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Publicaciones por mes

julio 2019

42 Publicaciones
  • Sponsor

Programa de iniciación profesional para psicólogos

  • 15/07/2019
  • David Aparicio

El programa de iniciación profesional, PIP, es un modo práctico y concreto, donde los terapeutas ven y atienden pacientes de forma supervisada en cámara Gesell. 

Es un puente entre la facultad y el consultorio. El puente es entre la teoría y la práctica con pacientes reales. Además de ver y atender pacientes, las sesiones se filman y luego el terapeuta, junto con el equipo, tiene la posibilidad de revisar la sesión y aprender de su propia experiencia. 

Está dirigido a psicólogos, psiquiatras, profesionales de la salud y alumnos avanzados de estas carreras. A su vez está dirigido a los profesionales que habiéndose recibido no  practicaron la clínica y deciden reconectarse. Ocurre con frecuencia que terapeutas que vienen con otros enfoques necesitan adaptarse a las demandas actuales de los consultantes. Hoy los consultantes buscan terapias basadas en la evidencia, donde se trabaje por objetivos, el terapeuta tenga un rol activo y las terapias tengan una duración acotada. 

Espacio Olazábal es un ámbito que desde hace más de 10 años da una respuesta a esta necesidad, contando con un equipo muy calificado en esta cuestión. Hemos desarrollado un modelo de entrenamiento continuo en psicoterapia focalizada. Dicha modalidad permite aprender paso a paso el trabajo de un terapeuta en un consultorio. 

Es la clínica en vivo

Espacio Olazábal es una institución con años de experiencia en la formación de psicólogos en el área clínica, que ha sido reconocida por las principales universidades, UCA, UB y UP, con las cuales tenemos convenio en donde los alumnos realizan sus pasantías. 

No pierdas la ocasión de mejorar tus conocimientos y habilidades terapéuticas con este completo curso. 

Para informes e inscripción visita su web Espacio Olazábal o envía un email a [email protected]

Agradecemos a Espacio Olazábal, nuestro sponsor exclusivo de la semana. 

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Esquizofrenia: ¿seguimos sosteniendo que tiene un fuerte componente genético?

  • 12/07/2019
  • Maria Fernanda Alonso

La esquizofrenia es un trastorno de la salud mental que ha sido (y sigue siendo) objeto de muchísimos estudios, sin embargo, más de un siglo ha pasado y aún hoy no conocemos con seguridad sus causas (si bien se ha podido teorizar sobre diversos factores que podrían ser contribuyentes). 

Por mucho tiempo los investigadores han creído que esta es una enfermedad mental cuya base es la genética. Pero últimamente han comenzado a comprender que quizás aquel componente genético ha sido exagerado 

Un nuevo artículo de revisión publicado en Psychiatry Research (Torrey & Yolken, 2019) nos recuerda que algunos autores llegaron a sostener que la esquizofrenia «es sin duda un trastorno genético» con «estimaciones de heredabilidad de aproximadamente 80% -85%» ((Pearlson & Folley, 2008); (Cardno & Gottesman, 2000). Algunos genetistas incluso sugirieron «una gran posibilidad de que la mayor parte de la pequeña proporción restante de la varianza pueda explicarse por cambios no transmisibles en la estructura o expresión de los genes» (Mcguffin, Asherson, Owen, & Farmer, 1994). En otras palabras, la esquizofrenia puede ser 100% genética con factores ambientales que juegan poco o ningún papel.

Desde entonces, se ha dicho que «la tendencia actual en la genética psiquiátrica es utilizar muestras enormes para encontrar genes de efectos minúsculos» («The Search for Schizophrenia Genes | Issues in Science and Technology», 2016).

Un genetista de la esquizofrenia, observando los «hallazgos relativamente escasos de asociaciones basadas en «, señaló que «entre los científicos en el campo, hay una sensación de decepción en el aire» (Gershon et al., 2011).

Actualmente los estudios sugieren que la genética parece jugar aproximadamente el mismo papel que en otros trastornos mentales y enfermedades físicas, con una estimación de heredabilidad más cercana al 30% que al 80. Para complementar estos datos, te invito a que leas este artículo sobre los orígenes de la esquizofrenia.

Otras causas posibles de la esquizofrenia 

Toxoplasma gondii es una de las posibles causas descubiertas por los investigadores. Es un parásito llevado por los gatos que causa toxoplasmosis cuando los humanos se infectan con él. Como señalan los investigadores, «una asociación entre la esquizofrenia y la exposición al Toxoplasma está respaldada por varios metanálisis que indican probabilidades que oscilan entre 1,8 y 2,7 ​​((Sutterland et al., 2015), (Torrey, Bartko, & Yolken, 2012)). Los síntomas asociados con la toxoplasmosis y cómo podría transmitirse podrían simular una enfermedad genética, sugieren los investigadores.

En este artículo mencionamos que  sufrir de adversidades durante la infancia (Varese et al., 2012), el uso de marihuana (Arseneault, Cannon, Witton, & Murray, 2004) y las infecciones virales del sistema nervioso central durante la infancia (Khandaker, Zimbron, Dalman, Lewis, & Jones, 2012) incrementan de dos a tres veces el riesgo de diagnóstico de esquizofrenia. Por otro lado, los individuos que sufrieron de algún tipo de trauma durante su infancia (abuso sexual y psicológico) tienen hasta 50 veces más riesgos de sufrir de psicosis, en comparación con aquellas personas que no experimentaron trauma (Shevlin, Houston, Dorahy, & Adamson, 2008).

El microbioma, es decir nuestra bacteria intestinal, se ha convertido recientemente en el foco de muchos investigadores que buscan las causas de varios trastornos mentales. «El microbioma se hereda en gran parte de la madre durante y después del proceso de nacimiento, aunque los padres y otros miembros de la familia también coadyuvan a su composición general durante los primeros años de vida (Korpela et al., 2018). La dieta y otros aspectos ambientales basados ​​en la vida de la familia también contribuyen a la composición del microbioma durante la infancia y la vida posterior.»

Investigaciones han demostrado una conexión entre nuestras bacterias intestinales y su impacto en el comportamiento humano y el pensamiento. «En el caso de la esquizofrenia, los estudios han encontrado alteraciones sustanciales en la composición de los microbiomas gastrointestinales (Nguyen, Kosciolek, Eyler, Knight, & Jeste, 2018) y orofaríngeos (Yolken et al., 2015) en individuos con esquizofrenia en comparación con los controles».

Todavía no sabemos qué causa la esquizofrenia, pero los investigadores siguen buscando con ahínco, pues encontrarla haría posible crear tratamientos mejores y más efectivos. Es por ello que resulta fundamental que los Estados destinen recursos económicos y humanos al desarrollo de estas investigaciones.

Referencias de los estudios:

Arseneault, L., Cannon, M., Witton, J., & Murray, R. M. (2004). Causal association between cannabis and psychosis: examination of the evidence. The British Journal of Psychiatry: The Journal of Mental Science, 184, 110-117. https://doi.org/10.1192/bjp.184.2.110

Cardno, A. G., & Gottesman, I. I. (2000). Twin studies of schizophrenia: from bow-and-arrow concordances to star wars Mx and functional genomics. American journal of medical genetics, 97(1), 12-17. Recuperado de https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1002/(SICI)1096-8628(200021)97:1%3C12::AID-AJMG3%3E3.0.CO;2-U

Khandaker, G. M., Zimbron, J., Dalman, C., Lewis, G., & Jones, P. B. (2012). Childhood infection and adult schizophrenia: a meta-analysis of population-based studies. Schizophrenia Research, 139(1-3), 161-168. https://doi.org/10.1016/j.schres.2012.05.023

Mcguffin, P., Asherson, P., Owen, M., & Farmer, A. (1994). The Strength of the Genetic Effect: Is There Room for an Environmental Influence in the Aetiology of Schizophrenia? The British journal of psychiatry: the journal of mental science, 164(5), 593-599. https://doi.org/10.1192/bjp.164.5.593

Nguyen, T. T., Kosciolek, T., Eyler, L. T., Knight, R., & Jeste, D. V. (2018). Overview and systematic review of studies of microbiome in schizophrenia and bipolar disorder. Journal of Psychiatric Research, 99, 50-61. https://doi.org/10.1016/j.jpsychires.2018.01.013

Pearlson, G. D., & Folley, B. S. (2008). Endophenotypes, dimensions, risks: is psychosis analogous to common inherited medical illnesses? Clinical EEG and Neuroscience: Official Journal of the EEG and Clinical Neuroscience Society , 39(2), 73-77. https://doi.org/10.1177/155005940803900210

Shevlin, M., Houston, J. E., Dorahy, M. J., & Adamson, G. (2008). Cumulative traumas and psychosis: an analysis of the national comorbidity survey and the British Psychiatric Morbidity Survey. Schizophrenia Bulletin, 34(1), 193-199. https://doi.org/10.1093/schbul/sbm069

Sutterland, A. L., Fond, G., Kuin, A., Koeter, M. W. J., Lutter, R., van Gool, T., … de Haan, L. (2015). Beyond the association. Toxoplasma gondii in schizophrenia, bipolar disorder, and addiction: systematic review and meta-analysis. Acta Psychiatrica Scandinavica, 132(3), 161-179. https://doi.org/10.1111/acps.12423

The Search for Schizophrenia Genes | Issues in Science and Technology. (2016, febrero 4). Recuperado 12 de julio de 2019, de Issues in Science and Technology website: https://issues.org/the-search-for-schizophrenia-genes/

Torrey, E. F., Bartko, J. J., & Yolken, R. H. (2012). Toxoplasma gondii and other risk factors for schizophrenia: an update. Schizophrenia Bulletin, 38(3), 642-647. https://doi.org/10.1093/schbul/sbs043

Torrey, E. F., & Yolken, R. H. (2019). Schizophrenia as a pseudogenetic disease: A call for more gene-environmental studies. Psychiatry Research, 278, 146-150. https://doi.org/10.1016/j.psychres.2019.06.006

Varese, F., Smeets, F., Drukker, M., Lieverse, R., Lataster, T., Viechtbauer, W., … Bentall, R. P. (2012). Childhood adversities increase the risk of psychosis: a meta-analysis of patient-control, prospective- and cross-sectional cohort studies. Schizophrenia Bulletin, 38(4), 661-671. https://doi.org/10.1093/schbul/sbs050

Yolken, R. H., Severance, E. G., Sabunciyan, S., Gressitt, K. L., Chen, O., Stallings, C., … Dickerson, F. B. (2015). Metagenomic Sequencing Indicates That the Oropharyngeal Phageome of Individuals With Schizophrenia Differs From That of Controls. Schizophrenia Bulletin, 41(5), 1153-1161. https://doi.org/10.1093/schbul/sbu197

Fuente: PsychCentral

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

¿Qué pasa cuando los padres utilizan la burla como método de crianza?

  • 12/07/2019
  • Maria Fernanda Alonso

La burla, las interacciones críticas y el menosprecio de los padres hacia sus hijos adolescentes frustran su capacidad para mantener relaciones positivas con sus compañeros, precipitando un ciclo de afecto negativo y enojo entre padres y adolescentes, que en última instancia conduce a los niños sean tanto víctimas como victimarios de acoso, según señala la evidencia de un singular estudio longitudinal que siguió a 1409 chicos durante tres años consecutivos, del 7mo al 9no grado (edades de 13 a 15 años) (Dickson, Laursen, Valdes, & Stattin, 2019).

Los padres “burlones” usan expresiones degradantes o menospreciantes que humillan y frustran a sus hijos, sin ninguna provocación obvia por parte del niño o niña. Estos padres responden al compromiso del adolescente con críticas, sarcasmos, insultos y hostilidad, a la vez que dependen de la coerción emocional y física para obtener cumplimiento de su parte.

Este estudio sugiere que el comportamiento burlón es una forma única de crianza de los hijos que aumenta los riesgos de que los adolescentes adopten estrategias inapropiadas para el manejo de la ira que aumentan el riesgo de sufrir dificultades con sus compañeros.

Según los hallazgos, este tipo de crianza fomenta la ira desregulada en los adolescentes. La ira desregulada es indicativa de dificultades para regular las emociones, que generalmente resulta en emociones negativas, agresión verbal y física y hostilidad. Los aumentos en la ira desregulada, a su vez, colocan a los adolescentes en mayor riesgo de acoso escolar y victimización, y de convertirse en acosadores-víctimas (agresores que también son víctimas de otros acosadores). Este dato reviste particular importancia puesto que investigaciones anteriores indican que los acosadores-víctimas corren mayor riesgo de sufrir problemas de salud mental, problemas de comportamiento y pensamientos suicidas en comparación con quienes sólo son víctimas, o quienes sólo son acosadores, o quienes no son víctimas de acoso escolar ((Haynie et al., 2001), (Cook, Williams, Guerra, Kim, & Sadek, s. f.), (Lereya, Samara, & Wolke, 2013), (Yang & Salmivalli, 2013), (Schwartz, 2000), (Stevens, De Bourdeaudhuij, & Van Oost, 2002), (Veenstra et al., 2005)). La identificación de los orígenes específicamente relacionados con la familia del estatus de acosador-víctima puede ser un paso clave para limitar o prevenir esto. Los hallazgos se mantuvieron después de controlar las conductas de crianza implicadas en el ajuste de los niños, como el afecto, el control y el castigo físico. 

Brett Laursen. Ph.D., coautor y profesor de psicología en la Facultad de Ciencias Charles E. Schmidt de la FAU, señaló la importancia del estudio fundado en que “proporciona una comprensión más completa de cómo las interacciones críticas y menospreciantes de los padres con los adolescentes frustran su capacidad para mantener relaciones positivas con sus pares».

El Dr. Daniel J. Dickson del Departamento de Psicología de la Universidad de Concordia, y autor principal del estudio, resaltó que tanto los profesionales como los padres “deben estar informados de los costos potenciales a largo plazo de conductas de crianza que a veces parecen inofensivas, como la burla y el sarcasmo.» 

Finalmente, sostuvo que es menester recordar a los padres la influencia que tienen en las emociones de sus hijos, y recomendó tomar las medidas necesarias para garantizar que los adolescentes no se sientan ridiculizados en el hogar.

Referencias del estudio:

Cook, C. R., Williams, K. R., Guerra, N. G., Kim, T. E., & Sadek, S. (s. f.). Predictors of bullying and victimization in childhood and adolescence: A meta-analytic investigation. School psychology quarterly: the official journal of the Division of School Psychology, American Psychological Association, 25(2), 65-83. https://doi.org/10.1037/a0020149

Dickson, D. J., Laursen, B., Valdes, O., & Stattin, H. (2019). Derisive Parenting Fosters Dysregulated Anger in Adolescent Children and Subsequent Difficulties with Peers. Journal of Youth and Adolescence. https://doi.org/10.1007/s10964-019-01040-z

Haynie, D. L., Nansel, T., Eitel, P., Crump, A. D., Saylor, K., Yu, K., & Simons-Morton, B. (2001). Bullies, Victims, and Bully/Victims:: Distinct Groups of At-Risk Youth. The Journal of early adolescence, 21(1), 29-49. https://doi.org/10.1177/0272431601021001002

Lereya, S. T., Samara, M., & Wolke, D. (2013). Parenting behavior and the risk of becoming a victim and a bully/victim: a meta-analysis study. Child Abuse & Neglect, 37(12), 1091-1108. https://doi.org/10.1016/j.chiabu.2013.03.001

Schwartz, D. (2000). Subtypes of victims and aggressors in children’s peer groups. Journal of Abnormal Child Psychology, 28(2), 181-192. https://doi.org/10.1023/A:1005174831561

Stevens, V., De Bourdeaudhuij, I., & Van Oost, P. (2002). Relationship of the Family Environment to Children’s Involvement in Bully/Victim Problems at School. Journal of youth and adolescence, 31(6), 419-428. https://doi.org/10.1023/A:1020207003027

Veenstra, R., Lindenberg, S., Oldehinkel, A. J., De Winter, A. F., Verhulst, F. C., & Ormel, J. (2005). Bullying and victimization in elementary schools: a comparison of bullies, victims, bully/victims, and uninvolved preadolescents. Developmental Psychology, 41(4), 672-682. https://doi.org/10.1037/0012-1649.41.4.672

Yang, A., & Salmivalli, C. (2013). Different forms of bullying and victimization: Bully-victims versus bullies and victims. The European journal of developmental psychology, 10(6), 723-738. https://doi.org/10.1080/17405629.2013.793596

Fuente: Science Daily

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

What art thrusting that thief-catcher into my face?

  • 11/07/2019
  • David Aparicio

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Adolescentes con exposición prenatal a la cocaína exhiben patrones alterados de conectividad funcional de la amígdala

  • 11/07/2019
  • Maria Fernanda Alonso

¿Por qué los adolescentes que fueron expuestos a la cocaína cuando estaban en el útero son propensos a tener menos control sobre sus emociones y tienden a distraerse? Investigadores encontraron una posible respuesta: hallaron alternancias en la conectividad funcional de sus amígdalas, región del cerebro que juega un papel importante en la regulación de la excitación y las emociones (Li, Lei, Coles, Lynch, & Hu, 2019).

El autor del estudio, Zhihao Li (profesor en la Universidad de Shenzhen), explica que “las drogas psicoactivas pueden afectar el desarrollo del cerebro y provocar problemas de desarrollo y aprendizaje, así como una serie de consecuencias sociales y de comportamiento.”

En el estudio, los investigadores utilizaron imágenes de resonancia magnética funcional en estado de reposo para comparar la estructura cerebral de 25 adolescentes con exposición prenatal a la cocaína y de 16 adolescentes controles no expuestos. Los participantes se sometieron a los escaneos cerebrales dos veces, con aproximadamente 2 años de diferencia. Los investigadores encontraron que la conectividad funcional dentro de la red de emociones del cerebro tendía a aumentar en el grupo que había sido expuesto prenatalmente a la cocaína, mientras que lo contrario sucedía en el grupo control.

Los investigadores tomaron en cuenta otros factores, como la exposición prenatal a otras drogas y el ingreso familiar. «Aunque los factores de confusión de exposición a múltiples drogas están controlados estadísticamente en este estudio, las contribuciones de la exposición a otras sustancias (por ejemplo, alcohol, tabaco, marihuana) todavía son posibles. En otras palabras, el efecto informado puede no ser específico de la cocaína», dijo Li.

En un estudio anterior (Li, Coles, Lynch, Luo, & Hu, 2016), Li y sus colegas observaron una mayor activación de la amígdala en adolescentes con exposición prenatal a la cocaína durante una tarea de memoria operativa que incluía distracciones emocionales.

Fuente: Psypost

Referencias:

Li, Z., Coles, C. D., Lynch, M. E., Luo, Y., & Hu, X. (2016). Longitudinal changes of amygdala and default mode activation in adolescents prenatally exposed to cocaine. Neurotoxicology and Teratology, 53, 24-32. https://doi.org/10.1016/j.ntt.2015.11.004

Li, Z., Lei, K., Coles, C. D., Lynch, M. E., & Hu, X. (2019). Longitudinal changes of amygdala functional connectivity in adolescents prenatally exposed to cocaine. Drug and Alcohol Dependence, 200, 50-58. https://doi.org/10.1016/j.drugalcdep.2019.03.007

 

  • Salud Mental y Tratamientos

La hospitalización involuntaria puede incrementar el riesgo de suicidio

  • 10/07/2019
  • David Aparicio
Hospitalización percibida como forzada

Nuevos datos cuestiona la efectividad es la hospitalización como recurso para evitar el suicidio. El estudio sugiere que las personas que perciben la hospitalización como forzada tienen más riesgo de volver a intentar suicidarse al salir del hospital. Dicho trabajo fue presentado en la revista científica Suicide and Life-Threating Behavior,

Se utilizó la  escala MacArthur Violence Risk Assessment Study para evaluar a 905 pacientes que fueron dados de alta de un hospital psiquiátrico. Dicha evaluación se realizó cada 10 semanas y durante un año completo. El 67% de los participantes sostuvo que fueron internados sin su consentimiento y el 19% de ellos intentó suicidarse luego de haber salido del hospital. El alto riesgo de suicidio se mantuvo fuertemente relacionado con la hospitalización forzada aun cuando se controlaron otras variables como historia previa de tratamiento psicológico, historia de autolesiones o intentos suicidas.

Otro dato que no se debe dejar de lado fue la alta proporción de mujeres blancas que fueron forzadas a la hospitalización, aun cuando tenían menos historia de conducta violenta, en comparación con aquellos que percibían su tratamiento como voluntario.

Datos adicionales

Este no es el único estudio que ha encontrado resultados similares. En el 2017 la revista JAMA Psychiatry publicó un análisis que alertaba del alto riesgo de suicidio que tienen los pacientes luego del alta médica y comentario publicado en el 2016 en Bulletin of the Menninger Clinic, sugiere que las experiencias adversas relacionadas con la hospitalización (perdida de empleo, perdida de estabilidad financiera, estigma por la hospitalización, eventos negativos y estados emocionales asociados con la hospitalización) que pueden afectar a los pacientes psicológicamente vulnerables y detonar el riesgo suicida.

Hay que ser precavidos. Ni los datos de este estudio, ni sus autores, se oponen a la hospitalización como un recurso necesario para mantener a los pacientes sanos y salvos, aun en situaciones en la que lo consideren coercitivo. Pero debe ser un recurso que se aplique con cuidado cuando no hay otras opciones o cuando ya se han agotado otras maneras de reducir el riesgo suicida y se debe implementar de una manera limitada. Los autores también urgen mejorar el cuidado de los pacientes fuera de los hospitales con tratamientos con evidencia para este tipo de problemáticas.

Referencia del estudio:  Jordan, J. T., & McNiel, D. E. (2019). Perceived coercion during admission into psychiatric hospitalization increases risk of suicide attempts after discharge. Suicide and Life-Threatening Behavior. doi: 10.1111/sltb.12560

Fuente: Mad in America

  • Salud Mental y Tratamientos

Dos minutos para rumiar

  • 09/07/2019
  • Fabián Maero
Una de las cuestiones que con frecuencia surgen en las clases de activación conductual para depresión es qué demonios hacer con la rumiación. De manera que querría ofrecerles algunas ideas sobre la rumiación y compartir con ustedes una pequeña herramienta que me suele ser útil, así que, en palabras del Chapulín Colorado, síganme los buenos.

Rumiad, rumiad que se acaba el mundo

La rumiación es una conducta que está presente en prácticamente todos los casos de depresión.

En caso de que hayan llegado ayer al planeta, aclaremos que por “rumiación” nos referimos a la tendencia de una persona a enfocarse repetitivamente en la depresión, analizando sus causas, consecuencias, y el significado de los síntomas (Nolen-Hoeksema, 1991). Notarán que así descripta se parece mucho a las conductas de resolución de problemas: al lidiar con un problema, es útil enfocarse en él, dedicarle tiempo, analizar sus detalles, buscar causas y posibles soluciones. Y es que la rumiación puede pensarse como intentos de resolución verbal de problemas, pero intentos que suelen empeorar la situación.

Sucede que la rumiación aumenta la vulnerabilidad a la depresión y se asocia con complicaciones en múltiples dominios de funcionamiento (por ejemplo, véase Spasojević & Alloy, 2001).  Por eso en líneas generales es una mala idea impulsar a los pacientes deprimidos a que analicen y busquen las causas de por qué están así, o que se enfoquen intensamente en el pasado, que construyan explicaciones y busquen insights. Esta suerte de rumiación asistida por terapeuta (RAT, digamos) no suele ser de mucha ayuda, ya que en el contexto de la depresión, la búsqueda de insights y auto-reflexión más bien contribuye a empeorar los síntomas de depresión (Nakajima, Takano, & Tanno, 2018; Takano & Tanno, 2009). Así es como con demasiada frecuencia encontramos pacientes que dicen cosas como “yo lo trabajé mucho y ahora sé por qué estoy deprimida pero no lo puede cambiar”.

Pero, como dijo Jack el Destripador, vayamos por partes. En primer lugar ¿cómo pensamos a la rumiación desde una perspectiva conductual? La respuesta parece obvia: la rumiación es una conducta. Lo que no es tan obvio es lo que esto implica. Se trata, ni más ni menos, de afirmar que la rumiación (como el pensamiento en general), obedece en principio a las mismas reglas que cualquier otra conducta: refuerzo, castigo, control por estímulos, etc. Y podríamos agregar, ya que estamos, que se trata de una conducta que podríamos llamar voluntaria (voy a utilizar los términos cotidianos, no empiecen a escorchar con el vocabulario técnico porque cerramos y nos vamos a la mierda). Esto es, rumiar es algo que está bajo control de la persona, aun cuando suceda inadvertidamente. Sé que parece algo contraintuitivo, pero esta contradicción, de que algo que parece involuntario no lo sea, es sólo aparente. Para ilustrarlo con una analogía, consideren la conducta de leer.

En este momento probablemente estén leyendo estas líneas sin mucho esfuerzo deliberado (confiamos en que una buena parte de nuestra audiencia, formación mayoritariamente universitaria, conoce prácticamente todas las letras y puede leer una oración completa en mucho menos de quince minutos). Sin embargo podrían detenerse en el siguiente punto, si de ello dependiera su vida. Lo mismo pasa con la rumiación: si estoy rumiando y me ponen una pistola en la cabeza, probablemente deje de rumiar (al menos sobre ese tema en ese momento). Consideren en cambio lo que sucede con las conductas que solemos llamar involuntarias (sí, sí, es un término de mierda, pero déjenme seguir): cuando el médico me pega con el martillito de goma en la rodilla yo voy a levantar la pierna violentamente, aunque me amenacen con pegarme un tiro si lo hago. No tengo forma alguna de evitarlo, y lo mismo me pasaría con todos los reflejos de esa índole, que están fuertemente controlados por antecedentes pero son relativamente insensibles a consecuencias. En ese sentido, la rumiación se parece más al hábito de comerse las uñas: es una conducta que sucede inadvertidamente y con componentes automáticos pero que puede ser manejada con la utilización de los recursos adecuados.

Creo que lo que suele oscurecer las aguas a este respecto es que lo que suele ser automático y generalmente incontrolable es aquello que da el inicio a la rumiación. Todo el proceso suele iniciarse con una experiencia interna aversiva (como una evaluación, un recuerdo, una emoción, etc.) que se experimenta como algo que surge por sí mismo, de manera no intencional, tras lo cual se despliega la rumiación como forma de lidiar con ese malestar –por eso Matthews y Wells(2004) dicen que “la rumiación es un afrontamiento enfocado en la emoción, pero enmascarado como un afrontamiento enfocado en el problema”(p.148).

En términos ACT, diríamos que la rumiación se puede entender como una forma de evitación experiencial. Dicho mal y pronto (como casi todo lo que vengo diciendo hoy): el disparador es incontrolable, pero la rumiación no lo es (si les interesa una forma más RFT de pensarlo, consideren el modelo de respuestas inmediatas y respuestas elaboradas que se utiliza en la investigación con el IRAP).

Por supuesto, no estamos diciendo que sea fácil, sino que es posible hacer algo con la rumiación.

Rumiación y activación conductual

Rumiacion – Adobe Stock

En activación conductual la rumiación no es el primer foco del tratamiento, sino que éste gira en torno a la selección, planificación y realización de actividades. En la mayoría de los casos a medida que el tratamiento avanza, la rumiación suele reducirse por sí misma sin necesidad de intervenciones adicionales; el foco en realizar deliberadamente actividades agradables o importantes suele ser suficiente para desplazar la conducta de rumiación. Pero con cierta frecuencia la rumiación se vuelve algo con lo que es necesario lidiar específicamente. En esos casos la cuestión central es cómo ayudar a nuestros pacientes a identificar cuando están rumiando y hacer algo distinto. Este ha sido el motor de este artículo: compartirles un modesto recurso que se utiliza en activación conductual para este fin.

Las personas usualmente detectan que están rumiando cuando ya están bastante involucradas con el proceso. Entonces surge una dificultad, y es que la rumiación a veces es bastante difícil de diferenciar de la resolución de problemas cotidiana. Una forma bastante amable y validante de identificar el proceso de rumiación es la Regla de los Dos Minutos, propuesta por Martell y colaboradores (2010, p.138). Se trata de una regla para utilizar entre sesiones, y cuya presentación se puede resumir así:

“Cada vez que te encuentres pensando sobre algún tema, tomate dos minutos para seguir haciéndolo. Luego de esos dos minutos quiero que consideres dos preguntas. La primera es “¿estoy avanzando en resolver el problema que estoy considerando?” y la segunda es “¿me estoy sintiendo menos autocríticx o menos deprimidx después de estos dos minutos de pensar esto? Si la respuesta a cualquiera de esas dos preguntas es “no” entonces intentá utilizar un recurso alternativo para interrumpir ese patrón de acción”

Una característica positiva de la regla de los dos minutos es que en lugar de enfocarse en el contenido de los pensamientos (y sugerir “no pienses nunca en esto y esto”), propone notar las consecuencias y efectos de la actividad, es decir, se centra en su función. La regla de los dos minutos funciona mejor si se realiza un análisis funcional previo en sesión, una conversación sobre la rumiación como intento de solución de problemas, los costos y efectos de la rumiación, etc.

Probablemente en este punto estén gritando a voz en cuello, con medio cuerpo fuera de la ventana “Y cuando me doy cuenta de que estoy rumiando, ¿qué carajos hago?” No desesperen, vuelvan a meterse adentro, que hay algunas ideas y recursos que pasaremos a describir.

Resolución de problemas

Una vía de acción posible es identificar si hay un problema concreto a resolver en el tema que se está rumiando, y en caso de ser así explorar posibles soluciones e implementaciones, es decir, aplicar principios de terapia de solución de problemas (D’Zurilla & Goldfried, 1971; Nezu, Maguth Nezu, & Greenfield, 2018). Creo que esta estrategia debe ser la primera a considerar; si hay algo para resolver, es preferible resolverlo antes que pensar en círculos. Además, creo que hay una cuestión de respeto en tomar el contenido seriamente en una primera instancia, en lugar de inmediatamente descartarlo porque es una rumiación. Dicho esto, lo que sucede es que como la rumiación suele centrarse en el pasado o en características no modificables, no siempre hay un problema que se pueda resolver, por lo cual hay otros recursos a intentar.

Prestar atención al momento presente

Este recurso no es otra cosa que el eje de contacto con el momento presente del hexaflex. Se le pide a la persona traer el foco a los cinco sentidos y a las experiencias internas que están ocurriendo en el aquí y ahora, en lugar de mantener el foco exclusivamente en los pensamientos. No estamos diciendo que sea necesario introducir una práctica formal de mindfulness –aunque tampoco es mala idea– sino tan solo orientar a los pacientes a notar cuando están rumiando y redirigir su atención a aspectos concretos del aquí y ahora: los colores que pueden notar, los sonidos, sensaciones físicas, olores, etc. Si en el momento en que está sucediendo la rumiación la persona está realizando alguna tarea, entonces el foco puede llevarse a los pasos y acciones que involucre. En líneas generales, cuanto más específico sea el foco, mejor.

Un ejemplo que siempre me ha gustado en este sentido es el que dan Martell, Addis y Dimidjian(2004):

“Un joven quería pasar más tiempo con su familia. En un fin de semana feriado organizó que su padre y sus hermanas se reunieran con él para cenar en un restaurante. Informó luego que no disfrutó la interacción. Cuando el terapeuta examinó lo que realmente había sucedido, quedó claro que el hombre había estado sólo físicamente con su familia. Se mantuvo ocupado reflexionando sobre lo malo que era no tener una buena relación con sus dos hermanas y que era un mal hermano. En lugar de cuestionar estas creencias, lo cual sería una intervención válida e importante de terapia cognitivo-conductual, el terapeuta le preguntó qué color de ropa vestían las personas. El paciente no lo sabía. El terapeuta también preguntó qué pidió cada persona para cenar. Una vez más, el hombre no lo sabía. A medida que se formularon preguntas sobre los detalles del comportamiento de la familia que el joven no pudo responder, el terapeuta señaló cuánto de la interacción con la familia se había perdido al rumiar sobre lo poco que se veían. Aunque este hombre pensó que estaba involucrado en varias conductas (es decir, conversando, pasando tiempo con su familia, cenando y sumido en el pensamiento), estaba claro que la rumiación desplazó a las otras conductas.” (p.158)

Al igual que con el recurso anterior, esto debe primero socializarse y practicarse en sesión para que la paciente lo tenga disponible en su vida cotidiana.

Introducir nuevos estímulos

Esto es lo que habitualmente llamaríamos “distracción”. El recurso anterior consiste en notar lo que ya hay en el ambiente, mientras que éste involucra añadir nuevos estímulos hacia los cuales llevar la atención. Esto puede incluir alguna actividad física (hacer ejercicio, ordenar la casa, molestar al gato con nuestro afecto, por ejemplo), o de otro tipo (cantar, jugar videojuegos, etc.). Como sugerencia general diría que la distracción suele funcionar mejor cuando el foco está puesto en hacer más que en disfrutar algo.

La distracción debe ser utilizada con cuidado, porque no queremos sumar estrategias de evitación al repertorio del paciente. Un punto a considerar es que la distracción en este caso no es con respecto al disparador (el pensamiento o emoción negativos), sino con respecto a la rumiación que ocurre luego del disparador.

 

Rumiación y preocupación

Hay algo más que quisiera señalar y es la cercanía entre la rumiación y otro proceso casi omnipresente en clínica, la preocupación.

Sucede que preocupación y rumiación son procesos que se diferencian mayormente en su contenido pero comparten una función similar. La rumiación se centra en el pasado, la preocupación en el futuro; una intenta entender y explicar lo que sucedió, la otra intenta prever lo que podría suceder. Ambas son formas de resolución de problemas (es decir, formas de evitación) que se despliegan tras experimentar algún malestar. La persona que rumia se ocupa de distintos contenidos que la persona que se preocupa, pero en ambos casos, los efectos son similares. Ambos procesos tienden a aumentar el nivel de malestar, porque involucran tomar contacto con una miríada de estímulos aversivos que no están presentes en ese momento.  Y en ambos casos se pierde el contacto con el resto del momento presente porque el foco está en analizar lo que pasó o lo que podría pasar. Se pierde la conexión con la actividad que se está realizando, y con las cualidades deseadas para esa actividad.

La regla de los dos minutos (como los tres recursos de afrontamiento) puede ser utilizada, con una adaptación mínima, para trabajar con preocupación. Basta con cambiar el foco de la segunda pregunta, para que en lugar de orientarse a sentimientos de depresión se oriente a sentimientos de ansiedad.

Dos procesos, una herramienta, ¿qué más quieren de su blog amigo? ¿eh?

Cerrando

La rumiación es un tema complejo, con una extensa literatura al respecto, por lo cual van a encontrar una amplia gama de conceptualizaciones y formas de abordaje. La idea de este artículo fue solo proporcionar una pequeña herramienta clínica para aplicar dentro de un tratamiento de activación conductual. Espero que les resulte de utilidad. Pueden dejar comentarios y preguntas en la sección de comentarios que está al pie.

¡Nos leemos la próxima!

Artículo publicado en Grupo ACT Argentina y cedido para su publicación en Psyciencia. Visita Grupo ACT para conocer las fechas de los entrenamientos presenciales y recursos clínicos desde las terapias contextuales. 

Referencias bibliográficas

  • D’Zurilla, T. J., & Goldfried, M. R. (1971). Problem solving and behavior modification. Journal of Abnormal Psychology, 78(1), 107–126. https://doi.org/10.1037/h0031360
  • Martell, C. R., Addis, M. E., & Dimidjian, S. (2004). Finding the Action in Behavioral Activation. In S. C. Hayes, V. M. Follette, & M. M. Linehan (Eds.), Mindfulness and Acceptance: Expanding the Cognitive-behavioral Tradition. New York: The Guilford Press.
  • Martell, C. R., Dimidjian, S., & Herman-Dunn, R. (2010). Behavioral activation for depression: a clinician’s guide. New York: The Guilford Press.
  • Matthews, G., & Wells, A. (2004). Rumination, Depression, and Metacognition: the S-REF Model. In C. Papageorgiou & A. Wells (Eds.), Depressive Rumination (p. 296). Chichester, UK: Wiley. https://doi.org/10.1002/9780470713853
  • Nakajima, M., Takano, K., & Tanno, Y. (2018). Contradicting effects of self-insight: Self-insight can conditionally contribute to increased depressive symptoms. Personality and Individual Differences, 120, 127–132. https://doi.org/10.1016/J.PAID.2017.08.033
  • Nezu, A. M., Maguth Nezu, C., & Greenfield, A. P. (2018). Problem Solving. In S. C. Hayes & S. G. Hofmann (Eds.), Process-Based CBT. Oakland: Context Press.
  • Nolen-Hoeksema, S. (1991). Responses to Depression and Their Effects on the Duration of Depressive Episodes. Journal of Abnormal Psychology, 100(4).
  • Spasojević, J., & Alloy, L. B. (2001). Rumination as a common mechanism relating depressive risk factors to depression. Emotion, 1(1), 25–37. https://doi.org/10.1037/1528-3542.1.1.25
  • Takano, K., & Tanno, Y. (2009). Self-rumination, self-reflection, and depression: Self-rumination counteracts the adaptive effect of self-reflection. Behaviour Research and Therapy, 47(3), 260–264. https://doi.org/10.1016/J.BRAT.2008.12.008
  • Análisis
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La salud mental en Venezuela

  • 08/07/2019
  • Alejandro Becerra

Venezuela atraviesa la crisis político-económica más difícil de su historia contemporánea. El Fondo Monetario Internacional (FMI), en su informe de perspectivas económicas globales para 2018-19, prevé que este país tendrá en 2019 una inflación de 10.000.000 % y proyecta que su economía caerá este año un 18 % y su PIB se reducirá el año que viene un 5 %. Según datos brindados en marzo por la Asamblea Nacional Venezolana, los precios de los productos se incrementaron en un 53.7 por ciento durante febrero, una disminución frente al 191.6 por ciento acumulado durante el mes anterior.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), incluyó a Venezuela dentro de los países en alto riesgo de seguridad alimentaria en su informe trimestral en abril de 2019 sobre seguridad alimentaria, donde asegura que en los meses venideros no se espera que la situación de seguridad alimentaria mejore. Además de Venezuela, los demás países en alto riesgo según este análisis son: Yemen, Sudán del Sur, Sudán, Zimbabue, Camerún, Burkina Faso, Afganistán, Nigeria y Haití.

Para la Fundación Bengoa y el Observatorio Venezolano de la Salud (OVS), según su reporte nacional publicado en diciembre de 2018, Venezuela pasa por una Emergencia Humanitaria Compleja desde el 2015 que compromete severamente el derecho humano a la alimentación de sus 31.8 millones de habitantes y especialmente de las poblaciones y comunidades en extrema pobreza por los efectos del hambre y la desnutrición. Asimismo la comisión de Desarrollo Social de la Asamblea Nacional Venezolana indica que existe una escasez de medicamentos del 88 %.

Según todos estos datos, se puede deducir que las personas con alguna psicopatología se ven directamente afectadas por la escasez de medicamentos, llevándolas a un curso tórpido de su padecimiento. Ahora ¿qué ocurre con el venezolano que no presenta ningún problema de salud mental?, para responder esta interrogante y debido a que hasta el momento no existían datos de algún estudio sobre el tema, se realizará un análisis desde paradigmas de distintos enfoques con relación a varias corrientes psicoterapéuticas, para esto es necesario conocer qué es la salud mental o salud comportamental.

Salud mental o salud comportamental

Tener un definición concreta o unificada sobre la salud mental o comportamental ha sido difícil desde la utilización del término, ya que en la psicología aplicada suele utilizarse el de salud comportamental, además existe el hecho de llevar algo tan subjetivo y complejo como lo es la conducta, pensamientos, sistemas de creencias y cultura, a algo objetivo y concreto como lo es una definición. Durkheim escribió: «Si damos con un criterio objetivo, inherente a los hechos mismos, que nos permita distinguir científicamente la salud de la enfermedad en los diversos órdenes de fenómenos sociales, la ciencia se encontrará en condiciones de iluminar la práctica sin traicionar su método propio». El autor advierte sobre la complejidad de la tarea y de ahí el debate que existe por tener una definición unificada, donde es necesaria una profundización epistemológica.

La definición  de salud mental por lo tanto no es una impostura pseudocientífica que se limite a consagrar valores y prejuicios sociales. Sin embargo no es una definición libre de valores y es además una construcción, imprescindible en la psicología, que pudiera confundirse a un término exclusivo de un enfoque desde la perspectiva de la psicología básica. Por eso se propone no sólo un concepto acerca de ésta, sino varios conceptos que permitan dar cabida a datos, categorías y principios ampliamente admitidos hoy en psicología. Pero su presentación aquí es de propuesta conceptual y teórica desde los paradigmas, derivada, en sí, de hallazgos empíricos.

Algunos tratados de psicopatología empiezan por dedicar algunas páginas a delimitar y describir el trastorno mental en su generalidad, donde se puede entender la salud mental como ausencia de enfermedad mental. Ahora bien la salud mental es mucho más compleja. Maher señala, como indicadores psicopatológicos, la expresión por parte del sujeto de «sentimientos de angustia o de infelicidad, su propensión a una conducta incapacitante que le coarta en la ejecución de sus obligaciones diarias y la falta de contacto con la realidad».

Skinner indica que la enfermedad mental se relaciona con «ciertas formas de comportamiento perturbadoras o peligrosas para el individuo o para los demás» y también que «provoca ciertas molestias» al individuo. Un doble criterio  de molestias frente a bienestar y de perturbación o no, sirve en ese análisis.

Jahoda mencionaba tres rasgos típicos de la persona con salud mental: 1) desplegar un ajuste activo, tratando de alcanzar algún control de su entorno; 2) una percepción realista de sí misma y de su mundo; 3) una cierta unidad e integración estable personal. Los rasgos o criterios pueden ser más numerosos, añadiendo casi siempre el bienestar o el sufrimiento psíquico como característico de la salud o del trastorno.

Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud mental como un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.

Existe en Venezuela una variable etiológica importante para la alteración de la salud mental o comportamental: el medio ambiente hostil

Según la Asociación Americana de Psicología (APA), la salud mental se concibe como la forma en la que nuestros pensamientos, sentimientos y conductas afectan a nuestra vida. Una buena salud mental nos lleva a tener una imagen positiva de nosotros mismos y, a la vez, fomenta las relaciones satisfactorias con amigos y otras personas.

Asimismo Bergeret afirma que «un ser humano se halla en un estado normal, sean cuales sean sus problemas personales profundos, cuando consigue manejarlos y adaptarse a sí mismo y a los demás, sin paralizarse interiormente». También sobre el polo de salud, y no sólo el de trastorno, se pronuncian Freedman y Kaplan de modo muy conciso: «estado de salud emocional en el que la persona es capaz de funcionar cómodamente dentro de la sociedad».

Etiología

Luego de haber descrito diferentes definiciones sobre salud mental, se debe estudiar la etiología de enfermedad mental,  entendemos a etiología como la rama de la ciencia que se encarga del estudio y análisis de la causa o génesis de las cosas, fenómenos o situaciones. En psicología la etiología busca las causas de que un individuo posea diferentes cogniciones o creencias, realice o no una conducta concreta o bien de los factores que provocan un trastorno mental. En este ámbito el estudio de las causas es relativamente más complejo, dado que los fenómenos mentales no resultan directamente observables. Es necesario extrapolar la información a partir de las relaciones establecidas entre diferentes variables.

Variables Etiológica:

  • Atributos hereditarios: antecedentes de familiares con alteración mental.

  • Medio ambiente: exposición a un medio estresante u hostil.

  • Orgánico: por una alteración, trastornos metabólicos, trastornos hormonales, tumores, traumas físicos, etc.

Entiendo que Venezuela atraviesa una de las crisis más difíciles de su historia contemporánea con la mayor inflación a nivel mundial, escasez de alimentos y medicamentos, lo que convierte en un medio ambiente hostil lo cual representa una variable etiológica para alterar la salud mental del venezolano. Además de la vulnerabilidad que pueden tener quienes presentan antecedentes de familia con alteración mental o quienes sufren de una enfermedad orgánica.

Ahora bien, se puede entender que la salud mental del venezolano es alterada por al menos la variable etiológica del medio ambiente, pero saber las consecuencias y la cantidad de personas que se ven afectadas se hace muy difícil sin la existencia de un estudio, aunque en mi experiencia empírica perciba que una cantidad importante de personas manifiesten, como señala Maher, sentimientos de angustia, de infelicidad y una conducta incapacitante en la ejecución de sus obligaciones diarias debido al medio ambiente hostil.

Así mismo es importante tomar en consideración que cada ser humano responde de manera distinta ante cualquier situación o estímulo, en donde la respuesta dependerá de su aprendizaje y sistema de creencia, como lo expresa Bergeret, quien indica la existencia de salud mental cuando una persona «cuáles sean sus problemas personales profundos, cuando consigue manejarlos y adaptarse a sí mismo y a los demás, sin paralizarse interiormente». A pesar de la existencia de un medio ambiente hostil, siendo un factor importante para alterar la salud mental, no todos los venezolanos tienen una alteración en su salud mental, que nos lleva a la pregunta crítica: ¿si al resolver los conflictos generados por la crisis, la persona ha aceptado significativamente o no su capacidad de adaptarse al medio ambiente hostil, manteniendo al mismo tiempo su capacidad de placer?

Conclusión

Luego de analizar algunos aspectos importantes de la crisis en Venezuela, así como  aproximarnos en la definición de salud mental o comportamental y una descripción  etiológica de enfermedad mental se puede concluir que:

  • Existe en Venezuela una variable etiológica importante para la alteración de la salud mental o comportamental: el medio ambiente hostil. Necesitamos investigaciones para conocer el impacto de dicha variable en la salud mental de ésta población.
  • Dependiendo de la respuesta de la persona y sus herramientas para poder enfrentar al medio ambiente hostil, se verá alterada la salud mental o comportamental. Es sin duda un ambiente perfecto para estudiar temas como la resiliencia y los factores que contribuyen a desarrollarla.

Referencias bibliográficas:

  • APA (2019) Cambie de Opinión Acerca de la Salud Mental, American Psychological Association Sitio web: https://www.apa.org/centrodeapoyo/cambie
  • Begona. (2018). Emergencia Humanitaria Compleja En Venezuela Derecho A La Alimentación. Reporte Nacional, 1, 2-9.

  • Bergeret, J. (2008) La Personalidad Normal Y Patológica Gedisa Editorial, United States

  • Casado, E. (2001). Pensamiento y creatividad. En Hacia una psicología de investigación (43-70). Caracas: Universidad Central de Venezuela.

  • Delgado, M. (2019). La inflación de Venezuela se desacelera pero sigue exorbitantemente alta. Marzo 29,2019, del Nuevo Herald Sitio web: https://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/america-latina/venezuela-es/article227740674.html

  • Durkheim, E. (1978). Las reglas del método sociológico, Madrid, Morata.

  • Fierro, A. (2000). Salud (Comporta)Mental: Un Modelo Conceptual. Revista de Psicología general y aplicada, 53, 147-164

  • Freedman, A. Kaplan, H. & Sadock, B. (1982). Tratado de psiquiatría 2a. Edición

  • Herrera, F. (2007). Las personalidades psicopaticas. Zulia: Ediciones Alfaguaras.

  • Jahoda, M. (1955). Toward a social psychology of mental health. Nueva York, Norton.

  • Maher, B. A. (1979). Principios de Psicopatología. Méjico, McGraw-Hill.

  • Martines, F.. (2019). FMI prevé inflación de 10.000.000 % en Venezuela para 2019. Marzo 29. 2019, de Diario Las Americas Sitio web: https://www.diariolasamericas.com/america-latina/fmi-preve-inflacion-10000000-venezuela-2019-n4164044

  • OMS. (2013). Salud Mental. Marzo 27,2019, de Organización Mundial de la Salud Sitio web: https://www.who.int/features/factfiles/mental_health/es/_

  • Ordoñez, A. (2011). Personalidad normal y patológica. En Fisiopatológico de la personalidad (37-63). Mérida: Universidad de los Andes.

  • Prada, C. (2018). Salud mental: definición según la psicología. Marzo 27, 2019, de Psicología-Online Sitio web: https://www.psicologia-online.com/salud-mental-definicion-segun-la-psicologia-4196.html

  • Redacción. (2019). Venezuela en “alto riesgo” según informe de seguridad alimentaria de la FAO. Marzo 29, 2019, de Voa Noticias Sitio web: https://www.voanoticias.com/a/venezuela-en-alto-riesgo-segun-informe-de-seguridad-alimentaria-de-la-fao-/4885137.html

  • Skinner, B. F. (1969). Ciencia y conducta humana. Barcelona, Fontanella.

  • Salud Mental y Tratamientos

Entrenamiento neurocognitivo en niños con TDAH ¿Qué tan efectivo es?

  • 04/07/2019
  • Mauro Colombo

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), es uno de los trastornos del neurodesarrollo de mayor prevalencia en la actualidad. Alrededor de un 5% de la población infanto-juvenil lleva este diagnóstico. Dentro de las características habituales del cuadro, hallamos diversas dificultades para el control de impulsos, fallas generales de las funciones atencionales, hiperactividad y desorganización general a nivel comportamental. En la adolescencia, estos niños tendrán mayores probabilidades de presentar otros trastornos comórbidos, como ansiedad, depresión o consumo de sustancias (Ives, 2006).

Existen muchas controversias en relación al TDAH, algunas cuestionando su existencia (pueden leer aquí sobre eso), otras criticando el aumento desmedido del cuadro o alertando de sobrediagnósticos, y otras en relación a que tratamientos son más eficaces. Al respecto, y ya que es el tema que nos compete en el presente artículo, uno de los grandes debates en torno a este trastorno está dado en que tipo de abordaje debe ser tomado como de primera línea, si los de corte psicológico, si los medicamentosos, o los combinados. En Psyciencia en numerosas oportunidades se abordó esta cuestión, ya sea mostrando los beneficios de la terapia de conducta, analizando los efectos (positivos y negativos) de los psicofármacos, o comparando los efectos de administrar en diversos órdenes un tratamiento psicológico o farmacológico.

Un metaanálisis publicado este año se propuso investigar la utilidad de los programas computarizados de entrenamiento neurocognitivo en niños con TDAH, para evaluar la eficacia de estos.

¿En qué consisten los programas computarizados de entrenamiento neurocognitivo?

Los programas de entrenamiento neurocognitivo apuntan a intervenir en (valga la redundancia) déficits cognitivos, mediante la utilización de estrategias y procedimientos neuropsicológicos y herramientas externas, cuya finalidad es incrementar el procesamiento de información y la adaptación funcional de personas con algún tipo de disminución neurológica (Carvajal – Castrillón & Restrepo, 2013). Este tipo de entrenamientos puede utilizarse en muy diversas poblaciones, aunque la revisión a la que aludimos se ha abocado a su aplicación en TDAH y específicamente, en niños. En este trastorno, aquellos componentes neuropsicológicos que se encuentran con mayor afectación según la literatura científica son la atención, la inhibición y la memoria de trabajo. También encontramos menciones a la velocidad de procesamiento, la organización motora, percepción temporal y aversión a la demora (Yáñez & Prieto, 2016).  La flexibilidad cognitiva, el lenguaje y la orientación visoespacial son otras habilidades afectadas (Pérez, Molina & Gómez, 2016).

Los programas computarizados de entrenamiento neurocognitivo por su parte son herramientas informáticas que buscan cumplir los mismos roles que los procedimientos tradicionales neuropsicológicos, para incrementar aquellas funciones mencionadas anteriormente. Se apoyan por un lado en los nuevos desarrollos de la tecnología informática, y por el otro en la amplia popularidad que tienen, especialmente en niños y adolescentes. Estos programas, de la misma forma que se mencionó en torno de los entrenamientos habituales, pueden ser útiles para una amplia gama de personas con problemas neurológicos, incluidas (más bien eso busca determinar la revisión a la que hacemos referencia aquí), personas con TDAH.

La evidencia científica sobre la utilidad del uso de programas de rehabilitación cognitiva es controversial

Dentro de las ventajas que estas nuevas herramientas podrían tener, encontramos la adaptación de los estímulos a lo sujetos, la retroalimentación inmediata, el entrenamiento de acuerdo con el rendimiento y una mayor accesibilidad (Rute – Pérez, 2018). El uso de estos programas se ha ampliado en los últimos años, y si bien existe cierta evidencia de su utilidad para personas con trastornos de déficit de atención e hiperactividad, la misma no es consistente por el uso de distintos programas o discrepancias en las habilidades de las que se ocuparían de estimular.

En qué consistió la revisión

Para rastrear las investigaciones que evaluaron la eficacia de estas herramientas en TDAH, se realizó una búsqueda en bases de datos como PubMed, Web of Science (ISI), SciELO, Redalyc, PsycINFO, MEDLINE y Dialnet. Además de buscadores como Google Académico. Como criterios de inclusión, los estudios debían estar comprendidos entre el 2013 y el 2018, poniendo como tope por cada programa hasta 50 estudios, y abocados a niños y adolescentes con TDAH. A su vez, podían ser artículos empíricos, de revisión, tesis o libros relacionados con la temática. Podían estar redactados en cualquier idioma y debían estar completos y ser de libre acceso.

Para el análisis de la revisión, se organizaron los programas teniendo en cuenta aspectos comunes entre ellos, además de la observación de similitudes y diferencias entre las evidencias reportadas.

Se encontraron 2182 resultados, de las cuales únicamente 60 cumplieron los criterios de inclusión señalados anteriormente. Estos resultados se organizaron teniendo en cuenta: autores, idioma, descripción, población objetivo, edades, tipo de programa (dirigido a población general o TDAH), intervención grupal o individual, frecuencia de uso y duración del programa de entrenamiento. A su vez, se categorizaron de acuerdo con los diversos dominios neurocognitivos que se trabajan en el trastorno en cuestión.

Resultados de la búsqueda

Entre los 60 estudios que cumplieron los requisitos de inclusión, se encontraron 12 programas de entrenamiento neurocognitivo. Los mismos son: BrainHQ, Captain’s Log Mind Power Builder, Cogmed, CogniFit, Engage, ETAM, Jungle  Memory, Learning  Rx,  Lumosity, MeMotiva  Junior, TDAH Kids  Trainer y TEAMS.

De estos 12 programas, 7 están disponibles en el idioma español y en 6 la edad a la que están dirigidos es variable, pudiendo utilizarlos tanto niños como adultos. A la población general se enfocan 2, mientras que 4 de ellos tienen ejercicios tanto para la población en general como para TDAH. El resto, son específicos del trastorno por déficit de atención e hiperactividad. La mayoría de ellos prefieren el entrenamiento individual más que grupal.

De la revisión, aquellos de los que se encontró mayor evidencia son en orden decreciente:

  • Cogmed

  • Lumosity

  • Learning RX

  • Cognifit

  • TEAMS

Los objetivos de estos programas no eran los mismos en cada caso, buscando intervenir sobre funciones diversas como velocidad de procesamiento, habilidades sociales, atención, memoria, razonamiento, lenguaje, habilidades visoespaciales y motoras, percepción, etc.

Análisis de los resultados

De acuerdo a las investigaciones, no se ha podido establecer la frecuencia de utilización óptima para rehabilitar/ fomentar las habilidades de las cuales se ocupan estos programas. Existe variación entre la utilización de estas herramientas, aunque se podría establecer una frecuencia promedio de 3 veces por semana para producir cambios significativos.

Si bien se han indicado aquellas habilidades que toman como objetivos de cambio, la mayoría se aboca principalmente a memoria de trabajo y atención, probablemente descuidando otras.

Aquel programa del que más evidencia a favor se halló fue el Cogmed. Los que menor cantidad de estudios mostrando evidencia de su utilidad tuvieron fueron el Captain’s Log Mind, ETAM y Jungle Memory. Esta información resulta de utilidad en caso de buscar un complemento de abordaje de este tipo en TDAH.

De aquellos programas que más estudios tuvieron, dos metaanálisis arrojaron que el entrenamiento sobre memoria de trabajo auditiva, memoria de trabajo visoespacial, atención y habilidades de lectura mostraron un pequeño impacto solo en memoria de trabajo auditiva y un efecto de pequeño a moderado en memoria de trabajo visoespacial. No hubo impacto en atención. Sin embargo, los padres de estos niños registraron mejoras en cuanto a la atención y maestros registraron menores niveles de hiperactividad de los pequeños.

Teniendo en cuenta la motivación para el cumplimiento de tareas y lo atractivas que pueden ser las herramientas informáticas para niños y adolescentes, estos programas constituyen una interesante línea de trabajo para continuar con investigaciones y desarrollos.

En líneas generales, la evidencia científica sobre la utilidad del uso de programas de rehabilitación cognitiva es controversial. Algunos autores resaltan la dificultad que presenta la elección de programas, que suele ser aleatoria, y que la cantidad de ejercicios más que colaborar, dificultan las intervenciones. Otros en cambio, resaltan la poca adaptación que tienen estas herramientas a los contextos educativos.

No se han reportado por el momento la realización de ensayos de control aleatorizados, por lo que en última instancia aun no es posible determinar con certeza si estos programas revisten realmente utilidad clínica. Dado que las dificultades y déficits presentes en el TDAH (y en cualquier trastorno mental) son variables y dispares, la terapéutica debe tener en cuenta la individualidad de cada sujeto. Existen diferencias socioeconómicas, de edad, tipo de TDAH, efectos de medicación, acceso a servicios de salud, comorbilidad y otras que hacen imposible utilizar programas estandarizados.

La utilización de programas entonces, más allá de las variantes al interior de cada uno que pueda presentar, no suple y no llega a compensar por ende la evaluación personalizada de cada niño. Esto es una dificultad, que por otro lado deja de manifiesto otra de las conclusiones a las que se llegó en la revisión: por el momento estas aplicaciones no pueden reemplazar a otros tipos de tratamientos (sean psicológicos y/o farmacológicos), sino que deben ser estudiados como complementos de las intervenciones en curso.

Otra limitación consistió en la falta de implicación de padres y maestros en los tratamientos. La psicoeducación y el aporte de herramientas específicas para estos actores (pueden leer para padres y para maestros) resultan en un aporte fundamental para la mejora y la generalización de las habilidades implementadas en los tratamientos, ya sean tradicionales o por medio de programas informáticos.

Se concluye de la revisión que, si bien los programas de rehabilitación neurocognitiva son prometedores en cuanto a resultados, es necesaria más investigación para determinar concretamente cuales son más eficaces, para que habilidades; a la vez que incluyan a familias y docentes en su aplicación y puedan ser más adaptables a las diferencias de capacidades e individuales de cada niño.

Referencias bibliográficas:

  • Carvajal – Castrillón, J. & Restrepo P., A. (2013). Fundamentos teóricos y estrategias de intervención en la rehabilitación neuropsicológica en adultos con daño cerebral  adquirido. Revista CES Psicología, 6 (2). 135 – 148.

  • Fernández – Daza, M. (2019). Rehabilitación Neuropsicológica en niños con TDAH: ¿Qué dice la evidencia sobre el entrenamiento neurocognitivo? Revista Guillermo de Ockham, 17 (1).

  • Ives, E. (2006). Intervenciones no farmacológicas en el entorno familiar de niños con Trastorno por Déficit de Atención con/sin Hiperactividad. Revista Pediatría de Atención Primaria. VIII (4) 57- 67.

  • Pérez, M. A., Molina, D., & Gómez, M. (2016). La Intervención Neuropsicológica en el Tratamiento Interdisciplinar para el TDAH. Neuropsicología, 1 (2), 2.

  • Rute – Pérez, S. (2018). Intervención neuropsicológica basada en nuevas tecnologías para personas con daño cerebral adquirido en fase crónica y para mayores (tesis doctoral). Universidad de Granada, Granada, España.

  • Yáñez, M y Prieto, D. (2016). Trastorno por déficit de atención/hiperactividad. En Yáñez, M. (Eds.), Neuropsicología de los trastornos del neurodesarrollo: Diagnóstico, evaluación e intervención. México, D. F.: Editorial El Manual Moderno.

  • Cursos recomendados

Prevención de suicidio: curso online gratuito de la OMS

  • 04/07/2019
  • David Aparicio

Actualizado: Incluye enlace de inscripción al curso en español.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (PAHO) ha abierto la matricula gratuita para el curso virtual de Prevención de la autolesión y el suicidio: empoderamiento de los profesionales de atención primaria de salud

Este curso busca entrenar y proveer de estrategias especificas de prevención de suicidio a todos los profesionales de atención primaria de salud, médicos,  enfermeras, trabajadores sociales, estudiantes de medicina, estudiantes de psicología, psicólogos y encargados de los programas de salud pública.

Programa del curso

El curso consta de 7 módulos:

  • Módulo 1: Introducción a la autolesión y el suicidio (módulo de conocimientos)
  • Módulo 2: Preguntar por la autolesión y el suicidio y formas de presentación clínica (conocimientos y adquisición de habilidades)
  • Módulo 3: Habilidades de comunicación (conocimientos y adquisición de habilidades)
  • Módulo 4: Evaluación de la autolesión y el suicidio (conocimientos y adquisición de habilidades)
  • Módulo 5: Manejo de la autolesión y el suicidio (conocimientos y adquisición de habilidades)
  • Módulo 6: Seguimiento (conocimientos y adquisición de habilidades)
  • Módulo 7: Estrategias de prevención de suicidios (conocimientos y adquisición de habilidades)

Duración

La OMS y PAHO explican que el curso es de acceso libre y cada participante puede decidir los tiempos y momentos que le dedicarán al curso. Pero se contempla un tiempo estimado de 60 a 90 minutos por modulo, lo que da una carga horaria total de 16 horas.

Para inscribirte solo debes visitar el siguiente enlace.

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  • Cómo actuar cuando alguien expresa directa o indirectamente pensamientos de suicidio
Tips para terapeutas
  • Cómo ayudar a tus consultantes para replantear la autocrítica
  • ¿Qué hacer cuando los pacientes usan el “sí, pero” para evitar el cambio?
  • Cómo ayudar a los pacientes cuando experimentan mucha ansiedad y desregulación en la sesión
Recursos
  • Hoja de automonitoreo para consultantes (PDF)
  • (PDF) Diagnóstico del TDAH en adultos: características clínicas y evaluación
  • 4 pasos para enmendar un error
Podcast
  • «Desafios y oportunidades» con José Morales – Watson, episodio 13
  • «Formación accesible para psicólogos» con Miguel Valenzuela – Watson, episodio 10
  • «Terapia de familia y pareja» con Tomás Vásquez – Watson, episodio 20
Webinars
  • Abordaje transdiagnóstico de la depresión en adolescentes
  • Domina tu productividad con Todoist (Webinar)
  • Psicofarmacología para psicólogos (webinar grabado)
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