¿Por qué ahora decides venir a terapia? Es una pregunta clave en la primera sesión terapéutica porque nos permite conocer qué ha motivado al paciente a buscar ayuda, ya que usualmente los pacientes no van al psicólogo como primera opción o cómo prevención, sino que primero prueban otras opciones. Con ésta pregunta también podremos conocer que ha cambiado en la vida del paciente y cómo podremos usar eso como recurso motivador en el proceso psicoterapéutico. Este y otros detalles más nos los explica Buenaventura del Charco Olea, psicólogo de Aprende Viendo Terapia, centro oficial de prácticas de grado y master en psicología en España.
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marzo 2016
Por qué no hay una Psicología

¡Qué bueno es reunirse cierto día con compañeros y aprovechar para conversar espontáneamente sobre lo que estudiamos! Varias veces lo he hecho y he reflexionado sobre este asunto de los enfoques en Psicología. No suele transcurrir mucho tiempo entre el primer día de clases y la primera ocasión en que tomamos, con manos aún muy jóvenes, la bandera de algún enfoque disciplinar que ha logrado llamar nuestra atención. Habiendo abandonado la cándida imparcialidad de novato, nos “casamos con un enfoque” –¡vaya expresión!– y nos ubicamos aquí o allá, entre las tensiones y rivalidades “intelectuales” que fragmentan el gremio de los psicólogos de ayer, de hoy y de quién sabe cuánto más.
El tema, opino, merece mucha atención y varios minutos de nuestras cavilaciones. Seguramente nos hemos topado con el eterno problema de “las psicologías”, de las escuelas y los enfoques aparentemente irreconciliables. Presento aquí mi opinión, y la formulo casi en honor de las veces que hemos imaginado la posibilidad de “unificar” el collage de la Psicología.
¿Qué tal si empezamos por algo que, me imagino, no es fácil admitir?: En este tema de las divisiones entre nuestros colegas lo que está en juego la mayor parte del tiempo no es la codiciada objetividad del saber psicológico.
Nosotros, veteranos en no ponernos de acuerdo, sabemos muy bien que las fronteras entre uno y otro “gran psicólogo”, donde empieza o termina una escuela, una teoría, un enfoque o un paradigma, yacen regularmente ambientadas por la perseverante confrontación entre adeptos de cada postura, para quienes tanto hay de acierto en los propios supuestos como hay de error en los del sector vecino.
LAS DIVISIONES ENTRE NUESTROS COLEGAS LO QUE ESTÁ EN JUEGO LA MAYOR PARTE DEL TIEMPO NO ES LA CODICIADA OBJETIVIDAD DEL SABER PSICOLÓGICO
Cuando llevamos cierto tiempo en estos terrenos limítrofes memorizamos o reconocemos con facilidad los instrumentos más empleados para debatir: las frases desgastadas de autores clásicos, el listado de críticas generalizadas extraídas de unos cuantos best-sellers, argumentos sacados del armario personal, señalamientos fundados en el prejuicio y la no-comprensión, reproches (que sin notarlo recaen también sobre la propia postura), la demagogia maniqueista ciencia/pseudociencia, la evitación del debate, salidas fáciles, fórmulas engañosas… y, de vez en cuando, sensatas reflexiones, buenos razonamientos. ¿Y qué hay detrás de toda esta algarabía sino nosotros mismos?
Me explico. No debemos perder de vista que la Psicología es lo que hacen los psicólogos, no un mundo platónico de las ideas en existencia latente. He llegado a pensar que el destino inexorable de los psicólogos es el devenir constante de su condición humana, y esta condición humana se encuentra en la raíz misma de cualquier postura, de cualquier ideología. El meollo del asunto es que en toda ideología, en todo fundamento del pensamiento propio, hay “algo personal” que sostiene el grado de afinidad con la idea correspondiente, ese “estar de acuerdo con”; sin embargo, el carácter de tal “enganche” escapa a nuestra muy pretendida racionalidad, y podemos constatarlo cada tanto.
Dicho de otra forma, lo que opinamos está a menudo apoyado sobre aspectos importantes de nuestra persona; es parte de lo que llamamos identificación, y sí, también ocurre con el pensamiento. De allí que, en esencia, creamos lo que “queremos” (o nos vemos predispuestos a) creer (por los motivos psicológicos que fuere y respecto a los cuales ya empezaríamos a divergir en opiniones).
“Debemos darnos cuenta que el modo por-defecto de la psicología humana es aferrarse a ciertas creencias consoladoras por puras razones emocionales, y luego justificar esas creencias con racionalizaciones post-hoc” – Steven Novella.
Estos términos ponen en relieve nuestra subjetividad incluso en el dominio del saber, donde muchos prescriben la abnegación más intelectual y rehúyen cualquier vestigio de “irracionalidad”. Acaso sea más difícil aun admitir en este punto que en nuestros gethos disciplinares (enfoques, escuelas, teorías, paradigmas, filosofías, epistemologías, etc.) también hay una ideología con la cual nos hemos identificado ante todo por la complicidad entre sus implicaciones prácticas y eso de nosotros que nos mueve a creerla.
DEBEMOS DARNOS CUENTA QUE EL MODO POR-DEFECTO DE LA PSICOLOGÍA HUMANA ES AFERRARSE A CIERTAS CREENCIAS CONSOLADORAS POR PURAS RAZONES EMOCIONALES
Asimismo, quienes ostentan esa ruidosa fachada de ciencia metódica y escrupulosa ocultan, a mi parecer, un intrincado laberinto de ideología y creencia que gira en torno a sí mismos camuflados por el discurso de la objetividad y la veracidad, de las pruebas, los hechos y la rigurosidad científica en la que se ha pretendido bautizar nuestra profesión.
Pero… ¿qué ocurre en la Psicología, que contrasta con el feliz consenso en las Ciencias Exactas? Posiblemente se deba a lo que es objeto de nuestro estudio y labor, esto es, nosotros mismos. ¿No habríamos de esperar una participación activa de nuestra subjetividad en cualquier intento de conocernos a nosotros mismos? Pues bien, somos nosotros mismos quienes estamos en juego y no existe forma alguna de extirpar el influjo de nuestro acontecer psíquico/mental (emociones, creencias, conflictos, prejuicios, hábitos, valores, etc.) en el conocimiento de que somos capaces. En el mejor de los casos, quizá podamos tan sólo levemente depurar ese influjo.
Esta conclusión, que a algunos puede parecer obvia y a otros cuestionable –¡qué bien que lo sea!–, aparenta ser ignorada en muchos casos cuando nos topamos con la diversidad de perspectivas vigentes, aún muy vigentes, en la Psicología; cuando comprendemos que la historia de nuestra profesión no es una sucesión lineal de paradigmas y que muchos aún juran ver un vestido azul con negro mientras otros insisten en que es blanco con dorado –si se me permite la analogía–.
Estamos en aprietos cuando intentamos hablar de una Psicología. Sabrá a qué me refiero quien cierta vez haya sido sorprendido por algún inocente mortal que pregunta algo tan sencillo como “¿Qué estudia la Psicología?”, “¿Qué dice la Psicología sobre…?”, “¿Cómo hace un Psicólogo en tal caso?”. Nosotros ya no somos tan inocentes, ¿no?
A pesar de todo, algunos nos preguntamos… ¿es posible una Psicología?
No me arriesgaré a responder, pero es tentadora la pregunta.
Hay quienes auguran el futuro ascenso triunfal y hegemónico de su candidato favorito; algunos piensan que esto ya sucedió. También los hay quienes desdeñan, por demasiado optimismo, cualquier ambición de unificar la disciplina. Hay quienes no ven necesidad alguna de ello. Otros parecen dispuestos a reñir y competir sin tregua hasta el ocaso de sus rivales. Y sin embargo me llaman mucho la atención quienes aluden la inexistencia real del conflicto, porque “es lo mismo pero con otras palabras”. Eso lo dudo, aunque no es difícil acomodar las cosas para que así parezca.
Empero, ¿podría suceder que cada getho haya vislumbrado hasta la fecha tan sólo una fracción del “hecho psicológico”, de lo que ocurre realmente con nuestra mente y comportamiento?, ¿es demasiado descabellado suponer que todos están observando tan sólo diferentes partes de un mismo objeto y que, por lo tanto, a cada cual corresponde una cuota de acierto en lo que refiere a su sector particular, pero también una dosis mayor de desvarío en cualquier especulación sobre el todo?

Probablemente, lo que estudiamos no es tan “sencillo” como un elefante sino muy extraño como el ornitorrinco, o dantesco como la quimera.
Es por lo menos un gesto de entereza intelectual reconocer que los psicólogos de muchos enfoques, escuelas o teorías han recopilado evidencias a favor y en contra de sus posturas y de las ajenas; que la experiencia profesional sugiere para cada postura una efectividad limitada a ciertos casos; que sus años de historia no hacen ni más próximo ni más lejano su fin; en últimas, que cada una yace más o menos bien cimentada en sus fundamentos y contextos epistemológicos.
Eso NO significa que “¡Todo se vale!”, pues el pensamiento complejo no es por ello blando y permisivo. De hecho, dos de los motores principales para el avance en el saber psicológico son el pensamiento crítico y el escepticismo científico; la rivalidad interna, que tampoco es cosa nueva en la profesión, ha sido en ocasiones un incentivo para el mejoramiento, pero, más a menudo quizá, un motivo de estancamiento. Paradójico.
ESO NO SIGNIFICA QUE “¡TODO SE VALE!”, PUES EL PENSAMIENTO COMPLEJO NO ES POR ELLO BLANDO Y PERMISIVO
Propongo, entonces, que pensemos un poco más en el asunto con toda la seriedad del caso. Por mi parte, suelo verlo en términos de “niveles de análisis”, algo similar al estudio de la materia desde los niveles físico, químico y biológico: cada uno con sus propias leyes, métodos y nociones teóricas. La Psicología para muchos asemeja una torta repartida en porciones para comensales que quisieran la torta completa. ¿Qué pensaríamos de una Psicología que estudiase parte de lo que somos como si se tratase de las capas de un mismo pastel, con límites difusos pero, al fin y al cabo, una diversidad reconciliada? La capa de los sistemas humanos, la capa de la conducta observable, la capa de los eventos cerebrales, la capa de los procesos cognitivos, la capa de lo inconsciente…
Consideremos que en cada nivel se originan algunos problemas que le son propios y en los cuales se especializa determinado enfoque. No obstante, algunas situaciones implican la interacción de varios niveles, e incluso algunas consecuencias similares podrían originarse en niveles diferentes a los de uno u otro caso. Además, los profesionales de la Psicología habrían de especializarse, preferiblemente, sólo en un nivel de análisis, pues hay suficiente tela por cortar como para apenas tener tiempo de ir a fondo en otro nivel.
Descabellado o no, esto sumaría complejidad al estudio de la Psicología. Pero, visto de cerca, poco sería lo novedoso, excepto por una actitud integradora de los saberes de cada enfoque, lo cual implica, de hecho, un esfuerzo nada despreciable. Y no se trata de nadar en un caos sin sentido, sino de obtener un pastel con buena apariencia, con forma definida, con estructura y armonía, uno que pueda saciar el hambre con los ingredientes a la mano. Podría ser un modelo temporal y defectuoso para hacer Psicología, es cierto; pero despejaríamos una ruta diferente (y a mi parecer, sensata) para un conflicto no tan intelectual como de intereses.
Más que respuestas, lo que aquí formulo son preguntas, y preguntas para pensar más allá de nosotros mismos.
El buen ánimo contribuye con el desempeño cognitivo

Las emociones ―esas compañeras cotidianas de nuestras vidas― influyen en la salud, la toma de decisiones, el modo de interpretar los hechos, las maneras de relacionarnos y también forman parte de todo proceso de aprendizaje. Por ello nuestro estado de ánimo es un factor a cuidar y tener en cuenta en todo desempeño cognitivo.
Por un momento propongámonos pensar en cómo nos sentimos cuando estamos de buen ánimo o en la actitud y conducta observada en nuestros alumnos o equipo de trabajo cuando un sentimiento de bienestar y alegría los envuelve. Sin lugar a dudas todo parece más fácil y fluido.
Cuando algo se torna emocionalmente interesante atrapa nuestra atención. Si una tarea que debemos realizar tiene sentido para nosotros podemos rendir mejor, del mismo modo que si escuchamos palabras de aliento mientras trabajamos nuestro desempeño se potenciará. De hecho, a medida que las investigaciones en el campo de la neurobiología de la afectividad avanzan otorgan cada vez más pruebas del valor de las emociones en nuestras vidas.
Si una tarea que debemos realizar tiene sentido para nosotros podemos rendir mejor
En el Max Planck Institute for Human Development de Berlín, Alemania, un grupo de investigadores liderados por la doctora Annette Brose se propuso evaluar cómo los estados emocionales influyen en el desempeño cognitivo y, más específicamente, en la memoria de trabajo (MT).
La MT nos permite mantener en mente temporalmente cierta cantidad de información y manipularla para resolver un problema o situación que se nos presenta, como, por ejemplo, recordar un número telefónico al que tenemos que llamar inmediatamente o un mensaje que debemos anotar para realizar algo más tarde.
Para su investigación el equipo de Brose reclutó a 100 adultos jóvenes con edades comprendidas entre los 20 y 30 años quienes debían realizar durante algunos días diversas tareas que implicaban el uso de la MT. Los participantes, además de resolver las consignas, debían anotar la motivación que sentían ante las mismas y su estado emocional durante la jornada.
Al evaluar las conclusiones, los científicos observaron un mayor rendimiento cuando los voluntarios registraban un estado emocional por encima de la media y este resultado era aun mejor cuando se sentían motivados ante la tarea.
observaron un mayor rendimiento cuando los voluntarios registraban un estado emocional por encima de la media
Esta investigación permite reflexionar sobre el valor que tiene el estado emocional y lo importante que es gestionar nuestras emociones, las de nuestros alumnos y equipo de trabajo para que el cerebro exprese su mayor potencial.
Algunos posibles puntos básicos a tener en cuenta son:
- Tiempo para generar vínculos: conocer a los alumnos y personas con las cuales se interactúa es fundamental para lograr una relación que permita la presencia de oxitocina y lleve al cerebro a sentir seguridad.
- Principio de adecuación: cada individuo es único y cada día también. Proponer tareas acordes con las posibilidades de cada individuo y del momento personal que pueda estar pasando. Antes del inicio de la clase o día laboral, es importante conocer el estado emocional de cada uno para saber si es necesario realizar una consigna que permita gestionarlo. Clases que hacen al desarrollo de habilidades emocionales y sociales deberían ser parte de todo espacio educativo y de capacitación.
- Motivación y desafío: los puntos anteriores permiten que las nuevas propuestas se vivan como desafíos y de este modo el circuito de recompensa cerebral se active, liberando así dopamina que despertará la motivación necesaria para realizar la tarea.
- Reforzamiento positivo: cada logro ―por más pequeño que sea― libera neurotransmisores que producen placer y este recuerdo positivo permite afrontar paso a paso cada vez desafíos mayores.
- Reconocimiento: valorar cada esfuerzo y meta alcanzada.
Conocer nuestro mundo emocional posibilita que cada uno de nosotros ―sin importar el lugar ocupado― contribuya en generar contextos que permitan aflorar lo mejor de nosotros, no solo a nivel cognitivo, sino también en lo que respecta a la vida de relación. De esta manera, seguramente todos nos veremos favorecidos.
Autor: NSE. Marita Castro – Directora de Asociación Educar
El poder terapéutico de los perros – La Nación

El diario La Nación tradujo un hermoso artículo de Jane Brody para The New York Times, acerca de la implementación de dos programas de terapia con animales, un tipo de intervención que cada vez toma más auge debido a la rápida conexión que pueden hacer los animales con las personas que pasan por un momento difícil.
El artículo nos presenta a Max, un perro habanero entrenado en la asociación Good Dog Foundation que visita regularmente a los pacientes de hospitales, asilos y escuelas, que le ha cambiado la vida a la gente:
Durante nuestra primera visita a los pacientes en mi hospital local, una mujer que dijo haber tenido un «día espantoso» invitó a Max a subir a su cama, le hizo cariños y, llorando de gusto, me agradeció enormemente el haberlo llevado para alegrarla.
Poco más tarde, en el ala de pediatría, una niña que aún no aprendía a hablar y que estaba hospitalizada por laringitis vio a Max y apareció ante nosotros en el corredor gritando de alegría. Los dos se cayeron de maravilla; incluso parecía que Max estaba sonriendo y ella reía mientras le daba palmaditas en la cabeza al perro.
Los estudios sugieren que la terapia con animales puede reducir los niveles de estrés de los pacientes y aumenta los niveles de endorfinas, las hormonas responsables de disminuir el dolor.
Otro programa que menciona el artículo es el de «Perros tras las rejas», que consiste en darle la responsabilidad a las personas que están en la cárcel de cuidar a los perros de distintos refugios que no han sido adoptados. Esto les permite a los reclusos de darle una tarea compasiva, darles un sentido de propósito y amor incondicional, dando como resultado se encuentra una disminución de la violencia y depresión reinante de los centros penitenciarios.
Una nueva mutación genética estaría relacionada tanto a los patrones inusuales de sueño como a la depresión estacional

He vivido toda mi vida en Panamá, un país tropical en el que tenemos días calurosos con períodos complementarios de 12 horas de luz y 12 de oscuridad durante todo el año. No me imagino cómo sería mi vida en otras partes del mundo, donde hay periodos en el año donde no se ve el sol o que no hay noches, como por ejemplo al norte de Finlandia, donde sus habitantes tienen 73 días sin que el sol se oculte y 51 días sin luz solar.
Esos cambios bruscos en el ritmo circadiano ocasionados por la falta de luz hacen que las personas que viven en esos lugares presenten mayor riesgo de tener problemas de sueño, mayores sentimientos de tristeza y depresión.
Un estudio publicado en la revista PNAS, buscó una explicación que fuera más allá de los factores ambientales provocados por la falta de luz, e identificó un mecanismo genético-molecular específico que conecta los patrones de sueño inusuales y el aumento de las tasas de depresión estacional. Estos hallazgos podrían promover nuevos tratamientos.
La Dra. Ying-Hui-Fu, autora principal del estudio, y el Dr. Louis Ptáček, son profesores de neurología en la Facultad de Medicina de la Universidad de California, San Francisco, y han estudiado las bases genéticas del sueño durante décadas, mediante entrevistas y la genotipificación de cientos de familias con inusuales problemas de sueño. Han estudiado durmientes hiper-eficientes que necesitan sólo unas pocas horas de sueño durante la noche, personas con importantes alteraciones del sueño heredadas, las personas que son más activas durante la noche o las que prefieren el día.
Anteriormente, el equipo había descubierto varios genes mutados que causaban un comportamiento raro del sueño en el que las personas presentaban un reloj biológico «rápido». Quienes tenían ésta condición, llamada “fase del sueño familiar avanzada” (FSFA), se acuestan a dormir a las 7:30 p.m. y con frecuencia despiertan a las 4:30 a.m.
Esta es la primera mutación humana directamente relacionada con el trastorno afectivo estacional
Ahora, mediante el estudio de tres miembros de una familia en la que muchos de sus miembros experimentan tanto FSFA y depresión estacional, también conocido como trastorno afectivo estacional (TAE), los investigadores han identificado una mutación genética específica que se produce en los miembros de la familia que experimentan ambas condiciones, lo que sugiere que el gen – PER3, un miembro de la familia de los genes circadianos – parece ser la clave en el nexo entre el sueño y el estado de ánimo.
«Esta es la primera mutación humana directamente relacionada con el trastorno afectivo estacional, y la primera señal clara de un mecanismo que podría vincular el sueño con los trastornos del estado de ánimo,» dijo Ptáček.
El TAE es uno de los trastornos del estado de ánimo más comunes del mundo, que afecta a aproximadamente el 3% de los estadounidenses y hasta un 9% de la población en los países de latitudes lejanas del norte y del sur, donde el acortamiento de los días de invierno es más extremo. Todavía no se sabe por qué algunas personas son particularmente sensibles a los días de invierno, pero un reloj circadiano sensible a la luz podría ser un factor.
Investigaciones anteriores han señalado una relación entre el sueño y la depresión en términos más generales: los pacientes que sufren de depresión mayor a menudo comienzan a dormir mucho más o mucho menos de lo normal, mientras que los trastornos del sueño también pueden ser un factor de riesgo para el desarrollo de la depresión.
«Hasta ahora, la evidencia de todo ha sido circunstancial,» dijo Fu. «Estas fueron todas las pistas, pero aun así era un gran rompecabezas.»
Para entender cómo la versión mutada de PER3 afecta a los ritmos circadianos y depresión en el invierno, Fu y Ptáček introdujeron la forma mutada del gen que se encuentra en la familia FSFA humano en ratones modificados genéticamente y simularon los efectos del cambio de las estaciones mediante la alteración de la longitud del día y de la noche.
Sorprendentemente, los ratones mutantes se comportaron en muchos aspectos como los seres humanos con FSFA, lo que es bastante común cuando el día y la noche son iguales, pero mostraron cambios en sus ritmos circadianos y desarrollaron síntomas leves parecidos a la depresión cuando se les expuso a días de 4 horas y noches de 20 horas. Este efecto de la depresión estacional humana se hizo aún más extremo en los ratones cuando los investigadores suprimieron el gen PER3 por completo, pero respondieron bien a los fármacos antidepresivos.
Los investigadores reconocen que es imposible determinar si un ratón está realmente experimentando «depresión» como un ser humano con TAE.
«Por supuesto, no podemos hacer una entrevista. No hay ningún cuestionario que podamos dar», dijo Ptáček. Por otra parte, dijo,los corolarios de larga data de depresión en roedores – como renunciar rápidamente cuando se los coloca en circunstancias adversas – siguen siendo una herramienta de investigación útil para hacer alusión a cómo este gen puede afectar el estado de ánimo en los seres humanos.
Para averiguar cómo el gen mutado PER3 en realidad podría afectar los ritmos circadianos y el estado de ánimo en un nivel celular, el equipo introdujo la mutación en las células aisladas en placas de Petri, donde encontraron que el gen mutado produce significativamente menos proteína PER3 que el gen normal. Entre los tantos efectos dominó que pueden surgir de este cambio, dicen los investigadores, es la desestabilización de la proteína relacionada PER2, que es conocida por establecer el período de 24 horas del reloj biológico y la pérdida de esta proteína, lo que estaría acelerando los ritmos circadianos de las familias FSFA.
Por qué la mutación PER3 afecta el estado de ánimo sigue siendo una pregunta abierta, sin embargo, una pregunta que los investigadores están ansiosos de responder con sus ratones mutantes estacionalmente sensibles, estudiando cómo están relacionados los estados de ánimo y la depresión y cómo los circuitos cerebrales se ven afectados cuando estos ratones se exponen tanto a los días largos como a los días cortos.
Fuente: ScienceDaily
La depresión no es sólo un trastorno mental

La depresión debería ser vista como un trastorno sistémico que afecta al cuerpo entero, según un nuevo estudio publicado en el Journal of Clinical Psychiatry. No es sólo un trastorno mental, sino que afecta la habilidad del cuerpo de desintoxicarse a sí mismo.
Según la Organización Mundial de la Salud, “la depresión es un trastorno mental frecuente, que se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración. (…)Puede llegar a hacerse crónica o recurrente y dificultar sensiblemente el desempeño en el trabajo o la escuela y la capacidad para afrontar la vida diaria. En su forma más grave, puede conducir al suicidio.”
Aceptar que la depresión afecta a todo el cuerpo podría ayudar a explicar por qué las personas que la experimentan son más propensas a sufrir cáncer, enfermedades cardiovasculares y a morir jóvenes. Sin embargo, todos estos problemas pueden ser combatidos mediante los tratamientos usuales para la depresión: terapia hablada y/o medicación.
Para llegar a estas conclusiones, el estudio examinó los resultados de 29 estudios previos, los que observaron cómo la depresión afectó los cuerpos de 3961 personas de distintas maneras. Las investigaciones encontraron consistentemente que la depresión estaba relacionada al estrés oxidativo en el cuerpo.
El estrés oxidativo refiere a un desequilibrio en el cuerpo que afecta su habilidad de deshacerse de las sustancias tóxicas. Los investigadores encontraron que después de un tratamiento normal, el cuerpo se recupera relativamente rápido.
A su vez remarcaron que luego de un tratamiento exitoso, los cuerpos de las personas que anteriormente estaban deprimidas, son prácticamente indistinguibles de los de las personas sanas en cuanto al estrés oxidativo.
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- Diabetes y Depresión podrían predecir la demencia en las personas con deterioro cognitivo leve.
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- La depresión persistente incrementaría el riesgo de sufrir accidentes cerebrovasculares.
- El Mindfulness sería igual de efectivo que la TCC para tratar depresión y ansiedad.
- Rachel Kelly: Lo que aprendí de la depresión y lo que algunos médicos no te dicen.
Fuente: Spring
Dudo de mí (creo)

Sylvia Plath, una de las autoras más prominentes del siglo XX, pensaba que el peor enemigo para la creatividad era la propia duda. Una dosis de cotidianeidad bastaría a muchos para cerciorarse de esto y asegurar con propiedad que es justo en el travesaño de los procesos creativos más importantes o la búsqueda de resoluciones más crucial cuando dudamos con una entrega descomunal de nuestra propia valía, de nuestras cualidades y de nuestro “Yo puedo”.
La duda puede definirse como una vacilación o falta de decisión que se presenta al entrar en contacto con más de una posibilidad de elección; la duda en uno mismo es, por otro lado, falta de fe o confianza en las propias capacidades. Ni lo primero ni lo segundo indica o sugiere una propiedad negativa; de hecho, la duda no es un proceso mental que deba ser anulado sino moderado.
Según la psicoterapeuta Rachel Eddins, la duda se manifiesta a menudo como síntoma de una búsqueda de validación, una especie de herramienta que lleva al individuo a tantear en territorio foráneo la reafirmación que no es capaz de hallar en sí mismo. De este modo, el sujeto puede rescatar en alguien más su propia validación o no hacerlo y entrar en un estado de parálisis por miedo al fracaso y la equivocación. La duda se mueve a lo largo de dos extremos: el de la garantía de sentirse respaldado o aconsejado por un modelo de dominio y el de la necesidad de comprobar, por medio de un agente externo, que “realmente soy” y, por lo tanto, “realmente puedo”.
la duda no es un proceso mental que deba ser anulado sino moderado
Existen un sinnúmero de situaciones y detonantes que pueden dar origen a la duda en uno mismo, sin embargo, la diferencia entre una vacilación que ocupa los límites de la normalidad y un estado de inseguridad indefinido que nos priva de tomar decisiones es que la primera responde a una duda racional, mientras que la segunda consiste en un proceso meramente irracional que deriva, por lo común, de malas experiencias que dan lugar a distorsiones de la realidad.
Estas deformaciones cognitivas llevan al sujeto a pensar y actuar como un niño, no en términos de madurez o sensatez sino de seguridad. El niño recibe constantemente realimentación por parte del adulto, que le indica si lo que ha hecho está bien o mal; el adulto que se conduce como niño a raíz de una distorsión cognitiva carece de confianza y espera que su desempeño sea aprobado por otros, una figura de poder, quizás, que replique al adulto que lo corregía inicialmente. Cuando el individuo ha sido “marcado” por medidas correctivas drásticas durante su formación, puede fijar en sí la creencia de no ser “lo suficientemente bueno”, de requerir en todo momento la orientación de alguien más.
“La acción removerá la duda que la teoría no puede resolver”
Pehyl Hsieh
La psicoterapeuta Ashley Eder sugiere una técnica sencilla para distinguir entre la duda racional y la irracional: el autocuestionamiento. La duda en uno mismo, cuando es realista, “consiste en una sensación de que te has propuesto realizar más cosas de las que puedes hacer, en términos razonables, dentro de los rangos de tiempo fijados”, mientras que la duda irracional “parte de la certeza de que no cuentas en absoluto con los recursos o habilidades que necesitas”. Es conveniente, entonces, hacerse dos preguntas:
- ¿Has hecho con anterioridad algo similar a lo que debes hacer ahora?
- ¿Has completado de manera competente alguna tarea para la cual hayas tenido que crecer sobre la marcha, superarte en el camino, algo similar en magnitud con eso que ahora te hace sentir desconfiado?
Estas deformaciones cognitivas llevan al sujeto a pensar y actuar como un niño, no en términos de madurez o sensatez sino de seguridad
Cuando ambas respuestas son “Sí”, lo que asoma es una duda irracional.
5 técnicas para combatir la duda en ti mismo
1. Cuida tu círculo social
Lo que menos necesitas (y lo que menos necesita cualquiera, en términos generales) es rodearte de personas tóxicas, llenas de negativismo, prejuicios y dispuestas a juzgarte o criticarte destructivamente. En cambio, procura que tus influencias más próximas sean aquellos en los que no solo puedas confiar sino que también hayan demostrado estar realmente interesados en tu desarrollo personal, gente que crea en ti.
2. Fija metas razonables
No se trata de achicar o desmembrar los propósitos de vida, los grandes planes a largo plazo, sino de ser consciente y no olvidar que para el cumplimiento de los planes a gran escala es indispensable cumplir, primero, con tareas pequeñas y proyectos medianos. Trazar un mapa que muestre el destino final y un boceto de los “puntos de parada” que han de hacerse en el camino es una manera simple y efectiva de comprender la estructura del proceso.
3. Desarrolla mecanismos de nivelación
No solo son efectivos para hacer frente a la duda en uno mismo sino también al estrés. Los mecanismos de nivelación son “vías de escape”, lo que no significa que deban emplearse para huir de los problemas.
Las vías de escape, en este caso, se asemejan a las tuberías de un sistema hidráulico. Cuando existe un objeto que obstruye el flujo, el agua se estanca, ocurre lo mismo cuando somos abrumados por cargas emocionales con las que no somos capaces de lidiar porque carecemos de las herramientas necesarias. La técnica de respirar profundamente y relajarse puede que funcione para algunas personas, pero para otras no es más que un cliché desagradable; en estos casos, es útil desarrollar mecanismos individuales según las características del sujeto.
Es cierto que escribir, pintar o practicar algún deporte son mecanismos de nivelación funcionales a corto plazo, pero no serán la solución al problema. La introspección, clarificación de las propias circunstancias y adaptación de los esquemas mentales hacia un modelo más funcional es la solución.
En todo caso, la práctica de un hobbie o pasatiempo puede ser una herramienta de apoyo sumamente eficaz si se emplea como “terreno de práctica”. Fijarse el reto de correr 10 km diarios en lugar de 8 km o escribir dos páginas cada mañana en lugar de una son desafíos que, a su cumplimiento, actúan como inyecciones de seguridad y autoestima. Contar con la certeza de que somos capaces de cumplir lo que nos hemos propuesto en un “terreno de práctica” puede ser un cúmulo de confianza extrapolable a otros campos de la vida.
4. No eres una máquina
Aunque sea evidente, con mucha frecuencia es necesario recordarlo. Algunas personas han desarrollado estándares tan altos de autoexigencia en respuesta a las expectativas de su núcleo social que les resulta casi imposible saber cuándo una tarea los supera o no puede ser realizada en las condiciones deseadas. Esto los lleva a establecer procedimientos equívocamente y, al darse cuenta de la imposibilidad de cumplir con lo que se han propuesto, no solo los invade la duda en sí mismos sino que sufren una importante pérdida de confianza y autoestima.
Recordar que no somos sistemas automatizados sino organismos que se rigen por leyes biológicas y demandas emocionales es fundamental para fijar metas razonables, desarrollar la paciencia y la capacidad de perdonarnos cuando sintamos que nos hemos fallado a nosotros mismos.
5. Valorar tu libertad de elección
Generalmente, el objetivo principal de tomar una decisión es tomar la decisión correcta. Pocas veces valoramos la libertad que ejercemos al tomar un camino en lugar de otro, es esta jerarquización lo que nos lleva a la búsqueda de validación en otros. Sin embargo, tomar la vía respaldada por los demás no es garantía de que hemos tomado la vía correcta; las circunstancias de vida son factores irreproducibles y lo que es funcional para otros puede ser completamente disfuncional para ti.
La toma de decisiones es una posibilidad que debe ser valorada y atesorada como muestra de libertad, autonomía y madurez, sea o no la decisión correcta.
Referencias:
Psychology Today (2016). 7 Ways to Beat Self-Doubt. Consultado el 27 de febrero de 2016.
(PDF) Aplicación de activación conductual en un paciente con sintomatología depresiva

Queremos fomentar la lectura de investigaciones sobre psicología y neurociencias. Todo los martes compartiremos una investigación completa en formato pdf que nos pareció interesante o novedosa. Por favor comparte tus opiniones y comentarios en la sección que está al final del artículo.
Se presenta el tratamiento de un sujeto varón de 44 años con síntomas de depresión. La intervención se organizó a partir del análisis propuesto por la Activación Conductual (AC), que contempla algunos tipos de depresión como formas elaboradas de evitación.
Los beneficios terapéuticos se mantuvieron durante los siguientes cinco meses de seguimiento
Entre los componentes del tratamiento se incluyó la recuperación de tareas abandonadas, el replanteamiento de nuevos objetivos vitales, la extinción de conductas de evitación, la programación horaria y la recuperación de obligaciones domésticas, laborales y sociales.
Después de siete meses de intervención se apreciaron cambios significativos en las medidas pretratamiento (BDI-II, AAQ, ATQ, EROS y BADS), así como en el número y el tipo de actividades desarrolladas. Tras este tiempo el cuadro depresivo podía considerarse remitido y el paciente había recuperado un trabajo productivo.
Los beneficios terapéuticos se mantuvieron durante los siguientes cinco meses de seguimiento. A pesar de la gravedad del cuadro, el sujeto no deseaba tomar medicación antidepresiva, por lo que ésta no se empleó en ningún momento. Los buenos resultados obtenidos no obstante esta circunstancia y la duración relativamente breve de la intervención suponen un aval importante para el modelo de terapia propuesto por la AC para este tipo de casos.
Autor: Jorge Barraca Mairal – Universidad José Camilo Cera
Descarga la investigación completa en formato PDF.
Bono: Dos protocolos de tratamiento desde el modelo de la activación conductual – de Jorge Barraca Mairal
Fuente: Redalyc
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Con este curso podrás comprender las bases que sustentan el desarrollo humano y su importancia en los procesos comunicativos y sociales en los niños con autismo. Así también conocerás las estrategias de intervención tempranas más eficacez para los niños con autismo.
Aquí puedes leer la información sobre el curso y su matrícula
Inclusión de los niños con autismo en la escuela común. ¿Qué precisan conocer los terapeutas, educadores y padres? – Online
Aquí conocerás los fundamentos neurocientíficos del autismo y entenderás cómo piensan, sienten y aprenden los niños con este diagnóstico. El curso también ofrece las herramientas que favorecen la inclusión del niños en la escuela, familia y sociedad.
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Autismo y regulación emocional temprana para niños con autismo – Online
Los niños con autismo son más propensos a tener dificultates en la regulación emocional. En este curso se profundizará en los aspectos emocionales y qué herramientas utilizar para su intervención precoz.
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Una manera simple de dejar un mal hábito (Vídeo)
La mayoría de nosotros hemos intentado infructuosamente dejar un mal hábito. Quizás sea dejar de comer comida chatarra, usar el celular mientras conducimos, dejar de fumar o alguna otra adicción. Tal vez los métodos que hemos probado son muy complicados y al final de cuentas nos sentimos más frustrados por no haber podido dejar ese hábito que nos tiene atados.
https://www.youtube.com/watch?v=-moW9jvvMr4
Quizás sea hora de cambiar. En esta TED Talk, el psiquiatra y experto en adicciones, Judson Brewer, nos enseña los principios de una técnica basada en el mindfulness, muy simple pero a la vez muy profunda que nos ayudará a poner en perspectiva ese hábito que tan mal nos hace y librarnos de ellos.
Fuente: TED