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Formación online psicoterapias contextuales

  • Equipo de Redacción
  • 23/11/2020

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  • Psicología aplicada

¿Cuánto dura la ventaja del preescolar?

  • Alejandra Alonso
  • 23/11/2020
Las niñas y los niños que asistieron a preescolar, entran a kinder o jardín de infantes con muchas habilidades, comparados con aquellos que no asistieron a preescolar. Pero un estudio encontró que estos últimos se ponen al día rápidamente.

¿Por qué es importante?

Según Arya Ansari, uno de los autores del estudio, los investigadores se han interesado por saber cómo hacer para que las niñas y niños pequeños entren al jardín de infantes listos para aprender. Y los programas de preescolar han sido de gran ayuda para alcanzar ese objetivo. No obstante, últimamente ha surgido la pregunta de si dichos programas brindan beneficios duraderos.

Metodología

Se contó con la participación de 2581 niñas y niños de un condado grande y diverso étnicamente hablando. Todos los participantes provenían de familias de bajos ingresos que podrían calificar para programas subsidiados de preescolar (como Head Start). Del total de participantes, 1334 asistían a un programa de preescolar, el resto no lo hacía. Los investigadores evaluaron las habilidades académicas, funciones ejecutivas y habilidades sociales y emocionales, consideradas importantes para el éxito académico. Las evaluaciones se realizaron al comienzo del año escolar y fueron repetidas en la primavera.

Resultados

Los niños graduados de preescolar entraron a kinder / jardín de infantes con habilidades académicas fuertes. Los resultados fueron similares en relación a las funciones ejecutivas. Por otro lado, no había diferencias en las habilidades sociales y emocionales que demostraban los niños y las niñas que asistieron o no asistieron a programas de preescolar. Al avanzar el año, los investigadores pudieron notar que las diferencias entre ambos grupos iba disminuyendo, principalmente porque el grupo que no había asistido a preescolar y asistía a kinder por primera vez estaba aprendiendo en mayor proporción, al compararles con el otro grupo. Los autores destacan que las diferencias no fueron uniformes, por ejemplo para los niños y niñas que no asistieron a preescolar la diferencia en habilidades se desdibujó en aproximadamente un 80% llegando a fin de año, mientras que en habilidades matemáticas el porcentaje fue de 55% y en vocabulario y conocimiento general 45%. Además se observó que todas las niñas y los niños, independientemente de si asistieron a preescolar o no, demostraron mejoras en sus habilidades académicas y funciones ejecutivas durante el jardín de infantes. Sin embargo, los graduados de preescolar mostraron mejoras menores.

Limitaciones

La investigación fue realizada solo con estudiantes de bajos ingresos debido a que otro estudio mostró que ingresan al jardín de infantes con desventajas académicas y se ha realizado una inversión pública significativa para abordar esa brecha. Esto significa que se debe tener precaución al intentar generalizar los hallazgos a niñas y niños provenientes de familias con ingresos más altos.

Conclusiones y recomendaciones

Ansari nota que las diferencias de los niños y niñas en el salón de kinder tenían poco que ver con si los beneficios de preescolar se mantenían en el tiempo. Según él, su investigación parece sugerir que a largo plazo hay otros factores que afectan el desempeño en la escuela y no están relacionados con la escolarización temprana. Para el autor, el preescolar debe ser visto como solo una de las formas en que podemos garantizar que todas las niñas y los niños tengan las mismas oportunidades de éxito. Para investigaciones futuras, Ansari recomienda enfocarse en comprender porqué los graduados de preescolar demuestran menos avances en jardín de infantes comparados con los que ingresan a la escuela por primera vez. Referencia del estudio: Arya Ansari, Robert C. Pianta, Jessica V. Whittaker, Virginia E. Vitiello, Erik A. Ruzek. Persistence and convergence: The end of kindergarten outcomes of pre-K graduates and their nonattending peers. Developmental Psychology, 2020; DOI: 10.1037/dev0001115 Fuente: Science Daily

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  • Psicología aplicada

La publicidad que miran los niños en la TV incrementa el estrés parental

  • Alejandra Alonso
  • 23/11/2020
Los hallazgos de una nueva investigación sugieren que un mayor consumo de propagandas por parte de niñas y niños se traduce en más pedidos de cosas a las mamás y papás y, por ende, mayor estrés para éstos últimos.

¿Por qué es importante?

Los investigadores señalan que se sabe el efecto de la publicidad en los pedidos de niñas y niños y el conflicto que esto genera. Lo que no se conocía era el impacto que tenía en las madres y los padres y si podría contribuir al aumento del estrés en éstos.

Metodología

La muestra fue tomada de un estudio más grande que era conducido por dos de los autores. Se contó con la participación de 433 madres y padres de niños de entre 2 y 12 años (el 78% eran madres). La edad promedio fue de 32.9 años. Se evalúo la exposición a la TV en la semana. Además se aplicó la escala de Comunicación Familiar en relación al Consumo, de Krcmar y Lapierre (quienes forman parte del grupo investigador) que medía:
  1. Comunicación colaborativa: que explora cuán a menudo las mamás y los papás conversan con sus hijas e hijos para conocer su opinión sobre las compras de consumo para la familia.
  2. Comunicación sobre control: se enfoca en la frecuencia en que las mamás y los papás muestran control total en las interacciones con sus hijos e hijas en relación al consumo.
  3. Comunicación sobre publicidad: esta última subescala buscaba medir la frecuencia con que los padres y las madres conversaban sobre los mensajes de las propagandas.
El grupo de investigadores también quiso saber cuán a menudo los niños y niñas pedían un producto, tocaban o agarraban un producto sin preguntar y demandaban que se les comprara un algo, cuando la familia salía de compras. Adicionalmente, las mamás y los papás también reportaron la frecuencia con que sus hijos e hijas presentaban conductas coercitivas durante las salidas de compras (por ejemplo, el niño o la niña se comporta de tal manera que llama la atención de otros de forma negativa). Por último, se les administró a las madres y a los padres la Escala de Estrés Parental de Berry y Jones.

Resultados

Encontraron que una mayor exposición a propagandas en la televisión llevaba a mayores pedidos de compra y conductas coercitivas en niñas y niños. Todo esto resultó en reportes de mayores niveles de estrés parental. El grupo de investigadores también encontró que la forma en que la familia se comunica puede ayudar o no. Con respecto a la comunicación orientada a la colaboración, los resultados revelaron que los padres y madres que participaron en este tipo de comunicación informaron menos estrés en general. Sin embargo, las pruebas de interacción entre la iniciación de compra / comportamiento coercitivo y el estrés de los padres, mostraron que estas relaciones eran más fuertes para este grupo. Una posible explicación que proveen los investigadores es que para los padres y madres que son más receptivos a las aportaciones del consumidor infantil, el niño o la niña se siente más cómodo/a al iniciar la compra y ser más asertivo/a con sus solicitudes, lo que genera estrés parental. La relación no fue tan fuerte para los padres y madres que optan por la comunicación sobre publicidad. Sin embargo, esta era un predictor positivo tanto del inicio de la compra como del comportamiento coercitivo en los niños y niñas. Para el grupo de científicos hay dos posibles explicaciones: (a) podría ser que los padres y las madres que se comunican más sobre publicidad lo hagan por necesidad, ya que es más probable que sus hijos e hijas hablen con ellos sobre productos de consumo; (b) o los padres y las madres pueden estar más enfocados en el comportamiento de consumo de sus hijas e hijos y están actuando sobre esta percepción. Sin embargo, debido a que estas conversaciones parecen ser más rutinarias en estos hogares, los efectos potenciales relacionados con una mayor exposición a la televisión pueden tener un efecto menor. Finalmente, la comunicación orientada al control no solo fue un predictor directo del comportamiento del consumo de los niños y niñas, sino que se asoció con un mayor inicio de compra y un mayor comportamiento coercitivo, así como con el estrés de los padres y las madres. Una posible explicación es que los padres y las madres que utilizan más este tipo de estrategia comunicativa en realidad están respondiendo a los aumentos en el comportamiento del consumidor de sus hijos e hijas de una manera similar a lo que se encontró con respecto a la comunicación centrada en la publicidad. Según los autores, aunque hoy se utilizan más servicios como Netflix, Amazon, Hulu o Apple TV para ver series o películas infantiles, las personas encargadas del marketing han encontrado formas creativas de seguir presentando sus productos. Por ejemplo, incorporando productos o marcas a la narrativa de las historias. En los niños y niñas, el problema reside en que no tienen la capacidad emocional y cognitiva para resistirse a tan llamativas y seductoras propagandas. Referencia del estudio: Matthew A. Lapierre, Marina Krcmar, Eunjoo Choi, Kristen A. Haberkorn, Sarah J. Locke. Take a deep breath: the effects of television exposure and family communication on family shopping-related stress. International Journal of Advertising, 2020; 1 DOI: 10.1080/02650487.2020.1820205 Fuente: Science Daily

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  • Psicología clínica

El consumo de marihuana incrementa el consumo de opioides ilegales y no los reduce, como muchos creen

  • Maria Fernanda Alonso
  • 23/11/2020
El uso ilícito de opioides, incluido el uso no médico de opioides recetados, opioides sintéticos y heroína, es una de las principales causas de muerte por sobredosis. Estudios ecológicos han sugerido que la legalización del cannabis podría haber conducido a una disminución de las muertes por sobredosis de opioides, pero no informan si las personas están sustituyendo opioides por cannabis en diferentes momentos.

¿Por qué es importante?

Los opioides son usados habitualmente para el tratamiento del dolor, e incluyen fármacos como la morfina, el fentanilo y el tramadol. Tales sustancias comprenden tanto a los compuestos que se extraen de la adormidera como a compuestos sintéticos y semisintéticos con propiedades análogas que pueden interferir con los receptores de opioides del cerebro. Comprender cómo el cannabis puede cambiar el uso de opioides no médicos es fundamental para informar los debates sobre las intervenciones basadas en el cannabis para abordar la crisis de los opioides. Los hallazgos de un estudio reciente señalan que las personas no están sustituyendo opioides por cannabis, y mostró que el uso de opioides era al menos tan frecuente en los días en que se consumía cannabis como en los días en que no se consumía, y que esto era independiente de si los participantes experimentaban dolor o no (Gorfinkel et al., 2020).

Metodología

Los investigadores condujeron un estudio de cohorte prospectivo, centrado en el área metropolitana de Nueva York y en un programa suburbano de adicción para pacientes hospitalizados. Los participantes fueron adultos con problemas de consumo de sustancias que usaban opioides no médicos, reclutados entre mayo de 2016 y junio de 2019. La muestra analítica incluyó 13.271 días de observación entre 211 participantes (64% hombres, 41% blancos, 78% solteros, 80% desempleados, edad media 43 años). Para el estudio, completaron entrevistas y encuestas computarizadas autoadministradas, y luego respondieron a un sistema de respuesta de voz interactiva (RVI) diariamente durante los siguientes 90 días. Diariamente el sistema les preguntaba si habían consumido cannabis el día anterior, y si ratificaban haber experimentado dolor moderado a intenso. El resultado principal, el uso de opiáceos ilícitos o no médicos durante el seguimiento de 90 días, se definió mediante una respuesta afirmativa a la pregunta del RVI: «¿Usó heroína ayer?» O «¿Usó ayer opiáceos recetados más de lo indicado o sin receta?»

Hallazgos

La tasa media de finalización de RVI fue del 70%. La razón de posibilidades no ajustada que indica el consumo de cannabis y opioides en el mismo día fue de 2,00 . Controlando las características demográficas, el método de reclutamiento, los tipos de opioides al inicio del estudio y el dolor, la razón de posibilidades no ajustada fue 1,86 (IC del 95% = 1,44–2,41). Una prueba de interacción entre el dolor y el consumo de cannabis para determinar si la asociación del cannabis con el consumo de opiáceos difiere entre las personas con dolor moderado a intenso y dolor menor a moderado no fue concluyente. A partir de estos resultados, los autores concluyen que las probabilidades de consumo problemático de opiáceos no médicos (es decir sin prescripción o en cantidades diferentes a las recetadas) entre los adultos estadounidenses parecen duplicarse en los días en que consumen cannabis. Esta relación no parece diferir entre personas con dolor moderado o más severo versus dolor menor que moderado, lo que sugiere que el cannabis no se usa como sustituto de los opioides ilegales. Por lo tanto, señalan que el cannabis no es una forma eficaz de limitar el uso de opioides no médicos. Referencia bibliográfica: Gorfinkel, L. R., Stohl, M., Greenstein, E., Aharonovich, E., Olfson, M., & Hasin, D. (2020). Is Cannabis being used as a substitute for non‐medical opioids by adults with problem substance use in the United States? A within‐person analysis. En Addiction. https://doi.org/10.1111/add.15228 Fuente: Science Daily

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  • Psicología aplicada

El peligroso efecto de la comida apetecible

  • Alejandra Alonso
  • 20/11/2020
La publicidad de comida se hace de forma  muy cuidadosa y como resultado vemos platos especialmente bonitos. El objetivo es, claramente, que encuentres esa comida muy apetecible, pero también podría estar teniendo otro efecto un poco más peligroso en tí.

Metodología y resultados

En una serie de experimentos, una investigadora probó si el mismo alimento se percibe como más saludable cuando se ve bonito siguiendo los principios de la estética clásica (es decir, simetría, orden y patrones sistemáticos) en comparación con cuando no lo es. Por ejemplo, en un experimento, los participantes evaluaron tostadas de aguacate. Todos leyeron información idéntica sobre ingredientes y precios, pero se asignó aleatoriamente a las personas para que vieran una tostada de aguacate bonita o una fea. Los encuestados calificaron la tostada de aguacate bonita como más saludable en general y más natural. Como se sospechaba, la diferencia en los juicios de naturalidad impulsó la diferencia en los juicios de salubridad. Los juicios de otros aspectos, como frescura o tamaño, no se vieron afectados. Los experimentos con diferentes alimentos y manipulaciones de la belleza arrojaron el mismo patrón de resultados, lo que sugiere que es poco probable que el efecto sea idiosincrásico para ciertas imágenes. Hay algunos aspectos clave en el estudio:
  1. El efecto bonito = saludable se limita a la estética clásica. La estética «expresiva» no implica patrones similares a los de la naturaleza, sino que agrada mediante la ejecución imaginativa de ideas creativas, como la comida cortada en formas divertidas o dispuesta para representar una escena.
  2. El sesgo bonito = saludable se puede silenciar mostrando un descargo de responsabilidad junto a la comida que recuerda a las personas que la comida fue modificada artificialmente.

Implicaciones

Los resultados son relevantes porque nos muestran que estos juicios de salubridad afectan el comportamiento del consumidor, pero que existen estrategias que pueden combatir este sesgo. Hay implicaciones tanto para los especialistas en marketing como para los defensores de la salud pública, aunque diferentes. Linda Hagen, autora del estudio, explica que la estética clásica podría ser una estrategia sutil de transmitir que un producto es natural y saludable, atributos que los consumidores valoran cada vez más. Sin embargo, una presentación bonita de los alimentos puede distorsionar de manera optimista las estimaciones nutricionales y afectar negativamente las decisiones dietéticas, es por eso que los responsables de la formulación de políticas tal vez deseen considerar estos datos. Referencia de la investigación: Linda Hagen. Pretty Healthy Food: How and When Aesthetics Enhance Perceived Healthiness. Journal of Marketing, 2020; 002224292094438 DOI: 10.1177/0022242920944384 Fuente: Science Daily

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  • Psicología clínica

Conceptualización y tratamiento del TOC con ideación sexual

  • CETECIC
  • 19/11/2020
Artículo escrito por Carmela Rivadeneira, Ariel Minici y José Dahab. Los psicólogos que trabajamos en clínica desde la terapia cognitivo conductual sabemos perfectamente qué es un trastorno obsesivo compulsivo (TOC) y cómo tratarlo, ya que abunda bibliografía al respecto y, hoy por hoy, nadie desconoce las implicancias de esta patología. Sabemos también que tiene una alta incidencia en nuestros consultorios y que existen variados subtipos de TOC dependiendo de la forma que adoptan las obsesiones y compulsiones que presenta el paciente. Desde la aparición del DSM 5, el TOC como entidad diagnóstica ya no pertenece al grupo de los trastornos de ansiedad, sino que conforma una categoría aparte. En esta entidad los contenidos específicos de las obsesiones y las compulsiones varían entre los individuos, pero ciertas dimensiones de los síntomas son comunes, como los síntomas de limpieza (las obsesiones de contaminación y compulsiones de limpieza), la simetría (obsesiones de simetría y repetición, compulsiones de contar y de orden), los pensamientos prohibidos (de agresión, sexuales, y obsesiones y compulsiones relacionadas con la religión) y los de daño (el temor a hacerse daño a uno mismo o a otros y compulsiones de comprobación relacionadas). Cabe aclarar que en este artículo hablaremos de TOC homosexual y no de identidad sexual, del mismo modo que hablaremos de  TOC de pedofilia y no de pedofilia o pederastia. No se puede equiparar pensamientos intrusivos sexuales con ser homosexual y, desde ya, no es lo mismo padecer ideaciones involuntarias que ser pedófilo o pederasta. Esta diferenciación conceptual la desarrollaremos pormenorizadamente al abordar cada uno de estos subtipos de TOC. Dentro de los TOC con pensamientos prohibidos sexuales se encuentran entonces estos dos subtipos:
  1. TOC de pedofilia
  2. TOC homosexual
A pesar de que estos subtipos pueden constituirse como motivos iniciales de consulta, la verdad es que suelen aparecer luego de una fase avanzada del tratamiento, ya que el paciente siente mucha vergüenza de contarlo y teme que el terapeuta lo juzgue negativamente como “perverso” o “degenerado”. Muy probablemente, muchas personas que padecen estos subtipos de TOC ni siquiera lleguen a la consulta, conviviendo con estas ideas y seguramente realizando acciones para neutralizarlas sin gran éxito. Es por esta razón que, si bien existen estimaciones acerca de la incidencia de estas patologías, se sospecha que los datos epidemiológicos infravaloran la realidad del fenómeno. Su frecuencia en el consultorio también se ve seguramente sesgada por los prejuicios tanto del paciente como de algunos terapeutas poco familiarizados con las mencionadas formas del cuadro. En el presente artículo, efectuamos una conceptualización de los mencionados subtipos de TOC, enfatizando los rasgos distintivos de su diagnóstico diferencial, lo cual nos conducirá a las especificidades de su tratamiento. Ergo, el tratamiento de estos dos subtipos de TOC (de pedofilia y homosexual) muestra algunas diferencias importantes respecto de los otros subtipos; de hecho, existe el riesgo de cometer errores, algunos muy serios.
Tabla de contenido
  • ¿Qué es el TOC?
  • La pedofilia y el TOC de pedofilia
    • La pedofilia es una parafilia
    • ¿Cómo se presenta el TOC de pedofilia?
    • Tratamiento del TOC de pedofilia
  • La homosexualidad y el TOC homosexual
    • ¿Qué es y cómo se presenta el TOC homosexual?
    • Tratamiento del TOC homosexual
  • Conclusiones

¿Qué es el TOC?

Ante todo, hagamos una somera recapitulación de qué es y cómo funciona el trastorno obsesivo compulsivo. Es una patología que implica un desorden en el pensamiento, de hecho, se trata del elemento más afectado y disfuncional del cuadro. El paciente con TOC carece de un mecanismo inhibitorio cerebral a nivel de la corteza orbitofrontal, de la corteza cingulada anterior y del cuerpo estriado. Este hallazgo biológico, fruto de la investigación de los últimos años, fue en parte lo que llevó a remover al TOC del capítulo de los trastornos de ansiedad ya que, por más que la ansiedad constituye una parte del síndrome, en su topografía y funcionalidad no se comporta como el resto de los cuadros de ansiedad. Es por esta razón que el paciente con TOC no elige pensar de la manera en que lo hace y que la psicoeducación, si bien colabora para entender el trastorno, jamás alcanzará para modificarlo. Grosso modo, el paciente con TOC evalúa, analiza y juzga sus propios pensamientos. En ocasiones también lo hace con las sensaciones y emociones. Al pensar algo como “si agarro un cuchillo puedo clavarlo a mi hijo”, sentirá terror y evitará estar cerca de los cuchillos. Ahora bien, aquí estamos en la típica descripción de obsesiones (la idea) y compulsiones (la acción). A partir de la investigación de las últimas décadas, algunos autores como Paul Sakolvskis aportaron una valiosa idea respecto de los pensamientos automáticos que se disparan como consecuencia de las obsesiones: son pensamientos de juicios de valor, los cuales, en lugar de orientarse a un hecho externo, lo hacen hacia el propio contenido mental, no cualquier contenido mental, sino las propias obsesiones. Se trata de meta-pensamientos, vale decir, pensamientos que se refieren a otros pensamientos. Hoy se trabaja más con la modificación de tales metacogniciones que con las mismas obsesiones. Ejemplos de estos pensamientos automáticos son: “¿Por qué pienso en clavarle un cuchillo a mi hijo? ¿Qué clase de padre puede pensar algo así? ¿Soy un asesino reprimido? ¿Será que en mi inconsciente tengo un deseo reprimido de matar a mi hijo? ¿Amaré a mi hijo?”. Justamente es frente a estas metacogniciones que resulta más probable el disparo del sufrimiento y la aversión en la persona y, desde allí, directo a generar la compulsión que mitigue esas sensaciones. Para ser más claros, la obsesión no dispara la compulsión, sino que los metapensamientos causan un malestar intenso y desde allí la compulsión aparece como una acción que intenta neutralizar esa emocionalidad aversiva. Esquematizamos a continuación este modelo del TOC. Entendiendo así la dinámica del pensamiento del sujeto con TOC, pasemos entonces a observar los dos subtipos de TOC sexuales.

La pedofilia y el TOC de pedofilia

Para comenzar, establezcamos una discriminación entre pedofilia y TOC de pedofilia. El DSM 5 posee un capítulo denominado “trastornos parafílicos”, el cual describe un conjunto de desórdenes cuyo denominador común radica en la presencia de: “interés sexual intenso y persistente distinto del interés sexual por la estimulación genital o las caricias preliminares dentro de relaciones humanas consentidas y con parejas físicamente maduras y fenotípicamente normales”. El capítulo incluye desórdenes como el voyerismo, sadismo, fetichismo y exhibicionismo, entre otros. Aunque como todo criterio psicopatológico pueda ser cuestionado y deje algunos casos sin resolver, nos brinda una idea general de lo que pretende demarcar; esto es, placer sexual que se obtiene de forma poco convencional y/o con personas que debido a su edad o condición no pueden consentirlo, pero en todos los casos se refiere a un placer sexual efectivamente obtenido o fuertemente deseado. Así, las parafilias conllevan la obtención de placer sexual; esto es, se trata de un impulso que conduce a la aproximación hacia los objetos que lo satisfacen. La forma en que está formulado el criterio general permite incluir tanto la satisfacción onanista acompañada de fantasías como las prácticas reales con (o contra) otras personas aunque, claro está, en su forma severa las parafilias, las más problemáticas y patológicas, son aquellas en las cuales el sujeto no puede refrenarse de consumar tales prácticas, exponiéndose así al repudio de su cultura y, la mayoría de las veces, a la condena por un acto criminal.

La pedofilia es una parafilia

Consiste en la excitación o el placer sexual que obtiene una persona adulta o un adolescente mayor al llevar a cabo actividades o al tener fantasías sexuales con niños menores de 13 años. Más allá del criterio formal, psicológicamente hablando, la pedofilia es un constructo multifactorial en la personalidad del que la padece, y se compone de aspectos mentales, de educación sexual, de violencia, de control de los impulsos, etc. En este sentido, se suelen distinguir dos tipos de pedofilia: una primaria o esencial, muy arraigada en el sujeto, y otra secundaria, que aparecería motivada por factores circunstanciales. Las conductas pedófilas son muy heterogéneas: desde casos casi imperceptibles hasta aquellos en que alcanzan niveles que entran dentro de lo criminal. A la actividad sexual de un pedófilo con un menor de 13 años se la conoce con el nombre de abuso sexual infantil o pederastia. Sin entrar en detalles de esta categoría diagnóstica, no todos los pedófilos son abusadores, ya que muchos simplemente no pasan de tener fantasías sexuales con niños y de esta manera sienten placer. El pederasta, en cambio, necesita tener acciones sexuales con un menor y de esa manera alcanza el placer, cometiendo un acto delictivo.

¿Cómo se presenta el TOC de pedofilia?

En la mayoría de los casos, aparece en varones, adultos, que tienen y han tenido históricamente relaciones sexuales con otros adultos, y sus fantasías sexuales también se refieren a adultos. Así, gozan masturbándose mientras imaginan o miran pornografía de personas adultas. Pero estas personas temen que les gusten los niños, temen que al estar cerca de niños puedan cometer algún acto de abuso o agresión de tipo sexual, temen que en algún momento se les desarrolle un deseo irrefrenable por mantener relaciones sexuales con niños y, de ese modo, se conviertan en abusadores infantiles. Pero quien padece TOC de pedofilia no tiene ni tuvo relaciones sexuales con niños, ni fantasea o mira pornografía relacionada con menores; lo que sí tiene es terror de que tal cosa suceda, debido a lo cual lleva a cabo conductas de evitación y compulsiones. Por eso, padece TOC. Describamos entonces el problema en el lenguaje propio del cuadro. Al paciente se le presenta la obsesión/pensamiento intrusivo de poder agredir sexualmente a un niño, lo cual le gatilla pensamientos automáticos/metacogniciones acerca de ser un abusador o pedófilo, ello conduce a un malestar emocional intenso que deriva en intentos de neutralización, vale decir, compulsiones y conductas de evitación. Así, en general, evita permanecer en lugares donde hay niños, como plazas, cercanías de escuelas, reuniones familiares donde hay menores. Puesto esquemáticamente: Al efectuar el diagnóstico diferencial, el TOC de pedofilia resulta frecuentemente confundido con la pedofilia, tal vez porque ambos tienen su alcance en la fantasía. No obstante, hay un elemento diferente y crucial al momento de compararlos: el placer. El pedófilo siente placer mirando fotos, fantaseando, imaginando acciones sexuales con niños, mientras que el sujeto con TOC siente asco, repulsión o sensaciones aversivas cuando aparecen en su mente imágenes de acciones sexuales con niños. Si logramos hacer esta mínima distinción, ya iremos entendiendo que no son cuadros ni siquiera parecidos y que, por lo tanto, la manera de abordarlos también será completamente diferente.

Tratamiento del TOC de pedofilia

Como estamos hablando de un subtipo de TOC, la técnica de primera elección en este trastorno es la exposición y prevención de la respuesta (EPR). Si bien el procedimiento ha mostrado alta efectividad, puede suceder que el terapeuta no sepa hacer un buen análisis funcional del caso y termine interviniendo con un protocolo de exposición inadecuado,  e incluso iatrogénico con algunos pacientes. Aquí volvemos a recordar algunos axiomas respecto de a qué se expone al paciente cuando se hace exposición. Como hemos discutido en otro artículo, en ocasiones se expone a lo que el paciente teme, al objeto fobígeno o, puesto en lenguaje conductual, a los estímulos condicionados de ansiedad. No obstante, muy frecuentemente, lo más operativo y funcional es exponer a lo que el paciente evita o, en lenguaje conductual, a los estímulos discriminativos de las conductas de evitación y escape que se mantienen por reforzamiento negativo. Vale decir, lo que el paciente teme no siempre es lo que evita. Lo que teme y lo que evita pueden ser lo mismo o pueden ser algo diferente, pero siempre se encuentran funcionalmente relacionados. La elección del conjunto de estímulos hacia los cuales habremos de dirigir la exposición se guía más por lo que se evita que por lo que teme. En el caso del TOC este axioma adquiere especial importancia. Ahora bien, ¿qué teme el paciente con TOC de pedofilia? En general, tiene miedo de hacerle algo sexual a un niño: tocarlo, abusarlo, verlo desnudo, violarlo. Por ende, al exponer al paciente a su temor, ¿deberíamos conducirlo, por ejemplo, a que toque niños desnudos? ¡Obviamente que no! Algunos terapeutas inexpertos podrían pensar en exponerlo a imágenes de niños desnudos, o peor aún, a películas de pedofilia, donde se abusa sexualmente de un niño, de modo tal que aprenda a tolerar dichas imágenes… ¿Sería correcto hacerlo? Tampoco, nada más lejos que esto. En estos casos, habremos de ser muy cautelosos ante todo, entender bien la patología, sus implicancias y las de nuestra intervención. Así, conducir la exposición de manera adecuada requiere un análisis funcional preciso y acorde a lo que el paciente hace y no a la descripción neta de lo que teme, ya que en muchas ocasiones lo que teme es universalmente aceptado; en efecto, en lo que hace a la sexualidad infantil, todos tenemos miedo de lo mismo, en menor o mayor escala. Toda persona que se precie de ubicarse dentro de la salud mental y que no padezca de pedofilia sentiría aversión de ver fotos, películas o cualquier material donde se abusa de menores. En este sentido, nuestro paciente con TOC no difiere para nada de la norma, por el contrario, está muy apegado a ella y por eso sufre al juzgar su pensamiento como algo perverso y que puede llevarlo a una acción severamente antiética y contracultural. Resulta imposible efectuar conductas que dan asco y repulsión, al menos voluntariamente. En virtud de esto, a la hora de planificar la exposición, precisamos más enfocarnos en lo que evita el paciente y no tanto en lo que teme. Los pacientes con TOC de pedofilia esencialmente evitan a los niños, por ende, no van o ni se acercan a plazas, escuelas o reuniones en las cuales haya niños; si por algún motivo se ven imposibilitados de escapar, entonces procuran mantener distancia de los niños o no permanecer con ellos a solas. De acuerdo con lo expuesto, los estímulos seleccionados para la exposición incluirán entonces los espacios donde haya niños. Así, por ejemplo, en una efectiva exposición en vivo, instruimos al paciente para que permanezca sentado en una plaza, sabiendo y observando que hay niños alrededor, aun cuando se le crucen ideas pedófilas sabemos que no hará ninguna de las acciones temidas (atacar sexualmente a un niño). Dicho simple y llano, la exposición será a contextos con niños, contacto con niños; hablarles, preguntarles algo, permanecer y jugar con niños de su familia, tan solo sentados simplemente en el mismo lugar.

Caso clínico de tratamiento del TOC de pedofilia

Traemos a colación un caso de un papá primerizo, quien comenzó con este tipo de ideas al poco tiempo de nacer su hijo, motivo por el cual se negaba a cambiar los pañales de su hijo, bañarlo o simplemente alzarlo por el temor de llevar a la acción las ideas pedófilas que lo atormentaban. La terapia de exposición consistió en que paulatinamente se aproximara a su hijo en situaciones supuestamente cada vez más peligrosas para él; así empezó alzándolo, luego cambiándole el pañal y finalmente bañándolo. Esto se lleva adelante más allá de que las ideas intrusivas pedófilas aparezcan en la consciencia, y tal vez justamente con esos pensamientos mucho mejor, pues la terapia de exposición se orienta a combatir la creencia de que “por tener esas ideas, soy un pedófilo y voy a abusar”. El paciente comprueba que los pensamientos intrusivos pedófilos son eso, únicamente pensamientos, los cuales pueden incluso persistir pero que no conducen a actos. A diferencia de lo que sucede con la evitación, que les otorga centralidad y saliencia, las ideas intrusivas van progresivamente perdiendo valencia con el paso del tiempo a medida que progresa la exposición.

La homosexualidad y el TOC homosexual

De manera análoga, efectuemos una distinción entre la homosexualidad y el TOC homosexual. Afortunadamente, ya no tenemos criterios para la homosexualidad en el DSM 5 ni en ningún otro manual diagnóstico que se pretenda científico, dado que, desde hace unas cuantas décadas, no se la considera una patología. Dicho de manera simple, ser homosexual implica la experiencia de excitación y placer sexual con personas del propio sexo. Tal experiencia puede adoptar la forma de prácticas sexuales con otros seres humanos pero también incluye a la fantasía y a la visualización de imágenes, algo hoy muy común dada la proliferación de la pornografía a través de internet. Por supuesto, la definición anterior admite muchas discusiones y está lejos de ser una que resuelva el problema de cómo categorizar a la homosexualidad. En realidad, lo que resulta muy difícil es formular una clasificación que logre captar la diversidad y flexibilidad de la sexualidad humana. De todos modos, este no es el tema de nuestro artículo y, a los efectos de lo que acá precisamos, basta el concepto de homosexualidad presentado arriba. De ella se deriva fácilmente que la persona homosexual disfruta, experimenta placer en el intercambio erótico con otra persona de su propio sexo; vale decir, la homosexualidad se halla predominantemente definida por una búsqueda de placer sexual. Otra vez, nos encontramos frente a un impulso, una tendencia a la acción que nos aproxima al objeto que lo satisface.

¿Qué es y cómo se presenta el TOC homosexual?

En primer lugar, nos encontramos frente a una persona heterosexual, que frecuentemente tiene y/o ha tenido históricamente parejas heterosexuales; asimismo, el contenido típico de sus fantasías eróticas se refiere a personas del sexo opuesto. Segundo, el individuo experimenta desagrado ante la idea de contacto sexual con una persona de su propio sexo; si alguna vez ha intentado relacionarse sexualmente con una pareja homosexual, ha sido con el objetivo de “probarse”, lo cual resultó en una experiencia subjetiva desagradable. Tercero, la persona teme ser homosexual, más precisamente, se le entrometen en su consciencia pensamientos acerca de la posibilidad de ser homosexual, lo cual le genera mucho malestar y por lo tanto se esfuerza por evitarlos. En otras palabras, y en el lenguaje descriptivo del TOC, la persona tiene obsesiones y/o pensamientos intrusivos signados por el contenido de sentirse atraído por personas de su propio sexo, lo cual la conduce al pensamiento automático “¿y si soy homosexual?” y ello genera el malestar emocional que conduce a los intentos de neutralización, es decir, compulsiones de verificación de su propia orientación sexual o conductas de evitación. Esquemáticamente: Vamos con una aclaración necesaria en esta discusión. No debería tildarse de homofóbica a la persona que experimenta una reacción aversiva ante la idea de mantener relaciones sexuales con alguien de su propio sexo, tampoco a quien sienta desagrado ante imágenes de personas homosexuales de su propio sexo manteniendo contacto sexual, como le sucede típicamente a los varones heterosexuales ante la visualización de videos pornográficos gays. Este tipo de respuesta aversiva emocional se produce de manera involuntaria, ante algo que simplemente no gusta. La homofobia, contrariamente, consiste en adoptar una discriminación injusta hacia personas homosexuales en áreas variadas de la sociedad, desde las laborales hasta las amistosas casuales. Ser homofóbico tampoco tiene que ver con la propia orientación sexual; en otras palabras, se puede por ejemplo, ser gay y homofóbico al mismo tiempo, algo bastante más común de lo que a simple vista parecería. Afortunadamente, nuestro mundo ha claramente evolucionado en la dirección de la aceptación hacia las minorías; un avance humanístico grandioso cuyas consecuencias favorables tan solo se empiezan a vislumbrar. Así como hace tan solo 40 años se consideraba una enfermedad mental a la homosexualidad, hoy el criterio de desadaptación apunta más a quienes no aceptan que otras personas experimentan el placer sexual de forma diversa. Sin embargo, ello no debe confundirnos respecto de lo que los seres humanos vivenciamos de acuerdo a nuestra identidad subjetiva: una reacción desagradable ante la idea de mantener relaciones sexuales con alguien que no constituye el objeto de nuestro deseo. Un varón heterosexual siente rechazo ante la idea de tener sexo con otro hombre, de modo similar a como un varón homosexual siente rechazo ante la idea de mantener relaciones sexuales con una mujer. Esto no es homofobia sino una reacción normal ante algo que nos desagrada. El TOC homosexual también debe distinguirse de diagnóstico de “homofobia internalizada”, comúnmente efectuado en personas pertenecientes a la comunidad LGTB. Algunos individuos de este grupo no se sienten a gusto con su orientación sexual, tanto por lo que de suyo representa pero más comúnmente porque conlleva el desvanecimiento de algunas fantasías culturalmente validadas, como un matrimonio tradicional o la formación de la “familia tipo”. El conflicto puede conducir a niveles de angustia y depresión importantes y ha de ser resuelto en el terreno de la aceptación y reformulación creativa del propio plan de vida. Pero no se trata en ningún caso de la problemática discutida en el presente artículo acerca del TOC homosexual, pues la persona no se obsesiona con ser homosexual, sino que efectivamente lo es y no lo acepta. Retomemos ahora el eje principal de discusión del presente trabajo. A la hora de efectuar un diagnóstico diferencial entre un TOC homosexual y una persona que elige tener sexo con otra persona de su mismo sexo, habremos de observar un factor emocional distintivo crítico: el placer. Nuevamente, este será un elemento a tener en cuenta a la hora de evaluar a nuestro paciente. La persona homosexual fantasea, piensa y goza con otra persona de su mismo sexo y es el placer y su búsqueda el motor principal de su accionar. Por el contrario, el sujeto con TOC homosexual suele ser un sujeto heterosexual que tiene temor, asco, terror o alguna emoción aversiva respecto a la idea de poder estar con alguien de su mismo sexo. Es justamente lo opuesto a lo que siente un homosexual, que no tiene ni asco ni dudas de lo que desea para su satisfacción sexual. No está de más mencionar que en las terapias de orientación psicoanalítica resulta muy frecuente la interpretación de las obsesiones de pedofilia y/o las de homosexualidad, como señales inconscientes de un deseo que puja por ser cumplido. En un castellano simple y llano, el psicoanalista suele afirmar a sus pacientes con TOC homosexual frases tales como: “tus pensamientos pueden mostrar algo del orden de tu homosexualidad reprimida”; o al paciente con TOC de pedofilia: “¿señala esto acaso algo del deseo de dañar a un niño?”. Resulta sumamente inadecuado pensar que un sujeto que muestra sensaciones aversivas ante la idea de mantener relaciones homosexuales, es en realidad homosexual pero lo niega; así como que el sujeto que teme violar niños, en realidad desea violarlos pero lo niega. Aunque parezca mentira, existen aún algunas terapias que aportan este tipo de interpretaciones, enfoques psicodinámicos que hablan de un deseo inconsciente, aun cuando la investigación científica cada vez más se ha alejado de esta clase de explicaciones complicadas y sin ningún apoyo empírico. Muy lastimosamente, al ser estas “explicaciones” (que no son tales, sino conjeturas) ofrecidas por un profesional de la salud mental, no sólo no generan ningún cambio favorable sino que, contrariamente, más bien logran que el paciente empeore o abandone el tratamiento más confundido que antes.

Tratamiento del TOC homosexual

De acuerdo con lo desarrollado, será más fácil entender el abordaje de este subtipo de TOC pues comparte con el anterior muchas similitudes. Al igual que el otro TOC, aquí también aplicaremos el principio de exponer al paciente a lo que evita y no a lo que teme. El paciente con TOC homosexual teme esencialmente ser homosexual y terminar teniendo sexo con alguien de su mismo sexo. Volvemos a hacer la pregunta anterior: ¿será correcto exponer al paciente a que mantenga relaciones sexuales con alguien de su propio sexo? Pues no, nada de esto; otra vez, pensemos tan sólo con sentido común. Exponer al paciente a una situación como la mencionada conlleva un grado muy intenso de compromiso con un resultado previsible, esto es, experimentaría intenso desagrado, ya que quien sufre TOC homosexual no presenta dudas acerca de qué le atrae sexualmente sino que duda de lo que piensa y siente. Como dijimos anteriormente, el sesgo del TOC está puesto en el pensamiento y en sus sensaciones (juzga a las mismas y saca conclusiones erróneas). En verdad, si a una persona heterosexual se la expone a mantener relaciones sexuales con alguien de su propio sexo, seguramente no se sentirá para nada bien, más bien le resultará muy aversivo. Pensemos que nuestro paciente TOC es heterosexual con temor a ser homosexual. Volvemos a la pregunta entonces: ¿qué es lo que evita este paciente? Bien, muchas cosas, y de acuerdo con la configuración ideográfica se va a planificar la exposición. Así, por ejemplo, el estar con un amigo de su mismo sexo a solas, desnudarse en el vestuario de pileta, estar en traje de baño con otros amigos de su mismo sexo o tomar un café con alguien de su mismo sexo y charlar (ahí a veces aparecen pensamientos de tipo fobia social, respecto a que la gente lo puede juzgar de homosexual si está tomando un café con alguien de su mismo sexo). En ocasiones, también se evitan estímulos propios de los ambientes LGBT, como permanecer cerca de alguien homosexual o mirar una película de temática gay. Justamente las situaciones evitadas serán los estímulos críticos de la terapia de exposición, por ende, tendrá que permanecer en la pileta, ducharse y cambiarse en un vestuario donde haya otras personas de su sexo. Al igual que en el anterior subtipo de TOC, estos comportamientos los llevará a cabo independientemente de que se le presenten pensamientos intrusivos de homosexualidad. Eventualmente, le enseñaremos a discutir sus pensamientos automáticos que juzgan a su idea obsesiva, a fin de que comprenda que el juzgar sus ideas es el problema, no tanto las cogniciones intrusivas sobre la homosexualidad. Como siempre, la exposición se conduce gradualmente, con psicoeducación mediante. En los casos de TOC homosexual, sí pueden y suelen incluirse en la jerarquía de exposición estímulos como buscar proximidad con personas homosexuales o incluso mirar material gay, que no lo llevará a convertirse en uno. Así, por ejemplo, se le puede proponer al paciente que mire un video o fotografías de personas de su mismo sexo desnudas o que concurra a un bar de reunión de la comunidad LGBT. Si bien no suelen estas situaciones evitadas ser las que más preocupan al paciente, se lleva adelante esta clase de exposición como modo de potenciar el proceso de extinción a través de la variación de los contextos. En el tratamiento en ambos casos, de TOC de pedofilia y de TOC homosexual, el paciente se considera “curado” cuando logra una vida normal y funcional de acuerdo con sus objetivos, realizando acciones que antes evitaba. En el caso de que algunas ideas persistan como sintomatología residual, el objetivo es que simplemente las contemple como ideas, ideas que no son peligrosas en sí mismas ni esconden nada perverso inconsciente.

Conclusiones

Conducir el tratamiento de pacientes con TOC implica un conocimiento minucioso tanto de la psicopatología del cuadro como de las técnicas a aplicar; tal vez en los casos de TOC homosexual y de pedofilia se requiera de algo más: sentido común, conocimiento de los hábitos y de las leyes de nuestra cultura. Los pensamientos indeseados que experimentan los sujetos con TOC aparecen en la población general; la diferencia radica en la manera en que los sujetos con TOC juzgan sus cogniciones con esquemas exagerados de responsabilidad y moral. Así, paradójicamente, una gran valoración de la infancia puede ser justamente el factor determinante en la eclosión del TOC de pedofilia. La prepotencia del pensamiento basada en esquemas exagerados de moralidad facilita que los individuos con TOC se juzguen a sí mismos de modos categóricos, en términos absolutos de bien y mal, con poca observación de las evidencias reales y más autofocalizados en sus propios pensamientos. Así es que resultan ser personas muy complejas a la hora de juzgarse a sí mismas; inmersos en su propio teatro mental de pensamientos y desbordados por la angustia, terminan utilizando a la evitación como patrón de afrontamiento predominante; no obstante ello, apenas representa un alivio temporario. De ahí que la exposición sea la técnica más efectiva. Enfaticemos en que se lo expone entonces a un contexto, a una situación real evitada y no a sus pensamientos ni a sus temores. Ahora bien, nuevamente, ¿qué es lo que queremos lograr con la exposición? No pretendemos que el paciente con TOC de pedofilia disfrute de la pornografía infantil, ni que el que padece TOC homosexual mantenga relaciones con alguien de su propio sexo. Por el contrario, buscamos que el primero pueda permanecer con niños de forma normal y natural, y que el segundo lleve una vida social adecuada sin rehuir de los contextos donde hay personas de su propio sexo. El error de muchos terapeutas radica en creer que lo que el paciente teme sea un deseo inconsciente que puja por surgir y, por ende, la persona quiere satisfacer. Será necesario revisar los propios axiomas y la teoría a la hora de hacer clínica. Finalmente, en el terreno del TOC de pedofilia habremos de observar también las pautas culturales y legales. En la República Argentina, así como en muchos otros países, la ley prohíbe cualquier forma de tenencia, descarga y distribución de material pornográfico infantil, en cualquier formato. Así que si un terapeuta pretende buscar este tipo de contenidos para llevar adelante una exposición con su paciente, no solo comete un grave error técnico sino que también se expone a un problema legal serio. Evitemos entonces problemas legales y simplemente hagamos las cosas bien, basándonos en las evidencias de tratamientos eficaces y, por supuesto, con sentido común. Nuestros pacientes nos lo van a agradecer.

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  • Psicología aplicada

El lado positivo de los spoilers

  • Maria Fernanda Alonso
  • 19/11/2020
Si el público conoce de antemano secuencias claves de la trama, no querrá pagar por ver la película, piensan muchos directores. Este razonamiento los lleva a ser cautelosos y limitar las revelaciones previas al estreno. Un equipo de investigadores buscó examinar tal teoría, es decir si realmente las reseñas con spoilers de la película perjudican los ingresos de taquilla (Ryoo et al., 2020).

Metodología

Con este fin, examinaron los ingresos diarios de taquilla de las películas estrenadas entre enero de 2013 y diciembre de 2017 en los Estados Unidos. Luego, estas películas se compararon con sus respectivas reseñas recopiladas de Internet Movie Database (IMDb), la plataforma de reseñas de películas más popular en los Estados Unidos. A su vez, los autores desarrollaron una medida de la intensidad de los spoilers, o el grado de incertidumbre de la trama que se resolvió al leer spoilers en las reseñas de películas.

Hallazgos

Los resultados del estudio indican que la intensidad del spoiler tiene una relación positiva y significativa con los ingresos de taquilla. ¿Cómo se explica esto? Los autores plantean que la reducción de la incertidumbre es el mecanismo impulsor de este efecto positivo de las revelaciones o spoilers: si los potenciales espectadores no están seguros de la calidad de una película, es probable que recurran a, y tomen en consideración, las reseñas existentes antes de comprar sus entradas. De hecho, el estudio encontró una relación de “U invertida” entre las calificaciones promedio y la intensidad de las revelaciones, lo que sugeriría que el efecto positivo de los spoilers es más fuerte en películas que reciben calificaciones moderadas o mixtas en comparación con las películas que reciben calificaciones muy altas o muy bajas. Este efecto positivo de las reseñas con spoilers también sería más fuerte para las películas que reciben menos publicidad, o realizan lanzamientos por tiempo limitado. La publicidad puede cumplir una función informativa para los consumidores y se considera una señal creíble de calidad en la industria cinematográfica. Por lo tanto, contar con menos publicidad debería generar una mayor incertidumbre sobre la calidad de la película para los posibles espectadores. ¿Qué implican estos hallazgos? Las reseñas online podrían aumentar potencialmente el bienestar del consumidor mediante el empleo de reseñas con spoiler, al reducir la incertidumbre y ayudar a los consumidores a tomar decisiones de compra adecuadas o satisfactorias. De todos modos, los autores recomiendan que siempre se advierta a los posibles espectadores respecto de la presencia de spoilers en sus reseñas, permitiéndoles elegir su autoexposición a los spoilers. Referencia bibliográfica: Ryoo, J. H. (joseph), Wang, X. (shane), & Lu, S. (2020). Do Spoilers Really Spoil? Using Topic Modeling to Measure the Effect of Spoiler Reviews on Box Office Revenue. En Journal of Marketing (p. 002224292093770). https://doi.org/10.1177/0022242920937703 Fuente: Science Daily

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  • Psicología aplicada

Grupo más vulnerable a experimentar fatiga después de sufrir COVID-19

  • Alejandra Alonso
  • 18/11/2020
Una nueva investigación buscó establecer si pacientes recuperados de una infección por SARS-CoV-2 continuaban experimentando fatiga luego de la recuperación física.

¿Por qué es importante?

Uno de los síntomas que más nombran las personas infectadas con COVID-19 es la fatiga. Las consecuencias del COVID-19 no han sido bien estudiadas todavía y se cree que entre sus consecuencias podría encontrarse una sensación duradera de fatiga.

Metodología

El grupo de científicos rastreó la fatiga junto con otras características de los pacientes, como severidad de la enfermedad, condiciones previas, marcadores de laboratorio y niveles de marcadores de inflamación. Contaron con la participación de 128 sujetos previamente infectados con SARS-CoV-2, del St. James Hospital en Dublín. El 54% eran mujeres y la edad promedio era de 49.5 años. Adicionalmente, un 55.5% de la muestra había sido admitido al hospital, mientras que el resto eran pacientes ambulatorios. Se les aplicó la Escala de Fatiga Chalder (CFQ-11).

Resultados

El 52.3% de los participantes cumplió los criterios para fatiga en el momento de evaluación (al menos 6 semanas después de la recuperación). El 42.2% reportó sentir que habían vuelto a la normalidad. No se observó relación entre los sentimientos de fatiga y la severidad de la enfermedad, la necesidad de ser admitido al hospital o los marcadores de inflamación. Los autores hallaron que, dentro del grupo que reportaba fatiga severa, era más común el sexo femenino y un historial de ansiedad o depresión.

Limitaciones

  1. La muestra estaba compuesta predominantemente de irlandeses, blancos.
  2. Los pacientes fueron evaluados en un solo momento, sin continuar el seguimiento.
Referencia del estudio: Liam Townsend, Adam H. Dyer, Karen Jones, Jean Dunne, Aoife Mooney, Fiona Gaffney, Laura O’Connor, Deirdre Leavy, Kate O’Brien, Joanne Dowds, Jamie A. Sugrue, David Hopkins, Ignacio Martin-Loeches, Cliona Ni Cheallaigh, Parthiban Nadarajan, Anne Marie McLaughlin, Nollaig M. Bourke, Colm Bergin, Cliona O’Farrelly, Ciaran Bannan, Niall Conlon. Persistent fatigue following SARS-CoV-2 infection is common and independent of severity of initial infection. PLOS ONE, 2020; 15 (11): e0240784 DOI: 10.1371/journal.pone.0240784 Fuente: Science Daily

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  • Psicología aplicada

Los emails groseros del trabajo destrozan tu descanso y bienestar

  • Maria Fernanda Alonso
  • 18/11/2020
El trabajo “remoto” se ha vuelto una modalidad laboral generalizada en los últimos meses. Esta alternativa permite que muchas personas continúen con sus tareas a la vez que se cumple con las medidas de restricción ambulatoria tendientes a contener el avance de la pandemia por coronavirus. En este contexto, las comunicaciones entre empleadores y empleados se han canalizado en gran medida a través de correos electrónicos. Si bien esta herramienta tiene sus ventajas, también favorece el intercambio de comunicaciones distantes e insensibles que, con frecuencia, pueden ser groseras. Tal situación puede aparejar consecuencias perjudiciales para los recipiendarios, afectando su bienestar general y su vida familiar, provocando un estado emocional negativo e incluso ocasionando problemas y trastornos del sueño, señalan los autores de un estudio recientemente publicado (Yuan et al., 2020). Dado el uso creciente de correos electrónicos en el ámbito laboral, esta problemática se está convirtiendo en una preocupación creciente.

Metodología

El equipo de investigación dirigió dos estudios. Para el primero, fueron encuestados 233 empleados que trabajaban en los EE. UU., acerca de sus experiencias con correos electrónicos laborales groseros y sus valoraciones fueron recopiladas.  En el segundo estudio, los investigadores examinaron diariamente los efectos secundarios de la descortesía en correos electrónicos sobre el bienestar, incluidos los problemas de los empleados para conciliar el sueño y permanecer dormidos. Los autores definieron un aspecto activo y un aspecto pasivo de esta descortesía/grosería/falta de modales al enviar un correo electrónico. La descortesía activa, en este medio, incluye comentarios degradantes o despectivos del remitente al destinatario, y le sugiere a este último que el primero le ha maltratado. Por otro lado, la descortesía pasiva respecto de los correos electrónicos implica ignorar una solicitud u opinión del remitente, lo cual hace que sea difícil saber si el destinatario simplemente olvidó responder el correo electrónico o si realmente pretendía ignorarlo.

Hallazgos

Lidiar con correos electrónicos groseros en el trabajo puede generar estrés persistente y afectar el bienestar y la vida familiar, según los resultados del estudio. Los correos electrónicos descorteses pueden tener un efecto negativo en las responsabilidades laborales, la productividad e incluso pueden estar relacionados con sufrir insomnio por la noche, cuestión se relaciona aún más con las emociones negativas a la mañana siguiente, sugieren los autores. Las recomendaciones de los autores para mitigar el estrés que esta situación acarrea son “separarse psicológicamente” de una jornada laboral angustiante después de recibir correos electrónicos groseros. La mejor opción es desconectarse del trabajo fuera del horario laboral. Siempre que sea posible, los empleadores también deben establecer expectativas claras y razonables con respecto a las comunicaciones por correo electrónico. Establecer normas de comunicación claras y razonables puede resultar eficaz para abordar la falta de modales y evitar la presión de estar pendientes por responder correos electrónicos que puedan llegar fuera de los horarios laborales. Referencia bibliográfica: Yuan, Z., Park, Y., & Sliter, M. T. (2020). Put you down versus tune you out: Further understanding active and passive e-mail incivility. Journal of Occupational Health Psychology, 25(5), 330-344. https://doi.org/10.1037/ocp0000215 Fuente: Science Daily

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  • Artículos de opinión (Op-ed)

Lo que activa el dolor

  • Buenaventura del Charco Olea
  • 17/11/2020

Que hable de que el dolor tiene una parte buena no significa que el dolor sea bueno. Ni significa que haya que forzar el positivismo ante algo que es doloroso, o que ver la parte positiva, o mucho mejor dicho y como expondré en este artículo, los procesos adaptativos que se ponen en marcha a raíz del dolor sea algo bueno o deseable. Más bien, lo que presento es una explicación de la capacidad de las personas a responder al dolor y de lo preparados que estamos para hacer frente a éste, razón por la cual, quizás aun sin buscarlo, no debamos temerle tanto sino aceptarlo cuando, irremediablemente, nos toca en la vida.

El dolor es una respuesta adaptativa de cualquier organismo que desee sobrevivir, es el dolor el que nos mueve a una acción que nos permite responder a aquello que nos está dañando. Actúa por tanto como “interruptor” que activa un mecanismo de respuesta que nos permite responder (valga la redundancia) a la situación, entender la realidad de la misma, aceptarla en su cruda realidad y preparar nuestro cuerpo a todos los niveles para reaccionar a ella mediante una conducta adecuada.

Sin el dolor, no nos daríamos cuenta de lo dañino de una situación y al no dolernos no responderíamos a ella y por tanto eso nos haría un mal enorme, puede incluso que fatal. De hecho, las personas que padecen el raro síndrome de Riley-Day (consistente en la incapacidad de sentir dolor físico) suelen tener graves accidentes y con frecuencia al no responder al dolor (ya que no lo sienten) tienen lesiones que muchas veces suponen hasta su muerte.

A nivel psicológico, las personas que no sienten dolor emocional debido a que están “escindidas o interrumpidas” emocionalmente, suelen padecer trastornos muy graves como el trastorno límite de la personalidad. Las que tratan de evitar el malestar, sobre todo emociones como la tristeza, la ansiedad o la rabia, suelen poner en marcha procesos psicológicos que con frecuencia son iatrogénicos (producen enfermedades) o les lleva a funcionar de una forma enormemente desadaptativa y llena de un vacío aterrador (Ver mi artículo La angustia de no sentir).

Recuerdo cuando tenía alumnos de prácticas en la universidad con los que analizábamos terapias, que se angustiaban o veían como negativo que un paciente experimentase dolor emociona y yo siempre les ponía el mismo ejemplo: Si entran por la puerta dos personas, con un hierro atravesándoles la pierna, y uno grita y llora, y el otro está tan pichi, a mi el que me preocupa es al que no duele nada, porque lo normal cuando algo te atraviesa es gritar y llorar.

El dolor nos mueve a defendernos del ataque, generando en nosotros una respuesta adaptativa de rabia. El dolor nos indica que no podemos más con una situación y debemos parar o quitarnos carga generando una respuesta adaptativa de ansiedad o agotamiento. El dolor nos señala que debemos huir de algo, generando esa adaptativa respuesta de miedo y alerta y el dolor nos indica que algo era importante para nosotros y que debemos parar a encajarlo, generando tal respuesta adaptativa de tristeza.

El dolor nos da una información muy valiosa, explicándonos qué situaciones son dañinas para nosotros, pero también qué es importante para nosotros: el dolor sólo se activa cuando es necesario. Muchas veces, algo nos afecta y nos duele, y en vez de aceptarlo y reaccionar con honestidad, nos rebelamos contra ello “no debería dolerme” o “esto no es tan importante”, si te duele, es que es trascendente para ti. Así el dolor no sólo nos mueve a reaccionar, sino que nos indica qué cosas son realmente importantes para cada uno en su propia subjetividad desde la que vive el mundo. Puede que no sea importante para otro o visto “objetivamente”, pero para ti sí lo es, si no, no te dolería (tu biología no crea respuestas de dolor porque sí, sino por una razón).

Con frecuencia reaccionamos al dolor con miedo, tratando de silenciarlo mediante medicación, intentamos ignorarlo (intentamos “pasar de eso”) o lo juzgamos (“no tengo motivos” o “soy un exagerado”) en vez de escucharlo, lo cual es comprensible, porque duele, pero es disfuncional, porque necesitamos mirarlo para que ponga en marcha las respuestas adaptativas anteriormente descritas y para que entendamos qué es realmente importante para nosotros. Además, esas reacciones de juzgarnos o atacarnos porque algo nos afecte, conllevan un sufrimiento extra, ya que aparte del dolor situacional añadimos el de esa autocrítica cruel o la invalidación de nuestro propio criterio.

El dolor por tanto es útil, aunque sea terriblemente desagradable, y es importante que cuando venga, acompañemos y escuchemos ese dolor para sanarlo, pero también para defendernos y protegernos. Para ser fieles a nosotros mismos y nuestra verdad interna, para reaccionar a la realidad en vez de negarla y fingir que no pasa nada.

El dolor lleva a la acción. El miedo y el intento de hiper controlar todo para que nada nos dañe lleva a la parálisis, la ansiedad y el bloqueo. A aislarnos, renunciar a todo, obsesionarnos hipercontrolando y cargar con una armadura que nos consume y agota.

Y recuerda que por muy terrible que sea el dolor, éste no mata ni enferma. Lo que sí lo hace es mantenerse en aquello que nos hace daño y el hecho de no responder: lo que nos empuja a entendernos y a reaccionar es el propio dolor.

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