemente por la convergencia entre las distintas corrientes de pensamiento, las puertas de la psicología cognitivo-conductual se han abierto en mayor medida para las metáforas. En este artículo, se analiza cómo se ha llevado a cabo esta apertura, cómo se emplean dentro de las terapias cognitivo-conductuales y qué ventajas presenta su utilización. Autor: Jenny Moix Queraltó Descarga el artículo completo en formato PDF. Fuente: Papeles del Psicólogo 

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Tres errores al diseñar un programa de seguridad basado en el comportamiento

  • Jorge Bustillos
  • 12/12/2016
Hoy por hoy, la metodología de Seguridad Basada en el Comportamiento (SBC), se constituye como el modelo de intervención con mayor aceptación- dada su eficiencia y su validez científica- para optimizar los sistemas de gestión de seguridad y salud en el trabajo (Meliá, 2007). Pero, ¿qué es la SBC?; la SBC o BBS por sus siglas en inglés (Behavior Based Safety), es una metodología originada a partir de un amplio conjunto de investigaciones comportamentales aplicadas a la prevención de accidentes en el trabajo. Sus antecedentes se cimientan con los primeros estudios realizados de manera independiente a fines de la década del setenta del siglo XX por las psicólogas Judith Komaki y Beth Sulzer- Azaroff, quienes lograron reducir accidentes laborales utilizando procedimientos conductuales. Las investigaciones posteriores reunieron evidencia con sólido respaldo científico, lo cual permitió fundamentar la metodología SBC y posicionar su prestigio a nivel mundial (Meliá, Ricarte y Arnedo, 1998). Sin embargo, durante mucho tiempo las empresas han insistido en abordar la prevención de accidentes centrándose en cubrir con formación e información aquello que no lograban con ingeniería e higiene. Si bien estas resultan imprescindibles para el logro de los objetivos de un sistema de gestión de seguridad y salud en el trabajo, la evidencia nos demuestra que también es necesario que las personas tengan motivaciones para trabajar de manera segura (Meliá, 2007). En tal sentido, la metodología SBC cubre con creces aquella brecha entre el factor técnico y el factor humano que en muchos escenarios plantea desafíos que van más allá del entrenamiento y la capacitación dentro de un sistema de gestión de seguridad y salud (ver por ejemplo la NTP 405).
la evidencia nos demuestra que también es necesario que las personas tengan motivaciones para trabajar de manera segura
Ahora bien, cuando las empresas deciden implementar un programa de seguridad basada en el comportamiento para agregar valor a su sistema de gestión de seguridad y salud, suelen cometer de manera inadvertida algunos errores conceptuales que a corto o mediano plazo generan serios problemas aplicativos. Entre ellos podemos mencionar los siguientes:

Centrarse en las actitudes y no en los comportamientos

La extendida creencia de que modificar el comportamiento es solo centrarse en un cambio superficial y poco duradero, produce que dirijamos gran parte de nuestro esfuerzo hacia lo que consideramos una meta mayor por considerar que genera cambios más profundos y duraderos, cambiar las actitudes. Sin embargo, actitud y comportamiento, no son conceptos que encierren relación de oposición o  intensidad. Por el contrario, cuando hablamos de actitudes, en realidad hablamos de una forma de comportamiento. Claro está, las actitudes son una forma compleja de comportamiento que no podemos necesariamente observar. Es por ello, que las estrategias de intervención conductual están orientadas a modificar comportamientos que son observables y en consecuencia medibles, sin detrimento de otras formas de comportamiento más complejas. Además, estudios experimentales del comportamiento arrojan datos muy sólidos respecto a que un cambio en el comportamiento genera a su vez cambios en aquellas disposiciones del ánimo y del pensamiento que conocemos como actitudes. Es decir, un cambio en el comportamiento implica a su vez un cambio en las actitudes. Centrarse en cambiar de manera exclusiva actitudes es una tarea estéril y sin ningún asidero científico, dado que no es posible observarlas ni medirlas. Recomendación: Al seleccionar los comportamientos claves para la seguridad que se deseen incrementar y/o mantener, es importante enfocarse en comportamientos que podamos identificar sin dificultad al momento de observarlos y registrarlos en el campo (ver figura 1). Esto evitará que aparezcan sesgos en el análisis posterior de los datos y nos permitirá fundamentar la efectividad de la o las técnicas elegidas para conseguir los objetivos de nuestro programa, con la finalidad de hacerlo replicable en otras unidades u operaciones de nuestra empresa.

Creer que el reforzamiento positivo es una técnica

Cuando en la física decimos que las cosas caen hacia abajo, no es difícil reconocer que nos referimos al principio de gravedad. De la misma forma, en las ciencias del comportamiento, cuando decimos que la conducta está determinada por sus consecuencias, estaremos haciendo referencia al principio de reforzamiento. Veamos un ejemplo: si en una reunión social usted se animara a contar un chiste frente a sus amigos y al terminar de contarlo todos rieran, es altamente probable que dicho comportamiento (contar un chiste) vuelva a presentarse en un contexto social similar. El análisis del comportamiento expuesto en el ejemplo nos permite identificar que se ha producido una operación de reforzamiento positivo (ver figura 2). Hacer la precisión de que el reforzamiento positivo es un principio y no una técnica no es un ejercicio irrelevante, por el contrario, evita asumir posiciones inexactas como que el reforzamiento positivo es un mero sistema de premiación o reconocimiento. Dentro de cualquier programa de intervención conductual, reforzar no solo significa premiar o recompensar, reforzar es presentar una consecuencia de manera inmediata a un comportamiento con la finalidad de incrementarlo o mantenerlo. Para ello es importante haber realizado previamente un análisis escrupuloso de dicho comportamiento con la finalidad de identificar cuáles son aquellas consecuencias que resultan funcionales (útiles) para reforzarlo. Es decir, a partir de una fase de análisis del comportamiento, en la que comprendemos como operan determinadas consecuencias sobre la conducta (principio de reforzamiento), entramos a una segunda fase de modificación del comportamiento en la que diseñamos y aplicamos nuestra estrategia de intervención (técnicas basadas en el principio de reforzamiento).
el reforzamiento positivo es un principio y no una técnica no es un ejercicio irrelevante
El reforzamiento positivo por tanto se podría definir como la configuración funcional producida entre un comportamiento y una consecuencia, la cual probabiliza que el comportamiento vuelva a ocurrir en otras situaciones similares. De esta manera se explica cómo en nuestra vida cotidiana nuestros comportamientos están programados por un sin número de consecuencias que en muchos ocasiones no logramos advertir. Por ejemplo: levantarnos temprano para llegar a tiempo al trabajo, recibir las gracias después de hacer un favor, tener una conversación amena con una persona, sentir bienestar por ayudar a un anciano a cruzar las pista, practicar un deporte que nos genera gusto, entre otros. En todos estos casos se produce el reforzamiento positivo sin que de por medio las consecuencias hayan sido administradas intencionalmente como técnicas, es decir ocurre de manera natural. De igual forma sucede con los comportamientos inadecuados o no esperados. Por ejemplo: en los conductores acostumbrados a pasarse la luz roja del semáforo, el mantenimiento de tal comportamiento se produce por un lado porque no reciben la amonestación oportuna y por otro porque consiguen ahorrar tiempo para llegar a su destino. En este caso vemos también cómo opera el principio de reforzamiento positivo. Recomendación: Durante la fase de diagnóstico de todo programa SBC se debe enfocar todo el esfuerzo en comprender (analizar) cuáles son aquellas consecuencias que estimulan el comportamiento seguro. Por ejemplo: Después de realizar un análisis funcional del comportamiento de un grupo de trabajadores de una empresa X, y concluir que los comportamientos seguros tienen una mayor probabilidad de presentarse cuando los supervisores reconocen de manera verbal e inmediata tales comportamientos, podríamos estar frente a un escenario ideal para aplicar la técnica de retroalimentación positiva. Es decir, cada vez que un trabajador emita un comportamiento seguro, el supervisor podría acercarse al trabajador para reconocer verbalmente dicho comportamiento.

Los estímulos materiales afectan la motivación interna

Este planteamiento parte del error anterior, creer que el reforzar consiste en premiar. Nada más equivocado. El reforzamiento como ya vimos es un principio comportamental que debemos aprender a usar de manera conveniente. A su vez, este principio nos ayudará a comprender como se mantienen ciertos comportamientos inseguros. Por ejemplo: en una empresa de servicios en la que no se evidencian actividades de riesgo, se viene propiciando el escenario perfecto para tener un accidente. Esto, porque los trabajadores suben las escaleras sin usar pasamanos, en ocasiones corriendo y en otras revisando sus teléfonos móviles.
estos programas resultan altamente efectivos para desarrollar comportamientos socialmente esperados
Podemos darnos cuenta de acuerdo al ejemplo, cómo el comportamiento inseguro se ve reforzado por determinadas consecuencias: ahorrar tiempo y esfuerzo, entretenimiento, entre otras. Tras ese análisis podríamos elaborar una estrategia de carácter lúdico, dado que como hemos visto, el comportamiento de los trabajadores está motivado por consecuencias como entretenerse con el teléfono celular. Inicialmente se pueden entregar fichas con valor canjeable (las cuales serían administradas por el supervisor de seguridad) de manera inmediata a la presencia del comportamiento seguro (usar pasamanos). La entrega de fichas iría acompañada de un reconocimiento verbal otorgado por el supervisor. Posteriormente y en la medida que el comportamiento seguro (usar pasamanos) se incremente, podríamos ir entregando de manera intermitente las fichas, hasta prescindir completamente de su administración (ver figura 3). Como vemos en la figura 3, los programas conductuales que utilizan estímulos materiales de apoyo (fichas, cupones, entre otros) con valor canjeable (pueden ser canjeadas por tangibles como: polos, llaveros, gorras, etc.; así como por intangibles como: tiempo libre, prerrogativas en el comedor, etc.), se les denomina también “Programas de Economía de Fichas”. Usar de manera adecuada la técnica de economía de fichas no implica en absoluto el alterar la motivación interna (intrínseca) de las personas, por el contrario, la evidencia científica demuestra que estos programas resultan altamente efectivos para desarrollar comportamientos socialmente esperados, en diferentes contextos interactivos (clínicos, educativos, comunitarios, organizacionales, industriales, etc.). Recomendación Al diseñar el programa SBC se debe considerar todas las posibilidades que sean técnicamente viables. La economía de fichas, por ejemplo, es una técnica que – bien aplicada- proporcionará un camino seguro al logro de nuestros objetivos. Además, funciona de manera altamente efectiva en aquellos escenarios en los que los comportamientos seguros tienen baja frecuencia. Por ello, se debe seleccionar con mucha objetividad y bajo criterios técnicos los procedimientos adecuados a nuestras necesidades, a lo que nuestro escenario actual de comportamientos en el trabajo exija. Esto implica evitar ideas inexactas que pongan en riesgo los parámetros del programa. Finalmente, se debe considerar siempre ser objetivo y asumir siempre una posición técnica en la gestión de comportamientos seguros en el trabajo, esto garantizará tanto el buen desempeño del programa así como un retorno de alto impacto frente a la inversión realizada. Recuerde que para estos casos no siempre bastará con aplicar el sentido común y las buenas intenciones. Referencias bibliográficas Becerril, M. (2013). Un proceso de intervención sobre las conductas de seguridad y las condiciones de seguridad y salud en las obras de construcción. Tesis de doctorado en Psicología. Universidad de Valencia. Espluga, J. (1998). NTP 405: Factor humano y siniestralidad: aspectos sociales. Noviembre 21, 2016, de Instituto Nacional de Seguridad e Higiene. López – Mena, L. & Veloz, J. (1990). Aplicaciones del refuerzo positivo a la reducción de accidentes en el trabajo. Revista latinoamericana de Psicología, 22, 357- 371. Martin, G. & Pear, J. (2008). Modificación de conducta: qué es y cómo aplicarla. Madrid: Pearson Educación, S. A. Meliá, J. (2007). Seguridad Basada en el Comportamiento. En Perspectivas de Intervención en riesgos psicosociales. Medidas preventivas (157-180). España: Foment del treball nacional. Meliá, J, Ricarte, J., & Arnedo, M. (1998). La psicología de la seguridad (II): un revisión de los modelo procesuales de inspiración psicosociológica. Revista de psicología general y aplicada, 51(2), 279- 299.  Skinner, B. F. (1974). Sobre el conductismo. España: Ediciones Martínez Roca, S.A. Staats, A. (1979). El conductismo social: un fundamento de la modificación del comportamiento. Revista latinoamericana de Psicología, 11, 9- 46.

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  • David Aparicio
  • 12/12/2016
No faltara la ocasión para que nos pidan ayuda o recomendaciones para ayudar a una persona vapuleada por los efectos del estrés. Pero una cosa es aprender algo rápido para decir en una charla y otra, muy diferente es estar entrenado en un curso con especialistas en el tema. Por tal razón, queremos invitarte al curso online y de verano que organiza CETECIC y en el cual podrás especializarte en los conceptos teóricos y prácticos de los tratamientos de problemas de salud vinculados con el estrés.

Detalles del curso online de manejo del estrés

Contenidos del curso

  • El concepto de estrés: aspectos teóricos.
  • El concepto de estrés: su relación con la salud. Psicología de la salud.
  • La evaluación del estrés.
  • Talleres de evaluación del estrés: análisis funcional de pacientes con estrés.
  • Procedimientos conductuales para el manejo del estrés: respiración abdominal y relajación muscular profunda.
  • Procedimientos conductuales para el manejo del estrés: Desensibilización Sistemática y Visualizaciones.
  • Procedimientos cognitivos para el manejo del estrés: la reestructuración cognitiva. Identificación de los pensamientos automáticos y las emociones. La evaluación psicológica aplicada a la clínica.
  • Procedimientos cognitivos para el manejo del estrés: la reestructuración cognitiva. Evaluación y cambio de los pensamientos automáticos.
  • Procedimientos cognitivos para el manejo del estrés: la reestructuración cognitiva. Modificación de los supuestos básicos y estilos atribucionales.
  • Manejo de dificultades especiales y programas de prevención del estrés.

Inicio del curso

El curso inicia el lunes 2 de enero y tiene una duración de 3 meses (10 clases). ¿Empezar un curso en enero, en plenas vacaciones? Parece un poco tedioso empezar a estudiar cuando es tiempo de fiestas y de vacaciones. Pero no te preocupes, la gente de CETECIC lo entiende perfectamente y por eso han habilitado una opción para que puedas pausar tu cursada con un plazo de hasta 8 semanas así podrás irte de vacaciones y relajarte sin preocupaciones. Sin dudas es una fantástica opción.

Certificación e inscripción

Al finalizar el curso recibirás un certificado emitido por CETECIC con el aval de la Asociación Argentina de Ciencias del Comportamiento. Esta capacitación tiene un costo de 270 dólares para los estudiantes latinoamericanos y del mundo. Para los estudiantes argentinos, el curso tiene un costo de $2205 pesos argentinos. Los lectores de Psyciencia pueden beneficiarse de un exclusivo descuento del 20%. Para acceder al descuento sólo debes enviar un email a los administradores del curso avisando que eres lector de Psyciencia. Para mayor información e inscripciones haz click aquí. Agradecemos a CETECIC, nuestro sponsor de esta semana.

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