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Curso Online: Terapia Cognitivo Conductual de los Trastornos Bipolares

  • Equipo de Redacción
  • 22/08/2016

El Centro de Terapia Cognitivo Conductual y Ciencias del Comportamiento(CETECIC), es una institución líder en el entrenamiento de la Terapia Cognitivo Conductual (TCC) en modalidades presencial y online. Sus profesores cuentan con amplia experiencia en el ámbito clínico y en la enseñanza a distancia, lo que les permite ofrecer cursos personalizados, especialmente pensados para satisfacer las necesidades teórico académicas de los psicólogos que buscan formarse en la TCC, una de las corrientes de la psicología con más apoyo científico.

El presente curso constituye una instancia de profundización en la conceptualización, evaluación y tratamiento de los Trastornos Bipolares.

Con el curso online de Trastornos Bipolares aprenderás:

  • Un recorrido exhaustivo y profundo sobre las bases teóricas, empíricas y los aspectos técnicos del modelo cognitivo conductual aplicado a los Trastornos Bipolares.
  • Herramientas concretas y efectivas para el manejo y la prevención de la conducta suicida.
  • Presentación de las bases científicas del tratamiento Cognitivo Conductual para los Trastornos Bipolares, con las investigaciones que brindan la mayor fortaleza de este enfoque psicoterapéutico.
  • Clases teórico-prácticas, acompañadas de filmaciones que muestran la correcta aplicación de cada técnica.
  • Entrenamiento profesional con herramientas concretas de aplicación para su práctica clínica.
  • El objetivo es que usted se capacite para aplicar las técnicas específicamente diseñadas para el tratamiento de los Tratamientos Bipolares.

Accede al programa análitico del curso

Modalidad del curso de Trastornos Bipolares:

https://youtu.be/XKbkYMRsd98

La modalidad de este curso es totalmente a distancia, por lo que no tiene horarios de cursada obligatorios. Todos los contenidos estarán disponibles via web, los alumnos podrán acceder a un aula virtual donde de manera semanal se habilitarán clases audiovisuales, incluyendo presentaciones teóricas y prácticas con filmaciones de cada técnica abordada. También contarán con foros de consulta que permitirán un intercambio con los docentes.

Accede gratis a una clase de muestra

Inicio: 05 de septiembre de 2016

Duración: 3 meses (10 clases al ritmo de una por semana más tres semanas de repaso).

Frecuencia: 1 clase semanal.

Docentes:

  • Lic. Carmela Rivadeneira:Psicólogo clínico especialista Terapia Cognitivo Conductual; Ex-Docente de “Análisis y Modificación de la Conducta” Universidad de Buenos Aires
  • Lic. José Dahab: Psicólogo clínico especialista Terapia Cognitivo Conductual; Docente Titular de “Análisis y Modificación de la Conducta” Universidad de Buenos Aires
  • Lic. Ariel Minici: Psicólogo clínico especialista Terapia Cognitivo Conductual

Arancel:

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Curso online con casos clínicos, técnicas de TCC y certificación. Por Carmela Rivadeneira y Ariel Minici.

Sin categoría

La psicología de la mal – Philip Zimbardo (Ted vídeo)

  • David Aparicio
  • 19/08/2016
En 1971 se realizó uno de los experimentos psicológicos más controversiales de la historia. Un experimento que nos demostró la poderosa influencia del ambiente externo y las conductas que realizamos en pos de los roles que se nos atribuyen. Por supuesto que estoy hablando del Experimento de la cárcel de Stanford dirigido Phillip Zimbardo y equipo. En este experimento se reclutó a un grupo de voluntarios para que desempeñaran los roles de guardias y prisioneros de una cárcel ficticia y que tuvo que ser cancelado, a solo una semana de haber iniciado, debido a los tratos sádicos y humillantes de los guardias. Desde ese entonces Zimbardo se ha especializado en investigar cuales son las causas y por qué las personas buenas empiezan a realizar conductas violentas e incluso llegan a destrozar la vida de otras personas. Zimbardo ofreció una completa conferencia en el 2008 para TED y en la que resume sus recientes hallazgos como investigador de los juicios contra los guardias estadounidenses en la prisión de Abu Ghraib en Irak, durante la administración de George Bush quienes fueron acusados de realizar terribles torturas a los sospechosos de terrorismo en ese país. Puedes comprar el libro de Zimbardo, El Efecto Lucifer, para conocer más sobre sus investigaciones. Fuente: TED

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  • Psicología clínica

Música para aliviar algunos de los síntomas que sufren los pacientes de cáncer

  • David Aparicio
  • 19/08/2016
Imagina estar en una sala de hospital con mucho dolor, fatiga y sin encontrar alivio. Los días pasan y estás ahí encerrado, recibiendo un fuerte tratamiento químico que acaba con las células cancerígenas pero al mismo tiempo ataca tus células sanas. Te sientes angustiado, fatigado ansioso, adolorido, los medicamentos y palabras de ánimo no logran hacerte sentir mejor y sientes que nada lo hará. Pero estás ahí luchando por tu vida, estás luchando contra el cáncer. La escena que acabo de describir ni siquiera logra describir lo que tienen que afrontar las personas contra el cáncer. Los médicos muchas veces se sienten incapacitados para ofrecer un poco de alivio a estos pacientes y por eso han empezado a explorar vías complementarias que ayuden a mejorar la vida de los pacientes mientras siguen los tratamientos recomendados.

Las intervenciones musicales tenían un efecto moderado-fuerte a la hora de reducir los síntomas de ansiedad de los pacientes de cáncer

No estoy hablando de la homeopatía y otros tratamientos pseudocientificos. Sino de la música, una de las manifestaciones artísticas más complejas, bellas y poderosas que existe y que es capaz de despertar nuestras emociones y transportarnos a las experiencias más importantes que vivimos. Gracias a los modernos métodos de investigación neurocientífica, hoy sabemos que no hay otro estimulo humano capaz de activar más partes del cerebro y que a su vez puede regular la hormona del estrés, fortalece la memoria, aprendizaje y recrea recuerdos. Con todos estos beneficios, los científicos han intentado comprender si las intervenciones musicales son beneficiosas cómo tratamientos complementarios para mejorar la calidad de vida de los pacientes con cáncer. Recientemente la Universidad de Drexel, evaluó examinó 52 estudios donde participaron más de 3,731 pacientes diagnosticados con cáncer. Del total de la muestra, 23 estudios fueron categorizados como estudios de musicoterapia y 29 fueron catalogados cómo intervenciones de medicina musical. La diferencia entre entre esas dos intervenciones reside en que la musicoterapia se concibe como una experiencia musical personalizada, especialmente preparada por un musicoterapeuta especializado. En cambio, la medicina musical, es una lista musical preparada por enfermeros o médicos. Teniendo claras las diferencias entre los dos tipos de intervenciones, se encontró que la musicoterapia tuvo un mayor impacto a la hora de mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Podrían ayudar a reducir la fatiga de los pacientes
Pero también se encontró que ambas intervenciones musicales tenían un efecto moderado-fuerte a la hora de reducir los síntomas de ansiedad de los pacientes de cáncer, y se halló un efecto pequeño-moderado de las intervenciones musicales para reducir la fatiga de los pacientes. Así como también pequeñas reducciones en el ritmo cardiaco, presión sanguínea y ritmo respiratorio (efecto de relajación). Los autores del estudio explican que las intervenciones musicales podrían ayudar a reducir el uso de anestésicos y analgésicos, así como también el tiempo de recuperación de los pacientes y de hospitalización. Ellos añaden que todavía faltan más investigaciones que esclarezcan que tipo de listas musicales y de intervenciones musicoterapia o medicina musical es necesaria para cada pacientes. Las intervenciones musicales son de bajo costo, no tienen efectos secundarios y podrían ser de gran ayuda a los pacientes que deben pasar largas horas y hasta días dentro de los hospitales afrontando el dolor y malestar del cáncer y de los tratamientos invasivos a los que son sometidos. La medicina no sólo se trata de ofrecer cirugías o medicamentos para atacar la causa de las enfermadas, también se trata de ofrecerle a los pacientes la mejor ayuda para mejorar su calidad de vida y bienestar y las terapias musicales podrían ser uno de los tratamientos complementarios que tanto se necesitan dentro de los hospitales oncológicos. Puedes leer la investigación completa en Cochran Library. Fuente: Drexel University

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  • Psicología aplicada

Buena digestión, buenas emociones

  • David Aparicio
  • 19/08/2016
digestión, emociones
Recientes investigaciones han detallado la estrecha relación entre el sistema digestivo y el cerebro y según estos análisis la digestión y lo que comemos podría cambiar nuestro estado de animo. El diario español EFE en su sección salud publicó hoy un interesante artículo que explica cómo funciona esta relación:

“La normalidad digestiva favorece el equilibrio emocional”, afirma Juan Ramón Malagelada, miembro de la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD). Asimismo, el doctor Fernando Azpiroz, que también pertenece a la SEPD, señala que el aparato digestivo “funciona de un modo independiente y autónomo cuando todo va bien. Pero, ¿qué ocurre cuando algo va mal? Entonces saltan las alarmas y la conexión entre cerebro y aparato digestivo se hace más evidente”.

En este sentido, los especialistas de la SEPD explican que una extensa red de neuronas y distintos tipos de neurotransmisores conectan las paredes del estómago y el intestino con el córtex cerebral y envían información de lo que pasa en el aparato digestivo y de cómo se desarrolla la digestión.

Este sistema actúa también como una alarma. Así, la SEPD señala que, cuando algo no funciona bien, los nervios sensitivos localizados en las paredes inflamadas del tubo digestivo se hipersensibilizan y amplifican los estímulos locales que originan el malestar, la náusea, el dolor, etc.

Lee el artículo completo en EFE Salud.

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  • Artículos de opinión (Op-ed)

Los médicos son menos empáticos, pero ¿es su culpa?

  • Maria Fernanda Alonso
  • 18/08/2016

Hace un tiempo publicamos un artículo señalando la carencia de empatía de los médicos, y resaltando los beneficios que surgen cuando los profesionales de la salud son más empáticos en el tratamiento de sus pacientes. El foco de dicho artículo estuvo centrado en saber si los doctores pueden aprender a ser más empáticos. Los resultados del estudio fueron muy interesantes, pero puede ser que no estemos viendo la imágen completa. Sabemos que la empatía de los médicos va en disminución constante, pero ¿puede ser que nosotros mismos los estemos juzgando de manera poco empática? ¿Alguna vez “te pusiste en los zapatos” de ese doctor antipático que te atendió la noche que estabas tan mal por un resfrío, que sentías que no tenías fuerzas para mover los pies?

David Scales es médico residente de medicina interna en Cambridge Health Alliance. Ha trabajado como médico sociólogo e investigador en la Escuela de Medicina de Harvard, y ha hecho trabajo médico con refugiados palestinos en Beirut, Líbano, Amman y Jordania. David escribió un artículo en el que habla del asunto de los médicos y la empatía de un modo en que muchos no lo habíamos pensado. Utiliza su experiencia personal para mostrarnos una verdad que varios prefieren pasar por alto. A continuación comparto con ustedes una traducción de dicho artículo.

…

“No me gusta tomar medicamentos,” me dijo Hernando (no es su nombre real) cuando le recomendé una dosis fuerte de ibuprofeno para el dolor en su pulgar, durante un día más ocupado de lo habitual en la clínica de atención primaria donde trabajo. No soy su médico de cabecera por lo que él trató de explicarme que prefiere tratamientos naturales en lugar de fármacos manufacturados. “Podemos trabajar con eso,” pensé. Pero entonces él dijo: “preferiría no usar una muñequera,” un componente clave del tratamiento para su tendinitis. Esta visita no estaba yendo como esperaba. Yo estaba apurado y al mismo tiempo ya iba 40 minutos retrasado, y queriendo ponerme al día. Pero mi cita con Hernando requirió tiempo para navegar sus preferencias y luchar con el torpe sistema de registro electrónico cuando me pidió una nota que lo excusara del trabajo. En ese momento, yo estaba aún más estresado que antes de la visita y visiblemente frustrado. Ví que él tampoco estaba contento. Avergonzado, me apuré por ver a mi próximo paciente, pensando: “eso no salió bien.” Como Hernando, la mayoría de la gente quiere un doctor empático, alguien que pueda prescribir medicamentos pero también alguien que escuche y entienda. A pesar de eso, los pacientes se quejan con razón de que parece haber menos empatía de parte de los doctores en clínicas y hospitales. Investigadores han encontrado que los puntajes de empatía de los estudiantes de medicina caen a lo largo del curso de la educación médica, y las revistas de medicina lamentan que la empatía de los médicos está decayendo. La mayoría de las investigaciones que estudian y tratan de entender y resolver la “brecha de empatía” se enfocan en la formación individual de los médicos, pero podría ser una causa perdida si el ambiente de trabajo permanece sin cambios. La clave está en la naturaleza de la empatía clínica, la cual requiere que el médico esté realmente presente. Ese profesional médico debe ser lo suficientemente curioso para establecer una conexión cognitiva y emocional con la situación del paciente, su perspectiva y sentimientos, y luego comunicarle ese entendimiento al paciente. En algunas ocasiones, el impacto de la empatía parece ser más mágico que biológico. Cuando la puntuación de empatía es más alta, los pacientes se recuperan más rápido de un resfriado común, los diabéticos tienen mejor control del azúcar en sangre, las personas se adhieren más a los tratamientos, y los pacientes se sienten más capaces de afrontar sus enfermedades. Los médicos empáticos reportan mayor bienestar personal y son menos demandados. Nuevas investigaciones muestran que la meditación y la “comunicación consciente” pueden incrementar la empatía de los médicos, dando nacimiento al nicho del mercado de los cursos en formación. Sin embargo, esta preocupación ha pasado por alto los muy evidentes déficits del ambiente laboral que aplastan la empatía humana que poseen los doctores. Esta es la historia con la que te encontrás cuando hablás con médicos o lees los innumerables artículos y blogs que doctores y estudiantes de medicina escriben cuando finalmente dejan el campo. La mayoría lamenta cómo el ambiente de práctica les impide atender a sus pacientes en formas que a ellos les gustaría y que sus pacientes se merecen. Culpan a la presión del tiempo creada por un sistema de facturación que promueve la cantidad de pacientes atendidos por sobre la calidad, la falta de control sobre el ambiente laboral caótico, y el tiempo interminable gastado en tareas administrativas. Quizás y sin ser sorprendente, muchos de estos son los mismos factores que contribuyen al burnout de los médicos. Es la misma historia que pasé con Hernando. Nos conocimos el día más ocupado de mi semana en la clínica, y el estar retrasado se sumó al estrés común de la clínica. No lo conocía para nada, lo cual requirió que ambos naveguemos espontáneamente nuestras preferencias entre alternativas y medicina alopática.
La presión del tiempo puede causar una suspensión de la toma de decisiones éticas o un conflicto interno que abruma la tendencia natural de ayudar a quienes lo necesitan
Es la misma historia que pasé con Hernando. Nos conocimos el día más ocupado de mi semana en la clínica, y el estar retrasado se sumó al estrés común de la clínica. No lo conocía para nada, lo cual requirió que ambos naveguemos espontáneamente nuestras preferencias entre alternativas y medicina alopática Finalmente, el burnout fue un factor. Ví a Hernando durante el momento más ocupado de mi residencia, un periodo de nueve días de descanso sobre doce semanas trabajando cerca de 80 horas por semana. No tenía ninguna reserva para cuidar de mí mismo, mucho menos de mis pacientes. Luchando con privación crónica del sueño, mis circuitos de empatía estaban cerrados, una crisis conocida en la educación médica actual. No es una excusa –  sin dudas tengo en un estándar superior que esa cita con Hernando – pero necesitaba descanso más que un curso de mindfulness. A pesar de los datos anecdóticos de los médicos, no encontrarás estudios en las revistas médicas probando los efectos de la empatía en ambientes de trabajo en hospitales menos caóticos o citas de cuidado primario más largas. No es que los investigadores de empatía ignoren estos factores ambientales. De hecho, muchos papers los mencionan al pasar. Hay pocos ejemplos de estudios empíricos en medicina. Pero fuera de la medicina, un vínculo entre nuestro ambiente y la empatía se ha conocido por cuatro décadas. A los participantes del famoso estudio de Princeton de 1973 de prueba de comportamiento altruista en seminaristas en situaciones estresantes controladas, se les asignó la tarea de dar una charla ya sea sobre el Buen Samaritano o sobre conseguir buenos trabajos. A algunos se les dijo que estaban retrasados para la charla, a otros que tenían un montón de tiempo para llegar al lugar de la charla. En el camino, tuvieron que pasar por un callejón donde una víctima falsa estaba tirada y con problemas, tosiendo y aparentando estar inconsciente. La pregunta era: ¿se detendrían para ayudar? Los seminaristas – hombres que eligen una vida religiosa para ayudar a las personas; hombres que claramente conocían la historia del Buen Samaritano, y a algunos de los cuales se les pidió que piensen sobre ella –  deberían haberse detenido todos para ayudar. Pero no lo hicieron. De hecho, el factor principal asociado con proveer asistencia no fue sus personalidades individuales o incluso que se les asignara la charla sobre el Buen Samaritano. Fue cuánto tiempo se les dió para el viaje hasta el lugar de la charla. Debido a la presión del tiempo, algunos seminaristas “no percibieron la escena en el callejón como una ocasión para una decisión ética.” Otros lo hicieron, y se tomó nota de que estuvieron “excitados y ansiosos” después de su encuentro con la víctima. Se les había pedido que ayuden y ahora estaban atrapados en un conflicto entre su compromiso de dar un discurso o ayudar a la víctima en el callejón. Como lo dijeron los investigadores, “el conflicto, más que la insensibilidad, puede explicar el no detenerse.” Las implicaciones son profundas – la presión del tiempo puede causar ya sea una suspensión de la toma de decisiones éticas o un conflicto interno que abruma la tendencia natural de una persona de ayudar a quienes lo necesitan. Esto sucede todos los días en la clínica y en el hospital, donde a los profesionales médicos (muchos de los cuales llegaron a la medicina por un deseo de ayudar a las personas) se les da la tarea de servir a dos amos – el paciente afligido en sus oficinas, y un sistema que demanda atender más pacientes, más rápido. Esto crea un conflicto interno que podría explicar lo que parece ser comportamiento insensible, donde los doctores parecen no ver numerosas pistas de pacientes buscando empatía. Esto crea un ambiente donde, como concluye el estudio de Princeton, “si una persona ayuda o no, es una decisión inmediata probablemente controlable por la situación.” Esto no es sorpresa después del descubrimiento reciente de las “neuronas espejo,” que se cree que son los centros neurobiológicos de la empatía. Las neuronas espejo se encienden cuando observamos personas, y pueden reflejar inconscientemente emociones que percibimos en alguien más. Pero las neuronas espejo son frágiles. La exposición a la indiferencia o violencia en la infancia embota su crecimiento. Incluso adultos con vías que funcionan plenamente pueden tener sus neuronas espejo cerradas en situaciones de alto riesgo gobernadas por el miedo y el estrés. Estudios recientes de psicología y antropología están empezando a esparcir luz sobre cómo el contexto social afecta nuestra capacidad de empatía. La empatía no es una constante, un rasgo inherente sino uno que varía en el curso de un día o un mes, fluctuando con nuestra situación social, estado de ánimo y autoestima. Pero estos desarrollos en las ciencias sociales todavía deben abrirse paso hacia la medicina. Necesitamos entender los contextos en que la empatía clínica florece naturalmente. Deberíamos estudiar el impacto de alargar las citas o de proveer una tarifa más alta por asesoramientos que requieren mucho tiempo. En lugar de eso, se exige a médicos ocupados que se entrenen en empatía sin realizar cambios en cuanto al estrés laboral, y hacemos responsables únicos a los doctores por los déficits de empatía. Hasta que hospitales, clínicas y compañías aseguradoras tomen los factores ambientales seriamente, los pacientes sufrirán y la empatía de los médicos continuará declinando. Este artículo fue publicado en AEON y re-publicado en Psyciencia bajo la licencia Creative Commons. Puedes leer el artículo original aquí.  Aeon counter – do not remove

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  • Artículos de opinión (Op-ed)

Cómo hacer realidad nuestra peor pesadilla

  • Sergio Lotauro
  • 18/08/2016
Creencias
V oy a contarles la historia de Edipo, pero no la parte que todo el mundo conoce, cuando el personaje de la mitología griega se enamora y se casa con su madre, sino lo que ocurre antes; la serie de eventos desafortunados que llevan al extravagante desenlace. La precuela, para estar en sintonía con los tiempos que corren. Edipo vivía feliz con sus padres en Corinto. Sin embargo, parece que tenía una naturaleza algo ansiosa… Preocupado por lo que le deparaba el futuro, en cierta ocasión decidió consultar al Oráculo de Delfos, algo parecido al horóscopo moderno pero más sofisticado, emparentado con las habilidades adivinatorias de ciertos dioses griegos. Ante la incertidumbre y la inseguridad de Edipo sobre su futura suerte, el Oráculo se pronunció de manera trágica y contundente: “Tu destino es asesinar a tu padre y casarte con tu madre”. Por supuesto, Edipo quedó horrorizado ante la idea. ¿Cómo podría él llegar a hacer semejante cosa? Le parecía algo impensable, inconcebible; pero lo cierto era que el Oráculo tenía una reputación impecable: Jamás se equivocaba a la hora de vaticinar el destino de quien le consultaba. Lo que el Oráculo anticipada, se cumplía. Era ley. Edipo lo sabía perfectamente, al igual que todos los habitantes de la antigua Grecia. No obstante, se negaba a resignarse a su suerte, debía hacer algo inmediatamente para evitar verse envuelto en semejante atrocidad. Sin conocer las razones que podrían llevarlo al parricidio y al incesto, pero convencido de que así sería si no tomaba cartas en el asunto, decidió abandonar la casa donde vivía sin dar mayores explicaciones y marcharse a otra ciudad, bien lejos de las tentaciones que lo acechaban en el futuro. Así, montó en su caballo y se dirigió a Tebas. La travesía transcurrió sin problemas, hasta que cierto día, en un paraje desolado cerca de la entrada de la ciudad que lo acogería y libraría de su funesto destino, según Edipo creía, tuvo un altercado con un anciano que conducía un carruaje. Discutieron sobre quien debía pasar primero, se insultaron, y antes de que ambos hombres pudieran darse cuenta se habían enfrascado en una terrible pelea que tendría el peor final: En el forcejeo, y cegado por la ira, Edipo terminó matando al anciano y huyendo asustado del lugar. En cuestiones de tránsito, nada ha cambiado desde entonces. Algún tiempo después, ya instalado en su nuevo hogar, Edipo conoció a Yocasta, la reina de Tebas, que recientemente acababa de enviudar, y se enamoraron. Para simplificar un poco la historia y ahorrar detalles que no vienen al caso, voy a decir que estuvieron de novios unos meses y luego se casaron. Lo que continúa es la parte de la historia que todo el mundo conoce. Edipo descubre que a quienes creía sus verdaderos padres, en realidad no lo eran, pues había sido adoptado cuando era muy pequeño. El anciano con el que había tropezado camino a la ciudad no era otro que Layo, el rey de Tebas y padre biológico de Edipo, y la mujer con la que se había casado, su verdadera madre. Un desastre de proporciones griegas, ni más ni menos. Horrorizado por lo que había hecho, y preso de la más acuciante desesperación, Edipo se arrancó los ojos con sus propias manos y se condenó a sí mismo al destierro, el peor de los castigos por aquel entonces, y solo aplicable a quienes cometían los crímenes más aberrantes. Los dramáticos designios del Oráculo se habían cumplido al pie de la letra. Finalmente Edipo había sido alcanzado por su destino. Es probable que el lector se esté preguntando por que le estoy contando esto en un artículo que en su título promete otra cosa. Bueno, me parece un interesante punto de partida, una bonita metáfora para entender lo que sigue.

¿Creencias = Realidad?

En realidad, fue la “creencia” en la certeza del oráculo lo que provocó, justamente, que el pronóstico del Oráculo se convirtiera en realidad. Cuando Edipo decide abandonar Tebas, en lugar de buscar más información al respecto, puso en marcha los mecanismos que lo llevarían directamente a su destino final. Más allá de la evidente paradoja, aquí es interesante observar el poder de la creencia por sobre la realidad. Por definición, una creencia es una afirmación o una premisa que influye sobre nuestro pensamiento y nuestra conducta, sin que en realidad esa afirmación se encuentre fehacientemente demostrada o tengamos pruebas válidas que sustenten su veracidad. Creer “algo” no es sinónimo de que ese “algo” efectivamente exista. Sin embargo, el mero hecho de creerlo, muchas veces alcanza para convertirlo en una realidad luego comprobable. En la historia de Edipo, “creer” que iba a terminar con la vida de su padre fue lo que gatilló, ni más ni menos, que termine con la vida de su padre. El conjunto de nuestras creencias, antes que nuestra propia realidad, muchas veces determina las cosas que nos ocurren en la vida, y como nos sentimos. Así somos. Así funcionamos. Ciertas creencias suelen estar en la base de la vulnerabilidad al estrés. Veamos algunos casos típicos.

Ejemplo 1:

Ramiro cree que para poder atraer y conquistar a una chica, se tiene que mostrar excéntrico, ingenioso y sofisticado. “Si me muestro tal cual soy, no le voy a gustar a nadie”, se dice a sí mismo. Bajo esta premisa, cuando Ramiro sale por primera vez con una chica, se calza un personaje que en realidad le resulta totalmente ajeno. En su afán por agradar, no para de hablar de sí mismo, de destacar sus valores, de alardear abiertamente de sus virtudes y maximizar sus logros. Que a nadie le sorprenda que Ramiro no tenga novia. Las mujeres que han salido con él lo califican como poco espontáneo, ególatra y aburrido. El pobre muchacho nunca pasa de la primera cita. Una vez más, este Edipo moderno toma el vuelo que lo lleva sin escalas a la perdición.

Ejemplo 2:

Silvia, por otra parte, cree que es imposible vivir sin amor. Y con tal de sentirse querida por su pareja es capaz de todo. Evita los conflictos por cualquier medio, porque piensa que una pelea puede desencadenar en la ruptura de la relación. En este contexto, Silvia nunca discute por nada con Franco, cierra la boca ante cada cosa que hace él y le molesta; y acepta de inmediato, ya sea que esté de acuerdo o no, todo lo que él dice o propone. Silvia cree que hay que inmolarse por amor, y así se desarrolla su relación de pareja, hasta que un buen día, Franco, exasperado por tanta sumisión, pasividad y falta de iniciativa, decide terminar repentinamente con la relación. A quien le pregunte, Franco no tiene reparos en explicar que él necesita una auténtica mujer a su lado, no una hija, ni mucho menos una sirvienta.

Ejemplo 3:

Carla está de novia con Fernando, un importante abogado, y desde hace algún tiempo se le ha metido en la cabeza la idea de que su pareja le es infiel. Por su profesión, el hombre pasa mucho tiempo fuera, pero más allá de eso, en realidad Carla no tiene ninguna prueba de que su novio la engañe. No obstante, Carla está obsesionada. Permanentemente le revisa el teléfono celular en busca de algún indicio incriminatorio, lo llama infinidad de veces al día solo para controlar donde se encuentra, y se enoja y lo regaña con frecuencia, ante pequeños deslices de él, como por ejemplo llegar diez minutos tarde cuando se encuentran para hacer algo juntos, hecho que para ella siempre es significativo y la lleva a sospechar que “anda en algo turbio”. Asustada y resentida con su novio por las ideas que se gestan en su propio cerebro, antes que por la realidad, Carla pasa buena parte del día de mal humor. A modo de venganza ante las improbables fechorías de él, la mitad del tiempo lo trata con fría indiferencia y la otra mitad está bien predispuesta para discutir a propósito de cualquier nimiedad. No importa cuántas veces él le diga todo lo que la quiere, que le regale bombones, que la lleve a cenar todos los fines de semana, o le obsequie para el día de la novia un día completo en un spa; Carla desatiende sistemáticamente todos estos gestos positivos y continúa obstinada en su búsqueda infructuosa por demostrar la veracidad de sus creencias paranoides. En este contexto, Fernando, por supuesto, se siente desatendido, no correspondido en su amor por ella y muchas veces maltratado. En ocasiones hasta bromea con sus amigos diciendo que se ha enamorado de una oficial de la Gestapo. Un día, por casualidad, sin que se lo proponga, Fernando conoce a una chica que es la hermana de un cliente. Ella le impresiona como cordial, simpática y desestructurada. Se gustan y antes de que quieran darse cuenta, terminan tomando un café y conversando en un bar cercano a Tribunales, y luego… Bueno, dejo librado a la imaginación del lector lo que ocurre luego. Alcanzado este punto, probablemente si la relación con Carla no hubiese estado tan deteriorada por su infatigable desconfianza, Fernando no se hubiera tentado ni tenido la necesidad de buscar afecto en otra mujer. Carla, al igual que los personajes anteriores de estas pequeñas historias de ficción inspiradas en casos reales de mi experiencia clínica, ha sido la artífice de su propio destino.

Examinemos nuestras creencias

Dejamos así establecido que nuestras creencias y expectativas afectan la forma en cómo nos percibimos y percibimos a los demás, y puede llevarnos por el camino equivocado. Para colmo de males, estamos siempre bien predispuestos a buscar evidencias que confirmen nuestras creencias previas, y somos muy remolones para buscar evidencias en contra. Somos grandes entusiastas a la hora de corroborar lo que pensamos, y de igual pereza para indagar en los motivos por los que podríamos estar equivocados. La paradoja aquí es que muchas veces, procurar desestimar nuestras propias opiniones constituye el camino más sensato para saber si estamos en lo cierto o no. Creo que conviene revisar periódicamente todo aquello en lo que creemos, sobre todo si es negativo, porque podría estar ejerciendo un poderoso impacto en nuestro día a día, sin que seamos conscientes de ello, y empujarnos, sin que nos demos cuenta, a crear una realidad que no nos favorece. Alguien dijo en una ocasión: “define una realidad, y será una realidad en sus consecuencias”. Es absolutamente cierto. Edipo puede dar cátedra de esto.

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Entrevista conductual estructurada para la selección de personal (Vídeo)

  • David Aparicio
  • 17/08/2016
La psicología juega un rol fundamental dentro del ámbito laboral y de selección de personal. Los psicólogos de trabajo y de las organizaciones tienen la responsabilidad de entrevistar, evaluar y recomendar a los candidatos más competentes y aptos para un puesto de trabajo. En este proceso los psicólogos usan tests estandarizados, que permiten evaluar específicamente las competencias relacionadas con las necesidades del puesto de trabajo, y también desarrollan minuciosas entrevistas para conocer de primera mano a los candidatos. Probablemente las entrevistas representan la fase más compleja del proceso de selección porque exigen de la habilidad y tacto del psicólogo para desarrollar preguntas que le permitan conocer las capacidades del entrevistado, verificar su personalidad y compatibilidad con la cultura de la empresa y predecir su desempeño futuro, sin caer en juicios apresurados, fomentar las preguntas dicotómicas o poner palabras en la boca de los candidatos. Para facilitar este proceso el psicólogo David Garrote, nos explica en qué consiste la entrevista conductual estructurada de selección de personal y nos ofrece valiosas recomendaciones.

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  • Psicología clínica

Técnicas conductuales para la modificación de cogniciones

  • CETECIC
  • 17/08/2016
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Existe en nuestro medio la creencia que las técnicas conductuales sólo reportan utilidad para la modificación de las conductas motoras y no son útiles para el abordaje de los pensamientos de los pacientes. En el presente artículo, mostramos que se puede recurrir al uso de técnicas conductistas para el cambio cognitivo. Dichas técnicas son especialmente recomendadas cuando las técnicas cognitivas implementadas mediante debate verbal, no arrojan eficacia suficiente para la modificación de los pensamientos distorsionados y disfuncionales. Ya hemos expresado en otros artículos la importancia de la aplicación de técnicas cognitivas en Terapia Cognitivo-Conductual. También hemos destacado que el término “cognitivo-conductual” es una redundancia en sí mismo, debido a que la noción de “conducta”, formulada por en el conductismo, incluye a los pensamientos e imágenes mentales como parte del comportamiento. Si bien es cierto que en general, la comunidad científica internacional acepta la aplicación conjunta de técnicas cognitivas y conductuales, se observa en Argentina algunas tendencias terapéuticas que cuestionan la aplicación de las técnicas conductuales para el cambio de las cogniciones, considerándolas como un mero accesorio de la “terapias cognitivas-puras”. Quizá debido al desconocimiento pormenorizado de los principios de condicionamiento y de psicología experimental conductual o por el predominio del psicoanálisis, aún asistimos a cierta resistencia en la aceptación del conductismo y de sus técnicas terapéuticas. En el presente artículo no establecemos ni una oposición ni una comparación entre las técnicas cognitivas y conductuales. Ambas son importantes. Está fuera de discusión la integración entre ambas vertientes. Psicólogos de la talla de Albert Ellis, Aaron Beck, Albert Bandura, Arnold Lazarus, Martin Seligman -entre otros autores de influencia- recomiendan la aplicación de las técnicas conductuales dentro del arsenal de procedimientos clínicos. Como dijimos recién, no debatiremos sobre esta integración, que consideramos ya establecida en la práctica clínica. Un aspecto que sí desarrollaremos –menos conocido y divulgado en nuestro medio- es el referido a la utilidad de la aplicación de técnicas conductistas, no sólo para el cambio de emociones y conductas motoras, sino también para la modificación de cogniciones, es decir, pensamientos distorsionados y creencias disfuncionales. Enunciaremos a continuación algunas técnicas conductuales que se aplican con el objetivo de modificar pensamientos y creencias.

Experimentos conductuales para el cambio cognitivo

Consiste en solicitarle al paciente que ejecute determinadas conductas con el objetivo de poner a prueba la validez y utilidad de sus pensamientos negativos y catastróficos. Por ejemplo, a un paciente que tiene la creencia de que padece de un tumor en el colon, se le solicita que consulte con un médico especialista y que se haga un chequeo clínico que confirme o refute dicha creencia. En la inmensa mayoría de casos, lógicamente, las creencias catastróficas del paciente son refutadas por el resultado de los estudios. En este ejemplo se observa que la ejecución y la retroalimentación informativa modifican el pensamiento catastrófico, sin la aplicación del “debate verbal” del mismo.

Ejercicios de exposición interoceptiva

Consiste en instruir al paciente para que realice ejercicios específicos, cuyos objetivos son activar sensaciones corporales y mentales. De ese modo, el paciente podrá experimentar que no ocurren consecuencias perjudiciales por sentir activación y que las creencias fatalistas sobre las consecuencias de dichas sensaciones son falsas. Los ejercicios de exposición interoceptiva se aplican especialmente en pacientes con Trastorno por Pánico. Por ejemplo, se llevan a cabo ejercicios de hiperventilación los cuales favorecen que el paciente experimente la activación psicofisiológica elevada; no se aplica ningún otro procedimiento para su reducción. La percepción del carácter inofensivo de las sensaciones provocadas, disminuye el temor a las mismas y también el grado de creencia en los pensamientos catastróficos. Como en tantos otros casos, las técnicas de exposición modifican la cognición.

Exposición a las contingencias y reforzamiento diferencial de conductas opuestas

En algunos casos, suele ocurrir que las contingencias de la vida cotidiana refuerzan no sólo conductas opuestas a la conducta que perturba al paciente, sino también a los pensamientos contrarios asociados a tal conducta. Por ejemplo, un paciente acaba de rendir un examen y tiene la creencia que lo han reprobado. Días más tarde, recibe una calificación satisfactoria. En este caso, las contingencias ambientales refuerzan la creencia opuesta a la que el paciente tenía con respecto al posible resultado negativo del examen. En este contexto, destaquemos que hay casos de estudiantes que abandonan carreras universitarias por su pesimismo. Una instrucción comportamental a implementar se basa en que en algún momento el estudiante deberá exponerse a los exámenes, aunque no tenga plena seguridad de los resultados que alcanzará en los mismos. La “intolerancia a la incertidumbre” constituye un esquema central característicamente exacerbando en las personas con ansiedad patológica. Su modificación involucra la aceptación y asunción de los riesgos inherentes a las situaciones que se deben enfrentar. Muchas veces, la modificación de este esquema no se puede efectuar sólo mediante reestructuración cognitiva, siendo necesaria la exposición a situaciones ambientales. En algunos casos, los pacientes se ven incluso bloqueados en su accionar por los pensamientos negativos, por ejemplo, detienen la conducta de búsqueda de nuevas oportunidades laborales, es decir, el paciente no busca un nuevo empleo pues tienen la creencia que no lo conseguirá. Las contingencias posteriores arrojan como resultado que el paciente sí es contactado y comienza a trabajar en la nueva empresa. Los resultados han reforzado la conducta y los pensamientos opuestos a su pesimismo. Si el paciente percibe una y otra vez que su pesimismo no es reforzado por las contingencias aversivas ambientales, adquirirá mayor flexibilidad cognitiva y disminuirá su pesimismo frente a posibles situaciones problemáticas del futuro.

Modelado simbólico o cognitivo

Consiste en presentar al paciente una creencia diferente a la creencia que sostiene el mismo. Por ejemplo, un paciente con claustrofobia cree que si un ascensor se detiene entre pisos, el oxígeno del recinto se acabará en pocos minutos y morirá asfixiado. El psicólogo le proporciona al paciente de modo directo la idea contraria a su pensamiento fatalista: el oxígeno que hay en un ascensor es suficiente para la supervivencia de las personas, no para unos pocos minutos, sino para respirar varios días. Otro ejemplo es el uso del modelado cognitivo en el Trastorno por Pánico, donde el paciente cree que las palpitaciones le producirán un infarto. El psicólogo le explica al paciente que nadie en ningún lugar del mundo ha muerto ni se ha infartado, ni se ha asfixiado o desmayado por tener una crisis de pánico. Esto forma parte de la psicoeducación. La psicoeducación no es una técnica estrictamente cognitiva ni conductual; consiste en la transmisión de información proveniente de la psicología y de las ciencias del comportamiento al paciente. En muchos casos, la psicoeducación y la confrontación directa de las cogniciones actúan como modelos simbólicos que contradicen las creencias erradas y catastróficas de los pacientes. Si bien es cierto que es más recomendado enseñarle a que sea el paciente mismo quien identifique, cuestione y modifique sus propias cogniciones, -esto es la reestructuración cognitiva-, el modelado cognitivo o confrontación directa de la cognición también desemboca en resultados benéficos.

Postergación de la ejecución motora

Esta técnica es especialmente indicada en presencia de casos de impulsividad y de problemas en la expresión del enojo. Se apunta a que se debilite el grado de convicción de determinadas creencias a partir de la dilación de la ejecución. Por ejemplo, en un paciente con problemas en el manejo de la expresión del enojo en determinada situación de diferencia interpersonal, se le enseña al mismo a reconocer e identificar emociones. Una vez alcanzado este punto, se le instruye sobre la utilidad de la postergación de la conducta de comunicación en dichos momento de activación emocional; esto no implica negar el tema ni ocultarlo, implica que luego de algunos días, el paciente podrá -sin el influjo de la ira- expresar de modo calmo su punto de vista sobre la diferencia que siente con determinada persona. Dicho vulgarmente, se le transmite al paciente la necesidad de “no responder en caliente”, por así decir. Tal dilación de la expresión del enojo, también permite modificar creencias asociadas a la percepción de injusticias, en el sentido en que días después, estando el paciente en calma, el mismo nota que los pensamientos asociados a su activación eran exageradamente dramáticos o desproporcionados respecto de la diferencia situacional percibida hacia determinada persona. Del mismo modo que las demás técnicas terapéuticas reseñadas, la reiteración de la postergación de la expresión del enojo derivará en que el paciente identifique pensamientos de injusticia, “tome distancia” de los mismos y eventualmente sean modificados por el mero paso de los días. La dilación de la ejecución debilitará probablemente la percepción de injusticia y la intensidad de la respuesta de enojo concomitante.

Ensayo de conducta encubierto (práctica cognitiva) y exposición continuada

En su libro Terapia Cognitiva de la Depresión, Aarón Beck explica los 3 pasos de la Práctica Cognitiva. Esta técnica implica que el paciente primero visualice la situación-problema y sus detalles; luego efectúe una detección obstáculos y finalmente lleve a cabo la implementación de soluciones. Años antes de que Beck lo incluyera en su libro, este procedimiento había sido descripto por Joseph Cautela y otros autores del paradigma de condicionamiento encubierto, denominando al mismo “Ensayo de Conducta Encubierto”. Esta técnica se basa en la premisa de que la práctica imaginada de una conducta puede mejorar la performance cuando la misma se ejecuta en vivo. De todos modos, el punto principal que deseamos remarcar en el presente artículo es que también puede ser utilizada para modificar pensamientos. Así, una persona con ansiedad social que debe disertar en público, imagina los pasos de su disertación haciendo especial hincapié en el foco atencional hacia la tarea que debe desplegar y no hacia los hipotéticos pensamientos de los integrantes del auditorio. Posteriormente, la mejora en la performance durante la disertación propiamente dicha, debilitará la intensidad o “fuerza” de sus pensamientos sobre el juicio de los demás. Por otra parte, cuanto más continua sean las disertaciones, más se fortalecerá el cambio en los pensamientos sobre el juicio de los demás, incluso sin la incorporación adicional de técnicas de reestructuración cognitiva.

Activación conductual

Tiene como objetivo principal que el paciente con depresión ejecute actividades que le proporcionen reforzadores variados y estables. Desde el paradigma de condicionamiento operante, se postula que la ejecución de conductas revierte la tristeza y el estado de ánimo depresivo. Por otra parte, la acción también puede modificar creencias negativas sobre sí mismo. Tomemos el caso de un paciente que comienza a hacer un curso de dibujo y pintura, y además de sentirse mejor, deja de creer en pensamientos negativos tales como “no sirvo para nada”, “la vida no tiene sentido”, “a nadie le interesa lo que hago”. Es decir, la ejecución motora en sí misma, deriva en una mejoría emocional pero además, relativiza el grado de creencia en los pensamientos negativos del paciente sobre sí mismo, el entorno y el futuro. Otras técnicas conductuales contemporáneas, quizá más sofisticadas, se engloban bajo el enfoque de la “Terapia de Aceptación y Compromiso”; modalidad terapéutica que hace también hincapié en el compromiso de actuar según los propios reforzadores o valores. En consonancia con la activación conductual, el cambio cognitivo se alcanzaría “de afuera hacia adentro”. La frase del título de uno de los libros de Steven Hayes, “Sal de tu mente y entra a tu vida”, destaca precisamente el efecto de la conducta en las emociones y cogniciones.

Respiración abdominal, relajación muscular y meditación

También la enseñanza de técnicas de manejo de la activación, puede ejercer influencia en el grado de creencia en pensamientos automáticos irracionales. En pacientes con trastornos de ansiedad y fobias, se ha visto que el manejo de la ansiedad no sólo modifica las respuestas de temor, angustia y tensión; sino también las ideas exageradas sobre la “peligrosidad” de las sensaciones corporales y mentales. Así, por ejemplo, una persona con trastorno de pánico que está bajo los efectos de sedativos, antidepresivos u otros psicofármacos específicos, experimenta menos rumiación y catastrofización ante sus propias respuestas de ansiedad; de modo análogo, frecuentemente también podemos alcanzar dicho efecto con las técnicas de manejo de la activación. Se apunta a que el paciente perciba y asimile que a partir técnicas de manejo de la activación tales como la respiración abdominal, la relajación muscular progresiva o la meditación; se obtiene un cambio emocional inmediato; lo cual constituye a su vez evidencia contraria a la idea de enfermedad física o cerebral; si hubiese alguna enfermedad orgánica, las técnicas conductuales enunciadas simplemente no ejercerían efecto. En personas que practican la meditación, el efecto sedativo concomitante también puede derivar posteriormente en un mejor reconocimiento y cuestionamiento de cogniciones estresantes. Hemos nombrado algunas técnicas conductuales que se utilizan con frecuencia en la práctica clínica. La modificación cognitiva alcanzada a partir de su aplicación, nos recuerda una vez más la importancia de la noción formulada por Bandura denominada “Interaccionismo Recíproco”; la cual destaca la permanente relación entre conducta, cognición y ambiente, sin establecer una relación necesariamente jerárquica entre tales elementos. A los fines de graficar la importancia de esta noción, en su libro “Pensamiento y Acción” (1986), Albert Bandura lo señala claramente: “Dentro del modelo de reciprocidad tríadica, la acción, la cognición y los factores ambientales actúan juntos para producir los cambios psicológicos. Las personas con problemas psicológicos crean una realidad social perturbadora como consecuencias de su comportamiento y de su interpretación errónea de los acontecimientos que se producen en su vida diaria. Por tanto, la contribución causal de la cognición se comprende y utiliza mejor en concierto con los demás interactuantes conductuales y ambientales. … Debido a la relación interactiva que existe entre pensamientos, afecto y acción, las influencias psicológicas no son ni exclusivamente cognitivas ni conductuales. Tampoco su fuerza depende simplemente de la adición o supresión de elementos cognitivos o conductuales, como si se tratara de dos módulos independientes de influencia, sino que éstos actúan bidireccionalmente para moldear el curso del cambio personal y ambiental”. Ya hemos planteado que, según las conclusiones alcanzadas en la evaluación, las conductas específicas, el diagnóstico y las recomendaciones de las guías de terapias eficaces; el psicólogo priorizará la aplicación de determinadas técnicas. De todos modos, siempre vale recordar que en la mayoría de los casos, las técnicas cognitivas y conductuales se aplican conjuntamente, en consonancia con la idea del interaccionismo recíproco citada previamente. A modo de cierre -y remarcando la influencia de la ejecución conductual en la cognición- en algunos casos instruimos a nuestros pacientes a que no “esperen tener todo en claro en sus mentes” para comenzar a accionar. La ejecución misma puede debilitar y modificar cogniciones pesimistas y barreras mentales previas, a partir del reforzamiento obtenido durante la exposición a las contingencias ambientales. También le transmitimos al paciente que muchas veces se aprende y se avanza con dudas e inseguridad. Es decir, con estas instrucciones, se intenta que el paciente ejecute primero y eventualmente, piense después. En conclusión, el paradigma conductual plantea que las contingencias asociadas a la exposición a la situación y a la ejecución de conductas, pueden cambiar también los pensamientos y creencias disfuncionales, sin la aplicación directa de métodos verbales para su modificación. Artículo previamente publicado en la revista del Centro de Terapia Cognitivo Conductual y Ciencias del Comportamiento y cedido para su publicación en Psyciencia.

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  • Psicología aplicada

El toque maternal, un importante factor en el desarrollo cerebral del niño

  • Alejandra Alonso
  • 17/08/2016
Contacto materno
En 1966, el psicólogo norteamericano Harry Harlow mostró que los monos rhesus pequeños preferían a una madre sustituta de alambre cubierta en ropas cómodas, que a una que proveía leche. El cariño parecía ser más importante incluso que la comida. Más o menos al mismo tiempo, el psicoanalista británico John Bowlby documentó cómo los niños humanos que fueron privados de contacto maternal suelen desarrollar problemas psicológicos. Ahora esta línea de investigación ha entrado a la era de la neurociencia con un estudio que sugiere que los niños cuyas madres les ofrecen más contacto corporal tienden a tener cerebros más socialmente desarrollados. Jens Brauer y colegas grabaron videos de 43 díadas madre-hijo mientras estaban sentado en un sillón jugando con una granja de Playmobil. Las madres sabían que estaban siendo filmadas aunque no conocían los objetivos del estudio. Habían 24 niños y 19 niñas que en promedio tenían 5.5 años. Luego codificadores volvieron a mirar los videos y contaron todas las veces que la madre tocó a su hijo o viceversa. Finalmente, durante un período de 2 semanas, los investigadores escanearon los cerebros de cada niño mientras yacían acostados tan inmóviles como les fuera posible observando un protector de pantalla de lámpara de lava. Los científicos estaban particularmente interesados en los niveles de actividad de descanso en los cerebros de los niños en una red de áreas conocida por estar comprometida en funciones como la empatía y el pensar sobre los estados mentales del otro. Ellos observaron que los niños que recibían más contacto corporal de sus madres en las sesiones de juegos de 10 minutos, tendían a tener más actividad de descanso en dicha área del cerebro, especialmente en el surco temporal superior derecho (a veces llamado cerebro social). Estos niños también mostraron más conexiones de descanso entre diferentes nodos funcionales dentro de su cerebro social, como entre el surco temporal superior derecho y la circunvolución superior derecha y la ínsula izquierda. Los niños que recibían más contacto corporal de sus madres también las tocaban más, pero el vínculo entre el contacto de la madre y la actividad neuronal de los niños seguía siendo significativa luego de eliminar este factor. Estudios previos han encontrado que una mayor actividad en el área del cerebro antes nombrada está vinculada con las habilidades sociales y emocionales (como ser capaz de ver la perspectiva del otro). Basados en esto, los investigadores sugieren que el mayor contacto de la madre y su relación con éste área cerebral pueden indicar que estos niños se interesan más por otros, comparados con niños que reciben menos contacto corporal. Sin embargo, los resultados de esta investigación deben tomarse con cuidado ya que tienen limitaciones serias que los mismos científicos reconocen: los resultados son correlacionales, así que es posible que factores desconocidos estén relacionados con la cantidad de contacto corporal materno y el desarrollo cerebral del niño. Por ejemplo, tal vez algunas madres están comprometidas en otros niveles también, como hablar más con sus hijos. Esas madres pueden tocar más a sus hijos, pero podría pasar que las diferencias cerebrales se deban a la forma en que hablan con ellos. Otro importante factor no mencionado por los investigadores son los potenciales efectos genéticos. Los mismos genes que dirigen las conductas táctiles de las madres pueden influir en el desarrollo cerebral de sus hijos. Se necesita seguir estudiando el tema teniendo en cuenta estos factores y además investigar si resultados similares se obtienen por los niveles de contacto corporal con el padre u otro cuidador. A pesar de las limitaciones, Brauer y sus colegas nos invitan a considerar sus resultados a la luz de algunas investigaciones (1, 2) en ratas que pueden controlar cuánto contacto materno recibirá el animal. Estos experimentos han permitido observar que un mayor contacto maternal se asocia con cambios importantes a nivel cerebral, por ejemplo en relación al estrés y al repetir el contacto corporal con sus descendientes. Los autores sugieren que es prudente sospechar una potencial relación causal entre el contacto corporal y el desarrollo humano. Fuente: Research Digest

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  • Psicología aplicada

¿Las personas inteligentes son más perezosas?

  • Alejandra Alonso
  • 16/08/2016
Pensadores
En las películas y series norteamericanas en las que se toca el tema de la secundaria, siempre hay un grupo de chicos con lentes y libros en las manos y otro  grupo con uniformes del equipo de basketball o algún otro deporte. Generalmente se insinúa que los primeros son inteligente, mientras que los últimos…bueno, digamos que menos mal que son buenos en los deportes. Un estudio reciente tal vez apoye esta idea en cierta medida. Un equipo de investigadores del Florida Gulf Coast University observó que las personas que piensan menos están más involucradas en actividades físicas comparadas con aquellos que preferirían acurrucarse en el sillón con un buen libro. Para el estudio participaron 60 estudiantes, a quienes se les pidió que tomaran un test online con el objetivo de separar a los pensadores de los no-pensadores. El test consistía en responder cuán de acuerdo o en desacuerdo estaba el sujeto con afirmaciones como: “Disfruto mucho las tareas que involucran pensar en nuevas soluciones” y “Solo pienso tanto como tengo que hacerlo”. Luego, cada participante utilizó un acelerómetro por 7 días con el objetivo de medir cuán físicamente activos eran. Lo que encontraron fue que, de Lunes a Viernes, los sujetos del grupo de pensadores eran mucho menos activos comparados con los no-pensadores. Aunque en los fines de semana no había diferencia entre los dos grupos. El grupo de investigadores teoriza que los no-pensadores son más propensos a aburrirse con la posibilidad de sentarse en un lugar a reflexionar sobre la vida y los pensamientos abstractos, lo que hace que sean atraídos por los deportes y otras actividades físicas. Por esta razón, las personas físicamente activas serían proclives a suprimir y apartar sus pensamiento, especialmente si requieren tiempo para trabajarlos. Por otra parte, es más probable que los pensadores se comprometan en pensamientos difíciles o desafiantes, lo que los lleva a desenredar problemas y crear soluciones. Los científicos piensan además que la conciencia sobre su nivel de actividad física puede ayudar al grupo de pensadores a modificar este factor tan importante para la salud. Debemos tener en cuenta que la muestra fue pequeña y que se necesitan más estudios para conocer mejor a las poblaciones estudiadas en ésta investigación. Fuente: Medical Daily

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