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Publicaciones por mes

julio 2017

51 Publicaciones
  • Salud Mental y Tratamientos

El «bajón» de autoestima postparto podría durar al menos 3 años

  • 25/07/2017
  • Rita Arosemena P.

Desligándonos de la mitología popular que concibe la depresión clínica como un asunto de «distracción y ociocidad», es importante resaltar que la depresión postparto se considera un trastorno de hecho muy frecuente que, de no ser tratado a tiempo, puede derivar en una depresión grave con una duración de meses o incluso años.

El hecho de que la depresión postparto sea un desorden emocional verídico puede ser todavía una sorpresa para muchos, pero un alivio para cientos de madres que han dado a luz recientemente y que experimentan un declive en su autoestima y niveles de satisfacción en torno a su relación de pareja.

Un estudio próximo a ser publicado en el Journal of Personality and Social Psychology viene a aportar más datos al debate. De acuerdo con los resultados de la investigación, conducida en Noruega, un gran porcentaje de la población general de mujeres experimenta este declive en la autoestima luego de dar a luz, el cual se prolonga al menos durante los tres años siguientes.



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El estudio fue realizado con una muestra de 85,000 madres a quienes se pidió completar un cuestionario antes, durante y después de dar a luz. El patrón que hallaron los investigadores indica que las mujeres experimentan cambios físicos durante el embarazo y que esto afecta negativamente su autoestima.

tener un bebé desencadena un cambio importante en las responsabilidades dentro del hogar, así como un nivel de agotamiento que seguramente desafía la resistencia de cualquier pareja

Los primeros seis meses de embarazo, la autoestima parece aumentar, quizás por la idea de la maternidad y la oportunidad que esta ofrece de experimentar un sentido trascendental de la vida. Sin embargo, más allá de los seis meses, los diversos cambios biológicos, psicológicos y sociales involucrados en la tarea de cuidar a un bebé podrían comenzar a tener un impacto adverso sobre cómo una mujer se ve a sí misma y a los demás, especialmente a su pareja.

Este último punto podría explicar los hallazgos en torno a los niveles de satisfacción de la relación, que para las madres primerizas fue alto durante el embarazo, pero disminuyó drásticamente en torno al parto y luego fue decreciendo gradualmente en los años siguientes. Hubo un patrón de cambio similar, aunque menos drástico, para las mujeres que iban a ser madres por segunda, tercera o cuarta vez.

La satisfacción de la relación y la autoestima también tienden a correlacionarse con el tiempo, lo que indica que estos dos factores están relacionados, al menos en los tres años después del nacimiento del niño. Esto tiene un sentido intuitivo: tener un bebé desencadena un cambio importante en las responsabilidades dentro del hogar (así como un nivel de agotamiento que seguramente desafía la resistencia de cualquier pareja), y las teorías de la autoestima enfatizan los vínculos entre la autoestima y las relaciones sociales de aceptación y pertenencia.

Los investigadores también buscaron determinar si factores como la convivencia entre la madre y el padre, su situación laboral o su nivel de educación alteraban la trayectoria de la autoestima y la satisfacción de la relación después del parto. Si bien hubo algunas asociaciones entre estos factores «covariantes» y la autoestima y la satisfacción de las relaciones, los investigadores destacan que «la mayoría de las covariables no predicen fuertemente los cambios a corto o largo plazo en la autoestima materna y en la satisfacción de las relaciones».

Es importante indicar que existen limitaciones importantes para este estudio, como la falta de datos antes de la 18ª semana de embarazo y posterior a los tres años de parto, lo que significa que no está claro cuánto tiempo habría durado concretamente el declive en la autoestima.

Fuente: Research Digest; OSF

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La estimulación cerebral no mejoraría la capacidad cognitiva en adultos mayores

  • 25/07/2017
  • David Aparicio

La estimulación transcraneal directa es un tratamiento no invasivo que promete de que puede mejorar las capacidades cognitivas de las personas. Básicamente el tratamiento consiste en aplicar pequeñas descargas eléctricas en ciertas áreas del cerebro.

El tratamiento se ha popularizado mucho, especialmente en los adultos mayores que desean evitar el declive cognitivo característico de la edad.

La Universidad de Stocolmo publicó una revisión en la revista Psychological Science que puso a prueba la efectividad de este tratamiento y los resultados no son favorecedores.



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En la investigación participaron 123 adultos mayores que tenían entre 65 y 75 años. Todos recibieron el programa de entrenamiento cognitivo durante un periodo de 4 semanas y completaron una batería de tests cognitivos, algunos de los tests incluyeron tareas que estaban en el programa de entrenamiento y otras no.

Luego se dividieron aleatoriamente los participantes en dos grupos: un grupo recibió la estimulación cerebral durante 25 minutos en el área dorsolateral izquierda de la corteza prefrontal — un área del cerebro que juega un rol importante en la memoria de trabajo; a los otros participantes se les hizo creer que habían recibido la misma estimulación cerebral cuando en realidad estuvo activa durante solo 30 segundos.

Al comparar los resultados en la etapa pre y post entrenamiento cognitivo se encontró una mejoría de los participantes en la capacidad de cambiar de tareas cognitivas. Pero no se encontró evidencia de que la estimulación cognitiva añadiera algún beneficio a la memoria de trabajo.

Los investigadores también compararon los resultados con otras seis investigaciones similares y tampoco encontraron evidencia a favor de la estimulación cerebral sobre la memoria de trabajo.

No desperdicien su dinero en estos tratamientos. Mejor sería invertirlos en el entrenamiento cognitivo, el cual requiere más tiempo y esfuerzo —como todo lo bueno en la vida— y es el que tiene mejor evidencia.

Fuente: APS

Sin categoría

Javier Mandil explica cuáles son los riesgos de no ofrecer el mejor tratamiento a los niños con TDAH

  • 24/07/2017
  • David Aparicio

Javier Mandil, reconocido psicólogo infantojuvenil de la Fundación ETCI en Argentina y columnista invitado en Psyciencia fue nuevamente invitado al programa Terapia de Noticias del La Nación, para hablar sobre uno de los trastornos más controversiales de los últimos años: el TDAH.

Mandil con su estilo directo y honesto explicó las razones por la cual se utiliza el tratamiento psicofarmacológico para el TDAH y la necesidad de combinarlos con el entrenamiento parental. Mandil también mencionó los intereses políticos dentro de la psicología que han fomentado el dañino argumento de que el TDAH no existe y que es culpa de los padres, la cual es sin duda una de las narrativas más peligrosas dentro de la psicología.

La psicología necesita más psicólogos como Mandil que se atreven hablar directamente en la televisión sobre las consecuencias negativas de no ofrecerle a los niños el mejor tratamiento disponible y que no ceden ante la retórica popular de la tv.



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Quise compartir el video dentro de este artículo pero lamentablemente el reproductor de La Nación no es compatible con nuestra web. Para ver el video completo visiten la página de Terapia de Noticias.

  • Artículos de opinión (Op-ed)

La creencia en el libre albedrío y su influencia en la Psiquiatría

  • 24/07/2017
  • Pablo Malo Ocejo

«En modo alguno creo en el libre albedrío en sentido filosófico. Todo el mundo actúa no solo bajo compulsión externa sino también de acuerdo a una necesidad interna. Lo que Schopenhauer decía “un hombre puede hacer lo que desee pero no puede desear lo que quiera” ha sido para mí una verdadera inspiración desde mi juventud, un consuelo constante frente a las dificultades de mi vida tanto como la de los otros, ha sido una fuente incalculable de tolerancia.»

-Albert Einstein

Antes de entrar en materia creo que conviene hacer una mínima justificación de por qué este milenario problema filosófico tiene interés para la Psiquiatria. Existe un discurso ampliamente aceptado, tanto en Psiquiatría como en el Derecho, la que podemos considerar la hipótesis por defecto, que plantea que los seres humanos somos libres pero que en determinadas circunstancias perdemos esa libertad1. Los trastornos mentales, desde este enfoque, son reconocidas como enfermedades de la libertad, especialmente las psicosis porque ocurre en ellas una distorsión de la realidad. Sin embargo, este discurso ha sido fuertemente cuestionado por los descubrimientos de la neurociencia en los últimos años2,3 y también por poderosos planteamientos filosóficos4,5.

En este artículo yo voy a defender que ni los pacientes ni los terapeutas (psiquiatras o psicólogos) somos libres y que nuestra creencia en el libre albedrío influye en la forma en que entendemos y tratamos los trastornos mentales. Mi postura es que creer en el libre albedrío es erróneo y tiene inconvenientes sociales e individuales y que no creer en el libre albedrío tendría ventajas a nivel social y también en la concepción y tratamiento de los trastornos mentales.



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La definición de libre albedrío que voy a usar es la capacidad de poder hacer otra cosa (dado un estado del mundo determinado). Se le llama en filosofía la definición contrafactual. Para la mayoría de autores, una voluntad libre implica también:

  1. que hablamos de un poder racional, es decir que el sujeto usa la razón para valorar un curso de acción y decide racionalmente. Si alguien decide sin razones se supone que no es una elección libre. Habitualmente, se acepta que los animales no tienen libre albedrío porque no son racionales;
  2. una voluntad libre implica control, si las cosas ocurren por razones sobre las que yo no tengo control, no son mis actos y no se me pude pedir responsabilidad.

El libre albedrío está muy unido a la responsabilidad moral. De hecho existe otra definición de libre albedrío que dice que el libre albedrío es el poder que tiene un agente moral por el que se le puede considerar digno de alabanza o castigo, es decir, responsable moral. Los sistemas judiciales de todos los países del mundo se basan en la creencia en el libre albedrío, se considera que la persona que ha actuado mal o ha cometido un delito podía haber hecho otra cosa, y por lo tanto es responsable de sus acciones.

Antes de seguir, una matización porque toda definición es imperfecta. Se ha discutido en filosofía si realmente la posibilidad de poder hacer otra cosa es necesaria para la existencia del libre albedrío. En concreto, el filósofo Harry Frankfurt6 ha presentado unos casos hipotéticos a modo de experimento mental en los que defiende que disponer de alternativas no es necesario para considerar que una persona tiene libre albedrío y que es responsable.

Estos casos siguen el siguiente esquema: Un científico malo, Jack, le ha puesto a una persona, Jones, un chip en el cerebro de manera que cuando Jones va a tomar una decisión, pongamos votar demócrata o republicano, el chip puede detectar lo que va a hacer. Entonces, si Jones quiere votar demócrata le deja continuar pero si quiere votar republicano el chip cambia la acción de Jones y le haría votar demócrata. En este escenario, supongamos que Jones quiere realmente votar demócrata. Aunque no puede hacer otra cosa porque el chip no le permitiría la otra alternativa, Frankfurt plantea que Jones es responsable de su acto.

Estos ejemplos de Frankfurt son en realidad variaciones de un ejemplo anterior de John Locke, que es el caso del hombre en la habitación. Locke pone el ejemplo de un hombre que es sedado y llevado a una habitación. El hombre se despierta y no sabe que la puerta de la habitación está cerrada. A pesar de ello, el hombre desea continuar en la habitación por sus propias razones. Para Locke el hombre sería responsable de su decisión, aunque en realidad no podría haber hecho otra cosa. Lo que hace Frankfurt en sus ejemplos es pasar la limitación o coerción situada en el mundo exterior (la puerta cerrada) al mundo interior (un chip en el cerebro).

Creo que las personas escépticas del libre albedrío podemos rebatir de una manera bastante contundente estos ejemplos porque el problema de la libertad es anterior a que la puerta esté abierta o cerrada o el chip entre en acción o no. Lo que tenemos que preguntarnos es por el origen de la decisión inicial del hombre de quedarse en la habitación o de votar demócrata. La intuición de los escépticos del libre albedrío es que si seguimos la historia causal de esa decisión de estar en la habitación siempre nos va a remitir a causas de esa acción que no están bajo el control de la persona y por lo tanto esa decisión (independientemente de chips y puertas) no es libre. Veremos esto a continuación.

A pesar de que no voy a tratar el tema de una manera filosófica, sino más bien desde la fenomenología psicológica y psiquiátrica creo que conviene resumir brevemente las principales posiciones filosóficas ante el problema del libre albedrío. El tema es muy complejo y hay casi tantas posturas como filósofos, los tres grandes grupos serían:

  1. Libertarios: creen que las leyes del Universo no son deterministas (no reconocen el determinismo causal que implica que toda causa tiene una causa previa y así hasta el origen del Universo) y que tenemos libre albedrío.
  2. Compatibilistas: reconocen que el determinismo causal es cierto (o puede serlo) pero creen que el libre albedrío es compatible con un Universo donde las leyes son deterministas.
  3. Escépticos del libre albedrío o incompatibilistas duros (Pereboom): son los que creen que no existe el libre albedrío. Consideran que las leyes del universo son deterministas y que el determinismo es incompatible con el libre albedrío. Tanto los libertarios como los escépticos del libre albedríos son incompatibilistas, es decir creen que determinismo y libre albedrío no pueden existir a la vez. La diferencia es que los libertarios creen que lo que no existe es el determinismo mientras que los escépticos del libre albedrío creen que lo que no existe es el libre albedrío.

Según encuestas, la mayoría de la gente de la calle en todo el mundo piensa a) que nuestro universo es indeterminista y b) que la responsabilidad moral no es compatible con el determinismo7. Por el contrario, la postura mayoritaria entre los filósofos es el compatibilismo8. Según el estudio de Bourget y Chambers el 59,1% son compatibilistas, 13,7% libertarios, 12,2% no creen en el libre albedrío y 14,9% quedarían en la categoría “otros”.

Decía Borges que el futuro es un jardín de caminos que se bifurcan. Esa es la intuición que todos tenemos, que en muchos puntos de nuestra vida llegamos a bifurcaciones donde podemos elegir un camino u otro, que reflexionamos y, tras esa reflexión, de una manera racional optamos.

A partir de este punto voy a intentar convencer al lector de que esas bifurcaciones que vemos tan claras son en realidad ilusorias, que no existen más que en nuestra imaginación, y que el hecho de que podamos imaginar opciones no quiere decir que realmente las tengamos a nuestro alcance.

Sé que dicho así el lector va a pensar que mi objetivo es imposible y que estoy fuera de la realidad pero espero que, si tiene la paciencia de seguir conmigo, no llegue al final con la misma certeza de que estoy equivocado de la que tiene ahora. Por todas las razones que ahora voy a analizar creo que no es posible sostener la idea de que la voluntad es libre. Al final plantearé los inconvenientes de la creencia en el libre albedrío para la sociedad y para la Psiquiatría.

Origen y control de nuestras acciones

«Las decisiones de la mente no son nada salvo deseos, que varían según varias disposiciones puntuales». «No hay en la mente un absoluto libre albedrío, pero la mente es determinada por el desear esto o aquello, por una causa determinada a su vez por otra causa, y ésta a su vez por otra causa, y así hasta el infinito.»

-Baruch Spinoza

Los seres humanos no elegimos cosas tan importantes como nuestra inteligencia, nuestra orientación sexual, nuestros pensamientos, nuestros deseos, nuestras creencias, nuestra personalidad, nuestra emociones (de quién nos enamoramos, p.ej.),etc. Dado que a la hora de elegir elegimos en base a nuestras creencias, deseos, preferencias, carácter, etc., es evidente que no se nos puede pedir responsabilidad por actuar con facultades que no hemos elegido nosotros y de las que no hemos tenido el control. Esto en terminología del filósofo Bernard Williams se llama constitutive luck9. Básicamente que no somos responsables de ser lo que somos.

Los seres humanos no elegimos cosas tan importantes como nuestra inteligencia, nuestra orientación sexual, nuestros pensamientos, nuestros deseos, nuestras creencias, nuestra personalidad, nuestra emociones

Quiero hacer hincapié en dos de las cosas que he dicho que no elegimos porque son bastante contrarias al sentido común. Una de ellas es que no elegimos nuestros deseos, nuestras preferencias, las cosas que nos gustan. Cuando yo como cerezas porque me gustan más que las naranjas yo no he decidido racionalmente que me gustaran las cerezas y no las naranjas. Recordad que en la definición de libre albedrío he dicho que era un poder racional. Yo no me encuentro en ningún momento en una bifurcación en la que racionalmente elijo entre que me guste Honky Tonk Women o me guste La Macarena. Hay una música o una fruta que me gusta y eso no es en ningún momento una elección racional. De igual manera, yo no decido de quién me enamoro. Para verlo más claro fijaos en que los niños pequeños, de meses incluso, tienen preferencias y les gusta más una comida que otra y no son todavía capaces de elegir racionalmente. Lo mismo ocurre con los animales. Si le doy a elegir a mi perra entre un trozo de carne o una manzana es claro que tiene preferencias.

Vamos ahora con algo mucho más interesante: no elegimos nuestras creencias. Imaginemos que yo me enfrento por primera vez a la homeopatía, no sé nada de ella y quiero saber qué es, en qué consiste, es decir, conocerla y por lo tanto forjarme una creencia acerca de ella.

Entonces me pongo a leer y me voy enterando de que dice que si diluimos un supuesto medicamento va ganando en potencia, que en cierto momento no queda ni una molécula del producto original pero que el agua tiene el recuerdo de la sustancia que estuvo en contacto con ella, etc.

Dada mi naturaleza escéptica y mis conocimientos de medicina y de física (tampoco muchos), automáticamente se va formando en mí la idea de que eso no tiene ni pies de cabeza y que no hay un mecanismo científico conocido que pueda sustentar las afirmaciones de la homeopatía. Si lo que dice la homeopatía es cierto se merecen varios premisos Nobel, los de Medicina, Física y Química, por lo menos.

Entonces, si analizamos fenomenológicamente lo que ocurre en mi mente cuando estoy formando una creencia acerca de la homeopatía es que en ningún momento se produce una bifurcación en la que tengo dos opciones: 1) creer que la homeopatía es un tratamiento con base científica 2) creer que la homeopatía no es un tratamiento con base científica, y que entonces con mi voluntad libre elijo una u otra. En mi mente sólo hay una posibilidad, yo sólo puedo pensar que la homeopatía no tiene base científica.

Cuando formo una creencia yo trato de encontrar la verdad sobre el estado del mundo en ese momento. Lo que hago se parece más a una percepción que a otra cosa. Es como si veo que el cielo es azul, yo no puedo elegir entre verlo azul o verlo verde. Con la homeopatía me ocurre lo mismo: yo no elijo entre creer que tiene base científica y creer que no. Para mí el cielo es azul y la homeopatía no es más que efecto placebo.

Presumir de nuestras creencias es como presumir de nuestra altura o del color de nuestros ojos

Pero esto que estoy comentando vale para todas las creencias. Si intento saber la verdad acerca de la existencia de Dios vuelve a ocurrir lo mismo. No tengo la opción de creer en Dios o no creer y entonces decido, con mi voluntad libre, que voy a creer. Y si hablamos de ser de derechas o de izquierdas, o nacionalista o no-nacionalista, etc., ocurre exactamente lo mismo. Si el lector cree que no tengo razón y cree que él sí puede elegir sus creencias, le desafío a que cambie sus creencias con su voluntad, a que elija otra cosa. Si por ejemplo es creyente, le desafío a que cambie sus creencias y se convierta en ateo; o si es de izquierdas le desafío a que cambie sus creencias y pase a tener las creencias de la derecha… Sencillamente no se puede. Bifurcaciones ilusorias.

Así que estamos muy orgullosos de nuestra ideas y vamos por ahí presumiendo de nuestras creencias pero presumir de nuestras creencias es como presumir de nuestra altura o del color de nuestros ojos y discriminar a los demás por sus ideas tiene la misma lógica que hacerlo por el color de su piel o por su sexo, es decir, por algo que no está bajo su control.

Así que resumo el punto principal de este apartado: si mis acciones se deben a mi carácter, motivaciones, deseos, preferencias y creencias y yo no he elegido nada de todo ello, ¿cómo puedo decir que soy libre y responsable de mis actos? Imaginaos que en vez de ser la naturaleza la que me ha otorgado mi carácter, mi inteligencia, mis creencias, etc., hubiera sido un científico loco quien hubiera programado todas esas cosas, como ocurre con los replicantes en la película Blade Runner. Programa todas esas facultades en mi mente y me suelta en el mundo. Si yo actúo según una programación sea artificial o natural que yo no he elegido ¿se puede decir que soy libre? A mi modo de ver, no. En cualquier caso, creo que la respuesta que demos para esos androides replicantes vale para nosotros.

La existencia del inconsciente

«Los Hombres se creen libres porque ellos son conscientes de sus voluntades y deseos, pero son ignorantes de las causas por las cuales ellos son llevados al deseo y a la esperanza.»

-Baruch Spinoza

Si nuestros actos se deben en una medida mayor de la que creemos a razones que no conocemos, a factores inconscientes que no controlamos, esto mina las condiciones de racionalidad y de control que forman parte del concepto de libre albedrío. Sólo voy a dar un dato: se calcula que el cerebro humano maneja 11 millones de bits de información por segundo y que de esos 11 millones sólo 16-50 bits de información son conscientes. Creo que el dato es lo suficientemente elocuente. Hay toda una literatura en psicología sobre el implicit bias y la que se llama situacional10 en la que se ve que por ejemplo los jueces dictan condenas más leves a personas guapas y a mujeres o que no dan libertad condicional antes de la comida y la dan en un 60 por ciento después de comer con el estómago lleno11. Los jueces creen que están decidiendo en base a los datos del expediente pero está influyendo un factor, que ellos desconocen y no controlan, y están decidiendo influidos por esos factores inconscientes. Hay miles de ejemplos  de estos sesgos y no abundaré en ellos, creo que mi punto está suficientemente argumentado.12

La suerte. La hipótesis del mundo justo

La suerte es un factor del que nuestra cultura no quiere hablar. Existe la llamada “hipótesis del mundo justo”13 que plantea que el mundo es justo y que a la gente buena le pasan cosas buenas y a la gente mala le pasan cosas malas. Y que si te pasa algo malo pues será porque algo malo habrás hecho. Es la filosofía del “si quieres puedes”, de que todo el mundo puede llegar a presidente de Estados Unidos y de que si te esfuerzas triunfas, y si eres pobre es porque eres un vago. Evidentemente esto es absolutamente falso. Es verdad que la gente que triunfa se ha esforzado pero también lo es que la mayoría de los que se esfuerzan no triunfan. Pero no podemos dar ese mensaje a la gente porque cundiría el pánico. No podemos decir a la gente que la pobreza se hereda, que tus ingresos y riqueza dependerán del país del mundo en el que hayas nacido y de la clase social en la que hayas nacido.

Hay estudios que demuestran que existe una relación entre ambientes pobres e inestables y la delincuencia14. La precariedad da lugar a estrategias vitales cortoplacistas: conductas antisociales, experiencias sexuales tempranas, consumo de drogas, más promiscuidad sexual y menos inversión parental, y mortalidad temprana. La pobreza da lugar a impulsividad, falta de autocontrol y delincuencia pero también a una alteración del desarrollo del cerebro y de sus funciones cognitivas que algunos han estimado equivalente a una pérdida de 13 puntos en el Cociente Intelectual15.

Auto-control

«Puedo hacer lo que deseo: Si puedo, si lo deseo, dar todo lo que tengo a los pobres y por lo tanto hacerme pobre yo mismo -si lo deseo. Pero yo no puedo desear esto, porque los motivos opuestos tienen demasiado poder sobre mí para poder hacerlo. Por otro lado, si tuviera un carácter distinto, al extremo de que yo fuera un santo, podría desearlo. Pero entonces no podría dejar de desearlo por lo que tendría que hacerlo… tampoco como una bola en una mesa de billar no se puede mover antes de recibir un impacto, tampoco puede un hombre levantarse de su silla antes de ser jalado o impulsado por un motivo. Pero el pararse es tan necesario e inevitable como el rodar de una bola después del golpe. Y esperar que alguien haga algo a lo que absolutamente ningún interés lo impulsa… Es lo mismo que esperar que un trozo de madera se mueva hacia mí sin ser jalado por una cuerda…»

-Schopenhauer

Quiero tocar este punto porque para muchos autores (el eminente psicólogo Roy Baumeister, por ejemplo) libre albedrío es equivalente a autocontrol o “fuerza de voluntad”. Los animales actúan por instinto, hacen sus necesidades sin ninguna reflexión, o sin tener en cuenta otras consideraciones, pero nosotros no, nosotros controlamos nuestros instintos.

En mi opinión, lo que llamamos auto-control es en realidad hetero-control y es muy dudoso que implique libertad. Cuando yo no hago algo que quiero hacer y aplico un veto (algunos llaman free won´t a esta capacidad de veto que supuestamente implica libertad) nunca lo hago desde una voluntad libre sino que lo hago por fuerzas y razones que actúan sobre esa libertad como contrapeso , inclinándola a frenar una acción que quería realizar en primera instancia. Por ejemplo, si no me como un trozo de tarta de chocolate porque tengo miedo a engordar y a que mi novia me deje o a que la gente se ría de mí y me llame gordo, no creo que a eso se le pueda llamar libertad. Si no robo un reloj por miedo a ir a la cárcel o si no le robo 50 euros a mi abuela por miedo a lo mal que me voy a sentir luego y a los dolorosos sentimientos de culpa que me asaltarán, tampoco creo que eso sea la actuación de una voluntad no determinada por nada.

La neurociencia no ha encontrado ningún homúnculo en el cerebro, ningún núcleo que no este conectado con todos los demás y que por lo tanto no se vea influido por todas las causas previas

En estos casos la voluntad no es libre sino que actúa por unas razones que muchas veces son los intereses de los demás más que los míos. Sin embargo, consideramos habitualmente que mi verdadero yo es el que se pliega ante lo aceptado como “bueno o moral”. Un ejemplo: hace calor y me gustaría ir al trabajo en pantalón corto y chanclas. Pero como eso no está aceptado voy con traje y corbata. En teoría, estoy ejerciendo mi autocontrol y mi voluntad libre. Según mi visión estoy siendo hetero-controlado por los intereses del grupo y es muy dudoso llamar a eso libertad.

En moral siempre lo bueno es lo que beneficia al grupo. Si existe la moral es porque somos criaturas sociales, no existe ninguna necesidad de moral en seres no sociales porque no existe el daño al otro. La moral son, simplificando mucho, las normas de tráfico para vivir en sociedad. Podríamos decir que la moral es una aplicación que el grupo instala en nuestro polo prefrontal para que nos sujetemos a los intereses del grupo y no trastornemos la convivencia social. Los psicópatas serían, según esta visión, personas que no tienen esta aplicación instalada en su polo frontal. Voy a poner para cerrar este apartado lo que le dice un psicópata a Kevin Dutton , autor del libro The Wisdom of Psycopaths. Dutton se dedicó a entrevistar a psicópatas encarcelados y uno de ellos le hace esta inquietante pregunta:

“No dejes que te engañe tu cerebro, Kev, con todos esos exámenes que no te dejan ver la realidad. Solo hay una diferencia entre tú y yo: Yo lo quiero y voy a por ello, tú lo quieres y no vas a por ello. Estás asustado Kev, tienes miedo. Tienes miedo de todo, lo veo en tus ojos. Miedo de las consecuencias. Miedo de que te cojan. Miedo de lo que pensarán. Miedo de lo que te harán cuando vengan a llamar a tu puerta. Tienes miedo de mí. Mírate. Tienes razón, tú estás fuera y yo estoy aquí dentro. Pero…¿quién es libre, Kev? Libre de verdad, quiero decir. ¿Tú o yo? Piensa en ello esta noche. ¿Dónde están los barrotes de verdad Kev? ¿Ahí afuera ?(señala la ventana). ¿O aquí dentro?” (y se toca la sien)”

Dualismo

«El cuadro que emerge del análisis científico no es el de un cuerpo con una persona dentro, sino el de un cuerpo que es una persona.»

-BF Skinner

Creer en el libre albedrío implica seguir manteniendo un dualismo, es seguir creyendo que hay algo “espiritual” “mental”, etc., que está al margen del cuerpo. Todo tiene causas previas pero si creemos en el libre albedrío pensamos que hay algo que no es afectado por genes, ambiente y azar; algo que está ahí “flotando” valorando todo fría y racionalmente y decidiendo al margen de la historia causal previa que tienen los actos. Esto es científicamente imposible, la neurociencia no ha encontrado ningún homúnculo en el cerebro, ningún núcleo que no este conectado con todos los demás y que por lo tanto no se vea influido por todas las causas previas.

Meseta Moral, diferencias y limitaciones psicológicas

Creer que tenemos free will es juzgar a todas las personas por igual. Es creer que a partir de cierta edad todos alcanzamos un grado de desarrollo moral en el que somos iguales, es decir, subimos a una meseta moral (es un concepto de Bruce Waller, ver16) donde todos tenemos las misma capacidades de hacer lo moralmente correcto. La realidad es que no todos tenemos las mismas capacidades y condiciones que sabemos que influyen en la conducta moral como el autocontrol o “fuerza de voluntad”, control de impulsos, intensidad del deseo sexual, etc. Esto no se hace en otras esferas de la vida. Si Ronaldo mete 50 goles o Usain Bolt corre los 100m en menos de 10´ no pensamos que todos lo podemos hacer. Pero si yo no robo me creo que alguien nacido en Vallecas o en las favelas de Río de Janeiro, hijo de unos padres traficantes y drogadictos, también puede no robar.

Existen datos para pensar que existe un cerebro moral o, por lo menos, que muchas cualidades que tienen que ver con nuestra capacidad moral (control de impulsos, disposición al riesgo, gusto por la novedad, fuerza de voluntad o capacidad de esfuerzo, etc.) pueden variar de forma natural y por lo tanto dar lugar a capacidades morales que no son iguales en todas las personas.

El cerebro no es libre, no es una tabla rasa y nacemos con una serie de reglas, programas, y algoritmos implementados

Esto lo podemos demostrar en casos extremos. Es un clásico el caso de Phineas Gage que tras sufrir un accidente que afectó a su polo prefrontal cambió de ser una persona formal y cumplidora a ser un informal incapaz de mantener un trabajo. Antonio Damasio ha estudiado casos de personas con tumores o accidentes cerebrovasculares en la región ventromedial del polo prefrontal y se puede apreciar en ellos que aunque la inteligencia es normal y no se ve afectada, su conducta se psicopatiza: juego patológico, inconstancia en el trabajo, violaciones de normas, incapacidad de asumir sus responsabilidades como padres o maridos, la mayoría se divorcian, pierden el trabajo, etc. Si esto ocurre por alteraciones posteriores al nacimiento es lógico pensar que esas mismas variaciones pueden venir implementadas de “fábrica” y que lo mismo que hay una variación en la altura también la hay en la capacidad de cumplir las normas sociales.

La evolución

Aunque nos resulta profundamente antipático, la teoría de la evolución nos dice que somos vehículos diseñados por nuestros genes para hacer copias de sí mismos. El cerebro lo crean los genes para hacer copias de sí mismos. El cerebro no es libre, no es una tabla rasa y nacemos con una serie de reglas, programas, y algoritmos implementados. No voy a extenderme porque el tema es vastísimo pero voy a poner un ejemplo simple: nosotros no elegimos querer vivir, la decisión de querer vivir no es fruto de una decisión razonada y libre.

Somos marionetas manejadas por los genes y por el ambiente, somos gentes y ambiente pero no elegimos ninguno de los dos

Existe el llamado sesgo optimista17, como todo ser vivo queremos vivir y eso no es una decisión racional. Otro ejemplo: las chicas quieren estar delgadas, aparentar juventud, una cintura estrecha… Todo ello son signos de fertilidad y es precisamente lo que atrae a los hombres. Ellas dirán que quieren estar delgadas porque se les ha ocurrido a ellas pero qué casualidad que sea lo que los genes de una mujer necesitan que haga esa mujer para hacer más copias de sí mismos. Y a las chicas les gustan los chicos fuertes, listos y guapos. Y esto también indica buenos genes y un individuo del otro sexo con el que es buena idea intercambiar genes porque tiene las condiciones necesarias para que sus hijos sobrevivan mejor y se reproduzcan… De nuevo qué casualidad que les guste lo que sus genes precisan… En todas las culturas el grupo más violento de la población son los hombres jóvenes, nunca las mujeres postmenopáusicas… es decir, hay leyes biológicas que determinan nuestros deseos y las cosas que podemos incluso pensar o no pensar. Somos marionetas manejadas por los genes (y por el ambiente, somos gentes y ambiente pero no elegimos ninguno de los dos)

Lo Posible Adyacente

Tú puedes hacer lo que siempre haces, pero en algún momento de tu vida sólo podrás hacer una actividad definida, y no podrás hacer absolutamente nada que no sea esta actividad.

-Schopenhauer

A mi modo de ver, si existiera el libre albedrío la sociedad sería muy diferente. Por ejemplo, no habría obesidad, no habría drogadictos, no habría jugadores patológicos, ni personas que no pueden dejar de fumar, ni habría depresiones. La persona obesa usaría su libre albedrío para hacer ejercicio y cuidar la dieta y así quedaría solucionado el problema de su obesidad. Y lo mismo en muchos otros casos y situaciones. Pero no es esto lo que vemos, lo que vemos es que en cada momento la gente no puede querer otra cosa que lo que quiere y que, como dice Schopenhauer, sólo hay una posibilidad a su alcance.

El físico Stuart Kauffman ha puesto en circulación la idea de lo Posible Adyacente. En cada momento, la biosfera, el Universo y cada uno de nosotros, se expande hacia lo posible adyacente. Un reptil no puede desarrollar alas de golpe o en la Edad Media no era posible inventar un iPhone. Todo debe seguir una evolución: primero se descubre la electricidad, luego los transistores, luego los ordenadores y luego el iPhone. Esto explica el hecho de que muchos descubrimientos se han realizado a la vez por diferentes personas, los ejemplos son miles. La explicación sería que ese descubrimiento ya estaba en el posible adyacente. La propia selección natural es un ejemplo. Tanto Darwin como Wallace la descubrieron casi a la vez y podemos estar seguros de que si no hubieran sido ellos algún otro científico la habría descubierto, pero el mundo no se habría quedado sin conocer la teoría de la selección natural.

Los cambios en la vida de las personas siguen también esta regla. Ocurren cuando son posibles, no cuando quiere la voluntad. Voy a poner un ejemplo. El psicólogo Walter Mischel, autor del famoso experimento del test de la golosina, era un empedernido fumador que no conseguía dejar de fumar. En los años 50 se publicó el informe del Cirujano General de USA confirmando la relación entre el tabaco y el cáncer de pulmón, pero Mischel no dejó de fumar.

Empeñarnos en conseguir algo que no está al alcance de los pacientes sólo va a provocar frustración y desesperanza.

Sin embargo, un día que estaba de visita en un hospital vio a un enfermo pintado de verde al que iban a radiar por un cáncer de pulmón y el impacto de esta visión hizo que dejara de fumar. ¿Dejó Mischel de fumar por un acto libre de su voluntad? A mi modo de ver, desde luego que no. Dejó de fumar por una razón que antes no se había presentado en su vida. Si todo dependiera de una voluntad libre su voluntad podría haber conseguido dejar de fumar 5 o 10 años antes pero, según el concepto de Kauffman, en aquel entonces dejar de fumar no se  encontraba en el posible adyacente de Mischel.

Creo que este es un concepto que psicólogos y psiquiatras deberían entender y aplicar en su práctica. Sería muy importante conocer si los cambios que queremos conseguir en los pacientes están o no en su posible adyacente (desgraciadamente, no existe un método científico para hacerlo). Empeñarnos en conseguir algo que no está al alcance de los pacientes sólo va a provocar frustración y desesperanza.

A  un nivel filosófico el concepto de Posible Adyacente nos transmite una idea del Universo como un todo, como un único suceso. Creo que cuestiona el concepto de causalidad como tal, la propia existencia de causas y efectos. Entendido de esta manera, sólo existe un único suceso en el Universo, el propio Universo que se va “desplegando” y va cambiando y evolucionando. Nada es causa de nada.

Consecuencias negativas de la creencia en el libre albedrío

Los del norte no debemos sentirnos demasiado moralmente superiores a los esclavistas del sur porque si estuviéramos situados donde ellos están actuaríamos y sentiríamos como ellos; y si ellos estuvieran situados como estamos nosotros actuarían y sentirían como nosotros; y no debemos perder de vista este hecho al tratar este asunto.

-Abraham Lincoln

Una vez expuestas todas estas razones, creo que la creencia en el libre albedrío es no sólo errónea sino perjudicial para la sociedad por su asociación con la hipótesis del mundo justo, entre otras razones. Creer en el libre albedrío ayuda a mantener el statu quo y a que las élites sigan disfrutando de su privilegios. Según esta visión, la causa de los problemas y desigualdades son individuales, no sociales. Ayuda a que las mayorías sean dominadas por las minorías, encima con su beneplácito haciendo creer a los más desfavorecidos que ellos tienen la culpa de su situación. Una sociedad sin la creencia en el libre albedrío sería más solidaria y se esforzaría más en repartir la mala suerte y en no abandonar a su suerte a los más pobres y desfavorecidos, tanto económica como psicológicamente.

La creencia en el libre albedrío es no sólo errónea sino perjudicial para la sociedad

No creer en el libre albedrío promovería un sentido mayor de solidaridad, igualdad y empatía con los menos favorecidos así como un sentido de gratitud por la posición de uno en la vida. A la hora de resolver los problemas y las diferencias partiríamos de una posición totalmente diferente, mucho más tolerante y abierta de la que partimos ahora, como vemos en la cita de Lincoln, conocido por su determinismo. Los problemas derivados de un choque de ideologías seguirían siendo muy difíciles de resolver, pero sería un avance partir desde otra visión del mundo totalmente diferente.

Consecuencias negativas de la creencia en el libre albedrío en Psiquiatría

Algunas consecuencias derivadas de la creencia en el libre albedrío que afectan al campo de la Psiquiatría y Psicología serían las siguientes:

  1. Impide que se reconozcan las trastornos mentales como enfermedades. Si yo soy libre puedo cambiar mi conducta, esforzarme, poner de mi parte y salir de la depresión o de la adicción. Desde la visión de la creencia en el libre albedrío estas situaciones no son enfermedades sino debilidades morales. Los enfermos y familias no buscarán ayuda si no creen que esto es una enfermedad.
  2. Aumenta el estigma de la trastorno mental, o de otras enfermedades en general. Ahora estamos viendo el estigma de la obesidad: son unos vagos y perezosos que no se esfuerzan y se ponen morados a chocolate. Se lo merecen y les vamos a cobrar más en los aviones y van a pagar una parte de la atención sanitaria porque ese gasto es evitable si cambian su conducta y es evidente que pueden cambiarla.
  3. Aumenta la culpa y la vergüenza de las personas con trastornos mentales. Les hace sufrir doblemente: por su enfermedad y por ser los causantes de su enfermedad. Esto puede dificultar su atención y su búsqueda de ayuda también.
  4. Entorpece la relación médico-paciente: Si creemos en el libre albedrío es más fácil que juzguemos a los pacientes, y que les juzguemos negativamente por sus conductas inadecuadas y por no corregirlas. No creer en el libre albedrío ayudaría a aceptar al paciente, a darnos cuenta de que está haciendo todo lo que puede hacer. Se sentiría más escuchado y atendido. Veríamos sus limitaciones psicológicas, que normalmente no se ven y esto disminuiría el sufrimiento de los pacientes.

Conclusiones

«Toda la teoría está en contra del libre albedrío; toda la experiencia a favor.»

-Samuel Johnson

Creo que el debate acerca de la existencia o no del libre albedrío sigue sin resolverse porque diferentes sistemas psicológicos dan diferentes respuestas al mismo problema; chocan dos intuiciones profundas e incompatibles de la mente humana.

Escojamos la respuesta que escojamos una mitad de nosotros no queda satisfecha, por lo que básicamente el dilema no tiene solución. Una parte lógica, abstracta o “fría” nos dice que todo efecto tiene causas previas y que el universo es determinista, pero cuando hay un daño y alguien comete un asesinato, por ejemplo, el sistema “caliente” se dispara y nos dice que el sujeto es responsable y se merece el castigo.

Estos sistemas psicológicos tienen su origen en la selección natural y es lógico pensar que la creencia en el libre albedrío es adaptativa para el ser humano y está cableada por tanto en nuestra mente. Tenemos unos instintos retributivos que nos llevan a castigar las acciones que causan un daño; estas acciones despiertan en nosotros unas “emociones reactivas”, como las llamaba el filósofo P. F. Strawson padre de Galen Strawson, como la ira y el deseo de castigo y de reparación, y en estas emociones podemos trazar el origen de nuestra creencia en el libre albedrío. En este sentido es significativo que atribuyamos más libre albedrío a las acciones malas que a las buenas18, algo que demuestra también el llamado efecto Knobe19.

A pesar de ello, creo que la pérdida de la creencia en el libre albedrío es la próxima frontera en la evolución moral humana. Las neurociencias la están poniendo en cuestión y este cambio en la forma de pensar ya está empezando a tener repercusiones en el sistema legal y en la aplicación de la justicia. Cambiar la creencia en el libre albedrío supone una reestructuración de la sociedad en muchos sentidos y es de esperar que las resistencias van a a ser muy fuertes. También se decía que si dejábamos de creer en Dios no existiría la moral y nos comeríamos los unos a los otros. Vemos que esta profecía no se ha cumplido. Podemos construir un mundo sin la creencia en el libre albedrío, un mundo mejor y más habitable para todos, y en especial para las personas con trastornos mentales.

Sigue a Pablo Malo Ocejo en Twitter como @pitiklinov.

Referencias

  1. Gerben Meynen. Free Will and mental disorder: Exploring the relationship. Theor Med Bioeth (2010) 31: 429-443 ↩
  2. David Eagleman. Incógnito. Las vidas secretas del cerebro. Editorial Anagrama. 2013 ↩
  3. David Eagleman. The Brain on Trial. The Atlantic July/August 2011 Issue. http://www.theatlantic.com/magazine/archive/2011/07/the-brain-on-trial/308520/ ↩
  4. Galen Strawson. Freedom and Belief Oxford University Press. 2010 ↩
  5. Derk Pereboom. Living without free will. Cambridge UNiversity Press 2010 ↩
  6. Frankfurt Harry (1969)Alternate posibilities and moral responsability. Journal of Philosophy 66 829-839 ↩
  7. Hagop Sarkissian y cols. Is belief in free will a cultural universal? Mind & Language, vol 25 nº 3 June 2010 pp 346-358. ↩
  8. David Bourget y David Chalmers. What do philosophes believe? Philosophical studies. September 2014 Volume 170 Issue 3 pp 465-500 ↩
  9. Sergi Rossell Nagel y Williams acerca de la suerte moral. Revista de Filosofía Vol 31 nº 1 (2006): 143-165 ↩
  10. Implicit Bias. Kirwan Institute for the study of race and ethnicity. State of the sciencie:implicit bias review 2014 . http://kirwaninstitute.osu.edu/wp-content/uploads/2014/03/2014-implicit-bias.pdf ↩
  11. Danziger Shay, Levav J y Avnaim-Pesso L. Extraneous factors in judicial decisions. PNAS 2011 vol 108 nº 17 6889-6892 ↩
  12. El autor habla de factores inconscientes que afectan la conducta. Sin embargo hay que aclarar que el autor no se está refiriendo a las causas inconscientes del psicoanálisis. ↩
  13. Dalbert, C. (2009). Belief in a just world. In M. R. Leary & R. H. Hoyle (Eds.), Handbook of Individual Differences in Social Behavior (pp. 288-297). New York: Guilford Publications ↩
  14. Minkow M y Beaver K.  A test of life history strategy theory  as a predictor of criminal violence across 51 nations. Personality and individual differences July 2016 Volume 97: 186-192 ↩
  15. Mani A y cols. Poverfty impedes cognitive function Science 2013 Vol 341 Issue 6149: 976-980 ↩
  16. Bruce Waller. The Stubborn system of moral responsability. Massachusetts Institute of Technology 2015. ↩
  17. Tali Sharot. The Optimism Bias. Why we are wired to look on the bright side. Robinson 2012 ↩
  18. Feldman G y cols. Bad is freer than good: positive-negative asymmetry in attributions of free will. Consciousness and cognition 2016 Volume 42:26-40 ↩
  19. Knobe, J. «Intentional action and side effects in ordinary language». Analysis 63 (3) pp. 190–194, 2003.   ↩
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Sobre la aceptación emocional – Carl Rogers

  • 23/07/2017
  • David Aparicio

  • Análisis

Distorsiones cognitivas que destruyen parejas

  • 21/07/2017
  • Laura Fuster

A nuestra consulta de psicología, llegan muchas parejas que hace tiempo que están viendo que su relación ya no es como antes. Muchas de ellas se quejan de la falta de tiempo, de que no se sienten entendidos por el otro, de la rutina, de que ya no hablan como antes, etc.

En terapia de pareja trabajamos, principalmente, la comunicación, la distribución de las actividades (tiempo en pareja e individual) y la resolución de conflictos.

Muchos de los problemas de pareja vienen dados por interpretaciones o pensamientos que no se basan en datos objetivos. La situación no es problemática, lo es nuestra interpretación sobre ella.



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En este artículo me voy a centrar en los pensamientos que pueden estar provocando problemas de pareja. Los psicólogos los llamamos distorsiones cognitivas, son pensamientos que no se basan en datos objetivos, es decir, no tenemos pruebas de que sean verdad. Además, suelen ser interpretaciones, juicios de valor, aparecen de forma automática, son muy difíciles de controlar y generan un gran malestar. Este tipo de error de pensamiento lo tenemos todos y los aplicamos a las situaciones o a los demás en general. En muchas ocasiones, se ven acentuados con nuestra pareja, causando problemas que no deberían estar ahí.

Las distorsiones cognitivas más frecuentes en las relaciones de pareja

Abstracción selectiva

Se trata de prestar atención a un solo aspecto o detalle de la situación. La información se saca fuera de contexto resaltándose ciertos detalles mientras se ignora información importante. Los aspectos positivos se suelen ignorar, dando más importancia a los aspectos negativos. Por ejemplo, mi pareja no está muy cariñoso esta mañana y pienso “debe estar enfadado conmigo otra vez”.

Pensamiento dicotómico

Las experiencias son codificadas como todo o nada, buenas o malas, un completo éxito o un fracaso total. Por ejemplo, mi pareja me dice que he sido demasiado bueno/a con mi amigo al hacerle un favor y pienso “ todo lo hago mal”.

Inferencia arbitraria

Consiste en sacar conclusiones de una situación que no están apoyadas por los hechos, incluso cuando la evidencia es contraria a la conclusión. Por ejemplo, mi pareja llega media hora tarde a casa y pienso “seguro que ha estado con otro/a, tiene una aventura”.

Sobregeneralización

Uno o dos incidentes aislados sirven para representar todas las situaciones similares, relacionadas o no. Por ejemplo, mi pareja no quiere tener sexo conmigo y pienso “ya no quiere tener relaciones conmigo, no le atraigo, siempre va a rechazarme”.

Magnificación y Minimización

Tendencia a exagerar lo negativos de una situación, un suceso o un cualidad propia y a minimizar lo positivo. Por ejemplo, ante un gasto imprevisto un miembro de la pareja le reprocha al otro “estamos económicamente arruinados”.

Personalización

Se atribuyen sucesos exteriores a uno mismo cuando no existen suficientes pruebas para llegar a esa conclusión. Por ejemplo, mi pareja me dice que un amigo suyo habla mucho y pienso “le molesta cuando le cuento mis problemas”.

Visión de túnel

Algunas parejas ven sólo aquello que ellos desean ver o lo que se ajusta a su estado mental. Por ejemplo, si tengo la idea de que mi pareja tiene que satisfacer todas mis peticiones sexuales, me puede parecer egoísta por su parte que él/ella me pidan algo a mi.

Explicación sesgada

Este es un pensamiento casi suspicaz que las parejas desarrollan durante momentos de conflicto, en el que existe una suposición automática de que su compañero tiene una razón para actuar. Por ejemplo “ mi pareja está actuando de una forma muy cariñosa porque quiere que luego haga algo que odio hacer”.

Etiquetas globales

Consiste en poner etiquetas globales a nosotros mismos o a los demás sin tener en cuenta otros matices. Por ejemplo, a mi pareja se le rompe un vaso fregando y pienso “es que es muy torpe”.

Lectura de la mente

Este es el don mágico de ser capaz de conocer lo que los otros están pensando sin comunicación verbal. Por ejemplo, “se lo que está pensando, que no quiere ir el domingo a comer a casa de mis padres”.

Seguro que alguno de los ejemplos te han parecido muy exagerados y has pensado “yo no pienso así,”, “yo eso no lo hago”. Sin embargo, en otros te habrás sentido identificado. Lo complejo de estos pensamientos es, como comentaba al principio, que son automáticos, muy difíciles de identificar y controlar.

Recomendaciones

Por todo lo anterior, es muy importante que la pareja tenga una buena comunicación. Una técnica que podemos recomendarte es la de preguntar. Parece sencillo pero muchas veces no lo hacemos. Si tienes alguna duda es mejor que preguntes directamente a tu pareja y no presupongas, pues, como hemos visto, la conclusión que puedes sacar podría estar influida por pensamientos irracionales.

Otra técnica muy útil sería el parafraseo. Consiste en repetir el contenido de lo que te ha dicho tu pareja para que te lo aclare mejor o para que perciba que lo hemos entendido. Por ejemplo, después de una discusión, María le hace un resumen a Pedro de lo hablado: “lo que me estás diciendo es que durante el próximo mes vas a tener más trabajo y pasarás menos tiempo en casa, ¿correcto?”.

Por último, es importante que utilices el feedback. Simplemente utiliza expresiones como “comprendo”, “te escucho”, “vale”, “de acuerdo”, para mostrar tu interés y que la otra persona se de cuenta de que estás escuchando.

Espero haberte ayudado a entender cómo pueden influir tus pensamientos en la comunicación con tu pareja y que pongas en práctica las técnicas explicadas.

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Pacientes con cáncer que ven morir a otros son más propensos a fallecer

  • 21/07/2017
  • Rita Arosemena P.

Hace unos meses compartimos los resultados de un estudio que sugiere que las personas con cáncer y depresión tienden a vivir menos por los efectos negativos que genera la desesperanza y la desolación en la salud física.

Ahora, científicos del Instituto de Investigación Nacional del Genoma Humano (NHGRI, por sus siglas en inglés) y la Universidad de Oxford aseguran que el tipo de interacciones sociales de los pacientes con cáncer podría influir significativamente en la calidad de los resultados de la quimioterapia, así como en la resistencia del cuerpo al tratamiento.

Las conclusiones del estudio, publicadas en la revista Network Science, indican que los pacientes que interactúan durante la quimioterapia con otros pacientes que han sobrevivido cinco años o más al cáncer tienden a vivir también cinco o más años. En contraste, los pacientes que han establecido relación o interacción constante con pacientes que han muerto en los cinco años posteriores son más propensos a morir en menos de cinco años.



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Para Jeff Lienert, autor principal y miembro del Programa de Investigación Social y Conductual del NHGRI, la explicación a esto puede breve:

«Las personas modelan su comportamiento con base en lo que hay a su alrededor»

«Por ejemplo, si vas a comer con amigos, lo más probable es que comas más de lo que sueles comer regularmente, incluso si no puedes ver lo que ellos están comiendo. Cuando vas andando en bicicleta, es probable que tengas un rendimiento mucho mejor si hay otros ciclistas a tu alrededor, independientemente de cuál sea el rendimiento de los otros». 

El equipo se basó en datos de registros médicos electrónicos de entre el año 2000 y 20009 procedentes de dos hospitales importantes del Servicio Nacional de Salud del Reino Unido. Los investigadores examinaron el tiempo total que un paciente compartió con los mismos pacientes sometidos a quimioterapia y su tasa de supervivencia a cinco años. La tasa de supervivencia a cinco años es el porcentaje de personas que viven al menos cinco años después de completar el tratamiento de quimioterapia. Por ejemplo, una tasa de supervivencia a cinco años del 70 por ciento significa que aproximadamente 70 de cada 100 personas siguen vivas cinco años después de la quimioterapia. También revisaron un esquema de la sala para confirmar la suposición de que los pacientes estaban potencialmente posicionados para interactuar.

los pacientes que interactúan durante la quimioterapia con otros pacientes que han sobrevivido cinco años o más al cáncer tienden a vivir también cinco o más años

Cuando los pacientes se hallaban alrededor de los que fallecían durante la quimioterapia en menos de cinco años, tenían un 72 por ciento de probabilidades de morir dentro de los cinco años siguientes a su quimioterapia. El mejor resultado fue cuando los pacientes interactuaron con alguien que sobrevivió por cinco años o más: tenían un 68 por ciento de probabilidades de morir en cinco años.

El modelo de los investigadores también predijo que si los pacientes fueran aislados de otros pacientes, tendrían un 69,5 por ciento de probabilidades de morir en un plazo de cinco años. Los científicos vinculan estos resultados con la acción de la respuesta al estrés, el cual se manifiesta al momento de ver a alguien relativamente cercano morir en un lapso breve de la misma enfermedad para la cual estamos recibiendo tratamiento.

«Cuando estás estresado, las hormonas del estrés, como la adrenalina, se liberan y eso te hace reaccionar con un mecanismo de lucha o huida. Si no puedes huir o luchar, como sucede cuando estás recibiendo quimioterapia, estas hormonas se van acumulando», explica Lienert.

Con el tiempo, los efectos de las hormonas del estrés sobreproducidas puede ser letal para el organismo de una persona con un sistema inmunológico debilitado.

Las cifras resultantes de esta investigación podrán no ser demasiado altas, sin embargo, crean una diferencia sustancial en una visión macro del asunto. Hay solo un dos por ciento de diferencia en la tasa de supervivencia entre los pacientes que interactúan con otros pacientes y los que son aislados, sin embargo, cuando llevamos eso a un escenario de 5,000 pacientes en nueve años, significa que 100 pacientes podrían tener una expectativa de vida más larga.

Los investigadores no profundizaron en los efectos de las visitas que reciben los pacientes con cáncer, pero sugieren que el impacto es similiar:

«El apoyo social positivo durante el momento exacto en que el punto de estrés está al máximo es crucial. Si tienes un amigo con cáncer, sigue haciéndole compañía durante la quimioterapia y eso probablemente reducirá sus niveles de estrés. El impacto puede ser tan efectivo e incluso más efectivo que si el paciente interactúa con otros pacientes (que han sobrevivido)». 

Fuente: Science Daily;  NIH/National Human Genome Research Institute

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Educar las emociones y no solo el intelecto: una idea con frutos a largo plazo

  • 20/07/2017
  • Rita Arosemena P.

Hace casi tres años que formo parte del equipo de redacción de Psyciencia y uno de los primeros artículos que escribí fue precisamente en torno a este tema: las emociones y el intelecto comprendido bajo el prisma de la acepción popular, que involucra el razonamiento lógico y las habilidades de lectoescritura, por ejemplo.

Personalmente, considero que uno de los principales avances de la psicología en las últimas décadas ha sido su interés enfatizado en los efectos a largo plazo de la educación emocional, así como la puesta en marcha de programas centrados en el fortalecimiento de las habilidades para la vida. Es inspirador y muy valioso ver que este interés no solo se mantiene sino que se acentúa con los años, y que existen cada vez más datos a favor de una educación integral.

Una de las recopilaciones de información más recientes en relación con los beneficios de los programas de educación social y emocional deriva de un estudio realizado por la Universidad de British Columbia, la Univerisdad de Illinois en Chicago y la Universidad Loyola.



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De acuerdo con los resultados publicados en la web Science Daily, los programas enfocados en el aprendizaje de habilidades sociales y emocionales no solo mejoran la salud mental inmediata de los adolescentes, así como sus habilidades para relacionarse con los demás, sino que también genera beneficios que perduran a lo largo de los años.

Así lo explica Eva Oberle, profesora asistente en el programa de Aprendizaje Humano Temprano de la Universidad de Columbia:

«Los programas de aprendizaje socioemocional enseñan las habilidades que los niños necesitan para tener éxito y prosperar en la vida. La enseñanza del aprendizaje socioemocional en las escuelas es una manera de apoyar a los niños en su camino al éxito, y también de promover mejores resultados de salud pública en el futuro. Sin embargo, estas habilidades necesitan ser reforzadas con el tiempo y nos gustaría ver a las escuelas incorporar el aprendizaje socioemocional sistemáticamente en el currículo, en lugar de hacer los programas como un ‘extra-curricular. Especialmente durante los años de la escuela intermedia y la adolescencia temprana, los jóvenes se alejan de sus familias y se dirigen más a grupos de pares influyentes y maestros. Los niños pasan 923 horas en el aula cada año, lo que ocurre en las escuelas es muy influyente en el desarrollo infantil».

El aprendizaje socioemocional enseña a los niños a reconocer y comprender sus emociones, a sentir empatía, tomar decisiones y construir y mantener relaciones. Muchas investigaciones han demostrado que los programas socioemocionales son altamente eficaces para mejorar el aprendizaje general y reducir la tasa de problemas de conducta entre los jóvenes. 

Sabemos que algunos países en Europa mantienen programas de educación emocional permanentes, sin embargo, la situación en el resto del mundo (especialmente en América Latina) sigue siendo deficiente.

En este estudio, los investigadores encontraron que el aprendizaje socio-emocional continuó teniendo efectos positivos en el aula, pero también en etapas siguientes de la vida. Los estudiantes que participaron en programas socioemocionales se graduaron de la universidad a una tasa 11 por ciento más alta que quienes no participaron. Su tasa de graduación de la escuela secundaria fue 6 por ciento mayor, el consumo de drogas y los problemas de conducta fueron seis por ciento más bajos para los participantes del programa, las tasas de arresto fueron un 19 por ciento más bajas y los diagnósticos de trastornos de salud mental fueron un 13,5 por ciento más bajos.

También se pudo concluir que todos los niños se beneficiaron del programa cursado sin importar la raza, el contexto socioeconómico o la ubicación geográfica de la escuela, una verdadera muestra de los beneficios universales de la educación integral. 

Fuente: Science Daily; Universidad de British Columbia

  • Salud Mental y Tratamientos

¿Qué hace a algunas mujeres más propensas a la depresión?

  • 20/07/2017
  • Rita Arosemena P.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS, por sus siglas en español), la depresión es un trastorno que afecta a cerca de 300 millones de personas de todas las edades alrededor del mundo, lo que supone una de las principales causas de inhabilitación física o psicológica, uno de los desencadenantes más comunes de otro tipo de enfermedades y uno de los móviles más frecuentes del suicidio.

La OMS también cita una estadística particular: La depresión se considera un desorden que suele afectar más a las mujeres que a los hombres, lo que nos lleva a preguntarnos ¿por qué?

La Sociedad Norteamericana de Menopausia profundizó en esta cuestión en un estudio publicado este mes en su revista digital Menopause. El artículo describe los resultados de una investigación realizada con una muestra de más de 1,300 mujeres con menstruación regular en etapa pre-menopáusica, con una edad promedio de entre 42 y 52 años.



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Los niveles de estradiol durante la menopausia son similares en todas las mujeres, pero la duración de sus efectos varía ampliamente

El objetivo principal del estudio era comprender qué hace a algunas mujeres más vulnerables a la depresión, tomando en cuenta que todas las mujeres, en términos generales, experimentan fluctuaciones hormonales, lo que podría superficialmente acusarse como una razón.

La menopausia y la antesala de la postmenopausia: fases de alto riesgo para la depresión

Anteriormente, estudios similares habían sugerido que las hormonas reproductivas ya podían ocasionar de por sí una susceptibilidad especial capaz de conducir a algunas mujeres a la depresión. No obstante, el estudio que citamos se concentró en los efectos de hormonas concretas como el estradiol, hormona esteroide sexual femenina que supone el estrógeno predominante durante los años reproductivos y que además cumple la función de modular la síntesis, disponibilidad y metabolismo de la serotonina (un neurotransmisor que juga un rol clave en la depresión).

Una confirmación esencial para entender mejor el grupo de mujeres con mayor riesgo de sufrir depresión son las variaciones que puede haber en la exposición al estradiol a lo largo de los años.

En otras palabras, si bien el estradiol se encuentra presente universalmente en el organismo de todas las mujeres, no se manifiesta en el mismo grado de exposición. Las exposiciones prolongadas desde el inicio de la menstruación hasta la menopausia se asocian significativamente con un riesgo reducido de depresión durante la transición de la menopausia y 10 años después (durante la postmenopausia). El control natal se asoció igualmente con un riesgo bajo de depresión, aunque no se encontró relación con el número de embarazos o el amamantamiento.

Las mujeres que se encuentran en fase de transición hacia y desde la menopausia presentan, según los investigadores, un riesgo mayor de sufrir síntomas de depresión debido a las fluctuaciones hormonales, en especial si sus organismos no están familiarizados con estos cambios.

También se encuentran en alto riesgo las mujeres con menopausia temprana, ciclos menstruales irregulares o escasos a lo largo del ciclo de vida o sofocos propios de la menopausia que se manifiestan de manera regular.

Fuente: Science Daily; The North American Menopause Society (NAMS)

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Libro recomendado: Guía práctica de los trastornos de la conducta alimentaria para acompañantes terapéuticos

  • 18/07/2017
  • David Aparicio

La presente guía surge como una iniciativa producto de nuestro interés y experiencia en el abordaje de los trastornos mentales graves en general, y en las alteraciones de la conducta alimentaria en particular. En este marco, los dispositivos terapéuticos de mayor complejidad son una condición necesaria para un abordaje integral de las distintas dimensiones del sufrimiento humano. Por tal motivo, en el ámbito de la salud mental en los últimos tiempos, el acompañamiento terapéutico comenzó a cobrar protagonismo en las intervenciones terapéuticas que conllevan una perspectiva ecológica, de manera que puedan extenderse a la vida cotidiana del paciente.

Siguiendo esta línea, Tolosa (2015) considera que la función del acompañante terapéutico se enmarca en las tareas intersesión, adquiriendo un rol esencial en la ejecución de las actividades diseñadas en el dispositivo terapéutico.

Ahora bien, al pensar en la gran complejidad que conlleva el abordaje de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) consideramos necesario interrogarnos “QUÉ” se sabe de este espectro nosológico y “CÓMO” son los tratamientos validados empíricamente, que se delimitan en el marco referencial del modelo cognitivo integrativo del acompañamiento terapéutico (Tolosa, 2015).



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Con esta guía aspiramos a que el lector tenga una perspectiva actualizada sobre el conocimiento científico de los TCA y que desde allí, pueda visualizar las vías específicas de intervención del acompañante terapéutico, realizando un entrelazamiento permanente entre estas dos variables y los relatos clínicos de una paciente, invitándolos así a profundizar en la experiencia subjetiva de esta enfermedad.

Acerca de la metáfora de “La Calesita”

En la presente obra, la metáfora de “La Calesita” hace referencia a la cualidad cíclica de las manifestaciones cognitivas, emocionales y conductuales que caracterizan a los Trastornos de la Conducta Alimentaria. En este sentido, nos pareció pertinente representar dicho escenario en una imagen que dé cuenta de las fluctuaciones y variaciones sintomáticas por las que se pueden atravesar durante el proceso de enfermedad. Asimismo, alude a un factor común en los trastornos mentales graves en lo que respecta al patrón rígido, persistente y circular, que no solo remite a los procesos objetivos característicos, sino también, a la percepción subjetiva de ellos, los cuales, se evidencian en la experimentación crónica de sentimientos de ineficacia percibida, agobio, angustia, miedo, ansiedad, falta de control, culpa, temor a la evaluación negativa del contexto, entre otros.

Compra el libro en Editorial AKADIA.

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